Compromiso, obligación y deber (ilusión)

La historia sigue

Compromiso, obligación y deber (ilusión)

Cada vez pasaba más tiempo en casa de Carlos, Jugar con Nadia me distraía y me daba cuenta de que Carlos no me era indiferente. Empecé a fijarme disimuladamente si Carlos sentía lo mismo y me di cuente que cuando creía que no le miraba, él me miraba. Desde Manuel que no había estado con ningún hombre, la traición de Manuel me calo hondo. Además, la estancia en la cárcel me creo una serie de traumas que debería ir superando poco a poco.

Nadia era el mejor de los remedios, la risa de esa niña era un bálsamo para cualquier dolor, las semanas iban pasando. Empecé a fijarme que Nadia mientras tenía rasgos de su madre, carecía de ningún rasgo de su padre. No me atreví a preguntarle, me parecía una pregunta demasiado personal y que podría hacerle daño. Sobre todo si mi sospecha eran acertadas, en un momento metí la pata sin darme cuenta y Carlos me vio mirándole a él y a la niña.

Su rostro se ensombreció, había metido la pata hasta el cuello. Carlos me miro y me pidió que cuando Nadia subiera a echar la siesta, me lo contaría todo. Llevaba demasiado tiempo guardándoselo y no podía más, como prometió subimos a Nadia a su habitación y la arropamos. Carlos aunque sonreía podía notar que detrás de esa sonrisa se escondía una amarga tristeza, Carlos se sentó sobre la cama y le dio la mano a su hija hasta que esta se durmió.

Yo estaba apoyada en el quicio de la puerta, pensando en que si me hubiera fijado en un hombre como él. Tal vez ahora yo sería la madre de esa niña que ya consideraba mi hija y no hubiera pasado tantas penalidades y tal vez Carlos fuera feliz, no sé si Saray aprobaría que alguien como yo se enamorara de su hermano. Ya no era la misma persona que fui, entonces era ingenua, en la cárcel perdí la ingenuidad a base de golpes. Solo esperaba que esa bondad que me caracterizaba siguiera intacta, mi anterior yo jamás hubiera hecho daño ni a una mosca y ahora no dudaba en romperle un brazo a mi enemigo aunque fuera para defender la integridad de otras personas o incluso la mía.

No pude evitar que las lágrimas saldrían de mis ojos, entonces note como una mano se posaba en mi rostro y me las secaba, no quería abrir los ojos. Tenía miedo que la calidez que estaba sintiendo desapareciera, al abrirlos me encontré con un Carlos que me miraba con sumo cariño. Quitando mi madre, nadie me había mirado con tanto cariño. Carlos me cogió de la mano y me llevo al salón, preparo café y se sentó mirando al suelo, cogió aire como queriendo adquirir valor y al expulsarlo, me miro con determinación.

Su relato me sorprendió, vaya si me sorprendió. Lo primero que me dijo fue que Nadia no era su hija biológica, la tristeza que desprendían sus ojos me conmovieron tanto que casi se me cae la taza de café. Su difunta mujer se llamaba Sofía, se conocieron en la universidad. Amor a primera vista me decía mientras sonreía recordando ese tiempo pasado, pero muy feliz. Cuando ese recuerdo se evaporó de su mente volvió la tristeza y siguió con su relato, me dijo que al principio Sofía y él no se separaban para nada, lo hacían todo juntos.

Lo que más le gustaba era la forma que tenía de mirarle Sofía, le miraba como si fuera su héroe y eso hacía que se sintiera muy especial. Otra vez esa sonrisa en su rostro, se notaba que en aquellos años este hombre saboreo la verdadera felicidad. Siguió con el relato, mientras duro la universidad todo fue muy bien, sin embargo, lo bueno no dura para siempre. El día que se graduaban, decidieron salir con los compañeros a celebrarlo, sería lo que los vascos llamamos gaupasa (trasnochar). Estaban muy emocionados se podía ver como su mente se trasladaba a aquellos años, cenaron, fueron al bar donde se conocieron y después decidieron ir a una discoteca que habían abierto hace no mucho.

