Complaciendo a mi amigo.

Me ordena que le lama los pies, y mientras le lamo el izquierdo con el derecho me aplasta la cabeza contra su pie. “Te gusta esto eh” me dice, a lo que yo respondo como puedo que sí, que me encanta. Después repetimos el ejercicio con el otro pie hasta que me dice que le chupe la polla.

Era finales de mayo y estaba terminando el trabajo final del máster sobre género, cuando de repente, en la pantalla de mi ordenador salió una ventanita al mismo tiempo que por los altavoces se empezó a escuchar una música horrible. En efecto, una cosa y otra significaban que me había entrado un virus, y por mucha tecla que pulsase, allí no pasaba ni se movía nada. Llamé a la tienda de informática del barrio y les expliqué con todo lujo de detalles lo que pasaba, identificaron el virus y me dijeron que tampoco es un gran problema pero que andaban a tope de trabajo y hasta a la semana después no podían tenerlo listo. No podía estar una semana parado, más cuando en una y media tenía que entregar el TFM. Desesperé hasta que se me ocurrió la brillante idea de llamar a mi amigo Javier, el cual es informático y todo un hacker, para ver si me podía dar alguna solución. A parte de todo esto también es muy hetero, pero le gusta follarse culos, básicamente el mío. Empezó hace años años, después de calentarnos con una porno, estaba muy caliente, no sabía donde meterla y yo quería experimentar, hicimos un pacto de silencio y me desvirgó a lo grande. Desde ese día lo hemos hecho infinidad de veces, aunque hemos tenido otras parejas, sobretodo él, pero seguimos con nuestro pacto de silencio hasta hoy día. A parte, él dice que follarse un tío casi no entra ni en la categoría de infidelidad. Así pues lo llamé y la conversación fue tal que así:

  • ¿Qué pasa Aran?

  • Oye Javier, que tengo un problema bastante gordo con el ordenador y tengo que entregar el TFM la próxima semana. ¿Podrías pasar por casa y te lo miras? Ya buscaré la manera de recompensarte…

  • ¿De qué se trata?

  • Un virus, y una musiquita horrible al mismo tiempo.

  • Ok, ¿te parece si paso en media hora? Y creo que ya sé cómo me recompensaras.

  • Perfecto, te espero.

  • Ok, espérame desnudo y de rodillas. Hasta ahora, perro.

Y colgó el teléfono. Me encanta cuando se pone en plan dominador, que suele ser siempre. La verdad es que me somete como si le fuera la vida, y yo lo disfruto como lo que soy, un sumiso recalcitrante.

Estaba desnudo esperando a que viniera cuando de repente sonó el timbre de la puerta de abajo, justo había pasado media hora así que solo podía ser él. Abrí con el telefonillo sin decir nada, entreabrí la puerta del piso y me puso de rodillas a esperarlo. Y allí estaba él.

Bien, perro, veo que me has hecho caso. A partir de ya me vas a tratar de amo y vas a hacer todo lo que te pida. ¿Entendido?

-      Sí, mi amo.

En esas que me coge del pelo y me lleva hasta el estudio, yo a su lado intentando ir a su ritmo a cuatro patas. Se sienta en la silla delante del ordenador y me ordena que me ponga debajo de la mesa frente a él.

-      Quítame los pantalones y los zapatos, perro.

-      Sí, mi amo.

Me ordena que le lama los pies, y mientras le lamo el izquierdo con el derecho me aplasta la cabeza contra su pie. “Te gusta esto eh” me dice, a lo que yo respondo como puedo que sí, que me encanta. Después repetimos el ejercicio con el otro pie hasta que me dice que le chupe la polla, lo que yo estaba esperando desde el momento en que lo llamé. Su polla debe medir tranquilamente unos 23-24 centímetros, a parte de una anchura bastante descomunal también. Le empiezo a chupar los huevos, primero uno después el otro, y voy subiendo por su largo tronco, que lamo con afán. Subo un poco más y me meto el capullo en mi boca y se la chupo con frenesí, me la meto hasta el punto donde casi me dan arcadas. Aunque parezca imposible alguna vez me ha cabido entera en la boca, esta vez, por las razones que sean, parece ser que no. Estoy comiéndosela a lo largo de cinco minutos hasta que me ordena que pare y me dice “abre la boca, cuidado no se te caiga nada, así no hará falta que lo lames luego directamente del suelo”. Abro la boca y lo que me esperaba, se mea largo y tendido y yo voy tragando todo lo que me da. Me pone muy cerdo que me meen, pero todavía más que lo haga él, mientras me arregla el ordenador y yo debajo de la mesa, en una situación de sumisión total. Cuando termina me dice que se la siga chupando, que su polla ya casi está lista y mi ordenador también.

Así pues, sigo chupando cuando de repente me coge la cabeza con una mano a cada lado y empieza a follarme la boca con fuerza. Me cuesta respirar pero el placer que siente es inmenso, intensifica las embestidas y siento que su corrida está al llegar. Y así es, sus disparos de semen me llegan hasta la garganta, parecen no tener fin y se me llena la boca hasta el punto de salirme por las comisuras. Me deja la boca y el suelo lleno de semen, por lo visto hacía tiempo que no descargaba su leche. Cuando termina me dice “sal de debajo de la mesa y abre la boca, y no te tragues el semen todavía”. Abro la boca de rodillas ante él y me escupe hasta tres veces dentro, me ordena que me lo trague todo y me da un bofetón y de propina me escupe otra vez, ahora en medio de la cara. “El ordenador ya está listo, así da gusto trabajar. Mientras me pongo los pantalones y los zapatos lame el semen que se te ha caído al suelo, y espera, que todavía no hemos terminado”. Por respuesta obtiene un “sí, mi amo” y yo de cuatro patas lamiendo su semen bajo la mesa.

Una vez vestido me vuelve a coger del pelo y me lleva a mi habitación, me ordena subir al borde de la cama con el culo en pompa y me dice “antes de irme quiero azotarte un poco, así te lo dejo rojo y dolorido todo el día y te acuerdas de quien es tu amo.” Así que ni corto ni perezoso me empieza a azotar el culo, ahora a un lado ahora al otro, y yo gimiendo de placer. Estuvo así unos diez minutos, a cada azote me ponía más hasta que no me pude aguantar y le supliqué que me follara, a lo que me respondió “hoy te vas a quedar con las ganas. Tendrás el culo adolorido y un calentón terrible, pero el que decide aquí soy yo y yo me tengo que ir, así que arrodíllate delante de tu amo y despídete de él”. Salte de un brinco de la cama y me puse ante él de rodillas, le besé los pies hasta que se giró y se fue. Me dejó allí, de rodillas, con el culo rojo y el pene erecto, pero la verdad que muy satisfecho.