Complot al Rey (2/2)

Sigue la tortura de la noble dama para conseguir que firme contra su esposo, con un desenlace inesperado para los conspiradores al Rey.

Complot al Rey (2/2)

Capitulo 2.- La noble dama sigue sometida a nuevas toruras con el fin de arrancarle la fima necesaria para imputar a su familia

Sobre las 23.30 horas…

Annette recuperó la conciencia bajo las caricias de las manos de su criada.

Seguía desnuda y su cuerpo temblaba en esa celda fría donde estaba prisionera... Sus pechos torturados estaban hinchados y casi destrozados, con muchas marcas de sangre en las partes de la carne donde le han aplicado los alicates… Sus pezones eran un trozo de carne sin forma… Su coño estaba hinchado y herido por el infernal castigo sufrido sentada en el terrible burro español.

  • “No puedo soportar más dolor, Sophie… No puedo.”

  • “Por favor, mi Señora… Lo peor ya ha pasado”, dijo Sophie llorando acariciando la cara de Annette.

Pero Sophie estaba equivocada… Lo peor aún no había llegado.

Sobre las 15 horas…

La puerta de la celda se abrió y entraron dos carceleros.

Agarraron a Annette y la arrastraron por el oscuro corredor hasta la horrible cámara de tortura.

Ella intentó mantenerse valiente, pero con cada nuevo paso que daba acercándola a su infierno, el miedo la abrumaba cada vez más.

Cuando entró en la cámara, todos los hombres de ayer estaban allí esperando para la nueva sesión de tortura de la bella mujer.

El Duque estaba hablando con Marcel en el rincón más alejado de la habitación… Los vio y un mal presentimiento comenzó apoderarse de ella y preocuparle.

Cuando el Duque volvió a su silla, el Cardenal le preguntó en voz baja:

  • “¿Qué le dijiste?”

El Duque miró directamente a los ojos del Cardenal y respondió lentamente:

  • “Le dije que la torturara más y que usara todas las técnicas que conoce para doblegarla.”

Cogiendo a la pobre Annette, los ayudantes la arrastraron hasta la mesa... La acostaron sobre ella y le ataron cada tobillo a un gancho de una cadena que giraba sobre un tambor… Una manivela lateral le estiraría sus piernas cuando hicieran girar el tambor… Sus muñecas quedaron encerradas en unos anillos de hierro en los dos extremos superiores de la mesa.

Su respiración se aceleró cada vez más mientras sus ojos miraban los preparativos para su próximo tormento.

Eric fue hacia la manivela y tras una pausa deliberada de unos 20 segundos, realizó 2 vueltas completas… El cuerpo desnudo de la pobre mujer se estiró violentamente, pero Annette no gritó, aunque sí gimió.

Marcel observó las reacciones de su víctima y dijo:

  • “Eres valiente, perra, pero te doblegaré!... ¡Te lo prometo!... Veremos cuánto dolor puede soportar una mujer como tú... ¡Continúa estirándola, Eric!

Y Eric dio otro giro a la empuñadura de la polea.

Annette gritó cuando el estiramiento se hizo más fuerte y su cuerpo ahora estaba tenso como una cuerda y se veía extremadamente sexy bajo la presión.

Lentamente, el ayudante comenzó ahora a girar la polea, dejando a Annette gritando y sacudiendo la cabeza de lado a lado... Ella pensó que su cuerpo iba a ser destrozado, pero los torturadores tenían la suficiente experiencia como para saber hasta donde una mujer podía ser estirada sin causarle un daño grave para su vida.

Annette gritaba desesperada y Eric terminó de dar la última vuelta.. Colocó una varilla en la manivela y detuvo de esa manera el estiramiento dejando a la mujer en esa última posición retorciéndose de dolor en la mesa… Ahora era el turno de Marcel y Luc.

Ellos cogieron gruesos gatos de nueve colas y se acercaron a ella por ambos lados... Annette miró aterrorizada cómo los torturadores se preparaban para azotarla… El objetivo de Marcel eran sus pechos todavía hinchados y muy doloridos por la tortura de ayer y el de Luc era azotar su vientre plano.

  • "Noooo, por favooooor… Nooo", lloró con lágrimas corriendo por sus mejillas… Sus llantos y gritos no sirvieron para nada y comenzaron azotarla.

Tanto el Duque como el resto de personas que habían en la cámara vieron cómo los torturadores levantaban el gato de nueve colas por encima de sus cabezas y con todas sus fuerzas azotaron su cuerpo tembloroso.