Podía notar en el rostro de Carlos como las discotecas le gustaban tanto como a mí, si hubiera sido por él hubieran ido a otro lado. Sin embargo, en el corazón no se manda y era la ilusión de Sofía, en ese momento Carlos paro, pareciera que le faltaba el aire. Dio un trago al café y siguió contando. Una vez dentro mientras los chicos se acercaban a la barra a pedir consumiciones, las chicas se fueron a la pista de baile a mover el esqueleto. Veía orgullo en el rostro de Carlos mientras me narraba lo que sintió al ver a la mujer que amaba bailar, sus palabras fueron estas, arte en movimiento.

Sin embargo, como dicen el diablo está en los detalles y pasada una hora, llegaron unos hombres. Vestían traes caros y parecían los amos del cotarro, el más mayor de todos se puso al lado de Carlos y le debió de decir.

• ¿Conoces a esa chica que baila tan bien?

• Sí, es mi novia.

• Eres un hombre muy afortunado.

La cara de Carlos mientras narraba esa conversación se transformó en odio puro, según me contó. Aquel hombre le dio una palmadita en el hombro con una sonrisa de triunfador y se acercó donde estaba Sofía. Esta se quedó con la boca abierta según las palabras de Carlos y en ese mismo instante tuvo la sensación de que su relación cambiaria para siempre, así fue. La noche especial que habían preparado para los dos lo fue, pero solo para Sofía. Carlos vio como Sofía miraba embelesada a aquel hombre y se había olvidado de que él existía.

En un momento dado Carlos decidió que ya era suficiente, se acercó a la pista de baile a parar aquello, dos hombres como armarios empotrados se le acercaron y le impidieron el paso. Eran los guardaespaldas de ese hombre y le dijeron de muy malas formas que se quedara quieto, cuando a su jefe se le metía algo entre ceja y ceja lo conseguía y él no podría evitarlo. De un ligero empujón lo alejaron de la pista de baile, intento llamar a Sofía, sin embargo, el ruido era muy grande y esta no lo escuchaba o se hacía la tonta.

Uno de sus amigos se acercó y le dijo que lo dejara estar, ese hombre era Pablo Cortés, el patriarca de la familia más poderosa del país y miembro de una de las cuatro familias más poderosas de la ciudad. Carlos le dio igual, fue igualmente, que tuviera dinero no le daba el derecho de pisotear a los demás. Por la mueca de dolor que puso más le hubiera valido quedarse quieto, sin embargo, tengo que decir que me gusto saber que Carlos era un hombre valiente.

Al acercarse los guardaespaldas lo cogieron y lo llevaron a una zona oscura del local, donde nadie vería como le daban una paliza, después de darle una paliza lo llevaron a la parte trasera del local y lo lanzaron a la calle cayendo sobre un charco de barro. Pude ver en su rostro como pensaba, como había terminado una noche que pretendía ser mágica, con él sobre un charco de barro. Intento volver a entrar, sin embargo, no le dejaron. Llamo insistentemente a Sofía, sin embargo, esta no contestaba. Al final decidió irse a si casa, decidió andar. Tenía mucho en que reflexionar, lo único que tenía claro era que su relación con Sofía había acabado. Lo primero que hizo fue borrar su número del móvil, cuando llego a casa se duchó e intento dormir, las lágrimas se lo impedían. Al final se durmió, sus padres lo despertaron al día siguiente. Sofía estaba en el salón esperando para hablar con él, la cara de Carlos demostraba determinación. Se negó a verla y le dijo a su madre que le devolviera la pulsera que ella le había regalado.

Carlos empezó a llorar, yo me acerque a él y lo abrace, estuvimos así un buen rato. Cuando consiguió calmarse siguió relanzándome su historia. Desde esa fatídica noche habían pasado dos meses, había encontrado trabajo y en el reconocimiento médico le encontraron algo. La cara de susto que se le ponía a Carlos al recordar ese momento era muy gráfico para darse cuenta lo mal que lo paso, después de hacerle todas la pruebas pertinentes le diagnosticaron un tumor benigno que impedía salir el esperma correctamente y a causa de eso le diagnosticaron infertilidad.

