Complejo de Loba (6)

La lobata enferma y la zorra debe quedarse a cuidarla. Durante el estado de fiebre, ¿podrán conocerse mejor y estrechar vínculos para acabar de aceptarse la una a la otra? (Resubido)

Desperté con los primeros rayos del sol. Era muy temprano por la mañana, aún no había acabado de salir el sol, pero igualmente había ido a dormir demasiado pronto y no tenía más sueño. Estornudé. Me sentía algo mal en general, a decir verdad. Cambié de postura y noté algo muy blandito en la nuca. Miré a ambos lados, y noté. al mismo tiempo que tenía una mano húmeda metida en mi entrepierna. Volví a estornudar. Sentía. un poco de frío. Abrí mucho los ojos, recordando lo de anoche.

-   Sofía...

Abrí mucho los ojos. Levanté la cabeza hasta ver, boca abajo, el rostro enfadado de Uriel. Estaba en la habitación de mi tío, rodeada por sus piernas desnudas... y estaba con la cabeza apoyada en sus genitales.

Durante la noche después de la cena estaba muy cachonda por haber escuchado a mi tío decir mi nombre mientras le follaba brutalmente la boca a Carol. A pensar de correrme una y otra vez, cada vez que me volvía a venir a la cabeza la idea de que mi tío deseara follarme la boca como lo estaba haciendo con Carol, el calentón me volvía y volvía a hacerme unos dedos, y se repetía el ciclo. Los métodos tradicionales para calmarme no funcionaban, y cada vez estaba mas sensible, lo que volvía mis orgasmos más rápidos y peligrosamente adictivos, así que debía hacer otra cosa más... invasiva, y menos perjudicial para mi salud, para satisfacerme.

Arriesgándome a ser descubierta y que se enfadara conmigo, me colé en su cuarto por la madrugada. Lentamente levanté la fina sábana de verano que lo cubría, colando la cabeza por la parte de abajo de la cama. Un olor muy fuerte me golpeó la nariz. El aroma que desprendía el cuerpo de mi macho, concentrado y almacenado durante horas en aquel sitio. Me detuve unos minutos solo a embriagarme con él, sin entender cómo nunca antes en el mes que llevábamos viviendo juntos, no se me había ocurrido hacer eso.

Lentamente empecé a subir por su cuerpo, colándome entre sus enormes piernas. Mirando adelante. A un único objetivo. "La loba acecha a su presa..." A pesar de la penumbra, el distinguido bulto en la entrepierna de mi tío era un foco de atención inaludible. Me coloqué en una posición más estable, acabando de meterme del todo en el interior de las sábanas, empecé a hacer fuerza para separar sus piernas, muy poquito a poco. En algún punto quiso cambiar de posición en. sueños, pero me. aseguré de estar yo ahí para que mi cuerpo sirviera de tope y no volviera a cerrar las piernas. Así que esta vez, cuando acabó de moverse, vi el camino libre hacia el cielo mismo. Adelanté la cabeza y apoyé la mejilla en la parte interior de su muslo. Acerqué la boca, y... apoyé mis labios. Agradecí que siempre durmiera en calzoncillos, pues eso me ahorraba muchos dolores de cabeza.

Sin pensarlo mucho alargué las manos a la tira de goma y empecé a tirar hacia abajo. Vi con los ojos muy. abiertos como iba apariciendo su polla medio tiesa, hasta la mitad de su longitud. Pues empezó a moverse y respirar diferente cuando lo hacía, amenazando con despertarse. Volví a ponerlo en su sitio e intenté otra técnica. Recogí la tira inferior de su calzoncillo hasta que logré ponerlo suficiente a un lado. Sus dos huevos salieron juntos por el hueco a recibir mi inesperada visita. De inmediato y casi sin pensar abrí la. boca y me los metí. Sentí cómo estaba a punto de correrme solo con eso. La sensación de tener tanto semen de mi tío metido en la boca, separandonos solo un poco de fricción para lograr que saliera de sus dos escondites, me ponía verdaderamente a cien.

Vi cómo su polla estaba tiesa cómo la copa de un pino, y por una vez maldecí que lo estuviera, pues con ese tamaño no podría sacarla por el hueco de los calzoncillos sin que se diera cuenta. Sin embargo podría hacerlo si esperaba al momento oportuno... así que me quedé esperando, saboreando los huevos de mi tío, moviéndolos por mi boca con la lengua. En algún punto no pude aguantarlo más y me bajé los pantalones, notando mis braguitas empapadas. Empecé a tocarme con mucho cuidado de no despertar a mi tío, habiendo aprendido de la primera vez. Era una sensación tan agradable, un sabor tan embriagador...

