Complicidad entre primos 56

Marta sigue insistiendo con Laura. Alicia le va marcando las pautas a Alfonso. Luis experimenta morbosidad.

Marta quedó de nuevo con Laura y volvió a la carga. Estaban besándose y acariciándose en la cama.

  • Nos damos mucho placer cuando nos penetramos el coñito.

  • Sí, lo manejas muy bien.

  • Tú también, encanto.

  • ¿Por qué no pruebas cosas nuevas y pierdes el miedo a ser penetrada por el culito? Es precioso y me daría un gran placer hacerlo, yo misma te lo salivaría.

  • Um, Marta, yo me fío de ti pero…

  • No tengas miedo, yo también lo tenía y probé yo sola como te dije, me fue de maravilla. Si te hago daño, paro de inmediato. Es sólo probar. Y luego tú me das por el culo, si no quieres lamerme el ano a mi no me hace tanta falta… - Casi se sorprendió de sus últimas palabras.

  • De acuerdo, pero yo te haré exactamente lo mismo. Tu culo también es precioso y me gustaría hacerlo.

  • Muy bien. - Dijo besándola apasionadamente – Ya verás como te gusta ver el agujero que se te queda. - Se contuvo de decir “que le dejas” pues descubriría que no era la primera mujer con la que se acostaba.

Laura se recostó y acomodó de medio lado, dejando su trasero a la voluntad de Marta, esta lo observó satisfecha y suspiró. Con delicadeza empezó a recorrer su lengua recorriendo el coño y llegando al ano, donde trazaba círculos, cada vez más profundos. Laura se dejaba hacer en una nueva experiencia y empezaba a gemir levemente, lo que complació a Marta. Le estaba gustando su papel de iniciadora de Laura en nuevas experiencias, como Alicia había hecho con ella. Marta observaba como el ano empezaba a relajarse, le introdujo un poco un dedo y le hizo dar un respingo.

  • ¿Te he hecho daño?

  • No, no perdona.

Marta sonrió y le introdujo un poco más el dedo, abriéndose paso con relativa facilidad.

  • Bueno, creo que estás lista.

  • Sí.

Marta volvió a humedecerle la zona. Agarró el consolador y le introdujo con cuidado la punta.

  • Umm, ummm. - Exhaló Laura.

  • ¿Cómo va? - Dijo sacándoselo.

  • Bien, mételo un poco más.

Marta sonrió de nuevo y se lo metió con más rapidez hasta el punto anterior. Ahí empujó con suavidad, disfrutando como se abría paso en el culo hasta entonces virgen de Laura. Una preciosidad de culo que tenía la suerte de abrir por primera vez.

  • Umm, para un momento.

  • Te he metido casi la mitad, lo estás haciendo muy bien.

Se acercó y la besó con dulzura. Luego observó el agujero ya dilatado y le sacó una foto.

  • Mira como tienes ya el culito.

  • Vaya. - Dijo observando con atención. - Pensé que me dolería pero me lo haces todo con tanta dulzura…

  • La que te mereces.

  • Creo que me cabrá entero. Inténtalo.

Aquello sorprendió a Marta que no se lo esperaba. Con más ganas volvió a la carga metiendo cada vez más el aparato, que desaparecía entre las tersas nalgas de Laura.

  • Ummm, ah, vamos Marta, sigue, aay. No, no pares, ábreme el culo, pártemelo en dos, cariño.

Laura se sorprendió a sí misma y a Marta por un lenguaje impropio en ella. Marta lo estaba disfrutando realmente.

  • Ya casi lo tienes. Menudo culazo tienes, te cabe todo.

  • Ay, sí, acaba de una vez.

  • ¡Ya!

Marta se lo dejó insertado y corrió a besarla. Luego empezó a metérselo y sacárselo, provocándole gemidos de placer.

  • Ay, qué razón tenías, que gusto.

  • Mira, prueba así, verás que sucia te sientes.

Marta la dispuso tumbada boca arriba y le elevó las piernas. Aprovechó para comerle un poco el coño. Le introdujo con más facilidad el consolador en el culo y lo empezó a alternar con el coño.