Los médicos le dijeron que su vida no corría peligro y que era reversible. También le dijeron que de momento no se operara y si en el futuro decidía ser padre, le operarían. La cara de Carlos en ese momento era muy gráfica, pensó que se moría y le habían dicho que era estéril. Volvió a su vida normal, hasta que un buen día tocaron el timbre de su casa y al abrir se encontraban los padres de Sofía con esta llorando. Estaba embarazada y los padres de esta exigían a los padres de Carlos que tenían que casarse, entonces Carlos contó como subió a su cuarto y les enseño el informe. Él no podía ser el padre y las veces que lo habían hecho usaron condón, los padres de Sofía no sabían donde meterse.

Entonces un furibundo padre de Sofía le pregunto que quien era el padre, cuando esta dijo el nombre de Pablo Cortés. Todos se pusieron a temblar, los padres de Sofía, los padres de Carlos incluso el mismo Carlos dependía de esa familia, las empresas donde trabajaban les pertenecían. Carlos se negó a casarse con Sofía, también le dijo que fuera donde el padre de la criatura y le dijera que se hiciera cargo. La cosa parecía quedar ahí, Carlos siguió con su vida, hasta que un buen día apareció Pablo Cortés en su empresa para hablar con él.

• Mira Carlos, nadie tiene que saber que Sofía esta embarazada de mí, estoy dispuesto a compensarte si te haces pasar por el padre.

• No me interesa, es un problema tuyo y de Sofía.

• Bueno, campeón, si te pones así, tu padre firmo este documento que yo le pedí y ni siquiera lo leyó.

• ¿Qué quieres decir?

• Que si esto acaba en la fiscalía tu padre se muere en la cárcel de viejo.

• ¡Eres un carbón de mierda!

• Soy eso y mucho más, de ti depende que tu padre siga libre, a y otra cosa que no se entere nadie.

Carlos se dio cuenta de que estaba jodido, nadie le ayudaría y su padre terminaría en la cárcel por un delito que no había cometido. Carlos se tragó su orgullo y acepto casarse con Sofía, en la noche de bodas Pablo pretendía ejercer su derecho de pernada. Carlos se negó y viendo pablo que estaba tensando mucho la cuerda decidió recular. No tenía guardaespaldas para defenderle de la ira de Carlos, sin contar con Saray que de enterarse lo abriría en canal. Carlos siguió relatando como se fue a vivir con Sofía, pero estos hacían vida por separado, no tenían comunicación y ella no escondía que seguía viéndose con Pablo. Tengo que decir que no entendía a esa mujer, ese hombre no dejaría a su mujer, pues seguramente de demostrarse la infidelidad perdería la mitad de sus bienes. Otra cosa que no entendía que teniendo a su lado a un hombre como Carlos lo echara a perder, los meses fueron pasando y Sofía se puso de parto. Tuvo una niña a la que ni miro, Sofía sabía que una vez hubiera nacido su hija, Pablo pasaría de ella.

Carlos se encontró con una niña que no era suya en brazos y la madre de esta con una depresión de caballo, lo que nunca imagino fue las alegrías que le brindaría esa niña y lo acertado que estuvo en hacerla su hija. Sofía a los pocos meses enfermo y al año murió, esa era toda su historia, una historia que me enterneció de tal manera que para cuando me di cuenta me encontraba sentada sobre sus pies besándonos apasionadamente.

Nos separamos y lo primero que hicimos fue ver que Nadia seguía dormida, entonces volvimos al salón y nos fuimos desnudando, Carlos tenía un cuerpo bastante cuidado, se notaba que hacía deporte cuando su trabajo y Nadia le dejaban. Yo llevaba cuatro años sin estar con un hombre y la verdad que estaba muy nerviosa, Carlos lo noto y lo primero que hizo fue besarme en el cuello. El latigazo recorrió toda mi espalda y termino en mi sexo, después fue bajando poco a poco hasta llegar a mi coñito. Era la primera vez que me lo hacían, Manuel nunca quiso hacérmelo, decía que era sucio, pero que yo le comiera la polla, eso sí que le gustaba.

Sigamos que me disperso, el placer que estaba sintiendo era nuevo para mí y la verdad es que no había sentido nada semejante en mi vida. Me corrí sin poder avisar al pobre, me puse como un tomate, Carlos me miro con una sonrisa y me beso. Pude notar el sabor de mi sexo y me gusto, después fui yo quien le hice una mamada. Al principio me costó. Falta de práctica, sin embargo, cuando entre en calor escuche con satisfacción como Carlos se mordía el labio para no gritar del placer que estaba sintiendo.

