Complejo de Loba (8) Gatito Travieso

La zorra y la lobata disfrutan la una de la otra cómo cualquier otro día en la granja. Pero pronto llegará un invitado inesperado que cambiará la paz que se respira...

((¡Holaa, soy Niura! Recién me di cuenta que no estaba añadiendo el título de los capítulos al título, solo el número del capítulo. ¡Lo siento! A partir de ahora le pondré los títulos para poder diferenciarlos mejor! Dicho esto, ¡desfrutad de la lectura (en los sentidos que queráis entender)! >:P ))

Pasé la mano derecha por la frente de Sofía. Dormida parecía un auténtico ángel.

Era primeras horas de la tarde de un domingo. Hacía un par de horas Sofía me había pedido ayuda desesperadamente con unos ejercicios de deberes de la universidad. Me sorprendió porque, al menos en mi caso, a las primeras tres semanas de empezar la universidad los ejercicios que nos ponían no suponían absolutamente ningún desafío. Aunque Sofía estudiaba psicología y yo ingeniería… tal vez lo mío era más fácil. En fin, sea como fuere, vi claros signos de agotamiento en su persona y decidí hacer algo para remediarlo. Así que, cuando entendí que no íbamos a avanzar mucho más en sus deberes, simplemente me acerqué a ella, cerré el libro que estaba leyendo, y le planté un beso en los labios. Me tumbé encima de ella y empecé a masajear, con suma delicadeza, los rincones más erógenos de su cuerpo.

-   ¿C-Carol?- Parecía confundida-. P-para, por favor, ya te dije que no me gustan las muje-ooh… dios, ¿cómo sabías que allí es donde más me…? Amm…. Uff… un poquito más a la derecha...

Reí. Desde que la conocí, Sofía me pareció una lobita-diana perfecta para jugar y mimar tanto como quisiera. A lo largo de los días la había asaltado durante las noches con mis nuevos inventos, la mayoría de las ocasiones sin que se despertara, para otorgarle placer y, así, otorgarme también a mi el eco de su placer. Al contrario que con su tío Uriel, Sofía parecía un pozo inacabable de orgasmos. Con ella, podía satisfacer mi sexualidad al completo y a su vez me podía liberar del estrés de mis estudios.

Sin embargo, algunas veces la veía de reojo y observaba una mirada tan viva, un perfil tan hermoso, un cuerpo tan bonito, que me daba por asaltarla de forma directa, como en ésta ocasión. Mis besos descendían por su cuello hasta llegar a sus pechos, donde le levanté la camisa y los dejé al aire. Tenían el tamaño perfecto, ni muy grandes ni muy pequeños. Envidiaba a Sofía.

-   ¡Aaahm!- Escuché gemir a la sobrina de Uriel cuando cerré mis labios alrededor de su pezón.

Movía la lengua de las formas que había aprendido gracias a Uriel. Él nunca lo admitiría, pero le encanta que le laman los pezones. “Parece que viene de familia… hihihi”. Bajé por su torso y su barriga. Su cuerpo de contraía y los poros de su piel se dilataban a mi paso. Su cuerpo entero estaba muy, muy caliente. Parecía una estufa. Le bajé los pantalones y ella abrió las piernas de par en par sin pensarlo un instante. Casi tuve que usar una espátula para apartar los pliegues de sus braguitas empapados y pegados a su piel. “Se va a deshidratar…” Usé mi lengua y mis labios como mejor sabía para darle tanto placer cómo pude. Mis dos manos acariciaban la parte interna de sus muslos, y poco a poco me iba sintiendo más excitada. Cuando alcanzó el primer orgasmo se convirtió en un terremoto, sacudiendo todo su cuerpo. Tuve que cogerla bien de las piernas para que no se moviera tanto y pudiera terminar bien en mi boca.

Después de eso, sorprendentemente dejó de moverse. Iba a darle un beso, pero me la encontré con los ojos cerrados. Había caído dormida. Sonreí y me relamí los labios con algunas gotitas de su corrida. “Estaba muy cansada, la pobre… debe estar esforzándose mucho en la uni”.

