Compartiendo una amante canina

Tratando de cruzar a mi perro con una hermosa labradora, encuentro una amante inesperada ...

Compartiendo una amante canina

Un amigo me platica que tiene planes de cruzar a su perra con el mío. Inmediatamente pensé que era una excelente idea. Canito, mi perro es un labrador de 3 años, color marrón que nunca se había cruzado en su vida. Pensé que era justo que el al igual que yo, disfrutara de la sexualidad.

Según nos informaron, era la hembra la que debía ir a la casa del macho, para que este se encontrara cómodo en su territorio. Bueno, esperando el celo de la perra, un día me llama mi amigo y me dice que su perra estaba entrando en el celo y que nos pusiéramos de acuerdo para que me la trajera a mi casa. Le dije que por mi no tenía problemas y esa tarde, llega con su mascota a mi casa.

Sara era una perra labradora de dos años, rubia, muy cariñosa, apegada a su amo. La soltamos en el patio y ella olorosando todos los rincones reconocía el terreno. Canito se encontraba en su casa. Lo llamamos y al verla, se quedó sorprendido. La perra inmediatamente se acerco a el y comenzó a olfatearlo por todos lados, mientras mi perro, se quedaba estático al sentir la presencia de la hembra.

Con mi amigo y su señora, bromeábamos al ver como mi perro, no atinaba hacerle nada a la perra, incluso con algo de miedo. A las finales me la dejaron, quedando en pasarla a buscar en un par de días para asegurar el coito.

Esa misma tarde entre a Internet, para investigar más sobre el tema. Sin embargo mi búsqueda me llevó por caminos desconocidos, hasta que encontré esta página donde hoy escribo mi historia. Mi curiosidad por los temas que leía, me llevo a ver una serie de relatos, donde hombres tenían relaciones sexuales con sus mascotas, leyendo las estrategias que empleaban para cometer sus morbosos actos. Mientras fumaba y bebía, como acostumbro hacer mientras navego en la red, me fui excitando poco a poco, imaginándome estar en el lugar de los protagonistas de esas historias.

Eran las 9 de la noche, Salí al patio a ver que pasaba con los perros. Sara se acerca inmediatamente a mí, en busca de cariño, seguido detrás por mi perro. Vi que Canito poco empeño le hacia a la hembra por no decir nada. Sentía invadido su territorio, nervioso aun por la presencia de la perra aunque Sara, le devoraba las orejas con suaves mordiscos en busca de acción.

En eso, llega otro amigo a conversar un rato conmigo y a bebernos como siempre ( yo vivo solo ) un pack de cervezas. Dentro de todas las conversaciones salio el tema de la perra y el que tenía mas experiencia, salio también al patio y los trato de juntar, pero nada resulto. Me dijo que era cosa de tiempo a la espera que mi perro reaccionara. Dentro de bromas y chismes, comenzamos hablar de sexo, experiencias con mujeres, en fin. La cosa es que cerca de las 11 de la noche el se fue y luego de beber tantas cervezas, haber leído tantos relatos, la verdad que estaba muy caliente imaginándome lo que podría hacer con la perra y pensé que una oportunidad como esa, no la volvería a tener.

Leí un par de relatos más, y mi verga, dura como una roca me pedía algo de acción. Ya sin dudarlo, salí al patio prendiendo la luz e inmediatamente Sara aparece moviéndome la cola en busca de cariños. Canito demoro mas en llegar y sin dudarlo, metí a la perra adentro de la casa, dejando a mi fiel amigo solo en el patio.

La perra comenzó a recorrer todas las habitaciones, olorizando por todos lados. Moviendo sin cesar la cola. En mi mente morbosa me encontraba imaginándome todas las cosas que había leído, lejos de cualquiera discriminación de la sociedad, pensando como llevar a cabo mi plan con mi silenciosa compañera.

Sin pensarlo mucho, me senté en la taza del baño, con mis pantalones abajo con mi verga apuntando al techo y llamé a Sara. La labradora inmediatamente entró al cuarto de baño y olorosando todo, se encontró con mi verga en su camino y sin dudarlo, comenzó a lengüeteármela. Era una sensación extraña, pero muy agradable, sentir esa áspera lengua contra mi verga. Sin embargo la perra luego de uno o dos minutos, dejó de lado su trabajo y siguió recorriendo la casa.

Mas caliente aun, me fui directo al refrigerador, buscando algo que untarme en la verga, para mantener mas rato a mi futura amante. Un tarro de manjar fue lo mejor que encontré para mi macabro propósito. Nuevamente me meto en el baño, llamando a Sara, y esta vez cerrando la puerta tras de mi, para evitar que mi compañera se fuera. La perra ya sin antes de untarme la verga se acerco y me dio un par de lengüetadas. Comencé entonces a sacar del tarro un poco de manjar y untármelo en la verga, donde la perra no dudo en pasar su lengua y comérselo, dándome un gran placer al sentirla. Una y otra vez, mi verga fue llenada con manjar, incluso mis bolas y mi amiga continuó lamiendo entregándome placeres ocultos.

