Compromiso, obligación y deber (La caída)
Final de la historia.
Compromiso, obligación y deber (La caída)
CARLOS
Tengo entre mis brazos a la mujer que amo con toda mi alma, la mujer con la que quiero envejecer, la mujer que ha sido una verdadera madre para Nadia. La tengo en brazos mientras se desangra y el miedo a perderla es tan grande que estoy totalmente bloqueado, entonces escucho una voz que me saca de mis miedos.
• Venga espabila que si no hacemos algo mi hermana morirá – dijo una mujer.
• ¿Hermana? – dije yo.
• Si mi nombre es Miriam y soy la hermana de Nadia.
• Pero tú traicionaste a tu hermana, ¿por qué debería fiarme de ti?
• Porque me arrepiento de lo que hice y estoy aquí para enmendar mis errores.
De repelente apareció una ambulancia y de ella salió un hombre mayor, nos dijo que dejáramos la cháchara y entramamos enseguida.
• ¿Quién es usted? – pregunte.
• Soy Don Nadie – dijo aquel hombre.
• ¿Es una broma? – dije enfadado.
• No, es mejor para ti y para mí que no sepas mi nombre, tendrás que conformarte con este.
Nadia agarró la mano de Sonia y lloraba a mares, Sonia había perdido el conocimiento. Estaba ante las puertas de la muerte y, sin embargo, tenía un semblante sereno, Miriam la cogió en brazos y entramos en la ambulancia, allí dos médicos la tumbaron en una camilla y Miriam se empezó a desabrochar la manga de su camisa. Le pusieron una vía, colocándole el otro extremo a Sonia.
• Sonia y yo tenemos un tipo de sangre muy escaso, solo yo podía donarle sangre sin pasar por un hospital.
• ¡Como que no vamos a un hospital! – dije muy enfadado.-
• En un hospital, Sonia sería una presa fácil – dijo Don Nadie.
• ¿Por qué nos ayudas?
• Aparte de tu hermana ella es la otra persona que se ha ganado verdaderamente mi respeto.
Miriam miraba a su hermana con preocupación, ¿seria verdad o estaría fingiendo?, no sabía en quién confiar. La única persona en quien confinaba estaba tumbada en una camilla debatiéndose entre la vida y la muerte, llegamos a lo que parecía un almacén abandonado, yo estaba cada vez más desesperado. Al entrar pude observar que parecía un quirófano, las personas allí presentes estaban preparadas para operarle. Don Nadie me cogió del brazo y fuimos a una habitación de descanso, tenía una cafetera y Don Nadie me dijo, si quería un café.
Una voz le dijo que ella si quería, era Miriam. Yo opté por una tila, estaba muy nervioso. Sentado en una mesa redonda me temblaba todo el cuerpo, Miriam agarro mi mano y me dijo.
• Mi hermana es dura de verdad, ha conseguido ser feliz a vuestro lado y luchará con el mismísimo demonio para regresar a vuestro lado.
• ¿Cómo lo sabes? – pregunte.
• Porque es como tu hermana, mejor dicho es lo que tu hermana tendría que haber sido – dijo Don Nadie.
• ¿Tú eres el hombre con el que negocio Sonia verdad? – pregunte.
• Si, ese día Sonia me sorprendió gratamente y soy difícil de sorprender.
La estaban operando, las horas se me estaban haciendo eternas, dije que iría a por ropa para Nadia, Don Nadie me impidió el paso y dijo que ellos se habían encargado de comprar todo lo que la niña necesitara.
• ¡El inhalador!, tiene asma – dije preocupado.
• Toma, lo he comprado esta mañana – dijo Miriam.
• ¿Cómo sabíais?
• Yo siempre lo sé todo, por eso he vivido tanto – dijo Don Nadie.
