Complicidad entre primos 46

Llega la cena entre Luis, Alicia y Marta, a la que no puede dejar de mirar. Luis disfruta de ver las reacciones al volver a clase como pareja. Ruth, por fin se decide y Alicia hace los preparativos.

Luis llegó puntual a casa de Marta. Estaba esplendorosa, un elegante vestido negro le ceñía su esbelta figura, le llegaba a marcar los pezones. Le dio cariñosamente dos besos. Alicia llevaba un vestido azul, con falda con vuelo por encima de las rodillas y un buen escote. Iban llamando la atención y muchos se giraban para verlas en la calle.

-         ¿Has visto como nos miran, mamá? Estamos muy guapas. ¿Verdad Luis?

-         Sí.

-         Menos mal que no eres celoso.

En el restaurante, el camarero puso un especial empeño en atender bien su mesa. La conversación empezó con el último año de curso, que empezaban el lunes siguiente.

-         Sé que tenéis una relación firme y estable, y que en un futuro viviréis juntos.- Dijo Marta.

-         Sí, mamá. – Respondió Alicia sonriente.

-         Así es, Marta. Me gusta mucho Alicia y tú eres muy amable conmigo.

-         Eres encantador y me gustas. – Respondió Marta sonriente.

-         He tenido buen gusto. – Concluyó Alicia.

-         Bueno, disculpadme que voy al baño. – Indicó Marta.

Alicia esperó unos momentos y dijo a Luis.

-         Miras a mi mamá más que a mí.

-         Me estaba hablando.

-         Ya, ya, y le mirabas las tetas. – Dijo acercándose al oído.

-         Un poco, sí, está muy guapa, es que se le marcan los pezones. – Hablándole cerca del oído.

-         ¿Crees que ella no se da cuenta?

-         Supongo que sí.

-         Yo también llevo buen escote.

-         Y te lo miro también, y más gente.

-         Bueno.

-         Ya que estamos…

-         ¿Qué?

-         Gracias. – Luis se las dio al camarero que acababa de traerle las copas. Esperó que se alejara y prosiguió. – Cuando tu madre sale en kimono, sé que no lleva nada debajo.

-         ¿Te parece el sitio adecuado para decírmelo?

-         Pues…

-         Si lo quieres saber, sí, va sin nada debajo y se lo pone cuando vienes para no salir a recibirte en pelotas, yo también voy desnuda por casa. – Dio un buen trago a la copa.

-         ¡Ah!

-         ¿Se te ha puesto dura?

-         Ya la tenía.

-         Seguro que esto ha acabado de ponerte cachondo jiji.

Marta apareció sonriente.

-         Ah, que bien que nos han traído las copas.- Dio un trago. - ¿De qué hablabais?

-         De lo guapa que estás, mamá.

-         Gracias.

El resto de la velada, Luis procuró mirar más el escote de Alicia que los pezones de Marta.

-         Bueno, os dejo sólos que querréis estar a gusto a vuestras cosas.

-         Estamos muy bien contigo, Marta. Además hemos quedado.

-         Sí, pero estoy un poco cansada, me iré a casa y os podéis ir de marcha.

-         Te acompañamos, mamá.

Luis no pudo evitar clavar la vista en el culo de Marta al incorporarse, bien marcado por el vestido. Ya en el portal, Marta volvió a darle dos besos y Luis aprovechó para cogerle de la cintura y sentir la dureza de sus tetas en el pecho. Hizo un esfuerzo por no estirar la mano y agarrarle una.

-         Casi le cojo una teta a tu madre.

-         ¿No te bastan las mías? Guarrete.

-         Pues claro. – Estirando la mano a una teta aprovechando que no pasaba nadie, lo que hizo reír a Alicia.

-         ¿Vamos a tomar algo o nos subimos a casa?

-         Ya sabes que no puedo quedarme la noche en tu casa.

-         No podrías resistir ir al dormitorio de mi mamá a follártela.

-         Qué mala eres. Sabes que no.

-         ¿Tienes que pedir permiso a tu mamá?

-         Para que no se preocupe. Mis padres no tienen una mentalidad tan abierta como Marta.

-         Ya, ya. Y para follar conmigo ¿también lo has hecho? Jiji

-         Para eso no.

-         Llegará un día que vivamos juntos, ¿no te van a dejar si no nos casamos?

-         Lo admitirán, sin más.

-         Pues también será normal que un día duermas en mi habitación.

