Compartiendo piso de estudiante con mis primas III
Continúan las aventuras con mis primas, también con Cristina y su amiga Sonia. Mi tía Marisa irrumpe en mi intimidad y mi madre me pide un sacrificio por la familia. Que os divirtáis.
( Para disfrutar del todo este relato es muy conveniente leer los dos capítulos anteriores. Para los que no lo hayáis hecho y os apetezca hacerlo: https://www.todorelatos.com/relato/156465/ y https://www.todorelatos.com/relato/156932/ Que lo paséis bien con mis aventuras).
Pasé la noche un tanto revuelto. No estaba acostumbrado a dormir con alguien y menos si ese alguien era una tía tan buena como Sonia, pegándome sus duras tetas a mi espalda toda la noche. La cosa es que dormí bastante poco. Cuando desperté miré el móvil eran las ocho de la mañana y la claridad entraba por la ventana. Miré a Sonia, dormía plácidamente y estaba preciosa. Como era lógico y normal me había despertado con una erección de mucho cuidado y con ganas de orinar. Me levanté, me puse el albornoz y fui al baño tratando de no hacer ruido. Mis primas seguían durmiendo. Me senté en la taza para mear sin salpicarlo todo. Deparé que en la encimera del lavabo había un cacharro de color lila con pinta de vibrador. Cuando terminé y pulsé la cisterna me acerqué a verlo de cerca. Era un aireador de clítoris con consolador y vibrador, de los que se habían puesto de moda entre las mujeres de todas las edades. Alguna de mis primas debía estar calentita la noche anterior y tuvo que aliviarse, pero coño podía haber recogido el cacharro y no dejarlo allí a la vista de todo el mundo. Mientras se llenaba el tanque de la cisterna pensé en cómo iba a sacar a Sonia del piso sin que mis primas se dieran cuenta. Como era domingo, lo normal es que se levantaran tarde, por lo menos no antes de las doce, así que tenía tiempo para sacar a Sonia antes de esa hora. Volví a mi cuarto tras beberme un vaso de agua en la cocina. Me quité el albornoz y me acosté de nuevo. Sonia estaba de espaldas, me acerqué a ella y le pegué la polla en su culo, a la misma vez que le sobaba las tetas.
- Ummm, que despertar tan agradable. –Dijo sin abrir los ojos-.
- Lo mismo digo, no tengo el placer todos los días de despertarme junto a una tía tan maciza.
- Quita, estaré horrible.
- Eso es imposible -le dije cambiando de posición y poniéndome encima de ella para besarla-.
- Tengo la boca pastosa, debo tener mal sabor.
- A mí me parece que no. Pero vamos a ver cómo te sabe otra cosa.
Eché la sábana a los pies de la cama, me coloqué entre sus piernas y rodeado de sus suspiros fui besando y lamiendo su cuerpo hasta llegar a su chocho. Le besé y le mordí la cara interior de sus muslos antes de pegar mi lengua a su raja y a su clítoris.
- Uuumm, que gusto. –Dijo ella-.
- Gusto el mío de comerme este chochito para desayunar.
- Que te alimente sobrino –escuché decir a una voz detrás de mí-.
Traté de taparme yo y de tapar a Sonia antes de volverme a ver quién coño era. ¡Joder mi tía Marisa! ¿Pero qué coño hacía ella en mi habitación y a esa hora?
- ¡Vaya tía, que sorpresa! ¿No llamas a las puertas?
- Estaba entreabierta y no he podido evitar veros. –Me contestó cerrando la puerta tras entrar-.
- Te importaría dejarnos solos mientras nos vestimos y nos vamos. –Le dije-.
- Claro que me importaría, siempre me ha gustado ver de cerca una buena follada y más si es entre un chico con un pollón como el que he visto y una chica tan hermosa.
Como ya he dicho, mi tía Marisa era la madre de Luisa y de Vero. Entonces debía tener cuarenta y pocos años. Era una mujer guapa, pero que se arreglaba muy poco. Esa mañana llevaba el pelo suelto, un vestido blanco bastante amplio y unas sandalias planas.
- ¡Tía, por favor! –Le dije después del comentario que había hecho-.
- Sobrino ahora te vas a poner melindroso cuando le estabas comiendo la almeja a esta chica. Tú eres Sonia, ¿no? Una de las hijas del llave inglesa. –Preguntó-.
El llave inglesa era el mote de uno de los fontaneros del pueblo, que se había transmitido de generación en generación.
- Si, la de en medio –le contestó Sonia con un hilo de voz-.
- Tu madre presume mucho de ti diciendo a todo el mundo que eres la chica más guapa del pueblo y, a lo mejor, hasta tiene razón.
- ¡Tía ya está bien, sal de mi habitación! –Le supliqué-.
- Tú sabes que no puedes traer a nadie cuando estén tus primas. ¿Verdad?
- Lo sé, luego me castigáis, me echáis del piso o lo que haga falta, pero ahora deja que nos vistamos y nos vayamos.
- Verás sobrino las cosas no van a ser tan sencillas. Hace tiempo que no me encontraba con una situación así.
- ¿Así cómo?
- De una pareja tan joven y tan hermosa follando.
- ¿Tía tú has perdido la cabeza?
- Que va, hace tiempo que no la tenía tan lúcida.
- Tía Marisa, tus hijas están ahí al lado. ¡Déjanos ya!
- Siempre me ha gustado ver follar, pero no en películas o en videos porno como a mucha gente, sino en vivo. Antes iba con tu tío a clubs de intercambio, a ver cómo él se follaba a cualquier mujer o cómo follaban otras parejas. Lamentablemente tu tío tiene una enfermedad que le impide seguir follando como antes, así que llevo años sin disfrutar de ver una buena follada.
- ¡Tía no nos cuentes esas cosas!
- ¿Y por qué no? Tu tía Julia tiene sus vicios, tu madre los suyos y yo los míos.
- No metas a mi madre en esto.
- ¿Qué te crees, que tu madre es una santa?
- Ni me creo ni me dejo de creer nada. No me interesa que me cuentes lo que haga mi madre.
- Sobrino no te pongas cabezota. Vosotros seguís con lo que estabais haciendo, yo os miro, luego me voy y aquí no ha pasado nada.
- Ni lo sueñes. –Le contestó Sonia-.
- Sonia tú deberías callarte. No creo que tu padre esté muy orgulloso de ti si llega a saber esto.
- ¿Pero tú te estás dando cuenta de lo que estás diciendo? –Le pregunté a mi tía-. Quieres chantajearnos para obligarnos a follar mientras nos miras. ¿No te das cuenta que es una monstruosidad?
Miraba a mi tía a la cara y parecía que para ella fuera como si nos estuviera pidiendo la hora.
- He visto a decenas de parejas follar y no creo hubiera nada monstruoso. A la mayoría de las personas les gusta follar y estamos una minoría que disfrutamos más viendo como otros follan y tocándonos hasta el orgasmo.
- Tía voy a gritar y a despertar a las primas.
- ¡No Carlos, por favor! Si tus primas se enteran, todo el pueblo sabrá que me han pillado en la cama contigo. –Me pidió Sonia con una punta de lágrima en los ojos-.
- Pues entonces venga levántate, nos vestimos y nos vamos.
- Yo no puedo, si mi padre se entera me mata.
- ¿Pues tú dirás que hacemos?
- No lo sé –contestó Sonia rompiendo a llorar-.
Volví a mirar a mi tía y seguía igual de imperturbable.
- Vamos a ver tía Marisa, ¿esto qué es una broma de mal gusto?
- Tengo yo cara de que sea una broma. Pensaba pasar una mañana igual de aburrida que todas, pero el destino ha querido premiarme con una oportunidad que no voy a dejar pasar. Mi sobrino, con un pollón como el de su abuelo, follándose a una hija del llave inglesa.
- ¿Pero qué obsesión tenéis con la polla de vuestro padre?
- El del pollón no es tu abuelo materno, sino tu abuelo paterno. Qué verdad es que algunas cosas se saltan una generación.
- Mira tía, me da igual el pollón que tenga el abuelo. Yo lo que quiero es terminar esto.
Ni que decir tiene que mi erección se había esfumado con la situación tan desagradable que estábamos viviendo Sonia y yo por culpa de mi tía. Noté que Sonia había movido su mano y empezado a sobarme la polla, lo que no le pasó desapercibido a mi tía, que dijo:
- Chica lista.
- Sonia para. No voy a hacer lo que dice ella.
- Carlos es lo mejor para los dos, pero sobre para mí. No quiero estar en boca de todo el pueblo como un zorrón ni que mi padre me mate. Total, es lo que íbamos a hacer de todas formas.
Cogí el móvil de la mesilla de noche y le dije a mi tía:
- Voy a llamar a mi madre, para que sepa qué clase de hermana degenerada tiene.
- Hazlo, tu madre ya sabe qué clase de hermana tiene. Cuando éramos adolescentes tu madre me dejaba mirar a escondidas cómo se follaba a sus ligues. Y luego, cómo follaban ella y tu padre entre sí o con otros y otras cuando iban al club de intercambios. A mí me gusta mirar y a ella que la miren.
- ¡Tú has perdido el juicio! –Le espeté ya muy enfadado por la situación-.
- ¡Carlos, por Dios, salgamos de esto, quiero poder irme! –Me suplicó Sonia-.
- Esta me las vas a pagar. –Amenacé a mi tía-.
- ¿Qué te voy a pagar, qué te folles a una chica que está así de buena? Pues cóbramelo. –Dijo tirando de la sábana, dejándonos a los dos desnudos a su vista-.
- Carlos, cierra los ojos si no quieres ver como tu tía nos mira. Pero terminemos de una vez.
- No, no quiero cerrar los ojos. Prefiero recordar para siempre la cara de mi tía haciéndonos esta cabronada.
Sonia se incorporó y se puso de rodillas a mi lado, se agachó y se metió mi polla flácida en su boca. Acaricié la cabeza de Sonia, mientras miraba a mi tía con un odio que no había sentido nunca por nadie. Bajé la mano de la cabeza de Sonia a su culo y se lo acaricié. Estaba tan enfadado que mi polla no reaccionaba a las caricias bucales de Sonia.
- ¿No se te levanta sobrino? –Dijo mi tía. No le contesté en un primer momento, pero luego le dije:-.
- No contabas con esto, que tu sucia presencia no me dejara empalmar.
- Con lo que no contaba es que la hija del llave inglesa la mamase tan mal. Hija, métetela entera en la boca y tira de ella con los labios y tócale los huevos con la otra mano.
- ¡Qué no coño! ¡Ya está bien! –Grité levantándome de la cama, cogiendo a Sonia con una mano por la muñeca para que se levantara también y con la otra cogiendo el móvil-.
- ¿Dónde quieres que vayamos así desnudos? –Preguntó Sonia-.
- Por favor, sígueme.
Salimos de mi habitación dejando allí a mi tía y nos encerramos en la cocina.
- Carlos, por Dios, que nos van a pillar tus primas.
- Pues que le vamos a hacer –le contesté mientras llamaba a mi madre, presa de un ataque de nervios-.
- Buenos días Carlos, qué temprano.
- Buenos días mamá. La tía Marisa está en mi habitación diciendo locuras y barbaridades y no sé qué hacer.
- Tranquilízate hijo y cuéntame que pasa exactamente.
- He pasado la noche con una chica en mi habitación…
- ¿Habréis tomado precauciones?
- Mamá no se trata de eso ahora. La tía Marisa nos ha pillado y, además de decir todo tipo de barbaridades sobre la familia, se ha empeñado en que lo hagamos delante de ella.
- ¿Hacer qué?
- ¡Follar mama, follar, que va a ser!
- ¡Vaya por Dios! Te lo tenía que haber dicho, pero no creí que te fuera a afectar tan pronto.
- ¿El qué mamá?
- Tu tía Marisa está sufriendo ataques sicóticos y en determinadas circunstancias pierde la cabeza y se comporta como si fuera otra persona.
- ¡Joder, ya me lo podías haber contado!
- Tu tía está pasando por una situación muy difícil. Ella ha sido siempre una mujer pasional y de gustos sexuales un poquito raros. Tu tío está parece que transitoriamente impotente y a ella le ha venido la menopausia demasiado pronto. Cuando se excita sexualmente mucho pierde la cabeza y al cogeros “in fraganti” debe haberle pasado.
- Vale mamá, ¿pero qué hacemos?
- ¿Quién es la chica, Cristina?
- No mamá, pero eso qué más da.
- Voy a llamarla al móvil, a ver si puedo hacer que entre en razón, mientras vosotros salid del piso.
- Ahora estamos encerrados en la cocina, te doy diez minutos antes de volver a mi habitación para vestirnos y marcharnos.
- Venga, luego hablamos.
Colgué y me quedé muy pensativo, ¡qué putada lo de mi tía! ¡Vaya con las dos hermanas de mi madre!
- ¿Te has enterado? –Le pregunté a Sonia-.
- Más o menos, que a tu tía se le va la cabeza cuando se pone más caliente de la cuenta.
- Básicamente eso. Vamos a esperar un poco a ver qué pasa. Siento todo esto Sonia, ha debido ser muy desagradable para ti.
