Complicidad entre primos 4
El domingo trae la despedida y una pequeña confusión a Alicia. Nuevos recuerdos vienen a la cabeza. La semana siguiente trae la vuelta a la rutina a los dos.
Alicia se despertó la primera. Carla todavía la abrazaba y le quitó con suavidad el brazo. Se puso boca arriba. Tenía una sensación contradictoria, feliz por la noche anterior y el fin de semana que estaba pasando, y algo triste porque esa tarde volvería a la rutina de su casa. Aunque la relación con su primo ya había cambiado para siempre y estaba segura que a partir de ahora se verían más a menudo.
Casi sin darse cuenta llevó su mano a su vagina y se introdujo suavemente un dedo, jugueteando con su clítoris. Su primo seguía dormido y pensó que sería bueno devolverle el despertar que le había proporcionado el día anterior. Con cuidado salió de la cama y se puso de rodillas en un lateral de la cama. Se atusó el pelo y retiró suavemente la sabana. Casi era la primera vez que veía flácida la polla de su primo, exceptuando en la ducha, sonrió y pensó que sería por poco tiempo. Acarició el pene con su mano y lo puso en posición de metérselo en la boca, chupándolo suavemente. Le gustaba sentir como iba aumentando de tamaño dentro de su boca. Se lo sacó para observarlo y le dio un par de suaves sacudidas. Lamió los huevos, el tronco y besó el glande. Se lo introdujo de nuevo disfrutando del momento.
Manuel se despertó y sonrió, acarició el pelo a Alicia y ésta le devolvió la sonrisa y le hizo un gesto de silencio. Se puso de rodillas en la cama indicando a Manuel que se pusiera boca arriba y se introdujo el pene en la vagina, que lo acogió con calidez y facilidad por los fluidos. A Manuel le encantaba ver aquellas tetas bamboleándose al tranquilo ritmo con que su prima le estaba follando, y de vez en cuando se acercaba a acariciarlas.
- Te quería devolver lo de la mañana de ayer. – Dijo casi susurrando.
- Gracias primita.
A pesar de las precauciones, el bamboleo de la cama acabó por despertar a Carla. Les dirigió una sonrisa cómplice y dijo incorporándose.
- Hala que marcha ya por la mañana. Voy a ducharme y preparar el desayuno mientras folláis.
Desnuda se dirigió al baño y al pasar junto a Alicia le hizo una caricia en la cara y le sonrió. Los dos primos siguieron follando y lanzando gemidos, ya más desinhibidos y sin miedo a despertarla.
- Hay que aprovechar que es el último día que estoy.
- Tu sigue y calla.
- Te sigo follando.
Aceleró el ritmo mientras cerraba los ojos y abría ligeramente la boca, echando la cabeza hacia atrás.
- Aaaaahmm
- ¿Quieres que Carla sepa lo gritona que eres además de los vecinos?
- No pasa nada, es normal. Me visto y voy a preparar el desayuno. – Dijo Carla entrando en la habitación.
Poco después Alicia notó unas leves convulsiones en la polla que tenía dentro y supo que su primo se iba a correr.
- Échame todo tu semen, que me gusta. – Poniendo una cara entre angelical y provocativa.
- Ooohooh
- Ya, jijiji.
- Pues a levantarse y desayunar.
- ¿No nos duchamos antes?
- No que se enfría y le haríamos un feo a Carla. – Se puso el bóxer y salió.
Alicia no se puso nada y al entrar en la cocina provocó una agradable sorpresa a Carla.
- Qué alegrías nos da tu prima.
- Es una costumbre de ella, pasearse en bolas por casa.
- Jijiji, puedo vestirme ¿eh?
- Nooo – Los dos a coro.
- Si iremos ahora mismo a la ducha para que ponerme nada.
- Es cierto. – Dijo Manuel.
- Os ducháis juntos ¿verdad?
- Es divertido. Me gusta. – Contestó Alicia.
- Que suerte tienes con ella.
- No lo sabes bien.
Cuando acabaron el desayuno, Carla se despidió.
- Encantada de haberte conocido. Espero que nos veamos pronto. Encanto.
- Lo mismo digo. Anoche me gustó mucho.
- Y a ti ya te veré cualquier día Manuel.
- Eso espero.
Les dio un morreo a los dos y se marchó.
- Pues vamos a la ducha, Ali. Te veo un poco pensativa. ¿Es porque se ha ido Carla?