Nos sequé, la tapé con una mantita fina, y apoyé su cabeza en mi regazo, donde nos quedamos quietas. A las pocas horas Uriel acabó con los trabajos del campo y vino con nosotras. Vio a Sofía tumbada y todos los pañuelos usados encima de la mesa. Suspiró, no con disgusto, sino casi con melancolía.

-   Me veo incapaz de interrumpir un momento de paz generado por la ausencia de la voz estridente y las barbaridades que salen de la voz de Sofía. Ya la despertamos después.

Sonreí y asentí con la cabeza. Al cabo de un poco rato escuché como alguien llamaba a la puerta. Sofía se despertó entre gruñidos. La dejé en el sofá, y cuando fui a abrir…

-   ¡Hermanita!- El Chico frente a la puerta se me echó encima abrazándome.

Era mi hermano menor. Llevaba el pelo corto, iba vestido de manera informal y con una mochilita en la espalda. Medía alrededor de metro cincuenta. Un enano.

-   Alex… ¿qué haces aquí?

-   Pasaba cerca y he dicho… oye, ¿por qué no visito a mi querida hermana?

-   ¿Quién es, Carol?- La voz medio dormida de Sofía me hizo saltar las alarmas, la cual se acercaba por el pasillo.

-   ¡Sofía, no! ¡No vengas!

Pero era demasiado tarde. Mi hermano me pasó por al lado y dió un desprevenido y cálido abrazo a Sofía aprovechando su baja estatura para hundir la cabeza entre sus senos. Antes de que Sofía pudiera sentirse incómoda separó la cabeza, y desde abajo dijo…

-   ¡Sofía! ¡Por fin te conozco! ¡Mi nombre es Alex y soy el hermanito se Carol! ¡Me ha hablado mucho de ti! ¡Espero que nos llevemos muy muy bien!

-   No te he dicho ni una palabra de la existencia de Sofía… - mascullé entre dientes, cerrando la puerta.

-   Ay dios mío qué mono es… ¡Ay dios mio que mono es! - Sofía lo apachurró entre sus senos, ruborizada. Me miró-. ¿Podemos adoptarlo?

-   ¡No es un cachorrito perdido, es mi hermano menor, y ya tiene un hogar!

-   ¡Papá me ha dado permiso para venir si quería siempre que no os diera problemas!

-   Nos estás dando problemas. Largo- ordené, tajante.

Alex hundió otra vez la cabeza en los senos de Sofía haciendo ruidos de llorar.

-   No seas así Carol, que es tu hermano… Alex, ¿quieres quedarte a cenar? ¿Y a dormir? ¿Y a vivir con nosotras para siempre jamás?

-   ¿¡Cuántos pasos se ha saltado en una sola frase, señorita Sofía!?

-   La verdad es que la barriga me hace ruiditos desde hace un ratito… -

La voz exageradamente infantilismática de mi hermano me ponía de los nervios, efecto contrario que parecía tener en Sofía.

-   ¡Aaayyyy!- Sofía acarició la barriga de mi hermano-. ¡Eso sí que no puede ser!

-   También me gustaría ducharme, pero no quiero hacerlo solo…

-   ¡Yo te acompaño!

-   ¿Es que no ve que la está manipulando, señorita Sofía?

-   ¡Claro que si, no soy tonta!- Respondió en tono sarcástico- ¡Venga, vamos ¡Alex, a la ducha! ¡Hay que dejarte bien limpito!

-   ¡Siiii!

Se alejaron por el pasillo. Tenía un mal presentimiento con todo eso. Por atrás se acercó Uriel.

-   ¿Era tu hermano?

-   Sí… se va a quedar esta noche. Sofía lo ha… - suspiro- adoptado.

-   Que dios se apiade de nosotros. Voy a hacer la cena- y se fue por el pasillo.

Los seguí y usé una cámara conectada a una cuerdecita para espiarlos viendo lo que hacían a través de mi móvil a escondidas. Sofía estaba frotándole a Alex la espalda con champú, usando sus… senos. Totalmente desnudos los dos, ella restregaba su cuerpo entero en la espalda de mi hermano. "¿¡Cómo han llegado tan lejos cuando no han pasado ni cinco minutos!?

