Compartiendo piso de estudiante con mis primas 14

La bronca con la barrigona de Patricia es un no parar. Patro y Javier me invitan a que los siga cuando juegan a la ferretería y a las herramientas. Algunos vecinos han preparado la terraza para hacer menos duro el confinamiento. Allí me encuentro a Yasmine con su negro. Patricia cuenta una historia.

( Ya sabéis que para disfrutar esta serie de relatos es muy conveniente leer los capítulos anteriores y ya van muchos. Para los que no lo hayáis hecho y os apetezca hacerlo, aunque el tiempo vaya escaseando, os copio sus direcciones: https://todorelatos.com/relato/156465/https://todorelatos.com/relato/156932/https://todorelatos.com/relato/157222/https://todorelatos.com/relato/157514/https://todorelatos.com/relato/157758/https://todorelatos.com/relato/158232/https://todorelatos.com/relato/158502/https://todorelatos.com/relato/158808/https://todorelatos.com/relato/159124/https://todorelatos.com/relato/159373/https://todorelatos.com/relato/159734/https://todorelatos.com/relato/160131/ yhttps://todorelatos.com/relato/160457/

A pasarlo bien y gracias por vuestros comentarios y valoraciones. Por favor, ofrecedme nuevas ideas para los relatos, que trataré de incorporarlas.)

A Patricia le costaba andar con el barrigón del embarazo y la maleta a rastras, por lo que teníamos que pararnos de vez en cuando para que recobrase el aliento.

-              ¿Quieres que te lleve la maleta? –Le preguntaba cada vez que nos parábamos-.

-              ¿Cuántas veces me lo vas a preguntar? –Me dijo una de ellas-.

-              Todas las que hagan falta.

-              Bueno cógela, pero no salgas corriendo con ella.

-              ¿Pero bueno en qué quedamos, soy un pijito de mierda o soy un chorizo?

-              Las dos cosas son compatibles.

-              Lo que tú digas Patricia.

El trayecto que yo había hecho camino del piso a la estación en veinte minutos, se estaba convirtiendo en el doble a la vuelta. En otra de las paradas, Patricia dijo:

-              -¡Ya no puedo más con la mierda del sujetador!

Me temí que se iba quitar la camiseta para liberarse del sujetador, pero no.

-              Suéltame el sujetador. –Me dijo, subiéndose la camiseta por la espalda-.

¡La leche, anda hija que no habrás salido del taller de tatuajes! Pensé cuando le vi la espalda llena de tatuajes, como tenía los brazos y las piernas. Le solté el sujetador, que además de ser de mercadillo, debía tener años de uso. Ella se sacó los tirantes por los brazos, luego tiró de él por el escote de la camiseta y se lo quitó. Sin el sujetador se le marcaban todas las tetas y sobre todo los pezones, que debía tenerlos como astas de toro, por cómo empitonaban la camiseta.

-              ¡Joder que gusto! –Dijo cuando se lo quitó-. Es que se me engordan las tetas por días.

Seguimos andando cuando terminó, llevando ella el sujetador en la mano.

-              ¿No guardas el sujetador? –Le pregunté-.

Aunque había muy poca gente en la calle, cuando nos cruzábamos con alguien se le quedaba mirando la mano en que lo llevaba-.

-              No me sale del coño.

-              Bueno, pues no lo guardes, pero no tienes que ser tan borde.

-              Soy lo borde que me sale del coño.

-              A ti te salen muchas cosas del coño, ¿no? –Le dije un tanto harto de su actitud-.

-              Muchas, menos la que me tiene que salir, a ver si se me quita el puto bombo y dejan de dolerme las putas tetas.

¡Joder con la boca de la criatura! Yo suelto mis tacos también, cuando creo que vienen a cuento, pero la boca de Patricia era peor que la de un carretero. No había frase en la que no dijera un taco.

-              ¡Y ni un puto bar abierto! –Iba relatando por el camino, cada vez que pasábamos por delante de uno cerrado-.

-              Creo que en el piso tenemos algo de whisky. –Le dije por ver si se le pasaba el antojo-.

-              Yo no bebo whisky, eso es de pijos. ¿Tienes tabaco?

-              No fumo.

-              Te creerás que por eso vas a vivir para siempre.

-              Y tú no deberías fumar en tu estado.

-              Fumo porque me…

-              No me lo digas, porque te sale del coño.

-              Efectivamente, ya me vas conociendo.

Después de varias paradas más para que Patricia tomare resuello, llegamos por fin al piso.

-              Este no es el piso de mi tío. –Dijo al entrar-.

-              No, este es dónde vivo con mis primas y una amiga suya.

-              ¿Y el de mi tío?

-              Puri tenía fiebre esta mañana, como no sabemos lo que es, me ha pedido que te quedes aquí mientras tanto. Tú dormirás aquí. -Le dije entrando en mi habitación y señalándole mi cama-. Luego te doy sábanas limpias.

-              Sí tío, porque vaya como tienes las sábanas de lefa. ¿Tú que eres un pajillero guarro?

-              Sí, soy un pijito de mierda, un chorizo y un pajillero guarro, ¿algo más?

-              Sí, donde está el meódromo que estoy que reviento con el puto bombo.

Le indiqué dónde estaba el baño y fui a mirar dónde estaban mis primas, mientras ella iba a mear. No las encontré por ninguna parte. Qué raro, pensé. Patricia debía estar meando con la puerta abierta, porque se escuchaba el chorro y sus exclamaciones de gusto al empezar a orinar:

-              ¡Qué gusto da mear, coño!