De repente la puerta de la habitación se abrió, y dos médicos entraron en la sala. Mi corazón estaba a punto de salírseme del pecho, los dos sonriendo dijeron que la operación había salido bien. Sonia se pondría bien, nunca he sentido tanto alivio en mi vida. Lo primero que hice fue coger a Nadia en brazos y decirle que Sonia se pondría bien. La pobre estaba en uno de los sofás dormida muerta de cansancio, cuando escucho la noticia se puso muy contenta.
La tuvieron en una sala de cuidados intensivos hasta que estuvo lista para ir a la habitación que habían preparado para ella. Tardo varios días en despertarse, mientras lo hacía, Miriam, Don nadie y yo velábamos por ella. Una de las veces mire a Miriam y le pregunte.
• ¿Por qué traicionar a Sonia?
• Sentía celos y envidia de ella, ella era la favorita y eso me mataba, ahora soy consciente y acepto que es la mejor.
• ¿Y como es que vosotros os conocéis? – pregunte.
• Trabajo para él – dijo Miriam.
• ¿Cómo? – pregunte.
• Esta señorita, se metió en un lió y yo le salvé el pellejo, ahora trabajaba para mí para saldar la deuda – dijo Don nadie.
• ¿Y lo de fregar escaleras? – pregunté.
• Lo hizo, en castigo por acostarse con Manuel, ese no era su cometido – dijo Don Nadie.
• ¿Cuál era su cometido? – pregunte.
• Investigar a la familia de Manuel, no solo eran mis enemigos, eran un cáncer para esta ciudad, el problema vino cuando a esta señorita se le olvidó cuál era su cometido y se dejó llevar.
• Y bien que lo he pagado, no sabes la de mierda que he tenido que limpiar estos meses – dijo una indignada Miriam.
• Nunca será suficiente Mierda cabrona – dijo una despierta Sonia.
• ¡Sonia! – gritamos todos
Miriam fue la primera en lanzarse en abrazar a Sonia, si esta última no estuviera tan débil, la abría estrangulado. Después poso su mirada en Don Nadie, esbozo una sonrisa de agradecimiento. Por último nos miró a Nadia y a mí, no sé quién de los dos estaba más ansioso. La cara de Sonia reflejaba la felicidad, Nadia no pudo aguantar y se subió a la cama para abrazarse a Sonia llorando, le hizo daño. Sonia no se quejó, al contrario, abrazaba a Nadia con fuerza.
• De buena te has librado hermanita – dijo Miriam.
• Si, ¡tú que haces aquí cabrona! – dijo una muy enfada Sonia.
• Yo le he dicho que estuviera aquí – dijo Don Nadie.
• ¿Por qué? – pregunto Sonia.
• Joder hermanita que dura eres, que sepas que estas viva gracias a mí.
• Seguro que si – dijo una irónica Sonia.
• Es verdad Sonia, de no haberte donado su sangre ahora no estarías aquí – le dije.
Sonia miró Miriam y le dijo gracias, pero esto no había acabado, tenía mucho que explicar.
Las dos hermanas estuvieron hablando por un rato, al final parecía que Sonia toleraba en cierta forma su presencia, eso si cuando Miriam se acercaba a mí o a Nadia, Sonia erupcionaba como un volcán, Miriam se reía, pero se alejaba rápido.
Yo había pasado mucho miedo, sin embargo, saber que Sonia volvía a estar a mi lado vivita y coleando era el mejor regalo que me podrían haber hecho.
SONIA
Me hice la dormida mientras escuchaba la conversación del viejo, Miriam y Carlos. Escuchar la voz de mi hermana me sacaba de quicio, también me sorprendió enterarme de que trabajaba para el viejo. Saber que había tenido que limpiar escaleras durante todo este tiempo fue un bálsamo para mí, entonces abrí los ojos y llame cabrona a mi hermana, mire a Don Nadie (como quería que le llamaran). La mejor parte fue mirar a Carlos y Nadia, ver su felicidad y también su ansiedad por querer abrazarme. Nadia se subió a la cama y me abrazo con fuerza, me hizo daño, sin embargo, bendito dolor.
