Complicidad entre primos 48

Luis, cumple una nueva fantasía con Alicia, que se la devuelve. Alicia, por fin conoce a los padres de Luis y recibirá algún consejo de su madre. Marta, se verá azorada.

El sábado, Alicia bajó a por el pan y se encontró en el portal con el vecino  que desnudaba a ella y su madre con la mirada.

-         Hola. – Le dijo, sin atreverse a levantar la vista del suelo.

-         Adiós.

Cuando se lo contó a Marta, se rió bien a gusto.

-         Le has acojonado.

-         Si, jijiji.

Por la tarde vino Luis.

-         Hola, Marta.

-         Hola, Luis, ¿Qué tal las clases?

-         Bien.

-         Muy bien, le tienen envidia de verme conmigo, jiji, ¿a que sí?

-         Sí, con la chica más guapa y lista.

-         Desde luego. – Dijo Alicia sonriendo jactanciosa.

-         Venga. – Dijo Marta sonriendo.

En su habitación, Alicia se quitó el pantalón corto y la camiseta, sentándose en el borde de la cama.

-         No llevabas ropa interior debajo. – Dijo Luis sonriendo mientras se quedaba en calzoncillos.

-         ¿Te sorprende?

-         No.

-         No te voy a recibir en pelotas estando mi mamá delante, jiji. Me lo he puesto cuando venías.

-         Ya. Imagino que Marta estaría igual.

-         Sí. Mira que piensas en ella.

-         Sí, ya sabes. – Sentándose junto a ella.

Alicia le observó con una sonrisa picarona la entrepierna.

-         ¿No te lo vas a quitar?

-         Bueno, me lo quito ya, tienes razón.

-         Jijiji. Vienes preparado. – Observando un cipote tieso.

-         Contigo siempre.

-         Y ver a mi mamá, te ayuda por si acaso.

-         También. Hoy llevaba un buen escote.

-         Siempre te fijas.

-         Son unas tetas casi tan estupendas como las tuyas.

Mientras lo decía, se las agarró con las dos manos y la tumbó en la cama, besándola. Alicia sonrió tontorrona.

-         Yo las he visto y tú no, jiji.

-         Cariño, para hoy, ¿sabes? Se me ha ocurrido algo especial y sabiendo que eres tan especial. – Sin dejar de tener las manos sobre sus tetas.

-         ¿Qué cosa?

-         Um – Empezó a chuparle suavemente las tetas – he pensado si te podría hacer una doble penetración, es una fantasía guarra, ya lo sé, si tienes algo apropiado.

-         Es que eres un guarro, en verdad. – Respondió incorporándose, acordándose de las sesiones con su primo Manuel. – Sí que tengo un consolador si te refieres a eso.

-         Hombre, puedes meterte otra cosa.

-         Pero tú que te has tomado hoy, siempre pensando en meternos cosas por el chocho.

-         O el culo. No te enfades. – Dijo sonriendo.

-         Si no me enfado.

-         Tú me iniciaste en el sexo, de manera maravillosa. – Dijo conciliador.

-         Eso es verdad. – Dijo orgullosa. – Espera un momento.

Salió desnuda al pasillo y volvió del dormitorio de su madre blandiendo sonriente un consolador.

-         ¿Te refieres a esto?

-         Sí. ¿No te importa salir así al pasillo?

-         No, ya me ha visto desnuda y sabe de sobre lo que hacemos.

-         Es verdad. ¿Es de Marta?

-         De las dos – Alicia se sintió un poco azorada por la intimidad de su madre – Una mujer bien sabes que tiene necesidades. Lo empleaba más antes de conocerte, quiero decir, ya sabes.

-         Sí, y Marta ahora está separada.

-         Sí. - Dijo un poco cortante. ¿Qué quieres hacer?

-         Me pone cachondo la doble penetración coño y culo.

-         Verme bien llena, que pervertido eres. No te basta con tu polla.

-         Chúpamela un poco antes de empezar.

-         Eso encima.

Luis se puso de polla, muy contento de ver complacida su fantasía, pensaba en la increíble suerte que tenía. Le restregó la polla por la cara, mientras Alicia sonreía haciéndose la remolona. Finalmente se la puso en la comisura de los labios y abrió la boca.