  • Laurita – Dijo con tono meloso - ¿no tienes un juguetito como este?

. ¡Ay! Dos a la vez, que atrevida eres, está en el cajón de la mesilla, cógelo y metémelo. Ya.

Laura parecía desbocada y a merced de la capacidad de seducción de Marta. Como le pasaba a Marta con su hija. No dudó en introducirle su aparato hasta el fondo del coño. Le sacó otra foto.

  • Como recuerdo de este momento.

Los empezó a manejar a la vez provocando movimientos convulsos en Laura, que sudaba y hacía aún más apetecible su cuerpo. Marta le plantó el coño en la cara y Laura se lo comió con denuedo mientras intentaba manejar los consoladores.

  • A cuatro patas. - Ordenó Marta.

  • Sí. - Respondió sumisa.

Se colocó si sacarse los consoladores y Marta volvió a la carga. Sintió un gran orgasmo vaginal, tembló y empezó a sacar fluidos.

  • Aaaah, aaaaaaah.

Marta sonreía satisfecha. Le sacó primero el del coño y lo lamió con gusto. Luego el del culo y sacó una foto de sus dos agujeros dilatados y chorreantes.

  • Ay, Marta, que buena eres, nunca he sentido tanto placer. Muchas gracias.

  • Ha sido un placer, valga la redundancia. Las mujeres sabemos lo que nos gusta.

  • Déjame devolvertelo.

Marta se colocó a cuatro patas y Laura adivinó lo que quería. Empezó a lamerle del coño al culo, sin sentir aprensión, era la primera vez que hacía un beso negro y le pareció que no había un mejor culo y más bonito para estrenarse. Lo amasó, besó e introdujo su lengua. Provocando suspiros de satisfacción a Marta.

  • Lo haces estupendamente.

  • He tenido a una buena maestra.

Marta sonrió y siguió relajándose esperando la doble penetración. Laura, dudó por un momento y miró los dos agujeros tan apetecibles, a su disposición. Marta notó como le penetraba el culo y Laura se sorprendió de la facilidad con la que se lo había metido hasta el fondo.

  • Uy, que culo tan elástico tienes.

  • Bueno, la práctica, lo he hecho más veces que tú. - Respondió disimulando.

Marta temía que una excesiva facilidad hiciera sospechar a Laura. Se acordó de la facilidad con la que le cabían cosas por el culo a su hija. Laura empezó a manejar el aparato. Lo sacó, y observó divertida la dilatación anal.

  • Jeje, es verdad Martita, gusta ver el agujero que le haces.

  • Ya te dije. - Respondió sonriendo.

El giro de la cabeza y donde apuntó Marta la vista, hizo captar a Laura que debía seguir con la doble penetración. Volvió a disfrutar de poder penetrar a Marta y darle placer. Manejó lo mejor que pudo los dos consoladores a la vez mientras hacía gemir a Marta.

  • Quiero verte boca arriba, en esa postura que dices sucia, uy.

Marta se colocó complaciente y Laura volvió a meterle los dos aparatos, después de contemplar los dos agujeros dilatados que estaba provocando.

  • Ah, ah, aaah, que gusto me das Laura. Sigue, sigue, no tengas miedo. Aaaah.

Marta se estaba dejando llevar y notó un gran orgasmo, tras el cual se relajó sonriente y satisfecha. Citó con el dedo a Laura y la besó dulcemente.

  • Gracias, me has dado mucho placer.

  • Gracias a ti por enseñarme.

  • Pásame las fotos.

  • Sí, claro. Oh, nos da tiempo aún de darnos una ducha juntas, ¿qué te parece?

  • Estupendo.

Las dos mujeres se enjabonaron y lavaron, besándose y disfrutando de las caricias. Aún desnudas, Laura le ayudó a secarse el pelo.

  • Empieza a hacer fresquito para ir con el pelo mojado por la calle.

