Complicidad entre primos 44
A Luis le sigue aumentando el deseo por Marta y Alicia sigue jugando. Ruth le cuenta un problema a Alicia que le propone una solución. Luis queda con la dulce Andrea y cumple otra fantasía con Alicia.
La mañana del sábado, Alicia acompañó de compras en el supermercado a su madre. Siendo objeto de miradas indiscretas una vez más. Las dos se lo tomaban burlonamente, salvo que fuera algún chico guapo y entonces comentaban entre ellas.
Por la tarde vino Luis a casa. Le agradó ver a Marta, que llevaba un pantalón corto que realzaba la finura de sus piernas y un top, que realzaba sus pechos, firmes y bien marcados, y dejaba ver un vientre plano. Le dio dos besos y le encantó sentir la suave piel de su cintura al natural. Cuando se giró pudo ver bien marcado el trasero, firme y apetecible. La piel bronceada de Marta contrastaba con la blancura de Alicia. Marta se sabía observada y deseada y disfrutaba interiormente mientras sonreía. Alicia llevaba un conjunto similar negro y fucsia, del que se despojó nada más entrar en su cuarto.
- A ver si así te fijas un poco en mí. – Le recriminó entre risas.
- Ya sabes que me encantas. – Respondió conciliador mientras empezaba también a desnudarse.
- Y mi mamá también.
- Sí. ¿Cómo es desnuda tu mamá?
- Preciosa.
- Eso ya me lo imagino habiéndola visto vestida. ¿Cómo es su cuerpo?
- Pues como se lo ves… Tipo fino, elegante, piel suave, se le mantiene todo firme. Dos grandes tetas firmes, un culo respingón, piernas finas y torneadas.
Alicia observó divertida como se endurecía más la polla de Luis y apuntaba al techo.
- ¿Y cómo tiene el chocho?
- Sin pelo, como una niña, sonrosado y recogidito. – Alicia eludió detalles sobre su clítoris que tan bien conocía.
- Buf.
- Te he puesto cachondo ¿eh? – Clavando su vista en el cipote.
- Sí.
- Llevamos una buena conversación, desde el principio. Yo también estoy mojada.
- ¿Te pone tu mamá? – Dijo riéndose.
- Mira que sois guarretes con las fantasías lésbicas. – Eludió Alicia. Sabía lo mucho que aquello pondría a Luis pero no podía decirle nada. Incluso entonces tendría esperanzas de hacerse un trío con ellas.
- Yo podría estar ahí…
- Depravado. – Dijo dándole un golpe en la polla que la hizo rebotar. Cosa que hizo reír a los dos.
- Ten cuidado, hombre.
- Pues no digas guarradas, que todo tiene un límite.
- Tienes razón.
- Te la voy a curar. – Dijo empezando a chuparla. Se colocó de rodillas frente a él, sentado en el borde de la cama. Luis le acariciaba y apartaba el pelo.
- Sí, mejor, pero no es suficiente, sigue.
Alicia le echó una mirada y siguió con su labor con total dedicación. Luego lo empujó hacia la cama y se encasquetó la polla directamente al coño, cabalgando sobre él.
- Eres un guarrete. – Le decía riéndose dándole mini bofetadas con las dos manos.
- Y tú una guarrilla.
A lo que Alicia respondía con más mini bofetadas. A Luis le gustaba sentirse dominado por ella.
- Me gusta cuando te pones así.
- Pues ya vas a ver.
Con un último golpe de coño consiguió que Luis se corriera. Satisfecha, se tumbó junto a él.
- ¿Sabes? No está mal la recepcionista de la autoescuela, una madurita de 35 años o así.
Consiguió captar la atención de Luis, entre curioso y algo excitado.
- Es muy simpática. Melena corta, guapilla de cara, sonriente, algo bajita pero bien formada. Culo redondo y tetas también.
- Ya, interesante por lo que dices. ¿Por qué me lo cuentas?
- Para excitarte jiji.
- Qué ideas tienes.
- ¿No te fijaste ayer?
- No.
- Hazlo la próxima vez. Lo malo es que está casada, lleva anillo, si no te importa liarte con una casada jiji.