-   ¡Pues no sabía que así se limpiaba mejor la espalda de una persona! ¡Gracias por decirmelo!

-   ¡De nada! ¡Me lo enseñaron anteayer en la escuela!- "Oh, ¿va en serio?" pensé-. ¡Ahora deja que te lave yo!

-   ¿Eh? Bueno, vale…

Sofía se dió la vuelta dándole la espalda a mi hermano. Alex de inmediato le lanzó encima de ella, agarrándole los pechos descaradamente. Sofía dio un respingo pero sonrió.

-   ¡Vaya! ¿Te gustan mis pechos?

-   ¡Sí, aunque no son tan grandes cómo los de mi hermana!

-    Joder, eso ha dolido…

-   Pero se sienten muy bien en mis manos- siguió estrujándolos y moviéndolos.

-   Bien, con eso has recuperado los puntos perdidos.

Ambos siguieron con esa farsa de "ducha" hasta que, llegando a su término…

-   Por cierto, ¿quieres probarte algo que he tejido en clase de manualidades? ¡Son unas braguitas muy bonitas!

"Claro, porque un niño tejiendo unas braguitas no atrae la atención de su profesor… es imposible que Sofía se crea eso. "

-   Hmm… ¡Bueno, vale!

Ambos escucharon un prolífero facepalm desde el otro lado de la puerta, pero lo ignoraron.

Sofía empezó a ponerse las braguitas que mi hermano sacó de su mochilita.

-   Oye, ¿no parecen como metálicas estas braguitas?

-   Esque he usado metal.

-   Oh, bueno, entonces parece lógico que tengan este tacto.

“Pobrecita… si estuviera sola Sofía no sobreviviría en el mundo real…”

-   Oh, si tienen un agujero. Espera, ¿¡son para hacer pipí sin tener que quitártelas!?

-   Ajam.

-   ¡Hostias, si eres un genio, cómo tu hermana!

-   Hahahah.

-   Por cierto, ¿a qué curso vas, Alex?

-   Oh, en segundo año de carrera universitaria.

-   ¿Qué?

Alex unió dos anclajes de las braguitas que se había puesto Sofía. Ella dió un respingo.

-   ¡Qué haces!

Mi hermano le enseñó la llave que abría el candado que acababa de cerrar. La lobata intentó quitarse las braguitas, pero estaban apretadas por encima de la cadera. No había forma. Él le guiñó un ojo.

-   Ahora eres mía.

-   ¡Dame eso!

Alex cogió un pequeño mando de control remoto y pulsó un botón.

-   ¡Ah!

Sofía perdió el equilibrio cuando iba a coger la llave y no pudo alcanzarlo.

-   Mejor ni te esfuerces. Le cogí prestado ese dispositivo a mi hermana hace un tiempo. ¿Se siente bien la vibración directamente en tu clitoris?

-   ¡Pensaba que eras un niño!

-   Ya, bueno, ese es mi truco. Carol tiene lo suyo, y yo tengo este infantilismo. En fin, qué le haremos. Uno tiene que salir adelante con lo que puede.

Alex hizo girar una ruedecita de su control remoto y Sofía cayó al suelo chillando de placer.

-   ¡Está muy fuerteeee!

-   Es para que entiendas de qué va la cosa.

De fondo escuchamos la voz de Uriel “¡la cena esta lista!”

-   Justo a tiempo. Nos lo vamos a pasar muuuy bien. Vístete, esclava. Y no intentes quitártelo... no va a salir.

Alex se puso una toalla por encima, cogió sus cosas y salió por la puerta. Lo encontré de cara.

-   Siempre haces lo mismo con todas las chicas que ves…- le dije.

-   Esa es una afirmación totalmente acertada. Cómo cabría esperar de mi hermanita prodigio.

-   Dame esa llave- alargué la mano en dirección a su bolsillo pero él se apartó de un salto.

-   ¡Eh, eh! ¡Cuidado! ¿O no querrás que papá vea esto?- Me enseñó una foto en su teléfono móvil.