Con Laura aún desnuda, se dieron un abrazo de despedida y un cariñoso beso. Cerró la puerta y suspiró sonriente. Se colocó una bata fina y fue a secarse el pelo. Diez minutos más tarde apareció su hijo por casa. Laura pensó en que hubiera pasado si llega un poco antes. Se dio cuenta de que sólo llevaba la bata y se la atusó para taparse bien.

  • Hola, amorcito, que pronto vienes. - Saliendo sonriente del baño.

  • Sí. - Dijo dándole dos besos.

Dada su altura, Laura aún tenía que inclinarse para que su hijo le besara. Procuró que no se le abriera el escote.

  • ¿Te has duchado?

  • Sí, me sentía cansada y me ha relajado. Um, espera que aún es pronto para que te prepare la cena. ¿Tienes algo pendiente del colegio?

  • No, mamá.

  • ¿Seguro?

  • Sí.

  • Muy bien, pues relájate tú también y haz lo que quieras.

Laura acabó de secarse el pelo. Tampoco era extraño que se duchara antes de cenar, sobre todo cuando trabajaba de tarde. Fue a su dormitorio y se despojó de la bata, miró orgullosa su cuerpo y se puso un camisón y la bata de nuevo.

Marta llegó muy sonriente a casa. Alicia le esperaba expectante, desnuda en el sofá, después de haber follado con Luis.

  • Luis ha preguntado por ti, jiji, ¿cómo te ha ido?

  • Genial, ahora te cuento.

  • Le has abierto bien el culo, ¿eh?

  • Sí.

Después de cenar, se conectaron con Manuel y Carla.

  • Estoy en ascuas, no me ha querido contar ningún detalle. - Dijo Alicia.

  • Cuenta, cuenta. - Inquirió Luis.

Marta se lo contó con todo lujo de detalles, provocándoles envidia.

  • Joder que pivón te has tirado. - Dijo Carla observando la foto con atención.

  • Le has dejado el culo bien abierto, sí señor. - Aprobó Manuel.

  • Sobre todo, discreción. - Pidió Marta.

  • A ti también te ha dejado bien el culo, como se lo dejabas tu, primito.

  • Ya me acuerdo ya.

  • Pues sí. - Concluyó Marta sonriente.- Mi temor era que lo viera demasiado fácil, porque tú y tú – señalando a Manuel y Alicia – me lo habéis dejado bien abierto.

  • También Carla. - Dijo Manuel.

  • Pero sobre todo vosotros dos. Bueno, a ella también se lo he metido más fácil de lo esperado.

  • Y esta noche te lo voy a meter yo, me has puesto muy cachonda.

  • ¿Y a ti, cariño? ¿Te apetece también como a ellas? - Preguntó Manuel a una receptiva Carla.

  • Ya sabes que siempre estoy dispuesta.

  • Anda que menuda noche nos espera. - Concluyó Marta.

Se despidieron efusivamente mientras ya se veía a Manuel meter mano y besar a Carla.

  • Hija, me vas a destrozar el culo, y por la cara que tienes, lo vas a disfrutar.

  • Sí, sí. - Con cara de no te vas a escapar.

  • No has tenido suficiente con lo que te he dicho.

  • Venga, que luego me lo meterás a mí. A mí también me ha dado mi Luis por el culo esta tarde. - Dijo girándose y mostrándole el culo.

  • Con perdón, hija, tú estás más acostumbrada.

  • Jiji, no te hasgas de rogar que tú estás ya muy bien entrenada. La vez anterior te folló el coño y luego te lo follé yo. - Dijo besándola.

  • El coño es distinto del culo, cariño. - Dijo agarrándole una teta.

  • Si no pasa nada…

  • Ya lo sé, es para hacerte rabiar un poco…

Sonó el despertador y Marta fue la primera en levantarse.

  • Buenos días, hija, arriba, que tienes que ir a clase.

  • Sí mamá, buenos días. - Dijo Alicia desperezándose.

  • Mira que culo me habéis dejado entre las dos. - Dijo mostrándoselo.

  • Jiji. Bien que lo disfrutaste ayer, además, a Laura le pedías más dureza, jiji.

  • Es verdad. - Dijo sonriente mientras se colocaba el kimono.