Que acabé quedándome dormida.

Como suelo moverme mucho cuando duermo, debí destaparnos y quitarme los huevos de su boca en algún momento. Y por la mañana me encontré en esa situación.

A pesar de que me echó a patadas de la habitación, insultandome y prometiendo que iba a poner un pestillo en la puerta, me seguía. sintiendo con un malestar general y un frío extraño. Pensé que se debía a mi frustrado intento de comerle la polla sin que se enterara, así que desayuné la comida que me. hizo Carol y me preparé. Uriel no salió de su habitación para desearme un buen día, y a pesar de que sí lo hizo Carol, me marché algo desanimada y cabizbaja al bus.

Pasé mi primer dia de clases pensando en el sabor de los huevos de mi tío, con la cabeza muy ida y sintiendo un sueño extraño. Y, cuando regresé a la masía, Carol estaba en la entrada esperándome.

-   Bienvenida señorita Sofía. ¿Cómo ha...?

Me caí en su dirección antes de que pudiese seguir hablando. Ella me rodeó con sus brazos a tiempo, impidiendo que cayera al suelo.

-   Eres retrasada.

La voz de mi tío me acusaba de habermelo buscado sola mientras estaba tumbada en la cama con una bolsa fría en la cabeza. Uriel enseñó el termómetro que me acababa de quitar de la axila a Carol. Ella se llevó una mano a la boca para tapársela.

-   Treinta y ocho y medio...- levantó la cabeza en mi dirección-. ¿Cómo ha podido ir a la universidad en este estado?

-   A veces no se...- dije, haciendo pausas para respirar-. Si usas un gentilicio, o solo... es que estás hablando de mí cómo si no estuviera...

  • Dormir medio desnuda, destapada y con medio cuerpo empapada en tus propios fluidos, estando en una montaña donde durante la noche profunda y por la mañana temprana hace el mismo frío que en pleno otoño, es algo realmente estúpido, incluso viniendo de ti. Eso sin contar todo lo que te has esforzado durante este mes, que debe de haber dejado tus defensas por los suelos- Uriel se giró hacia Carol-. Debemos llevarla al hospital.

-   ¡No!- Chillé, y me puse a toser-. Por favor... me recuperaré si duermo bien esta noche. De verdad.

-   No digas tonterías. Voy a preparar la camioneta.

-   ¡Por favor...! ¡Te lo suplico!

Mi tío se me quedó mirando unos largos segundos y acabó suspirando.

-   Carol, ¿aún tienes medicina de cuando me puse enfermo en la primavera?

-   Sí, la guardo en mi cuarto.

-   Vale... se la daremos. Pero si para mañana no está como una rosa, se va derechita a urgencias- Uriel se me acercó para pellizcarme un muslo.

-    Auch... ahora pellizcame el pezón... tío...

-   Si tiene fuerzas para hacer estas bromas es que no está tan mal- Dijo Uriel mientras Carol se reía flojito con una mano delante de los labios.

Me dieron dos pastillas que tomé y me dejaron descansar hasta la hora de la cena. Carol entró en mi habitación con una bandeja y un plato.

-   Te he hecho la cena.

-   Ah... gracias Carol. ¿Qué es?

-   Arroz hervido- puse mala cara cuando escuché eso, y ella sonrió-. Estoy segura que tu expresión cambiará cuando le des el primer bocado.

Carol, después de ayudarme a colocar sentada en la cama y acomodarme con varios cojines, me dejó la bandeja en el regazo y se sentó en la silla que había al lado de mi cama. Me puso el termómetro en la axila y se quedó mirando que comía, así que no me dejó otra elección. Le di un bocado, y volví a dar otro bocado. Y otro. Y otro.

-   ¡Ehtá muy fueno! (Está muy bueno).

-    Me alegro que le guste, señorita Sofía- contestó con su agradable sonrisa permanente-. Lo he hecho especialmente para que se ponga buena.

Seguí comiendo un rato, casi terminándome el plato, hasta que finalmente pregunté.

-   ¿Qué tiene?- Dejé de comer unos segundos-. ¿Por qué está tan bueno?

-   Tiene un ingrediente especial...