En la foto salíamos Sofía y yo follando en el sofà del comedor detrás de una de las ventanas. “Debió sacarla antes desde fuera…”

-   ¿Me vas a hacer chantaje?

-    Sip. Imagínate cómo le sentaría descubrir que estás viviendo en casa de su amigo solo para montártelo con jovencitas recién entradas en la uni.

Realmente me daba muy igual que mi padre viera esa foto, conocía mis gustos sexuales, no sería la primera vez que hablaríamos de sexo cómo padre e hija -de hecho cuando lo hacíamos siempre era entre risas y buen rollo- y soy suficientemente mayorcita como para hacer lo que quiera. Sin embargo… y sólo parcialmente… me excitaba la idea de presenciar cómo Sofía sufría esa tortura sexual, así que permanecí en silencio haciendo ver que temía que la foto saliera a la luz."

La cena fue todo un espectáculo. Empezó más o menos bien. Uriel me preguntaba cosas sobre mis trabajos de ingeniería, y me preguntaba si podía ocuparme de esa o esa otra tarea de la granja, mañana. En esas que de repente Sofía dejó caer el tenedor encima de su plato. Ambos la vimos, y estaba petrificada y roja como un tomate. Miré a mi hermano con los ojos entrecerrados. Debajo de su móvil estaba usando su control remoto. “Menudo cliché, la cena familiar…”

Sofía temblaba con todo el cuerpo y movía las piernas asimétricamente de arriba abajo, como si se aguantara las ganas de ir al baño.

-   ¿Qué ocurre, Sofía? ¿Estás bien?- Preguntó Alex en voz angelical, disfrutando de la situación.

-   Está bien, solo se está masturbando, aúnque le tengo dicho que no lo haga mientras comemos- comentó Uriel cómo quien comenta el buen día que hace.

-   ¡¿Eh?!

-   Mmmmnnnoo… no me estoy masturbando…- dijo Sofía con la lengua más fuera que dentro de su boca y los ojos mirando tan arriba que poco le quedaba para dejarlos en blanco.

-   Alex, ya le he hablado al señor Uriel de ti y las travesuras a las que sometes a tus conquistas. Aquí estamos al tanto de tu verdadero ser.

-   Diablos…- Alex gruñó.

Al lado, Sofía golpeó la mesa con su cabeza haciendo temblar todos los tenedores alrededor, sintiendo un orgasmo con la vibración de las turbobraguitas. Uriel le dió con la cuchara en la cabeza.

-   Siéntate bien y termínate lo que tienes en el plato.

Se escuchaba debajo de la mesa un goteo. Uriel miró y vio la silla de Sofía empapada.

-   Y luego friega este desperdicio.

Más entrada la noche, obligué a mi hermano a dormir juntos.

-   No te engañes Carol, te gusta verme hacer estas cosas.

-   No puedo negarlo- acepté mientras me ponía el pijama-. Sofía es tan mona que a veces dan ganas de verla sufrir un poquitín.

-   A mi me pasa eso con las chicas que conseguía engañar. Parece algo que llevanos en la sangre…

Alex se metió conmigo en la cama.

-   Mañana me lo pasaré bien con ella. Si tienes tiempo libre puedes venir con nosotros.

-   Que malo eres.

-   Por cierto, ¿quieres ver algo divertido?

Mi hermano tonó su mando de control remoto y giró la ruedecita de intensidad de vibración. De fondo, a través de las paredes, escuchamos a Sofía empezar a gemir a todo volumen.

-   Mira que eres travieso…- y lo acerqué a mi, abrazándolo.

Nos quedamos en esa posición mientras, de fondo, se seguían oyendo gemidos. Pocos segundos después la voz de Uriel, abriendo la puerta de la habitación de Sofía, dijo "vas a aprender a no despertar a la gente…" oímos el sonido de una cremallera bajarse, y un par de segundos después la voz de Sofía paraba súbitamente. De este modo pudimos dormir en paz.