Salió del baño en camiseta y bragas, horrorosas por cierto, y con las mallas en la mano. En efecto tenía un bombo de mucho cuidado, que me resultó muy atractivo, y las piernas tatuadas, desde las ingles a los tobillos.

-              Voy a decirle a tu tía y a Paca que estás aquí.

-              Ya puedo ir yo.

-              No debes ir en tu estado, no sabemos lo que tiene Puri.

-              ¡Otra vez con mi puto estado, coño estoy preñada, lo más natural del mundo si se folla! ¿Quién coño es Paca?

-              Una amiga de tu tía, que está pasando el confinamiento con ella.

-              ¡Joder las comidas de coño que se estarán dando las dos!

-              Ni lo sé ni me importa –le mentí-. Coloca lo que puedas en el armario.

Deje a Patricia en mi habitación. Llevaba menos de una hora con ella y ya me tenía harto con su carácter tan borde. Llamé a casa de Puri. Me abrió Paca.

-              Pasa Carlos. ¿Ha llegado Patricia?

-              Sí, está en mi piso. –Preferí no comentar nada sobre ella, por lo menos en ese momento-. ¿Y Puri cómo está?

-              Le ha bajado la fiebre y sigue durmiendo.

Me acordé de cuando jugamos Antonia, mi prima Luisa y yo a los médicos y a tomarme ellas la temperatura comiéndome la polla.

-              Mejor, que descanse. ¿Tiene algún síntoma además de la fiebre?

-              Ninguno que yo haya notado, respira sin problemas.

-              Tú de todas formas no te acerques mucho a ella.

-              Carlos, si me tuviera que contagiar, ya lo habría hecho cualquiera de los días que nos hemos comido el coño, que han sido todos. ¿Quieres una copa de vino?

-              Sí, por favor. Prefiero dejar sola a Patricia un rato.

-              ¿Le pasa algo?

-              Además del embarazo, posiblemente una intoxicación por tinta en la piel.

-              ¿Qué está embarazada? ¡Pero si no tiene más que dieciocho años!

-              O está embarazada o abusa mucho de la cerveza o las dos cosas.

-              Pues Puri no lo sabe.

-              No se lo habrá querido decir su marido.

-              ¿Y eso que has dicho de la tinta?

-              Está tatuada de cuerpo entero, menos la barriga, que yo sepa por ahora.

-              Pero si ayer me contó Puri que era una chica muy tímida y muy modosita.

-              Pues entonces o hace mucho tiempo que no la ve o yo he recogido a otra Patricia de la estación. Me ha dicho como quinientas veces lo que le sale y lo que no le sale del coño.

-              No sé Carlos, si te molesta que se venga a casa.

-              Por ahora no, cuando sepamos seguro qué Puri no tiene el virus. ¿Oye tú sabes dónde están mis primas?

-              Creo que han salido cada una a un supermercado, pero no me hagas mucho caso.

-              Bueno, me voy a casa antes de que vuelvan mis primas y se la encuentren de sopetón y sin anestesia. –Le dije a Paca cuando me terminé la copa de vino-.

-              Como quieras. Por cierto, un polvo estupendo el de esta mañana, tenemos que repetir.

-              Cuando quieras. –Le dije dándole un piquito en la boca-.

Al volver al piso Patricia estaba tumbada en la cama, sólo con las bragas puestas, leyendo un libro.

-              Perdón. -Le dije al encontrármela así-.

-              Pasa si quieres algo, estás en tu dormitorio. ¿Te molesta que esté con las tetas al aire?

-              A mí en absoluto.

Tenía las tetas efectivamente como dos balones y las areolas y los pezones en punta. Menos las tetas y el bombo los tatuajes casi le cubrían el cuerpo. Me fijé en lo que estaba leyendo, “La montaña mágica” de Thomas Mann. Yo no lo  había leído, pero sabía que era un libro bastante espeso y sobre la cama tenía otro libro “Por el camino de Swann” de Marcel Proust. Tampoco lo había leído, pero sabía que todavía era más espeso que el de Mann, ¡y que además eran siete tomos! Aquellos dos libros no me pegaban nada ni con la imagen ni con el carácter que Patricia había demostrado hasta el momento.

-              Vaya dos tochos que te estás leyendo. –Le dije-.

-              ¿Qué pasa, también crees que me pueden hacer daño en mi estado?

-              No, porque iba a creer eso, simplemente que todo el mundo dice que son dos libros muy buenos, pero también muy difíciles de leer.

-              ¿Tú los has leído?

-              No.

-              ¿Entonces para qué hablas? Me jode la gente que habla sin saber de las cosas.

-              ¡Y a mí me jode la gente tan borde como tú!

-              Pues sí que eres tu delicadito.

-              Desde que te he conocido me has puesto de pijito de mierda, chorizo, pajillero y ahora delicadito. ¡Eres un encanto de chica! Por cierto levántate que voy a lavar las sábanas y a darte unas limpias.

-              A mí me da igual, lo de las manchas te lo he dicho antes para fastidiarte.

-              Pero a mí no me da igual. Si se entera mi madre de que estás durmiendo en unas sábanas sucias, me mata a hostias.

-              ¿También estas enmadrado?

-              ¿Y tú eres una buena tocapelotas?

-              Con los niños de mamá, un poco sí.

-              ¡Vete al carajo y levántate ya coño, que voy a quitar las sábanas!

-              Eso me gusta más, al final no vas a ser tan tonto como pareces.

Patricia se levantó, quité las sábanas de la cama y le di otras limpias. Fui a meter las sábanas en la lavadora. Después de hacerlo y ponerla en marcha pensé en llamar a Javier, por saber si se le había mejorado el nabo.