  • ¿Para qué te lo pones?

  • Esta época hace algo de frío en casa por la mañana, un día te vas a resfriar de ir siempre desnuda.

  • Jiji. - Mientras se levantaba. - Mira, mira, tú luego te tomaste revancha. - Mostrándole el culo.

  • No te quejes, que tu primo te metió un pepino. Te cabe todo, hija.

  • Jiji.

Era miércoles y Alfonso se subió raudo y con expectación al coche. Alicia le dedicó una sonrisa picarona y se pasó la lengua por el labio. Eso excitó más a Alfonso, que posó una mano en el muslo de Alicia.

  • Espera que arranque.

Alfonso le miraba con gesto lascivo y cada vez más impaciente. Se contuvo para no meterle mano durante todo el trayecto hasta el camino vecinal de la primera vez.

  • Ya hemos llegado, ya puedes, jiji.

Alicia le miró insinuante y Alfonso se lanzó a besarla y a manosearle una teta por encima del jersey.

  • Qué fogosidad, tenías ganas ¿eh?

  • Sí, llevo una semana esperando.

  • Bueno, para un momento. - Retirándole suavemente la mano.

  • ¿Qué pasa?

  • Te dije que iríamos poco a poco. Así que hoy sólo haremos algunas cosas. Ese era el trato, ¿no?

  • Sí. - Respondió disimulando un poco de decepción.

  • Ten paciencia y tendrás todo lo que buscas.

  • De acuerdo. Estaremos mejor en el asiento trasero.

  • Bien. Para empezar, hoy me verás desnuda.

Alicia se descalzó, se quitó el jersey rojo, se desabrochó la camisa blanca, se bajó el pantalón vaquero y se quedó en ropa interior de azul celeste.

  • Joder, que buena estás, que cuerpo tienes. - Dijo besándola y manoseándole de nuevo.

  • Pues espera a verme del todo, jiji.

Se le quedó mirando expectante y Alfonso se quitó el jersey y el pantalón. Un notorio bulto se hacía ver bajo el calzoncillo. Alicia observó con una sonrisa tontorrona y palpó por encima.

  • Um, ya te la vi el otro día, es una polla de las que me gustan.

Se quitó el sujetador mostrando orgullosa sus tetas, las bamboleó mostrando su tersura y le lanzó el sujetador a la cara, riéndose. Alfonso estaba entusiasmado con la mirada fija en las tetas mientras notaba la polla a punto de romper el pantalón.

  • Joder, qué melones tienes Alicia.

Se acercó y empezó a comerle las tetas con fruición y a mordisquearlas. Mientras le acariciaba los muslos y palpaba por las bragas. Alicia notaba el coño humedecido.

  • Um, que ricas.

  • A todos os encantan mis tetas.

  • No me extraña.

  • Bueno, a ver que sabes hacer, cómeme el coño hasta que me corra. Y trágate la corrida, como nos pedís a nosotras.

Alicia se sacó las bragas y dejó que Alfonso la mirara y acariciara, se giró como pudo para que le viera bien el culo, que aprovechó para manosearlo.

  • Qué culazo tienes.

  • Bueno, empieza.

Alicia se recostó en una esquina y abrió las piernas. Su coño se mostraba humedecido y esplendoroso, sonrosado rodeado de la blancura de su piel.

  • Qué coño tan bonito.

No era el acto sexual que más le gustaba a Alfonso pero tampoco le desagradaba. Su mujer se lo pedía a menudo y tenía un cierto dominio. Además, quería agradar a Alicia.

  • Um, sí que sabes sí, sigue.

Recorría con su lengua todo el coño y se centraba en el clítoris. Alicia sonreía y gemía de placer. Hasta que contuvo un instante la respiración y se relajó mientras se corría.

  • Aaaaaaah. - Dijo suspirando de placer.

Tiró del pelo a Alfonso y abrió la boca esperando los labios de él y los restos de sus fluidos.

