Compartiendo piso de estudiante con mis primas 15

Sigue la pelea con la barrigona de Patricia, hasta que mi prima Julia y yo nos la follamos en el baño, contando mi prima como perdió ella la virginidad. Luego mi prima Vero desmiente a Julia y me cuenta cual fue de verdad mi primer polvo. Que lo paséis bien.

( Ya sabéis que para disfrutar esta serie de relatos es muy conveniente leer los capítulos anteriores y ya van creo que demasiados. Para los que no lo hayáis hecho y os apetezca hacerlo, aunque no tengamos tanto tiempo, os copio sus direcciones: https://todorelatos.com/relato/156465/https://todorelatos.com/relato/156932/https://todorelatos.com/relato/157222/https://todorelatos.com/relato/157514/https://todorelatos.com/relato/157758/https://todorelatos.com/relato/158232/https://todorelatos.com/relato/158502/https://todorelatos.com/relato/158808/https://todorelatos.com/relato/159124/https://todorelatos.com/relato/159373/https://todorelatos.com/relato/159734/https://todorelatos.com/relato/160131/https://todorelatos.com/relato/160457/ y https://todorelatos.com/relato/160810/

A pasarlo bien y gracias por vuestros comentarios y valoraciones. Por favor, ofrecedme nuevas ideas para continuar, que trataré de incorporarlas.)

Me asombró la seguridad con que mi prima Julia afirmó que nos íbamos a tirar a Patricia en cuanto llegáramos al piso.

-              Julia muy segura me pareces. Ya has visto lo borde que es, no me creo que vaya a ser tan fácil.

-              ¿Tú piensas que ella no se ha puesto cachonda también contándonos semejante historia?

-              No lo sé, tú misma has dicho que parecía estar liberándose de una carga sicológica. A mí me ha parecido que en algunos momentos del relato estaba sufriendo.

-              Es posible, pero cachonda se ha puesto seguro. El único peligro es que alguna de las primas se nos haya adelantado con ella.

Llegamos al piso y fuimos directamente a nuestra habitación. Patricia estaba tumbada en la cama desnuda. Yo seguía empalmado con la perversa historia de la pérdida de su virginidad, que Patricia nos había contado hacía un rato. Su barrigón y sus hinchadas tetas reavivaron instantáneamente todavía más mi erección.

-              Patricia no era necesario que fueses tan explícita en tu relato. –Le dijo Julia al entrar-.

-              Lo he contado así, porque así lo recuerdo yo. Tío no se te baja la tienda de campaña. ¿Por qué no vas y te haces un pajote? –Me dijo al verme aparecer en la habitación.

Julia se quitó el biquini con el que había bajado de la terraza y se quedó también desnuda. Patricia la miró con descaro.

-              Estás muy buena, yo estaba también más o menos así hasta que me quedé preñada. –Le dijo Patricia a Julia-.

-              Eres muy joven todavía, si te cuidas después del parto volverás a estar como estabas, sólo que con más tetas.

Julia se miró el chocho de pie flexionando las piernas y separándoselo con las manos.

-              Quería repasarme los pelos esta tarde, pero hasta que no se me baje el calentón no quiero empezar con la maquinilla. –Dijo Julia sacando la maquinilla de depilar del armario-.

-              ¿Tan calientes os he puesto a todos?

-              A todos no sé, pero por lo menos a mi primo y a mí sí. ¿La historia era verdad? –Le preguntó Julia-.

-              Y eso que importa. Si queríais retos guarros, sería para poneros más cachondas todavía. Vosotras cinco tenéis pinta de ser bastante guarras y del pajillero que voy a decir.

-              ¿Tú no te has puesto muy cachonda también? –Volvió a preguntarle Julia-.

-              Yo nací cachonda, ¿no lo notas? –Le contestó Patricia tocándose el barrigón-. ¡Joder tío, quítate el bañador que me está dando grima verte! –Me dijo mirándome el enorme bulto que tenía en la entrepierna-.

-              ¿Ahora te voy a dar pena?

-              Tú no tío, tu polla, que no tiene culpa de la mente salida que tienes.

Le hice caso, porque me dolía la polla de tenerla presionada contra el bañador.

-              ¡Joder tío que pollón calzas! –Me dijo cuando me bajé el bañador-.

-              ¿Verdad que sí? –Le dijo mi prima-.

-              Y tanto, ¿lo de llevarla depilada es una mariconada nueva? –Dijo Patricia-.

-              Y tú lo de llevarlo así, que es un homenaje a las mujeres de las cavernas. –Le contesté-.

-              ¡Yo llevo el coño como me sale de los ovarios! ¿Eso que es, la maquinilla de quitarte los pelos? –Le preguntó a mi prima que seguía con ella en la mano-.

-              Sí, la usamos todas y todos. Si quieres te la presto, no creo que ninguna estemos más necesitada que tú. –Le contestó Julia mirándole el pelucón-.

-              No las he usado nunca, ni esa ni ninguna.

-              Eso ya se ve. ¿Si quieres te enseño? –Le dijo Julia-.

-              ¿Si lo que quieres es tocarme el coño, no hace falta la excusa de la maquinilla?

-              No voy a decirte que no me apetezca, pero no quiero hacer una excursión por la selva del Amazonas para tocarte el chocho.

-              La verdad es que empieza a molestarme, no tanto como el dolor de las tetas, pero me pillo los pelos con los elásticos de las putas bragas y me dan tirones.

-              Pero tenemos que ir al baño, si lo hacemos aquí pondríamos la habitación perdida de pelos.

-              Ayúdame a levantarme, si no me tengo que llevar un rato intentándolo con el puto bombo.

Julia le tendió una mano, Patricia se incorporó tirando de ella y se puso de pie. Mi prima le miró el pelucón de cerca a Patricia y le dijo:

-              Espera que voy a coger unas tijeras y un peine, así no te puedo meter la maquinilla. Por cierto, mi primo también maneja la maquinilla, su medio suegra es peluquera.

-              ¿Quién te depila tu suegra? –Me preguntó Patricia-.

No le contesté. Por culpa de mi prima y su idea de irse al baño las dos, me iba a quedar sin el espectáculo de ver la tala del bosque del coño de Patricia.

-              ¿Vamos? –Le preguntó Julia a Patricia-.

-              Sí vamos. ¿Quieres venir pajillero? Me quiero divertir viendo cómo te pones de caliente cuando tu prima me meta la maquinilla.

La miré tratando de adivinar si me lo estaba diciendo en serio o se quería cachondear de mí.

-              ¿Te quieres divertir o te pone que nos mire mi primo? –Le preguntó Julia-.

-              Las dos cosas –respondió Patricia-.

El trayecto hasta el baño, aunque corto, resultó curioso con la manía de no cerrar las puertas. Luisa le estaba comiendo el culo y el coño a Antonia a base de bien y María y Vero se estaban haciendo un dedo, desnudas sobre las sábanas.

-              Pues sí que las ha puesto cachondas mi historia. –Dijo Patricia-.

-              No te creas que haya animarlas mucho para que terminemos todas así, nos viene de natural. –Le contestó mi prima-.

-              Pues que naturaleza tan estupenda. –Le contestó Patricia-.

Llegamos al baño y cerramos la puerta, lo que era bastante inútil dado que no tenía condena. Por primera vez reparé en el culo de Patricia, lo tenía en forma de pera con los cachetes bastante voluminosos y con una larga y marcada raja. Fue cerrar la puerta y Patricia se acercó a Julia y la besó en la boca.

-              ¿Te gustan las mujeres? –Le preguntó Julia-.

-              Me gustas tú. Soy bisexual, pero no me gusta cualquiera. ¿Dónde me pongo? –Preguntó Patricia-.

-              Ponte en el bidé con la espalda hacia la pared y las piernas bien abiertas.

Patricia hizo lo que Julia le había dicho.

-              Lo vas a tener difícil con el barrigón. –Le dijo Patricia a Julia-.

-              Adelanta un poco el culo y recuéstate.

-              ¿Has depilado muchos chochos?