Al día siguiente Sofía hizo algunas tareas de la granja con la vibración aún castigando sin piedad su resentido clítoris. Si la perdías de vista podías mirar al suelo y seguir el rastro de un goteo hasta que dabas con ella. Parecía como si cada paso que daba tuviese un medio orgasmo. Y, por supuesto, estaba bebiendo mucha más agua de lo habitual.

La mañana se siguió desarrollando con Alex detrás de Sofía, hasta que llegó el momento de ir a la universidad. Y para ello, tenían que coger el bus. Yo los seguí hasta la parada.

-   Ahora tendrás la oportunidad de ser una buena perra- Alex le dio una bofetada en el trasero a Sofía y subió el. nivel de vibración.

-   Ohhjh… Ahora vendrá el bus… nono puedes dejar este cacharro activado…

-   Oh, sí,. sí que puedo dejarlo activado.

-   Si lo dejas activado… se me escapará la. voz, y. me. descubrirán…

-   Exacto… imagina la verguenza de ser descubierta llevando algo que te masturba rodeada de gente extraña. Seguro que eso será…

-   Y si me descubren todos me mirarán…- Sofía se llevó la mano a la entrepierna.

-   Sí, eso mismo. Así que más. te vale ser una buena perra y…

-   Y me señalarán con el dedo…

-   Si… si, bueno, realmente…

-   Y los hombres se bajarán los pantalones…

-   Espera, ¿cómo dices?

-   Y me cogerán las manos y me obligarán a pajearles sus pollas enormes… oh… tan grandes que no podré siguiera rodearlas con las manos...

-   Bueno, eso es más difícil que ocur-…

-    Harán chocar sus pollas en mis mejillas, usarán hasta mis codos para pajearse, y entonces tú subirás más la potencia de las braguitas estas tan ricas y yo me correré sin parar y me dirán que me he meado encima, y entonces se correrán encima de mí, y en la uni me verán entrar toda sucia, y me llamarán puta…

Sofía se había puesto una toalla alrededor de sus braguitas, y gracias que lo hizo, porque sinó ya tendría que cambiarse de ropa.

-   Vale, esto ya empieza a ser un poco…

-   Y me follaran la boca y el coño y el culo, me meterán sus pollas de dos en dos, de tres en tres, me encerrarán en el baño de chicos y harán cola para ir follándome uno tras otro… y… y…

El bus llegó.

-   ¡Oh, no, qué horror de día me espera!

Sofía prácticamente saltó dentro del bus con la lengua fuera, intentando subirse lo más rápido posible incluso asustando al conductor, pero enseguida sintió cómo la vibración de las turbobraguitas se detenía por completo. Miró detrás y vio a Alex, con mirada un poco traumatizada, con el dispositivo de control en la. mano.

-   Mejor… dejamos los juegos para después- admitió Alex, y yo reí por el entusiasmo que le metía Sofía al asunto.

Ambos se fueron a la universidad mientras veía a través de la ventana cómo Sofía le intentaba convencer de que reactivara el dispositivo y él, con cara de amargado, intentaba huir de ella.

Cuando volví a la granja Uriel me miró raro, pues aún me estaba riendo incluso sujetándome la barriga (algo relativamente raro en mi).

Cuando regresaron, Alex parecía bastante cansado de las insistencias de Sofía. Decía que estaba aburrida y que para qué llevaba esa cosa si no la usaba, que lo mejor era que se las quitara de una vez. Estuvo persiguiéndole hasta que, en el salón, mi hermano se giró y la apuntó con el mando de control poniéndo la potencia al tope. Sofía se cayó al suelo gimiendo a todo volumen.

-    ¡Eres una puta lunática, quédate quieta un rato, ¿quieres?!

-    ¡Vaya…! ¿¡Es que acaso… tienes complejo… por ser pequeño como un bebé!?

Yo, que estaba allí presente plegando ropa, miré de reojo a Alex. Este, con cara de enfadado de verdad, se lanzó encima de Sofía rodeando su cuello con ambas manos.

-   ¡Retira eso, perra!

-   ¡Parece... que he dado… en una fibra sensible…!- Alex le apretaba el cuello tan fuerte a Sofía que casi no le salía la voz.

