Complicidad entre primos 27
Alicia sigue satisfaciendo a su madre ante la falta de interés de su padre. Le sigue contando sus confidencias y deseos y a Manuel y Carla. Luis fantasea con Marta y Alicia sigue queriendo ganar la apuesta y jugar con el deseo que provoca.
Tras lo acontecido en la playa, Alicia esperaba a su madre con ganas de marcha después de comer. Puso la excusa de echarse la siesta y pasar la tarde juntas y ambas subieron en el ascensor, donde se metieron mano y besaron, para morbosidad de Alicia. Con risas contenidas entraron a la habitación y Alicia echó a su madre sobre la cama y se quedó encima, besándola con suavidad.
- No veas cómo me has puesto en la playa mamá. Me has calentado a posta.
- No puedo negarlo, pero venías ya servida.
- Contigo siempre es especial. Y estoy para satisfacerte. Me encanta hacerlo porque te quiero.
- Coge la polla y me voy desnudando. Tenemos tiempo. – Dijo sonriendo.
- Para follar y hablar. Y tengo que llamar a estos ya que estás. No he podido contárselo todo.
- Ya sé que tema quieres sacar.
Alicia se acabó de desnudar y observó el rostro encantador de su madre, con el cabello rubio enmarcándole el rostro, recostada y abierta de piernas abriéndose con los dedos los labios vaginales.
- Esto es lo que te hace falta. - Alicia blandió el consolador. – O mejor una buena polla como la de tu sobrino jijiji.
- Tienes razón y bien sabes que es cierto.
Alicia se puso de rodillas frente a su madre y le ofreció sus pechos. Sabía el efecto que provocaban pero sólo con su madre sentía esa dulzura y los ofrecía más gustosa, sabiendo que no se iba a pasar en sobarlos. Marta pensó lo mismo cuando su hija metió la cabeza entre sus muslos para comerle el coño, solo sentía algo parecido en menor medida con Carla. Le sonrió con dulzura, se puso el consolador a la altura de la vagina y penetró lenta y profundamente a su madre, acelerando progresivamente. De vez en cuando se lo sacaba y le gustaba ver la mirada implorante de su madre para seguir siendo follada.
- ¡Ay! Follada por mi propia hija…
- Y bien que te gusta mamá, con mucho amor. – Reclinándose para besarla en los labios.
- Lo sé hija, es maravilloso.
- Y cuando follamos los cuatro.
- Pero tú y yo solas es más íntimo, más bonito, con Manuel es más salvaje.
- Carla te folla con mucho cariño.
- Sí, pero una hija es una hija.
Marta arqueó la espalda, contuvo la respiración y miró al techo de la habitación. Su hija bajó a recoger la eyaculación y a seguir trabajándole los bajos. Llevando su lengua y dedos peligrosamente al orificio anal, mientras le sonreía con picardía y complicidad.
- Ay hija, que veo por dónde vas.
- Debes salir totalmente satisfecha, si papá no te folla bien y no quieres buscarlo en otro lado.
- Ya hija.
- Si ya te entra con facilidad y te gusta mucho, levanta un poco las piernas, jiji, que despatarrada estás.
- Para ti lo que quieras.
- Nosotras sabemos lo que nos gusta y como cuidarnos y darnos placer.
Alicia contemplaba entre satisfecha y lujuriosa los dos relucientes agujeros que le ofrecía su madre, deseosa de perforarlos y catarlos una vez más, feliz de dar placer a su madre. Ese amor y cuidado no contenía sus deseos de ver follados a conciencia esos agujeros, como hacía su primo, sabía que así Marta alcanzaría el clímax. La misma belleza de esa visión era una invitación a follarlos hasta dejarla derrengada. El mismo deseo que tenía Manuel con ellas y ellas entre sí. Debía compensar las inexplicables desatenciones de Antonio. Levantó la cabeza y le sonrió. De un empujón le clavó rápidamente el consolador en el ano, provocando un respingo.
- Aaaah.
Marta contuvo el grito, sorprendida por la fiereza de la penetración, miró a su hija que le sonreía divertida. Marta se relajó y las acometidas se suavizaron. A continuación ella misma se empezó a masturbar, logrando un placer simultáneo que le hizo relajarse sobre la cama, a merced de su hija, que volvió a penetrarla vaginalmente hasta provocarle otro orgasmo. Finalmente le acarició, besó y lamió las tetas a una Marta totalmente entregada. Las dos quedaron satisfechas, Marta de sentir placer y Alicia del deseo sobre el cuerpo de su madre. Quedaron tumbadas de medio lado a escasa distancia acariciándose mutuamente.