- Tú no tienes culpa de nada, también lo ha sido para ti.
Sonia me abrazó y me besó en la boca. Le agradecí íntimamente el gesto y le devolví el beso con pasión. El saber qué es lo que había pasado, el abrazo de Sonia y sus besos lograron que mi polla saliese de su letargo.
- Fóllame Carlos. –Me pidió Sonia en voz muy baja y grave-.
Me separé de ella, cogí una silla y la coloqué para atrancar la puerta. Luego miré a Sonia. No llevaba más que el liguero en las caderas y las medias naranja del día anterior. Estaba para comérsela con sus grandes tetas muy blancas y su monte Venus tintado de naranja oscuro.
- ¡Vaya que si te voy a follar! –Le contesté-.
La cogí y la empujé sobre la mesa de la cocina, dejándola boca arriba con las piernas colgando. Me dolía la polla de lo dura que la tenía. Me coloqué entre sus piernas y me las subí a los hombros. Puse una mano sobre su chocho para saber si estaba preparada para penetrarla y por poco se me escurre dentro de cómo lo tenía. Coloqué el capullo en la entrada de su chocho y de un golpe de caderas se la metí más de la mitad.
- ¿Te molesta o puedo meterla más?
- Sigue metiéndola, te aviso si me duele. Me llena del todo Carlos, jamás me he sentido así.
- Tienes un chocho gustosísimo Sonia. Me aprieta como si fuese un guante que me viniera un poco pequeño.
Mientras bombeaba en su interior, empecé a morderle los pies y a acariciarle el clítoris.
- Carlos me vas a matar del gusto. Sigue follándome, por favor.
- Y tú a mí también me vas a matar del gusto. Estoy a mil.
- Carlos me voy a correr, no pares por lo que más quieras. ¡Sigue, sigue, sigue, ahoraaaa, aaaaggg, ahoraaa!
Notaba como su chocho se cerraba y se distendía y como sus piernas se movían sin que ella las controlase. Yo estaba muy caliente, pero sentía que podía hacer que se corriera de nuevo antes de hacerlo yo.
- ¿Qué quieres hacerme Carlos?
- Quiero que te corras otra vez antes de sacarla.
- Luego no voy a poder andar, cuando me corro me fallan las piernas.
- Ya te llevaré yo en silla de ruedas si hace falta.
El movimiento de sus tetas por mis embates me tenía fascinado.
- Sóbate las tetas. –Le pedí-.
Ella se las cogió y empezó a juntárselas y a apretárselas.
- Pellízcate los pezones. –Le pedí luego-.
- ¿Te pone ver cómo me amaso las tetas y tiro de mis pezones?
- Mucho Sonia, tienes unas tetas preciosas.
Mis huevos golpeaban contra su culo casi hasta dolerme. Aceleré el movimiento de mis dedos contra su clítoris, mientras volvía a meterme en la boca los dedos gordos de sus pies.
- Carlos si no paras voy a volver a correrme.
- Pues vuelve a correrte, eso quiero. ¿Puedo correrme dentro?
- Sí, estoy tomando anticonceptivos.
La mesa de la cocina empezó a desvencijarse con mis sacudidas. Sonia se tapó la boca con las manos al empezar a gritar.
- ¡Me corroooo, por Dios Carlos no pares, es la mejor follada que me han dado en mi vida, sigueeee, aaaahhhh, aaaahhhh!
- ¡Y yo también, aaaagggg, aaaagggg!
- ¡Siento tus chorros contra las paredes de mi chocho! ¡Córrete, córrete, no pares de correrte!
Cuando terminé de correrme me tumbé sobre ella que respiraba agitadamente.
- ¡Joder que pedazo de polvo! –Le dije-.
- Y que lo digas, yo me he quedado sin fuerzas. Es la primera vez que me he corrido dos veces seguidas. Todavía siento tu polla como un palo dentro de mí, rompiéndome el chocho.
Sonó mi móvil, debía ser mi madre que habría hablado con mi tía Marisa.
- Dime mamá.
- Hijo estás como sin respiración.
- Los nervios mamá, los nervios. ¿Qué ha pasado?
- He convencido a Marisa para que os deje tranquilos y se vaya del piso. No tardad en marcharos, porque no me fio un pelo de que vuelva a darle otro ataque. Tenemos que hablar luego, llámame cuando puedas.
- Vale mamá, gracias.
- Espera un momento, que se me olvidaba. ¿El del video que circula por el pueblo eres tú?
- Me temo que sí, la madre de Cristina está fuera de control.
- Pues hijo que hermoso te has puesto desde que yo te bañaba.
- ¡Mamá por favor, no me avergüences!
- ¿Vergüenza de qué? Todo lo contrario, que puedes estar muy orgulloso de lo que tienes, ya lo quisieran muchos.
- De acuerdo mamá, luego hablamos.
- Parece que mi tía se ha marchado. Vamos a vestirnos y te acompaño a la estación. ¡Joder que mañanita de domingo! –Le dije a Sonia después de colgar-.
- Ayúdame, sola no voy a poder.
Ayudé a Sonia a levantarse, los chorros de semen y de jugos le corrían por los muslos y las medias. Quité la silla que había puesto en la puerta y fuimos los dos hacia mi cuarto tratando de no hacer ruido. Eran las diez de la mañana. Mi tía no estaba. Sonia se quitó las medias y el liguero, se limpió los muslos y el chocho con unas toallitas húmedas, luego sacó unos pantalones vaqueros y una camiseta de su bolso y se vistió bastante más informal que la noche anterior, pero igual de atractiva. Diez minutos después estábamos en la calle camino de la estación de autobuses.
- Carlos, la verdad es que ha sido una experiencia muy contradictoria. Contigo fantástico, pero lo de tu tía me ha dejado tocada. –Me dijo Sonia antes de subirse al autobús-.
- Sí, ha sido de lo más desagradable, pero no se lo tomes en cuenta, la pobre está muy perturbada.
- No es eso, es que me he dado cuenta que no he tenido voluntad para oponerme a sus locuras. Gracias por haberlo hecho tú, sino ahora me sentiría todavía peor conmigo misma.
- Venga sube, que se va el autobús. Hablamos luego y por favor no le cuentes a nadie lo que ha pasado con mi tía. –La besé en la boca y ella se subió un segundo antes de que se cerrara la puerta-.
De vuelta a casa me paré a desayunar en una terraza. No sabía que pensar de la visita de Sonia. Como me había dicho ella la había enviado Cristina o se había aprovechado del castigo de Cristina para venir a verme y follar conmigo. No sabía que había pasado y me temía que no lo iba a saber nunca. Miré el móvil, tenía un mensaje desde el teléfono de Cristina de hacía unos minutos:
- Ya has visto lo que ha pasado con uno de tus videos, sino quieres que ocurra lo mismo con el otro, mándame lo que te pedí.
¡Valiente hija de puta! Inmediatamente le contesté con otro mensaje.
- Te recuerdo que yo también tengo un video tuyo que, además de que se te reconoce por la voz, lo va a reconocer más del medio pueblo que ha pasado por tu cama y por la del cabrón de tu marido. Así que estate quietecita con los videos.
Me contestó al momento:
- Me pone cachonda que me consideres un zorrón. Por mí puedes hacer con el video lo que te parezca. Quiero follar contigo y hasta que no lo consiga no voy a parar.
Entre lo de mi tía Marisa y lo de la madre de Cristina habían conseguido agobiarme. Llamé a Javier, a ver si con sus tonterías lograba quitarme el agobio.
- ¿Qué pasa figura? –Me dijo al coger la llamada-.
- Nada, por saber de ti.
- Estoy de vuelta para Sevilla en el autobús. Luego te cuento el cachondeo que hay en el pueblo con el video del tío del pollón, pero antes te tengo que dar una noticia de puta madre.
- Cuéntame.
- He conseguido el trabajo de mi vida: ¡BUTANERO!
- ¿Butanero?
- ¡Sí, tío butanero, me voy a dar unas manos de follar amas de casa maduritas y macizas que no va a ser ni normal!
Es que no tiene arreglo, pensé.
- Tú estás tonto, lo que vas es a deslomarte subiendo y bajando bombonas por las escaleras de los bloques sin ascensor y no vas a follar una mierda.
- Ah, ¿qué ahora los butaneros no follan?
- Me imagino que follarán con sus mujeres o con sus novias o con quién coño quieran y puedan. Me parece que te has creído una de las leyendas urbanas más viejas que existen.
- ¡Qué envidioso eres, yo que pensaba compartir contigo el trabajo cuando ya no pudiese follar más chochazos! Tú no recuerdas la película esa de “el butanero, su mujer y otras cosas de meter”, pues eso.
- Claro que la recuerdo, pero además de ser una película guarrilla del destape ni siquiera se llamaba así, se llamaba “el fontanero, su mujer y otras cosas de meter”
- Y qué más da si el tío era fontanero o butanero, lo importante es que se hartaba de follar.
- ¿Cuántas horas tienes que echar y cuánto vas a cobrar?
- En principio es por las tardes, de tres a ocho. Sueldo no tengo, pero me quedo con las propinas y sobre todo con las folladas que me voy a pegar.
- ¿Cuándo empiezas?
- Esta misma tarde. Tío estoy ansioso por follarme a la primera MILF.
- Bueno, pues ya me contarás.
- Vaya si te voy a contar. Oye lo otro, no veas anoche, casi follo. Las titis están todas calientes con el video del tío del pollón. Les pasé el “calentómetro” a las tías del pub y se colgó el programa, no podía procesar semejantes calentones.
- ¿Y cómo es eso de que casi follas?
- Sí, le dije a una tía, por cierto más fea que su puta madre, que si quería follar y me largó una hostia de cuidado, vamos que la tía quería tema.
- ¿Y cómo llegas a la conclusión de que la tía quería tema contigo si te largó una hostia?
- Yo no he dicho que lo quisiera conmigo, he dicho que quería tema, otra vez lo querrá conmigo, basta con insistirle hasta que caiga en mi polla.
- Tío tú no eres normal, ¿verdad?
- Por supuesto que no soy normal, ¡soy BUTANERO! ¿Y tus primas siguen prendadas de mí? ¿Utilizáis butano en el piso?
- Totalmente prendadas Javier, lástima que tengas trabajo esta tarde, porque si no triunfabas.
- ¡Coño, por fin te has dado cuenta! Te tengo que dejar que me tengo que bajar del autobús.
La conversación con Javier había logrado quitarme el agobio. ¿Cómo se podía ser tan tonto y seguir respirando? Me quedé un rato pensando en los ataques que le daban a mi tía Marisa. ¿Qué parte de lo que había contado era cierta y qué parte falsa? Cuando terminé de desayunar regresé al piso. Mis primas y Antonia estaban en la cocina con sus pijamas y camisones medio transparentes.
- Hola Carlos, que tempranero. –Dijo mi prima Luisa-.
- Me desperté temprano y he salido a desayunar.
- Ayer no pusiste la lavadora, así que ponla ahora para que de tiempo a que se seque la ropa. –Dijo mi prima María-.
Fui al baño por el cesto de la ropa sucia. Además de la montaña de bragas y sujetadores, estaban las sábanas y otras prendas de ellas. El aireador de clítoris seguía sobre la encimera del lavabo. Volví a la cocina con el cesto y les dije:
- Alguna se ha olvidado algo muy personal sobre la encimera del lavabo.
- ¡Huy mi succionador! –Dijo Antonia y salió corriendo por él-.
Vaya con la invitada, que calentita estaba anoche, pensé.
- Primo, Antonia, Vero y yo vamos a ir al mercadillo, así que búscate la vida para comer. –Dijo María-.
- ¿Tú te quedas? –Le pregunté a Luisa-.
- No creo, he quedado con unos amigos para tomar una cerveza y lo mismo comemos en la calle.
- ¿Y cómo es que no vas al mercadillo con ellas?
- Porque no me gustan las cosas que hay. Mi cuerpo se merece algo mejor.
Cuando terminé de poner la lavadora en el lavadero volví a la cocina. Luisa estaba mirando la mesa.
- ¿Tú sabes que ha pasado con esta mesa? Ayer estaba perfecta y hoy está desvencijada. –Me preguntó Luisa-.
- No prima, yo que voy a saber. –Le mentí. La mesa había quedado hecha polvo por la follada que había tenido con Sonia-.
- Pues te va a tocar encolarla, aunque parece que ya lo has intentado con poco éxito. –Dijo Luisa señalando unas gotas blancas que había en el suelo, que debían haberse escapado del chocho de Sonia-.
- Luego trato de encolarla otra vez –le contesté y salí de la cocina para ir a mi habitación-.
Al rato escuché a las que se iban al mercadillo despidiéndose de Luisa. Pensé que debería ducharme, pues después de la noche y del folleteo mañanero con Sonia no lo había hecho y debía oler a establo. Me desnudé, me puse el albornoz y fui al baño. Al pasar por el salón de dije a Luisa que iba a ducharme.
- Espera un momento primo, ¿tú sabes si mi madre ha estado esta mañana aquí? Me pareció oírla entre sueños.
- Que yo sepa no –le volví a mentir-.