El domingo a media mañana, Alicia recibió una llamada que le sorprendió un poco al verla, era su amiga mojigata Ruth.
- Hola Ruth, ¿Cómo estás?
- Hola Alicia, no estoy bien. – Dijo pesarosa.
- ¿Y eso? ¿Qué te pasa?
- He discutido con Rodrigo, el chico del que te hablé. Todo empieza que me empecé a tocar como me dijiste, poco a poco, por curiosidad. Y…
- ¿Y? – Alicia estaba curiosa y se contuvo la risa.
- Y… me gustó, ya está.
Alicia abrió mucho la boca y pensó el efecto que había provocado en su amiga.
- ¿Y qué problema hay? No hay nada de malo en eso, al contrario.
- Pues que quise ir más allá y… jolín, me da vergüenza.
- Tranquila.
- Que le planteé tener relaciones a Rodrigo y se escandalizó. Se enfadó mucho y dijo que si acaso era una furcia y una ramera. Que si había perdido el juicio.
- ¿Ves? Ya te decía. No tiene ninguna razón para tratarte así, defiéndete.
- Ya, es que me ha dejado, no quiere saber nada, no responde a mis llamadas.
- No pierdas el tiempo, así de claro. Es un cavernícola.
- Es que me gustaría aclararle…
- No vale la pena. Piensa que ni quiere hablar contigo. Pasa página. Hay más chicos ahí.
- Muchas gracias por escucharme.
- De nada, somos amigas, ¿no?
- Sí.
- ¿Y qué piensas hacer ahora?
- Por eso te llamaba, estoy hecha un lío.
- Sigue conociendo tu cuerpo y haz lo que tú quieras. No lo que te impongan los demás. Sal por ahí, conoce gente.
- ¿Me podrías acompañar un día a comprar ropa?
- Claro que sí, cuando quieras. Y… déjame pensar, dame un poco de tiempo y creo que te podré ayudar más.
- Muchas gracias.
- De nada, cuídate, adiós.
- Adiós.
Al colgar el teléfono, se rió tan fuerte que Marta fue a su cuarto a preguntar qué pasaba. Alicia le contó todo y provocó la risa en su madre.
- Como perviertes a la gente hija, qué persuasiva.
- Falta le hacía.
- ¿Qué estás pensando? – Marta había visto la expresión maliciosa de su hija y esta le dijo algo al oído. - ¡Ah! Abriendo mucho la boca.
Esa tarde, Luis había quedado con la dulce Andrea, aprovechando que sus padres habían ido a visitar a unos amigos. Llevaba un pantalón y camiseta grises, de andar por casa, pero que la presentaban sexy. Sonrió mucho al ver a Luis.
- Hola. – Le dijo modosa
- Hola, me alegra verte.
- Yo también.
Fueron a su cuarto y se empezaron a desnudar. Ella se quitó la camiseta y no llevaba sujetador.
- Qué firmes tienes las tetas. – Dijo mientras se las tocaba. – Estás con los pezones duros. – Empezando a lamérselos.
- Sí. – Dijo entre suspiros.
A Luis se le estaba poniendo muy dura y se acabó de desnudar rápidamente. Andrea, en bragas, clavó su mirada en aquella gran polla y la tocó. Sin decirle nada empezó a mamarla con fruición y con cierto orgullo de provocar esa erección tan grande. Sin problema la manejaba.
- Um, qué bien la chupas. Recuerdo cuando no te cabía entera. – Andrea sonrió y la volvió a engullir – Hoy acabaremos el aprendizaje y te entrará entera por donde ya sabes.
Andrea sonrió levemente y se incorporó. Se bajó las bragas y mostró un reluciente coño.
- Qué bien, sin nada de pelo. – Dijo Luis gratamente sorprendido.
- Pensé que te gustaría así, me alegra.
- Antes también me gustaba con ese vello marrón claro, pero ahora más.
Andrea se tumbó en la cama esperando lo que le hiciera Luis. Este le empezó a comer el coño, tierno y jugoso, mientras ella emitía leves gemidos.
- Im, ah, aaay.
- Qué dulce eres.