Annette gritó después de cada golpe sintiendo los terribles mordiscos de los látigos infernales... Sus gritos, convertidos en berridos, llenaron la cámara de tortura y sonaron como música para el Duque, que impasible miraba y disfrutaba con su tortura.

El Duque y el Cardenal sabían que Annette más pronto o más tarde, firmaría... Las mujeres torturadas siempre lo hacían.. Pero esperaban que ella demostrara ser fuerte y terca... Querían verla más torturada porque era muy hermosa.

Después de 20 minutos, la mujer finalmente se desmayó.

Eric la revivió tirándole un cubo de agua fría y los latigazos continuaron.

Marcas sangrientas cubrían su cuerpo empapado en sudor.

Ella se retorció y gritó de forma muy lamentable… También perdió el control sobre su vejiga y se meó varias veces.

Inspiró a los torturadores a darle más y más dolor… Le dijeron a Eric que cogiera un palo de madera y comenzara a golpearle las plantas de sus pies.

Ahora los tres torturadores trabajaron con la mujer que sufría y ella se movía como loca sacudiendo su cabeza de lado a lado, que era lo único que podía mover.

Después de 17 minutos de la tortura combinada, ella se desmayó de nuevo.

Marcel fue por otro cubo y después de que se la tirara por encima y recuperase el conocimiento continuaron con la misma tortura.

La combinación entre el cuerpo estirado sobre la mesa, los latigazos sobre los pechos y el vientre, y el golpeteo en las plantas de los pies, enloquecieron a Annette.

Sus gritos se volvieron roncos y se destrozó como un animal salvaje.

Se desmayó una y otra vez… Y una y otra vez fue reanimada por los torturadores y el tormento continuó... Así estuvo sufriendo por espacio de 6 horas.

Al final del día, estaba inconsciente en la celda y Sophie, su criada, lloró por ella, por cómo la habían dejado de castigada.

Sobre las 22.30 horas…

El duque y el cardenal caminaron por el patio y hablaron con Marcel.

  • “Dinos Marcel, ¿qué opinas de nuestra bonita prisionera?”

  • “Me temo que es muy tenaz y necesitaremos más tiempo para doblegarla.”

Marcel se echó a reír y después de una breve pausa dijo:

  • “Sabed, cardenal, que llevo haciendo este trabajo desde que tenía 23 años... Eso significa 30 años, ya... Tuve muchos casos en mi carrera y vi a muchas mujeres como Annette… Y siempre confiesan… Tenemos buenos métodos para hacerlas hablar o doblegarlas, como este es el caso.”

  • “No tenemos mucho tiempo, Marcel.. No olvides esto”, añadió el duque… Y se volvió hacia el cardenal y le dijo:

  • “¿Tengo razón, hermano?”

El cardenal asintió y Marcel dijo:

  • “De todos modos, tenía la intención de ir más duro con ella, mañana... No se preocupen… ¡Mañana firmará, lo prometo!

A la mañana siguiente a las 10.30 horas…

La puerta de la celda se abrió y los carceleros sacaron a Annette.

La ayudaron a caminar porque las plantas de sus pies estaban tan destruidas por la sesión de ayer que no podía caminar sola.

Los ayudantes de Marcel la limpiaron con agua fría mientras contemplaban que su cuerpo que todavía se veía bonito a pesar de las marcas de los latigazos.

La arrastraron al centro de la cámara y la ataron en la posición del primer día: manos y piernas abiertas, todo su cuerpo a la vista de los hombres que están en la cámara de tortura.

Florence se dio cuenta de que un brasero con brasas ardientes estaba cerca de ella con muchos instrumentos horribles calentándose en su interior.

Tembló cuando vio a Marcel entrar en la cámara de tortura.

Ella tenía tanto miedo que se orinó en el suelo.

Marcel se acercó a ella y agarró su cara bonita con su mano áspera y le dijo:

  • “Hoy vamos a torturarte más fuerte y con más dureza, Annette.”

Se sintió débil de rodillas y su estómago prácticamente vacío, porque apenas estuvo alimentada, dio un vuelco.

‘¡Más fuerte!... ¡Qué quería decir!... ¡¿Cómo podría haber más dolor del que ya había sufrido? ’, pensó en silencio.

  • “Esta es tu última oportunidad de firmar antes de comenzar... Por cierto, antes de que respondas, te mostraré que estoy preparado para hacer lo que quiera para hacerte firmar… ¡Traerla!”, ordeno Marcel.

Y los carceleros trajeron a su criada Sophie, de 21 años… Ella gritó cuando vio a su señora colgando allí tan indefensa y tan dañada, pero su grito fue interrumpido por los ayudantes que la agarraron, le ataron las manos a la espalda y la arrastraron hacia la mesa de tortura frente a la chimenea.