-              Algunos además del mío. He enseñado a mis primas y a algunas amigas.

-              ¿Te pone cachonda hacerlo?

-              Bastante, pero ahora no importa porque tu historia ya me ha puesto muy cachonda.

Mi prima Julia se puso es cuclillas delante de Patricia y con el peine y las tijeras empezó a cortarle lo más gordo. Patricia me miró fijando su atención en mi polla.

-              ¿Follas mucho con ese aparato? –Me preguntó-.

-              A ti que te importa lo que yo folle. –Le contesté-.

-              Curiosidad malsana. Conocí a un tío que tenía un pollón parecido al tuyo, pero que lo manejaba horrorosamente mal. ¿Tú como lo manejas?

-              ¿Y tú cómo manejas el chocho? ¿Eres de las tías que se quedan quietas para que se lo den todo hecho?

-              Te vas a quedar con las ganas de saberlo.

Ver a mi prima desnuda en cuclillas con las manos metidas en el chocho de Patricia con el barrigón y las tetas como balones, me estaba calentando mucho.

-              ¿Y tú como dejaste de ser virgen? –Le preguntó Patricia a Julia-.

-              Vas a tener que ganar un reto para que te lo cuente.

-              Seguro que con un medio novio pánfilo, que se corrió antes de que te dieras cuenta que te estaba follando.

-              Piensa lo que quieras.

-              A la mayoría de mis amigas les pasó eso y se quedaron con cara de tontas, sangrando y sin correrse. ¿Tú le hiciste eso a la primera chica que te follaste? –Me preguntó Patricia-.

-              Anda, porqué no te callas un poquito. –Le contesté-.

-              Porque no me sale del coño. ¿No te vas a hacer un pajote?

-              ¿Te gustaría verlo?

-              Si me hubieran dado un euro por cada tío al que he visto haciéndose un pajote ahora sería rica.

-              ¿Y te ponía verlos o trabajabas en los baños de una discoteca y querías sacarte unos euritos? –Le pregunté-.

-              ¡Mira que ingenioso te has vuelto con el calentón! ¿Has estado con tíos?

-              ¿Haciendo qué? Jugando al fútbol o tomando copas, sí, dando por culo o recibiendo, no.

-              Pues con el pollón que tienes, te podías ganar bien la vida follándote a mariconas viejas.

Patricia ya me tenía hasta las pelotas con sus frases bordes y despectivas.

-              Creo que os voy a dejar solas, no me merece la pena aguantarte por ver cómo te podan el chocho.

-              ¡Callaros ya hostia, que me tenéis los dos hasta el coño con vuestras tonterías de niños chicos! –Gritó mi prima Julia con una cara de cabreo de mucho cuidado-. Yo no soy peluquera de nadie y si estoy aquí depilándote es porque quiero sexo. Y si tú vas a estar aquí dando por culo en vez de disfrutando de la situación, vete dónde te parezca a hacerte un pajote o lo que te de la gana. Si vosotros no entendéis eso es que sois gilipollas.

Nos quedamos los dos callados por la bronca que nos había echado mi prima, que se había incorporado dejando casi terminada la primera parte de su tarea de peluquería en el coño de Patricia.

-              Pero Julia… -Empezó a decir Patricia-.

-              Ni peros ni pollas, iros a tomar por culo los dos. –Le cortó Julia-.

-              Vale prima, tienes razón. –Le dije-.

-              Ven aquí. –Me ordenó ella y yo me acerqué-. Métele la polla en la boca a la guarra esta hasta la garganta, que es lo que está deseando, ¿no te das cuenta?

Miré a Patricia, me puse enfrente dejando a ella y al bidé entre mis piernas, le cogí la cabeza, ella abrió la boca y le metí más de la mitad de la polla sin contemplaciones.

-              ¡Coño Patricia cógele los huevos, que no sabes ni hacer una mamada en condiciones!

-              Ha costado, pero por fin te has callado. –Le dije a Patricia moviéndome adelante y atrás-.

Mi prima se puso de rodillas entre sus piernas y antes de seguir con la depilación, le dio a Patricia varios pellizcos con muy mala leche en la cara interior de sus muslos. Patricia trataba de quejarse pero no podía con mi polla ocupando su boca. Bajé una de mis manos hasta sus tetas, las tenía durísimas, como si estuvieran infladas. Le cogí uno de sus puntiagudos pezones y se lo pellizqué. Trató también de quejarse, pero no conseguía emitir más que sonidos guturales.

-              Esta tía está disfrutando con el castigo, a la muy guarra se le está encharcando el coño. –Dijo mi prima-.

-              ¿Tú que eres masoca? –Le pregunté empujándole la cabeza cada vez más contra mí, sin dejar de pellizcarle los pezones-.

-              Lo gordo ya está, vamos con la maquinilla. –Dijo mi prima poniéndola en funcionamiento-.

-              ¡Sois dos hijos de puta maricones, que no sabéis tratar a una masoquista! –Dijo Patricia en un momento que le deje libre la cabeza para que respirara-.

-              Tú no eres masoca de verdad ni hostias. Te gusta jugar a la masoquista, pero ya está. Mi madre es veinte veces más masoquista que tú. –Le dijo mi prima, dándole varios pellizcos más en la cara interior de los muslos, sin dejar de pasarle la maquinilla-.

-              Prima está empezando a salirle leche de las tetas.

-              No te preocupes y sigue pellizcándole los pezones.

Patricia, de vez en cuando, me apretaba los huevos con intención de hacerme daño, sólo lo dejaba cuando le metía todavía más la polla en la boca, hasta llegar a su garganta.

-              ¿Querías saber cómo perdí la virginidad? Pues te lo voy a contar. Durante el verano que tenía catorce años, iba muchas veces a pasar las tardes a casa de mi amiga Elena. Ella tenía un hermano dos años mayor, que a mí me parecía un tonto del culo, que se pasaba las tardes haciendo ejercicio con un amigo en su dormitorio con la puerta abierta, para mostrarnos lo cachas que estaban los dos. Elena no paraba de contar que un día había visto a su hermano en la ducha cascándosela y que tenía un pollón enorme. Yo, sin embargo, lo había visto algún día medio empalmado bajo el pantalón ajustado con el que hacía los ejercicios y no me pareció nada del otro mundo, sino más bien que la tenía pequeña. El amigo que normalmente lo acompañaba en los ejercicios tenía pinta de homosexual amanerado y muy mandón, que lo abroncaba cuando no terminaba una serie de las que estuvieran haciendo.

Patricia trataba a veces de echar la cabeza hacia atrás, yo unas veces la dejaba y otras le apretaba todavía más la cabeza contra mi polla.

-              Tanto insistía Elena en el tamaño de la polla de su hermano, que empecé a pensar que lo hacía porque el hermano le decía que lo hiciera, a ver si yo me calentaba y él podía follarme. A mí la idea empezó a hacerme gracia y decidí comenzar a zorrearlo a él y a su amigo.

-              Prima tú siempre igual.

-              ¿Qué se creía la tía, que yo era tonta? Disminuí el tamaño de mis pantalones cortos o de mi faldita y me ponía cada vez camisetas de tirantas más ajustadas sin sujetador. Empecé a notar que el muy tonto del culo, se pasaba más a menudo por la habitación de su hermana cuando su piel brillaba por el sudor que le provocaba el ejercicio. Su amigo no entraba nunca a vernos y casi ni nos saludaba, como si fuéramos invisibles. Cuando se iba de la habitación, después de mirarme con ojos de calentura, yo le decía a Elena lo bueno que estaba su hermano y si no había pensado alguna vez en follárselo.

-              ¡Hala que burra! ¿Prima, cómo era Elena?

-              De físico, morena, de estatura media, el pelo muy negro lacio, más bien corto, guapetona de cara, bonita figura, un culo respingón muy redondito, pero lo que destacaba en ella eran sus grandes tetas, para la edad que teníamos entonces. Si te fijabas sólo en sus tetas, podía pasar por una chica pechugona de más de veinte años. De carácter era extrovertida, le gustaba hablar abiertamente de sexo y contar chistes muy guarros.