-         Um. – Agarrándole la cabeza con suavidad.

Luis se dejó hacer una mamada lenta y suave. Sonrió y dispuso a Alicia sobre la cama a cuatro patas. A Alicia le gustaba cuando era Luis quien tomaba la iniciativa. Se acordó de las sesiones con Manuel, cuando fue penetrada doblemente varias veces y hasta en el mismo orificio, y cómo luego se lo hicieron igual a Marta, pensó en lo que hubiera pagado Luis por poderlo haber hecho. Y que ahora pensaba, cándidamente, que era la primera vez que tenía dos pollas dentro. Incluso en que había hecho un trío fracasado con Manuel y Leo y uno más gozoso con Manuel y Toni. Sentirse deseada y follada por dos hombres a la vez. Sentir dos pollas embistiendo en su interior. Sonrió cuando sintió la lengua de Luis recorriendo su coño y llegando al ano.

-         Qué bien me conoces.

-         Sí, y además si no, no te dejas, jaja, pero me gusta hacerlo.

-         Um, eres encantador.

Luis la penetró vaginalmente y le introdujo el consolador por el culo, disfrutando de la fantasía y tratando de acompasar los movimientos. Alicia trataba de ayudarle con el consolador.

-         ¿Te gusta, eh? Verme doblemente penetrada.

-         Sí, me pone muy cachondo.

-         Métemela por el culo y lo haremos mejor.

Luis obedeció, fiándose de la mayor experiencia de Alicia, como siempre, y eso que no sabía nada de lo anterior. Alicia acompasaba mejor dirigiéndose ella el consolador.

-         Ah, au, ahh, así mejor, amor.

-         Sí, sí. – Dándole una palmada en el culo.

-         Au.

Luis la siguió sodomizando rítmicamente. Nunca se cansaba de ver temblar los mofletes y las tetas al ritmo de las embestidas.

-         Espera un momento, así. Métemela por el coñito.

Alicia se recostó de medio lado y girando la mano se lo metió por el dilatado ano que le había dejado Luis.

-         Uf, que gusto, aah, aah.

-         Gracias, Alicia, me voy a correr dentro, toma.

Luis, eyaculó una gran cantidad de semen, se quedó recostado sobre Alicia, acariciándola tiernamente. Mientras, el semen empezaba a escurrirse sobre la sábana.

-         Mira que me lo dejas pringado. – Dijo sonriendo.

-         Perdona.

-         No te preocupes. Trae que te la limpio. – Una vez que acabó, sonrió maliciosa – No hemos acabado, amorcito.

-         ¿Qué?

-         Túmbate boca arriba y eleva las piernas, el culo en pompa.

Alicia le empezó a chupar la polla de nuevo y los testículos, cosa que gustaba bastante a Luis. Bajó más y empezó a hacerle un beso negro, que también le agradaba.

-         Ya está a punto.

Alicia le acercó el consolador y le introdujo levemente la parte del glande entre risas.

-         ¡Eh!

-         Pero si te encanta darme por el culo, para que veas lo que me pides, jiji.

-         Pero es distinto.

-         Claro, mi culo es más elástico. – Mientras empezaba a moverlo con suavidad.

-         Qué cosas tienes, Alicia.

-         Ya ves como te acaba gustando. Hala, suficiente por hoy. ¿Qué te ha parecido?

-         Una nueva experiencia.

-         ¿Pero que tal?

-         Mejor de lo que hubiera pensado, no tan mal.

-         Jiji, otro día te meto más.

-         Bueno.

-         Y seguro que me querrías meter esto y tu polla a la vez e mi culito, ¿eh?

-         Si me dejaras…

Relajados, se quedaron tumbados juntos y Alicia le contó lo del vecino mirón, riéndose los dos.

-         Lo tienes acojonado.

-         Eso mismo ha dicho mi mamá.

-         Bueno, mañana te esperamos a la una.

-         Ahí estaré, con un poco de suerte aún llevaré algo de tu semen dentro de mí, jiji.

-         Jaja, qué guarrilla eres, en el buen sentido, me gusta mucho que lo lleves.

Durante la cena, Alicia le dijo a su madre lo del consolador.