-              ¿Qué pasa hombre, cómo andas de lo tuyo? –Le pregunté-.

-              Espera un momento. –Me dijo. Debió de alejarse del teléfono pero de todas formas le escuché decir:- ¡Coño Patro, déjame el nabo quieto un momento, que es Carlos y quiero hablar con él.- Perdona, ya lo tengo mejor, aunque todavía un poco irritado.

-              ¿Te sigue administrando el tratamiento Patro? –El tratamiento que le hacía Patro era comerle la polla, según ellos la saliva era la mejor medicina posible para la irritación que tenía-.

-              ¡Joder, no veas si me sigue tratando, no para! Esta noche me ha despertado cuatro veces con el tratamiento.

-              Y tú encantado, ¿no?

-              Pues sí Carlos, no te voy a mentir. Patro, ¿y esa cervecita con chochitos?

-              Bribón, Patro te tiene a cuerpo de rey.

-              Estoy pasando la mejor  época de mi vida. Yo no sabía lo que eran los cuidados de una mujer madura y cachonda hasta que no he conocido a Patro. Estamos todo el día en pelotas por la casa y así no hay quien se resista. ¿Cómo terminasteis ayer en la terraza?

-              Muy bien. ¿Sabes a quién vi desde la terraza?

-              No, ni idea.

-              ¿Te acuerdas del día que fuimos al club ese de maduras?

-              Si claro, como no me voy a acordar, con la mano de hostias que me llevé después con los dos pervertidos que me pillaron.

-              Pues la tía que me ligó allí. Estaba en una terraza con jacuzzi y dos maromos, que entre los dos no llegarían a la edad de ella, follando como cosacos.

-              ¡Joder como se lo pasa el personal, aunque yo desde luego no me puedo quejar! ¿Y tú qué tal llevas el estar sin tu Cristina?

-              La echo de menos, pero bueno sobreviviendo. –Le mentí-.

-              Es que Cristina está para comérsela enterita.

-              ¡Coño Javier, que estoy medio saliendo con ella, córtate un poquito!

-              ¿Qué pasa, que porque estés saliendo con ella ya no está buena? ¡Y su madre, cómo está su madre o tampoco puedo decirlo de tu suegra!

-              ¡Que yo no tengo suegra!

-              Bueno, pues la madre de tu novia. ¡Qué polvazo tiene esa mujer!

Era verdad lo que decía Javier, Clara estaba para mojar pan. Lo que pasa es que a Javier le gustan todas, bueno casi como a mí.

-              ¿Seguís jugando a la ferretería Patro y tú? –Le pregunté-.

-              Sí, a Patro le encanta, pero desde que me pasó lo del nabo hemos dejado los líquidos y hemos vuelto a las herramientas. ¿Verdad Patro?

-              Es verdad Carlos. Cuando terminemos la cervecita jugamos. –Escuché decir a Patro-. ¿Qué herramienta nos toca hoy, Javier?

-              El martillo percutor. –Le contestó este-.

-              Ja, ja, ja, hoy os lo vais a pasar en grande. –Les dije riéndome-.

-              Javier, pon el vídeo en el teléfono, que nos veamos. –Le dijo Patro-.

Javier puso el video y aparecieron los dos desnudos de cintura para arriba.

-              Patro, qué guapa estás. –Le dije y era verdad, había perdido por lo menos la mitad de la barriga y sus grandes tetas todavía destacaban más-. A ti no te digo nada, porque estás igual de feo que siempre. –Le dije a Javier-.

-              Feo, los cojones. ¿Está un tío feo con un bombonazo como este? –Dijo señalando a Patro a su lado-. Tú sí que estás feo y más sólo que la una, que te tienes que estar matando a pajas.

-              De eso nada Carlos, cuando tú quieras subes y jugamos los tres a la ferretería o a lo que se tercie. –Dijo Patro-.

-              Gracias Patro, tú sí eres una amiga y no el tontainas que está contigo.

-              No hay de qué, tú sabes que lo digo de corazón. ¿Quieres que te hagamos lo la ferretería, para que te animes?

-              ¡Oye no te lances! –Le recriminó Javier-.

-              ¡Cállate ya, Carlos es más que de la familia!

-              Gracias Patro, pero el porno casero con el nota ese no me va.

-              Bueno, si él no tiene porque salir. Que me grabe a mí, así aprovechas y te haces una pajilla, que falta te hará con tanta mujer en tu casa y sin poder catarlas.

¡Sin poder catarlas! Que inocente Patro. La verdad es que no me hacía mucha falta, pero me apetecía ver a Patro con el jueguecito de la ferretería.

-              Voy a vestirme –dijo Patro y desapareció de la cámara del teléfono-.

-              ¿Oye, viste el vídeo ese que te dije de las dos tiacas y la pareja de jovencitos? –Javier se refería al vídeo que habíamos grabado Puri, Paca, mi prima Julia y yo-.

-              Sí, sí que lo he visto.

-              ¡Hay que ver cómo están las dos tías, para follárselas hasta que se te parta el nabo! La jovencita también está buena, pero al lado de las dos tiacas no tiene nada que hacer.

-              Yo al chaval lo vi muy bien –le dije para sonsacarle-.

-              ¿Tú te estás volviendo maricón? ¿Cómo te fijas en el tío, con las dos tiacas y la jovencita que salen?

-              No te pases Javier, coño es que el tío tiene un pollón que no veas.

-              Lo dicho, maricón perdido. Lo único que a mí me interesa del tío es que me diga que se toma o que se pone para tener un nabo así.

