Compras de Reyes
Atenazas mi mano con tus piernas y mi lengua con tus dientes, y yo juego con mis dedos que te surcan libremente y alguno se pierde dentro, o dos, incluso tres... para salir de nuevo y enfrentarse a tu clítoris de nuevo. Una gran batalla, la única que no produce bajas.
"Aún quedan regalos que comprar para reyes, ¿ nos vemos ?"
Tu me lo dijiste "Me encantaría hacerlo por la tarde y en el coche. Dejaré a mi marido y a mis hijos en casa, aparcaré mi coche en un lugar tranquilo y te esperaré fumando y comiendo chicles".
Y ahora abandonas tu coche y te diriges al mio. Te observo, sales tranquila, sin mirar a los lados, sabiendo que estas muy lejos de cualquier lugar habitado por los que gobiernan tu corazón y te diriges hacia el lugar en el que gobierna tu deseo.
Me sonríes desde lejos, me encantan tus sombreros, tus gorros, todo lo que cubre tu cabeza. Hoy llevas falda y ya me has avisado que no encontraré nada bajo ella, excepto a ti... hace frio, demasiado frió para esas piernas largas y esos labios...
Abro la puerta del acompañante, te respiro y entras. El primer beso, habrá cientos más en apenas una hora "sobre todo, sobre todo, me encantan los besos ", me dices continuamente.
Te separas, disculpándote, sacas el chicle, bajas la ventanilla y lo arrojas fuera, al mundo, movimiento perfectamente coreografiado. Y me miras, nada estorba, tampoco hay música, solo mucho frio fuera.
Te recuestas sobre mi, entre mi cuerpo y el volante, besos, besos, besos. Mi mano en el rostro, en tus orejas, en tu cuello, en tu cuerpo, bajando... Pongo mi mano sobre tu muslo, cálido, sonriente, agradecido y manso. Abres las piernas, tu lengua llena mi boca, mi mano conoce el camino hacia tus labios. Mi mano te sabe húmeda, mi mano te sabe depilada, mi mano te sabe cachonda como nadie más te sabe. Y sabe que no hay prisa, una hora apenas.
Besos, besos, besos.
Me gusta encontrar el lugar donde separarlos, y subir hacia tu clítoris... se abren solos, como reconociendo la llave. Te acomodas, separándote ligeramente de mi... la certeza del placer aleja a los amantes cuando este se aproxima.
Atenazas mi mano con tus piernas y mi lengua con tus dientes, y yo juego con mis dedos que te surcan libremente y alguno se pierde dentro, o dos, incluso tres... para salir de nuevo y enfrentarse a tu clítoris de nuevo. Una gran batalla, la única que no produce bajas.
Te masturbo exactamente como tu me has indicado, dejando que el tiempo y las oleadas fluyan. Te respiro, te escucho, mi oración, mi fe.
El oleaje disminuye y aumentan los pequeños espasmos , ríes, seria, lloras, gimes. Me miras mientras te corres, directamente a los ojos, como un contrincante de boxeo antes de nokear.. y te dejas correr, abandonándote... abandonándome...
besos, besos, besos
Sentado en el asiento del copiloto, tú encima de mi, tras de mi oreja izquierda, la que sabes que no has de tocar, lubricante; mantiene la temperatura corporal y no provoca rupturas temporales en el proceso. Con él bendigo tu culo, lo abres para mi apoyándote en el salpicadero. Buscas mi polla, yo nunca acertaría, entro... esta vez no me he corrido masturbándote, ya sabes... Me inunda, separa sus cachetes, quiere que mire, y miro, quiere que me corra y me corro, quiere que la bese y la beso.
¿ Un chicle ?...sí
¿ Lo de siempre ? ... sí, 200 euros y una fotografía.
Somos antiguos amigos y antiguos amantes , pero yo siempre he querido SER PUTA .