Mi hermana me pidió que habláramos, me contó como se metió en un lió y tuvo que trabajar para Don Nadie, él la había ayudado y como pago trabajo para él. Investigo a la familia de Manuel, para hacerlo tuvo que acercarse mucho a él y se quemó.
• Espero que sacaras la información por lo menos – dije muy seria.
• Porque te crees que su familia lo perdió todo y Manuel esta donde esta, se me fue de las manos hermanita, perdóname.
• Es la primera vez que me lo dices – le recrimine.
• No me diste ninguna oportunidad de disculparme – se quejó Miriam.
Mire a Don nadie y le dije que ahora que haríamos, Pablo Cortés sabía de la existencia de Nadia y no pararía hasta destruirla. Don Nadie me miro y me dijo que todavía faltaban personas por llegar, no paso mucho tiempo cuando pude escuchar la voz de mi madre. La pobre se había llevado un susto muy grande detrás de ella entró Lidia de la mano de un hombre de su misma edad y por último entraron los padres de Héctor.
El hombre que venía con Lidia se presentó como el hijo de pablo Cortés y él también se llamaba Pablo. Pidió permiso a Carlos para poder acercarse a su hermana pequeña, Pablo no le dijo que era su hermano, era demasiado pequeña y lo mejor seria esperar a que fuera capaz de digerirlo todo.
• Gracias por darme la oportunidad de conocer a mi hermana – dijo pablo.
• ¿Cómo os habéis enterado? – pregunto Don nadie.
• Nunca me he fiado de mi marido – dijo una mujer.
Era la madre de Pablo y mujer de Pablo Cortés, se acercó a Nadia y le dijo.
• Así que tú eras lo que me ha querido ocultar mi marido todo este tiempo, me llamo Lisa – dijo la mujer.
Todos nos asustamos, pero al ver que Lisa no iba con ninguna mala intención hacia Nadia. La mujer la cogió en brazos y se le puso cara de madre, después nos miró a todos y nos dijo.
• Tenemos que acabar con ese hombre, el detective privado que contrate, me ha dicho que ha dado con el paradero de Manuel y va a liberarlo.
• ¿Cómo puede hacer eso? – pregunto Miriam.
• Con dinero – contesto Lidia.
• ¿Pero si vosotros sois los más ricos, verdad? – pregunto Carlos.
• No, mi padre es el más rico, pero firmo una cláusula donde ponía que si le era infiel a mi madre lo perdería todo. – dijo Pablo.
• Eso no es del todo cierto Hijo – Dijo Lisa.
Lisa explicó como el dinero pertenecía a su familia, Pablo Cortés no era nadie antes de casarse con ella y volvería a ser un don nadie cuando Lisa se divorciara de él. Pablo Cortés sabia que Lisa estaba enterara y su finalidad era vengarse.
Nos miramos todos y empezamos a trazar un plan, ahora nos tendríamos que enfrentar a un hombre desesperado que lo había perdido todo y a otro sediento de venganza. Lo primero que teníamos que hacer era dejar a Pablo Cortés sin blanca. No podía tocar las cuentas legales, porque eso cantaría mucho. Tendríamos que encontrar las que tenía en paraísos fiscales y vaciárselas, para eso tenía a la persona idónea.
Su nombre era Sandra y era la hacker de Saray además de una buena amiga, si alguien podía llegar a buen puerto con esa tarea era ella. Yo poco a poco me fui recuperando, empecé a realizar los ejercicios que Saray me enseño, de esa manera iría ejercitando mis músculos, veía muy triste a Don nadie y me acerque a él.
• ¿Qué te ocurre viejo?
• Nada estaba pensando en el pasado – dijo muy serio.
• Cuéntame, que razón te trae aquí a ti, todos tenemos algo contra de él menos tú, no me digas que lo haces por la ciudad.
• Pablo Cortés fue el responsable de la muerte de mi hija, su nombre era Sofía y eso me convierte en el abuelo de Nadia.