-   ¿Cual?- Reanudé la comida metiendo otra cucharada en la boca.

-   Mis fluidos íntimos...

Escupí todo lo que tenía en la boca esparciéndolo por toda la cama.

-   Solo bromeo- dijo, riendo flojito con la mano delante de la boca.

-   Maldita...

-   He añadido especias que me va dando mi padre de vez en cuando- Carol sacó un trapo de su bolsillo y empezó a limpiar las sábanas con lo que había escupido- permítame que la limpie, señorita.

-   Hum... e-espera, no me destapes del tod-...

Carol bajó la manga y descubrió una mancha húmeda en mi entrepierna. Ella me miró fijamente. Y sonreí, haciéndome la inocente.

-    ¿Cuántas veces lo ha hecho?

-    ¡Ninguna! ¡Me he despertado con esto así cuando has llamado a la puerta, en serio!

-   Me va a obligar a contárselo a su tío si no es sincera conmigo.

-    ... nueve.

Carol suspiró y me bajó los pantalones de pijama. Intenté resistirme, pero seguía muy débil, así que simplemente me dejé hacer. El termómetro pitó en mi axila.

-    Esto roza la adicción. Debería descansar, o por lo menos usar una toalla para no quedarse empapada- me dijo mientras yo miraba el termómetro.

-    Treinta y siete y medio. He bajado...

-    Lo cierto es que en ocasiones sudar por algún esfuerzo puede hacer bajar la fiebre... parece que usted es una de esas personas.

-    ¿Ves? ¡Todo es positivo en la masturbación!

-    Si, pero si no duerme como es debido no servirá de nada.

-   Ya... tampoco podía dormir. No podía evitar dejar de pensar en... los huevos de Uriel...

-   Hum... vale, permita que la limpie.

-   ¡Puedo hacerlo sola!

Carol puso una mano sobre mi hombro y me tumbó. Sin decir una sola palabra, me separó las piernas y empezó a pasar la toalla por mi coño húmedo. Se me escapó un gemidito.

-   Lo siento... sigo sensible...

-    Ya veo...- Carol terminó y se guardó el pañuelo en el bolsillo. Entonces se subió en la cama-. Permítame.

-   ¿Qué hac- ¡ah!?

Sin esperármelo en lo absoluto, Carol, haciendo fuerza con los brazos para mantenerme las piernas separadas, acercó la cara a mi entrepierda y le dio un beso a mi clítoris.

-   Si han sido nueve veces, habrá una decena. Y una onceava. No quiero que se enferme más por estar siendo esclava de sus deseos, así que me encargaré de dejarla satisfecha.

-   N-no... para, en serio, no me gustan las muj- ¡Oh, joder, dios!- Le agarré la cabeza con ambas manos, haciendo presión contra mi coño- ¡Vuelve a hacer eso! ¡Uff!

Carol empezó a mover su lengua alrededor de mi clítoris. Daba vueltas lentas, haciendo la presión adecuada, y a ratos iba cambiando para atravesar el punto mágico, siempre sin avisar o dar señales de que iba a hacerlo, provocándome respingos furtivos. Acercó su mano izquierda y metió un dedo, moviéndolo en el interior. Por cómo lo movía, me recordaba mucho a mi tío, lo que empezó a activar los mecanismos de placer de mi cuerpo. Separó su cabeza de mi entrepierna y, relamiéndose, besó mi pubis con algunos pelitos sin depilar. Siguió subiendo por mi barriga, y llegando al esternon separó los labios de mi cuerpo, subiendo hasta quedar justo en frente de mi.

-    Señorita Sofía... ¿recuerda lo que vio ayer? ¿Lo que hacía su tío conmigo?- Con su mano derecha tomó la mía, y la atrajo hasta su mejilla-. Esta es la boca que estaba embistiendo con sus caderas- guió mis dedos hacia sus labios. Mi índice acarició su labio inferior casi involuntariamente-. Estos son los labios que se estiraban y se abrían para dar cabida a la envergadura de su miembro- Su mano izquierda no dejaba de masturbarme. Mis piernas se abrían, cerraban y frotaban la una con la otra de manera casi automática, recordando todo lo del día anterior. Carol abrió la boca, y yo le metí el dedo índice y medio sin que me tuviera que guiar-. Esta lengua... es la que saboreó su semen-. Tomó mi mano y, para mi sorpresa, empezó a meterse mis dedos bien hondo en su garganta. Después de dejarme tocar un rato alrededor, impresionándome por ver cómo no sufría una sola arcada, me sacó la mano y me la besó-. Y la garganta que acaba de tocar... es el lugar por donde pasó todo su semen...- empezó a inclinarse hacia mí-. Hasta terminar en mi estómago.