- Vero y yo estamos preocupadas por ella. Está muy rara. Casi no se habla con mi padre y salta por cualquier cosa.
- No sé, yo hace tiempo que no la veo –me estaba convirtiendo en un mentiroso compulsivo y no me gustaba-.
- ¿Tú podrías preguntarle a tu madre si ella le ha notado algo?
- Claro, si me acuerdo se lo pregunto cuando hable con ella.
- ¿Te has enterado que otro video tuyo se ha hecho viral en el pueblo?
- Me he enterado que hay un video circulando, pero como ya te dije ni uno ni otro son míos.
- No me mientas Carlos, yo sé que los dos son tuyos. Enséñame la polla y saldré de dudas.
- Ya me viste la polla ayer en la playa.
- No, yo digo cuando la tengas como un palo, como en los videos.
- Ni lo sueñes.
- Si no se te pone dura yo podría ayudarte.
- Muy amable, pero no necesito tu ayuda para que se me ponga dura.
Dejé a mi prima con la palabra en la boca y entré en el baño. ¡Me cago en la madre de Cristina! Pensé, hay que ver la que me ha liado la muy guarra con la mierda de los videos. Cuando el agua empezó a salir templada me quité el albornoz y me metí en la ducha. El recuerdo del cuerpo de Sonia, de la mamada que me había dado por la noche y del polvazo que habíamos echado un rato antes empezó a hacer mella en mi polla que empezó a ponerse dura. Me gustaría quedar otro día con ella, pensé. Además de lo buena que estaba, me había caído muy bien. Decidí pensar en otra cosa o iba a tener que hacerme un pajote, pero la cosa no iba a ser tan fácil, cada vez que pretendía hacerlo me asaltaba la imagen de Sonia desnuda con sus medias naranja y su chocho también naranja. ¡Al carajo! Me dije empezando a sobarme el nabo que lo tenía otra vez como una piedra. Tiraba de la piel del prepucio hacia atrás, sacándome el capullo con un gran placer.
- Uuuummm, qué gusto –me dije en voz baja-.
Descolgué el rociador de la ducha me lo apunté al nabo y los huevos y lo fui cambiando de modo, hasta que el de rociado muy fino me produjo todavía más placer al darme en el capullo y los huevos.
- ¡Joder qué bueno! –Dije con los ojos cerrados disfrutando del agua templada contra mi polla-.
- Primo ya veo que no te hace falta ayuda.
Abrí los ojos. Mi prima Luisa estaba a mi lado desnuda en el plato de ducha.
- ¿Qué haces aquí? ¿Es qué no puedo estar solo un rato ni en la ducha?
- Tengo prisa. Me han llamado para salir y no podía esperar a que tú terminaras de pajearte. Deberías conocer a mas chicas y darle un descanso a tus manos, que te van a salir callos.
- ¡Luisa déjame en paz! –Le dije volviendo a colgar el rociador-.
- ¿Hace mucho tiempo que no follas?
- ¡A ti que te importa!
- Pásame el rociador, desagradecido. Encima de que me preocupo por mi primito.
Le pasé el rociador y traté de salir del plato de ducha, pero Luisa estaba en medio y no podía salir sin restregarle la polla por el culo o por el vientre.
- ¿Quieres que termine lo que estabas haciendo? –Me dijo cogiéndome la polla-.
- No, ya terminaré yo luego.
- Y todavía niegas que eres el de los videos –dijo sin dejar de sobarme el nabo-.
- ¡Pero coño tú no tienes un rollo con Antonia!
- Sí, ¿y qué? –Me preguntó pegándome sus tetas a mi pecho-.
- Que hay que ser más serio con las relaciones.
- Habló quien pudo y fue el mudo. ¿Y tú no tienes un rollo con Cristina y luego te follas a la vecina?
- ¿Y tú como sabes eso?
- No es tan difícil. El otro día venías de su casa con la bragueta abierta, la polla morcillona y una buena mancha en la entrepierna. Blanca y en botella, leche.
- Luisa suéltame y déjame pasar antes de que la liemos.
- Qué pasa, ¿no te gusta que tu prima preferida te sobe el nabo?
¡Qué día llevaba con la madre y con la hija! Lo malo es que los hombres somos más simples que el mecanismo de un búcaro y el pajote que me estaba haciendo mi prima me estaba llevando al límite.
- ¿Luisa por qué me haces esto?
- Tenía muchas ganas de tener esto entre mis manos o es que yo soy menos que nuestras primas.
- Pero bueno, ¿es que no tenéis secretos entre vosotras?
- Muy pocos y tu polla no es uno de ellos.
Luisa me tenía en el precipicio. Llevé una mano a su depilado chocho, que ella me retiró suavemente.
- No quiero correrme ahora, ya tuve suficiente ayer con Antonia y el aireador.
- ¡Luisa me voy a correr!
- Para eso te estoy haciendo un pajote. Córrete aquí y no en la cocina o te crees que no sé lo que había antes en el suelo.
- ¡Aaaaagggg! –Grité cuando empecé a correrme sobre el vientre de Luisa-. ¡No pares, sigue jalándola, sigue! –Le dije mientras seguía echando chorros sobre ella-.
- Ahora vete que voy a terminar de ducharme. –Me dijo al soltarme la polla cuando terminé de correrme-.
Me sequé mientras ella se quitaba mi lefa de la barriga, me puse el albornoz y me fui a mi habitación. ¿Pero bueno, que les pasaba a mis primas, es qué no tenían otro juguete más que mi polla? Me vestí con la intención de salir a comer algo, cuando fuera un poco más tarde. Escuché como Luisa cerraba la puerta al salir del piso, por fin me habían dejado solo. Me llamó mi madre al móvil.
- Hola Carlos.
- Hola mamá.
- ¿Tienes plan para comer?
- No, las primas se han ido cada una por un lado. Iba a tomar algo en la calle.
- Si quieres me acerco a Sevilla y te invito a comer.
- Claro que quiero mamá.
- Te recojo dentro de una hora en la puerta y vamos a algún restaurante. ¿Se te ocurre alguno?
- Los que se me ocurren no te gustarían a ti.
- Bueno, pues ya lo pienso yo de camino.
- Hasta ahora mamá.
Me quedé cavilando. ¿Qué querrá mi madre para venir a comer conmigo? Volvió a sonarme el móvil era Sonia.
- Hola Sonia.
- Hola Carlos, estoy con Cristina y queremos darte una sorpresa.
- ¡Qué bien! –Vaya por Dios, otra sorpresa, pensé para mis adentros-.
- Mira el whatsApp. Acabarás de recibir una foto con un código QR. Dale, y sigue las instrucciones.
- Vale.
Abrí el whatsApp, en efecto Sonia me había mandado un código QR, le di y me llevó a una página de Internet, me preguntó si quería instalar una aplicación, le dije que sí, y luego me dijo que me diera de alta, le puse un usuario y una contraseña y de pronto vi en la pantalla del teléfono las caras de Cristina y Sonia. Podía oírlas, se estaban riendo de algo.
- Hola, ¿podéis oírme?
- Perfectamente y tú a nosotras.
- También perfectamente. ¿Esto qué es?
- Se le ha ocurrido a Sonia –dijo Cristina-. Como no nos dejan vernos hemos comprado una cámara que trasmite las imágenes y los sonidos vía Internet hasta el móvil. La hemos instalado en mi dormitorio, así podrás verme y oírme cuando quieras y yo podré oírte.
Después de decir esto se separaron de la cámara y estaban las dos en ropa interior a cada cual más buena.
- Aunque mi madre me pille la cámara no podrá saber que eres tú quien ve las imágenes.
Pues me gustaba la ocurrencia de Sonia. Espiar a Cristina en su dormitorio, sin que ella supiera cuando lo estaba haciendo me ponía mucho.
- ¿Te ha gustado mi amiga Sonia?
- Mucho, una chica muy simpática.
- ¡Venga ya Carlos! Entre nosotras no hay secretos y ya me ha contado el polvo que le has echado esta mañana. No te preocupes que nosotras lo compartimos todo, incluyéndote a ti. –Dijo Cristina riéndose-.
- Bueno, pues te agradezco el favor. Ha sido muy placentero estar con ella.
- También me ha contado que mi madre te está acosando. ¡La que me tiene castigada sin móvil y sin salir y te manda un video haciéndose un dedo en su cuarto!
- Sí, la verdad es que es todo un tanto extraño.
- De extraño nada. Qué está más caliente que una plancha y la tía quiere que le eches un polvo.
Miraba a las dos, con lo buenas que estaban, en sujetador y tanga y me estaba poniendo otra vez calentito.
- Será eso, pero a mí me está puteando con la difusión de los videos. Mi madre está enfadada conmigo y mis primas se cachondean de mí todo lo que pueden.
- Pues sabes lo que te digo, que se lo eches.
- ¿Echarle el qué?
- ¡Que va ser, el polvo!
- ¡Cristina, que es tu madre!
- Bueno y qué. Mira ella lo que respeta que tú seas el novio de su hija.
- Lo que ella está haciendo no está bien, pero no vamos a hacer nosotros otra cosa peor.
- Tú piénsatelo. La tía está todavía buenorra y por lo que dice quiere guerra, pues dásela y que nos deje en paz.
- En eso tiene razón Cristina –terció Sonia-. Si quiere polla, pues dale mucha polla.
- Vale me lo pensaré –les contesté con la certeza de que las dos habían perdido la cabeza-.
- ¿Te gusta el lésbico? –Me preguntó Cristina-.
- Hombre algo he visto por Internet y me pone bastante.
- Pues míranos y si quieres te haces un pajote de los tuyos.
- Ahora no puedo, he quedado con mi madre para comer y tengo que bajar.
- Pues tú te lo pierdes. Mírame cuando quieras por la cámara y si no hay nadie más que yo, me hablas, ¿vale?
- Vale. Adiós a las dos. Estáis buenísimas, se me ha puesto la polla como un palo.
- Adiós y mándale fotos a Sonia, que luego ella me las enseña. –Se despidió Cristina-.
¡Joder qué invento el de la cámara, me lo iba a pasar del carajo! Bajé a la puerta y en dos minutos llegó mi madre en su coche. Me monté, le di un beso y ella siguió camino hasta un restaurante que yo no conocía. Mientras aparcaba me dijo:
- El sitio es bastante discreto y se come bien. He tenido suerte pudiendo reservar tan tarde.
Dejó el coche como a dos minutos del sitio. Andando los dos me dijo:
- Hijo estás muy delgado, ¿es qué no comes bien?
- Sí mamá como bastante bien, lo que pasa es que no soy de engordar.
- Tienes que comer más, que a tu edad se gasta mucha energía. Por cierto, ¿con quién estabas esta mañana, la conozco yo?
- No lo sé si la conoces, es una chica del pueblo que vino anoche a verme, es amiga de Cristina.
- Ah, entonces ya creo que sé quién es. Una pelirroja muy guapa y buena moza, una de las hijas del llave inglesa.
- Sí.
- Buena noche habrás pasado pillín.
- ¡Mamá, por favor!
Nos sentamos en el restaurante en una mesa alejada del resto, pedimos y mientras traían la comida mi madre se puso seria y me dijo:
- Carlos esta conversación es secreta y no la puedes compartir con nadie.
- Claro mamá, no pensaba hacerlo.
- Tú sabes que mis hermanas y yo estamos muy unidas. Lo que le ocurre a una, le ocurre a las tres y así ha sido desde que tengo uso de razón.
- Lo sé mamá.
- Las pobres están pasando un mal momento en sus vidas. A Julia la ha dejado su marido y el de Marisa tiene un problema que no le permite tener erecciones.
- Sí, han tenido mala suerte.
- Las tres somos mujeres muy fogosas, ¿sabes lo que quiero decir?
- Sí mamá, ¿pero por qué me lo cuentas?
- Eres ya un hombre para enterarte de esas cosas. Calla y escucha. Las tres necesitamos tener mucho sexo.
- ¡Mamá!
- ¡Que te calles! Yo con tu padre no tengo problemas, es más, estamos encantados desde que vives en Sevilla …-yo estaba empezando a ponerme rojo como un tomate con las cosas de mi madre- … pero ellas están pasándolo mal. Como no podía verlas tan tristes y tan histéricas por no practicar sexo se me ocurrió una cosa y le pedí un favor a tu abuelo Juan. La naturaleza ha sido casi tan generosa con él como contigo, tú ya me entiendes. Cuando las tres éramos adolescentes todas las chicas del pueblo querían tirarse a tu abuelo y disfrutar con su herramienta …
- ¿De verdad hace falta que me cuentes eso?
- Sí, ahora sí, en caso contrario no te lo contaría. Como comprenderás para mí tampoco es un plato de gusto hablarte sobre el tema.
- De acuerdo.
- Tu abuelo no se hacía mucho de rogar. A tu abuela no le hacía mucha gracia, pero como ha dicho siempre, mientras ella estuviera satisfecha, que él, por fuera de su casa, hiciera lo que quisiera. Bueno, que al final las tres nos cepillamos a tu abuelo y no una ni dos veces, naturalmente en mi caso, antes de ennoviarme con tu padre
- ¡Mamá, no puedes ser menos directa!