Esa revelación me dejo de piedra, jamás supuse que aquel hombre con el que negocie, pudiera ser el abuelo de Nadia, si yo fuera pablo Cortés estaría realmente asustado.
• ¿Tu nieta?- dije perpleja.
• Así es – mientras lágrimas caían de sus ojos.
• No entiendo como permitiste que me acercara tanto a ella.
• Saray y yo teníamos algo en común, proteger a esa niña, sabía que eras pupila de ella y la protegerías con tu vida.
Mire al vejete y le abrace, claro que protegería a esa niña que ya consideraba mi hija
Llame a Sandra y se presentó al día siguiente, Miriam se quedó con la boca abierta, Sandra era una mujer hermosísima, ella no daba importancia a esas cosas y bestia sin sacarse ningún partido. Con todo eso para Miriam debió parecer una diosa, Sandra también miro a mi hermana y le sonrió. Sandra ya sabia cuál era su cometido, se puso a ello enseguida, mi hermana se sentó a su lado y le dijo si podía ayudarla.
• ¿Tú sabes de estos ojos bonitos? – le pregunto Sandra.
• No, pero podría hacerte compañía y conocernos mejor, ¿qué te parece? – dijo Miriam.
• Me parece estupendo, ojos bonitos, ¿cuál es tu nombre? – pregunto Sandra
• Miriam.
• Todo en ti es bonito, incluso tu nombre. – sonrió Sandra.
Por primera vez en mi vida vi a mi hermana sonrojarse, yo seguí con mis ejercicios, mire una fotografía de mi herida y fui consciente de lo cerca que estuve de morir. Carlos jugaba con Nadia, Don nadie les miraba desde lejos y vi como tímidamente se acercó y se presentó debidamente a Carlos y Nadia, Nadia era muy perspicaz y algo dentro de ella le decía que ese hombre era algo de ella. La niña ni corta ni perezosa se lanzo a los brazos de su abuelo, Carlos le dijo que sentía no haberle conocido antes, Sofía nunca hablo de sus padres.
Lisa, Lidia y Pablo tenía que irse, dejaron claro que ellos no eran guerreros, pero que participarían en esta batalla. Habían comprado una mina cuya profundidad era de tres mil metros y dentro habían hecho unas celdas a prueba de fugas, Lisa nos dejo claro que el mayor castigo para un hombre como Pablo Cortés era encerrarlo de por vida, habiéndolo perdido todo.
Carlos y Don nadie salieron a hablar, tenían muchos asuntos que tratar y prefirieron hacerlo en privado. Sandra seguía a lo suyo, yo seguía débil, aunque los ejercicios ayudaban. Tenía que tener paciencia, Nadia quería salir a jugar, Miriam me dijo que cerca de allí había un parque. Cogió a la niña y se la llevo para que se desahogara, habían pasado unas cuantas horas desde que Nadia y mi hermana habían salido y no habían vuelto. Al escuchar la puerta de la entrada abrirse, me giré y vi que eran Carlos y Don Nadie.
Los dos vieron mi cara de preocupación y preguntaron que era lo que pasaba, yo les conté como Miriam y Nadia habían ido a un parque cercano a jugar y todavía no habían vuelto.
• ¿No te fías de tu hermana Sonia? – pregunto Carlos.
• Tu hermana sabe cuidarse sola, créeme – dijo Don Nadie.
Yo tenía un mal presentimiento y no respecto a mi hermana, sabía que esta la protegería. Carlos al ver mi preocupación me dijo que saldríamos a buscarles, al llegar vimos a mi hermana tumbada en el suelo sangrando de la cabeza. Me agaché preocupada, pensé que la habían matado, tenía pulso, pero estaba inconsciente. Cuando la zarandee volvió en sí, me miro y lágrimas salían de sus ojos.
• ¿Qué ha ocurrido Miriam? – pregunte preocupada.
• ¡Manuel, ha ocurrido! – dijo una muy enfadada Miriam.