Juntó sus labios con los míos y tomé la delantera en comerle toda la boca. Jugué con su lengua y visité cada rincón de aquella entrada. Sus mejillas, su paladar, sus dientes... todo. Me daba igual que fuera otra mujer, estaba cachonda perdida. Quería sentirlo y saborearlo todo, pues creía poder encontrar algún rastro del sabor que más deseaba probar de mi tío. Al cabo me apartó con delicadeza, y me quedé con la lengua fuera, jadeando y deseando más.

-    Muchas de las cosas que sabe su tío... se las he enseñado yo. Así que puede verme como una extensión de él mismo, señorita. E, incluso...- vi cómo se bajaba las braguitas debajo de su falda de maid, y se desabrochaba su propia falda-. Puede practicar conmigo sin pudores.

Abrí mucho los ojos, viendo su entrepierna. Pues descubrí allí una polla, con su par de huevos apoyados encima de mi ombligo.

-   ¿Eres... un hombre?

Carol me dedicó una sonrisa algo triste. Sacó de un bolsillo oculto en su vestido un objeto, como una especie de martillo de plástico blanco... pero parecía como si lo hubiera modificado, con una carcasa más ancha por la punta, con una especie de forma de martillo, pero hueco por la parte donde se supone que serviría para golpear clavos. Me enseñó cómo, en su interior, había unos filamentos parecidos a los de un cepillo de dientes. Tuve un mal presentimiento, recordando que era estudiante de último año de carrera de ingeniería robótica.

-   A partir de hoy, soy su nuevo juguete favorito, señorita Sofía.

Posó la cabeza del cepillo de dientes/martillo de plastico modificado sobre mi clítoris y pulsó un botoncito. Inmediatamente mi cuerpo reaccionó a la oleada de placer que empezó a sentir. Sentí como mi clítoria era succionado y asaltado por intensísimas vibraciones de los filamentos del cepillo de dientes.

-   ¡Para! ¡Paraaaa! ¡Dios, detente!

-   No voy a hacerlo...- se relamió.

-   ¡Joder, joder, joder! ¡Que llego yaaa!

Mi cuerpo se arqueó todo entero. Pulsos demasiado rápidos de placer me recorrían de arriba abajo. Chorros enteros de fluídos salían disparados de mi coño, empapando la cama y el suelo de la habitación. Carol no detuvo ni apartó aquel extraño vibrador, y solo no me caía de la cama porque me estaba aplastando con su peso, manteniéndome en el sitio. Justo acabó el orgasmo, y me empezó otro, y venga a sacudir otra vez el cuerpo entero.

-   Aún no lo he decidido, pero viendo la reacción del primer sujeto de pruebas... creo que lo voy a llamar Turbosatisfyer.

-   ¡Me vas a... matar!- Logré balbucear, casi sin aliento.

-   O moriré en el intento- rió un poco, e hizo más presión con su dedo de la muerte.

Empecé a patalear sin control y chillar como si me estuvieran matando. Mi tío entró por la puerta rápidamente, pero al vernos se quedó bajo el marco.

-   ¡¡AIURA!! ¡¡AIURA!! (Ayuda).

-   ¿Carol...?

-   Todo está bien. La estoy poniendo a dormir.

-   Bien. Buenas noches, Sofía.

-   ¡¡HOKORO!! (Socorro).