-   ¡No tienes ni idea de lo que es ser así, estúpida! ¡Ni puta idea!

Alex hizo cara de enfadado de verdad. Dejé la ropa a medio plegar y me acerqué, pero al verme llegar Alex me apartó de un empujón. A pesar de ser de cuerpo pequeño seguía poseyendo una fuerza considerable.

-   Alex, suélata. No la dejas respirar.

-   ¡No! ¡Joder, no! ¡Esta puta tiene que enterarse de quién manda aquí!

Sofía empezaba a hacer mala cara. Pataleaba intentando liberarse. O eso pensé que hacía. Justo antes de darle una patada a mi hermano para que la soltara, entendí que esa cara era su expresión de placer asfixiado. De algún modo contorsionó su cuerpo y logró apuntar con su coño a la cara de Alex.

-   ¡Ataque… del chorro… cegador...!

Un chorro de fluídos vaginales salieron disparados del coño de Sofía cuando ésta alcanzó su orgasmo e impactaron de lleno en los ojos de Alex. Éste se llevó las manos a la cara chillando “¡¡qué asco!!” y, mientras, entre toses, Sofía me miró.

-   ¡Ahora, Carol!

Entendí a lo que se refería. Di un paso hacia Alex y le saqué la llave del candado del bolsillo (y de paso le arrebaté el mando de control). Él se tropezó al intentar apartarse mientras se frotaba los ojos, cayendo al suelo de espaldas. Apagué las turbobraguitas y usé la llave para quitárselas. Estaban bastante más que empapadas de las corridas de todo el día de Sofía. Las lancé a una esquina del salón. “Luego las lavo…”

-   ¡Desgraciada! ¡Qué me has hecho! ¡AARG!

Sofía saltó encima de mi hermano menor y se puso a limpiarlo con una toallita.

Luego, sin apartarse de encima, lo ató por las manos y lo hizo levantarse. Se sentó en el sofá con él encima del regazo mirando al suelo. Le bajó los pantalones y los calzoncillos y empezó a darle fuertes bofetadas en el trasero.

-   ¡Nadie…-bofetada-... me…- bofetada-... estrangula…- bofetada-... sin mi... - bofetada-... consentimiento!- Bofetada más fuerte.

-   ¡Para! ¡Déjame, joder! ¿¡Te crees que soy un niño o qué!?

-   ¡Pues te comportas como tal! ¡Buscaste en mi un juguete nuevo para divertirte sin tenerme en cuenta a mi!- “Aún que al final casi parecía que quien se divertía con un juguete nuevo era usted, señorita Sofía…”- ¡Y eso cuando podríamos habernos hecho amigos y yo podría haber jugado contigo encantada! ¡Pero has sido muy malo!- Bofetada- ¡Malo!- Otra bofetada.

-   ¡Deja de pegarme! ¡Lo único que eres es una perra en celo!

-   ¡No, amigo mío! ¡Lo que creías que era es una perra en celo! ¡Pero en cambio te has encontrado con una loba con carácter que se ha llegado a meter la polla de un caballo hasta la garganta!

-   ¡Ugh! ¡Pero qué puto asco!

-   ¡N-NO LITERALMENTE, JODER, ES UNA FORMA DE HABLAR, NO SOY ZOOFILICA!

-   ¡Me da igual lo que te creas que eres! ¡Al final todas las mujeres sois iguales! ¡Nunca buscaréis a un adulto con cuerpo de niño cómo yo porque os dará miedo hacerme daño, o tratarme con rudeza, y ni hablar de follar de ninguna manera!

-   Verás, Alex es virgen- expliqué.

-   ¡¡CÁLLATE TU!!

-   Hmm… ya veo cual es su problema. Carol, ¿tienes algo para él?

-   Déjame ver si tengo algo…- empecé a rebuscar entre los bolsillos de mi falda hasta que saqué un dispositivo-. Ah, mira. ¿Esto servirá?

-   ¡Perfecto!

-   ¡Eh! ¿¡Qué mierdas es eso!?

Sofía se metió el objeto en la boca. Miró a mi hermano sonriendo con expresión maquiavélica. Yo le acaricié la cabeza.