-         Ya me gustaría, pero por ahora no. Ten paciencia.

-         Sí.

-         Por cierto, que ellos también quieren conocerte.

-         Ya quedaremos un día.

-         Que vengas un domingo a comer.

-         De acuerdo, cuando me digan.

-         Les tendré que decir que Marta se ha separado.

-         Bueno, bueno no te preocupes. ¿Crees que a estas horas habrá algún vecino? Vamos adentro.

Alicia le contó el incidente de la mañana e hizo reír a Luis.

-         Por lo menos ha tenido esa visión.

-         Joder, lo mismo que me ha dicho mi mamá.

Los dos se rieron. Alicia le miró con la cara que le gustaba a Luis y se besaron. Subieron a los trasteros.

-         Con lo bien que estaríamos en mi cama, ahora.

Alicia se sentó en la escalera y Luis aprovechó la diferencia de altura para que le hiciera una mamada. Alicia la acogió gustosa y ya tenía ganas de volver a tenerla en su boca. Luis también y más con la conversación sobre Marta, despacio le follaba la boca, disfrutando. Cuando se la sacó, le dio dos golpecillos en las mejillas, que hizo sonreír a Alicia. Sin decir nada, se incorporó y se apoyó en el barandado. Luis le bajó el vestido y amasó sus tetas mientras volvía a besarla, le succionó una teta y llevó su mano bajo la falda, palpándole el culo y la vagina. Alicia exhaló un suspiro de placer. Le levantó la falda y le bajó las bragas hasta los tobillos, Alicia elevó el culo y abrió un poco las piernas. A los dos les daba morbo follar en un sitio nuevo y tan cerca de la vecindad. Luis le introdujo un dedo en su vagina mojada y lo secó en una teta. Se le endurecieron más los pezones y Luis pasó su lengua del ano a la vagina, se centró en esta con grandes lametones.

-         Métemela ya.

Alicia sonrió al sentirse penetrada, lenta y profundamente, con tranquilidad se la fue follando mientras ambos reprimían sus gemidos. Finalmente una gran corrida llenó a Alicia. Sonrió y se cerró los labios vaginales.

-         Me gusta guardar todo tu semen.

Se recompuso el vestido y se sentó para completar la limpieza de polla. Luis llegó a casa y en la cama se durmió pensando en Marta.

Por la mañana, Marta y Alicia estuvieron comentando lo bien que había ido la cena.

-         Me alegra mucho, hija.

-         Luego follaremos para celebrarlo, jiji.

-         Sí, antes de que venga Luis y nos pille.

-         Le pondría cachondísimo, estoy segura de que es una fantasía que tiene.

-         Sí. Anoche se fijó mucho en mis tetas.

-         Dijo que se te marcaban los pezones.

-         Uy. – Dijo levemente ruborizada.

-         También me dijo que sabe que no llevas nada bajo el kimono.

-         Uy, como lo caliento.

-         Jiji. ¿Tú crees que era el sitio en el restaurante?

-         Jeje, no, pero bueno. Te he de decir algo, a veces, cuando os oigo follar, me pongo junto a la puerta y me masturbo.

-         Muy bien.

-         Me excita, es morboso.

-         Se me ha ocurrido una idea.

-         Cuando sonríes así… a ver.

-         Las dos tenemos fotos de la otra desnuda.

-         Hija, eso no se lo puedes enseñar, ahí sí sabrá lo que nos llevamos entre manos.

-         Ya, ya. Como el otro día que te espiamos en el baño y lo sabías. Yo te hago unas fotos como robadas y se las enseño como favor.

-         Umm – Marta sonrió pensativa mirando al techo.- En verdad no me importa que me vea desnuda, me halaga y me excita. Pero no sé cómo te deja a ti.

-         Por eso no te preocupes, ya sabe como soy. Luego cuando te vistas te saco unas fotos como si te espiara desde la puerta, tu hazte la despistada pero que se te vea bien todo.

-         Todo, todo.

-         Eso es, tu chochito también, le va a encantar, jiji.

-         Me estás convenciendo jeje.

-         Es curioso, él en sueños te viola y tú en cambio en sueños te lo follas con dulzura, y quieres que te vea desnuda.

-         Ay, hija, jeje.

-         A lo mejor se las enseño y va directo a follarte.

-         Uy.

Por la tarde vino Luis y Marta procuró un buen escote en el kimono para recibirlo.

-         Buf, menudo escote llevaba Marta.

