Compromiso, obligación y deber

Una nueva historia.

Compromiso, obligación y deber

Mi nombre es Sonia y me encuentro sentada en la litera de debajo de una celda, todavía no me explico como he llegado aquí. Lo último que recuerdo de esa noche es que me estaba bailando con mi novio Manuel, después me empecé a sentir mareada. Cuando desperté me encontraba sujetando el volante de un coche que había tenido un accidente. Milagrosamente, yo me encontraba en bastantes buenas condiciones, unos rasguños nada más.

Más tarde me enteraría de que no había sido un accidente, sino un atropello. Según parecía había atropellado al hijo de una de las familias más poderosas de la ciudad. Me llevaron al hospital esposada y allí me hicieron pruebas, cuando me entere quien era el muerto se me cayó el mundo encima. Se trataba del peor enemigo de mi novio Manuel, su nombre era Héctor. Sabía perfectamente que su familia me enterraría viva, no recordaba nada, pero eso daba igual. En cuanto esa familia pusiera su maquinaria en marcha, ya me podía dar por jodida. Del hospital me llevaron a comisaría.

Allí fui interrogada, me hacían preguntas a las que yo no tenía respuestas, se notaba que el fallecido era hijo de familia rica, todos estaban muy alterados y el interrogatorio cada vez era más agresivo, tengo que decir que no me pusieron la mano encima. No les hizo falta, jamás en mi vida sentí tanto miedo. Cuando me concedieron la llamada, llame a Manuel. Su móvil se encontraba apagado o fuera de cobertura.

Llegaron mis padres y mi hermana, les comunicaron que se me acusaba. Mi familia era pobre y no podían costearme un abogado, me pusieron uno de oficio. Fue un desastre, al final fui condenada por homicidio involuntario, la pena oscilaba entre uno y cuatro años. Como era de esperar a mí me toco la condena entera, seguía dándole vueltas a la cabeza. Que hacía yo conduciendo un coche, cuando salía de fiesta, jamás de los jamases sacaba el coche. Me aterrorizaba tener un accidente, estoy segura de que jamás me hubiese montado en uno por muy borracha que fuera.

Mi compañera de celda se llamaba Saray y era por mucho la mujer más peligrosa de esa cárcel, todas las demás presas agachaban la cabeza cuando ella pasaba a su lado. Se rumoreaba que mato al líder de su banda, para hacerse con el poder. Su banda era la más peligrosa y poderosa de la ciudad y se decía que Saray la lideraba con mano de hierro. Peor suerte no podía haber tenido, seguía metida en mis pensamientos y no me di cuenta de que Saray me estaba hablando.

Como no contestaba decidió cogerme del cuello estamparme contra la pared y darme un puñetazo en la boca del estómago que me dejo sin respiración, de esa manera capto toda mi atención.

• ¿Te llamas Sonia no es así? – pregunto Saray.

• Si – respondí muerta de miedo.

• Mi nombre es Saray y has sido elegida – me dijo

Elegida, ¿elegida para qué? Me pregunté a mi misma.

• Esto que te voy a decir no puede salir de aquí, si se lo cuentas a alguien te abriré en canal, ¿me has entendido?.

• Si – volví a contestar.

• Sonia, me muero y has sido elegida para adquirir toda mi destreza y sabiduría.

• ¿Para qué?, si se puede preguntar.

• He hecho cosas horribles en mi vida Sonia, pero lo único bueno que tengo son mi hermano y mi sobrina.

Saray paro un momento, pareciera que se emocionaba cuando hablaba de ellos.

• Me he granjeado muchos enemigos, tengo una condena muy larga que no llegaré a cumplir, tu misión será cuidar de ellos por mí.

• ¿Tú estás segura?, seguro que aquí encontraras a muchas mujeres más preparadas que yo para hacer ese trabajo.

• Las demás presas son culpables y no confió en ellas, tú eres inocente y algo dentro de mí me dice que si puedo fiarme de ti.

Saray me contó que su hermano se casó con su novia de toda la vida y que al poco se quedó embarazada de su sobrina Nadia. Ese fue el día más feliz de su vida, solo porque su hermano pequeño era feliz. Al año de nacer su sobrina a su nuera le diagnosticaron una enfermedad Terminal incurable, Saray utilizo todo el dinero que había amasado, pero fue en vano. El cometido de una hermana mayor era cuidar de su hermano pequeño y había fracasado, ahora que todos sus enemigos habían descubierto que ella también sé moria, querrían vengarse haciendo daño a su hermano y sobrina.