- Un poco, vamos. – Recibió una palmada en el culo y se encaminó al baño.
- Venga que aún queda domingo y acabas de echar un polvo. – Esto la hizo sonreír.
Después de la ducha comentó Alicia.
- Hoy no tengo muchas ganas de salir, estoy un poco cansada. ¿No te importa?
- Para nada.
- Estaremos en casa.
- ¿Puedo pedirte algo a cambio?
- Sí.
- Que te quedes desnuda hasta la hora de irte.
- No es ningún favor. – Dijo con su sonrisa más encantadora.
- Eres un encanto, como dice Carla. Haz lo que te apetezca, que eres la invitada. Yo me encargo de la casa.
- Estaré a tu lado para que me veas.
- ¿Llamará hoy tu madre?
- Jijiji, no sé. Seguramente cuando te esté chupando la polla.
- Jajaja. En confianza, no me importaría que lo hiciera un día.
- ¿Hacerte una mamada?
- Sí, no te habrás enfadado ¿no?
Llevaba esperando la ocasión adecuada para decírselo a Alicia antes de que se marchara. Desde que se había abierto la veda sexual entre los dos. Había visto siempre a Marta como una mujer muy atractiva. Pero no quería hacer nada a espaldas de Alicia. Aunque ni siquiera sabía cómo intentarlo. Pero veía en los numerosos viajes de su tío Antonio una ocasión. Quizá no estuviera satisfecha sexualmente. Eso pensaba.
- Eh, no, solo me ha sorprendido. ¿Pretendes follarte a toda la familia?
- Solo a las guapas y que quieran.
- Que tonto eres. – Dijo más relajada.
Después de comer se sentaron en el sofá tranquilamente, esperando la hora de ir a la estación. Alicia sacó de nuevo el tema.
- ¿No querrás que te ayude contándole que nos hemos pasado follando el fin de semana y que hasta he hecho un trío con otra chica?
- Jeje, no, no. Mejor no le digas nada. Si ha de salir la cosa saldrá sola, sin forzar, como lo de nosotros dos.
- ¿Tu crees que a mi madre le pasa como a mí?
- No lo sé. Todavía.
- Estoy un poco confusa. Como si esto no hubiera sido real. Pero no me arrepiento, al contrario. Jijiji.
- No te preocupes. Oye y si te apetece follarte a un buen mozo lo haces sin ningún problema. Mejor una relación abierta.
- Está bien. Como tu hay pocos. Me será algo difícil.
- Más guapos es posible, con esta polla más difícil.
- Jijiji.
- Quería dejar claro esto antes de que te fueras.
Marta estaba ya pendiente de ir a la estación a buscar a su hija. Su marido estaba de viaje de negocios. Era el representante comercial de la empresa familiar. La misma donde ella desempeñaba un puesto administrativo. Vivían bien gracias a ello. Pero les había quitado mucho tiempo para ellos. Antonio lamentó más sus viajes cuando nació Alicia, su única hija. Pero decía que no podía desatender su responsabilidad. Marta le decía que la mayor era su hija. Provocó alguna discusión que no había logrado socavar su matrimonio. Seguían respetándose y queriéndose. Antonio decía que hacía ese sacrificio de no estar más tiempo con ellas para que no les faltara de nada. Y diera para algún capricho. Sin embargo Marta echaba en falta la vitalidad que le hizo casarse muy joven con aquel hombre, diez años mayor que ella. Ni siquiera las vacaciones los dos solos en los últimos años, ahora que Alicia podía quedarse sola.
Con un punto de nostalgia recordó cuando se conocieron. Tenía 17 años e iba todavía al instituto. Fue en un bar, se le acercó y le dio conversación. Quedaron más veces. Entonces le parecía alguien con más conocimiento del mundo que ella. La primera vez que hicieron el amor, en un parque detrás de unos arbustos, para fiestas. Tuvo que luchar algo con su familia, que lo veía algo mayor para ella. A pesar de su comportamiento cuando coincidían y que ya trabajaba en la empresa familiar. No era ningún tarambaina ni mucho menos. Al año siguiente se casaron y al posterior nació Alicia. Cuando fue a la guardería empezó a trabajar en la empresa familiar como había prometido su marido. Sonrió levemente y cogió una revista de moda para pasar el tiempo.
- Vamos a aprovechar el tiempo que nos queda. – Intervino Alicia.