-         ¿Mejor que este? – Dijo mostrando sus tetas.

-         No, pero después de las tuyas.

-         ¿Ha dicho algo Ruth?

-         No, le llamaré esta semana a ver.

Se acabó de desnudar y tumbó sobre la cama a Luis. Se metió la polla y empezó a follarle.

-         El último polvo antes de volver a clase.

-         Sí, la cara que van a poner.

-         Ya te estás regodeando.

-         Desde luego.

Alicia no le dejó moverse hasta que volvió a sentir el semen caliente. Entonces se descabalgó y le limpió la polla.

Alicia y Luis entraron cogidos de la mano a clase, algunas caras mostraban sorpresa y otras hasta envidia. Varios se sintieron decepcionados de no poder optar a estar con ella. Luis saboreó su triunfo y se sentaron juntos. Al salir de clase le dijo Alicia.

-         Lo has disfrutado, ¿eh? La envidia que te tenían.

-         Sí, la verdad que sí. Ya lo había pensado.

-         Jiji.

-         Habría que celebrarlo…

-         Joder, luego dices de mí, con lo tímido que eras antes, ya lo hemos celebrado por anticipado, ayer.

-         Pero hoy no. Contigo pierdo la timidez, ya lo sabes.

-         Son casi las 3 y he de ir a casa a comer.

-         Con lo que te gusta comerme la polla.

Alicia sonrió, sabía que era difícil de parar a Luis cuando se lanzaba a hablarle así.

-         Venga, que vivimos cerca, yo me tendré que inventar algo y tú puedes decirle la verdad a Marta. – Insistió.

-         Vaaale.- Dijo sonriendo y mordiéndose el labio.

-         Guay.

-         Venga, vamos al trastero, ahora habrá más ajetreo en el garaje.

Llegaron, y Luis, presuroso, se sacó un cipote erecto que se balanceaba altivo, lo que hizo reír a Alicia.

-         Venga a comer. – Ofreciéndoselo.

Alicia sonrió y la agarró gustosa palpando su dureza con satisfacción, y con gula se la metió a la boca. Luis le marcaba la mamada agarrándole de la cabeza y trataba de metérsela lo máximo posible. Alicia tomó aire y aprovechó para quitarse la camiseta y el sujetador. Sus tetas se mostraban firmes y apetecibles como siempre, con los pezones endurecidos. Le agarró la polla y se la refrotó entre las tetas. Luis la giró cara a la pared y le bajó el pantalón y las bragas casi a la vez. Recorrió con su lengua de la vagina al ano varias veces con grandes lametones. Alicia se estremeció. Le dio una palmada en el culo y la penetró vaginalmente con decisión y hasta el fondo. Los dos contenían los jadeos. Luis le agarraba de las tetas y la besaba. Le sacó la polla y se la metió en el culo de igual manera, lo que hizo emitir un gemido ahogado a Alicia.

-         Cuida con los vecinos. – Musitó.

-         Ojalá nos viera el niñato ese que me dijiste.

-         Jiji.

-         Que me tenga envidia también.

Se la sacó del culo y se la hundió en la vagina. Tras dos empujones se corrió copiosamente. Los dos se miraron sonriendo. Le limpió la polla y se vistieron.

-         Y aún querrás el polvo de la tarde. – Dijo Alicia.

-         Por supuesto.

Luis llegó a casa.

-         Perdón que llegue tarde, he estado hablando con unos compañeros de cómo ha ido el verano.

-         Ah, muy bien. – Respondió su madre.

Marta observó sonriendo socarrona a Alicia.

-         Por la cara que traes vienes de follar.

-         Ha sido Luis que me ha insistido.

-         Poco lo habrá tenido que hacer.

Alicia se rió mientras se iba a su cuarto. Más que a cambiarse de ropa, a desnudarse y dejar la ropa en el armario.

-         Todavía tengo su lechecita dentro. – Dijo al sentarse a la mesa.

-         Ay, hija.

-         Ya sabes que me gustar guardarla. Tú hacías lo mismo con la de Manuel.

Marta miró hacia el techo con una sonrisa ligeramente melancólica.

Por la tarde vino Luis, que había convencido a sus padres de que iba a estudiar con su novia. Y le habían apremiado para conocerla.

-         Ya vienes para estudiar juntos. – Marta le sonrió con socarronería y se echó a reír.

-         Sí, para que negarlo.- Respondió Luis, atrevido. Alicia sonrió.