- Gracias hija.
- De nada mamá, he disfrutado mucho y más sabiendo que tú lo hacías más.
- Contigo y Carla y Manuel no me hace falta nada más.
- ¿Sabes mamá? Últimamente siento el deseo de exhibirme, me da morbo y hasta placer salir de noche desnuda a la terraza y disfruto de un modo especial follar en un sitio público y que me pueda descubrir alguien que pase. – Su dedo acariciaba los labios de Marta.
- Um hija, sí que es morboso, yo siempre digo que disfrutes pero que tengas cuidado.
- En casa es distinto porque hay conocidos, pero aquí no me conoce nadie y si alguien me ve o se molesta en un par de días estaremos fuera.
- Te conozco, planeas algo. – Alicia sonrió afirmativa.
- No te preocupes mamá. Salvo gentuza como la del chiringuito hay más gente que tiene derecho a darse una alegría viéndome, y viéndote a ti no lo olvides como te miran.
- A ti aparte de mirarte te follan.
- Me puedes ayudar y sentir ese morbo.
- Tengo el límite que sabes y ya siento satisfacción viendo que soy deseada. Pero con quien disfruto es con vosotros.
- Hablando de ellos – Alicia se incorporó y se sentó de lado – voy a llamar a estos.
Marcó y volvió a tumbarse junto a Marta, ambas estaban recostadas con la espalda sobre el cabecero.
- Hola.
- Hola. ¿Otra vez vosotras? – Respondió Manuel.
- No te preocupes, tenemos tiempo. – Dijo Marta.
- Estamos desnudas sobre la cama… acabamos de follar…
- Tú me has follado – le cortó Marta a Alicia- y has disfrutado mucho haciéndolo.
- Cualquiera lo haría. – Dijo Carla.
- Mi hija ha disfrutado casi tanto como yo
- ¿Completo?
- Completo. Ha acabado despatarrada jiji.
- Muy bien. Veo que Antonio no le folla como debe. Es triste que deba ser tu hija quien te de placer, vamos, que como experiencia está bien, pero ya me entiendes…
- Sí.
- Pero no es lo mismo que con una buena polla, una polla de verdad. – Siguió Alicia.
- Para eso veo que tendrás que esperar a verme.
- Así la cogeré con más ganas.
Alicia pasó a relatar su doble encuentro del día anterior, decepcionante y satisfactorio.
- Es que a ti ya no te puede follar cualquiera jaja. – Dijo Manuel.
- Es una campeona. – Dijo Carla.
- Nos pones muy cachondos primita, casi siempre que hablamos contigo tenemos que desahogarnos y follar. – Dijo Manuel
- Muy bruto te pones jaja. – Siguió Carla.
- Y tu bien cachonda, estás bien mojada cuando follamos después.
- Es una máquina Alicia, folla y hace follar jaja. – Concluyó Carla.
- Me pone pensar que mi primita es follada por varias pollas y con lo que nos cuenta…
- Mi hija ya tiene un nivel de exigencia.
- Ya que hablas de exigencia jiji, le he estado comentando que se busque un rollete, mi papá no le satisface.
- Eso es serio, eh tia.
- Bueno, os agradezco todo esto y sé que lo decís con la mejor intención, pero lo acabo de hablar con mi hija. Con vosotros es diferente, hay cariño, no es con un extraño, lo pasamos muy bien y yo me conformo. Por ahora está así la cosa.
- ¿Sabéis? Cada día me gusta más exhibirme, sentirme deseada, m da mucho morbo follar en un sitio público y que pueda venir alguien y descubrirnos…
- Y follarte a ti, estás para eso primita. – Manuel ya le metía mano descaradamente a Carla.
- ¿No os pasa igual?
- Sí y lo hemos probado más de una vez. – Dijo Carla.
- Desde luego. – Aseveró Manuel.
- Anda cuéntales que te ha pasado esta mañana en el chiringuito.
- Jiji, nada, el camarero no paraba de mirarme las tetas, como es normal, jiji, y un tipejo que había en la barra me ha metido mano, pero en el culo bajo el bikini el tio guarro.
- No jodas Ali. – Dijo Manuel.
- Enseguida se cogen confianzas. Una cosa es que yo vaya así y otra es que follo con quien yo quiero.
- Muy bien Ali. – Dijo Carla.