Carlos puso una mano en mi cabeza para indicarme que parara, me puso sobre el sofá colocando mis piernas sobre sus hombros y me penetro con sumo cuidado. Vi felicidad en su rostro y ese fue el mejor premio que me lleve esa tarde, le costó penetrarme, estaba muy cerrada. Cuando al final lo sentí dentro me corrí, tuve que ponerme las manos en la boca para no gritar, Carlos espero pacientemente a que estuviera preparada y cuando lo estuve se lo hice saber con una sonrisa.

Lo que ocurrió después yo lo comparo con el Big bang, fue un suceso de nivel universal. Sus lágrimas se juntaban con las mías en mi rostro, pero eran lágrimas de felicidad. Después de años de penurias la vida nos estaba dando un respiro y una oportunidad de volver a ser felices, cuando nos corrimos los dos a la vez, decidimos estar un rato en silencio. Solo mirándonos a los ojos, después nos dimos una ducha y nos vestimos pues escuchamos como Nadia se había despertado.

La niña quería ir a jugar al parque, la verdad era que hacía un día estupendo. Preparamos la merienda de Nadia y salimos para el parque, ver jugar a Nadia feliz con los demás niños era muy bonito, sin embargo, ver la cara de orgullo de un padre no tiene precio, puede que no fuera su padre biológico, pero era su padre y el que la había criado con sumo cariño. De todas maneras no podía evitar ver una mueca de preocupación en el rostro de Carlos.

• Carlos que te ocurre, desde que te conozco una sombra oscura te envuelve.

• Sonia, Nadia es hija de Pablo Cortés, eso la hace su hija y heredera.

• Si, pero tú no tienes interés en su dinero y la niña no sabe nada, cuál es el problema.

• Que Pablo puede considerarla un cabo suelto para el futuro.

• Explícate, por favor.

• He investigado, si sale a la luz que Nadia es hija biológica de pablo Cortés, este perderá todas sus propiedades y la mitad de su fortuna.

• Tienes miedo que intente hacerle daño, ¿verdad?

• Así es.

• Sabes que no le dejaré que os haga daño, además ya sabes de lo que soy capaz.

• Se que mi hermana te enseño, pero ni tú podrás parar a ese hombre, tiene a la policía, políticos y jueces en el bolsillo.

• Si algo me enseño tu hermana es que todos tenemos puntos débiles, solo hay que encontrarlos y estrujarlos.

Vi como me miraba Carlos, ningún hombre me había mirado así y me sentía intimidada. Parecía mentira que una mujer que había sido adiestrada en la cárcel, por la mujer más peligrosa de ese sitio. Se sintiera cohibida por la mirada de este hombre, Carlos paso su mano por mi rostro y me dijo que yo fui el mejor regalo que Saray había hecho a su familia.

• ¿Qué sentías por Saray?

• Era mi hermana y la quería, pero hacia muchas cosas con las que no estaba de acuerdo.

• Entonces te pasará lo mismo conmigo.

• No Sonia, tú luchaste por defendernos, Saray por muchos años lucho por el poder, cambio cuando se enteró de su enfermedad.

• ¿Qué quieres decir?

• Cuando Saray se enteró de su enfermedad, dejo a un lado sus negocios y fue cuando de verdad mostró interés en su sobrina.

• Pues a mí me dijo que era lo que más quería.

• Y seria verdad, pero fue incapaz de demostrarlo.

El día fue dejando paso a la noche, nos quedamos viendo el atardecer y después les acompañe a casa. Lo que me había contado me preocupaba, ese tal Pablo Cortés era muy capaz de hacer daño a Nadia y Carlos solo por seguir ostentando el poder. Prometí a Saray que cuidaría de su familia, pero ya no lo hacía por la promesa. Eso hacía mucho que había pasado a segundo plano, quería de verdad a ese hombre y quería de verdad a esa chiquilla incansable con una sonrisa perpetua.

