Comprando lencería con mi tía

Yo nunca le había dado importancia a la ropa interior. Mi tía me descubrió un nuevo mundo. Ojala hubiese tomado fotos de la experiencia.

Comprando lencería con mi tía.

Yo nunca le había dado importancia a la ropa interior. Mi tía me descubrió un nuevo mundo. Ojala hubiese tomado fotos de la experiencia.

Durante el verano en el que descubrí la sexualidad, me quedaron muchas cosas por aprender.

Pasado ese verano, mi primo Betto se quedó a trabajar en el pueblo y a vivir en casa de mis padres y yo fui a estudiar a la ciudad, alojándome en casa de mis tíos.

Mis tíos me acogieron igual que mis padres habían acogido a mi primo. Estaba como en casa, pero después del verano que había pasado con Betto, compartir dormitorio con mi prima Claudia fue un paso atrás.

Claudia estaba muy desarrollada para su edad, pero era una cría y le faltaba "eso" que Betto tenía. Concretamente, una buena polla.

A finales de septiembre, dentro de las rebajas de verano, mi tía Maica nos llevó a Claudia y a mí de compras.

Nos llevó a la zona de lencería de una boutique donde la encargada parecía que la conocía y nos asignó una dependienta.

Para Claudia buscaba sujetadores de inicio, aunque estaba bastante desarrollada. Yo también miraba entre esas piezas, pero mi tía me llevó a inspeccionar otros conjuntos.

Tita Maica elegía conjuntos muy sexys para probarlos brevemente en su cuerpo o en el mío. Elegía piezas atrevidas que a mí me daban un poco de vergüenza. Pasamos un rato acumulando cosas que probarnos y acabamos con muchos conjuntos que podíamos probarnos las tres.

Algunos de mis conjuntos favoritos, le sentaban mejor a Claudia que a mí, aunque me costara admitirlo. Tita Maica separó piezas y pronto tuvimos elegidos varios conjuntos muy guais para Claudia y para mí, además de para ella.

Por la cantidad de piezas que cargábamos, la dependienta debía intuir que íbamos a gastar bastante dinero y nos acompañaba animándonos a probar más conjuntos.

Nos dijo que se llamaba Eva. Debía tener unos 35 años, un poco más joven que Tita Maica.

Nos probamos las tres varios conjuntos. La dependienta nos los comentaba todos con cumplidos.

Tita Maica nos sorprendió saliendo de la zona de probadores vestida solamente con un breve conjunto de bragas, sostenes y medias con ligueros. Enseguida, como era natural, llamó la atención.

Nosotras, también vestidas solo con nuestros conjuntos de ropa interior, excepto Eva, la dependienta, la observábamos desde detrás de las cortinas. Pudimos ver como las miradas de dos hombres que había en la boutique se clavaban en ella, además de las de la mayoría de las clientas.

A Tita Maica pareció que le gustaba un chico que vestía muy formal. Le pidió que entrara con ella a los probadores, para dar su opinión sobre nuestros conjuntos, y el chico no se pudo resistir.

Era moreno, muy alto, delgado, cabello negro muy bien peinado. Vestía con un elegante traje. Se llamaba Carlos. Era chileno y encantador, aunque un poco tímido.

Tenía 30 años.

Su primera tarea fue calificar un conjunto que Tita Maica se probó en nuestra zona al fondo de los probadores. Un conjunto de color Burdeos que mostraba alguna transparencia tanto en el pecho como en las bragas. Le quedaba muy bien con esa piel blanca y sus formas todavía bastante atractivas, un poco voluptuosa.

Eva, la dependienta, se le acercó y, como quien no quiere la cosa, acarició las sugerentes formas de Tita Maica mientras nos comentaba lo muy deseables que resultaban con aquel conjunto.

Eso a Carlos no le hacía ninguna falta que se lo recordaran. En los pantalones de su elegante traje, se quedaba marcada su excitación.

Claudia se escondía en un probador y yo contemplaba la escena vestida con un sujetador negro y tanga del mismo color, bastante atrevido.

Entre Tita Maica y Eva despojaron a Carlos de su chaqueta y corbata y empezaron a desabrocharle el cinturón del pantalón. Yo sentí como me humedecía.

Carlos, quedó también en ropa interior. Unos boxers de estampado bastante atractivo, en los que se marcaba sin ninguna duda su erección.

La dependienta introdujo su mano en la ropa interior del chico al que habían arrastrado, entre ella y mi tía a nuestra zona de probadores. La mano salió con una gran captura: la polla de Carlos, erecta y muy bien dispuesta. Le empezaron a masturbar entre las dos y él las morreó a ambas. Las tres lenguas se juntaban y Tita Maica y Eva se acariciaban también los pechos.

Tita Maica se dio cuenta de que estaba junto a ellas, mirando el aparato de Carlos. Me sonrió y, un poco desafiante, me invitó con un gesto de su mano a entrar a gozar de esa polla tan bien dispuesta.