Patricia me cogió la polla, se la sacó de la boca y empezó a golpearse los labios y las mejillas con ella. Sacaba la lengua y se la golpeaba repetidamente con mi capullo, mientras me miraba fijamente a los ojos. Me encantaba que me hiciera eso. Yo seguía pellizcándole los pezones y cuando lo hacía ella se golpeaba con más fuerza su lengua con mi polla, pero no se quejaba.

-              Elena se creía lista y lo era, pero no tanto como yo. Empecé a meterle dos ideas en la cabeza, que su hermano a quien realmente se quería follar era a ella y no a mí y que el amigo estaba colado por su hermano, y si ella no hacía algo, terminaría follándoselo.

-              ¡Qué cacho de puta eras ya! –Dijo Patricia-.

-              Cállate si no quieres que te meta la maquinilla encendida en el coño. –Le contestó Julia-. ¿Cómo la chupa primo?

-              Me la han comido mejor, pero no está mal.

-              ¿Quién te la ha comido mejor, un bujarra en los aseos del cine porno?

-              ¡Qué te calles ya, coño! –Le dijo mi prima pellizcándole salvajemente la cara interior de los muslos muy cerca de su chocho. Patricia gritó de dolor, pero no dijo nada-. Al principio de empezar a decirle lo de su hermano, ella protestaba y me respondía que yo era monstruo con la cabeza muy sucia, lo cual posiblemente era verdad. Pero era todavía más sensible a la idea de que su hermano pudiera terminar follando con su amigo y, como ella decía, arrastrarlo a la homosexualidad. Para molestarla, yo le preguntaba si a ella le resultaba un problema que su hermano fuera maricón. Entonces, casi con lágrimas en los ojos, me contestaba que su hermano era muy hombre y que un tío con su pollón no podía ser homosexual. Primo, lo del chocho de esta está casi listo, ¿quieres darle tú el último repaso?

Iba a decirle que no, pero me apeteció sobarle el chocho a Patricia con la excusa del repaso. Me eché hacia atrás y mi prima se levantó. Cambiamos las posiciones, yo me puse en cuclillas entre las piernas de Patricia y mi prima se colocó delante de ella, le puso el chocho en la boca y le acercó la cabeza. El chocho de Patricia estaba muy abierto, con unos grandes labios menores y un buen clítoris que le sobresalía como una bolita muy brillante igual que su rosado y empapado interior. Con la maquinilla le fui quitando los pocos pelos que le había dejado mi prima, manoseándole el chocho para acceder bien con la maquinilla. Ya tenía la polla a reventar y el líquido preseminal me chorreaba hasta el suelo.

-              Elena contraatacaba preguntándome si yo me follaría a su hermano, si me apetecería que él me chupase las tetas o me comiera el coño. Yo le daba largas a Elena, pero al hermano le hacía ojitos y, cuando iba con falda, procuraba que me viese bien los muslos y las bragas, como sabes que me gusta. Un fin de semana sus padres se fueron a una boda en otra ciudad y ella me invitó a dormir en su casa. Su hermano también invitó a su amigo. Cenamos por separado nosotras en la habitación y ellos viendo un campeonato de culturismo en la televisión del salón. Al volver de llevar las cosas de la cena a la cocina, me fijé en ellos que estaban sentados en el salón, echados hacia delante con las piernas muy abiertas y vi que los dos estaban medio empalmados con los tíos del culturismo. ¡Saca bien la lengua golfa o también te voy a tener que enseñar a comerte un coño!

-              ¡A mí me vas a enseñar tú una polla, cacho de puta! –Le contestó Patricia-.

Mi prima, como venganza, con sus dos manos le dio varios golpes a Patricia en sus tetas, luego le cogió las areolas y los pezones y empezó a retorcérselos brutalmente, hasta que empezaron a lanzar chorros de leche, que me llegaban hasta mí por en medio de las piernas de mi prima. Luego volvió a poner sus manos en la cabeza de Patricia y la empujó contra su chocho.

-              Cuando volvimos a la habitación de Elena, pensé que era la noche perfecta para liarla entre los cuatro. Yo sabía que Elena era todavía  virgen como yo, pero se lo pregunté: ¿Elena, tú sigues siendo virgen? Qué remedio, pero estoy deseando dejar de serlo, quiero tener una polla entre mis piernas y que me empotren. Me contestó. ¿Y qué te parece si dejamos de serlo esta noche? Le pregunté. A mí me parece bien cualquier noche para dejar de serlo. ¿Qué quieres que salgamos a follarnos a dos tíos? Me contestó. No hace falta salir, nos follamos a tu hermano y a su amigo. Ella me miró sorprendida y se quedó pensando, luego me preguntó: ¿Qué se te ha ocurrido?

-              Julia esto está terminado, se le ha quedado el chocho como el de una muñeca de las antiguas. –Le dije a mi prima-.

-              ¡Levanta zorrón! –Le ordenó mi prima a Patricia, cogiéndola de un brazo-.

Con la cantidad de pelos que habían quedado en el bidé se podía rellenar una almohada y dos cojines. Patricia iba a ir a mirarse el chocho en el espejo porque con el barrigón no podía verse, pero mi prima le dijo:

-              ¡Guarra, recoge tus pelos primero y tíralos al váter!

-              ¡Recógelos tú con “tó” tu chocho! –Le contestó Patricia-.

-              ¡Pero serás hija de puta! –Le dije yo-. ¿Pues los pelos no son tuyos, asquerosa?

Entre mi prima y yo la obligamos a ponerse de rodillas entre el bidé y el váter para que fuera recogiendo y tirando los pelos. En esa posición se le veía un chocho muy carnoso y abierto, ahora que no tenía ni un solo pelo. Mi prima me cogió la polla y me dijo:

-              Primo estoy a reventar de caliente y por lo que veo tú también. ¿Qué hacemos con esta?

-              Luego lo que queramos, ahora sigue contando la pérdida de tu virginidad, mientras recoge los pelos.

Mi prima me soltó el nabo, se acercó a Patricia y le arreó un buen golpe su culo con la mano abierta.

-              ¿A ti te gusta su espalda tatuada? –Me preguntó-.

-              Ni lo más mínimo, con lo bonita y excitante que es la espalda de una mujer.

-              Me suda el coño que no te guste. –Dijo Patricia-.

-              Te voy a poner un tapón en el coño para que deje de sudarte. –Le dije soltándole un fuerte cachetazo en la otra nalga-. Sigue contando prima, mientras ésta limpia lo que ha ensuciado.

-              A la pregunta de Elena le contesté que lo dejara de mi cuenta y luego le dije que nos desnudáramos. Llevaba un sujetador deportivo que era incapaz de contener sus tetas, cuando se lo quitó me resultaron espectaculares, grandes, no muy duras, con lo que le colgaban un poco, con unas areolas no muy grandes oscuras y los pezones muy salidos. ¿Estás caliente? Le pregunté. Yo llevo caliente desde los diez años, me contestó ella. Tenía un buen triángulo de pelo muy corto negro en el chocho. –Mi prima volvió a cogerme la polla-. Cuando estuvimos las dos desnudas, entreabrí la puerta del dormitorio y le dije a Elena que nos hiciéramos un dedo lo más ruidoso posible. Nos sentamos las dos en la cama con la espalda apoyada en el cabecero y las piernas muy abiertas, mirándonos y empezamos la función. Las dos teníamos un calentón de los que hacen época. Al rato vi como el hermano de Elena nos miraba desde la puerta, creyendo que no lo veía. Estaba tocándose el nabo por encima de sus permanentes pantalones deportivos elásticos y había empezado a formársele un buen bulto debajo.

-              Ya está. -Dijo Patricia, intentando incorporarse apoyada en el bidé y en el váter-.

Traté de ayudarla a levantarse, pero ella, tan borde como siempre, me dijo:

-              ¡Suéltame coño, que estoy preñada no inútil!