  • Sabes comerte bien un coño, que sepas que ahí soy exigente. Como has hecho que me corra, ahora te haré una buena mamada para que te corras y nos volveremos. Me gusta comerme una polla grande y bonita como la tuya.

Alfonso se aprestó como Alicia. Ese día no iba a penetrarla como tanto deseaba y tendría que esperar una semana más. Experimentó una de las mejores mamadas de su vida y aquello le reconfortó. Se la comía mejor que su mujer.

  • Joder, que gusto, Alicia, sí que sabes comerte bien una polla. Uf, aah.

  • Pues claro, ya te lo dije.

  • Y no todas se la tragan entera.

Iba a preguntarle si su mujer se la tragaba entera pero mantuvo la prudencia. Alfonso recordó lo mucho que le costó a su mujer metérsela entera en la boca. Intentó aguantar pero no pudo más y le soltó directamente una copiosa corrida que Alicia supo recoger. Se quedó mirándole medio riéndose, mostrándole parte del semen que no se había tragado aún y algo también en las comisuras de los labios. Alfonso le ayudó a recogerlo y Alicia se lo tragó todo.

  • Joder, que buena eres. Te la has tragada enterita la corrida.

  • Ya te dije que sé como hacerlo.

Sonrió y empezó a vestirse.

  • ¿A cuántas alumnas te has follado?

  • A unas diez o doce.

  • Qué golfo eres. ¿Y cuántas se han tragado tu polla entera?

  • Buf, la mitad. Y tampoco todas se tragan la corrida.

  • Ya ves que vas a disfrutar mucho conmigo si tienes paciencia. Pero también tienes que hacer que yo lo haga.

Por la tarde ya estaba de rodillas chupando la polla de Luis.

  • ¿Sabes? Es la segunda polla que chupo hoy.

  • Se la has chupado ya a Alfonso. - Dijo metiéndole más la polla. Alicia sólo pudo afirmar con la cabeza.

  • Me ha comido el coño – dijo sacándosela . Así que hoy no hace falta que lo hagas tú, si te da cosa.

  • Me dará morbo meterte la polla en el coño que te ha comido otro hombre. Lo voy a hacer ya, que tu cuerpo es para follarlo.

Alicia sonreía cuando conseguía excitar de esa manera a Luis. La volteó sobre la cama y se la metió por detrás, jalándola del pelo y azotándola levemente en el culo.

  • Um, um, aaah, te follo, te follo así, hasta el fondo.

Las tetas se le iban de lado a lado por la intensidad de las embestidas y poco después eyaculaba en su interior.

  • Ya tienes mi semen con su saliva en tu coño. Y ahora me la limpias.

Alicia se cerró los labios vaginales y se sentó sobre la cama, cumpliendo la orden de su novio.

  • Alfonso está encantado conmigo. - Le comentó a Marta.

  • No me extraña. Pero me gusta que seas firme en llevar tu el control.

  • Sí, mamá. Tiene una buena polla, grande, como un platanito, de las que nos gustan.

  • Como la de Luis o Manuel.

  • Sí- afirmó sonriendo – Claro, que Luis no sabe que tú también le has visto desnudo y ya hace mucho tiempo, jiji, si lo supiera.

  • Le tienes en la ignorancia al pobre.

  • Se pondría bien cachondo si supiera que le has visto la polla.

Laura se estuvo deleitando del recuerdo de su encuentro con Marta. Siguió practicando la penetración anal y disfrutando de explorar nuevas sensaciones. También pensó en Alicia y como deseaba penetrar ese culo como lo había hecho con el de Marta. Alicia también estaba pensando en ello después de que su madre hubiera roto la virginidad anal de Laura. Era algo que comentó con su madre esos días y le pidió consejo sobre llamarla o no.

  • Ella te llamó la vez anterior. No pasa nada si lo haces tú ahora. También le gustas mucho.

  • Sí, el problema es el que me decías de que no sospeche de que las dos sabemos que la otra queda con ella.

  • O a lo mejor te llama ella.

  • Esperaré a que no sea tan seguido. Porque además contigo querrá seguir quedando.

Alfonso se subió al coche convencido de que ese día por fin se follaría a Alicia.