- No hijo. Por echarle una mano a tus tías le pedí a tu abuelo que fuera cariñoso con ellas, que les hacía mucha falta. Tu abuelo fue muy generoso, como siempre, y durante unos meses las ha tenido tranquilas. Pero hace dos semanas tuve una charla con tus abuelos y los dos me dijeron que él ya tenía una edad y que no podía seguir con ese ritmo, que igual podía con alguno eventualmente, pero no más. Lo comprendí, tu abuelo tiene ya setenta y cinco y no quiere tomar pastillas.
- Todavía no entiendo porque me estás contando esto.
- Porque ahora te toca a ti ser cariñoso con ellas.
- ¡Pero mamá! ¿Me estás pidiendo que me folle a mis tías?
- No hace falta ser grosero. Te estoy pidiendo que les des el cariño que les hace falta. Yo se lo pediría a tu padre, pero lo que tiene tu padre, aunque la maneja muy bien, no es lo que ellas necesitan ahora.
- Esta conversación o es surrealista o es una broma de mal gusto o la estoy soñando.
- Carlos, ¿te crees que no sé qué te estás follando a todo lo que se menea? ¿Y te he dicho algo? No. Me he aguantado con el video de marras y con el cabreo de la madre de Cristina. Ahora te toca a ti hacer algo por tus tías, que por cierto son dos maduras muy atractivas y que te pueden enseñar muchas cosas útiles para el futuro.
- No tengo palabras mamá. No sé qué decir.
- Carlos a mí se me cae el alma a los pies cuando sé que cualquier pervertido maltrata a tu tía Julia, por mucho que a ella le guste, o cuando a tu tía Marisa le dan ataques sicóticos por falta de disfrutar del sexo, aunque sea a su manera. Eres el único varón de la familia y te toca ser responsable y devolverles el cariño que ellas te han dado siempre.
No me podía creer lo que me estaba pidiendo mi madre. Si no hubiese estado seria como un palo, creería que me estaba gastando una broma pesada.
- ¿Pero tú lo has hablado con ellas? –Le pregunté-.
- Tu tía Julia me ha contado lo que sucedió la semana pasada en la ducha y a tu tía Marisa he tenido que prometerle esta mañana que hablaría contigo, para que os dejara tranquilos a Sonia y a ti. Están las dos esperando que las llame esta tarde y que les cuente el resultado de esta comida.
- ¿Papá sabe esto?
- Claro hijo, nunca lo haría sin que tu padre lo supiera.
- ¿Y papá sabía lo del abuelo y las tías?
- Entre tu padre y yo no hay secretos.
- ¿Qué tengo que hacer? –Dije sintiéndome derrotado ante la voluntad de mi madre-.
- Lo que te he dicho, ser cariñoso con ellas cuando se tercie.
- ¿Es verdad lo que me ha contado la tía Marisa esta mañana?
- No sé lo que te habrá contado.
- Qué dejabas que te mirara cuando de joven estabas con tus ligues y que ibas con papá a club de intercambios.
- Bueno, falso del todo no es.
No acertaba a entender la conversación que estaba teniendo con mi madre. Me imagino que, como ella misma me había dicho, la charla no debía ser un plato de gusto para ella. Si lo hacía era por amor a sus hermanas.
- De acuerdo mamá.
- Gracias hijo, no te arrepentirás. –Me dijo cogiéndome una mano y apretándomela, con una punta de lágrimas en los ojos-.
Después de comer, mi madre me acercó al piso y se marchó otra vez para el pueblo. Subí y me tumbé en la cama. ¡Joder que complicada era la vida! Desde luego sonaba rarísimo que mi madre me pidiera que, como ella decía, fuera cariñoso con mis tías. La cosa es que yo confiaba plenamente en ella y si me lo había pedido es que lo consideraba totalmente necesario. La cabeza se me fue de una cosa a otra y terminó en la recomendación de Cristina de que me follase a su madre. Debía haberse vuelto completamente loca. Miré por el teléfono la cámara del dormitorio de Cristina, por si podía verla o hablar con ella. No había nadie, pero al momento entró su hermano pequeño, se dirigió al armario abrió un cajón cogió lo que parecían unas bragas y se las llevó a la nariz para olerlas. En esas estaba, a la misma vez que se sobaba la entrepierna, cuando entró su madre y lo sorprendió con las bragas en la nariz. Le soltó un soplamocos y lo echó de la habitación.
- ¡Valiente niño guarro con las bragas sucias de la hermana! –La oí decir cuando su hijo ya había salido del dormitorio de Cristina-. ¡Coño que no son de Cristina, que son mías!
Extendió las bragas delante de sus ojos y luego se las llevó a la nariz para olerlas.
- ¡Vaya que si son mías y vaya como huelen! ¿Para qué las tiene Cristina en su armario? Claro, así luego no tengo bragas que ponerme.
De espaldas a la cámara se subió el vestido de vuelo que llevaba. Iba sin bragas y su culo seguía siendo muy poderoso. Metió primero una pierna y luego la otra por las bragas y se las puso. Lo de la cámara iba a ser de lo más entretenido. Al poco llegó el padre de Cristina.
- ¿Qué haces? –Le preguntó-.
- Pues recuperar unas bragas que son mías y no sé porqué estaban en el armario de la niña.
El padre de Cristina le subió la falda del vestido a la madre y le pegó su entrepierna al culo.
- No empieces, que luego te corres en un minuto y me dejas a dos velas.
- Ya verás cómo hoy no. –Le dijo él empezando a sobarle las tetas-.
- Tócame el coño inútil.
Él le dio la vuelta y se quedaron los dos de perfil ante la cámara. Le metió las manos bajo las bragas y empezó a tocarle el chocho. Ella llevó sus manos a la cintura de los pantalones de él, se los abrió y los dejó caer, cogiéndole luego su pequeña polla que la tenía empalmada. Él se quitó las manos de su mujer de la polla y la metió entre el culo y las bragas de su mujer, volviendo luego a llevar las manos a su chocho.
- ¡Aaaagggg, aaaaggg! –Se escuchó gemir al padre de Cristina, mientras se corría-.
- ¡Ves picha floja como te corrías en un minuto, dejándome a mí bien caliente! –Le dijo poniéndose de cara frente a él-. ¡Chúpame el coño por lo menos!
- Ya sabes que no me gusta, haberte corrido antes. –Le contestó él mientras se subía los pantalones, se los cerraba y se iba de la habitación, mientras que ella le decía-:
- ¡Eres un mierda, me tienes harta! Me voy a follar al otro medio pueblo que me falta, maricón.
¡Joder con los padres de Cristina y encima él me quería partir la cara por haberle mandado un video a su hija!
- ¡Tío mierda, picha floja, asqueroso! –La boca de la madre de Cristina no tenía nada que envidiarle a la de un arriero-. ¿Dónde coño ha escondido la niña el aireador? –Dijo mientras revolvía los cajones del armario-. Cualquier día le digo al tío cabrón no es el padre de Cristina. ¿Cómo iba a ser semejante calentorra hija suya? ¡Qué buenas folladas me dio el abuelo del novio de la niña hasta dejarme preñada!
Lo que me faltaba ahora iba a resultar que Cristina también era tía mía. Corté el volumen del teléfono, no quería seguir enterándome de más cosas en ese día. La madre de Cristina parecía haber encontrado lo que buscaba en el armario y se dio la vuelta hacia la cámara con un cacharro como el que Antonia había dejado en el baño. Se quitó las bragas, se sentó en la silla de estudio que había delante del ordenador, se abrió de piernas todo lo que pudo y se aplicó el cacharro al chocho completamente depilado que llevaba. Sonó mi móvil era Javier. Miré la hora y eran casi las seis. O ha echado su primer polvo de butanero o lo han echado ya del trabajo. Corté la cámara y acepté la llamada.
- ¿Qué le pasa al butanero del siglo? –Le die-.
- Carlos estoy llamando a tu puerta pero no me abres. Abre, por favor.
- Vale, voy a abrirte. –Le contesté y colgué-.
Le abrí la puerta de la calle y luego lo esperé en la del piso. Cuando se abrió la puerta del ascensor apareció Javier con el mono de butanero y muy mala cara. Entró en el piso sin decir palabra y se metió en mi habitación.
- ¿Están tus primas? –Me preguntó sentándose en la silla-.
- No, han salido a comer fuera.
- Menos mal, no me gustaría que me vieran así y me cayera del pedestal en que me tienen.
- No te preocupes por eso, que no va suceder. ¿Qué te ha pasado para qué estés así?
- Carlos las cosas no son lo que parecen ni como te las han contado.
- Muy filosófico te veo.
- Verás, a las tres de la tarde salimos del almacén mi jefe y yo. La ruta era por los Tres Barrios, es decir, un poquito jodida. Íbamos parando en algunos puntos, yo me bajaba y movía una bombona para que hiciera ruido y los clientes supieran que había llegado el butanero. ¡Estaba feliz Carlos, mi primer día de butanero! No te puedo negar que también estaba excitado pensando en los polvos que iba a echar.
- Quieres ir al grano.
- Vale. Después de parar en varios sitios sin éxito, por fin una tía que estaba como un tranvía, me llamó desde el balcón de un cuarto piso. Cogí una bombona bien limpia y fui hacia el portal del bloque. El bloque no tenía ni puerta ni ascensor. Mejor, pensé, así valorará la tía el esfuerzo que tengo que hacer. Encaré las escaleras, uno, dos, tres pisos y por fin en el cuarto.
- Javier céntrate y deja la épica del butanero para otro día y otro interlocutor.
Miraba a Javier con el mono de butanero, que además le venía pequeño, y me tenía que contener la risa.
- Cuando llegué al cuarto piso me estaba esperando una vieja en bata con la puerta del piso abierta. Yo quería dos bombonas no una, me dijo nada más verme. Anda entra y déjala en el balcón, continuó dejándome pasar. El piso estaba bastante abandonado, miré a un lado y a otro buscando a la tía maciza que me había llamado desde el balcón, pero no la vi. Deje la bombona llena en la terraza y cogí una de las dos que estaban vacías. Cuando volví a entrar en el piso la vieja se había abierto la bata y debajo no llevaba nada. Toma cóbrate, me dijo.
- ¡Coño que suerte la tuya, con la primera clienta aciertas!
- Calla Carlos, la imagen de la vieja era terrible. Las tetas le llegaban casi por el ombligo, la barriga abultada llena de pliegues y en el chocho una mata de pelo blanco que daba hasta miedo. Mira que a mí me gustan casi todas, pero aquella mujer era demasiado para cualquiera. Como me quedé paralizado con la bombona al hombro, la vieja se acercó y me puso una mano en la entrepierna, apretándome todo el paquete.
Pobre Javier, pensé. Es que no le sale nada bien.
- Saldrías corriendo.
- ¿Cómo iba a salir corriendo, si no me había pagado la bombona? ¡Coño una cosa es no cobrar y otra pagar yo las bombonas! La vieja me sobaba el paquete con fuerza y yo no podía reaccionar ante aquel asalto. Cuando por fin pude reaccionar, le dije que me pagara la bombona. Te la estoy pagando, me contestó ella. No, con dinero, le dije yo. Mira guapo, que hasta poco he estado cobrando a veinte pavos la mamada, me dijo mientras que trataba de ponerse de rodillas a mis pies, lográndolo al final y abriéndome después la cremallera del mono con gran habilidad.
- Ahora que la tenías de rodillas, ¿por qué no saliste corriendo?
- Iba a hacerlo cuando apareció un viejo también en bata con el nabo fuera y le dijo a la vieja: cada vez estás más puta y te gustan más los jovencitos. La vieja, mientras el viejo la insultaba, había conseguido agarrarme la polla y sacarla fuera del mono. Volviéndose hacia el viejo, le dijo: ven aquí cabrón que te la voy a mamar también. Carlos te parecerá mentira, pero me empalmé
- No me cuentes esas cosas, ve al grano.
- El viejo se puso a mi lado, la vieja empezó a chupársela al tío, mientras que él me cogía el nabo con sus rugosas manos y empezaba a hacerme un pajote. Por el balcón escuché como mi jefe movía las bombonas llamándome. La escena era alucinante. Págueme y me voy, le volví a decir a la vieja. Eso estoy haciendo, me contestó ella liándose con mi polla y dejando la del viejo, que pasó a hacerse él la paja. Notaba en mi polla como se le movía la dentadura postiza a la vieja.
- ¡Joder qué asco!
- No te creas, daba mucho morbo.
- Tío estás enfermo.
- Cuando la vieja estaba dale que te pego, vi aparecer por una puerta en bata a la tía maciza que me había llamado por el balcón. Ha cambiado mi suerte, pensé. Cuando se acercó su aspecto era extraño, pero sus tetas y sus pezones se le marcaban mucho bajo la bata. Abuela no te he dicho que pagues las bombonas, que no van a querer subirlas más, dijo la tía. Anda dedícate al abuelo y déjame a mí a este, le dijo empujándola para coger su sitio. ¡Cojones con la familia! Me dije, pensando que mi suerte había cambiado.
- Bueno, la cosa no ha terminado tan mal.