• Sin embargo, a mí me quedan cuatro años de condena, poco podre hacer por ellos a aquí adentro – dije.

• No te preocupes, mientras siga con vida mis hombres me serán leales y protegerán a mi familia, aguantaré estos cuatro años y te adiestraré mientras tanto.

• ¿Puedo hacerte una pregunta?

• Dime – contesto Saray.

• ¿Cómo sabes que soy inocente?, yo no recuerdo nada – dije.

• Porque tengo el verdadero informe, esa noche tú no conducías ese coche, de hecho no ibas en él, te metieron después de atropellar al ricachón.

• ¡Manuel! – apreté mis dientes hasta hacerme daño.

Mire a Saray y le dije que estaba a su disposición, desde ese día ninguna presa oso tocarme un pelo, Saray fue muy dura conmigo, tenía poco tiempo y mucho que aprender. Habían pasado dos años y ya era toda una experta en combate cuerpo a cuerpo, era capaz de hacerme un arma con cualquier elemento que encontrara en la cárcel y además aprendí derecho y empresariales. Saray era una mujer muy instruida, a los dos años y medio me probó. Me hizo su guardaespaldas y tuve que enfrentarme a algunas presas que habían cogido confianza viendo el notable deterioro de Saray.

Fue en las duchas, estaba ayudando a ducharse a Saray, cuando entraron dos presas con unos punzones en la mano. Yo cogí una toalla y me dispuse a proteger a mi maestra y amiga, una de ellas se lanzó con el punzón por delante con la intención de clavárselo a Saray, sujete su brazo con la toalla y de un movimiento brusco, le provoque una luxación en la articulación. La segunda se quedó paralizada por un momento y yo aproveche para sujetar su cuello con la toalla que tenía sujeta de los dos extremos y haciendo fuerza impacte su rostro contra la rodilla. La presa perdió el conocimiento por el golpe, además de haberle roto la nariz. Desde ese día Saray volvió a ser la reina de esa cárcel, ya quedaba poco para cumplir mi condena, me miraba al espejo y no me reconocía, tenía un cuerpo atlético sin afear mi feminidad en absoluto. Lo que más miedo me dio fue mi mirada, esta no se parecía a la que tenía cuando entre cuatro años atrás.

A Saray le quedaban pocos días de vida, le denegaron la salida a un hospital. Alegaban que podía fugarse, fugarse a donde si era un esqueleto viviente. Jamás quiso tomar medicamentos para el dolor, decía que le nublaban la mente y esos eran los momentos en los que tenía que estar más lucida. Mi adiestramiento dependía de ello, cuantas noches dormí en su cama abrazándola. Con la única intención de mitigar ese dolor que la estaba matando noche tras noche, por fin cerro los ojos. Lo hizo con una sonrisa, sabía perfectamente que había conseguido adiestrarme y su hermano y sobrina estarían a salvo.

Cuando salí, uno de los carceleros me entrego una carpeta, Saray le ordeno que me la entregara el día de mi liberación. Me senté en un banco que había fuera del edificio penitenciario y la abrí, lo que allí vi me heló la sangre. Eran fotografías de Manuel siéndome infiel, con mis amigas, mi propia hermana. También había una grabación y al ponerla se escuchaba a mi hermana llamarme entupida carnuda y le decía que le diera más fuerte por el culo.

Saray me dejo un pendrive y dos cuentas en el extranjero, una era para mí y la otra para su hermano y sobrina. Lo primero que hice fue cogerme un taxi hasta mi casa, estaba impoluta, se notaba que mi madre la visitaba muy a menudo. Fue la única que venía a visitarme a la cárcel, mi padre y mi hermana decían sentirse avergonzados. Parecía mentira que mi hermana pudiera sentir vergüenza después de lo poco que pude escuchar antes de tener que parar la grabación por no poder seguir escuchando.