Empezó a juguetear con sus tetas, firmes y apetecibles, la besó y a continuación la penetró muy despacio, disfrutando de abrirse camino en esa estrecha cavidad, hasta el fondo. Empezando a follarla suavemente. Ahora emitía unos gemidos más perceptibles.
- Ahora tú, venga.
Se desacopló y se tumbó boca arriba, como su polla enhiesta seguía apuntando. Andrea con cierta precaución y cuidado se fue metiendo la polla despacio y empezando a moverse cadenciosamente. A Luis siempre le encantaba esa visión de su amante con las tetas moviéndose rítmicamente.
- Lo haces de maravilla.
Andrea emitió una sonrisa agradecida.
- Anda, gírate y métetela tú misma por el culo.
Andrea se giró complaciente y con un poco de temor se buscó el agujero y se fue metiendo hasta la mitad de la polla. Sus gemidos eran mayores.
- Tranquila. Ponte a cuatro patas.
Una vez más, Andrea obedeció solícita, confiaba en Luis. Le empezó a pasar su lengua del coño al ano, lo que agradeció Andrea. Luego se la metió en la boca y a continuación enfiló el ano. Llegó con facilidad a la mitad y a partir de ahí fue muy despacio.
- Hasta la mitad te entra muy bien.
- Ve con cuidado por favor, aaay.
Luis iba con cuidado pero también estaba dispuesto a perforar por completo ese culito.
- Ay, ay, ay.
- Ya queda poco, bueno, vamos a descansar.
Luis contempló el ojete enrojecido y dilatado que le estaba dejando. Todo en ella era tan inocente y apetecible. Se sentía afortunado de ser el primero en catarlo y disfrutarlo. Se acercó y la acarició con mimo. Recostados.
- Venga, el último esfuerzo, que ya queda poco.
- Ah, aay.
- Ya está, está toda dentro de tu culo. Y ahora a follarlo.
Se movía con suavidad, sacando casi la polla y hundiéndola hasta el fondo, despacio. Agarrándola firmemente de las caderas y dándole palmas leves de ánimo en la nalga. Estaba disfrutando mucho y Andrea, ya más relajada, emitía gemidos de placer. Se la clavó hasta el fondo y eyaculó con profusión. Andrea sentía como el semen caliente entraba y sentía un morboso placer. Sacó la polla y disfrutó viendo un reguero de semen que le caía por el muslo y un ano bastante dilatado. Después de cómo se había portado, Luis no le pidió la limpieza de polla como acostumbraba.
- Voy al baño. – Dijo Andrea.
- Te acompaño.
Andrea se limpió con cuidado y Luis esperó a que acabara para limpiarse la polla.
- ¿No quieres que lo haga yo?
- Hoy no, te has portado muy bien.
- No me hubiera importado, ya lo hice la otra vez.
- Eres encantadora. ¿Estás dolorida?
- Solo un poco, pero he disfrutado mucho, de verdad. Una vez ya acostumbrada.
El lunes le estuvo comentando a Alicia la experiencia con Andrea. Le provocaba curiosidad morbosa y excitación.
- Qué valiente aguantando tu pollón jiji.
- Sí que lo es. Como tú.
- A mí al inicio porque ya venía con experiencia cuando empecé a estar contigo, pero al principio me costó un poco que me la metieran por el culo.
- Y ahora mira, con total facilidad.
- Jiji. Qué detalle que se depilara el chochito por ti.
- La verdad que sí.
- Hablando de depilación. Tengo que decirte algo, sobre una amiga.
Le empezó a contar la sobre Ruth, empezando por el día de la piscina y acabando en la conversación por teléfono.
- Bien, ¿y yo qué pinto en esto? Lo siento por ella pero…
- Mucho. - Luis estaba un poco confundido. – Pues como eres tan buen chaval, quien mejor que tú para acabar de quitarle la mojigatería y desvirgarla. Eres un buen follador y sabes ser delicado.
- ¿Yo?
- Siii. – Respondió sonriendo y haciendo gestos con la cabeza. – Pero si no quieres…
- Hombre, me ha pillado de sorpresa. – Empezaba a recomponerse, - ¿Ella qué opina?