- Déjame seguir y verás. Al abuelo no se le empalmaba ni de coña, por mucho que la vieja se la trabajara. La boca de la tía buena era una delicia, la mamaba de escándalo. Con el ajetreo de la mamada se le fue abriendo la bata. Sus tetas eran grandes y parecían muy duras. Le terminé de abrir la bata y cuando la miré, vi que tenía un pollón empalmado que daba miedo, ¡era un travesti!
No lo pude evitar y solté una carcajada que inmediatamente traté de contener.
- Tú ríete, pero no veas las tetas y el pollón del maromo. La cosa no me desagradaba, tenía un morbo del carajo. De pronto escuché el ruido de las bombonas cuando el camión se puso en marcha y me dejó allí tirado. Dame por el culo, me dijo el travestí dándose la vuelta y encajándose mi polla en el ojete. ¡Qué vicio tienes! Le dijo al travesti la abuela, que había conseguido ponerle la polla morcillona al viejo a base de esfuerzo.
- ¿Esto que me estás contando es verdad?
- Desde la primera hasta la última palabra. El travestí empujó hacia atrás y se la metió entera. Entonces la abuela pasó a chupársela al travesti y siguió pajeando al viejo con la mano.
- No entiendo, ¿cómo no saliste corriendo?
- Bueno, es que el travesti tenía un culo de lo más atractivo. Al cabo del rato me corrí dentro del travesti, mientras él se corría en la boca de la abuela y el viejo se corría sobre el suelo. Me guardé la polla y entonces salí corriendo dejando allí la bombona. Comprendí que mis tiempos de butanero habían concluido.
Cuando Javier terminó su narración escuchamos aplausos y risas en la puerta de mi habitación. Las muy zorras de mis primas y de Antonia habían estado escuchando y nosotros no nos habíamos dado cuenta de su presencia.
- ¡Javier eres un monstruo! –Le dijo mi prima Luisa riéndose como una loca-. Antonia hay que ver lo que te perdiste con él.
- Desde luego. Si llego a saber que me iba a hacer reír de esta manera, vaya que si vuelvo a quedar con él, por muchas guarrerías que me escribiera.
- Javier, ¿qué otro trabajo te vas a buscar? Repartidor de consoladores a domicilio. –Le dijo Vero-.
- Reíros todo lo que queráis, pero aquí el titi ha follado esta tarde. –Les contestó Javier-.
- Follado exactamente, no. –Le dijo mi prima Luisa-.
- Vale, pues el titi la ha metido en caliente. –Le contestó Javier-.
- Anda Carlos deja al patético este y recoge la ropa que ya estará seca.
- ¿Qué ropa? –Me preguntó Javier-.
- Tangas y sujetadores de mis primas.
- ¿Puedo ayudarte?
- Ni lo sueñes, que los llenas de tus babas –le contestó María-.
- ¡Vete a ducharte, que falta te hará! –Le dijo Antonia-.
- ¿No quieres ducharme tú?
- Espérame dentro de la ducha de tu habitación. –Le contestó Antonia-
- ¿En serio?
- ¡Pero este tío no puede ser más tonto, pobre criatura! –Concluyó Antonia marchándose-.
- Me voy -dijo Javier cuando mis primas se hubieron retirado de la puerta-.
- Venga y a ver si eres capaz de estar dos días sin hacer tonterías.
- No lo creo. –Gritó mi prima Luisa desde el salón-. Y por favor, cuéntanos las que hagas.
- Te das cuenta como las tengo en el bote –me dijo Javier en voz baja en la puerta-
- Síiii, no lo dudes, qué perspicacia la tuya.
Recogí la ropa ante la expectante mirada de las cuatro, luego la dejé en la mesa del salón y empecé a repartirla en cuatro montones según tamaño y forma de las prendas. Cada vez que cogía un tanga o un sujetador me lo imaginaba puesto en alguna de ellas. Empezó a gustarme eso del triaje de la ropa interior de mis compañeras de piso.
- Ahí tenéis la ropa, espero no haberme equivocado mucho. –Les dije-.
- ¿Dónde has comido? –Me preguntó mi prima Luisa-.
- En un restaurante con mi madre.
- ¿Te acordaste de lo que te dije?
Dudé cómo contestarle y finalmente opté por hacerle una señal con la cabeza para que me siguiera a mi habitación.
- Sí, pero no ha hecho falta preguntarle. Ella está también muy preocupada con tu madre. Me resulta un poco violento decirte esto. Al parecer tu padre tiene problemas de erección, llevan un tiempo sin practicar sexo y eso tiene muy afectada a tu madre.
- No sabía nada.
- Tampoco es una cosa para irla contando a los hijos.
- No sé, ya soy mayorcita como para entenderlo. Yo sé que mi madre, igual que la tuya, es muy fogosa, pero no sabía que la insatisfacción le pudiese sentar tan mal.
- ¿Cómo estarías tú después de meses de secano?
- Pues igual que tú, al borde del ataque de nervios.
- Desde luego que sí.
- ¿Te ha dicho la tía si es posible hacer algo?
Aquello no se lo iba a contestar, no podía decirle lo que me había pedido mi madre.
- No, no me ha dicho nada. Me imagino que tu padre se estará medicando para superar el problema.
- Imagino que sí, pero no voy a preguntárselo.
- Ya.
- Oye Carlos, perdona el asalto de esta mañana en la ducha, se me fue un poco la cabeza.
- Tampoco estuvo tan mal. Lo que me molestó de verdad es que no fuera mutuo.
- ¡Huy que lanzado!
- No es eso Luisa, es que si me das placer yo quiero devolverlo y no sentirme una polla con patas.
- Te entiendo, otro día lo probamos.
- ¿Qué tal tu relación con Antonia? Parece una chica estupenda.
- Bien, ni ella ni yo somos lesbianas. Pero es una experiencia estupenda. Tú deberías tener también una relación con otro chico. A veces tenemos la mente demasiado cerrada a probar otras experiencias.
- Sí, ahora me acerco donde vivía el travesti de Javier.
- No me refiero a eso.
- Ya lo sé, era una broma.
- ¿Cómo llevas no ver a Cristina?
- La echo de menos a veces.
Dudé si contarle que era nuestra tía, pero preferí guardar el secreto y no tener que dar muchas explicaciones de cómo lo sabía.
- ¿Con quién estabas anoche?
- ¡Es imposible guardar un secreto en esta casa!
- Venga ya, que fui muy discreta y os dejé tranquilos.
- Con una amiga de Cristina.
- Pues sí que la echas de menos.
- No es lo que parece. La había mandado Cristina para que no me sintiera solo.
- ¡Joder qué moderna Cristina! ¿Quién era ella?
- Se llama Sonia, una chica muy simpática y muy atractiva.
- Y tanto, ¿una de las hijas del llave inglesa, no?
- Sí.
- Pues sí que tienes suerte, porque la chica está para comérsela.
- No lo sabes tú bien.
- Gracias por la información sobre mi madre. Tengo que pensar algo para que no esté así. –Me dijo, dándome un beso en la mejilla y luego saliendo de mi habitación-.
Decidí no cenar e irme a la cama a intentar procesar las cosas que me habían pasado ese día. ¡Qué ganas tenía de volver a la rutina de las clases! Me despertó la sensación de que alguien se sentaba en la cama.
- Carlos, ¿estás despierto?
Me cagué en todo y abrí los ojos, eran Luisa y Vero con sus vaporosos pijamitas.
- Ahora sí. ¿Es que no podéis dejarme vivir?
- Calla y escucha. –Me dijo Vero-. Luisa me ha contado lo de mamá y quiero darte las gracias por haberte enterado de lo que le pasa.
- Vero eso me lo podías haber dicho mañana y no despertarme.
- Luisa y yo hemos estado hablando, tratando de buscarle una solución.
- Muy bien Vero, eso me lo podías decir cuando tuvierais la solución.
- Es que ya la tenemos. –Dijo Luisa-.
- ¡Coño qué rapidez! ¿Y cuál es?
- Carlos, Vero y yo sabemos lo que tienes ahí entre las piernas y creemos que eso es lo que necesita mamá.
¡Me cago en todo con la tía Marisa! Me da por culo por la mañana cuando le estaba comiendo el coño a Sonia, mi madre me da la comida con que sea cariñoso con ella y ahora sus hijas encuentran en mí polla lo que necesita su madre.
- ¿Vosotras estáis locas?
- No, en absoluto. Si lo piensas bien, verás como tenemos razón. Mamá nos ha contado muchas veces que su época sexual más feliz fue cuando se tiraba a tu abuelo, porque tenía un cacharro maxi. Por muy grande que la tenga tu abuelo, no puede ser mucho más grande que la tuya. Mamá está de buen ver y tú estás siempre caliente haciéndote pajas. ¿Qué problema hay? –Me contestó Vero completamente en serio-.
- Ninguno, nada más que es vuestra madre y mí tía.
- Carlos te pierdes en los detalles.
- ¡Joder los detalles!
- Vega Carlos hazlo por nuestra madre y por nosotras. Ella te necesita ahora o, al menos, necesita de tu don.
- ¿Vosotras habéis hablado con mi madre?
- Hace un rato y ha sido ella quién nos ha dado la idea, aunque nos ha pedido que no te lo dijéramos.
¡Joder también con mi madre, anda que se corta!
- Bueno, pues ya me habéis contado vuestra idea genial. ¿Puedo seguir durmiendo?
- ¿No prefieres que durmamos los tres juntitos? –Preguntó mi prima Vero, echando para atrás la sábana y dejándome desnudo frente a ellas-.
- Anda, échate para allá, que no vamos a hacer nada que tú no quieras. –Insistió mi prima Luisa-.
- ¡Qué no coño dejadme dormir!
- Que sepas que estas muy arisco. –Dijo Vero-.
- Vale, pero dejadme dormir.
Por fin se fueron y pude quedarme tranquilo e intentar dormir. Toda mi familia se ha vuelto loca, pensé. De acuerdo que debía pensar algo para hacer lo que me habían pedido, primero mi madre y luego mis primas, pero eso sería ya otro día, en ese momento estaba muerto de sueño.
La rutina de las clases se vio trastocada el martes cuando doña Carmen, la profesora que me había encontrado en el club de las maduras en el que conocí a Rosa, al terminar una clase me dijo:
- Carlos ven esta tarde a tutoría a las cinco, quiero repasar contigo algunos conceptos que creo no tienes claros.
- Claro doña Carmen.
Me quedé a comer por la facultad con algunos compañeros. Cuando les conté que doña Carmen me había citado a tutoría les extrañó un poco. Según se decía por la facultad, ella se saltaba siempre el horario de tutorías. A las cinco en punto estaba en la puerta de su despacho, a los poco minutos llegó ella. Venía muy arreglada con un vestido negro sin mangas, muy entallado, medias negras y zapatos de tacón también negros. Doña Carmen estaría por los cincuenta, aunque no los aparentaba tan arreglada, guapa de cara, morena y con buen tipo que resaltaba el ceñido vestido que llevaba.
- Pasa Carlos. –Me dijo después de abrir la puerta con la llave-.
Cuando pasé, volvió a cerrar la puerta. Yo ya tenía tal obsesión con las puertas que me extrañó que la cerrara.
- Te he dicho que vengas porque quería hablar contigo.
- ¿Cree que llevo mal la asignatura?
- No, no es eso. Hace un par de semanas te vi un viernes en el club de maduras. ¿Y me preguntaba que hacías allí?
¿Qué coño le importaba a ella que hacía yo en ese club?
- Un amigo me comentó de su existencia y fuimos a tomar una copa.
- ¿Tú sabes de qué va ese club?
- Me imagino que de tomar una copa y conocer a gente, como todos.
- No exactamente. Allí se dan cita mujeres maduras que quieren sexo con chicos jóvenes y están dispuestas a pagar por ello.
- No lo sabía.
- Vi que te fuiste con Rosa, una conocida mía. A los pocos días la llamé por teléfono para saber cómo le había ido contigo y me contó maravillas de lo que tienes entre las piernas.
- Rosa es muy amable. ¿Pero no sé qué tiene que ver eso con las clases?
- Verás Carlos, ¿tú quieres aprobar mi asignatura con buena nota?
- Yo con aprobar ya me conformo.
- Bueno, pues si sólo quieres aprobar a mí me da igual. Quiero tener sexo contigo y, además de aprobarte, estoy dispuesta a pagarte razonablemente.
¡Cojones con doña Carmen que me había tomado por un gigoló! La miré de arriba abajo. Estaba bastante bien, no me explicaba porque iba a pagar para que un crio como yo se la follase, cuando podría tener a los hombres que quisiera.
- Doña Carmen yo no me dedico a eso. Por lo que se ve, Rosa sacó un concepto equivocado del encuentro que tuvimos.
- ¿Me estás rechazando?
- De ninguna manera doña Carmen, simplemente le estoy aclarando que no cambio sexo por dinero. Además que no creo que usted necesite pagar por tener sexo. Es usted una mujer muy atractiva.
- ¿Reconoces esta foto? –Me dijo enseñándome la pantalla del móvil-.
Era la foto que me había sacado Rosa en la bañera del hotel midiéndome el nabo.