Abrí mi portátil y al poner el pendrive, había unos cuantos vicios. Varios de mi hermana, en uno de ellos se le veía como le comía la polla a Manuel en mi cuarto el día de mi cumpleaños, recuerdo ese momento. Los dos me dijeron que subirían a por mi regalo, recuerdo también que les recrimine su tardanza, pues quería saber que me habían regalado. Así de inocente era yo entonces, en otro video salía mi mejor amiga a cuatro patas en el bungaló que alquilamos en año que decidimos ir todos los amigos de vacaciones. En la siguiente video salía también mi amiga con las patas abiertas sobre Manuel, tenía el coño tan húmedo que se escuchaba el chapoteo cada vez que su polla entraba en su coño.

Decidí cerrar esos videos, ya me había quedado claro que aparte de chivo expiatorio era una cornuda de manual, me sorprendía que pudieran meterme en el coche patrulla el día que me detuvieron. La ira y las ganas de venganza me consumían, entonces recordé unas palabras de Saray, a esa gente si los matas les haces un favor, arrebátaselo todo, no les dejes nada y de esta manera morirán en vida. Todavía quedaban más videos, en ellos aparecía una mujer que se me hacía muy conocida, hasta que me di cuenta quien era. Su nombre era Lidia y era la novia del hombre que supuestamente yo atropelle, no entendía que significaban esos videos.

Pronto me daría cuenta, en la carpeta había varios folios, en ellos estaba desgranada la dilapidada fortuna de la familia de mi ex novio, Lidia pertenecía a una de las familias más poderosas de la ciudad. Si Manuel conseguía engatusarla y casarse con ella, su familia dejaría de estar en la ruina y volverían a estar otra vez en la cima. El novio de esa chica estorbaba y no se le ocurrió otra cosa que quitarlo del medio cargándome el muerto a mí, de esa manera podría consolar a la afligida novia y engatusarla. Ya sabia como me vengaría de Manuel, ahora era hora de hacer dos cosas, abrazar a mi madre y cumplir con mi promesa.

Mis padres se habían divorciado, mi madre no perdono a mi padre que no quisiera visitarme y apoyar a su hija, cuando toque el timbre y mi madre abrió la puerta casi se cae al suelo de la emoción. Solo lloraba y me daba besos, yo la abracé muy fuerte y le dije gracias mama, has sido un foco en las noches más oscuras. Ella se me quedo mirándome y me dijo.

• Cuanto has cambiado Sonia.

• Si mama, han sido cuatro años muy duros.

• Hija, que alegría de tenerte aquí conmigo, he estado muy sola, tu hermana y padre se alejaron de mí por defenderte.

Le enseñé las pruebas a mi madre y esta lloro, sabiendo que tenía razón, eso una madre lo sabe.

• ¿Qué vas a hacer ahora hija?

• Cumplir una promesa.

• ¿No te meterás en un lío verdad?

• No mama, tranquila.

Cuando salí de esa casa después de abrazar a mi madre, recupere una parte de lo que fui en el pasado. Eso fue lo único que Saray intento mantener intacto, pero la cárcel lo destruye todo o por lo menos eso creía. Cogí mi antiguo coche y me acerque a donde vivía el hermano de Saray, cuando llegue vi que dos hombres le estaban increpando. Me acerqué a ellos y de un empujón estampé a uno de ellos contra la pared, el otro se me quedo mirando desafiante y me pregunto.

• ¿Tú quien eres? – pregunto el hombre.

• ¡Soy Saray!

• Saray ha muerto - dijo

• ¡Eso piensas?

• ¿Qué quieres?

• ¡Negociar con tu jefe!

Saray era la dueña de un territorio muy extenso, mi cometido era ceder casi todo el territorio menos en barrio donde nacieron los dos hermanos y donde Nadia era tan feliz. El hombre hizo una llamada y me concertó una cita con su jefe, el hermano de Saray me miraba.

• Tú no eres mi hermana, ¡dime quien eres!

• Me llamo Sonia y digamos que estoy aquí por una promesa.

Entonces la pequeña Nadia se acercó y cogiéndome de las manos me pregunto.

• ¿Tú eres amiga de la Tía?

• Así es, me llamo Sonia.

• Yo me llamo Nadia.

• Lo sé, tu tía me hablo mucho de ti.

