Comprando lencería
Sexo en sitio público con invitación para la dependienta.
Mi pareja es una mujer madura que mantiene su cuerpo en un perfecto estado. Además tiene una ganas tremendas de disfrutar del sexo en cualquier momento y en cualquier circunstancia, especialmente con chicas jóvenes que va encontrando por la vida.
Creo que disfruta tanto en la búsqueda y seducción de “victimas” como en la relación morbosa en los sitios públicos donde elige tener sus encuentros.
Estoy seguro que no me cuenta todas sus aventuras, seguro que solo me invita a algunas, pero aun así me siento afortunado pues comparte sus conquistas conmigo con lo que experimento sensaciones sin posible comparación. El resto dejo que lo disfrute a sus anchas.
Hoy me ha citado en una pequeña y selecta boutique de ropa interior femenina. Estuvo allí hace unos días y volvió encantada con el trato recibido por la dependienta. Deduzco que sintonizaron perfectamente y hoy quiere ir a recoger lo que sembró.
Desconozco cuál es el papel que me ha asignado, solo me ha pedido que actúe con naturalidad, que ejerza de pareja enamorada que la acompaña a elegir una ropa sexy para una ocasión muy especial.
En realidad es una estupenda excusa estimular a la dependienta para que se anime a gozar con nosotros en uno de esos maravillosos juegos que Silvia inventa.
Ella llega a la pequeña boutique unos veinte minutos antes de la hora de cerrar por la tarde. Empieza a elegir los conjuntos más bonitos y atrevidos. Cinco minutos más tarde llego yo haciendo ver que me he retrasado buscando aparcamiento.
La dependienta está atendiendo simultáneamente a dos jóvenes escandalosas y a Silvia. Las otras clientas me miran un poco cohibidas y se terminan de decidir rápido pagan la compra y nos dejan a los tres solos en la tienda.
Silvia en cuanto me ha visto entrar se ha acercado y me ha dado un beso en la boca breve pero intenso, como para dar una señal de aviso a la dependienta sobre lo que puede llegar a pasar. Por lo que me ha contado, en la primera visita la dependienta dejo caer su predisposición a estar con otras mujeres e incluso hacer un trio. Esto encendió a mi pareja y aquí estamos para hacer realidad esos deseos compartidos.
Tras abandonar la tienda las dos jovencitas, la dependienta va hacia la puerta, pone el cartel de cerrado y cierra con llave. Así no entrara nadie más.
La dependienta nos atiende con mucha dedicación y conocimiento. Las variantes son casi infinitas y es difícil decidir ante tan delicadas y atractivas prendas. La dependienta se inclina por el color negro o morado. A mí me gusta el blanco y a Silvia le llaman la atención otros colores más modernos como azul celeste o dorado.
A la dependienta se le nota una cierta impaciencia por empezar las pruebas, a sabiendas que algo bueno sucederá. No se lo que hicieron o hablaron la vez anterior pero se nota que la dependienta está expectante sobre lo que puede suceder.
Acompaña a Silvia al probador. Yo me acerco y espero paciente. Mientras tanto las dos mujeres juguetean con la cortina sabiendo que yo estoy fuera y que la contemplación fugaz de un pecho o alguna pierna será el premio a mi observación.
Se descubre la cortina, aparece Silvia con un salto de cama negro espectacular. Dos finos cordones sujetan la pieza de seda que tapa parcialmente sus pechos y acaba justo por encima del pubis. El conjunto lo completa una braguita de fantasía negra. Por detrás, los cachetes del culo quedan graciosamente partidos en diagonal.
Silvia se contonea, se acaricia sensualmente por encima de la tela y se acerca a mi. Tras un leve beso en los labios, me pregunta:
-“ ¿qué tal estoy? ¿te gusta…?¿es sexy?”
Me encanta…y no lo puedo disimular. Satisfecha del efecto producido da la vuelta y va a probarse otro. La dependienta esta como espectadora y mira con curiosidad al bulto de mi pantalón, quizás esperando observar el efecto que puede producir el desfile de lencería que me espera.
Durante los siguientes Silvia minutos se va probando distintos conjuntos a cuál de ellos mas atractivo. Ella lo sabe y disfruta poniéndoselos, pero sobre todo percibiendo el rico estímulo que me proporciona con sus sugerentes posturas.
Como la dependienta sigue mirándome, la complazco mostrándole sin pudor el enorme bulto de tengo debajo del pantalón. Pronto vence la timidez inicial y se recrea mirando. Supongo que esto responde a las expectativas creadas por mi pareja en la conversación del día anterior.
Silvia viste ahora un extremado conjunto de braguita y sujetador blancos. Las piezas de tela son diminutas y ribeteadas de encaje. Tras besarme y juguetear con mi pelo y mis orejas, se pone de espaldas a mi, y restriega con fuerza su culo contra mi polla. Sabe como ponerme a cien!!.
Se vuelve y me pregunta cual me gusta mas. Ante mi indecisión…Silvia se dirige a la dependienta que esta disfrutando de nuestros juegos.