-              No empieces a tomarte cosas ni a ponerte cremas en la polla, que luego te pasa lo que te pasa.

-              Eso fue que abuse de la crema. Entre tú y yo, he vuelto a pedirla, a ver si le doy una sorpresa a Patro.

-              No seas idiota y acuérdate de cómo se te puso la última vez.

Entró Patro otra vez en cámara, ya vestida, y le dio a Javier el batín azul de ferretero.

-              Si yo no voy a salir, para que quiero esto. –Le dijo Javier a Patro-.

-              Tú póntelo, que me excita mucho verte con el batín.

Javier se lo puso y le dio la vuelta al teléfono, para que saliera Patro, que se había puesto un vestido amplio hasta los pies muy colorido, sin mangas ni tirantes, cogido con una tira elástica por encima de sus grandes tetas y unos zapatos de plataforma que la elevaban por lo menos diez centímetros.

-              Tío has nacido para ferretero. –Le dije a Javier-.

-              Vete al carajo –me contestó y luego empezó el juego de la ferretería-. Buenos días doña Patro.

-              Buenas días joven.

-              ¿En qué puedo ayudarla hoy?

-              Verás, tengo que quitar unas losetas en casa y no sé qué herramienta me vendría bien.

Patro estaba completamente metida en el papel de clienta de la ferretería. Sin duda era una mujer guapa, tenía unos ojos verdes que llamaban la atención y ahora lucía una sonrisa que la embellecía todavía más.

-              Depende de las losetas que tenga que quitar. Si son pocas el cincel y la maza. Pero si son más, entonces el martillo percutor.

-              ¿Cómo es eso del martillo percutor?

-              Es una herramienta grande, sobre todo larga, que va montada en un aparato que la hace vibrar y percutir, hasta desmontar toda la resistencia de las losetas.

-              ¿Cómo de grande y de larga?

-              Más o menos su buen palmo.

-              No te lo querrás creer, pero me está dando calor sólo de pensar en la herramienta esa.

-              ¡Enséñale el martillo percutor, que la mujer lo disfrute! –Le dije a Javier, con mucha guasa-.

-              ¡Cállate coño, que los mirones callan y dan tabaco! –Me contestó-.

Patro cogió la parte baja del vestido, dejando la mayor parte de sus piernas al descubierto, y empezó a hacerse aire con el vestido.

-              ¿Quiere que se la enseñe? La herramienta percutora, claro, no me malinterprete. –Le dijo Javier-.

-              Claro hijo, que otra cosa le ibas a enseñar a esta vieja que casi te triplica la edad.

-              ¿Está usted familiarizada con el funcionamiento de la herramienta?

-              Si no recuerdo mal, se cogía fuertemente con una mano o con las dos, dependiendo del tamaño de la herramienta y se va moviendo para ir reventando la resistencia de las baldosas.

Patro cada vez elevaba más el vestido para hacerse aire con él. Llevaba un tanga negro muy pequeño, que Javier debía estar viéndole lo mismo que yo.

-              Así es doña Patro. Usted ha debido manejar muy bien la herramienta y en dos ratos que se ponga volverá a manejarla igual de bien que antes.

-              Gracias hijo, ¿pero no me ibas a enseñar la herramienta?

-              Es que me da miedo de que si solo de hablar de ella le entran sofocos, que le va entrar cuando la vea.

-              Tienes razón hijo, mejor me bajo el vestido para no acalorarme.

Patro cogió la parte alta del vestido tiró de la parte elástica, se sacó las tetas y se lo dejó por la cintura. Los pezones de Patro seguían siendo espectaculares de grandes y de gordos. Con la tontería del juego de la ferretería y de las tetas de Patro la polla empezó a ponérseme morcillona.

-              ¿Me enseñas ya la herramienta?

-              Claro doña Patro, pero no sea tímida y cójala con sus manos.

Patro se acercó a Javier, que seguía grabando con el teléfono, bajó sus manos y debió de cogerle la herramienta

-              ¡Aaaagggg, aaaagggg, me corro, me corro…! –Gritó Javier al segundo siguiente-.

-              ¡Coño Javier, otro vestido echado a perder! –Exclamó Patro a la que le había salpicado la corrida de Javier-.

-              ¿Pero tío a ti que te pasa? Valiente herramienta más rápida. –Le dije cachondeándome de él y de su eyaculación precoz-.

-              ¡Pues que esto de la ferretería me pone muy caliente!

-              A ti te pone todo caliente. –Le contesté-.

-              ¡Vete a la mierda!

-              No te enfades y sigue intentándolo. –Le dije-.

-              No pares de grabarme, que verás como a la segunda o a la tercera aguantas más. –Le dijo Patro que no le había soltado la polla a Javier-. ¿Y la herramienta que alcance tiene?

-              Pues depende, pero entre tres y cuatro metros. –Le contestó-.

-              ¡Venga ya, ni en tus mejores sueños has llegado a eso! –Le dije-.

-              ¡Coño Carlos, aquí te querría ver yo a ti, a ver lo que tardabas en correrte!

-              Joven, el manejo de la herramienta me ha dado mucho calor y temo  que me de una lipotimia. –Le dijo Patro, separándose de Javier, para quitarse el vestido de espaldas al teléfono-.

-              ¡Qué culo tienes para comértelo, Patro! –Le dije admirando su redondez y lo apretado que lo tenía-.

-              ¡Cojones Carlos, que Patro está conmigo!

-              Eso será porque ella quiere y es de buen conformar. –Le dije riéndome-.