Mientras hablaba con Nadia, pude notar que su padre me miraba de forma extraña. Se dio media vuelta y me dijo que me quedara a cenar, era lo mínimo que podía hacer por ayudarles. Tenían una casa pequeña, pero muy bonita. Cuando llegamos al salón vi algo que me dejo sin habla, la madre de Nadia se parecía muchísimo a mí. El color de nuestros ojos era distinto y el color del cabello también, sin embargo, las facciones eran muy parecidas.

Mire al hermano de Saray y le dije.

• Lo siento, no debería de estar aquí, bastante mal lo habrás pasado, para que yo te recuerde a tu mujer – dije con tristeza.

• No por favor quédate y llámame Carlos.

Al final me quede, todos sabíamos que yo no era su difunta mujer, no obstante pude observar un atisbo de luz en la mirada de Carlos cuando me miraba. Era como si de alguna manera yo consiguiera darles cierta paz a padre e hija, la verdad que tanto padre como hija me cayeron muy bien. Entendía por qué Saray estaba dispuesta a dar todo lo que tenía para protegerlas, después de cenar me fui al coche y pase la noche en él, por si volvían otra vez.

A la mañana siguiente con los primeros rayos de sol, llego un mensaje a mi móvil con unas coordenadas. Me presenté allí y al poco rato llego un Mercedes negro con los cristales tintados, de él salió un hombre entrado en años y dos gorilas que lo escoltaban. Puse sobre el capo la oferta que Saray tenía para él, al leerla casi se le caen las gafas de sol al suelo.

• ¿Esto es de verdad o es una broma?

• Es de verdad, cumplirás con tu parte.

• El barrio es tuyo, pensé que ese demonio de mujer no quería a nadie que no fuera a sí misma, cuantas sorpresas te da la vida.

• ¿Tengo tu palabra que no dañaras a su hermano y sobrina?

• La tienes.

Salí de allí con la misión cumplida y con un posible aliado, aquel hombre jamás de los jamases pensó que lo más preciado para Saray eran su hermano y sobrina y no el dinero y el poder, los hombres de Saray fue harina de otro costal. Estos creyeron que se harían ricos en el territorio de su jefa muerta y de repente se encontraban con que su jefa había regalado ese territorio. Fueron a pagarlo con Carlos y Nadia, pero se encontraron conmigo que custodiaba la puerta de esa casa y no pensaba dejar pasar a nadie aunque me costara la vida.

Llegaron todos en tropel, uno de ellos me ataco sin mediar palabra, bloque su puñetazo y pisándole la rodilla se la rompí, después de un puñetazo lo tumbe en el suelo. El segundo consiguió golpearme, por suerte fui capaz de esquivarlo en el último segundo y no me hizo mucho daño. Cuando se acercó para comprobar que me había noqueado, le rompí la nariz de un cabezazo. Sabía que de allí no saldría con vida, sin embargo, di mi palabra y debía cumplirla. Cinco hombres me atacaron, eran demasiados y consiguieron reducirme.

Me pusieron de rodillas en el suelo y uno de ellos me apuntaba con una pistola a la cabeza, llamo a Carlos para que él y su hija lo vieran. De repente ese hombre se desplomó y un coche negro aparco delante de la casa. Era el mismo hombre entrado en años del otro día, se plantó delante de mí y me tendió la mano amablemente.

• Bien, esta familia y esta señorita quedan bajo mi protección igual que todo el barrio, vosotros trabajaréis para mí, se os pagara bien. – dijo con seriedad.

• ¿Y si no queremos? – pregunto uno de los ex hombres de Saray.

• La respuesta es fácil, si trabajas para mí ganaras dinero, si no lo haces acabaras como él, ¿cuál es vuestra respuesta?

Como era de esperar todos aceptaron la oferta del viejo, este me miro sonriente y empezó a caminar hacia el coche, entonces le pregunte.

• ¿Por qué ayudarnos?

• Saray fue una mujer dura que me planto cara, solo protejo lo más importante para ella en signo de respeto.

El viejo siguió caminando riéndose y yo me abracé a la niña que estaba llorando y a un Carlos que estaba muy asustado, quería mucho a su hermana, pero era consciente de los sufrimientos que les hizo padecer. Por suerte ya no tendrían de que preocuparse, me tenían a mí y alguien mucho más poderoso que yo protegiéndolos, aquel viejo no dejaría que les hicieran daño.