Por el carácter de la perra, tan sumisa, no tuve miedo a una mala reacción de su parte, por lo que animado por la calentura, lleve mi mano por detrás de su cola, buscando su concha. No me costó mucho encontrarla, abultada y jugosa, y apenas la toque su cola dejo de moverse y se quedo quieta. Comencé a tocársela suavemente y al parecer a la perra le gustaba. Ya sintiendo la aprobación de mi canida pareja, comencé a tocársela cada vez mas fuerte y ella con sus ojos vidriosos parecía pedirme que no parara.

Ya no aguantaba más y si iba hacer una locura, la haría a lo grande. Apagando todas las luces de la casa, entre a mi cuarto, seguido por la perra, que yo pienso que presentía lo que le esperaba.

Me desnude completamente, con mi compañera sobre la cama mirando cada uno de mis movimientos. Parado al borde de la cama, le acerque la pija, y ella ya sin manjar comenzó a pasar su rica lengua por ella, mientras yo me masturbaba rozando mi verga contra su áspera lengua.

Luego de un buen rato, la hice acostarse en la cama, y me dedique a tocarle su concha, separándole las piernas. La perra parecía cooperar en todos mis movimientos, ya que echada en la cama, ni se movía mientras yo le corría la cola y la tomaba de una de sus piernas para dejar expuesta su concha abultada. Estaba enfermo de calentura y como suelo hacer con mis parejas femeninas antes de un buen coito, comencé a pasarle la lengua por su concha, probando los jugos que la perra expelía. Ella gozaba al sentir mi legua en su sexo, y sin moverse, quieta, solo jadeaba con su lengua afuera. Era un sabor extraño, distinto completamente al de una mujer, pero excitante. Estuve un buen rato comiéndosela, mientras Sara acostada de lado, disfrutaba el placer oral de este "humano".

Ya mi verga no aguantaba más y decidí que ya era tiempo de penetrarla. Y que mejor que hacerlo a su estilo, como nosotros mismo le decimos a esa pose "a lo perrito". La levante y la acomode al borde de la cama, dejando su culo a mi altura. Sara cooperaba a las mil maravillas conmigo, ansiosa seguramente de sentir de una vez por todas esa verga que hace rato se había comido. Con su cola levantada, su vulva mojada y abultada, ansiosa de sexo se quedo quieta. Apunte mi verga a la entrada de su vulva y ejerciendo un pequeño empuje mi verga se fue metiendo en su interior. La perra deseosa de verga, aunque fuera la mía, no se movía y solo con su lengua afuera jadeando se quedaba quieta a la espera de que mi verga la penetrara. Suavemente mi miembro fue entrando en su vulva, sintiendo como las paredes se dilataban, sintiendo una sensación que jamás había experimentado. Ya con casi el total de mi verga en su interior comencé a follarme a la perra como un animal, rápidamente sintiendo o imaginándome como disfrutaba mi compañera de la cogida. Por mucho rato continúe haciéndolo, parando a ratos para no acabar tan luego, mientras Sara, con su cola levantada me pedía más y mas.

Era un placer indescriptible. Acá no cabía la satisfacción de tu pareja, si acababas muy rápido o hacías otras cosas mientras la follabas. Parando un rato para no acabar, fui a la cocina, me prepare un trago y me lleve la cajetilla de cigarros a mi cuarto. Encendí un cigarro y acomodé nuevamente a Sara en la misma posición, para continuar follándomela mientras me fumaba un pucho y bebida mi trago.

No sé cuanto rato habré estado así, pero fue mucho. A ratos se la sacaba y se la ponía en la boca para que Sara me diera sus deliciosos lengüetazos, para volver a ponerme detrás de ella y tomarla de sus ancas y follármela como un animal.

A la finales, luego de mucho rato, ya no aguanté más y comencé a acabar dentro de la labradora, descargando litros de semen caliente en el interior de ella.

Algo cansado, me recosté en la cama, desnudo y la perra, comenzó a chuparse la vulva, comiéndose los restos de mi semen que de ella brotaba. Ya con mi verga blanda, se la pase para que me la limpiara, cosa que hizo majestuosamente.

Prendí la televisión y me quede viendo una película por un rato, mientras Sara acostada a mi lado miraba la pared de mi habitación.

Paso un buen rato y mi verga nuevamente, recordando lo vivido me pidió algo mas. Nuevamente recosté a la perra de lado y le pase la verga por su cara. Le comí nuevamente su concha y esta vez de lado, se la volví a meter, esta vez durando un poco menos, ya que estaba muy cansado, algo ebrio, y considerando que al otro día tenía que trabajar. Sara me dejo hacer con ella todo lo que quise, esta vez, la puse de frente y terminé por echarle mis mocos directamente en su hocico.

Como un pésimo amante, le abrí el ventanal, luego que me dejara la verga impecable y la eche al patio para que durmiera con Canito, para ponerme al fin a dormir luego de tan extraña, pero deliciosa experiencia.

Recién al otro día vi como Canito afín se hizo hombre, bueno, perro, y como buenos amigos, la compartimos por tres días, llenándola de verga a nuestra amante canina Sara.

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