- Yo elijo quien me mete mano y quién no. Le he echado una mirada asesina y la ha apartado. Pero no veáis como miran también a mi mamá, se la comen con los ojos.
- Seguro que se pajean pensando en vosotras jaja. – Dijo Manuel.
- Más no van a hacer. Mira, hay veces que piensas que hay hombres que ya que no van a catar si no es pagando a una tía buenorra como nosotras, nos puede ver y darse una alegría a la vista, pero no pueden comportarse como babosos. – Dijo Alicia.
- Eso es. – Dijo Carla.
- Ay, otra cosa que me gusta es salir desnuda de noche a la terraza, um, creo que lo haré de día antes de irnos, me da morbo, siento un cosquilleo ya sabéis donde. Algo haremos antes de irnos…
- ¿Plural? ¿Tú también Marta?
- Es cosa de mi hija.
- Bueno mamá, tu bajas vestida y andas muy sexy…
- Siempre voy así.
- Vais a ser las más conocidas del pueblo, os echarán en falta cuando os vayáis. – Dijo Manuel.
- Anímate Marta. – Dijo Carla.
- Yo le digo que pruebe la experiencia, aquí no nos conocen y en tres días nos iremos, en casa es distinto, sí nos conocen, los vecinos, en la calle… aquí tenemos más libertad.
- Y un muermo que no sabe apreciarte. – Observó Manuel.
- Bueno ya se verá… pero no llegaré tan lejos como Alicia. – Dijo mientras le sonreía.
- Muy bien tía, no te arrepentirás.
- En la playa la miran todos al pasar, hoy me ha puesto bien cachonda, sale marcando del agua y se me pone justo al lado, casi le olía el chocho a cachondo jiji.
- Tengo los dedos dentro del chocho de Carla y también está cachonda…
- Pues fóllatela. – Dijo Alicia.
- Si no tenéis nada más que decir… - Dijo Carla.
- Por ahora no. – Respondió Alicia.
- Chao.
Nada más colgar Manuel penetró con decisión la vagina de Carla, que gritó de placer ansiosa por verse llena de polla. Tumbada abierta con las piernas sobre los hombros de Manuel, se sentía totalmente dispuesta.
- Como me pone de cachondo mi jodida prima.
- Y a mi uf uf uf.
- Pues toma toma. – Mientras la embestía salvajemente.
Carla sintió que le temblaba todo el cuerpo y explotó en uno de sus mayores orgasmos. Manuel sintió su polla más empapada aún y que le salpicaba hasta los huevos. Siguió frenéticamente y hundió su polla para eyacular dentro de la vagina. Sin sacar la polla se derrengó encima de Carla, que le acariciaba la cabeza. Los fluidos provenientes de ambos manaban lentamente de la vagina entremezclados.
- Vaya polvazo. – Dijo Carla.
- Sí, esta niña folla y hace que los demás follen, es increíble lo que arrastra.
- Es una pena la situación de Marta, tiene que haber alguna solución.
- Que la follen bien y la sepan apreciar, mi tía es un encanto, no solo para el sexo.
- Sí. Pero depende de ella, de nadie más, nosotras solo le podemos decir lo que pensamos.
- Seguro que lo está pensando, la conozco.
- Ojalá. Oye, estás a gusto con tu polla ahí dentro calentita ¿no?
- Sí.
- No se te baja la erección.
- Solo un poco y está bien lubricada.
- Ya sé por dónde vas – Le sonrió insinuante.
Manuel sacó su polla y la puso a escasos centímetros de la boca de Carla, la miró en un estado morcillona y empezó a succionarla como un helado, tragándose la mezcla de eyaculaciones que llevaba.
- Um, que guarrilla, ¿sabe bien?
- De maravilla.
La vagina ofrecía un aspecto abierta y con restos de los fluidos saliendo todavía. Manuel cogió parte de ellos y embadurnó los alrededores del ano, la agarró de la cintura y la puso a cuatro patas, apuntó deleitándose del momento con su polla totalmente erecta y hundió su polla entre el gesto mezcla de dolor y placer de Carla, acostumbrada ya a recibir esa polla en su recto. Manuel la sacó, siempre disfrutaba observando los efectos de su polla y el agujero que dejaba, palpitante en este caso, como queriendo volver a alojar esa polla. Sonrió y volvió a encular a su novia.
- Como te gusta dar por el culo y ver el agujero. – Dijo Carla.
- Ya has visto que el polvazo de antes no era suficiente, tú también lo deseabas.
- Ah, ah, aaah, rómpeme cabrón.