El culo de Patro terminó de excitarme, ya tenía una erección completa y empecé a tocarme el nabo por encima de los pantalones.

-              Hijo, déjame que coja la herramienta otra vez entre mis manos, que pruebe su peso, su calibre y si se calienta con el uso. –Le dijo Patro, indiferente a lo que Javier y yo nos decíamos-.

-              Patro, ponte un delantal, que te va a volver a llenar de lefa. –Le dije-.

-              ¡Vete al carajo, a que corto y te quedas con las ganas! –Me contestó Javier, empezando luego a gemir al contacto de las manos de Patro en su polla-.

El primer plano de las tetas de Patro me estaba sacando de mis casillas. Decidí irme al baño y hacerme una paja. Cerré la puerta, me quité los pantalones y los bóxers y me senté en el inodoro al revés con el teléfono apoyado en la cisterna a hacerme el pajote. Al rato de estar Patro sobándole la herramienta a Javier, este le dijo:

-              Doña Patro pase detrás del mostrador, que le voy a hacer una demostración del funcionamiento del martillo percutor.

Javier dejó el teléfono grabando apoyado en la encimera, Patro se puso detrás de la barra de la cocina mirando al teléfono, Javier fue a quitarse el batín azul de ferretero, pero Patro le dijo:

-              No te lo quites, déjatelo que me pone mucho.

Javier le bajó el tanga y la embistió por detrás como una fiera. La cara de Patro era de estar pasándoselo en grande.

-              ¿Le gusta cómo funciona el martillo percutor? –Le preguntó Javier bombeando como una máquina de vapor-.

-              ¡Mucho, qué buena herramienta para lo que yo necesito!

-              Tiene varias velocidades, ¿quiere que pruebe la más rápida?

-              Sí, por favor, hijo.

Javier aceleró el ritmo de sus embestidas contra Patro a la que se le movían las tetas que parecía que se le iban a salir del sitio.

-              ¡Aaaaaaggggg, aaaaagggg, yaaaaa! –Gritó Javier que debió correrse de nuevo-.

-              ¡Sigue, sigue, sigue, con tu martillo percutor, sigue, aaaaaaggggg, me corro yo también, siiiii…!

Al correrse Patro empecé a correrme yo también lanzando chorros contra el fondo del inodoro. En lo mejor de la corrida se abrió la puerta del baño.

-              ¡Coño llamad a la puerta! –Dije sin mirar, tapándome el nabo y cortando el teléfono-.

-              Ya sabía yo que eras un pajillero, te delata la cara esa de asqueroso que tienes. –Dijo Patricia sólo con las bragas en la puerta del baño-.

-              ¡Déjame tranquilo y cierra la puerta, hostia!

-              ¿Qué pasa, te has calentado al verme las tetas y el bombo?

-              No seas tan engreída que la paja no era a tu salud.

-              Qué no lo dudes.

-              ¡Coño que te vayas y me dejes tranquilo!

-              Tengo que mear otra vez.

-              Pues te esperas.

Patricia entró en el baño, se fue para el plato de ducha, se bajó las bragas, se puso en cuclillas y empezó a mear. Tenía un pelucón en el chocho como de no haberse depilado en su vida.

-              Me voy a esperar a lo que a ti te de la gana. Guarro, pajillero. Pues no he meado yo veces así en la calle.

-              Yo no soy ningún guarro ni ningún pajillero y donde mees o como mees me la suda.

Cuando terminó de mear se levantó y todavía con las bragas a media pierna cogió el rociador de la ducha y medio limpió los restos.

-              ¿Qué miras, te gusta mi pelucón?

-              Miro lo guarra que eres. ¡Coño límpialo bien, que ahí nos duchamos los demás!

Escuché ruidos en la puerta del baño y miré a ver que era. ¡Joder que suerte la mía, mi prima Luisa y Antonia apoyadas en el marco de la puerta!

-              ¿Y vosotras qué coño queréis? –Les pregunté-.

-              Vaya ligue que te has echado primo y viene con regalo sorpresa y todo. –Dijo mi prima Luisa riéndose-.

-              ¿El regalo es tuyo? –Preguntó Antonia con mucha guasa-.

-              ¡Coño queréis iros, que esto parece la parada del metro! –Les dije a todas-.

-              ¿Y vosotras quién coño sois? –Preguntó Patricia terminando de subirse las bragas-.

-              ¿Y tú, con la decoración corporal que llevas, quién eres? –Le contestó Luisa-.

-              Llevo la decoración que me sale del coño. –Le contestó Patricia yendo hacia la puerta del baño-. Y follaros un poquito al pajillero este, aunque sea por lástima, que está como un mandril.

Patricia pasó entre Antonia y mi prima y se fue. A mí se me había bajado la erección del todo, me levanté y cogí los bóxers para ponérmelos.

-              ¿Esta quién coño es? –Preguntó mi prima Luisa-.

-              Una sobrina de Puri. Creí que os lo habría contado Vero, se lo dije esta mañana.

-              ¿Y por qué está aquí?

-              Luisa, esta mañana mientras estabais durmiendo vino Paca a decirme que Puri estaba mala y que fuera a recoger a su sobrina a la estación, que tenía que venir hoy.

-              Pues vaya prenda que es la sobrina. –Dijo Antonia-.

-              Sí, una buena prenda. Yo no he visto una tía más borde en mi vida. –Les dije-.

-              ¿Te la has follado ya? –Preguntó mi prima-.

-              ¡Qué coño me la voy a follar! La tía ha entrado a mear y listo.