-         En serio mamá, también estudiaremos, hay tiempo para todo.

-         Bueno, al menos veo que vienes con una carpeta de apuntes. – Observó Marta.

Al llegar a su cuarto, los dos se desnudaron rápidamente.

-         Con la confianza que tienes con Marta, podrías salir desnuda, no haría falta vestirte para quitártelo enseguida.

-         Jiji, pues tienes razón, pero bueno, hay que guardar un poco las formas, ¿no crees?

-         Sí.

-         Tú también podrías desnudarte ya en el salón y lo haces aquí. Seguro que no te importaría hacerlo delante de mi mamá.

-         La verdad es que no.

-         Salido. – Dándole una palmada en la polla.

-         Y si ella estuviera desnuda tampoco me importaría, cuando no estoy yo vais así por la casa.

Alicia abrió la boca y frunció el ceño para luego reírse.

-         Guarro. Depravado. – Dándole una palmada más fuerte. – Mira como te rebota la polla. Eso querrías.

-         Si me lo cuentas tú, cariño, no te molestes.

-         Díselo a mi mamá a ver que te dice.

-         Hombre. – Se encogió de hombros.

-         Querrás que se lo diga yo encima. Bueno, ahora me toca a mí.

Alicia le recostó y se introdujo la polla, cabalgando. No le dejó moverse hasta que se corrió.

-         Bueno, habías venido a estudiar. Vamos a repasar.

-         Sí, ahora que estamos relajados.

El martes a mediodía, Alicia recibió una llamada, estaba en clase y luego vio que era Ruth, sonrió. Le llamó al salir de clase.

-         Hola, Ruth ¿qué querías?

-         Hola, tengo poco tiempo, tengo que ir a la tienda.

-         Tranquila, cuenta, ¿ya te has decidido?

Hubo un silencio.

-         Sí. – Le costó decir.

-         Ah, que bien, ¿y qué es?

-         Que sí, ya te lo he dicho.

-         Qué bien, me alegro mucho por ti.

-         Gracias.

-         No hay de qué, pero tenemos que hacer preparativos.

-         ¿Qué?

-         No puedes presentarte así, te vendrá muy bien un cambio de look. Te aconsejo una media melena.

-         No sé si podré esta semana.

-         Inténtalo.  Y ropa nueva. Quedaremos una tarde.

Todas las tardes iba Luis a estudiar y follar a casa de Marta y Alicia. Esta le informó de las novedades.

-         Muy bien.

-         Te traigo una doncella, te quejarás. Le va a venir muy bien echar un polvo, jiji.

El sábado por la tarde, había conseguido Ruth que le dieran libre en la tienda de sus padres.

-         Me ha costado mucho y más aún porque ayer fui por la mañana a la peluquería.

-         Estás muy bien, mucho más guapa. Ahora pareces una chica de tu edad, salvo por la ropa.

Estuvieron mirando y al final, a pesar de algunas objeciones de Ruth, fueron a los probadores. La dependienta y Alicia se miraban entre ellas.

-         Bueno, al fin te voy a ver desnuda, no quisiste en la piscina.

-         En ropa interior.

-         No, no, te tengo que ver enterita, jiji. Para saber que le llevo a mi Luis.

-         ¿Pero?

-         Nada, nada.

Alicia se anticipó y le desabrochó el sujetador. Instintivamente, Ruth se tapó con las manos y Alicia se las apartó sonriendo.

-         Que tetas tan bonitas tienes, seguro que le encantan, redondas y firmes. – Colocándole sus manos sobre ellas.

-         ¿Pero?

-         Tranquila, estamos entre amigas. A mí ya me has visto desnuda. ¿Me las quieres tocar? – Levantándose la camiseta.

-         No, no.

-         Venga, las braguitas abajo, ¿o lo tengo que hacer yo todo?

Ruth se bajó las bragas y se quedó inmóvil. Alicia le examinó.

-         Um, menuda selva que tienes ahí, así no puedes presentarte ante mi Luis. Mira como lo tengo yo, ¿te acuerdas?

-         Sí, sí.

Alicia ya se había bajado todo y le mostraba su chocho.

-         Así, bien depilado, con una rayita de vello fina si quieres.- Señalándosela y recomponiéndose. – Lo solucionaremos luego en casa, ya lo tenía previsto. Gírate. – Alicia le observó y palpó el culo. – Um, muy firme también. Eres una chica muy sexy pero no lo sabías aún. Venga, ya te puedes probar la ropa.