Una vez resuelto esto tocaba vengarme de ciertas personas, la primera fue mi hermana. Mi madre me contó que se prometió a un hombre de negocios que tenía tantos años como dinero, mama me dijo donde vivía mi hermana. Una noche la seguí y terminamos en un club de intercambio, era la primera vez que entraba en uno. Me puse en una zona de la barra oscura para que no me viera, mi hermana empezó a hablar con unos hombres de su misma edad. Después de tomar un trago se fueron a una de las habitaciones, era una habitación donde había espejos de esos que solo se puede ver desde un lado.

Mi hermana estaba en el centro de la sala, rodeada de los cinco hombres comiéndoles la polla a todos, era increíble pues era capaz de meterse dos a la vez. No tardaron en tenerla entre dos hombres, uno se la metía por el culo y el otro por el coño. Mi hermana gritaba de placer mientras no tenía la polla de alguno de los otros tres en la boca, te registraban al entrar, lo que no se dieron cuenta era que la cámara estaba escondida en uno de los botones de mi chaqueta.

Cuando salí de ese local, lo primero que hice es enviar una copia de la grabación al futuro ex de mi hermana, ese viejo tenía fama de ser muy celoso y vengativo, No solo se canceló el compromiso, el viejo le exigió que le devolviera hasta el último centavo que se había gastado en ella, no pudo conseguir un trabajo decente de eso se encargó el viejo y tendría que devolverle el dinero fregando escaleras, se pasaría el resto de su vida fregando la mierda de los demás para pagar su deuda.

Con mis amigas lo único que hice fue enviarles los videos que consiguió Saray a sus novios. Esos que tanto idolatraban a Manuel, mientras este se follaba a sus novias, vivimos en un barrio muy pequeño y las noticias corren como la pólvora. Todas se quedaron compuestas y sin novios y lo que era peor para ellas con la reputación por los suelos, pues estaban en boca de todos.

Deje a Manuel y su familia para el final, me reuní con la familia de Héctor. No fue fácil, recibí insultos y amenazas varias. Tengo que decir que después de pasarme cuatro años en la cárcel a la tutela de Saray. Las amenazas de esos ricachones no despertaban nada en mí, pero entendía que era su familiar y se estaban desahogando.

• ¿Han terminado de amenazarme e insultarme?

• Que desfachatez, que se ha creído – dijo la madre de Héctor.

Yo no conteste nada, puse sobre la mesa todas las pruebas que tenía y estas hablaron por si solas, todos se quedaron blancos como el papel. En esa mesa también estaba Lidia, la cara que puso me dio miedo hasta a mí.

• Me disculpo ante ti en nombre de todos – dijo Lidia.

• Nosotros nos encargaremos de Manuel y su familia, no sé cómo podremos compensarle – dijo el padre de Héctor.

• No es necesario, solo hagan que los culpables paguen.

Me levanté de la mesa y me fui hacia mi coche, solo quería ir a ver a Carlos y Nadia. Acabe en la cárcel sin haber cometido ningún crimen, pero eso en vez de hundirme me dio un objetivo y una posible vida, quien sabe.

EPILOGO

Compre una casa más grande a mi madre cerca de donde vivía yo, mi madre cuando la vio se puso a llorar y a abrazarme con tanta fuerza que casi me deja sin respiración. Últimamente, paso más horas en su casa que en la mía, sé que mi madre no lo está pasando bien con lo de mi hermana. No deja de ser su hija como yo, sin embargo, es consciente que actuó mal y que tiene que enmendar sus errores.

Entre la familia de Lidia y la de Héctor destruyeron a la familia de Manuel, perdieron las empresas, las casas y se quedaron en la calle, con una mano delante y la otra detrás. Manuel fue condenado por asesinato, lo extraño fue que el furgón que lo trasladaba apareció días después vació. Nadie se explicaba lo que había sucedido, a mí anónimamente me llegaron unas imágenes de una celda totalmente oscura, la cámara era de visión nocturna. Con la grabación venía una nota que ponía para siempre, Manuel tendría que vivir en un agujero de vete a saber que cárcel sin volver a ver la luz del día, no sentí pena por él.

Ahora mismo me encuentro en casa de Carlos, mientras él hace la comida yo juego con Nadia que ríe llena de felicidad, en esa casa soy feliz. Empiezo a sentir algo por Carlos un hombre sencillo y bueno, pero eso será otra historia.

FIN.