- Tienes razón.
- ¿Aquí mismo o en tu cuarto?
- Aquí mismo. Espera que bajo un poco la persiana.
- ¡Pero si llevo todo el día en pelotas! Jijiji
- Por si acaso. Para follar prefiero algo menos de luz.
- Ahm.
- Quédate como estás, que de postre quiero tu coño.
Alicia sonrió con algo de lascivia y abrió un poco sus piernas para facilitar la tarea. La blancura de su piel incitaba a acariciarla y sentirla, como algo puro y delicado. Le besó la parte interna de los muslos y con suavidad le lamió los labios vaginales, para abrirlos y seguir con la tarea. Le provocó un leve espasmo y que se mordiera el labio inferior. Le encantaba sentir esa lengua jugueteando dentro de ella.
- Dame tu polla que no puedo más.
- Tómala.
Aprovechó que estaba con la boca abierta para bajarse el bóxer y metérsela. Alicia la succionó con algo de ansia. Pero por la posición era Manuel quien dominaba el movimiento, suave, como si le follara la boca.
- En el otro agujero, vamos.
Dijo Alicia aprovechando un pequeño despiste de Manuel para sacarse la polla de la boca. Se tumbó en el sofá. Se cogió los labios vaginales y los abrió para que no le quedara duda aunque no hiciera falta. Se la metió de un golpe seco.
- Ahí va.
- Aaaaaahm.
- Ahí la querías.
- Sí, brrr.
- Hala que el último polvo.
- No digas eso.
- Por hoy.
- Eso es otra cosa.
- ¿Mi madre o yo, quien te gusta más?
- Tu, encanto.
- ¿Seguro?
- Nadie me la pone tan dura como tu. Celosilla.
- Aaaaaahmm
El ajetreo en el sofá se mantuvo unos minutos más.
- Prima quiero que lo último sea una cubana.
- Cómo te gustan mis tetas.
- Mucho.
Se sacó la polla del coño y la puso entre aquellas dos tetas, suaves y firmes. Su prima era quien las movía con sus manos mientras que él hacía un leve movimiento de follárselas. La corrida fue copiosa y subió por el pecho hasta la barbilla y otra parte subió por las curvas que le habían ceñido la polla.
- Aaaaah.
Se dejó caer en el cuerpo de su prima mientras le masajeaba una teta. Ella se recogía parte del semen de la barbilla y el pecho y lo saboreaba.
- Muy bien primito, lo voy a echar en falta.
- Repetiremos pronto. Me preocuparé de ello.
Se dieron una ducha rápida, Alicia preparó su equipaje y se encaminaron a la estación. La tarde lucía soleada afuera.
- No hemos visto a tus vecinos, la pareja esa. – Observó Alicia.
- Es verdad. Ya los verás la próxima vez.
Caminaban tranquilamente y en silencio. Con pocas ganas de hablar. Llegaron a la estación y se sentaron en un banco a esperar unos minutos.
- Estás muy callada.
- Me da pena tener que irme.
- Nos veremos muy pronto.
- Ya.
- Además nos podremos ver por la webcam.
- Bueno. No es lo mismo pero está bien.
- Claro que sí. No quiero que te vayas sin sonreír. – Hizo esbozar una sonrisa a Alicia. – Así me gusta más.
- Que buena tarde hace.
- Sí.
Pasaron callados unos pocos minutos. Hasta que oyeron el anuncio de salida del tren.
- Bueno, es la hora, ya me tengo que ir.
- Venga, no lo vayas a perder.
Se dieron un beso con lengua. Una pareja de ancianos les miró con gesto reprobatorio, si supieran que eran primos, pero no se dieron cuenta. Alicia se marchó sonriendo y se despidió con la mano. Subió al tren y su primo se quedó en el andén hasta que el tren arrancó y lo vio desaparecer por la vía. Se quedó un instante parado y pensativo. Empezó a caminar y llegó a una terraza donde pidió una cerveza.
Alicia pasaba el rato mirando por la ventanilla del tren. El paisaje pasaba rápidamente ante la vista. Se reconfortaba rememorando los gozosos momentos pasados. No sentía remordimiento alguno. Luego empezó a pensar sobre el deseo de su primo por su madre. No le extrañaba pensándolo un poco. Muchas veces habían salido juntas y les habían tenido como hermanas más que como madre e hija. Su madre vestía muy juvenil, conservaba su figura y era muy pizpireta, andaba meneando las caderas. Era guapa y sonriente. De piel más morena que ella. Media melena rubia y casi siempre recogido, con dos mechones enmarcándole la cara.