-   Tranquilo, no te dolerá, creo- le dije.

-   ¿Que va a hacer…?

Sofía acarició sus nalguitas rojas como un tomate, y se las separó por donde tenía el agujero.

-   ¡No… no! ¡NO, ESO NO!

Y le metió un huevecito vibrador por su entradita. Ambas escuchamos un gemidito proceder de la boca de mi hermano. Yo fui la más sorprendida de las dos. Le di a Sofía el mando mientras mi hermano se quedaba muy quieto, sumiso. Ella le metió un dedo por el trasero y lo movió hasta encontrar el huevecito en su interior. Alex se abrazó a mis piernas con fuerza, pero no rechistó. “Vaya, vaya, vaya… menudo descubrimiento”.

Sofía le colocó el huevecito justo encima de la próstata, y lo activó. Alex arqueó la espalda completamente. Estaba gimiendo. Entre las dos logramos voltearlo, a pesar de estar con el cuerpo tieso cómo una tabla, y vimos su polla a plena capacidad.

-   Uau, si es casi cómo la de mi primo. Al menos diecisiete centímetros. Nada mal, parece que todo lo que no has crecido de cuerpo lo has hecho de genitales.

-   Nunca se la había visto tan grande, parece que esto le gusta de verdad- comenté, bastante contenta por él.

-   ¿Es que le has visto muchas veces la polla erecta a tu hermano?

-   Lo mismo podría preguntarte con lo de tu primo.

- Touché .

-   No se si lo ha notado, señorita Sofía, pero soy muy liberal en el tema sexual, igual que mi padre y por extensión mi hermano. El señor Uriel no lo sabe, pero mi padre está al tanto de mis roces sexuales con él. Dice que mientras me haga feliz…

-   Joder, qué turbio, pero que guay.

Alex extendió la mano hacia el pecho de Sofía, manoseándolo sin muchas intenciones más allá de llamarnos la atención para que nos dejemos de cháchara y nos centremos en él.

-   En fin, voy a hacerle una mamada a tu hermano- me dijo Sofía-. ¿Me das tu permiso?

-   Por favor… hazlo…- escuchamos la débil vocecita angelical de Alex mientras su cuerpo entero temblaba del placer.

Parecía alguien totalmente distinto. Sofía le acarició el cabello con una media sonrisa e inclinó el cuerpo adelante. Después de un breve calentamiento previo y algunos besitos, se la metió empezando por el glande, bajando lentamente por su tronco. Puse ambas manos a ambos lados de la cara de mi hermano y empecé a notar su satisfacción. Cerré los ojos por unos segundos. Era una sensación bastante intensa. Sofía volvió a meterle un dedo en el culo y lo movió por dentro, desplazando la posición del huevo. Alex movía las caderas, intentando insertarse mejor el dedo de Sofía. “Sí, definitivamente le gusta mucho, esto”. En un momento dado Alex empezó a gemir más fuerte. Sentí cómo se acercaba al orgasmo. Sofía hizo unos movimientos que Alex no entendió muy bien, pero que le provocaron un placer inmenso, y entonces estalló dentro de la boca de Sofía. Ésta retiró el dedo poco a poco, sacando también el huevo de su recto, y esperó hasta que hubo terminado de convulsionar para sacarse su polla de la boca. La vimos ponerse recta y, después de una breve pausa, empezó a comerse, trago por trago, la corrida de mi hermano. Éste estaba todavía tumbado sobre sus rodillas y con la cabeza sobre las mías, convulsionando a ratos, soltando algún que otro chorrito de semen rezagado. Había sido uno de los mejores orgasmos que había sentido tener jamás a nadie. Más intenso que los de Sofía, como era el caso de los orgasmos masculinos, pero definitivamente por encima de la media. Uriel no se corría tan agusto en mi garganta como Alex en la boca de Sofía.

La lobata se limpió los labios con el dorso de la mano.

-    No ha estado mal, ¿eh?

Al cabo de un rato estaba Alex sentado, totalmente ruborizado, entre las dos. Yo le acariciaba la cabecita.