A la tarde Carlos me pregunto por qué llevaba un dragón tatuado en la espalda, le conteste porque eran animales que me fascinaban y me aterraban a la vez. Lo que no le dije es que los dragones luchan hasta la muerte y que se llevan a su enemigo con ellos al más allá. El enemigo era poderoso, pero si se atrevía a poner una mano sobre esta niña, lo destrozaría con mis dientes y mis garras y si tenía que morir defendiéndola. No podría tener mejor muerte que esa, con ese pensamiento en la cabeza llegue a casa de mi madre.

Cuando entre le grite que ya había llegado, ella me dijo que me diera una ducha mientras terminaba de hacer la cena. Bajo la ducha me venían las imágenes de esa tarde con Carlos, no pude evitar tocarme. Primero fue un dedo después el segundo y al final termine masturbándome con tres dedos dentro de mi coñito, tuve que meterme la otra mano en la boca para no gritar y asustar a mi madre. No sé con qué rostro bajaría a cenar que mi madre me dijo.

• ¿Qué me he perdido hija?

• No sé dé que hablas - le dije muy nerviosa.

• No intentes engañar a tu madre, no ves que te he parido.

No pude evitar reírme, mi madre era como un perro con un hueso. No lo soltaría hasta averiguar lo que estaba pasando, le conté que había conocido un hombre increíble y que me había enamorado como una tonta. Mi madre me dijo que como una tonta no, que por fin había encontrado al hombre perfecto para compartir el resto de mi vida. Yo le pregunte que como la sabia, ella me contesto que ni cuando salía con Manuel tenía esa cara de felicidad.

A mi madre nunca le gusto Manuel, sin embargo, mi padre estaba encantado con que su hija saliera con el hijo de uno de los hombres más poderosos de la ciudad. Mi madre nunca escondió su descontento y eso, acarreo muchas discusiones con mi padre, este estaba convencido de que el padre de Manuel le concedería sus ambiciones. Pronto comprobó que para ese hombre no éramos más que hormigas que podía pisar a su antojo y después dormir a pierna suelta.

Me pregunto que tal dormirá ahora que lo ha perdido todo y su ojito derecho está en una cárcel secreta de la que no va a salir en lo que le queda de vida, mi madre me cogió de la mano y me pregunto por Carlos.

• ¿Cómo es hija?

• ¿Cómo es quien?

• Ese hombre que te hace sonreír de esa manera.

• Es muy guapo mama, pero lo más importante, es atento, bueno y tiene en cuenta lo que opino, además de ser un padrazo.

• No lo dejes escapar hija, hombres como ese no abundan.

Las don nos reímos, al día siguiente era sábado y Carlos me invito a ir con él y Nadia al parque a hacer un pícnic. Yo nunca había hecho uno y estaba muy emocionada, mientras sacábamos la comida, le comente a Carlos lo de la cuenta que Saray había dejado para él y Nadia. El rostro se le ensombreció, me miro muy severamente y me dijo.

• No quiero ese dinero Sonia, ese dinero está manchado por la sangre que derramo mi hermana, prefiero recordarla como era antes de hacerse una criminal.

• Lo siento Carlos, fue una de las cosas que me pidió tu hermana.

• Perdoname tu Sonia, hay cosas que nunca perdonaré a Saray y no quiero ese dinero.

• Lo guardaré por si acaso.

La conversación se acabó allí, Carlos me abrazo y me dijo que me quería. Nadia me llamo para qué iría a jugar con ella, estaba en lo alto del tobogán, siempre le daba miedo tirarse la primera vez. Después se pasaba toda la tarde de arriba para abajo, en un momento dado pude ver un punto rojo apuntando al corazón de Nadia. Me dio el suficiente tiempo de ponerme delante de ella y recibir el disparo en mi espalda, caí a plomo contra el suelo y Nadia se asustó. Con las pocas fuerzas que me quedaban me cerciore que la bala seguía en mi cuerpo y que Nadia seguía de una pieza.

Tumbada en el suelo podía notar como mi vida se iba escapando de mi cuerpo, cada vez tenía más frió. Carlos me cogió en brazos mientras lloraba, pose mi mano sobre su rostro y le mire con una sonrisa con la intención de tranquilizarle, mis ojos se iban cerrando llevándome a la oscuridad. Lo último que escuche antes de sumergirme en esa oscuridad fue a Carlos.

• ¡Soniaaaa! – grito Carlos con desesperación.

Continuará.