Mi prima le dio una fuerte patada en el culo y le dijo:

-              Cuando aprenderás a callarte, zorra.

Patricia terminó incorporándose con mucho trabajo, se sentó en el bidé, abrió el agua y empezó a restregarse en chocho para quitarse los pelos que se le habían quedado pegados. En cuanto se rozó el clítoris se le cambió la cara y empezó a gritar, mientras se lo sobaba y se corría:

-              ¡Aaaaagggg, aaaaagggg, aaaagggg….!

-              Mira qué bien se lo pasa la muy guarra. –Dijo mi prima-.

Al correrse empezó primero a lanzar chorros de jugos y luego a mearse como una vaca, sin dejar de sobarse el clítoris y meterse un par de dedos en el chocho.

-              ¡Vale ya, deja de sobarte, zorra, que no te vas a poder correr cuando te folle mi primo!

-              ¿Qué no me voy a volver a correr? Tú no me conoces.

Se echó hacia atrás y recostó la espalda en la pared con los ojos cerrados.

-              Lo que le hacía falta a ésta era correrse. ¿Quieres correrte ya? –Me preguntó a mí-.

-              Me da igual, creo que puedo correrme ahora tres o cuatro veces sin que se me baje con el calentón que tengo.

-              Eso no te lo crees ni tú. –Dijo Patricia sin abrir los ojos-.

-              Primo métele otra vez el pollón en la boca, a ver si así se calla.

Me puse de nuevo frente a ella, me cogí el nabo con una mano y con la otra le acerqué la cabeza hasta que Patricia volvió a tenerlo en la boca.

-              ¿Qué pasó prima?

-              Ah, sí. El hermano de Elena se metió la mano bajo los pantalones y empezó a hacerse una paja. Yo percibía que a quien miraba fijamente era a Elena, que estaba gimiendo con el dedo que se estaba haciendo. Escuché al amigo gritándole desde el salón insistentemente que se iba a perder la aparición de mister Bahamas. Él no se movió, sino que se bajó los pantalones para sacarse la polla. Estaba empalmado y, como yo me suponía, su polla no pasaba de la media, por mucho que Elena dijera lo contrario. Poco después vi a su amigo asomado también a la rendija de la puerta.

-              ¡Sigue comiéndomela, que me voy a correr!

-              ¡Primo, córrete en su boca y que se trague toda tu leche!

Miré a mi prima y estaba sobándose el coño con mucha fuerza y mucha rapidez. Patricia había vuelto a sobarse el chocho y se daba golpecitos muy seguidos sobre su clítoris.

-              ¿Prima te vas a correr?

-              Lo necesito, ya no puedo aguantar más la calentura.

-              ¡Aaaaaagggg, toma, trágate toda mi corrida, aaaaaggg! –Le grité corriéndome y apretando la cabeza de Patricia contra mí-.

Mi prima se puso de rodillas sin parar de sobarse el chocho.

-              ¡Me corro primo, me corro, aaaaagggg, aaaaagggg! –Gritó mi prima desmadejándose sobre el suelo-.

-              ¡Aaaaagggg, aaaaggg! –Fue lo único que pudo decir Patricia cuando se corrió por segunda vez a la misma vez que trataba de tragarse toda mi corrida sin conseguirlo, dejando escapar parte por las comisuras de sus labios en dos hilos, que iban a parar a sus hinchadas tetas-.

Cuando terminé de correrme en la boca de Patricia me senté en el suelo con la espalda apoyada en la pared.

-              ¡Joder que calentón tengo todavía! –Dije-.

-              Pues has largado lo más grande. –Me contestó Patricia, tragando todavía parte de mi lefa que tenía en la boca-.

-              ¿Cómo estás prima?

-              En la gloria, pero todavía más caliente que antes.

-              Termina de contarnos como perdiste la virginidad. –Le dijo Patricia-.

-              Al poco de estar el hermano de Elena y su amigo espiando cómo nos hacíamos el dedo. El amigo se puso en cuclillas, le quitó las manos de la polla al hermano y se la metió en la boca entera. ¡Valientes dos maricones! Me dije al pensar que no iba lograr perder la virginidad esa noche. Entonces, con cierta mala leche, le di en el brazo a Elena para sacarla del ensimismamiento con que estaba haciéndose el dedo y con la cabeza le indiqué que mirara hacia la puerta, para que viera cómo se la estaban comiendo a su hermano. Los dos hermanos se miraron a los ojos y Elena aceleró el ritmo sobre su chocho sin dejar de mirar a su hermano. ¿Por qué no entráis y nos divertimos juntos? Les dije al hermano de Elena y a su amigo. El amigo, que creía que no los habíamos visto, se puso de pie, tenía un señor bulto en la entrepierna bajo los pantalones elásticos.

Mi prima se movió hasta ponerse a mi lado sentada en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Patricia seguía sentada en el bidé mirándonos de frente.

-              ¿Desde cuándo folláis entre vosotros? –Nos preguntó-.

-              Desde pequeños, luego dejamos de hacerlo y hemos vuelto ahora. –Le contestó mi prima y luego le preguntó-: ¿Te extraña?

-              No, yo también me he follado durante años a mi primo el mayor. Ni siquiera sé si él es el padre.

-              Sigue prima con tu relato –le pedí-.

-              Después de pedirles que pasaran al dormitorio, se produjo un momento en el que no supe si, al hablarles, se había terminado la situación. Entonces Elena tomó la iniciativa, se levantó de la cama y se dirigió a la puerta, estaba preciosa desnuda de espaldas, la abrió del todo, primero besó a su hermano en la boca y después le cogió la polla, supe que la iba a desvirgar su propio hermano. Yo me levanté también y fui hacia el amigo, menos romántica que Elena, me puse en cuclillas frente a él y le bajé los pantalones, tenía un pollón considerable completamente depilado, como el resto del cuerpo según pude comprobar después. Estaba descapullado y le brotaba líquido preseminal, que le fui extendiendo con la lengua antes de meterme su pollón en la boca. Sus gordos huevos le colgaban mucho, se los cogí con una mano y empecé a jugar con ellos. Le miré a los ojos desde abajo con su polla en mi boca, tenía cara de placer y de desconcertado. Le quité los pantalones del todo, luego me incorporé y le quité la camiseta, dejándolo desnudo, le cogí las manos y se las llevé a mis incipientes tetas, mientras le apretaba su polla contra mi barriga.

-              Prima me estás poniendo otra vez para reventar. –Le dije-.

-              Y a mí –dijo Patricia-.

-              Me encanta poneros así. Elena había hecho lo propio con el hermano, seguían besándose apasionadamente, él le sobaba sus grandes tetas a Elena y ella le sobaba la polla y los huevos. Hermana deseaba esto desde que tengo memoria, le dijo él tiernamente. Y yo le contestó ella, metiéndole la lengua hasta la campanilla dentro de su boca. Ven, le dije al amigo que creo que se llamaba Pedro, si quieres chupar algo, chúpame a mí el coño. Por aquel entonces sólo me había comido el coño muy torpemente un ligue de un par de días que me había echado poco antes. Volví a sentarme en la cama con la espalda recostada en el cabecero, abrí mis piernas todo lo que pude y me abrí el chocho. Pedro, de rodillas en la cama, metió su cabeza entre mis piernas y empezó a comerme el chocho maravillosamente. Poco después escuché que Elena le decía a su hermano. si quieres comerle la polla a tu amigo, a mi no me importa, mientras yo pueda comerte la tuya. En efecto, el hermano se puso boca arriba con la cabeza entre las piernas de su amigo, le cogió la polla y empezó a comérsela, mientras Elena, al lado de su hermano, hacia lo propio, siguiendo además con el dedo que se estaba haciendo.

Patricia se bajó del bidé poniéndose de rodillas en el suelo y fue gateando hasta situarse entre las piernas de mi prima. Su barrigón y sus tetas colgantes me pusieron aun más excitado y volví a sobarme el nabo. Mi prima me vio y me dijo:

-              Fóllatela primo, súbele el barrigón a la garganta.