- “Ayúdale tu a decidirse…o mejor…ponte tu un modelo para que pueda ver dos al mismo tiempo”
- “Yo?”, dice sorprendida y un tanto preocupada.
Silvia la convence enseguida y se van ambas tras la cortina. Las espero impaciente y tremendamente excitado. La chica tiene un cuerpo muy lozano, insultantemente joven, bien modelado por bastantes horas de gimnasio y una piel dorada por el sol. Un bomboncito que nunca espere disfrutar.
Silvia es la primera en salir. Lleva un sujetador y unas braguitas azul celeste con puntillas. Esta impresionante. Se acerca como una gatita en celo y soba su cuerpo con el mío. Sus manos desabrochan la camisa y me la quitan. Juegan con los pelos de mi pecho y chupa mis tetillas. Cuando busca el bulto de mi polla, se echa a un lado para que yo vea como se aproxima la dependienta.
Caminando muy sensualmente se acerca. Lleva una combinación de seda. Dos piezas de tela triangulares ocultan mínimamente sus pezones. Los pechos parecen querer salir y la curva de sus glúteos se adivina junto al bajo del camisón.
No se como lo ha convencido pero no cabe duda que ha entrado de lleno en el juego. Se acerca a nosotros con un cierto pudor y como esperando nuestra aprobación.
Muy tiernamente la atraigo hacia nosotros y le doy un cálido beso en los labios para que se sienta protagonista junto a nosotros.
Cuando nos separamos, le acaricio el pelo, luego la mejilla con el dorso de los dedos…la barbilla… y el cuello. Hago descender mi mano y rozo sus pezones por encima de la tela. Los siento duros y erizados. Silvia sigue jugando con mi torso desnudo y mi cuello mientras yo acaricio a la dependienta.
Hago caer el tirante hombro abajo…la tela cae lentamente y un pecho queda al descubierto. Mientras acerco mis labios a este apetitoso manjar…Silvia me ayuda haciendo caer todo el camisón a los pies de la dependienta.
Queda semi desnuda ante nosotros con los ojos cerrados esperando nuestras caricias. Uno a cada costado vamos recorriendo cada centímetro de su cuerpo, cada rincón…hasta que pierde el pudor y se abandona a nuestras caricias pidiendo que no cesen y vayan más allá.
Silvia abandona momentáneamente a la dependienta y se concentra en terminar de desnudarme. Mientras yo sigo deleitándome con el cuerpo de nuestra joven dependienta, siento como las manos y la boca experta de Silvia hacen diabluras con mi pene.
Desde hace unos minutos que mis dedos han encontrado la linda almejita de la chica. Se la acaricio y siento como una humedad creciente la va ablandando al tiempo que se calienta. Pongo un par de dedos dentro y la masturbo tan intensamente como Silvia me maneja a mi.
Entre jadeos la pongo apoyada con los antebrazos sobre el mostrador de manera que me ofrece su hermoso culo y su ardiente rajita. Me pongo detrás, froto con la punta cabezona de mi pene en la raja…la dirijo hacia el hoyito y aprieto suavemente. La dependienta gime…su linda vulva me acoge con calidez.
Poco a poco la voy metiendo toda hasta que mi pubis choca contra sus nalgas. Luego bombeo una y otra vez cosechando una larga sucesión de gemidos. Silvia se ha pegado a mi espalda y sigue acompasadamente el movimiento de mi cuerpo atrás y adelante.
Con un brazo se aferra a mi pasando por debajo de mi axila y cogiéndome del hombro. Nuestros cuerpos se unen y formamos uno solo que embiste una y otra vez a nuestra dócil dependienta.
Con la otra mano juega con mi pene, con mis pelotas, con el culito de ella o con su entrepierna, provocando unos estímulos salvajes mientras yo sigo bombeando contra las nalgas de la dependienta.
Acelero mis movimientos, consigo una penetración intensa y profunda, hasta que la chica arquea la espalda…agita las caderas…grita…se derrumba sobre mostrador…tiemblan sus piernas…su vagina se contrae alocadamente y un hilillo de flujo resbala por su muslo.
Antes de que la acompañe en un vertiginoso orgasmo, Silvia me aprisiona los huevos y les da un desagradable apretón. Gimo por el dolor momentáneo…pero yo sé que esto me va permitir seguir en el juego durante mucho más rato.
Ahora tomo a Silvia y la siento encima del mostrador, separo a un lado la braguita que todavía lleva…encaro mi polla en su chocho y aprieto decididamente… Silvia enrosca sus piernas alrededor de mis caderas y siente como la penetro.
Nos besamos…nos chupamos los labios…nos lamemos el cuello y la cara, y presos de un incontenible ímpetu apretamos nuestros cuerpos hasta que mi polla se pierde dentro de ella. La hago cabecear para que me sienta dentro de ella. Silvia me lo premia con besos en el cuello.
Hago que se recueste sobre el mostrador y sujeto sus piernas con mis brazos haciendo que su chochito quede perfectamente encarado a mi polla que entra y sale con fuerza, casi con violencia…clavándose hasta que los huevos golpean contra sus nalgas.