Manuel también estaba pensando en Marta. Era la pequeña de cuatro hermanos, su madre era la mayor y entremedio había dos varones. Lo bien que le habían sentado los 40 años. Mantenía una figura firme, culo terso, quizá de tanto menear la cadera, piernas torneadas y unas tetas ni grandes ni pequeñas pero bien puestas. Podía seguir llevando un escote que dejaba sugerir a la imaginación más que vislumbrar.
Su primer recuerdo de ella, con 7 años cuando le dijeron que la tía Marta se iba a casar. Le gustaba llamarle de pequeño mi mocito. Con 12 años y su despertar sexual ella le doblaba la edad, con 24. La tenía como la chica más guapa de la que tuviera conocimiento. Siempre agradable y sonriente. Le gustaba el olor que emanaba cuando le daba dos besos y el roce de su piel fina. Había tenido de adolescente el conflicto de pajearse pensando en ella, pero hacía tiempo que lo había superado. Un día vio que no hacía daño a nadie pues era parte de su intimidad. Apuró la cerveza y se encaminó con aire abstraído hacía su casa.
Cuando Alicia bajó del tren observó a su madre que desde la sala de espera le saludaba sonriente. Le devolvió la sonrisa y el saludo y se dirigió hacia ella. Se saludaron nuevamente con dos besos.
- Hola hija, ¿cómo ha ido el viaje? Con tu primo ya me dijiste que bien.
- Bien, no muy aburrido. ¿Cuándo vuelve papá?
- Esta noche. Vamos que tengo el coche en el parking. ¿O quieres tomar algo?
- No, no me apetece nada.
Llegaron a casa.
- Has estado un poco callada en el coche. Te da pena volver porque lo habéis pasado bien juntos ¿eh?
- Sí y que estoy un poco cansada. Voy a mi cuarto a descansar un poco hasta la hora de cenar.
- Vale hija, estaré aquí si quieres algo.
Encendió el ordenador y vio que tenía un mensaje de su primo. Lo abrió con curiosidad y vio que eran las fotos que le sacó con el móvil. Sonrió. Llevaba un texto.
Con cariño y deseo para mi prima preferida.
Poco después llegó su padre a casa. Pudo oír la conversación.
- Hola cariño ya estoy de vuelta.
- ¿Qué tal el viaje?
- Bien, creo que tenemos un cliente nuevo.
- Alicia está en su cuarto.
- Voy a verla.
Toc toc
- ¿Se puede hija?
- Pasa papá.
- Ya estoy de vuelta. ¿Cómo te ha ido con tu primo?
- Muy bien, nos hemos divertido.
- Me alegra.
- Me hubiera gustado estar más tiempo.
- Bueno, nos pasa a todos. Tienes mañana que ir a la Universidad.
- Ya, pero da algo de pena.
- Sabes que hay una habitación libre para invitados. Por si le quieres devolver la invitación.
- Gracias papá. – Dándole un beso en la mejilla.
- Vamos a cenar, que no nos espere tu madre.
Por la noche a Alicia le costó algo conciliar el sueño. Tenía a Manuel y su polla en mente. Primero se acarició un pecho imaginando que era la mano de su primo. Luego deslizó un dedo a su vagina, se bajó un poco el pantalón del pijama para facilitar su tarea y emitió un suspiro. Se metió un segundo dedo, despacio y acompasadamente, cerró los ojos y recreó esa polla que le había penetrado el fin de semana, sonrió y se relajó, alcanzó un orgasmo. Más tranquila se durmió hasta que sonó el despertador.
Su madre ya estaba levantada.
- Buenos días hija, ¿has dormido bien?
- Sí mamá, buenos días.
- Ahí tienes el desayuno.
- Gracias.
No pudo evitar pensar en los otros desayunos en casa de su primo. Este ya iba al almacén donde trabajaba. Un compañero de trabajo le preguntó al llegar.
- ¿Qué tal el finde?
- Bien bien.
- Lo aprovechaste bien.
- Sí.
- Yo me fui con la novia a la playa. Nos lo pasamos bien.
- Yo me quedé aquí.
- Pero te divertiste.
- Por supuesto.
Gracias por los comentarios y las valoraciones.