- No sabe nada, por eso te lo digo a ti antes. Imagina que se hace ilusiones y luego… A lo mejor se lo propongo y se escandaliza.
- Perviertes a la gente Alicia, tienes un poder especial.
- Jiji, mi mamá me ha dicho lo mismo. ¿Cuento contigo?
- Pues, creo que sí, sí, vamos.
- Sabía que podía contar contigo – Dijo con su mejor sonrisa y dándole un sonoro beso en la mejilla – Tranquilo, que yo estaré ahí presente guiándolo todo. Vas a hacerle un gran favor y te sentirás bien.
- Sí. ¿No le incomodará que estés ahí? Con lo puritana que dices que es.
- Me da igual, le proporciono una buena polla – guiñándole el ojo – mejor dicho, le presto a mi novio encantador, si quiere que acepte las condiciones. Necesita conocer la vida. Ya te digo que si se quita esa capa no es nada fea y de cuerpo pues está bien.
- Ahora entiendo lo de la depilación.
- Me la imagino con una selva negra entre las piernas y no se puede presentar ante ti así, yo me encargaré de ello.
- Gracias.
- Sé que te gustan los coños depilados, ahora que pienso… como el de mi mamá, jiji.
- Qué mala eres.
- ¿No te da morbo desvirgar a una chica de iglesia y puritana? Enseñarle los placeres de la vida.
- Es verdad, me está empezando a gustar en serio, espero que no diga que no ahora.
- Te enseñaría una foto de ella, nos la sacamos en la piscina, pero así guardo la sorpresa.
- Bien.
- Eso sí, nada de sodomizarla, al menos el primer día, ni se lo nombres.
- Sí, sí, tranquila, contaba con ello.
- Que a ti, te pierden los culos.
El martes por la mañana durante el desayuno, Marta le recordó a su hija.
- Esta tarde voy a ver a la abogada. Me ha dicho que el acuerdo está próximo. Para acabar de perfilar detalles.
- Muy bien, a ver si se acaba pronto.
- Sí, y mejor que ir a juicio.
- Oye, ¿está buena la abogada?
Marta sonrió un poco sorprendida.
- No pierdes comba hija, sí, sí que lo está. Tiene estilo y clase. Mira, esta foto nos la sacamos el día que salimos juntas.
Alicia la observó con atención. Una mujer de unos 45 años, alta y esbelta, larga cabellera rubia y muy sonriente.
- Es un pibón. Me la tiraría sin duda. ¿No te lo has planteado?
- A ver hija, tiene marido y una hija.
- ¿Y qué tiene que ver?
Las dos acabaron riéndose a gusto ante esa ocurrencia. Por la tarde como de costumbre, vino Luis.
- Bueno chicos, recordad que luego me tengo que ir a ver a la abogada. Os dejo solos. Portaros bien.
- Lo haremos mamá. Vete tranquila.
- Espero que vaya muy bien, Marta. – Dijo Luis.
- Muchas gracias. – Con una sonrisa que derretiría una piedra.
Ya en el cuarto de Alicia.
- Me encanta tu mamá con el kimono, está muy sexy.
- Sí, pero tú la desnudas con la mirada vaya como vaya.
- Me podrías recibir desnuda, a tu madre le da igual, no hace falta que te vistas cuando venga.
- Qué guarrete eres.
- Ahora mismo lo estás. – Poniéndole la mano en el muslo.
- Y también querrías que mi mamá te recibiese en pelotas ¿eh?
- Para qué lo voy a negar, si lo sabes perfectamente.