Según nos contó Nadia estaba en el columpio, mientras ella la columpiaba, la niña estaba riéndose de lo contenta que estaba y le pedía que la columpiara con más fuerza, entonces noto como un golpe seco en la cabeza y como se desplomaba. Lo último que vio fue a Manuel llevándose a Nadia mientras se reía.
• Hermana, Manuel es mío – dijo Miriam.
• Bien, aplasta a ese gusano.
Tuvimos que sentar a Miriam, estaba muy mareada y perdía el equilibrio, si todavía se mantenía despierta era por la ira que sentía en ese memento. Llegamos a nuestro refugio y Sandra le dio algunos puntos, Sandra decidió tomarse un descanso y acostarse junto a Miriam.
Carlos y yo estábamos muy preocupados, mientras tanto Don nadie estaba al teléfono intentando conseguir alguna pista del paradero de la niña. Al final sonó mi móvil y apareció una foto de Nadia y abajo un texto con unas coordenadas y un rescate de cien millones de euros. Llamamos a Lisa, los padres de Héctor, Pablo y Lisa, ellos se encargarían de reunir el dinero. Miriam se levanto de la cama lista, Sandra se coloco en el ordenador, nos dijo que en cuanto tendría las cuentas de pablo Cortés nos avisaría. Don Nadie fue al maletero de su todoterreno y saco una larga maleta, de ella saco un rifle de francotirador.
• ¿No piensas entrar en combate? – le pregunté.
• Solo sería un estorbo, son muchos años al pie del cañón y los años no perdonan, os cubriré.
Carlos me miro y me dijo que vendría conmigo, no dejaría a su hija en su peor momento. Don Nadie le dio un chaleco antibalas, le dijo que en cuanto tuviera a la niña saliera de allí sin mirar atrás. Pablo Cortés nos había dado hasta el amanecer para conseguir el dinero, Lidia, Pablo y Lisa vinieron con unas cuantas bolsas llenas de dinero.
• Aquí está todo – dijo Lisa.
• Bien – dije yo.
Aquella noche ninguno durmió nada, Carlos y yo estábamos tumbados abrazados, Miriam y Sandra delante del ordenador y Don Nadie fumando un cigarro detrás de otro. De repente Sandra grito que ya lo tenía y empezó a vaciar las cuentas, yo me fui a preparar al igual que mi hermana. Porras extensibles, cuchillos y dos pistolas para cada una. Tango que decirlo, jamás me había sentido tan unida a Miriam. Esta no era la hermana pedante y desagradable que conocía, había madurado y se había convertido en una mujer hecha y derecha. Se acerco a Sandra y la beso con una pasión que a la pobre Sandra le temblaban hasta las piernas, esta solo le dijo que regresara con vida.
Montados en el todoterreno de Don Nadie le pregunté a mi hermana.
• ¿A ti no te gustaban los hombres?
• Para follar si, pero para tener una relación seria, prefiero a una mujer.
Sonreí, Miriam tenía motivos para regresar y sería una guerrera feroz. Si Saray estuviera aquí estaría orgullosa. Nos habían citado en un edificio a medio construir a las afueras de la ciudad, no había nadie a cincuenta quilómetros a la redonda. Si nos mataban no se enteraría nadie, antes de llagar Don Nadie se bajo del todoterreno, a unos quinientos metros había una pequeña montaña donde podría tenernos cubiertos.
Quinientos metros eran muchos, pero algo me decía que no era la primera vez que hacia esto y que estaríamos a salvo, gracias a él. Llegamos al lugar, Miriam cogió una bolsa, Carlos otra y yo la última. Empezamos a subir las escaleras, seguimos subiendo hasta que nos topamos con Manuel, nos miro riéndose.
• ¿Creíais que podríais acabar conmigo tan fácilmente?
• Ya sabes lo que hablamos hermana, déjamelo a mí, vosotros seguir adelante.
• ¿Estás segura Sonia? – pregunto Carlos.
• Si, hermanita aplasta a este gusano.
• Será un placer.