Manuel sintió la máxima dureza en su polla y que temblaba dentro por los espasmos de Carla. Embistió con rudeza y volvió a eyacular en el interior, Carla sintió que el semen caliente se derramaba por sus entrañas y ambos cayeron agotados.
- Ahora sí. – Le susurró Manuel al oído a una Carla que sonreía satisfecha.
Manuel la abrazó por detrás, con una mano en el muslo y otra acariciándole las tetas.
Mientras Alicia y Marta yacían desnudas tumbadas boca arriba. Marta llegó a quedarse adormilada. Alicia la observó y se levantó con cuidado de no incomodarla. Pensó en su fantasía de exhibirse desnuda y como le estaba excitando los últimos días. Se acercó a la terraza y miró a la calle, era media tarde y el tiempo había mudado, estaba nublado y de bochorno. Todavía se veía poca actividad. Marta había abierto el ojo y observaba en silencio a su hija disfrutando interiormente, veía la redondez de su trasero, desde su campo de visión veía también la incipiente vagina. Alicia viendo la poca gente, se atrevió a salir afuera y se sentó en una silla. Desde la calle tal como estaba no se le veía nada pero se adivinaba tras el cristal tintado y el ladrillo que al menos estaba en top less. Alicía miraba a la calle y a la playa alternativamente, observó que alguna mirada con cierta sorpresa trataba de ver más allá de lo que tapaba el pretil. Sonrió divertida y extendió la hamaca, para ello se giró mostrando el culo a la calle que quedó parapetado y se tumbó, justo con sus tetas bajo el barandado. Tomó el sol un rato y se dio la vuelta. Finalmente vio la silueta de su madre tras la cortina.
- ¿Ya te has despertado? ¿También quieres que se te imaginen desnuda sabiendo que lo estás? Jiji
- Ay hija cómo eres…
- Es excitante mamá, ¿tú no sientes nada ahora?
- Algo sí. – Se quedó mirando al techo con una media sonrisa.
- ¿Ves? Jiji. Hay que saber disfrutar.
- Con cuidado hija, siempre, solo te digo eso.
- Sí mamá.
Marta le sonreía con ternura tapada por la cortina. Echó una mirada a la calle.
- Ven mamá, atrévete, si no te ven, solo dejas a la imaginación…
- Tal como estoy yo se me verían las tetas. – Instintivamente se tapó más con la cortina.
- Si es un momento, pasas rápido y te sientas ahí – señalando la otra hamaca- si no te van a ver.
Marta dudó un momento y pensó que a pesar de hablar en voz baja podrían estar siendo escuchadas por algún otro cliente, pensó que a esa hora todavía había poca actividad, aliviada. Qué más da lo que piensen se dijo a sí misma, además nos iremos en un par de días. Alicia le sonreía invitándole a salir.
- Tienes razón hija.
Marta pasó de medio lado ante la cara de regocijo de Alicia y se tumbó rápidamente en la hamaca, sonriendo a su hija. Se sentía excitada y a la vez con cierta sensación de libertad.
- Me siento bien hija.
- ¿Ves? - Contemplando satisfecha el rostro de felicidad de su madre.
- Temía que alguien nos oyera por las terrazas.
- Bah, hablamos bajo, no te preocupes.
- No esperaba tener esa sensación de libertad. – Marta se tocó el pecho y respiró profundo, Alicia asintió sonriendo.
- Tienes que quitarte la vergüenza.
- ¿Más?
- Eso es lo siguiente. Tenías dudas cuando empezamos a follar todos y mira ahora. – Dijo Alicia girándose hacia ella y mirándola fijamente.
- Sí.
Estuvieron un rato más completamente relajadas. Marta se levantó de medio lado y se giró mostrando por un momento su estupendo trasero a la calle. Alicia vio que se vestía su madre y se levantó, quedándose unos segundos mostrando las tetas a la calle, con parsimonia se giró y entró en la habitación con cara divertida.
- Qué gusto le has cogido… - La cara de Marta fingía enfado pero sonreía.
- Me encanta, me siento cómoda, libre como has dicho antes.
- Me gustaría quedarme más pero no puedo dejar a tu padre tanto rato solo.
- Ya. – Respondió comprensiva.
- Gracias por follarme tan bien. – Dijo dándole un beso en la mejilla.
- De nada, disfruto mucho dándote placer. – Le dio un abrazo y le devolvió el beso. – Te quiero mamá.
- Y yo a ti. Si sigues así vas a excitarme de nuevo.