Mientras Silvia agita involuntariamente la cabeza de un lado a otro, yo sigo con mis movimientos que sin descanso la perforan una y otra vez.
Un grito apagado sale de su pecho….cada vez va tomando mas fuerza….mas fuerza…hasta que se hace rotundo y salvaje…yo también me corro como un animal…le dejo caer las piernas…llevo mis manos hasta su cara... le sujeto la cabeza…le beso en los labios presionando mi boca contra la suya y descanso sobre su pecho que sube y baja acelerado.
Cuando todavía mi pecho se hincha acompasadamente para recuperar el ritmo normal de respiración, me incorporo apoyando mis manos sobre las caderas de Silvia, que permanece con los ojos cerrados y la boca entreabierta.
Mantengo mi polla metida dentro del cálido refugio, y aunque no esta tan dura como antes, conservo el suficiente volumen como para hacerme notar. La saco parcialmente y luego aprieto cariñosamente hasta el final.
- “Uhmmmmm…”, responde Silvia.
La joven dependienta desbordada y sorprendida por lo que acaba de presenciar, juega con sus dedos acariciándose como una posesa sin perder detalle de mis caricias a Silvia.
Trato de satisfacer su curiosidad al tiempo que regalo a mi pareja las mas dulces caricias. Le quito las bragas y jugueteo con la punta de los dedos alrededor de su rajita y el culo.
Llevo mi polla hasta golpear con la punta contra su clítoris, lLuego la restriego a lo largo de la raja extendiendo sus fluidos y parte de mi leche que empiezan a salir mezclados.
La punta se me dobla mansamente y se acomoda a los labios de su vulva ayudando a repartir el líquido viscoso y resbaladizo que sale del interior. La dependienta sigue mirando entusiasmada mientras se sigue masturbando.
Silvia se contonea y arquea la espalda gozando de estas prolongadas caricias. Yo siento unos escalofríos tremendos cuando restregando con fuerza y subo lentamente mi polla a lo largo de la raja.
Se me ocurre que Silvia agradecería mucho unas buenas lamidas en su extremadamente sensible chochito, y creo que la dependienta es una candidata estupenda. Me acerco a ella, mientras la beso profundamente y le retiro su mano de su hoyito próximo a la explosión, la acomodo para que tenga enfrente un hermoso chocho que espera ser comido.
Me entiende perfectamente y se lanza sin compasión a dar lametazos y chupadas como no creo que Silvia haya sentido nunca antes, a juzgar por sus gritos y gemidos.
La dependienta inclinada sobre Silvia me ofrece su hermoso culo y su almejita jugosa, mientras continua con sus lamidas como una ternerita hambrienta cogida a la ubre de la vaca.
Recupero el vigor suficiente y le meto la polla desde atrás, y asi volvemos a formar un solo cuerpo. Con mis embestidas hago que su boca se aplaste contra el chocho de Silvia, y al retirarme hago que la chica juegue con la punta de la lengua sobre el clítoris de Silvia.
Los tres estamos al borde del orgasmo…las caricias ya no pueden ser sincronizadas…la dependienta levanta la cabeza y suplica que no pare….que siga…fuerte…hasta el final. Silvia pide ser ella la receptora de las caricias y….quiere sentirme dentro.
Yo ya siento como mis testículos se aprietan contra la base del pene anunciando una explosión inminente.
Sujeto por la cadera a la dependienta…bombeo rápidamente haciendo que su culo produzca unos chasquidos impresionantes al chocar contra mi pubis…rápido…fuerte…ampliamente… hasta que un grito continuado y creciente, me indica que su orgasmo llego.
Sin perder un instante, la dejo temblorosa apoyada sobre el mostrador gozando de las ultimas contracciones, me pongo junto a Silvia y la penetro de un solo empujón.
Pongo las manos sobre el hueso de la cadera y la atraigo hacia mi, haciendo que mi polla se clave profundamente, luego muevo un poco la cadera y mi pene hurga en sus entrañas.
La saco parcialmente y a continuación la vuelvo a acomodar en su cálido paraiso. Cuando me empiezo a mover de nuevo, Silvia empieza a gemir incontroladamente mientras me sujeta cogiéndome por las nalgas.
Sus gemidos se confunden con los míos y le acompaño en los temblores, mientras mis testículos bombean un nuevo chorrito de leche. Mi corrida llega en medio de un intenso y prolongado orgasmo de Silvia que parece perder el control.
Recomponer los tres cuerpos exhaustos no es tarea fácil y necesitamos unos minutos de reposo y calma.
Pasado un tiempo, preparan una bolsa con toda la lencería usada, que tanto placer nos ha proporcionado, y salimos los tres juntos muy satisfechos por la compra realizada.
Después de besar levemente al novio que la espera, la dependienta nos anuncia que la semana próxima empiezan las rebajas y que desea que aprovechemos algunas gangas que tiene guardadas para clientes especiales como nosotros. ¡Sin duda así lo haremos!.
Deverano.