Compartiendo su sabor
Nunca la polla de ningún hombre me pareció tan apetecible como en aquel momento la de mi Amo en boca de mi Señora.
Allí estaba yo, observando en silencio a un extremo de la habitación, arrodillada, desnuda, expectante y entregada a la escena que se mostraba a mis ojos. El escenario era alucinante para mis sentidos, tanto o más de lo que jamás pude imaginar. Estaba descubriendo nuevas sensaciones de placer, una vez más dirigida por la mano de mi Señora.
Mi Ama se encontraba arrodilla entre las piernas de mi Amo. Ante ella se asomaba, fuera del pantalón, un hermoso y viril miembro. Mi Ama lo abrazó con su boca comenzando a mamarlo, sus labios y lengua acariciaban por completo aquella polla, humedeciéndola con su saliva de una forma magistral. La expresión de placer de la cara de mi Amo, y su respiración agitada, evidenciaba su excitación mientras la polla desaparecía una y otra vez en la boca de mi Ama, endureciéndose más y más.
Observarlos me tenía hipnotizada, nunca la polla de ningún hombre me pareció tan apetecible como en aquel momento la de mi Amo en boca de mi Señora. Deseaba ser partícipe de aquello.
Mi excitación iba creciendo y mi cuerpo me pedía a gritos comer aquella polla (pese a que eso nunca había sido algo especialmente excitante para mí).
Y yo allí, viendo y sin estar. No se habían girado ni una sola vez a mirarme, como si sólo estuvieran ellos dos solos en la habitación.
Pero mi orden era esperar, observar, permanecer quieta y en silencio sin hacer nada hasta no recibir la autorización de alguno de mis Amos.
Veía como mi señora seguía atrapando en su boca la polla de mi Amo, la apresaba con fuerza entre sus labios, podía ver la cara de gozo de mi Amo; y la de Ella. Oía sus gemidos, el chapoteo de la polla siendo chupada y succionada por la boca de mi Señora, el chasquido al contacto con la saliva. Esos eran los únicos sonidos que se escuchaban en la habitación, lo que retumbaba a mis oídos como una sinfonía lujuriosa que nota a nota me recorría entera, explotando en mi cuerpo y llenándome de placer. Los movimientos de entrada y salida de la polla del interior de la boca me tenían seducida; mientras, ritmo de la mamada iba en aumento, mi Amo empujaba fuerte su miembro, cada vez más fuerte, tratando de meterlo más profundo aún en la boca de mi Ama. Mientras, ella trababa de acompasar sus movimientos y lo hacía perfectamente, era fascinante el control que tenía mi Ama de la polla de mi Amo.
-¿Te gusta? -me dice mi Amo.
Me estremecí ante su pregunta, me di cuenta que ambos habían estado atentos a cada uno de mis movimientos y lo que la situación me estaba generando.
-Sí mi Amo, me encanta - dije más que seducida por la situación.
Era increíble la cara de placer y morbo que tenía mi Ama mientras se deleitaba lamiendo, chupando, mordiendo el erecto pene de mi Amo. Cómo era capaz de comerse de aquella manera semejante polla era una imagen alucinante ver a mi Señora dándole placer a mi Amo de aquella manera, como se la mamaba, el ritmo, se la tragaba por completo y aquello provocaba mis ganas.
Al fin mi Amo me miró y decidió hacerme participe. Miro a mi Señora y tuve su aprobación.
-Ven perrita, acércate.
Gateé hasta unirme a Ellos, mi Ama que me recibió con un beso y entonces pude sentir el sabor de la polla de mi Amo por primera vez en su boca, mezclada con su aliento y su saliva, lo pude saborear mientras mi Amo, con su mano izquierda, acariciaba mi pecho, masajeaba mis senos, mi espalda, y con la otra masturbaba su aún duro pene.
Me sentí tan feliz en manos de mis Amos, siendo usada por ellos, que me hicieran participe de su gozo.
La lengua de mi Ama fue sustituida por la polla de mi Amo que estaba a punto de correrse. Apenas la deposita en mi boca con golpecitos que me permiten ligeramente lamer la punta de su cabeza y sentir y saborear los indicios de su corrida. Su cuerpo se tensa y su respiración se hace más fuerte. Ya viene, pero aparta de mí su polla y la deposita en la boca de mi Ama, dándole a Ella toda su corrida, vaciando en Ella su orgasmo, llenando su boca y cara de su semen, espeso, abundante y tibio ante mi mirada deseosa.
El rostro de satisfacción de mi Señora era inmenso, al igual que el vicio que se reflejaba en su mirada. Mientras mi Amo seguía a apuntando su pene a la cara de Ella en sus últimos espasmos. Cómo le gustaba ver la expresión de mi Amo cuando se venía en su cara.
Mi Ama se acercó a mí poniéndome de pie, llevándome frente a un espejo que se encontraba en la habitación. Sí, ya sabía cuál era su deseo. Sonrió y me colocó entre el espejo y Ella; Ella quedando frente a él, yo de espalda. Comencé a comer de su cara el semen que mi Amo había dejado en su bardilla, recogiéndolo con mi lengua, al igual que en su mejilla y sus labios. Finalmente comimos juntas de mi boca a la suya, mezclando en nuestras bocas saliva y semen en un beso lujurioso, hambriento y sediento a la mirada lasciva de mi Amo que se masturbaba nuevamente mirando satisfecho la escena y la imagen que se reflejaba el espejo.