MIRIAM
Tenía delante el hombre que precipito la destrucción de mi vida por mi propia estupidez, ahora era la hora de devolverle el favor. Me miro con autoridad como lo hacía antaño, lo que no sabía era que de aquella Miriam ya no quedaba nada.
Deje la bolsa en el suelo y me acerque a el.
• ¿Hola Miriam, te apetece un revolcón como en el pasado?
• ¡No tienes nada que ofrecerme!
Manuel se agarro la polla por encima del pantalón, su intención era que le comiera la polla como lo solía hacer en el pasado. Lo que se encontró fue mi pie impactando contra su rostro, esto hizo que su cuerpo terminara impactando contra un coche y su boca sangrara copiosamente. Manuel se levanto muy cabreado y se lanzo contra mí, pare su patada con el codo y dándome media vuelta muy rápido mi otro codo impacto contra su mentón, dejándolo fuera de combate.
Ate sus manos a la espalda con una bridas e hice lo mismo por los pies, al final había resultado toda una decepción. Mientras terminaba de atar a Manuel escuche gritar a mi hermana, ¡Ha soltado a Nadia noooo!. Sin pensármelo dos veces me lancé por el cristal con la esperanza de poder coger a la niña y amortiguar su caída.
SONIA
Llegamos al piso de arriba y allí se encontraba Pable Cortés, tenía sujeta a Nadia con su cuerpo fuera de la cornisa. Cuatro hombres nos rodeaban, enseguida me di cuenta de que pablo Cortés soltaría a Nadia le diéramos el dinero o no. Esto no se trataba de dinero, sino de hacer el máximo daño posible.
• Nadia cariño, tranquila, ya estamos aquí – le dije para tranquilizar a una nerviosa Nadia.
• No deberías mentir a la niña Sonia - dijo un sonriente Pablo Cortés.
• ¡Es tu hija! – dijo Carlos.
• Calmate carnudo, esta niña es la que me ha arruinado la vida y yo acabare con la suya.
La iba a soltar, entonces vimos como dos de sus hombres caían abatidos. Don Nadie los había abatido, Carlos se lanzo sobre el otro inmovilizándole el arma para que no pudiera disparar. Yo dándole un certero golpe en el cuello al cuarto lo dejé sin respiración, Pablo Cortés fue abatido por Don Nadie, no sin que antes soltara a la niña.
Conseguí cogerla de la manga, el problema era que la manga no aguantaría mucho y cuando intente usar mi otro brazo para subir a la niña, un herido Pablo Cortés me agarro impidiéndome usar ese brazo. Le di de patadas para que me soltara, fue imposible y como temía la manga de la niña se rompió y se precipito al vacío. Yo grité de desesperación, entonces vi como Miriam traspasaba la ventana del piso de abajo. Consiguió coger a Nadia y sujetándola fuertemente contra ella cayeron las dos.
Mi hermana impacto contra el techo de un coche, salvo la vida de Nadia, pero ella no se movía y un charco de sangre se iba acumulando debajo de ella. Yo miré a Pablo Cortés con una mirada llena de odio y pisándole la rodilla se la rompí, mientras este gritaba de dolor empecé a golpearlo con todas mis fuerzas. Lo abría matado de no haberme parado Carlos, el hombre que él detuvo salió corriendo, para cuando pare el rostro de Pablo Cortés era irreconocible y me dolían mucho las manos. Todo indicaba que me las había roto.
Atamos a pablo Cortés para que no se escapara y bajamos a ver el estado de mi hermana y de Nadia, Nadia se encontraba bien, algunos rasguños, su padre la cogió en brazos. Lloraba al ver a su tía inmóvil. Miriam estaba inconsciente, tenía muchas lesiones y no pintaba nada bien. Don Nadie llego con una ambulancia y la trasladaron a un hospital, los médicos nos dijeron que la parte positiva era que tanto la cabeza como la columna estaban en buen estado, pero tenía muchos traumatismos y hemorragia interna.