Me puse de rodillas detrás de Patricia, le toqué el coño y lo tenía empapado, le puse la punta de la polla en la entrada de su chocho y poco a poco se la fui metiendo, entre fuertes gemidos de ella, hasta tenerla entera dentro.

-              ¡Aaaahhhh me llena del todo, creo que me vas a reventar por dentro! –Gritó Patricia, cuando empecé a bombearle, cogiéndole el bombo a la misma vez-.

-              Aquello era un coro de gemidos y de suspiros, más o menos como esto. Por primera vez en mi vida, conocí el olor de una habitación cuando varias personas están practicando sexo a la misma vez. Pedro me estaba haciendo un trabajo fantástico, tanto que a los pocos minutos supe que no iba a tardar en correrme. Le dije: sigue así, sigue, sigue que me voy a correr. Y nosotros, dijeron todos. Me corrí en la boca de Pedro apretándome tanto las tetas, que me estuvieron doliendo varios días.

-              Tú no sabes lo que es un dolor de tetas. –Dijo Patricia-.

-              Y tú no sabes callarte, zorra. –Le contestó mi prima empujando su cabeza con fuerza sobre su chocho-. Cuando Pedro se iba a correr, el hermano de Elena se sacó su polla de la boca, la dirigió sobre su cara y dejó que le cayera toda su lefa encima. Aquello debió de gustarle a Elena porque hizo lo mismo cuando su hermano se corrió. Pedro y yo nos quedamos quietos relajándonos después de corrernos. Elena empezó a lamer la cara de su hermano, quitándole la corrida de Pedro y él hizo luego lo mismo con ella. Me di cuenta que ambos se querían más allá del amor fraternal. Para ser maricón sabes comer un coño muy bien, le dije a Pedro. No soy maricón, soy bisexual, me contestó y siguió contando: mi tía, la hermana menor de mi madre, me enseñó a comer coños siendo un crío. Cuando nos quedábamos los dos solos, me decía: ven sobrino, que necesito relajarme, se subía la falda, se bajaba las bragas y se sentaba en el sofá, yo se lo comía, unas veces de rodillas en el sofá y otras veces en el suelo. ¿Y ella no te comía la polla a ti? Le pregunté. Alguna vez se lo pedí, pero decía que le daba asco, me contestó. Pues sí que tenía la cara dura tu tía, le dije.

-              Carlos, sigue follándome así. Llevo semanas sin que me den una buena follada. Aaaaagggg. Y esta es de las mejores de mi vida. –Dijo Patricia-.

-              Fóllame, le pedí a Pedro. Cuando se lo dije, le dio un brinco el nabo. Me moví en la cama para ponerme a cuatro patas con el culo pegado a su cara. Él empezó a lamerme el ojo del culo y todo el chocho y trató de meterme un dedo por el culo. ¿Qué culo te gusta más el suyo o el mío? Le pregunté comparándome con el hermano de Elena. Me gustan los dos, el tuyo es suave, carnoso y muy redondo, el suyo es fuerte y lleno de pelos, me contestó. Noté que ya había conseguido meterme un dedo en el culo y ahora lo intentaba con dos. ¿Qué quieres romperme el culo con tu polla? Sí, me contestó. De acuerdo, pero primero quiero que me rompas el coño. Me toqué el chocho y mis dedos volvieron cubiertos de jugos, me los llevé a la boca para degustarme a mí misma, como ahora.

Mi prima Julia apartó un momento la cabeza de Patricia, se metió dos dedos en su chocho, los movió y luego se los llevó a la boca.

-              ¿A qué saben prima? –Le pregunté, ella volvió a meterse los dedos en el coño y me los ofreció -.

-              A vida, a sexo, a placer… Noté como Pedro ponía la punta de su polla en la entrada de mi chocho y dudaba sobre si penetrarme o no. ¿A qué esperas? Le dije. Va a ser la primera vez que me folle a una mujer, me contestó.

Veía a mi prima sentada, desnuda, con la cara transida de placer, sobándose las tetas y mirando fijamente como me follaba a Patricia.

-              También fuiste tú a buscarte un experto. –Le dije con guasa-.

-              A mí me daba igual que fuera un experto o no, yo lo que quería es que me desvirgase y notar una polla dentro de mí. Como no se decidía, eché el culo hacia atrás con fuerza y rapidez y noté como se me rompía el himen. El pobre Pedro gritó del susto cuando vio salir mi sangre. ¿Qué ha pasado? Me preguntó. Lo que tenía que haber pasado hace tiempo, sigue follándome, le contesté y empecé a sobarme el clítoris.

-              ¿Te dolió? –Le pregunté a mi prima-.

-              Un poco, pero estaba tan salida y tan feliz de saber que había inaugurado una nueva etapa en mi vida, que se me olvidó de inmediato. No tardé en correrme, con la polla de Pedro dentro de mí y el sobe que le estaba dando a mi clítoris. Métemela ahora por el culo, quiero que me abras todos los agujeros esta noche, le dije a Pedro, que no  había dejado de sobarme el ojete, mientras me follaba el coño. ¿Estás segura? Me preguntó. ¡Rómpeme el culo ya, coño! Le grité. Elena se vino a mi lado y empezamos a besarnos, mientras su hermano le amasaba y le comía las tetas. ¿Ya? Me preguntó. Sí. ¿Y qué tal? Pídele a tu hermano que te folle y lo verás, le contesté. Pedro empezó a metérmela por el culo poco a poco, hasta que noté que la tenía entera dentro. Era una sensación placentera y dolorosa a la misma vez, posiblemente debía haber escogido al hermano de Elena para que me rompiese el culo, Pedro tenía una polla demasiado grande para ser la primera vez y yo todavía era una adolescente.

-              ¡Sigue follándome, que me voy a correr otra vez. Cago en la puta, que bueno. Aaaaagggg, aaaagggg, como lo necesitaba, aaaagggg…! –Gritó Patricia-.

-              ¡Aaaaggg, sigue tú comiéndome el coño, que me estoy corriendo también, aaaaagggg, uuuuuffff…!

Ver la cara de mi prima corriéndose terminó conmigo. Saqué la polla del coño de Patricia justo cuando iba a empezar a correrme. El primer y el segundo chorros llegaron a la cara de mi prima, el resto cayeron en la espalda y el culo de Patricia.

-              ¡Joder, que bueno, necesitaba una tarde de follar como esta! –Exclamó Patricia-.

-              ¿Cuánto hace que no follabas? –Le preguntó Julia a Patricia-.

-              Por lo menos dos meses y estaba rabiosa.

-              ¿Por qué no has follado?

-              Los tíos se cagan con el bombo, se creen que les voy a cascar la paternidad del niño.

-              Vamos a tener que ducharnos y mientras lo hacemos terminas de contarnos la historia. –Le dije a mi prima-.

-              Si, vamos a ducharnos que nos has puesto pingando. –Me contestó Julia-.

-              Espera un momento, que me he quedado con ganas de más lefa. –Dijo Patricia y echándose hacia delante empezó a lamerle la cara a mi prima, sacando mucho la lengua. Cuando terminó mi prima le cogió la cara y la besó en la boca-.

Patricia se levantó con mucho trabajo y se puso frente al espejo para mirarse el chocho.

-              No me reconozco el chocho, parece el de una niña. –Dijo pasándose los dedos por los bordes-.

Abrí el grifo de la ducha y esperé que saliera caliente el agua. Ellas dos se metieron también en el plato de ducha. Nos abrazamos los tres bajo el agua, luego Patricia se separó y dijo:

-              Tengo que mear otra vez.

-              Méate sobre nosotros. –Le dijo mi prima tumbándose en el plato y atrayéndome para que me tumbase a su lado-.

Mi prima y yo empezamos a besarnos en la boca, Patricia cerró el grifo, se puso sobre nosotros y empezó a mearse de pie sobre nuestros cuerpos mientras nos besábamos.

-              Sois unos guarros –dijo Patricia lanzando un fuerte chorro que rebotaba sobre mi prima y sobre mí-. Es la primera vez que me meo encima de alguien y me encanta.