-         Me lo ha pedido y en ese momento no he pensado que sabría parte de tu intimidad, eso le pondrá más cachondo contigo, lo conozco. Ojalá lo hubiera tenido en mi cuarto.

-         No te preocupes hija, no pasa nada, a lo mejor se lo imaginaba ya. Hay confianza con él, mira como salgo a recibirle cuando viene. – Dijo con una sonrisa de tranquilidad para Alicia.

-         Eso es verdad, eres estupenda, mamá.

Alicia, acostada junto a su madre, les contó a Carla y Manuel con detalle lo ocurrido.

-         No sé a qué me recuerda. – Dijo jocoso Manuel. – Lo cierto es que me ha puesto bien cachondo. – Enfocando su polla.

-         Mira cómo te la mira Marta, te la echa en falta, jiji. Luego la disfrutará Carla.

-         Te has follado a las tres, con doble penetración y has participado en los dos tríos con Alicia. – Indicó Marta.

-         Soy un afortunado.

-         Y conmigo y Esther. – Apostilló Carla.

-         A las dos os apuramos al máximo. – Dijo Manuel mirando a Marta y Alicia.

-         Con mi mamá costó un poco más, jiji.

-         Pero lo conseguimos.

-         No os he contado el final, yo también se lo metí por el culo a Luis, para que viera lo que nos exigís.

-         Jajaja.

-         No te rías primito, Carla, ya aves qué hacer después de que te folle.

-         Desde luego.

-         Mañana voy a conocer a sus padres.

-         Compórtate, primita.

-         Por supuesto. Además son algo más conservadores.

-         Es que es difícil tener una madre como la tuya.

-         Claro. – Apostilló Carla.

Mientras, a Luis le costó algo conciliar el sueño, un poco nervioso por presentar a Alicia a sus padres. Pero, sobre todo, por la revelación o confirmación, del empleo de un consolador por Marta. Ya le turbaba la imagen sugerente de verla en kimono sabiendo que no llevaba nada debajo. Le costaba esfuerzo no abrírselo aún delante de Alicia y disfrutar de su cuerpo. Ese cuerpo que había visto desnudo detrás de la mampara de la ducha. Pensaba que a gusto le ofrecería la polla que creía que necesitaba Marta y que eso le parecía confirmar. Se puso a fantasear en ello y a acariciarse la polla en erección. Primero la penetraba con el aparato la vagina y el culo, haciéndose de rogar para emplear su polla, una polla de verdad para Marta y recordarle lo mucho que le había tentado con el kimono. Por fin tenía lo que estaba buscando. Cogió un pañuelo de papel y lo tiró mojado a la papelera.

El domingo se despertó Alicia, su madre, como siempre, ya estaba levantada y llevaba abierto el kimono.

-         Buenos días, hija, ¿has dormido bien?

-         Sí, buenos días.

-         Hoy debes causar una buena impresión a sus padres.

-         Lo haré, mamá.

-         Estoy segura. – Dijo sonriendo. – Mientras le servía la taza del desayuno.

-         Supongo que luego querrán conocerte a ti, me preocupa un poco cómo les digo lo del divorcio, cómo se lo tomarán.

-         No te preocupes, y si no lo entienden, que me pregunten.

-         Me hace gracia que me hablas de algo serio y estás con el chocho y las tetas al aire, jiji.

-         Eso no tiene que ver para lo que te digo.

-         Ya, pero es gracioso. Quítatelo del todo, total.

Alicia se incorporó y le quitó el kimono, abrazó a su madre y se besaron.

-         Voy a ducharme.

-         Yo me visto y bajo a por el pan.

Alicia salió desnuda por el pasillo.

-         Mamá, ven a ayudarme con lo que me pongo.

-         Ay, hija, no sabes con quién me he cruzado en el portal.

-         Con el vecino mirón, jiji.

-         Eso es, ni me ha mirado.

-         Así me gusta, que vayas desnuda por casa.

Finalmente, se puso un vestido claro estampado, con la falda por las rodillas, acompañado de una chaqueta fina de punto, a juego. En conjunto, estaba encantadora.

-         Estás muy bien, sexy para Luis y comedida para sus padres.

-         Gracias, mamá.