-              Pues entonces eso es lo que le pasa para estar tan borde. ¿Y tú qué hacías así en la taza? –Volvió a preguntar Luisa-.

-              Rezando Luisa. ¿Tú qué crees que hacía?

-              Si va a tener razón la tapizada esa y te vamos a tener que follar por lástima. –Dijo mi prima riéndose-.

-              ¡Déjame en paz Luisa, que no sabes la mañana que me está dando la prenda esa!

Las dejé a las dos en la puerta del baño, llevándome los pantalones y los bóxers en la mano.

-              Por lo menos dale a la cisterna. –Me dijo mi prima Luisa-.

-              Tienes razón, perdona, pero es que la tía esa me ha desquiciado. –Le dije volviendo sobre mis pasos y pulsando la cisterna-.

-              ¿Te has quedado relajadito? –Me preguntó con mucha guasa Luisa rozándome la polla cuando volví a pasar a su lado-.

-              Bastante. –Le dije y seguí  para la cocina-.

Me puse los bóxers, saqué una cerveza del frigorífico y me apoyé en la encimera de la cocina a bebérmela. ¡Joder que mañanita entre unas y otras! Escuché la puerta del piso, mis primas debían ir llegando de su excursión a los supermercados. María y Vero entraron en la cocina con unas bolsas de la compra y las ayudé a ir sacándolas y a guardarlas. Al poco llegó mi prima Julia con otra bolsa y un papel en la mano.

-              ¿Quién coño es la tía que está en mi dormitorio? –Dijo al entrar-.

-              Nuestro dormitorio –le dije-.

-              Déjate de tonterías y contéstame.

-              Una sobrina de Puri, que ha venido esta mañana. ¡Coño Vero, te lo dije esta mañana para que se lo contaras a las demás!

-              Perdona se me ha olvidado. –Me contestó Vero-.

-              Vale Carlos, ¿pero que hace aquí? Valiente tía más borde, he entrado en la habitación y no me ha dicho ni buenas tardes, ni por ahí te pudras, coño como si estuviera en la terraza de un bar.

-              Julia, ya lo he repetido catorce veces. Puri está enferma y Paca me pidió que fuera por su sobrina a la estación, que viene a unas pruebas médicas y me la trajera a casa, hasta no saber que tiene Puri. ¿Conforme?

-              Conforme no, pero por lo menos ya sé lo que pasa en mi propia casa. –Me contestó-. ¿Habéis visto la circular de la comunidad?

-              Yo no –contesté-. Pero me imagino que es otra patochada de las beatas.

-              No, no es de las beatas. La firma un grupo de vecinos que se debe haber revelado. Os la leo:

“Estimados convecinos.

Ante el descontrol que se produce en la terraza del edificio y la inoperancia de las presidentas. Algunos vecinos hemos puesto de nuestro bolsillo material para el uso común: una manguera para que puedan refrescarse los que toman el sol, una barbacoa, alguna sombrilla, juegos de mesa y otras cosas así. Se ruega un uso razonable y dejar las cosas cómo estaban después de utilizarlas. Hemos realizado un sorteo para el reparto de días y horas de uso de la terraza para las distintas viviendas y tratar de poner orden. El cuadrante de uso es el siguiente:”

-              ¡Coño, hoy a medio día nos toca a nosotros! –Terminó diciendo sorprendida mi prima Julia-.

-              Venga, subimos unas cervezas y algo de comer y nos llevamos un rato tomando el sol y el aire, que parecemos vampiras de lo pálidas que estamos. –Propuso Vero-.

-              Buena idea -dijo María-. Voy a decírselo a Luisa y a Antonia y subimos a la terraza como si fuéramos la playa o mejor a la piscina.

Vero y María salieron y de la cocina y nos quedamos mi prima Julia y yo, tomándonos una cerveza.

-              Oye Carlos, he hablado con mi madre sobre el embarazo de tu madre…

-              ¡No empieces otra vez con tus inventos, Julia!

A mi prima Julia se le había metido en la cabeza que mi padre no era mi padre biológico, sino que mi padre biológico era mi abuelo, el padre de mi padre.

-              Déjame hablar. Según mi madre, tu madre estuvo intentando quedarse embarazada durante por lo menos dos años. Después estuvo yendo a una clínica de fertilidad, pero no consiguió nada. Mi madre dice que comentó el tema con tu madre varias veces y que según le dijo tu madre, su marido, tu supuesto padre se estaba medicando porque tenía un problema en sus soldaditos y que no podía dejarla preñada.

-              Joder Julia, ¿pero tú para que tienes que meterte en eso?

-              Conocer la verdad nunca es malo. ¿Por qué no le preguntas a tu madre?

-              Porque me da igual. ¿Si mi abuelo fuera mi padre biológico, qué sacaría yo de eso, en qué cambiaría mi vida? Mi padre es mi padre y punto. Además, el otro día le saqué la conversación a mi madre y no quiso decirme nada.

-              Carlos, es importante que sepas que genes tienes, si son los de tu abuelo que aguanta follando lo que no hay en los escritos o son los de tu padre, que el pobre se desmayó el otro día  de agotamiento sexual.

-              Julia, no digas el pobre, como si un polvo le hubiera producido el desmayo, cuando tú sabes, igual que yo, lo que tiene en casa con nuestras madres y la tía Marisa y para colmo la otra tarde Clara, por si le faltaba algo.

-              Bueno y qué. Tú estás aquí con nosotras cinco, Puri, Paca, Patro, las beatas y la mulata y todavía te quedan ganas de hacerte pajas. Está clarísimo que tu padre biológico es tu abuelo.