- Creo que sí, que es mía. Pero usted no debería tenerla. Rosa me dijo que era para una investigación que estaba haciendo.
Doña Carmen se había sentado en la mesa frente a mí y cruzado sus bonitas piernas haciéndome un “Sharon Stone” de mucho cuidado.
- Carlos voy a ser sincera contigo. No he tenido suerte con los hombres en mi vida. Primero el cátedro se estuvo beneficiando de mí durante años, hasta que el tío asqueroso se jubiló y yo saqué mi plaza. Luego mi matrimonio terminó desastrosamente porque el cabrón de mi marido se acostaba con mi hermana. Y ahora acabo de salir de una relación muy tóxica con un hombre casado, que era un hijo de puta de los pies a la cabeza. Yo no quiero más relaciones sentimentales, yo lo que quiero es follar con jovencitos y si además tienen una polla como la tuya, pues mejor.
- Doña Carmen…
- No me llames doña Carmen, Carmen a secas.
- Pues Carmen, si me planteas las cosas de otra manera, a mí me gustan las mujeres maduras y soy un joven muy caliente, por lo que no tendría ningún inconveniente en que estuviéramos juntos un buen rato. Pero ni soy un gigoló ni quiero aprobar la asignatura por mi polla.
Carmen se quedó un rato callada mirándome.
- Tienes razón, creo que me he equivocado en mi planteamiento contigo. Seguramente tenía una información errónea.
- ¿Por qué no me invitas a una copa en tu casa y seguimos esta conversación allí? –Carmen me gustaba y además no quería problemas con ella como profesora-.
Volvió a quedarse callada mirándome.
- De acuerdo. Había pensado que me follaras aquí mismo, pero será mejor en mi casa. Vamos vivo cerca de aquí.
En el camino a su casa pensé que Carmen debía estar muy sola y muy necesitada para hacerme la propuesta que me había hecho. El destino quiso que nos cruzáramos con mi prima Luisa. Lo normal es que me hubiera dicho adiós y pasado de largo, pero la muy lagarta se paró para saludarme muy afectuosamente. Después de cruzarnos dos besos, le dijo a Carmen:
- Hola, yo soy Luisa, prima de Carlos y compañera de piso durante el curso.
- Hola, yo soy Carmen, profesora de Carlos.
- Voy a que doña Carmen me de unos documentos. –Le dije a Luisa tratando de justificar que fuéramos juntos-.
- Nos vemos luego en casa. Adiós Carmen, encantada. –Dijo Luisa despidiéndose-.
- Muy simpática tu prima. ¿Vives con ella durante el curso?
- Con ella y con dos primas hermanas más.
- Estarás encantado de vivir con tres chicas, te tratarán como a un rey.
- Nada es lo que parece desde fuera.
Llegamos a su casa.
- Ponte cómodo, ¿qué quieres tomar?
- Lo que tengas, me da igual.
Carmen salió del salón, imaginé que a buscar las copas. La situación era un poco violenta para los dos. Volvió Carmen con las copas.
- Carlos, creo que lo vamos a dejar. Nos tomamos la copa charlando y ya está. –Le agradecí que frenara-.
- Como quieras Carmen, creo que es lo mejor, tendremos más días para vernos. Lamento que te haya sucedido lo que me has contado antes, comprendo que no tengas muchas ganas de más relaciones sentimentales.
- Eres muy maduro para ser tan joven
- La verdad es que he madurado bastante en los últimos meses. Antes creía que la vida era jiji jaja, pero por circunstancias me he dado cuenta de que no es así, que los adultos tienen muchos problemas que yo ni me había planteado que pudieran existir.
- Tienes mucha razón. Cuando yo tenía tu edad, sólo quería salir con mis amigas, de vez en cuando ligarme a algún chico, pasar un buen rato y hasta luego Lucas. Después la vida te va poniendo zancadillas y tú vas cayendo en todas sin aprender de los errores. Cuando aprendes ya es tarde y tienes el cuerpo y la mente llenos de moratones.
Mis sensaciones con Carmen habían ido cambiando. Ahora estaba muy a gusto conversando con ella y me estaba apeteciendo besarla.
- ¿En qué piensas Carlos? –Me preguntó tras estar un rato en silencio y con la mirada perdida-.
- En que con lo mal que hemos empezado, ahora me siento a gusto contigo y me apetece besarte.
- Pues no te cortes, a mí también me apetece besarte.
Nos giramos los dos en el sofá y empezamos a besarnos apasionadamente abrazándonos. La boca de Carmen me estaba poniendo muy caliente.
- ¿Te apetece que nos vayamos a la cama? –Me preguntó-.
- Claro que me apetece.
Nos levantamos y cogimos nuestras copas.
- ¡Joder qué bulto! –Me dijo al observar como tenía la entrepierna-.
La seguí al que debía ser su dormitorio. Cuando entramos me preguntó:
- ¿Estás seguro de querer hacer esto?
- A ti que te parece –le contesté señalándome el bulto de la entrepierna y ella se rió con el gesto-.
- Déjame que te desnude –me pidió, llevando sus manos a los botones de mi camisa-.
Me soltó los botones de la camisa, me la sacó de los pantalones y luego me la quitó dejándola caer al suelo. Siguió con el botón de la cinturilla del pantalón vaquero que llevaba y con la cremallera de la portañuela, casi sin rozarme. Yo me quité los zapatos el uno contra el otro. A esas alturas mi polla estaba como una piedra y segregaba líquido preseminal como un grifo. Dejó caer los pantalones por mis piernas y me agarró la polla por encima de los bóxers.
- ¿Sabes que me he masturbado varias veces mirando la foto de tu polla?
- No, pero me excita saber que te he servido de modelo pornográfico.
Volvimos a besarnos y llevé mis manos a su culo, apretándola contra mí.
- Déjame ahora que yo te desnude. –Le pedí-.
- Me da miedo no gustarte.
- No creo que eso pueda a pasar.
Le bajé la cremallera que el vestido tenía en la espalda, ella se lo sacó de los brazos y lo dejó caer al suelo. Llevaba un bonito sujetador negro, un tanga mínimo y unas medias sin liguero. Le solté el sujetador, que ella dejó caer. Tenía unas tetas grandes un poco caídas, con unas areolas pequeñas y unos pezones grandes muy erectos. Bajé la cabeza para chupárselos. Mientras lo hacía, ella me soltó los botones de los bóxers, que cayeron a mis pies y me cogió la polla y los huevos con sus manos.
- Carlos la tienes todavía más grande de lo que parecía en la foto.
- Es que estoy muy excitado.
La empujé sobre la cama y me quité los pantalones y los bóxers.
- Déjame que te la coma. –Me dijo quedándose sentada en la cama-.
- Me vas a poner a mil.
- Eso quiero.
Con la mano me bajó el prepucio y luego empezó a lamérmelo, jugando con su lengua sobre mi frenillo, mientras me sobaba suavemente los huevos. Más tarde abrió mucho su boca y me comió la polla. La miraba desde arriba acariciándole la cabeza.
- Nunca he tenido la posibilidad de comerme una polla de este tamaño y me encanta.
- Déjame que ahora te coma yo a ti –le dije poniéndome en cuclillas entre sus piernas que colgaban de la cama-.
Tiré del tanga para quitárselo. Tenía un triángulo de vello apuntando hacia abajo en el monte de Venus y la raja completamente depilada. Su chocho era grande, con los labios menores por fuera de los mayores. Le cogí el clítoris con mis dedos y empecé a apretarlo suavemente, mientras pasaba mi lengua por dentro de sus labios.
- ¡Carlos qué placer me das!
- Más placer me da a mí comerte el chocho.
- Fóllame, quiero tenerte dentro.
Me levanté, ella se echó hacia el interior de la cama y me puse de rodillas sobre la cama entre sus piernas. Sabía que tenía el chocho empapado y que no iba a tener problemas en penetrarla.
- ¿Quieres que me ponga de espaldas? –Me preguntó-.
- No, quiero verte la cara mientras follamos.
Le cogí las piernas por los tobillos y se las subí juntas a mi hombro, avancé hacia ella y se la metí hasta la mitad, sin parar de sobarle el clítoris suavemente.
- ¡Qué barbaridad, me siento llena!
Me miraba fijamente mientras bombeaba en su interior, sobándose las tetas a la misma vez.
- Eres una mujer muy pasional, ¿verdad?
- Mucho Carlos, mucho. Necesitaba esto, la falta de sexo me estaba volviendo una histérica.
Con cada bombeo se la iba metiendo más adentro hasta que mis huevos chocaron contra ella.
- ¡Aaaggg, aaaaggg! –Gritó de pronto al correrse-. ¡Sigue follándome, puedo tener varios orgasmos seguidos!
Seguí con el bombeo y ella empalmó por lo menos tres orgasmos seguidos. Yo ya estaba a punto de correrme. Se la saqué y me puse a su lado para hacerlo sobre sus tetas. Ella me cogió la polla con una mano y con la otra se subió las tetas. Con dos veces que me la jaló me corrí sobre ella con un enorme placer. Luego me tumbé a su lado. Al cabo de un rato, me dijo:
- Carlos, estoy muy avergonzada de cómo te he entrado esta tarde.
- No importa.
- Sí importa. Te he tratado como basura y eso es imperdonable. Tengo que replantearme muchas cosas para el futuro. Que en mi vida me haya ido encontrando un cabrón tras otro, no significa que todo el mundo lo sea.
- Déjalo ya. Todos tenemos malos momentos.
Me incorporé, cogí las copas y le pasé la suya.
- ¡Joder Carlos, que polvo hemos echado! Creo que me acordaré toda mi vida.
Al incorporarse para coger la copa vio que tenía todas las tetas cubiertas de lefa.
- Voy a tener que ducharme porque no tengo tantas toallitas húmedas en casa como para limpiarme esto. ¿Te duchas conmigo?
- Pues sí, estoy sudado como si hubiera estado picando piedra.
Se quitó las medias y entramos al baño. Bajo el agua de la ducha me dijo cogiéndome la polla:
- No se te baja, ¿siempre te ocurre eso?
- Siempre no, pero con cierta frecuencia.
- ¡Qué portento de muchacho! ¿Echamos otro aquí en la ducha?
- Encantado, porque así no puedo salir a la calle.
Follamos otra vez bajo el agua, luego me vestí, nos besamos y quedamos en repetir. Ya en la puerta me dijo:
- Carlos te voy a pedir un favor.
- Dime.
- No vayas por clase, preséntate al examen final. Si te veo en el aula pensaré en lo que ha ocurrido esta tarde y no voy a poder concentrarme, además de que voy a mojar las bragas de manera escandalosa.
De camino a casa establecí un cierto paralelismo entre la situación anímica de Carmen y la de mis tías. Para las personas pasionales vivir sin sexo era un martirio y yo podía hacer felices a mis tías como lo había hecho con Carmen. Cuando llegué al piso mi prima Luisa me estaba esperando.
- ¿Te ha dado tu profesora muchos documentos?
- Los que tenía que darme.
- ¿Está lloviendo ahora?
- No, sigue haciendo un día estupendo.
- ¿Entonces por qué tienes el pelo mojado?
- ¡Joder Luisa, no empieces con tus paranoias!
- Tu profesora tiene la misma edad que mi madre o más y vale menos que mi madre. ¿Te la follas ella y a mi madre no?
- Luisa estoy dándole vueltas al tema. Carmen estaba muy deprimida por falta de sexo y ahora se ha quedado bastante mejor. Estoy pensando que lo mismo le pasa a tu madre y que yo también podría hacer algo para que ella sea más feliz. Así que déjalo ya.
Algunas tardes me conectaba con Cristina a través de la cámara, cuando su madre estaba en la peluquería y mis primas estaban estudiando en sus habitaciones o en la calle. La cosa iba más o menos así todas las tardes que nos conectábamos.
- Hola Cristina.
- Ah hola Carlos, ¿me ves bien?
- Perfectamente. ¿Y tú me oyes bien?
- Sin problemas.
- ¿Qué haces?
- Estudiando, ¿no lo ves?
- ¿Y no te apetece hacer otra cosita?
- ¿Quieres que me desnude para ti?
- Claro que sí, así podría hacerme un buen pajote.
- Vale, pero tienes que contarme cómo te lo haces.
Cristina se levantaba de la silla, ponía música, se encuadraba de cuerpo entero ante la cámara y decía:
- Ya es hora de ducharme, voy a desnudarme para ponerme el albornoz.
Mi polla empezaba a reaccionar con esa sola frase y yo empezaba a sobármela, en principio, por encima de los pantalones. Cristina se quitaba la camiseta o lo que llevara puesto al ritmo de la música, quedándose en sujetador. Como estaba desarrollándose aceleradamente, los sujetadores le quedaban pequeños normalmente y sus fantásticas tetas le sobresalían apretadas por encima de las copas.
- ¿Cómo estás? –Me preguntaba-.
- Ya casi empalmado y sobándome el nabo por encima de los pantalones.
- ¿Sigo?
- Claro, no me vayas a dejar así.
Entonces se quitaba la falda o los pantalones que llevara puestos. Lo hacía dándome la espalda para que viera como ella iba descubriendo su culo, normalmente salvo que tuviera el período, con un tanga mínimo que me permitía disfrutar de sus duras y redondas nalgas.