- Jijiji.
- Adiós. – Guiñándole el ojo.
Alicia se sentó sonriente en la cama, satisfecha, decidió tumbarse y abrirse de piernas, cerró los ojos y empezó a acariciarse suavemente el interior de la vagina y el clítoris.
Luis dudaba en llamar o no a Alicia, no quería parecer un pesado. Había decidido contarle lo único en que le había mentido, viendo la naturalidad con la que le hablaba Alicia y que no le gustaba mentir. Le diría que deseaba a su madre, follarla y forzarla, pero que le gustaba más ella. Seguro que no le molestaba, ella misma se lo había preguntado, suponía que se reiría de esa manera natural y sexy a la vez y que le reprendería de manera cariñosa, burlándose un poco, se imaginaba que le ponía un castigo, Luis empezaba ya a fantasear, y que acababan follando mientras le preguntaba que hembra le gustaba más. Decidió que se lo diría en persona cuando volviera salvo que se lo preguntara por teléfono directamente, cosa que dudaba. Aquello le había acabado por excitar.
No podía fantasear con otra cosa que violar a Marta. Se fue al baño y empezó a masturbarse. Se la imaginó en casa de ella, que le saludaba cariñosa y que se sorprendía de que pasó a manosearla y besarla.
Se imaginaba quitándole el vestido a pesar de su resistencia. Mientras le recordaba que era la madre de su novia y le suplicaba que parara. Pero le obligaba a hacerle una mamada de rodillas sujetándole la cabeza, corriéndose en su boca y por la cara. Siguió fantaseando tumbándola en su cama de matrimonio. Le excitaba imaginar su pelo despeinado y sus gemidos. Le quitaba la ropa interior y le comía el coño y las tetas, la penetraba brutalmente entre los gritos de ella, pasaba a refrotársela por las tetas y metérsela otra vez hasta correrse dentro y que le correaba sus semen por su vagina. Sintió que se iba a correr y que no se podía contener. Se imaginó rápidamente que lloraba implorando que no siguiera mientras le daba por el culo y que se dentro, dejándola derrengada llorando.
Eyaculó conteniendo la respiración y sintió un leve remordimiento por ese pensamiento. Le había causado muy buena impresión Marta, estuvo muy agradable y simpática con él. Como en el caso de Alicia se convenció de que era solo una fantasía sin maldad. Pensó en que probablemente sabía que se había follado a su hija y que actuó con comprensión y naturalidad, conociendo a Alicia seguramente se lo habría contado, sintió algo de vergüenza, pero a la vez deseaba volver a verla y admirar su belleza.
Alicia bajó a la cafetería del hotel a tomar algo. Solo había visto a dos chicos en la barra. Un camarero que no le gustaba nada físicamente y que no paraba de desnudarla con la mirada y al que tenía decidido dejarle con las ganas. Al igual que a los camareros del restaurante, todos de edad mediana o mayor y que ninguno le atraía. Sí tenía pensado follarse a quien estaba en ese momento. Era un chico de pelo castaño claro y facciones amables.
- Hola, ¿Qué desea?
- Hola, un café con leche y una napolitana.
Alicia le respondió con su mejor sonrisa mirándole fijamente a los ojos y no dejó de seguirle con la mirada mientras se lo preparaba, notó divertida una ligera turbación en el chico. Finalmente se lo presentó y no pudo evitar echar una mirada furtiva al escote de Alicia, ligeramente echada sobre el mostrador.
- Aquí tiene.
- No hace falta que me trates de usted. ¿Cómo te llamas?
- Son las normas del hotel, me llamo Ernesto señorita.
- Yo Alicia, estoy pasando unos días de vacaciones, me gusta el sitio.
- Ya le había visto y atendido incluso alguna vez, me alegra que disfrute de sus vacaciones y su estancia con nosotros.
Alicia intentaba sacarle del formalismo de la relación cliente camarero. Aprovechó que apenas había gente y siguió. Le dejo 5 euros sobre la barra y al volver con la vuelta siguió.
- Aquí tiene, gracias.
- Fíjate que me cuesta coger bronceado, tengo la piel tan blanca. – Mientras se acariciaba el muslo descubierto bajo el pantalón corto.
- Le recomiendo que tenga cuidado con el sol. – Mientras le miraba el muslo instintivamente.
- ¿Siempre hablas así? Jiji Podemos quedar cuando salgas.
- En horario de trabajo siempre.