Su orín estaba muy caliente y me producía una sensación muy morbosa notar cómo caía me caía encima. Patricia se abría el chocho y dejaba caer su chorro, mirándonos. Cuando terminó de mear volvió a abrir el grifo, nos roció de agua, luego colgó el rociador, se puso de rodillas entre los dos y se sentó sobre sus piernas.

-              Termina la historia Julia. –Dijo Patricia, mientras nos acariciaba nuestros sexos-.

-              Tiene poco que contar ya. Mientras Pedro me follaba el culo, Elena iba a ponerse también a cuatro patas, pero su hermano le dijo que no, que quería verle la cara cuando se la follara por primera vez. Le colocó las almohadas bajo el culo, le puso las piernas sobre sus hombros, puso la punta de su polla a la entrada de su coño, la cogió por las caderas y se la fue metiendo sin parar, incluso cuando ella gritó al desvirgarla. Estuvimos un buen rato follando los cuatro, hasta que nos corrimos todos, Pedro en mis entrañas y el hermano de Elena dentro de su choco. ¿Nos vas a hacer un pajote? –Le preguntó mi prima a Patricia-.

-              Sí, quiero que os acordéis bien de mi cara y de mi bombo, mientras os los hago.

-              Luego, Elena y su hermano se fueron al otro dormitorio, para seguir follando toda la noche y Pedro y yo nos quedamos dormidos. Por la mañana temprano me despertó el ruido de la puerta de la calle abriéndose y las voces de los padres de Elena. Pensé que si cogían a los dos hermanos desnudos en la misma cama se iba a liar parda. Salté de la cama y fui al otro dormitorio, dormían desnudos abrazados, desperté a Elena y le dije que se fuera corriendo a su dormitorio, era preferible que sus padres pensaran que habíamos estado follando por separado, Elena con Pedro y yo con su hermano. Así nos pillaron, nos llevamos todos una bronca de las que hacen época, Pedro y yo nos vestimos y nos  fuimos, a Elena y a su hermano les cayeron no sé cuantos castigos y los mandaron a cada uno a un internado. Luego vinieron a estudiar juntos a Sevilla y ahora siguen viviendo juntos, él trabajando y ella terminando un máster. A ver si termina la puta pandemia y quedamos un día para divertirnos como hacíamos de chavales.

-              Patricia, me estás haciendo un pajote como para morirse del gusto. –Le dije-.

-              Y tú de eso sabes bien. –Me contestó riéndose-. ¿Y tú cómo estás? –Le preguntó a Julia-.

-              Es casi tan bueno como los que yo me hago.

-              ¿Termina ahí la historia? –Le pregunté a mi prima besándola en la boca-.

-              En lo que se refiere a cómo perdí la virginidad sí. Cuando llegué a casa eran las ocho y media de la mañana, entré sin hacer ruido para no despertar. Al ser sábado solíamos levantarnos más tarde. Al pasar por la puerta del dormitorio de mis padres, vi que estaba entornada y miré dentro. Mi padre tenía a mi madre desnuda atada de pies y manos boca abajo en la cama Él estaba de pie, de espaldas a la puerta también desnudo y tenía una fusta en una mano y un vibrador en la otra.

-              ¡Qué animados tus padres! –Dijo Patricia-.

-              Ya te he dicho antes que mi madre es veinte veces más masoquista que tú. Mi padre intercambiaba descargar la fusta sobre el culo y los muslos de mi madre con meterle el vibrador por el culo o por el chocho. Mi madre le pedía a mi padre que la golpease más fuerte. Aunque me quedé muy sorprendida por la escena, yo entonces no sabía que mi madre era masoquista, me excitó mucho verla. Llevé una mano a mi chocho por encima de las bragas y empecé a sobármelo. Mi padre siguió un rato golpeando a mi madre e incrustándole el vibrador salvajemente. Yo ya me había bajado las bragas y me estaba sobando el chocho a lo bestia, mientras me apretaba las tetas hasta hacerme daño. Tan encelada estaba mirando que no me di cuenta de la presencia de mi hermana hasta que no estuvo a mi lado mirando también hacia mis padres. Mi hermana tenía entonces doce años y nos hacíamos dedos muchas noches juntas, por lo que no le extrañó que yo me lo estuviera haciendo, pero sí lo que estaban haciendo nuestros padres, con voz muy baja me preguntó por qué estaba mamá atada a la cama y papá le estaba pegando.

-              ¿Te queda mucho, prima?

-              No, por qué.

-              Porque estoy a punto de correrme otra vez y quiero terminar de escucharte antes de hacerlo.

-              Pues aguanta un poco.

-              Eso no depende sólo de mí. –Patricia al oírme bajó el ritmo del pajote que me estaba haciendo. Me encantaba mirarle las tetas y el barrigón, aunque no me gustaban sus tatuajes-.

-              No le está pegando, están jugando a cosas de mayores, le contesté. O sea que están follando, me dijo ella. Sí, a su manera. Yo quiero follar también así cuando sea mayor, me dijo, llevándose su mano a su chochito por debajo del pijama. Yo siempre he querido mucho a mi hermana, pero aquel día me resultó especialmente tierna. Cogí su mano y la llevé a mi chocho, yo llevé mi mano al suyo y la besé en la boca. Al cabo del rato, mi padre le soltó las manos a mi madre y ella se puso de rodillas en la cama apoyada sobre sus manos, mi padre se pudo detrás de ella y tras golpearle repetidamente el culo, le encajó el vibrador en el culo y la polla en el chocho y empezó a follársela como un demonio, hasta que mi madre gritó que se corría, mi padre le sacó la polla del chocho y se corrió sobre su culo y su espalda. María y yo nos corrimos las dos a la misma vez que ellos y nos fuimos luego a nuestro cuarto.

-              ¡Qué barbaridad Julia, debes tener la boca seca, llevas horas hablando! –Le dijo Patricia, acelerando el ritmo de la paja que nos estaba haciendo-.

Mi prima fue la primera en empezar a correrse, Patricia sin soltarme la polla, puso su boca en su chocho para tragarse todos sus jugos, cuando yo iba a correrme, se metió mi polla en la boca sin dejar de pajearme y volví a correrme, tragándose ella lo que pudo de mi lefa. Yo no sabía qué hora era, lo que sí sabía es que nos habíamos llevado unas pocas de horas follando. Volvimos a nuestra habitación, mis otras primas y Antonia estaban en el salón y no les pasó desapercibida la nueva imagen del chocho de Patricia.

-              Os lo habéis pasado como los indios. Menos mal que habéis terminado porque ya no podíamos aguantar más sin mear. –Dijo Luisa levantándose para ir al baño, cuando pasó al lado de Patricia le acarició el monte de Venus y dijo-: Mucho mejor.

Llamaron a la puerta, me puse un pantalón corto y fui a abrir. Era Paca.

-              Buenas noches Carlos, ¿está Patricia?

-              ¿Dónde iba a estar, no recuerdas que estamos confinados?

-              Tienes razón, venía para que duerma en casa, Puri sigue regular, pero no es el virus.

-              Pasa y se lo dices.

-              Patricia, ella es Paca una amiga de tu tía.

Patricia seguía desnuda, se saludaron con dos besos en las mejillas.

-              Ya lo he oído os dejo tranquilos y voy a ver a mi tía.

Patricia se echó algo encima y recogió sus libros y el resto de sus cosas.

-              ¿Te puedo pedir un favor? –Me dijo-.

-              Sí claro.

-              ¿Puedes acompañarme mañana al ginecólogo? Me da cosa ir sola y mi tía no podrá acompañarme.

-              ¿No prefieres que te acompañe alguna de mis primas? Yo no he estado en mi  vida en un ginecólogo.

-              Ya me lo imagino, pero prefiero que me acompañes tú.

-              De acuerdo, ¿a qué hora te recojo?

-              A las diez, tengo la consulta a las diez y media.

-              Sin problemas. –Le dije, nos dimos un beso y se fue-.