- Cristina ya me he abierto los pantalones y me he bajado los calzoncillos.
- ¿Y cómo la tienes?
- Como un bate de beisbol.
- ¡Uuummm, que rica! ¿Me dará tiempo de desnudarme antes de que te corras?
- Creo que sí. Sigue, que estoy a mil.
Cristina se soltaba el sujetador y se lo dejaba puesto mientras se lo sacaba de los hombros, luego lo dejaba caer al suelo, tapándose las tetas con las manos.
- Por favor Cristina, déjame que te vea las tetas.
- Cuéntame primero cómo te la estás haciendo.
- Me he descapullado ya. Lo tengo rojo y brillante por las babas que segrego. Una mano la tengo en mi polla y la subo y la bajo y con la otra me agarro los huevos y me los sobo.
Después de tan prolija descripción Cristina se quitaba las manos de las tetas y podía admirar su areola rosadas y sus duros pezones.
- ¡Joder Cristina, que polvo tienes!
- ¿Tú crees que se te seguiría poniendo dura aunque me vieras todos los días?
- Dura como para dolerme.
Entonces se volvía a poner de espaldas a la cámara y lentamente se bajaba el tanga hasta sacárselo por los pies.
- ¿Qué le harías a mi culito si estuvieras aquí?
- De todo Cristina, de todo.
- ¿Quieres ver mi chochito peladito?
- Cristina no te tardes mucho que estoy más para allá que para acá.
Se ponía de nuevo de frente a la cámara con la mano cubriéndose el chocho, hasta que subía la mano para sobarse las tetas. Con la otra mano empezaba a acariciarse el chocho.
- ¿Cómo estas Carlos? Yo ya no puedo estar más caliente y a punto de correrme.
- Para reventar. He cogido un rollo de papel higiénico para contener los chorros. Avísame cuando vayas a correrte.
Cristina seguía acariciándose el chocho y yo dándole al manubrio hasta que ella gritaba:
- ¡Ahora Carlos, ya me estoy corriendo! ¿Y tú?
- ¡Yo ya empezado a soltar chorros como una manguera a presión, tres, cuatro, cinco, seis, siete…!
A Cristina se le aflojaban las piernas y tenía que apoyarse en la cama o sentarse en el suelo.
- ¡Joder Cristina, que corridón!
- Y yo y yo.
Nos quedábamos un momento descansando y luego Cristina empezaba con su mantra:
- Carlos yo no puedo más estar sin tu polla. Tienes que follarte a mi madre para que me levante el castigo. No puedes dejarlo más.
- Vale Cristina. Ya lo sé. Le voy a mandar un mensaje a ver cuando podemos quedar y donde.
- Pero hazlo ya, que se me a pasar la juventud.
- Cristina, no exageres que tienes sólo diecisiete años.
Cerraba la aplicación y me quedaba con un complejo de semental como la copa de un pino.
Un día después de mi conversación con Cristina, por llamarla de alguna manera. Vi que Puri, la vecina, me hacía señas para que me asomase a la ventana.
- Buenas tardes Puri. ¿Querías algo?
- Si, vente que tenemos que hablar contigo una amiga y yo.
¿De qué querrán hablar? Me pregunté. Me aseguré de coger las llaves antes de salir y luego cerré. Puri me estaba esperando con la puerta abierta y como siempre con su albornoz. Cuando entré en su casa, después de besarme en la boca, me dijo:
- Vamos al salón, allí esta mi amiga Paca. El mierda de mi marido está en el centro de viejos.
Hoy está especialmente cariñosa con su marido, pensé entrando en el salón. Allí estaba una mujer sentada en el sofá, también en albornoz, que se levantó cuando entré para darme dos besos en las mejillas.
- Ella es mi amiga Paca, bueno casi una hermana más que una amiga. Paca, él es Carlos, el vecino del que te hablado.
Paca me miró de arriba abajo. Su cara me sonaba, pero no sabía de qué. Debía tener algunos años más que Puri, pero se conservaba de escándalo. Muy alta, pelo castaño con media melena, guapa y con una figura espectacular, en lo que permitía intuir el albornoz que llevaba. Puri se sentó al lado de Paca y yo enfrente de ambas.
- Vosotras diréis.
- Carlos, como te he contado alguna vez yo, antes de destrozar mi vida casándome con el inútil de mi marido, trabajaba en cabarets subiditos de tono.
- Ja, ja, ja, ¿Subiditos de tono Puri? Querrás decir con espectáculos de sexo en vivo.
- ¿Qué más da Paca? A lo que iba, allí trabajábamos juntas Paca y yo y es donde hicimos la amistad que tenemos. Uno de los espectáculos que dábamos era un número lésbico de lo más elegante. ¿Verdad Paca?
- Verdad Puri, nada de juguetes ni vibradores ni consoladores. Mucha lengua y muchos dedos. A la española.
Empecé a alucinar con las dos rememorando sus espectáculos subiditos de tono, como decía Puri, con tanta normalidad como si hubieran hecho juntas una obra de Ibsen.
- Cuando tuve la desgracia de casarme con el inútil,… -hoy le tienen que estar pitando bien los oídos al marido, pensé- …dejé el cabaret y Paca siguió trabajando en él.
- Sí, pero ya no era lo mismo, para que luego algún idiota diga que visto un chocho vistos todos. Qué diferencia Puri.
- Gracias Paca. Al cabo de los pocos años los cabarets de espectáculos eróticos dejaron de ser negocio y fueron cerrando. La pobre Paca se quedó en la calle.
- Para sobrevivir tuve que hacer cine porno, pero al cabo de poco tiempo el negocio del porno cambió tanto, que ya tampoco se podía vivir de eso.
¡Coño de eso me sonaba la cara de Paca, de verla en alguna película porno-casposa! Recordé que en aquellas películas estaba como un auténtico tren.
- La cosa –continuó Puri- es que la pobre Paca está muy mal de dinero, pero como la necesidad agudiza el ingenio, ha tenido una idea estupenda. Cuéntala tú anda.
- Bueno tú eres un chaval que está en el mundo, por lo que me ha comentado Puri, y sabrás la cantidad de niñatas guarras que se ponen delante de una cámara web, se meten cualquier cosa por cualquier agujero y ya se creen que son artistas.
No podía creerme aquella conversación. Las miraba a las dos y me costaba creer que tuvieran semejante desparpajo, para que luego digan que las generaciones actuales tienen la mente más abierta que las anteriores.
- Algo sé, pero no soy aficionado y además cuestan un dinero que yo no tengo. –Pensé que con lo bien que yo me lo pasaba con los números que me hacía Cristina, para que quería yo ver a otra chica haciendo más o menos lo mismo-.
- Después de estudiarlo mucho, –continuó Paca- he llegado a la conclusión de que en ese mundo hay todavía un nicho de mercado para nosotras. -¡Joder con la empresaria! Pensé.- Nosotras podemos ofrecer madurez, experiencia elegancia y profesionalidad, frente a tanta niñata guarra con los agujeros como bebederos de patos….
- Paca me ha propuesto que volvamos al mundo del espectáculo erótico, pero con las nuevas tecnologías. –La interrumpió Puri-. A mí el dinero no me hace mucha falta, aunque nunca viene mal, pero sólo de pensar en volver a ser admirada por mi público, me pongo como una moto.
- Ya he contactado con empresarios del sector. Al principio no lo han visto muy claro, pero cuando les he ensañado nuestro “book” se han convencido.
- Míralo tú. –Me dijo Puri pasándome una especie de álbum de fotos-.
Lo abrí por cortesía, bueno y también por curiosidad, las primeras páginas eran de Puri y Paca como Dios las trajo al mundo encima de un escenario. ¡Las dos estaban entonces para comérselas.
- ¿A qué estábamos muy bien? –Me preguntó Paca-.
- No cabe duda. –Le contesté mirándola y pensando que seguían estando estupendas, aunque con veintitantos años más-.
Las siguientes páginas eran fotos de las dos comiéndose el coño, las tetas o el ojete del culo a base de bien.
- Aquí sólo he seleccionado las fotos de nosotras dos juntas. Tengo varios libros de fotos con los mejores modelos de entonces, haciendo de todo. ¡Qué recuerdos! –Dijo Paca riéndose-.
- Carlos te das cuenta de la elegancia que tenía nuestro espectáculo y eso que no son más que unas pocas fotos. Si nos hubieras visto en el escenario, no te lo creerías. –Me dijo Puri-.
- Claro, ¿cómo no me iba a dar cuenta? –Le contesté devolviéndole el “book”, como le había llamado Paca-.
Decidí pellizcarme sin que ellas se dieran cuenta, para tener la certeza de que no estaba soñando aquella situación.
- Para empezar me han pedido unnnn, no me acuerdo ahora. ¿Qué te he dicho yo antes, Puri?
- ¿Un palote?
- No mujer, ah ya me acuerdo, un piloto.
- ¿Y de dónde vamos a sacar nosotras un piloto ahora?
Seguía sin poderme creer ni la situación ni la conversación entre ellas. Volví a pellizcarme y volvió a dolerme, por tanto seguía despierto.
- Que no mujer, que un piloto es como un primer episodio para ver si tiene éxito y si lo tiene, entonces te contratan más, ya cobrándolos.
- Me parece todo estupendo y una gran idea, ¿pero qué queréis de mí? –Les pregunté-
- En principio queremos empezar con espectáculos lésbicos, después ya veremos. –Me contestó Puri-. Lo que necesitamos de ti es que nos grabes. –Me quedé sin habla-.
- Sí, una de las cosas que he concluido de mi estudio sobre lo que hace la competencia de las niñatas guarras, es que hace falta que la cámara sea dinámica, no de esas fijas, que no permiten ver adecuadamente los intríngulis del espectáculo y terminan aburriendo al espectador.
- ¿Qué nos contestas, aceptas ayudarnos? –Me preguntó Puri-.
Las miré a las dos, no parecía que se estuvieran cachondeando de mí.
- Yo no he manejado una cámara en mi vida.
- Bueno, igual que la mayoría de los que me grababan en las películas porno que hice. Ahora las cámaras son sencillísimas, prácticamente con todo automático, vamos que cualquiera las puede manejar. Mírala. –Me contestó Paca, pasándome una cámara pequeñita que cabía en una mano-.
La estuve mirando y las enfoqué, si la ponías en automático parecía que no había que hacer nada más que pulsar el botón de inicio. Le devolví la cámara.
- Dejadme que me lo piense y os contesto.
- Lo siento Carlos, pero no puede ser, te tienes que decidir ahora. Queríamos grabar el piloto o como se llame, hoy que el inútil tiene permanencia en la guardería de viejos. –Me dijo Puri, que seguía demostrando el cariño por su marido-.
- Venga anímate, si no tienes que hacer casi nada. Te cuento el guión que hemos pensado. –Insistió Paca-.
Desde luego las cosas que me pasaban a mí no le pasaban a nadie. Con la cabeza y los hombros le hice el gesto de que bueno, que me lo contara.
- Verás hemos pensado en hacer algo con sentimiento, pero también con “veritá”. –Empezó Paca-. Van a ser cuatro escenas. En las dos primeras Puri y yo, por separado, nos vestimos para ir a una cita de trabajo, ya sabes, las dos salimos en pelotas de entrada para captar la atención del espectador, contando que vamos a tener una cita para regresar a nuestras carreras profesionales de éxito. Lastima que no tengamos medios, porque si no se podrían montar alternando las dos escenas. -El comienzo no estaba mal y tampoco era difícil de grabar, pensé.- En la tercera estamos en una reunión con el empresario que quiere contratarnos, nos ofrece una mierda de dinero y ambas le decimos que no, lo malo es que las dos sabemos que estaríamos dispuestas a hacerlo gratis con tal de volver a besarnos y abrazarnos. Como el empresario lo sabe, nos dice que nos lo pensemos y nos deja a solas. En la última escena no podemos con la pasión que sentimos entre nosotras y al lío. Se va a llamar “Paca y Puri, el regreso de dos estrellas” ¿Qué te parece?
- Bueno yo sé mucho de esto, pero creo que podría funcionar, no parece muy complicado.
- ¿Entonces qué, nos grabas? –Me preguntó Puri-.
- De acuerdo, pero no respondo de cómo me salga. Ah y me debéis un favor.
- Vamos al dormitorio, empezamos por Puri. –Dijo Paca ya en plan directora-.
Seguía alucinando con aquellas dos mujeres y el desparpajo con que se manejaban. Ya en el dormitorio, Paca dijo:
- Puri, tú te colocas desnuda delante del espejo, primero te miras largamente, incluso te tocas un poquito, y después te vistes lentamente. Carlos tú la grabas de forma que se vea a ella por detrás y su reflejo en el espejo. Para mayor riqueza de matices yo pongo la voz en off, como si la estuviera recordando en el tiempo que trabajamos juntas.
Puri se puso delante del espejo de cuerpo entero que tenía en el dormitorio, se quitó el albornoz, quedándose con unas bragas de encaje, que se bajó al momento, dejando al aire su buena mata de pelo.
- ¿Pero cómo vas así Puri? –Exclamó Paca-.