Me sentía un poco cortada, pero la situación tenía mucho morbo y no me dejé amilanar. Devolví la mirada a mi tía, aparté suavemente la mano de la dependienta y me arrodillé delante de Carlos. Pude ver también como Claudia nos observaba, pocos metros detrás de nosotros, vestida con un espectacular conjunto de seda, marrón oscuro, que realzaba sus formas adolescentes y destacaba su piel blanca.

Ante tanto público, no pude resistirme. Mi lado exhibicionista se apoderó de mí y, dejando de lado mi timidez, engullí la polla erecta de Carlos, gozando de la sensación que la calidez de su carne me produjo. Hacía varias semanas que mis experiencias sexuales se habían tenido que limitar a masturbarme recordando mis vivencias del verano recién acabado. Volver a disponer de un pene erecto que mi boca recorría ávidamente, me hizo humedecer hasta casi sentir un inicio de orgasmo.

El chico chileno gemía por el placer que mi comida de polla le estaba generando. Pronto, tita Maica agarró su pene con una mano y empezó a masturbarle, mientras con la otra mano mantenía mi cabeza cerca del miembro de Carlos.

La paja de mi tía hizo que Carlos empezara a correrse. Sentí la primera explosión de su leche caliente golpeando mi cara. Cerré los ojos y engullí el pene, apartando las manos de mi tía. Tragué hasta la última gota del orgasmo de Carlos, mientras Eva le sobaba los huevos, tita Maica morreaba con él y mi prima Claudia observaba la escena acariciándose el coñito, masturbándose con el espectáculo.

Cuando dejé escapar la polla de Carlos de mi boca, me sentía enormemente mojada. Tita Maica y Eva estaba claro que también estaban muy calientes y con ganas de gozar de sus orgasmos.

Nuestro hombre estudió la situación y se dejó llevar por los besos casi desesperados de tita Maica. Empezó a lamerle el cuello y siguió bajando por su cuerpo, apartando el breve sujetador que cubría sus abundantes pechos.

Yo sentí como la mano de Eva subía entre mis muslos y mi vagina dio la bienvenida al dedo de uña larga que, apartando la tela de mis bragas, separó mis labios y se introdujo en mi coño mojado.

La lengua de Carlos estaba volviendo loca de gusto a mi tía, que gemía descontrolada, cada vez más cerca del orgasmo. Eva nos masturbaba a Carlos y a mí de forma vigorosa.

Era la segunda vez que me veía envuelta en una situación sexual con otra chica y ya sabía, por la primera experiencia, que podía ser muy placentera.

Acariciando los pechos de Eva, que no dejaba de jugar con sus dedos en mi coñito, busqué su boca. Pareció sorprenderse por un instante por mi reacción, pero respondió apasionadamente. Luego empezó a bajar con su boca besando mi cuerpo, chupando mis pezones y bajando con su lengua recorriendo mi piel hasta que, tras lamer mi escaso vello púbico, se introdujo en mi húmedo coño en busca de mi clítoris.

Disfruté de la excitante sensación que me producía aquel apéndice musculoso recorriendo el interior de mi vagina y sus labios apresando mi clítoris.

Mi cabeza se encontró junto al muslo de tita Maica, que estaba siendo comida por Carlos igual que Eva me estaba comiendo a mí. Me puse a acariciar y besar ese muslo rotundo de mi tía y pronto mi lengua empezó a competir con la de Carlos por introducirse dentro de su coño que, estimulado por ambos, al cabo de pocos instantes se estremeció en un intenso orgasmo que hizo que gritara de placer.

Tita Maica quedó jadeando satisfecha y Carlos y yo nos besamos mientras Eva me seguía poniendo a mil con su comida en mi coño.

Me senté sobre la cara de Eva, gozando de sus lamidas y Carlos me abrazó por detrás. Sentí como su polla durísima se frotaba contra mí y buscaba la entrada de mi culo. La combinación de la lengua de Eva estimulando mi clítoris y el pene de Carlos introduciéndose lentamente en mi ano me hizo llegar al orgasmo.

Me corrí de placer mientras Carlos bombeaba cada vez más rápido metiendo su polla hasta el fondo de mi culo y soltando su leche dentro de mí en su orgasmo.

Mientras gozaba de esa increíble sensación, mis ojos se encontraron con los de mi prima Claudia, que también se estaba corriendo en un orgasmo provocado por su masturbación al contemplar nuestra escena. Su mano dentro de sus bragas y la expresión de gusto de su cara de niña crecidita, tenían mucho morbo y me hicieron gozar aun con más excitación de mi orgasmo.

Quizás compartir dormitorio con Claudia aquel invierno no tenía que ser tan aburrido como yo pensaba… pero eso ya será otra historia.

Sagera