Alicia le dio un cachetazo en el muslo riéndose. Sonrió con picardía y le hizo un gesto de silencio mientras se incorporaba. Luis la siguió sigiloso por el pasillo. La puerta del baño estaba sin cerrar y se oía el sonido de la ducha. A Luis se le empezó a acelerar el corazón. La puerta estaba entornada y Alicia la empujó levemente para ver mejor. Justo enfrente de la puerta estaba la ducha con mampara. Una bella silueta se traslucía por el plástico. Luis abrió mucho los ojos y Alicia notó en una nalga el pene endurecido de su novio. Se le intuía bastante la silueta de costado, los pechos grandes y firmes y el culo respingón. Ahora se giraba y se apoyó en el borde para enjabonarse un pie. Se podían distinguir la forma de los pechos y, efectivamente la zona vaginal lampiña, tal como le había revelado Alicia. Se giró y se lavó con cuidado la zona del perineo con la mano. Se traslucían los dos cachetes de ese culo redondo y firme. Y ahora la silueta era esplendorosa, erguida, lavándose el pelo. Alicia le hizo un gesto de volver y dejó la puerta como estaba. Nada más entrar en su cuarto, Luis casi que la empujó a la cama y la empezó a follar furiosamente. Taladrando su coño sin piedad.
- Ya veo que te ha calentado, ah, aaah.
- Muchísimo, ya ves, toma, toma.
- Buf, aaah.
- Y te lo agradezco.
- Ya veooooo.
Luis paró por un momento y elevó las piernas de Alicia. En una de sus posturas favoritas, con el coño y el culo ofreciéndose para ser penetrados alternativamente a placer. Alicia aprovechó el leve descanso.
- Buf, que vigor. ¿A qué te estabas imaginando que te follabas a mi mamá en vez de a mí?
- Sí.
Luis le clavó la polla con fuerza en el culo.
- Aaaah, aaah.
- Aaaah, toma, me has calentado.
Luego volvió a follarle el coño sin ceder un ápice en la intensidad. Hasta que se corrió dentro de él, imaginando, efectivamente, que era el de Marta, y que como había soñado la dejaba embarazada. El mismo coño que había visto a través del plástico de la mampara.
- Aaaah. – Finalizó Luis.
Alicia, que había estado pasiva y a merced de los impulsos de Luis, se giró y le limpió la polla. Más relajados se tumbaron en la cama.
- ¿Por qué me has dejado ver a tu madre así?
- Por complacerte. Sé lo mucho que te gusta.
- Um. Gracias.
- No hay de qué. ¿Y ella qué opinará?
- Nada, no lo sabe.
- Ha sido maravilloso verla incluso tras la mampara.
- Ya veo, ya.
- ¿Te ha molestado que haya pensado en ella en el polvo?
- No, yo te he llevado ahí y te he calentado.
Sin embargo, Alicia le contó a Marta esa misma noche todo lo sucedido. Haciendo que su madre se excitara y empezara a acariciarse el clítoris.
- Ya sigo yo mamá. – Dijo Alicia inclinándose sobre su vagina.
- Ummm, qué bien, hija.
- Me encanta tu chochito.
- Y como me lo comes.
- No veas cómo se ha calentado. Con que ganas me ha cogido.
- Ya os he oído cuando me iba, ya.
A mediodía siguiente, Alicia, llamó a Ruth.
- Hola Ruth, ¿mejor?
- Hola Alicia, sí, después de hablar contigo.
- Me alegra. ¿No habrás dejado de tocarte?
- Uy que preguntas, eeh, no.
- Muy bien. Te voy a proponer algo que te puede ayudar, ayudar y gustar.
- ¿El qué? – Preguntó extrañada.
- Sabes que tengo novio.
- Sí. ¿No se lo habrás contado? – Preguntó sobresaltada.
- Tranquila, es de plena confianza. Es muy majo y comprensivo. Ojalá encuentres uno como él.
- Pero…
- Calla un momento y escucha. Tu ex novio te ha dejado porque es tipo que no sabe apreciarte y vive en las cavernas.
- Sí.
- Te ha dejado al plantearle tener sexo. Pues yo te cedo un día a mi novio para que te estrenes con alguien de total confianza. No haremos nada si tú no quieres.
- ¿Cómo? – Estupefacta - ¿Qué harías qué? ¿Y tú? ¿Y él?
- Tranquila que está todo hablado. Él está encantado de ayudarte, se llama Luis, y yo estaré ahí para ayudarte y lo que haga falta.
- ¿Cómo? ¿Qué estarías tú delante cuando…?
- Así es, eres libre de aceptar o no. No me tienes que responder ahora.