- ¿Así cómo?
- ¡Coño con ese pelucón en el chocho!
- El mismo que he llevado siempre.
- Eso ahora no se lleva y además no quiero estar comiéndome pelos todo el video.
- Pues antes no te importaba comerte los pelos de mi chocho.
- ¿Carlos tú qué opinas? ¿A que quedaría mucho más actual con el chocho depilado? –Me preguntó Paca-.
- A mí me habéis dicho que os grabe, no que opine. Como llevéis el chocho es cosa vuestra.
- Venga, mientras te depilas grabamos mi primera escena. Empezamos en la ducha.
Entramos los tres al baño. Puri a regañadientes se sentó en el bidé con unas maquinillas de afeitar que había sacado de un armarito y un bote es espuma. Paca se quitó el albornoz y luego el sujetador y el tanga. Me acordé de cuando salía en las películas del porno nacional que yo veía por Internet con quince o dieciséis años. ¿Quién me hubiera dicho a mí entonces, que años después iba a estar delante de una de las musas de mis primeras pajas? Se conservaba no bien, sino lo siguiente. Un suave moreno integral sin marca alguna de bañador o biquini, las tetas todavía más gordas que cuando centraban mi atención infantil, algo caídas, pero nada que no resultara de lo más atractivo, una levísima barriguita, el chocho completamente depilado y un culo apretado y respingón. Menos mal que no hacía ni media hora que me había hecho un pajote mirando a Cristina. Se metió en la ducha y dijo:
- Puri ve haciendo la voz en off y tú empieza a grabar.
Miré a Puri que estaba con las piernas muy abiertas y el chocho lleno de espuma de afeitar y puse en marcha la cámara. Aquello era completamente surrealista. Paca dejaba caer el agua sobre su cuerpo y se sobaba las tetas y el culo.
- Pienso en el reencuentro con Paca, con mi Paca, y me pongo nerviosa y caliente. –Empezó Puri con voz muy ronca-. Recuerdo su bello cuerpo, sus grandes y duras tetas, su culo de nalgas apretadas y sobre todo su chocho siempre hambriento de mi lengua. ¿Qué habrá sido de ella durante estos años? ¿Estará igual de atractiva?
Mientras Puri improvisaba terminando de afeitarse el chocho, Paca había terminado de ducharse y se estaba secando muy sensualmente. Yo empecé a ponerme palote, por mucha paja que me hubiera hecho antes, aquello era demasiado.
- Paca entonces era fuego. Nunca he estado con otra mujer que segregase más jugos. Cuando le comía el chocho es el escenario no podía dejar de chupárselos y tragármelos. Todavía, años después de nuestro último espectáculo, tengo su sabor en mis labios.
Entre el cuerpo de Paca, que después de secarse había empezado a vestirse con una lencería casi transparente roja y las cosas que Puri iba diciendo, se me había puesto el nabo como un leño. Puri se enjuagó el chocho, que ahora se veía muy grande y muy carnoso, Paca terminó de vestirse y me hizo un gesto para que cortara la grabación.
- ¿Qué tal ha salido Carlos, vale con la primera toma? –Me preguntó Paca-.
- Yo creo que sí, esto es capaz de excitar a un moribundo.
- ¿Tú te has empalmado?
- Sí, mucho.
- Entonces es que la toma vale. Mucho mejor así Puri, que antes parecías una viuda abandonada, en vez de una modelo erótica. Te toca, vamos al espejo.
La escena de Puri en el espejo no desmereció de la de Paca ni las descripciones de Paca desmerecieron de las de Puri. Mi erección estaba tomando dimensiones épicas. El bulto en el pantalón era más que ostensible y notaba como se iba formando un charco en mis bóxers.
- Ahora vamos a la mesa del despacho del inútil. –Dijo Puri-.
La seguimos y entramos en una habitación de la casa que yo no conocía. Era como un pequeño despacho con una mesa, dos sillas de confidente y un sofá pegado a la pared y enfrentado a la mesa. Toda la decoración era muy clásica y bastante ajada.
- Aquí decía mi marido que trabajaba, aunque yo no lo he visto hacerlo en veinte años. El tío se encerraba con su colección de revistas porno a cascársela y a mí no me echaba ni cuenta. –Dijo Puri cuando entramos en la habitación-.
- Hombres, se quedan prendados de cualquier mujer, por fea que sea, menos de la suya, por buena que esté, como es tu caso. Carlos, tú te sientas en la mesa y apoyas la cámara. Primero entra Puri y le das la mano, luego entro yo, beso a Puri, te doy la mano y nos sentamos las dos enfrente de ti. Tú dices lo que se te ocurra sobre contratarnos, y dices que nos dejas solas. ¿Alguna pregunta? No, pues a grabar.
Me senté en el sillón del despacho, dejé la cámara sobre la mesa, comprobé el enfoque y la puse a grabar. Aproveché estar detrás de la mesa para abrirme los pantalones y liberar mi polla, que me dolía lo más grande de luchar contra los pantalones.
- ¿Cómo debo llamaros? –Pregunté-.
- Pues Paca y Puri, ¿cómo va a ser? –Me contestó Paca-.
- Lo decía por si queríais conservar cierto anonimato.
- ¿Pero qué anonimato? Nosotras somos estrellas del erotismo y no vamos a ocultarlo.
- Vale, vale, cuando queráis.
Salieron las dos del despacho y volvió a entrar Puri. Estaba muy atractiva con un vestido corto con mucho escote, que dejaba ver bastante de sus grandes tetas.
- Buenos días don Carlos, ¿puedo pasar?
- Si Puri, te estaba esperando. –Le contesté y nos estrechamos las manos-. Qué guapa estás, pareces más joven que cuando te contraté con dieciocho años recién cumplidos. –Se me estaba subiendo el papel a la cabeza y me encontraba cómodo actuando-.
- Diecisiete don Carlos, le mentí sobre mi edad para poder trabajar.
- Pues vaya diecisiete añitos que tenías. Tenías unas tetas de por lo menos veintidós.
- Gracias don Carlos, es usted muy amable conmigo, como siempre.
Paca asomó la cabeza por la puerta.
- ¿Se puede?
- Claro Paca, Puri acaba de llegar.
Paca se acercaba a Puri, que se levantaba y ambas se besaban en las mejillas muy cerca de las comisuras de los labios.
- ¡Qué alegría Paca, cuánto tiempo!
- Lo mismo te digo Puri, estás igual que te recordaba.
- Tú estás mejor todavía.
No le faltaba razón a Puri. Paca vestía un traje de chaqueta rojo con una falda tan corta que se le veían las tiras del liguero y un escote tan profundo que se le veía parte del sujetador también rojo, aparte de algo más que el inicio de sus tetas. Estaba absolutamente atractiva.
- Pues usted dirá don Carlos, para qué nos ha citado a las dos. –Dijo Paca-.
Las piernas cruzadas de las dos dejando ver sus espléndidos muslos me estaban poniendo peor de lo que ya estaba.
- Veréis, estoy pensando en reabrir algún local nocturno. Cada vez hay más hombres solos que necesitan diversión y quitarse los problemas de la cabeza por un rato. He recordado vuestros calientes y fabulosos espectáculos y me gustaría contar con vosotras.
Paca y Puri se miraron comiéndose la una a la otra con los ojos y mordiéndose sus labios inferiores.
- Don Carlos, yo hace años que soy un ama de casa muy enamorada de mi marido y no creo que a él le gustase que volviese a mi antiguo trabajo en el mundo del espectáculo. –Mintió Puri-.
- Yo he seguido trabajando en el mundo del espectáculo erótico y no tendría ningún problema en aceptar su oferta, si es generosa, pero sólo si Puri y yo trabajamos juntas. Yo tengo un nombre y no voy a trabajar con cualquier guarra, de las muchas que hay en este mundo. –Dijo Paca cogiéndole la mano a Puri y mirándola con cara de deseo-
- Paca no me pongas en ese compromiso.
- Puri todavía recuerdo el sabor de tu boca y de tu chocho. Cuando no puedo dormir me toco recordando cuando lo hacíamos juntas.
- Está bien Paca, yo también me acuerdo de esos días y los echo mucho de menos. No es verdad que esté enamorada de mi marido. Casarme fue la peor decisión de mi vida y volver al mundo del espectáculo erótico puede ser, sin embargo, la mejor.
Ambas se miraban con las manos cogidas.
- ¿Cuál es su oferta? –Preguntó Paca-.
- Ahí la tenéis –les dije pasándoles un papel-.
Ellas se miraron y Paca dijo:
- ¿Don Carlos podría dejarnos a solas para que pudiésemos hablar?
- Claro, hablad todo lo que tengáis que hablar. –Apagué la grabación para cortar la escena y dar paso a la última-.
- Puri cómo me está poniendo la mierda del video. Tengo el tanga para escurrirlo.
- Tú siempre has sido muy escandalosa con los jugos.
- Ahora Carlos tienes que seguirnos con la cámara. Empezamos a besarnos aquí sentadas, luego vamos al sofá, allí nos desnudamos y empieza lo bueno. Levántate y coge la cámara.
- Es que me he tenido que abrir los pantalones porqué estaba muy excitado.
- Carlos, por favor, que estamos haciendo un espectáculo erótico. Si a tu edad no te empalmas, es que estamos haciendo una mierda. –Me dijo Paca-.
- Verás la tranca del niño. –Comentó Puri-.
- Quítate el pantalón, que estarás más cómodo. –Me dijo Paca-.
No tardé ni un segundo en hacerle caso, me quité el pantalón y los bóxers, que estaban empapados, y me levanté del sillón con el nabo mirando al techo.
- ¡Qué barbaridad con el niño, si lo llego a saber le doy un papel en el video! ¿Tú te estás beneficiando eso? –Le preguntó Paca a Puri-.
- Cada vez que puedo –le contestó Puri-.
- ¡Hija mía, las hay que tienen suerte! Bueno Carlos tú a grabar, que luego si eso te quitamos la tensión. Toma planos en los que se vean bien nuestros cuerpos.
Cámara en mano y polla en alto empecé otra vez a grabar.
- Puri estoy caliente como hace años que no lo estaba.
- Y yo Paca.
Se giraron en las sillas y comenzaron a besarse apasionadamente. ¡Joder, vaya lésbico que me iba a tragar! Se levantaron de las sillas y abrazadas siguieron besándose. Paca se quitó la chaqueta del traje, Puri se bajó la cremallera del vestido y volvieron a besarse con mucha lengua y a abrazarse apretándose las tetas una contra otra. Yo había visto videos de lesbianas en Internet como cualquier chaval, pero verlo directamente me estaba calentando más de lo deseable.
- ¡Qué buena estás Paca! –Dijo Puri, entre beso y beso-.
- Y tú Puri, déjame que te coma las tetas. –Paca le sacó las tetas a Puri por encima de las copas del sujetador y empezó a chupárselas y a morderle los pezones-.
- ¡Qué me gusta Paca que me hagas eso!
Aquello no era teatro, las dos se estaban sobando y chupando con auténtica pasión. Paca empujó a Puri contra el sofá, le quitó el tanga y empezó a comerle el coño con mucho ruido de lengua. Puri le tenía cogida la cabeza a Paca y la empujaba contra su coño.
- Espera que yo también te pueda comerte a ti ese chocho precioso que tienes. –Dijo Puri y se tumbó boca arriba en el sofá, esperando a Paca para hacer un 69”-.
- Come, come que voy a reventar –le dijo Paca poniéndole su depilado chocho en la boca y quitándose el sujetador antes de doblarse para seguir comiéndoselo a Puri-.
La escena llevaría ya sus buenos diez minutos, cuando Paca gritó:
- ¡Me corro Puri, me corro!
Se corrió lanzando chorros de jugos sobre la boca de Puri, que al contacto con ellos, dijo:
- ¡Yo también, yo también, aaagggg, aaaggg!
Lo malo fue que yo también me corrí sin siquiera tocármela. ¡Joder que dos tías! Si aquello no ponía caliente al personal, yo no sé que los podría poner. Apagué la cámara y me senté en una de las sillas, mientras ellas recuperaban el aliento.
- ¿Cómo ha quedado Carlos?
- Muy caliente y muy elegante.
- ¡Te has corrido! –Dijo Puri señalando las manchas de semen sobre el suelo-.
- Lo siento no he podido evitarlo.
- No, si es estupendo, eso es que va a ser un éxito. –Dijo Paca-.
Me volví a poner los bóxers y los pantalones.
- Aquí os dejo la cámara. –Les dije-.
- Gracias Carlos, puedes pedirnos el favor que quieras. –Me contestó Paca-.
- Lo haré.
Me aseguré de que llevaba la bragueta subida y me fui a mi casa. Mi prima Vero estaba detrás de la puerta.
- ¿Qué vienes de casa de la vecina?
- Sí, me ha pedido que le vuelva a arreglar el ordenador.
- ¿Con qué se lo has arreglado? –Preguntó señalando un manchurrón de humedad que tenía en la entrepierna-
- ¡Con la polla, se lo he arreglado con la polla!
(Continuarán mas historias de mi familia. Espero que os haya gustado esta tercera entrega.)