Todavía algo azorada, se fue probando hasta que se decidieron y pidieron una última opinión a la dependienta.

-         Le queda muy bien.

Cuando se despedían, Alicia se giró y le guiñó el ojo a la dependienta.

-         ¿Seguro que no hay problema en tu casa?

-         Con mi madre ninguno, tranquila.

-         ¿Y tu padre?

-         Se acaban de separar.

-         Uy, lo siento. Debe ser terrible.

-         Gracias. No te preocupes.

-         Pero me da corte que esté.

-         Ahora cuando vayamos estará, te la presento, pero mañana estaremos solas.

-         Ah, que bien.

-         Así estarás más tranquila.

Al llegar a casa, Marta estaba viendo una película. Advertida por su hija, llevaba un chándal de andar por casa, para no escandalizar a Ruth. Se incorporó del sofá.

-         Ah, os pasáis por aquí, ¿qué tal han ido las compras?

-         Muy bien mamá. Esta es Ruth.

-         Bienvenida, encantada de conocerte, me llamo Marta.

-         Hola señora, soy Ruth. – Dándole dos besos.

-         Llámame sólo Marta. – Respondió sonriendo.

-         Vamos a mirar una cosa. – Dijo Alicia.

Marta las observó sonriente mientras se alejaban. Ya sabía que cosa era. Pensó también que la chica era atractiva bajo esa capa puritana.

-         Desnúdate. – Le indicó Alicia mientras ella hacía lo propio.

-         ¿Pero por qué lo haces tú también?

-         Porque te voy a enseñar como se hace.

Alicia se acordó de cuando depiló a Manuel y a Luis y sonrió. Le estuvo dando indicaciones mientras se acicalaba el coño. Luego, con mucha delicadeza empezó con el coño peludo de Ruth. Tenía la piel morena y un vello castaño oscuro casi negro.

-         Así, ¿ves? Menuda pelambrera llevabas. No pasa nada, con cuidado.

A mitad de faena le indicó.

-         Prueba tú ahora. Lo estás haciendo muy bien. Espera. Mira, así se te queda como a mí, con una rayita, estamos ya preparadas para que nos echen un buen polvo, jiji.

-         Muchas gracias, Alicia, eres una gran amiga.

-         De nada. Otro día puedes dejarte otra cosa o rasurártelo entero. Como tú prefieras.

-         Sí.

-         Tengo un regalo para ti, te hará falta.

-         Anda, un kit completo, muchas gracias.

-         De nada. Hazme sólo un favor.

-         ¿Cuál?

-         Pierde esa vergüenza. Tócame las tetas, que no quisiste en la piscina.

Ruth, se puso roja pero no se pudo negar, las agarró levemente.

-         Más fuerte, así. – Dijo mientras apretaba las de Ruth y se reía. – No pasa nada ni te has muerto. Tienes unas tetas parecidas a las mías, un poco más pequeñas pero con esa ropa no se te lucían nada.

Esa misma noche, Marta se reía bien a gusto mientras Alicia le contaba todo.

-         Me sigues asombrando, hija lo que consigues con esa sonrisa beatífica.

-         Y mañana la desvirgamos, jiji.

-         La estás pervirtiendo.

-         Una buena polla necesita.

-         Por cierto, no está mal, ¿eh?

-         Para nada, desnuda gana mucho, y eso que no la viste con los pelos rancios que llevaba antes.

Luis fue con antelación el domingo, excitado ante la perspectiva que se le presentaba. Se rió bien a gusto mientras Alicia le ponía al día.

-         Te echaría un polvo mientras viene y no, pero quiero estar a tope cuando venga.

-         Tranquilo, que vendrá, guárdate para ella. Si te quedan fuerzas luego…

-         Ya.

-         Ni se te ocurra darle por el culo, ya hace bastante esfuerzo viniendo. La conozco. No quiero que la asustes.

-         Tranquila, que la primera cita nunca la enculo. Seré muy delicado.

-         Eso espero. Al menos hoy, jiji.

-         ¿Y Marta?

-         Con una amiga, así Ruth se siente más cómoda.

-         Ah. ¿Por qué no la recibes desnuda? Total va así por casa habitualmente y vas a estar viéndolo todo.

-         Jiji, qué cabrón puedes ser. Buena idea. ¿Y tú?

-         No me importaría, pero prefiero que decida ella si me quita la ropa o no.

-         Bien.