La inclinaron sobre ella y le levantaron el vestido para descubrir sus piernas bien formadas y su buen culo.

Marcel cogió un cuchillo de la pared y lo dejó un rato en el brasero.

Mientras tanto, Sophie lloraba y rogaba piedad.

Eric y Luc separaron sus piernas y ataron sus tobillos en el suelo, manteniéndola inclinada sobre la mesa.

Marcel sacó el cuchillo caliente y fue hacia la pobre sirvienta… Se arrodilló y abrió con su mano izquierda su coño y con el otro empujó el cuchillo profundamente en su coño.

El terrible grito de Sophie llenó la cámara de tortura... Su cuerpo se sacudió en convulsiones increíbles mientras Marcel comenzó a girar el ardiente cuchillo en su vagina mientras expulsaba sangre.

La torturó de esa manera durante 5 minutos y Sophie se desmayó meando... ¡La reanimaron y Marcel, ahora, le metió su cuchillo en su culo.

Los gritos ahora eran increíbles… Se volvió loca de dolor cuando Marcel comenzó a follarla con el instrumento de tortura.

El sangrado fue muy intenso y los gritos de la pobre joven disminuyeron y después de 12 minutos de agonías indescriptibles, murió.

Annette estaba muy aterrorizada por la horrible muerte de su criada… Sus ojos estaban muy abiertos, incrédulos por lo que había visto.

Marcel se acercó a ella con las manos cubiertas con la sangre de la criada y le preguntó:

  • “Entonces, ¿qué piensas, bonita Annette?... ¿Firmas o no?”

Ella estaba demasiado aterrorizada para responderle.

Annette estaba allí, de pie, separada de brazos y piernas y lista para una nueva tortura horrible… Finalmente dijo:

  • “No puedo traicionar a mi esposo.”

Y cerró los ojos esperando el comienzo de los nuevos tormentos.

Al duque le gustó la respuesta… Él quería verla retorcerse y gritar… Ella debería pagar por el rechazo que le hizo en su juventud.

Marcel fue al brasero y tomó una aguja al rojo vivo… Ella gimió cuando el torturador cogió la larga aguja del brasero… Su bravuconería había desaparecido, y ahora sabía lo terrible que podía ser el dolor, y la brillante aguja la llenaba de temor.

Marcel se acercó a Annette y le agarró su teta izquierda.

Lentamente, insertó el aguja al rojo vivo profundamente en su torturada teta… El dolor llenó su cerebro y su grito de agonía mortal inundó la cámara.

La larga aguja bailaba mientras sus pechos saltaban con sus gritos de agonía… 12 cm enterrada en su teta con 5 cm sobresaliendo por abajo.

Su rostro estaba retorcido de dolor supremo y se distorsionó como loca en sus cadenas.

Marcel cogió otra aguja al rojo vivo y repitió el mismo procedimiento en su teta derecha.

Sus gritos ahora eran tan intensos que hacían eco en la cámara de tortura.

Cuando Marcel comenzó a torcer las agujas clavadas en diferentes direcciones, se desmayó con espuma en la boca.

Eric le echó un cubo de agua helada en la cara y recuperó la conciencia.

Cuando Marcel terminó con ella, sus firmes nalgas estaban plagadas de las terribles agujas al rojo vivo clavadas en ellas.

Eric cogió un hierro al rojo vivo y comenzó a quemar sus pechos convirtiéndolos en una carne humeante sin forma… Luego le quemó su vientre y sus muslos internos.

La mujer terriblemente torturada renovó sus gritos alocados.

Sus muslos empapados de orina aumentaban el increíble dolor que soportaba… Su cuerpo sudoroso brillaba frente al fuego... Luego le tocó a sus nalgas y siguió quemándola allí durante 30 minutos.

Se desmayó una y otra vez.

Marcel y su ayudante Luc tomaron unos alicates al rojo vivo y mordieron con ellos profundamente en la carne de su culo.

La mujer desnuda gritaba desesperada y estaba al final de su fuerza... Se la veía temblando de horribles convulsiones cuando Eric empujó lentamente el hierro caliente en su esfínter anal.

Los ojos de Annette casi se salieron de su cabeza ante este último ataque a su cuerpo una vez bonito, pero ahora ya destrozado.

Emitió un gemido gutural… Expulsó algo de vómito que goteó entre sus labios y se desmayó… Cuando recuperó la conciencia oyó su propia voz que decía:

  • “Firmaré… Firmaré… Deja de torturarme más.”

Marcel miró a los hombres sentados en las sillas y después de una señal del Cardenal, él y sus asistentes la soltaron… Le dieron el papel con las falsas confesiones y ella firmó y comenzó a llorar en su desesperada situación.