  • Hoy sí. - Le dijo Alicia nada más subir con una sonrisa insinuante.

Llevaba la polla erecta y se le hizo un poco largo el trayecto hasta el sitio de costumbre. Sobre todo las paradas en los semáforos. Le desconcertaba un poco la seguridad y personalidad de Alicia. Con las otras chicas le había bastado un poco de cortejo y lucir su físico.

  • Por fin hemos llegado.

  • Jiji.

Sin más palabras, pasaron al asiento trasero y empezaron a desnudarse rápidamente.

  • Espera un momento. - Alfonso se paró en seco. Alicia sonrió dulcemente. - Quería bajarte yo el calzoncillo. A vosotros también os gusta acabar de desnudarnos, ¿no?

  • Sí.

Alicia se quedó en ropa interior y miró incitadora a Alfonso. Este sonrió con lascivia y desabrochó con habilidad el sujetador, liberando las tetas.

  • Qué ganas tenía de volver a vértelas.

Las amasó y lamió. Alicia elevó el trasero y Alfonso deslizó las bragas. Acarició sus muslos y bien aprendido se dirigió a su coño para lamerlo.

  • Muy bien.

Alicia deseaba también desnudarle y le apartó la cabeza de su entrepierna con un gesto. Le bajó con decisión el calzoncillo y la polla salió liberada y rebotó, bamboleándose tiesa. Alicia la miró con deseo y la acarició con la mano, provocando las primeras sensaciones placenteras en Alfonso. Acercó sus tetas y la apretujó entre ellas, sorprendiendo a Alfonso.

  • Joder que gusto Alicia, tienes las mejores tetas que he visto.

Escupió sobre la polla, se rió y la engullió. Se la estaba chupando con decisión, se la sacaba y le lamía todo el tronco, le besó el glande, provocando un espasmo en Alfonso, y se la volvió a tragar entera.

  • Joder, la chupas también como nadie me lo había hecho.

  • Que bien.

Siguió disfrutando de la polla de Alfonso hasta que paró y se recostó sobre la esquina, dispuesta a ser por fin penetrada vaginalmente por Alfonso. Este, esperaba con ansia ese momento, sonrió y besó a Alicia. Quería disfrutar la sensación de penetrar a una nueva alumna, la mejor amante de las que había disfrutado. De manera lenta y sin descanso le hundió la polla hasta el fondo, haciendo gemir a los dos. Inició un pausado folleteo que fue aumentando poco a poco en intensidad. Alicia reconoció en él a un amante experimentado.

  • Um, aaah, sigue, sabes bien lo que haces, aaaah.

  • Tu coño es también una maravilla, eres increíble Alicia. Aah.

  • Ah, ah.

  • Con la de pollas que te habrás metido y tienes aún el coño que te aprisiona la polla, que gustooo.

Alicia le dio una bofetada cariñosa y le sujetó de la espalda con más fuerza, disfrutando plenamente el polvo. Alfonso sintió que se venía, sacó la polla y se corrió en gran cantidad sobre las tetas de una sorprendida Alicia que se esperaba dentro la corrida. Le agarró la polla y se la limpió. El semen se le escurría ya por el estómago.

  • Siempre la limpio.

  • Joder como me gustas Alicia.

De manera lasciva y riéndose, Alicia se extendió el semen por las tetas y lo probó. Provocando la mirada extasiada de Alfonso.

  • ¿Cómo se te ocurre correrte en mis tetas?

  • Eh, es un buen sitio y no quería correrme dentro, ya sabes. - sacó un pañuelo de papel y le limpió el semen como pudo.

  • En ese caso no te habría dejado follarme a pelo. No me importa que te corras dentro, me gusta sentir el semen calentito como sube. Pero tampoco que de vez en cuando se me corran en las tetas. En la cara solo a mi novio, ¿vale?

  • Eres increíble, ya lo sé para la próxima vez. Tenía muchas ganas de correrme dentro de tu coño.

  • Pues eso. Y ahora voy a volver con las tetas pringadas y oliendo a tu semen, jiji.