Julia se fue al salón con el resto y yo me quedé en la habitación. Me tumbé en la cama tratando de digerir el día que llevaba, cuando me llamó Javier.

-              ¡Hombre, el ferretero del siglo!

-              ¿A que no sabes lo que me ha pasado?

-              No, pero sí sé que me lo vas a contar.

-              En efecto. Hace un rato he bajado a tirar la basura y a que no sabes con quien me he cruzado en el portal.

-              Con el presidente del gobierno. ¿Cómo quieres que lo sepa?

-              ¡Con una de las tías buenorras del vídeo guarro ese que te recomendé!

La liamos, Javier se ha cruzado con Paca, pensé.

-              ¡Anda ya Javier, no digas tonterías!

-              ¡Tonterías una polla! Estaba yo abriendo la puerta para salir a la calle cuando ella estaba entrando en albornoz. ¡Coño la maciza! Me dije sin poder creérmelo. Así que me volví con ella con la bolsa de basura y todo, que además apestaba tela. Ella se quedó un poco extrañada, le abrí la puerta del ascensor y la deje pasar como un caballero, bueno realmente la deje pasar para mirarle el culo bajo el albornoz ¡y hostia que culo y que piernas y qué todo!

-              ¿Tú te estás medicando?

-              ¡Que no coño, que es verdad! Le pregunto a qué planta va y me dice que a la tuya. Yo aluciné más todavía. Total que como no dejaba de mirarla, va y me pregunta si le doy muchas vueltas a la basura antes de tirarla. Me quedé tan cortado al escuchar la misma voz que en las películas guarras, que no pude contestarle. Cuando llegamos a la planta, le abrí la puerta y me quedé con ella abierta para saber a qué piso iba, hasta que ella me preguntó si quería algo, a lo que tampoco pude contestarle, así que he quedado como un grosero o como un vaina.

-              ¿Pero Javier que va a hacer esa diosa, según tú, en albornoz aquí?

-              ¡Yo qué coño sé, lo que hará o no! Pero que la he visto, como hay Dios. Tan colgado me quedé, que estuve un rato en el ascensor sin darle ni para arriba ni para abajo, hasta que me recuperé un poco y le di a la planta baja. Cuando volví de tirar la basura he estado su buena media hora en el portal, a ver si salía, pero nada. Me llamó Patro para saber dónde me había metido y ya subí, no veas que peste tenía todavía el ascensor.

-              ¿Has comprobado que era ella?

-              Claro coño, lo primero al subir. Me he visto el vídeo dos veces y me ha puesto tan caliente pensar que he compartido ascensor con esa diosa, que Patro y yo hemos echado dos polvos, bueno, dos polvos que han sido seis corridones.

-              Pues nada, apóstate en el portal, por si vuelve a salir y deja de tomar alucinógenos.

-              ¡Una mierda “pa” ti! Lo que pasa es que te mueres de la envidia.

¡Joder si este supiera el polvo que hemos echado esta mañana! Pensé.

-              Vale Javier, lo que tú digas. Por cierto cómo sigues de lo tuyo.

-              Mucho mejor, Patro me cuida lo más grande. Te dejo que me toca el tratamiento.

-              Ale adiós.

Me levanté de la cama para mirar el ordenador, imaginando la cara del pobre Javier cuando se cruzó con Paca y no pudo contestarle y me partí de la risa.

-              ¿De qué te ríes? –Era mi prima Vero entrando en el dormitorio-.

-              De las cosas que le pasan a Javier.

-              Todo lo que le pase le está bien empleado.

-              No seas así con él, que es buena persona.

-              No digo yo que no lo sea, pero vamos que tiene un peluseo. ¿Tienes un minuto?

-              Para ti siempre. ¿Qué quieres?

Se sentó en la cama, venía con un pantalón corto y una camiseta.

-              Me he enterado que Julia te ha contado el que ella llama tu primer polvo. Y también que has estado hablando con María de que ella quería ser la primera en follarte.

-              También me ha contado María que entonces habló contigo y tú no quisiste.

-              De eso quería hablar.

Me senté a su lado en la cama.

-              Pues habla prima.

-              Un día, tenía yo catorce años y María quince, me dijo que ella quería follar contigo para ser la primera en hacerlo, pero que Julia le había dicho que debería ser yo, porque era la más próxima a ti en edad y los dos estábamos muy unidos.

-              Sí, eso me contó a mí también.

-              Cuando me lo dijo me quedé pensando, por una parte me apetecía, yo había dejado de ser virgen hacía unos meses, pero por otra, no quería romper la buena relación de amistad y de compañerismo que teníamos.

-              Y que tenemos todavía.

-              Es verdad –me dijo cogiéndome una mano y dándome un beso en la mejilla. Olía maravillosamente-. Al día siguiente o a los dos días le dije que había pensado que mejor no. Ella se puso muy contenta y ahí quedó la cosa. Pero por la noche en la cama recordé las veces que de niña habíamos jugado tu y yo a los médicos y cómo mi hermana me había desplazado de esos juegos para jugar ella contigo. Decidí que, aunque le había dicho a María lo contrario, iba a ser yo quien te follase por primera vez.

-              Ya sabes que de todo eso me he ido enterando ahora.

-              Lo sé. Me resulta extraño que no lo recuerdes, tampoco eras tan pequeño y normalmente esas cosas no se olvidan. Al día siguiente coincidimos en la piscina de casa de la tía Julia, era la época en que ya nos obligaban a usar bañador. Me senté contigo y estuvimos hablando, mientras las primas se bañaban. Te pregunté si salías con alguna chica, tú me miraste extrañado y me dijiste que para qué ibas a salir con una chica, que no jugaban al fútbol y decían cosas muy raras que te aburrían mucho.

-              ¿De verdad dije yo eso?

-              Me acuerdo perfectamente. Te insistí preguntándote si es que no te gustaba ninguna, recuerdo que me contestaste preguntándome que gustarte para hacer qué.

-              ¡Joder qué pardillo!

-              Sí, entonces eras un pardillo total. Te pregunté si te apetecía jugar a los médicos y me contestaste que ya te daba un poco de vergüenza. ¿Vergüenza de qué? Te volví a preguntar. Es que ahora tengo pelos y, no sé porqué, pero se me pone la pilila tiesa cuando me la toco. ¡Anda ya, eso no me lo creo! Te dije para provocarte. De verdad Vero, me contestaste sin mirarme a la cara. Eso me lo tienes que enseñar para que te crea.

-              Prima, que lagarta eras ya con catorce años.

-              Las niñas somos bastante más espabiladas que los niños. Me levanté y te dije: vamos enséñamelo si quieres que te crea. Te hiciste un poco el remolón, pero al final caíste y me preguntaste que dónde íbamos para ocultarnos de las primas. Te llevé al lavadero de la tía que era grande y tenía la puerta con pestillo. En el lavadero me apoyé en la pila y te dije vamos a ver eso que cuentas. Te pusiste de espaldas a mí, te bajaste el bañador y te volviste tapándote con las manos. Así no me demuestras nada, te dije para que dejaras de taparte. Vero, de verdad que me da mucha vergüenza, me contestaste.

-              ¿De verdad eras así de mala?

-              ¿Mala por qué? Yo quería que echaras tu primer polvo conmigo, pero no quería que eso cambiara las cosas entre nosotros. Cómo no te decidías, te pregunté si tendrías menos vergüenza si yo también me quitaba el bañador. No me contestaste y di por sentado que sí, además de que a mí me convenía para lo que quería hacer contigo. Me puse de espaldas a ti, me baje el bañador hasta la cintura y me giré tapándome las tetitas. Tenías cara de entre asombrado y asustado. Mira, ves como a mí no me da vergüenza de ti, te dije descubriendo mis tetitas, que entonces eran como dos pequeños limones.

-              Pues vaya si te han crecido desde entonces.

-              Y a ti también te ha crecido otra cosa, ¿o no?

-              ¡Hombre claro!