-   Resulta que es muy difícil tener una relación normal con esta estatura… con este cuerpo- explicó a Sofía-. A veces engaño a chicas de mi edad haciendo ver que soy un genio prodigio que está en la universidad por su mente y no por su edad. Y las llevo a casa para que me ayuden con unos deberes… y allí les cuento la edad que tengo, y la verdad. Algunas me han llegado a aceptar, pero cuando llega el momento del sexo, ni se lo plantean. “Lo siento, pero sería cómo hacerlo con un niño”. Al final acabé cansándome y acabé haciéndole lo que te hice a ti a las chicas que lograba engañar, para satisfacer mi odio hacia el mundo y a la vez mi perversión interna.

-   Joder, mira que eres malo. Pero a la vez eres mono cuando quieres. ¡Oye, si eres como un gato!

-   Un gato travieso- añadí yo, dándole un besito en la mejilla.

-   La cosa es que nunca he podido tener una relación normal a causa de mi cuerpo… y eso me ha vuelto de este modo. Pero nunca había experimentado con mi cuerpo porque le tenía asco, así que lo de antes… bueno. Fue algo totalmente nuevo.

-   Y te gustó.

-   Le encantó- dije.

-   Me… gustó. Bueno… me encantó- acabó admitiendo-. ¿Cómo es que no has sentido reparos al hacerme esas cosas?

-   Porque eres un poco mayor que yo.

-   Pero mi cuerpo…

-   Tu cuerpo es solo una carcasa. Tu eres quien eres y sabes que quieres lo que quieres. ¿O no? Y si es que no, explórate sin miedo. Además, te veías muy agusto después de correrte en mi boca. ¿Cómo podría sentir asco de darle ese placer a un chico tan necesitado de amor cómo tu?

-   O sea, eres pedófila.

-   ¡NO, JODER!

-   Voy a denunciarte.

-   ¡QUE NO!

Mi hermano y yo nos reímos. Sofía se cruzó de brazos, refunfuñando.

-   Sea como sea… Y te ha hecho feliz, ¿verdad?- Le preguntó.

Alex, después de dudarlo unos instantes, bajó la mirada y asintió varias veces con la cabeza.

-   Entonces, ¿quién necesitará una relación normal? Ven aquí siempre que te sientas mal o necesitado y jugaremos un ratito contigo.

-   Te dejaré usar las turbobraguitas con Sofía, que seguro que le gusta.

-   ¿Turbo-qué?- La voz de Uriel nos hizo levantar a los tres la cabeza.

Nos vio en el salón con el suelo parcialmente empapado y semidesnudos (puesto que la ropa de Alex se había manchado un poco con su semen y la corrida de Sofía y la había puesto a lavar).

-   Oh, joder. Os hago una foto, y vais las dos derechitas a la cárcel, ahora mismo.

-   ¡Queréis parar de una vez!- Chilló Sofía.

Alex rió alegremente. Yo lo observé, satisfecha. Parecía haberse quitado un enorme peso de encima.

En fin, supongo que la familia crece.

-   Más os vale empezar a limpiar cuanto antes- siguió Uriel-, que la sala de estar es un lugar donde...

De fondo, vimos al perro de Uriel, Max, lamer alegremente un charquito del suelo. Todos nos quedamos en silencio, viendo la cola de Max moverse alegremente de un lado a otro. Sofía sufrió una arcada.

-   ¿¡Precisamente usted va a vomitar por esa imagen!?- Le chillé a Sofía.

-   Cómo no le ayudéis rápido, va a quitaros el trabajo y por lo tanto la cena a las dos.- Advirtió Uriel, y se fue del salón.

Tanto Sofía cómo yo saltamos a intentar detenerlo, pero cogió las turbobraguitas y empezó a pasearlas por el salón, empapándolo todo. Mientras corríamos dando vueltas alrededor del sofá persiguiendo a Max con Sofía chillando cómo una loca, Alex estaba con los ojos semicerrados con una expresión de paz absoluta mirando en dirección a la ventana, susurrando “que buen día hace hoy…”

((Continuará -^-^-))