-         Además, como te conozco, se puede levantar y bajar con facilidad.

-         Jiji.

-         Sólo espero que no te pillen. Sé que te pone cachonda esas cosas. Aquí es distinto.

Alicia se fue un poco sorprendida por los comentarios de su madre. Llegó puntual y llamó al portal, de aquel edificio conocía el garaje. Una señora con una gran sonrisa y aspecto agradable le abrió la puerta, junto a ella, un señor también le sonreía con amabilidad.

-         Hola, Alicia, teníamos muchas ganas de conocerte.

-         Hola, y yo a ustedes, encantada.

-         Hola, Luis nos ha hablado mucho de ti.

-         Pasa, pasa. – Dijo la madre tras los saludos de rigor.

Pasaron al salón, donde una mesa ya estaba dispuesta.

-         Hemos preparado un pequeño aperitivo antes de comer.

-         Con mi madre no te irás con hambre.

-         Pasa con todas.

-         Eres aún más guapa de lo que nos había dicho Luis.

-         Muchas gracias. – Respondió Alicia sonriendo.

Durante la comida la conversación giró principalmente en torno a la universidad y que era su último año.

-         Os conocisteis ahí.

-         Sí, somos compañeros de clase desde el primer curso.

-         Pero no se ha fijado en mí hasta ahora. – Apostilló Luis.

-         Ya me caías bien desde el inicio.

-         ¿Y cómo fue? Si no es indiscreción. – Preguntó la madre.

-         Oh, no lo es. Pues de verse en clase y al final darse cuenta de que puede ser más que un amigo.

-         De hecho, fue ella la que me invitó.

-         Así es. – Dijo sonriendo mientras recordaba como lo cazó en el baño.

-         Ah, que bien. Voy a por el postre.

-         Uf, estoy llena, no sé si podré comer más.

-         Voy a por el licor. – Dijo el padre.

Luis aprovechó para posar su mano en el muslo de Alicia y esta le correspondió con la mano en la entrepierna. A su vuelta llevaba una bandeja de pasteles.

-         Un día, tenemos que conocer a tus padres. Porque vuestra relación es formal.

-         Tendrá que ser en dos veces, están separados.

-         Oh.

-         ¿Y no se pueden arreglar?

-         Me temo que no. – Dijo Alicia en tono diplomático.

-         Vaya, es una pena.

-         Yo sólo conozco a su madre, es encantadora.

Alicia se contuvo la risa.

-         Bueno, Luis nos ha dicho que queríais repasar una cosa de la universidad. Hay que ver que aplicados que sois.

-         Sí, mamá.

Alicia se giró a Luis y volvió a contenerse la risa.

-         Podéis venir a estudiar aquí siempre que queráis. Además, no siempre va a tener que ir a tu casa.

-         Gracias. No es ningún problema que venga.

Ya en su cuarto, dijo Alicia sonriendo.

-         Muy ingenioso lo de que tenemos que repasar algo.

-         Así nos quedamos solos.

-         Repasar mis tetas querrás, jiji.

-         Sí.

-         Así mejor. – Dijo Alicia bajándose el escote. A su vez, se levantó la falda y se giró sobre sí misma.

-         Fenomenal.

Luis la sentó sobre sus piernas y la empezó a besar y meter mano, sus manos iban de las tetas a los muslos. Le sacó una teta y la succionó.

-         Este es el repaso.

-         Jiji. ¿Y si vienen tus padres ahora? ¿Te imaginas?

-         No vendrán.

-         Pero me da morbo, la primera vez en tu cuarto, con tus padres en casa. Cada vez que vengamos.

-         Entre semana mi padre no vuelve de trabajar hasta las ocho. – Luis le metió la mano baja las bragas buscando su vagina – Estás mojada.

-         Claro.

Se incorporó y se levantó la falda y deslizó las bragas a la altura de la cara de Luis, que empezó a lamer ese coño jugoso. Alicia le apretó la cara contra su coño y Luis le agarró del culo.

-         Así me haces mientras te chupo la polla, jiji, y esto lo puedo hacer pocas veces. Me despatarras y ya.

-         Hazlo siempre que quieras, me gusta que me controles.

-         Ya es hora de ver tu polla.