-              Pero eso no es lo mismo, yo también llevo el pecho descubierto, me dijiste.

-              ¡Valiente tontaina, con lo que me gustan ahora las tetas!

-              Me di de nuevo la vuelta y terminé de quitarme el bañador, dejándote ver bien mi culo, que entonces era como una piedra.

-              Entonces y ahora –le dije a mi prima Vero, pasándole la mano por la parte alta de culo sobre los pantalones-.

-              Gracias primo. Me giré tapándome el chochito con las dos manos. Ya tenía mucho vello en el monte de Venus, que me recortaba hasta dejármelo muy corto. No me atrevía depilarme, pero me gustaba ver mi rajita cuando me duchaba y me miraba en el espejo del baño.

-              Prima, tú me estás contando esto para ponerme cachondo, ¿verdad?

-              Te estoy contando esto para que sepas la verdad, si además te pones cachondo, pues mejor. Al poco de estar desnuda frente a ti, aparté mis manos de mi chocho y te dejé que lo vieras bien. ¿Y ahora? Te dije. Aquello debió de convencerte, porque apartaste tus manos. No tenías tanto pelo como decías, pero si estabas empalmado. Ves como es verdad que se me pone tiesa la pilila, me dijiste volviendo a taparte.

-              ¿Cómo tenía entonces la polla?

-              Sobre todo más delgada, era ya larga, pero bastante más delgada. –Mi prima llevó una mano a mi entrepierna-. ¿Estás ya empalmado?

-              No del todo, pero sí. –Me acerqué a mi prima, la besé en la boca, le saqué la camiseta por la cabeza y luego le besé los pezones-.

-              Me acerqué a ti, te aparté las manos de la polla y las llevé a mis  tetitas, mientras yo te cogía la polla. No tienes que avergonzarte porque se te ponga tiesa y menos con tu prima Vero, te dije. Cogí una de tus manos y la llevé a mi chocho, que estaba ya empapado, como ahora. Quítate los pantalones.

-              Me da vergüenza –le dije a mi prima riéndome, mientras me los quitaba-.

-              ¡Qué tonto eres!

Me había terminado de empalmar.

-              ¿Entonces no utilizabas el arnés?

-              ¿Cómo iba a utilizar el arnés con catorce años?

-              Me tienes que follar un día con el arnés.

-              No me lo digas dos veces, que te parto el culo. ¿Se la has enseñado a alguna amiga? Te pregunté. ¡Noooo! Me contestaste con mucho énfasis. ¿Y por qué no, a tus amiguitas les gustará vértela así, ellas no te enseñan su chochito? Te pregunté moviéndote la mano sobre mi chochito para que aprendieras, como se tocaba un chocho. Alguna se levanta su faldita y me enseña sus braguitas. ¡Qué amiguitas más tontas tienes!

Cogí una mano de mi prima y la puse sobre mi polla, mientras volvía a besarla en la boca. Luego le solté los pantalones, le bajé la minúscula cremallera que tenían y se los quité junto con el tanga, que estaba mojado. Me llevé el tanga a la nariz, olía muy fuerte a chocho.

-              No seas guarro. –Me dijo mi prima y yo por toda respuesta me lo metí en la boca-. ¿Quieres poner tu pilila dentro de mí? Te pregunté. No sé cómo se hace, me contestaste. Yo te enseño, te dije. Te llevé a un sofá viejo que la tía Julia guardaba en el lavadero. Me senté en él con las piernas muy abiertas. Ves esta rajita, pues debes meterla por ahí.

-              Pues sí que aprendí bien, porque no han tenido que repetírmelo. –Le dije sacándome su tanga de la boca-.

-              Pues a tu prima Vero se lo debes. A ver cómo lo haces ahora.

Tumbé a mi prima en la cama, me puse de rodillas delante de ella, le subí el culo con las manos y puse la punta de polla a la entrada de su chocho.

-              Muy bien, ya veo que sabes hacerlo todavía. Quédate ahí en la entrada -me dijo cogiéndome la polla-. Estabas muy nervioso. Tranquilo primo, te dije, que lo harás muchas veces en tu vida. ¿Todas las rajitas son iguales? Me preguntaste y yo me eché a reír. Iguales no, pero el mecanismo es el mismo. Te cogí una mano y puse tu dedo gordo sobre mi clítoris. Muévelo, tus amiguitas te lo agradecerán mucho.

Mi prima lo hizo con mi mano.

-              ¿No quieres que te la meta ya? –Le dije-.

-              Espera un poco, para que sea como tu primera vez. Yo estaba tan caliente que me corrí con el contacto de tu dedo sobre mi clítoris. Grité del placer y me preguntaste si me habías hecho daño. No primo, cuando le pase esto a tus amiguitas, es que vas por buen camino, te contesté. Cuando me repuse un poco, te dije: ahora pon la punta de tu pilila a la entrada de mi rajita.

-              Qué didáctica prima.

-              Claro, no te iba a enseñar de cualquier manera. Tú la pusiste, yo te cogí la polla y te dije: ahora ve metiéndola poco a poco. –Empecé a empujar para metérsela a mi prima-. Así, así. Cuando terminaste de metérmela, entonces me cabía entera, quedaste como asombrado. No creía que tu rajita fuera tan profunda, me dijiste. Sí primo lo es, ahora ve moviendo tus caderas atrás y adelante, verás como los dos notamos un placer muy grande.

-              ¡Hay que ver prima, lo que te estás inventando para que follemos!

-              No me estoy inventando nada, te juro que fue así. Empezaste a bombearme muy rápido. Más despacio primo, deja la velocidad para el final. ¿Te has corrido muchas veces? Te pregunté. ¿Te refieres a cuando me sale una cosa blanca y caliente por la pilila? Me contestaste. Sí, a eso. Algunas veces me despierto cuando me pasa por la noche y un día que me la estuve tocando después de mear. ¿Sientes cómo mi rajita aprieta tu pilila y cómo su piel se mueve dándote mucho placer? Si prima, lo siento.

-              Prima, no tardes mucho con la historia, porque yo no voy a tardar mucho en correrme.

-              Lo sé, no hay mejor chocho para ti que el de tu prima Vero, para eso fue el primero en calzarte. Te cogí las caderas y te moví al ritmo que a mí me apetecía. Dime cuanto creas que te vas a correr, te dije. ¿Por qué? Me preguntaste, porque quiero correrme yo también. Baja la cabeza y chúpame las tetitas. Fue darme el primer lametón y me dijiste: Prima, creo que ya. Tu cara se transformó y empezaste a gemir, al verte me corrí yo también con fuertes espasmos en el chocho que incrementaron tu placer y prolongaron tu corrida.

-              ¿Así como ahora? –Le pregunté al empezar a corrernos los dos-.

-              ¡Sí, así, así, así…! –Gritó mi prima-.

Me tumbé encima de ella sin sacársela.

-              ¿Y cómo terminamos? –Le pregunté a mi prima-.

-              Como amigos –me contestó riéndose-. Después de correrte dentro de mí, no se te bajaba. Te hice una paja, volviste a correrte y tampoco se te bajaba. Follamos otra vez y por fin se te bajó. Nos pusimos los bañadores y volvimos a la piscina. La prima Julia, tan mandona como siempre, nos preguntó dónde habíamos estado. Le contesté que repasando ciencias naturales.

Mi prima empezó a reírse y yo también.

-              ¿Con que repasando ciencias naturales? –Le dije riéndome-.

-              ¿Que querías que le dijera?

-              Te quiero prima. –Le dije besándola en la boca-.

-              Y yo primo. No se te baja ahora tampoco.

-              Dale un poco de tiempo, que llevo un día muy ajetreado.

Me levanté a poner la alarma del móvil para acompañar a Patricia a la mañana siguiente, volví a acostarme abrazado a Vero y nos  quedamos dormidos.

(Continuará, aunque creo que voy a ir terminando o por lo menos voy a darme un descanso con un relato diferente que me pide una lectora y amiga. Cuidaos, gracias por leerme y no se os olvide dejarme algún comentario.)