Alicia se relamió con la lengua un poco de chocolate en la comisura del labio, sin dejar de mirarle. Suponía que ya había captado el mensaje salvo que fuera gay.
- Muy buena la napolitana.
- Este fin de semana tengo libre, entre semana tengo poco tiempo libre y acabo cansado de trabajar ahora en vacaciones.
- Trae un papel. – Alicia le apuntó su número y se lo extendió dejando más espacio entre la camiseta y sus tetas. – Adios. – Le dijo sonriendo.
Alicia subió a su habitación y se desnudó, se acercó al balcón y miró abriendo una rendija en la cortina, empezaba a haber más actividad y sintió un cosquilleo en su vagina. Pasó a ducharse y jugueteó con el chorro del agua y su vagina. Cenó con sus padres fuera del hotel como tenían costumbre y aprovechó una visita de su padre al baño, para contarle en voz baja a su madre sus planes entre risas contenidas.
- Shhh hija no te oigan.
Alicia llegó al paseo con veinte minutos de retraso. Héctor parecía algo impaciente andando arriba y abajo y eso divirtió a Alicia.
- Hola, ya he llegado, ¿llevas mucho esperando?
- No mucho. – Llevaba media hora pero no dijo nada por temor a que se molestara y quería penetrar su culo.
- ¿Dónde quieres ir? – Alicia se sentó en el murete mirando sonriendo, con la falda a mitad de muslo y ligeramente inclinada para aumentar el escote. Héctor pareció dudar. - ¿Te apetece tomar algo? No tengo prisa… Dar un paseo no que ya te lo has dado jiji.
- Sí, vamos a tomar algo.
- Vamos a la plaza. – Alicia se incorporó con rapidez y sus tetas se bambolearon, observó que Héctor tenía ahí clavada la mirada, se dio cuenta y giró la vista.
- ¿Me has follado esta mañana y te da apuro que vea que me miras las tetas? – Esa sinceridad casi siempre descolocaba a sus amantes.
- Ah bueno. – Acertó a decir tras balbucear.
Alicia prefería no ir al bar donde sabía que estaría la pandilla que se había follado. En la plaza había bastante animación y encontraron sitio en una terraza. Estuvieron un rato de charla intranscendente con dos gin tonics. Héctor pensaba que eso le facilitaría sus intenciones, pero Alicia no lo necesitaba. Observó que era objeto de las miradas con más o menos disimulo de otros chicos. Esa noche quería follar en un sitio más cómodo.
- Vamos al hotel.
A Héctor se le iluminó el rostro y estuvo andando deprisa, teniendo que parar a esperarse a Alicia, que disfrutaba de la noche agradable. Interiormente disfrutaba del deseo e impaciencia que provocaba en su amante.
- Ya te he dicho que no tengo prisa, no te preocupes. – Le indició con voz dulce. Pensó en castigar su impaciencia. – Mira, desde arriba en el mirador hay una vista preciosa.
Giró en redondo ante la sorpresa de Héctor, que empezó a comprender que debía seguir las indicaciones de Alicia y no forzar la situación. Conocía el picadero de arriba y albergó el deseo de que follaran ahí. Sin embargo Alicia no tenía la menor intención. Subieron hasta el mirador y se sentaron en un banco desde donde se contemplaba el pueblo y la playa.
- ¿A qué es bonito?
- Sí. – Respondió Héctor.
Alicia reposó su cabeza en el hombro de Héctor, éste aprovechó para deslizar su mano al muslo de ella y subirle la falda, una mano le frenó.
- Aquí no. Te he dicho que no hay prisa.
Héctor sentía que su polla presionaba bajo los pantalones, iba tan caliente que temió correrse demasiado pronto llegado el momento.
- Perdona es que voy muy caliente y no quiero correrme pronto. – Le susurró.
- Jiji bajando se te bajará, contrólate, y ya te he dicho que hay tiempo, para correrse más de una vez.
Eso tranquilizó y a la vez le creó expectativas. Estuvieron unos minutos más casi sin hablar contemplando la vista. A su espalda otras parejas buscaban intimidad y se oían gemidos contenidos. Alicia decidió que era el momento. Esta vez Héctor supo contener sus ganas y bajó tranquilamente al ritmo de Alicia y hasta pararon en una pequeña taberna a tomarse otro gin tonic. Alicia se sintió achispadilla pero sin perder nunca la perspectiva. Entraron al hotel y uno de los recepcionistas que se folló Alicia tuvo que disimular la cara de disgusto. El mismo que una noche le vio un reguero de semen por el muslo.