Ella misma se la sacó y empezó a chuparla con fruición. Metiéndosela por completo.

-         Y ahora a mi chochito, me voy a follar a mi novio en su cuarto, con sus padres en casa.

-         Fóllame.

Alicia puso un gesto de placer morboso al introducirse la polla hasta el fondo y empezar a cabalgarle. Ambos reprimieron los gemidos. Luis la agarraba con fuerza de las caderas.

-         Me voy a correr.

-         Córrete, dame tu semen, todo, en casa de tus padres.

Alicia sintió el fluido caliente y sonrió satisfecha. Le miró riéndose. Se descabalgó y se subió las bragas y se recompuso el vestido.

-         Por si vienen, jiji.

Luis aún mantenía la polla alzada. Alicia se la limpió y sonrió al tragarse los restos de semen.

-         Aún te cabía el postre.

-         Cabrón.

-         Otro día te follaré yo.

-         Claro.

-         Y te la meteré por el culo.

-         También. Bueno, me voy ya.

-         Te acompaño.

Sus padres estaban sentados en el sofá viendo la televisión.

-         Ah, que te vas ya. ¿Ha ido bien ese repaso?

-         Muy bien.

-         Sí. – Aseveró Luis.

-         Nos alegra. Ya sabes que puedes venir siempre que quieras.

-         Gracias, lo haré. Vendremos a estudiar más veces. – Dijo mirando a Luis.

Alicia llegó a casa y se sentó junto a su madre, que estaba en el sofá con el kimono abierto.

-         ¿Qué? ¿Cómo te lo has follado?

-         En su cuarto, mientras sus padres veían la tele. Luego con Carla y Manuel te cuento los detalles.

-         Ya lo sabía que lo harías.

Alicia la besó en los labios mientras le acariciaba una teta.

-         Aún puede que tuviera algo del semen de Luis, jiji.

-         Ay, hija.

-         Seguro que no te desagrada.

-         No. – Respondió sonriendo.

-         Lo guardo todo en mi chochito, ¿quieres?

-         Sí, que morbo.

Alicia se desnudó y puso su coño delante como había hecho con Luis.

-         Buscando el semen del novio de mi hija.

-         Te has convertido en una pervertida, mamá.

-         Tú me has ayudado. Um, que rico tu chochito. ¿Cómo se te ocurren estas ideas?

-         Jiji, no lo sé, te juro que se me acaba de ocurrir. Sé que echas en falta a Manuel.

-         Qué buena hija eres. No sé cómo no se te ha ocurrido antes.

-         Haría cualquier cosa por ti, mamá.

Marta se acabó de quitar el kimono y tenía una cara de lujuria.

-         Me has puesto cachonda, hija. Cómeme el coño, lo tengo mojado.

-         Encantada.

Le introdujo un dedo y se lo llevó a la boca de Marta, que lamió con placer. Luego empezó a recorrer el coño buscando el clítoris y provocando espasmos de placer en su madre.

-         Ay, hija, nadie me come el coño como tú.

-         Sé lo que te gusta, ¿ni siquiera Carla?

-         Ella me lo hace casi tan bien como tú. Alcánzame tus bragas.

-         Um, que rico olor a semen y también siento tu corrida. Aún están húmedas.

-         Qué bien que te guste. A partir de ahora todos los días que folle.

-         Eso es. No descansas ni uno, hija. Anda, ve a por la polla y fóllame.

Alicia volvió rápidamente. Marta estaba expectante con las dos manos abriéndose el coño.

-         Fóllame con fuerza.

Alicia lo movía con fuerza y rapidez, hundiéndolo por completo. Mientras observaba el rostro de placer de su madre. Finalmente, su cuerpo quedó relajado y ella con una sonrisa de satisfacción.

-         Pero que tía más depravada tengo. – Expresó Manuel.

-         Buscando el semen del novio de su hija. – Completó Marta.

-         Miradla, se está poniendo roja por decirle esto y está desnuda delante de vosotros. – Indicó Alicia.

-         Ay, chicos.

-         A falta de mi semen, bueno es el de Luis.

-         Cachondo te ha puesto, mira que polla. – Señaló Carla.

-         Tu coñito también lo echa en falta. – Siguió Alicia.

-         Y yo el suyo.