-              ¡Julia no se puede ser tan pesada como tú!

-              Por cierto, con le costó a tu madre quedarse embarazada y mira la muchacha que has traído que rapidez.

-              Julia no compares a mi madre con la petarda esa.

-              ¿No te da morbo el verla desnuda con el bombo y las tetas que se le han puesto?

-              ¡Julia, que cabeza tienes!

-              Dime la vedad, no te hagas el inocente.

-              Un poco sí que me da. ¿Y a ti?

-              Si te digo que no, te mentiría. ¿No te apetecería que hiciéramos un trío con ella?

Se me vino una imagen a la cabeza de estar follando a Patricia por detrás, mientras esta le comía el coño a Julia y luego se me vino otra de Patricia encima de mí, besándose con Julia, mientras yo le comía el coño a mi prima.

-              No seas pervertida –le dije a mi prima-.

-              Yo seré muy pervertida, ¿pero te apetece o no?

-              Sí, sí me apetecería.

-              Pues déjalo en mis manos.

-              ¡Joder prima das miedo!

Apareció por la cocina Antonia con el puto micro biquini de la historia que nos  había contado la otra madrugada y mi prima Luisa detrás de ella, desnuda, gritándole:

-              ¡Eres una hija de puta, no pensarás ponerte eso!

-              Claro que me lo voy a poner, ¿no te gusta Carlos? –Le contestó Antonia-.

-              Ya sabes que mucho, pero a mí no meterme en vuestros líos. –Les dije-. Voy a ver si Patricia se viene a la terraza a comer algo.

Antonia sacó dos botellines de la nevera y le pasó uno a Luisa. La imagen de Antonia con el micro biquini, que no llegaba a taparle el chocho y de mi prima Luisa desnuda bebiéndose los botellines, si se publicara, podía hacer crecer el consumo de cerveza exponencialmente, lo que es Sevilla es francamente difícil. Patricia seguía en bragas leyendo en la cama. No pude evitar volver a imaginarme un trío con ella y con mi prima Julia.

-              Vamos a comer a la terraza del edificio, ¿te vienes?

-              ¿Te has lavado las manos después del pajote?

¡Qué borde y qué hija de puta! Pensé.

-              No, me gusta tenerlas pegajosas.

-              Estás empezando a caerme simpático, aunque seas un pijo de mierda.

-              Gracias, Miss Simpatía. ¿Te vienes o no? –Le dije mientras sacaba el bañador del armario-.

-              ¿Qué vais a hacer?

-              Comer, beber algunas cervezas y tomar el sol.

-              No tengo bañador.

-              El bañador es para subir, luego en la terraza cada uno se pone como quiere.

-              ¿Qué sois unos nudistas de boquilla?

-              ¿Tú no puedes dejar de ser tan borde, aunque sea un rato? ¿Por qué vamos a ser nudistas de boquilla y no de verdad? –De espaldas a ella me quité los bóxers y me puse el bañador-.

-              Lo mismo tienes razón y eres nudista, porque tienes el culo moreno y no es feo del todo.

-              Menos mal, ya me has alegrado el día. No podía vivir sin saber tu opinión sobre mi culo.

-              ¿Quiénes vais?

-              Pues todos que yo sepa, Antonia, mis cuatro primas y yo.

-              ¿Qué vives aquí con cinco tías?

-              Pues no te lo acabo de decir, ¿para qué preguntas?

Apareció por la habitación mi prima Julia con una sonrisa de oreja a oreja.

-              Hola, nos hemos visto antes, pero no nos hemos presentado. Yo soy Julia, tu compañera de cuarto.

-              Yo Patricia, no creo que me quede mucho.

-              El tiempo que tú quieras.

Mientras hablaban Julia estaba buscando algo en el armario, imaginé que un biquini para subir a la terraza.

-              ¿Tienes bañador o biquini? –Le preguntó mi prima a Patricia-.

-              No, eso le estaba diciendo a este, que no he traído ni una cosa ni la otra.

-              Este tiene nombre, Carlos, me llamo Carlos. –Le dije molesto-.

-              Es para subir, después cada uno se pone como quiera. Yo creo que este te puede ir bien, pruébatelo si quieres, está hasta lavado. –Le dijo Julia pasándole un biquini y riendo-.

Julia empezó a desnudarse, mientras Patricia miraba el biquini.

-              Aquí no me caben las tetas –dijo Patricia mirando el top del biquini-.

-              Pues no parece que tengas tú muchos problemas por enseñar las tetas. –Le contestó Julia que ya estaba desnuda-.

-              Si es porque me duelan más todavía, no porque me las vean. –Le dijo Patricia a Julia, mirándola desnuda-.

-              ¿De cuánto estás? –Le preguntó mi prima, señalándole el bombo con la cabeza-.

-              De casi ocho meses. –Le contestó Patricia, levantándose de la cama y empezando a quitarse las bragas-.

-              Yo os espero  fuera –les dije-.

-              Por mí te puedes quedar, me importa un carajo que me veas el chocho. –Dijo Patricia ya desnuda-.

El pelucón de Patricia era una cosa tremenda, yo creo que nunca había visto uno así. Por arriba le superaba las ingles y por abajo le bajaba por la cara interior de los muslos.

-              La braga del biquini, aunque es grande, no te va a tapar todo el pelucón que llevas. ¿Tienes algo contra la maquinilla? –Le dijo mi prima Julia-.

-              A mí me gusta ir natural, no tengo porque depilarme el chocho para que me lo coman o para follarme a un tío.

-              Pues vete despidiendo de él para el parto.