Los carceleros la trajeron de vuelta a la celda... Estaba totalmente exhausta… ¡No pensó que sería capaz de soportar tanto dolor, pero lo hizo… Deseaba poder morir, por salvar a su marido... Al menos se quedaba su hija, pensó, pero algo profundo en su alma le dijo que estaba equivocada.

A la mañana siguiente sobre las 12.00 horas…

El duque, el cardenal y Marcel se sentaron en la gran mesa de madera en el lujoso salón y almorzaron… Deliciosos platos cocinados para ellos y el mejor vino de la bodega.

Tenían muy buen apetito porque se había alcanzado el propósito y ahora estaba abierto el camino hacia la muerte de los protestantes.

  • “Sólo una cosa más, mi amigo… ¿No crees que todavía existe la posibilidad de que el rey no esté de acuerdo con nosotros?... Podría decir, está bien, es un protestante, pero se mantuvo leal a mí y a la familia real”, dijo el Duque tomando otro trozo del ciervo al horno.

  • "Entiendo a qué te refieres, Duque… Quieres que descubramos una razón más para odiar a los protestantes, ¿no?"

El Cardenal sabía cuál era la siguiente idea.

  • “¡Exactamente!... El rey estará muy enojado y muy decepcionado si comprende que había un traidor en su casa.”

Sonriendo, el Duque miró a los ojos del cardenal.

  • “¿Su esposa?”, preguntó el cardenal… Y el Duque sonrió.

  • ¡Exacto!... ¡Su bella y joven esposa!... Y su propia madre testificará contra ella… ¡Ella dirá que Fleur traicionó sistemáticamente los secretos de la familia real a su padre!”

  • “Entonces, Marcel, tenemos más trabajo para ti.”

  • “¿Cuándo quieres que empecemos, mi Duque?, preguntó Marcel con deleite.

  • “Mañana… Mañana estará bien… Le daremos un día para descansar… No quiero que su muerte se agote por las torturas… ¡Quiero verla sufrir más!... ¿Entiendes a Marcel?!”, dijo el duque.

  • “¡Sí!... Entiendo.”

A la mañana siguiente a la 11 horas…

Los carceleros arrastraban llorando a Annette desnuda por el pasillo hasta la cámara de tortura.

Ella estaba tratando de resistir y se retorció en los fuertes brazos de sus verdugos preguntándoles y rogándoles:

  • “¡¿Por qué me lleváis?!... ¡Tened piedad!... ¡Hice todo lo que querías!... ¡Pieeeedaaaaad!”

Los carceleros abrieron la puerta de la cámara de torturas y empujaron a la pobre mujer adentro.

Los mismos hombres la esperaban sentados.

Se sintió débil de rodillas y le preguntó desesperadamente al Duque:

  • “¿Por qué estoy aquí otra vez?... Por favor… No me tortures más!... ¡No lo soporto más!... ¡Moriré!... ¡¿Por qué?!... Firmé lo que me pediste… Por favor, dejadme”, lloró histérica y desesperada.

A su lado, flanqueándola estaban Eric y Luc que la sujetaban fuerte bajo sus brazos.

El duque asintió con la cabeza al cardenal y éste le habló:

  • “Queremos que hagas una cosa más, Annette… ¡Queremos que testifiques contra tu hija!... ¡Tienes que acusarla de traición contra la familia real!”

  • “Nooo… Noooo… ¡De ninguna manera!... ¡No puedo hacer eso!... Ella también es inocente!... ¡Ella sólo tiene 18 años!... ¡Tened piedad!

Annette rogó con lágrimas corriendo por sus mejillas.

  • “¿Testificarás?, preguntó el Cardenal.

  • “¡No, no, no!”

  • “¡Serás torturado nuevamente, Annette!... ¡Y esta vez las torturas anteriores te parecerán un juego infantil!... ¿Testificarás?

Annette no iba a matar a su propia hija y tomó la decisión más dura de su vida.

  • “¡No… No lo haré!”

Marcel no esperó otra orden y sus ayudantes la llevaron a la mesa de tortura.

La acostaron con las piernas abiertas y el culo colgando del borde.

Sus tobillos asegurados en los anillos de hierro en los postes a ambos lados de la mesa… Ahora comprendió el propósito de esos postes… Eran para mantener separadas las piernas de las mujeres torturadas.

Sus muñecas fueron atadas con correas sobre su cabeza a los dos extremos superiores de la mesa.

Estaba totalmente expuesta a todos los hombres en la cámara de tortura.