- Vale, vale, lo pienso y te digo.
- Mi consejo es que no dejes pasar esta ocasión, nadie mejor que Luis y yo te vamos a enseñar. Chao.
- Adiós.
Ruth se quedó aturdida. Poco a poco se recompuso y empezó a pensárselo.
Por la tarde, Alicia estuvo cumpliendo otra fantasía de Luis, que era jugar a médicos.
- Hay que ver lo que os gusta a los tíos jugar a médicos, pero siempre como doctores para poder tocarnos.
- Sí.
- A mí de más joven me lo proponían pero me negaba.
- Hiciste bien.
- ¿Y tú?
- No tuve ocasión pero hubiera querido.
- Hoy serás tú el doctor, pero otro día seré yo la doctora, ¿eh?, yo también quiero jugar. - Le dijo sonriendo.
- Claro que sí. Seré gustoso tu paciente.
- Y así en vez de tocarme, te toco, que tampoco te desagrada, y te aplico los remedios jiji.
- Los que tú quieras, doctora. Bueno, empezamos, pase.
- Buenas tardes doctor.
- Buenas tardes, ¿qué le ocurre? Dígame.
- Verá, me da un poco de vergüenza. – Alicia interpretaba bien el papel de modosa y excitaba a Luis.
- No se preocupe, dígame lo que le pasa con confianza, estoy aquí para ayudarla.
- Pues verá… Tengo un novio que… que me da mucho por el culo. ¿Es normal?
- Bien. A priori y viéndola diría que es normal que se excite viéndola. ¿A usted le gusta?
- A mí sí, sí me gusta. Pero quiero saber si es normal y si tiene contraindicaciones.
- La tendré que examinar más en profundidad y necesito ver esa zona. Desnúdese de cintura para abajo por favor.
- ¿Es necesario? – Fingiendo apuro.
- Totalmente.
Luis la observaba desde el sillón del escritorio y ella estaba sentada en el borde de la cama. Se incorporó y se desprendió de la falda, dudó en poco, para excitarle, y se bajó con cierto pesar y apuro las bragas, tapándose la vagina con las manos.
- Muy bien, túmbese en la camilla boca abajo. Tiene un culo magnífico, redondo y firme, normal que su novio le dé por el culo con profusión.
Luis se acercó a inspeccionarlo, le palpó con descaro las nalgas y le inspeccionó el ano abriéndole los cachetes.
- No parece que el pene de su novio le haga mella en el recto. ¿Tiene dolores cuando lo hace o posteriormente?
- No.
- ¿Le resulta placentero?
- Sí.
- Es muy normal lo que le pasa, no tiene de qué preocuparse. De todas formas me voy a cerciorar de que no le supone riesgo alguno. Voy a aplicarle un tratamiento.
Luis escupió sobre el ano de Alicia y se lo extendió. Luego le empezó a hacer un beso negro.
- Dígale a su novio que le haga esto cada vez que quiera darle por el culo. – Inspirándose en la exigencia de Alicia, cosa que a ella le regocijó.
- Lo haré, muchas gracias.
- Queda la última parte del tratamiento.
Luis se bajó los pantalones y los calzoncillos dejando libre a una polla que tenía a reventar. Dirigiéndose a la diana predilecta y empezando a penetrarla lentamente.
- ¡Eh! Oiga, ¿qué hace?
- La última parte del tratamiento, no se preocupe.
- Pero es un abuso, me está usted sodomizando también.
- He de hacerlo para cerciorarme de que mi diagnóstico y tratamiento son los correctos.
- ¿Es necesario? – Preguntó casi implorando con la polla a medio meter.
- Totalmente. – Hundiendo la polla hasta el fondo.
Alicia se quedó totalmente sumisa y se dejó hacer. Sin emitir queja alguna mientras disfrutaba interiormente. Luis eyaculó en su recto y parte del semen lo extendió alrededor del ano y por los cachetes.
- Ya está, el semen es el mejor tratamiento. Ha sido todo un éxito. Ya puede vestirse, hemos acabado.
Los dos se miraron riéndose.
- Pero menudo cabrón de doctor eres.