Dos orgasmos llegaron juntos y salpiqué tan lejos que Uriel tuvo que cerrar la puerta para cubrirse y que no le diera. Seguí balbuceando " hokoro " y me quedé con la boca abierta. Vi cómo Carol movía su cuerpo adelante y atrás, los pechos desincronizados de las caderas, pareciendo una planta meciéndose por las olas en el mar. Resultaba ser un baile de lo más sensual. Se acariciaba los pechos con la mano libre, se rozaba su polla flácida. Me acariciaba el cuerpo sudoroso. Sufrí otro orgasmo y creí ver cómo ella daba también un respingo justo al mismo momento. Subió su mano hasta mis labios y me pinzó la lengua, sacándola más allá de su cavidad bucal. El placer me impedía cerrar la boca. Vi cómo se situaba justo encima de mí y dejaba caer un largo hilo de su propia saliva, que atinó a pesar de todo el movimiento y aterrizó en mi propia lengua. La saliva resbaló por la lengua y entró en mi boca. Tragué sin pensarlo demasiado. La sentí cálida, mientras bajaba por mi cuello. Mi mente se quedaba en blanco mientras la vibración de su dedo seguía proporcionándome orgasmo tras orgasmo. Ella seguía moviendo su cuerpo, me gemía en la oreja, o bien me lamia o me besaba o me mordía cualquier parte potencialmente erógena de mi cuerpo. Perdí totalmente el control sobre mi misma, y me di cuenta muy tarde que intentaba clavar sus uñas en el cuerpo de Carol. Mi cuerpo perdió su fuerza al cabo. Ya ni siquiera intentaba apartarme. Solo quería sentirla más cerca. Ser una con ella y aquel placer desbordante. No me fijé en las heridas que le había hecho, pero no parecía molesta. De hecho noté por su mirada astuta y cubierta en sudor, algunas lágrimas fortuítas y un rubor inédito, algo raro en su siempre pulcra expresión, que parecía estar disfrutando mucho aquello. De tanto en cuando inclinaba el cuerpo sobre el mío y notaba sus ostentosos pechos contra los míos sudorosos. Luego me acariciaba los labios y yo abría la boca como por acto reflejo, y volvía a alimentarme con su saliva, o bien pasaba su lengua a lo largo de mis labios, o mejor aún, me sacaba la lengua para lamérmela. Ya no veía ninguna forma física ante mí. Solo entendía mi ser cómo una máquina de orgasmos que, a pesar de sentirlos demasiado cortos para considerarse un orgasmo completo, eran muy intensos y aparecían justo cuando acababa el anterior, y no me daban un respiro. Mi mente en estado de shock sexual veía aquello que tenía encima cómo la herramienta que me permitía seguir fabricándolos, uno tras otro, e intentaba atraerla hacia mi, besarla, arañarla, morderla. Sentí, pero no vi, cómo la mano de Carol me acariciaba el cabello con un cierto grado de cariño. Sentía que la amaba, que en aquel momento la amaba y la. amaría hasta el fin de mis días. Y, finalmente, aquella visión periférica de la realidad fue difuminándose hasta que solo entendía que mi existencia se reducía a un coño siendo excitado por una máquina vibracional. Y, después de eso, todo se volvió oscuridad.

Me desperté por la mañana, con las sábanas y el pijama totalmente cambiados. Seca, calentita y cómoda. Me sentía como si hubiese dormido tres días enteros sobre una nube de algodón. Noté cómo una mano se posaba sobre mi frente y me acariciaba el flequillo. Al lado estaba Carol, que me miraba con una sonrisa.

-   ¿...Carol...?

-   Buenos días señorita Sofía- me dedicó una agradable sonrisa.

Carol me informó que había dormido al menos doce horas seguidas. También me enteré de que aquel arroz tenía un poco de drogas, más que "especias" totaaaalmente legales en aquel país y para naaaada importadas de contrabando. "Ahora entiendo la ida de olla..."

A lo que me había hecho lo llamaba "tratamiento de choque". Sin embargo, me enseñó el termómetro. Treinta y seis coma nueve. Estaba mucho mejor.

-   ¡Es verdad, que eres un chico!- Recordé se sopetón- ¡Lo había pasado completamente por alto! Es que el chisme ese mola mucho más que una polla, aunque no que la de mi macho. Bueno, espera, si eres un chico... ¡A lo mejor estas tetas son falsas!

Extendí ambas manos sobre sus pechos.

-   Vaya, parecen reales. Bueno, aunque... - Empecé a manosearlos, estrujarlos, separarlos, rodarlos, acariciarlos...- Sí, vale, son reales. Joder, son bastante más grandes que los míos. A ver...

Carol rió durante el proceso, aunque tuvo que acabar apartandome las manos de un golpecito lara que dejara de manosearla.

-   No soy un chico, no... Pero tampoco soy una chica. Nací con genitales masculinos, pero cuerpo femenino y hormonas mayormente femeninas. A causa de eso es tan difícil excitarme que el mejor método que tengo de obtener placer sexual, es dando placer sexual a los demás.

-   ¿En serio? Nunca has... no sé, ¿experimentado un orgasmo? ¿Jamás?