Se sonrojó y se estremeció de vergüenza, pero pronto el horror la abrumó cuando vio a Marcel tomar un par de pequeños alicates y acercarse a ella entre sus muslos abiertos.

Él sonrió y comenzó a acariciar su coño expuesto... A pesar del miedo y la vergüenza, sintió una excitación sexual y sus labios oscuros se mojaron.

Marcel siguió acariciándola y Annette comenzó a gemir y a respirar pesadamente… Lentamente giró la cabeza de lado a lado gimiendo de placer.

El maestro de tortura empujó su áspero y gran dedo índice en su vagina y comenzó a follarla con él... Sus gemidos se volvieron más intensos y después de otros 5 minutos de estimulación sexual comenzó a retorcerse y gemir fuerte.

Marcel sintió que ella iba a correrse y agarró su gran clítoris mojado e hinchado entre las mandíbulas de los alicates y se lo retorció violentamente… Marcel sabía que clítoris es la parte más sensible del cuerpo de una mujer.

Annette gritó como un animal herido, sacudiéndose salvajemente sobre la mesa cuando su orgasmo se mezcló con un dolor increíble.

¡Ella pensó que moriría!... ¡Nunca había sufrido un dolor tan intenso en toda su vida!... Se convulsionó todo lo que pudo mientras  Marcel siguió retorciendo y apretando su clítoris.

¡Sus gritos eran muy lamentables y su dolor muy grande!

El maestro de tortura retorció y apretó la tierna carne con toda la fuerza que tenía… Le torturó su clítoris durante 20 minutos y ella se desmayó dos veces.

Una vez más, se meó, lo que causó las sonrisas de los sádicos.

Finalmente la liberó de los alicates y cogió un grueso palo de 30 cm de largo, le abrió los labios de su coño y lo empujó violentamente dentro de su vagina hasta el metérselo casi todo.

Annette gritó y arqueó la espalda sobre la mesa y Marcel comenzó a girar el palo con un poderoso bombeo.

La cámara de tortura se convirtió en un infierno para ella... Sus gritos resonaron entre los fríos muros de piedra… Se retorció como loca llorando y pidiendo piedad... A los siete minutos después del comienzo de la tortura, se desmayó.

Su cuerpo estaba cubierto de sudor y brillaba todavía convulsionado después de la interrupción del dolor.

Eric la revivió con un balde de agua fría y Marcel continuó su trabajo con el palo.

Esta vez cogió un martillo de la pequeña mesa con los instrumentos de tortura y comenzó a darle golpes al palo y éste golpeo en el cuello uterino… El dolor era insoportable... La agonía de la bella Annette no podía describirse.

Finalmente, después de ser torturada de esa manera durante unos diez minutos, después de recibir innumerables golpes terribles, lanzó un gemido gorgoteante, vómito algo de entre sus labios y se desmayó por segunda vez.

Cuando recuperó la conciencia, Marcel continuó torturando sus genitales con el hierro al rojo vivo quemándole primero su clítoris y luego los labios de su coño y los muslos internos.

Ella se retorció como loca!... ¡El horrible dolor la volvía completamente loca!... Ella perdió el control y se cagó en el mismo momento en que Marcel empujaba el hierro candente en su coño.

Su grito se volvió ronco, sus ojos se llenaron de agonía y su rostro se torció en una fea mueca de pura angustia… La pobre mujer gritaba roncamente todo el tiempo.

Se arqueó muy alto de la mesa antes de desplomarse con sus ojos vidriosos por el dolor… Ella vomitó y se desmayó de nuevo.

Luc la revivió nuevamente, pero todos notaron como su respiración había cambiado por completo… Se iba asfixiando por momentos y los temblores de su cuerpo anunciaban un posible desenlace fatal… Su corazón apenas respondía… Sus únicas palabras fueron:

  • “Muero feliz,… por haber podido al menos evitar el sufrimiento,… que podríais haberle causado a mi hija… Ojala Dios os castigue a todos, si el Rey no se da cuenta del complot que habéis orquestado en su contra.”

El cardenal ordenó liberarla tras comprobar que su fallecimiento era inminente... Las graves torturas que recibió durante los últimos días en la cámara de tortura destruyeron irreparablemente su organismo… En menos de una hora murió sola en su celda.

Su cuerpo nunca fue encontrado y su desaparición fue un misterio sin resolver.

El rey leyó las acusaciones firmadas por Annette y se enojó mucho... Ordenó detener a su marido, Damien De Baur, y aunque era su suegro, influenciado por el Cardenal de Francia, fue capturado y sentenciado a muerte… De nada le sirvió a su hija implorar por la vida de su padre.

F I N