Lo peor era que Miriam se encontraba en coma, día tras día íbamos todos para que supiera que no se encontraba sola, Sandra lo pasó fatal. Verla llorar, pues estaba convencida de que la había perdido. Mi madre sufrió un desmayo de la impresión, Lisa, Pablo y Lidia pagaron a los mejores especialistas del mundo para que atendieran a Miriam.
Don Nadie se volcó en su nieta, todos nos turnamos para pasar noche con ella intentando ver algún cambio en ella. Ya habían pasado nueve meses y estábamos en navidad, ni nos habíamos dado cuanta. Esa noche la pasamos Sandra y yo, serian las dos de la mañana, a Sandra y a mí nos venció el sueño. Un grito de Sandra me despertó a mí y a todo el hospital, mi hermana le había apretado la mano y había abierto los ojos.
Rápidamente, llamamos a los médicos y enfermeras, nos pidieron que saldríamos de la habitación. Después nos dijeron que había salido del coma, pero que todavía se encontraba muy débil y necesitaba descansar. Al volver a entrar volvía a dormir, a la mañana siguiente mire a mi hermana sin que se diera cuenta. Lo primero que izo fue mover la cabeza, más tarde los brazos. Lo único que no movió fue las piernas, muerta de miedo acerco uno de sus brazos para ver si sentía el contacto en sus piernas.
Dio un grito que nos asusto a las dos.
• Sandra, Sonia, las noto, noto mis piernas.
Sandra se abalanzo sobre ella para besarla y abrazarla, yo me puse a llorar como una magdalena. Demasiada tensión, avisamos a todos y todos se fueron acercando. La última fue Nadia, esta se subió sobre la cama de su tía y se lanzo sobre ella llorando incontroladamente. A Miriam se le saltaron las lágrimas, mientras abrazaba a su sobrina, llego la cena de noche buena y todos fuimos a la casa de Lisa y Pablo, en ella había acceso para silla de ruedas. A Miriam le hacía falta rehabilitación para recuperar toda la masa muscular que perdió durante esos nueve meses.
La cena fue estupenda y al final todos nos reíamos, el peligro había pasado y era momento de celebrarlo.
EPILOGO
Miriam y Sandra empezaron una relación, ya llevan un año y la verdad que se les ve muy felices, Miriam quiere mucho a Nadia. Lo malo es que la malcría demasiado, mi madre esta feliz de ver que volvemos a ser hermanas y más unidas que nunca.
Yo estoy embarazada y a punto de darle un hermanito a Nadia, la pobre está impaciente por ver a su hermanito, cuando de a luz tenemos pensado casarnos. Día a día Carlos me demuestra que es el hombre de mi vida, jamás agradeceré lo suficiente a Saray que me eligiera para protegerlos a los dos.
Don Nadie dejo su organización y empezó a disfrutar de la vida y de la familia. Ha hecho muy buenas migas con mi madre, Miriam está encantada, ya era hora de que mama disfrutara. Desde que me metieron en la cárcel solo tenía preocupaciones y lo paso fatal.
Lidia y Pablo se casarían ese mismo verano y por lo que nos dijeron también serian padres, Pablo es un buen hermano para Nadia y la quiere muchísimo. Como es posible que pareciéndose físicamente tanto a su padre, sean dos personas tan opuestas.
Lisa cumplió su promesa y Pablo Cortés lo perdió todo, el y Manuel acabaron en esa mina a tres quilómetros de profundidad, nadie sabe donde se encuentra esa mina. Jamás saldrán de allí, Lisa se encargo que las galerías fueran como un laberinto, si alguien conseguía encontrarlos por casualidad y entraba a rescatarlos jamás saldría, los dos se pudrirán para siempre en una celda que a tres quilómetros de profundidad tiene que ser como estar en el infierno, quien siembra vientos recoge tempestades.
Quien me iba a decir a mí que después de acabar en la cárcel de forma injusta terminaría siendo la mujer más feliz del mundo al lado de Carlos, Nadia y mi futuro hijo.
FIN.