-   Sí... sí lo he experimentado. La primera vez que lo experimenté, fue... con tu tío, con Uriel. Pero se estuvo prácticamente toda una tarde esforzándose y dándome placer de muchas, muchas maneras, hasta que conseguí llegar. Fue la primera vez que expulsé semen estando despierta, y no como me pasa una vez cada uno o dos meses. Por supuesto, por no ocasionarle molestias, intento que no lo haga muy a menudo... aunque admito que, cuando insiste, no me niego demasiado- me guiñó un ojo.

-    Vaya, ¿y en serio sientes placer al dar placer a los demás?

-    Sí, aunque solo una pequeña fracción. Es como si pudiera... tomar un poco de los orgasmos que provoco, como un eco. A veces... me ha funcionado simplemente tomando de la mano a quien está sintiendo el orgasmo, si me concentro mucho. Pero como he hecho antes con usted, si me siento encima de la persona, cuanto más sienta su cuerpo, su piel erizandose, su sudor, su respiración... más fácil me es captar su placer. Es complicado de explicar, pero eso me satisface en gran medida. Con usted... debo admitir que he disfrutado mucho más que con cualquier otra. En fin, solo había estado con dos chicas más antes que usted... pero gracias he descubierto que el multiorgasmo es una realidad. Y... menuda realidad.

-   Y que lo digas... qué pasada. También era mi primera vez experimentándolo- reímos juntas unos momentos-. Uau... Así que sentías parte de lo que yo sentía... menuda ida de olla. Oye, y me he fijado en que no te quitaste el guante ese. Ya que practicamente se podria decir que hemos. follado, y hay confi... ¿Puedo preguntarte a qué se debe?- Carol se estremeció un poco, cambiando su expresión. "auch... me he ido de la lengua".- A-ah, lo siento... te estoy haciendo muchas preguntas.

-   No pasa nada, es normal que sientas curiosidad. Puedo contartelo. Aunque no esperes una historia de rosas...- Carol se acomodó, sentándose en el borde de la cama en una postura muy femenina, muy perfecta.

Caroline me contó cómo su padre la aceptaba como era, pero su madre no. Ella siempre se sintió más mujer que hombre, pero aún así se sentía igual de atraída hacia ambos sexos. Su madre siempre la había tratado con frialdad, y estaba claro que se sentía avergonzada de tenerla como hija. Casi creció metida en casa, sin conocer otros niños o niñas de su edad, y a causa de eso acabó encerrada en la biblioteca de su padre, donde descubrió su interés hacia la mecánica y los robots. Su sueño era crear un cuerpo humanoide donde se pudiera meter para ser o bien un hombre o bien una mujer de cuerpo entero.

Por otro lado, su madre nunca desaprovechaba ninguna oportunidad para echarle a Carol las culpas de que su vida fuera un tormento constante. A pesar de que su padre la defendía, la madre parecía sumamente atormentada por haberla parido. Pero... las cosas fueron demasiado lejos cuando, hacía un año y medio, su madre la pilló en su cuarto enrollándose con otra chica que había conocido por internet y había colado en su hogar.

-   Ella... Enloqueció. Empezó a chillar barbaridades y a golpearnos y patearnos- me contaba Carol, y yo empecé a sentirme incómoda-. Logré hacer escapar a mi pareja, pero mi madre fue directa a la cocina y regresó con un cuchillo de carnicero. Chillaba que quería cortarme el pene para "arreglarme". Yo puse la mano derecha por delante para defenderme del tajo que dio, y... en fin- Carol se quitó el guante, enseñandome una enorme cicatriz. Se veía horrible.- Fue un corte limpio, y perdí bastante movilidad con el dedo índice y medio. Mi madre se quedó paralizada cuando vio toda la sangre y, dado que mi padre no estaba en casa, que había salido con mi hermano menor a comprar unas cosas, supe que debía escapar de allí. Así que salí corriendo de la casa huyendo mi madre y me metí en los bosques, sin saber donde había ido mi pareja. Debo añadir que era una noche en pleno invierno, y estaba todo nevado. Intenté hacerme un torniquete con mi camisa porque no dejaba de sangrar y sangrar, pero no conseguía hacerlo con suficiente fuerza pues tenia la mano totalmente inutilizada. Tampoco me quedaban demasiadas energías debido al desangramiento, así que simplemente apreté la hemorragia y me escondí bajo un tocón seco del bosque, abraza a mis propias rodillas, intentando no morirme de frío. Mi padre regresó a casa pronto y llamó a la policía al ver la escena. Mi madre estaba en estado de shock, balbuceando que había sido culpa mía. Por haber nacido- apreté los. puños-. La noticia de lo que había ocurrido se esparció rápido y fue a pedir ayuda para buscarme a los demás vecinos de las fincas. Todos empezaron a buscarme por el bosque. Adivina quien me encontró...- tragué saliva-. Tu tío, alguien prácticamente recién llegado, supo dar con un rastro de mi sangre y me encontró enseguida bajonaquel tocón. Me llevó con mi padre y nos acompañó al hospital. Había perdido muchísima sangre. Me estuvo apretando la herida en todo momento, con tanta fuerza que la sangre dejó de salir. Cuando llegué al hospital, dijeron que, si tan solo hubiese llegado una hora más tarde... Por eso, Sofía, te digo que él, tu tío... me salvó la vida.

-    Dios mío...- estaba totalmente sin habla.

-   Mi madre fue llevada a prisión por intento de homicidio. Aquella chica con la que estuve saliendo no volvió a responder a mis mensajes. Y al cabo, cuando me recuperé, regresé a casa con mi padre y mi hermano menor, pero pasé unos meses horribles. De repente supe que nunca podría sentirme nunca más agusto viviendo en esa casa, con tantos malos recuerdos habitando sus paredes. Así que... medio año después, con el brazo mucho mejor, decidí que necesitaba independizarme de una vez para dejar atrás toda aquella experiencia y aquel pasado, y... fui con el héroe que había idealizado en mi mente, el que me había salvado la vida; Uriel. Esto ocurrió hace un año y él me aceptó de buen grado, pero no fue muy flojo a pesar de tener una restricción de movimiento en mi mano. Los trabajos que me hizo hacer... eran infernales. Sin embargo, durante los primeros meses que pasé en esta casa, pude trabajar en mis estudios y experimentos de robótica, hasta que logré desarrollar, con mucho esmero y gracias al dinero que me iba dando mi padre, varios proyectos que me dieron un sobresaliente casi seguro. Me dieron una beca y todo para este año que empezaré ahora. De alguna manera siempre había pensado en seguir mi sueño de crear cuerpos que en los que me pudiese meter y ser una persona totalmente diferente a la que soy, pero... su tío... Uriel me ayudó a comprender que tengo una mente privilegiada. Que podía ser capaz de mucho más de lo que muy infantilmente soñaba. Que no debía de construir mi persona alrededor de mi estigma sexual, sinó alrededor de mi mente. De mi personalidad verdadera. ¿Para qué hacer un cuerpo de hombre o de mujer cuando puedo construír un robot enorme que me sirva para ir al espacio?- A punto de romper a llorar como estaba, solo pude soltar una leve risita-. Seguramente no vaya a entenderlo por cómo es de viva en este sentido, señorita Sofía, pero... comprendí que la sexualidad es algo muy secundario en la vida. Que lo que importa es ser tú misma cómo persona humana y seguir adelante con tus sueños.

Me lancé a abrazar a Carol, llorando y moqueando en su hombro.

-   ¡Carooool! ¡Perdóname por llamarte zorra!

Caroline rió a carcajada limpia, por primera vez sin mantener la compostura y las formalidades, y me acarició la cabeza, devolviéndome el abrazo.

-   Está bien, no pasa nada... me gustan los zorros. Es un animal con el que me identifico bastante. Muy cobarde... pero muy astuto y juguetón, cuando quiere. Aunque...- me levantó la cara y me limpió con un pañuelo- También empiezo a sentir cierta predilección hacia las lobitas preciosas como tu- después de tutearme por primera vez desde que nos conocimos, me plantó un breve beso en los labios. Acabó haciéndome una carantoña en la mejilla-. Tiene todo mi apoyo para conseguir el amor incestuoso y casi ilegal de su tío, Sofía-. Volvió a guiñarme el ojo.

-   ¡N-no lo digas de esta manera!

Des del otro lado de la puerta de la habitación, Uriel, escondido con los brazos cruzados, se fue por el pasillo con una sonrisa satisfecha. Sin embargo, al llegar al piso de abajo, el teléfono sonó. Uriel fue allí, y frunció el ceño al reconocer el número.

((¡Continuará! ^^))