-              Ya lo sé, no me lo recuerdes tía. –Le contestó Patricia colocándose la braga del biquini, de la que le salían pelos por todas partes-.

-              ¿Y el padre?

-              No sé quién es el padre, ni me interesa.

-              Pues te lo has debido pasar de puta madre. Deja que te ate el top por detrás. –Le dijo Julia cuando Patricia se lo había colado por la cabeza y trataba de colocárselo en las tetas-.

-              ¡Joder cómo se te han puesto las tetas de gordas! –Le dijo Julia cuando la miró después de atarle el top-.

-              Y sobre todo de duras, me duelen lo más grande. –Dijo Patricia cogiéndoselas con las dos manos-.

-              ¿Tienes leche ya?

-              Poca, por eso creo que me duelen tanto.

-              Estimúlate los pezones, si quieres luego te lo hago yo o si te apetece te los estimulamos mi primo y yo. –Le dijo mi prima, que iba a saco y Patricia se la quedó mirando, pero extrañamente no le dijo nada-.

-              Si el pajillero este me estimula los pezones, no tarda un minuto en correrse.

-              ¡Claro, no hay otros pezones como los tuyos en el mundo, pese a que haya ocho mil millones de tetas!

-              Carlos no entres con tanta facilidad al trapo. -Me dijo mi prima-.

-              Bueno, ¿vamos? –Dije yo por acabar con aquella conversación de mujeres que me dejaba totalmente al margen, con el bochorno de escuchar cómo mi prima le entraba con todo descaro y con las bordarías de Patricia-.

La subida a la terraza fue como la llegada a la playa con las toallas y las bolsas de la comida y la bebida a cuestas. María, Vero y yo subimos por las escaleras. Nos cruzamos con un par de parejas de yayos, que debían estar siguiendo el tratamiento del Doc de las Estrellas. Nos miraron un tanto extrañados y uno de los yayos nos dijo:

-              ¿Estáis siguiendo vosotros también el tratamiento del Doc?

-              A nuestra manera. –Le contestó mi prima Vero-.

-              Si lo queréis seguir a la nuestra, no tenéis más que pasaros por el cuarto derecha. –Contestó la mujer mirándome el paquete bajo el bañador-.

-              ¿Lo dice usted por mi primo o por mí? –Le preguntó Vero-.

-              Por los dos –le contestó la mujer-.

-              Gracias. Lo tendremos en cuenta. –Le contestó mi prima María sin poder contener la risa-.

Nos encontramos todos en la puerta de la terraza. Estaba abierta y salimos. Los vecinos se habían esmerado: una mesa de camping plegable, unas sillas de playa, una sombrilla, una nevera de viaje, una barbacoa, un armario pequeño en el que había diversos juegos de mesa y una hucha, imagino que para costear aquello entre los usuarios.

-              ¡Qué barbaridad, que lujo lo que han montado aquí! –Dijo Antonia-.

-              Así ya es más fácil pasar el confinamiento. ¿Cuándo nos toca a nosotros? –Preguntó mi prima Luisa-.

-              Dos días a la semana de dos a seis de la tarde. –Le contestó Julia-.

-              Carlos, pásame una cerveza. –Me pidió Julia-.

-              ¿Tenéis un litro? –Preguntó Patricia-.

-              Creo que hay uno. –Le contesté y le pasé a las dos lo que había pedido-.

-              Eso de los botellines es una mierda, no te da tiempo a enterarte que te lo estás tomando cuando ya te lo has bebido. –Dijo Patricia cogiendo la botella y volcándosela al gaznate-.

Mi prima Luisa fue la primera en quitarse el biquini y sentarse al sol, la siguieron todas menos Julia y Patricia, que también se desnudaron, pero se sentaron a la sombra, como yo.

-              Luego podríamos jugar a algo –propuso Antonia-.

-              Mientras no sea al “strip poker”, que iba a ser muy aburrido. –Le contestó mi prima Luisa muerta de la risa, dado que ya estábamos casi todos desnudos-.

-              A algún juego de retos. –Propuso mi prima Vero-.

-              Vale –le contestaron María y Luisa-.

De vez en cuando Patricia se sobaba las tetas y se quejaba de lo que le dolían.

-              Al final estas van a ser nudistas, pero tú vas a seguir siendo un capullo. –Me dijo Patricia mirando que yo me había dejado el bañador-.

-              No hay prisas –le contesté dándole un trago al botellín-.

Una vez que comimos algo, nos quedamos en silencio y medio adormilados. Con los ojos cerrados, me pareció que abrían la puerta de la terraza, abrí un ojo, era Yasmine, que llevaba un canasto de ropa y sin hacer ruido se fue hacia la parte de tender. Las beatas no dejan descansar a esta mujer, pensé y seguí medio adormilado. Me espabilé al escuchar algunos susurros, provenían de la zona de tender. Mis primas y el resto seguían durmiendo o adormiladas con los ojos cerrados. Me apeteció ir a ver a Yasmine, que debía seguir tendiendo o escaqueándose de las beatas. Me levanté y fui dónde me suponía que estaba. Al volver la esquina, vi que algunos vecinos habían instalado también una pequeña tienda de campaña, pensé que alguno se subiría a la terraza por el calor a dormir al raso. No vi a Yasmine y me acerqué a la tienda que tenía la cremallera abierta. A cierta distancia miré dentro. Yasmine, de rodillas desnuda, le estaba comiendo el pollón a un tío negro como el tizón, que estaba tumbado boca arriba en el interior de la tienda de campaña. El negro tenía una mano en el culo de ella y parecía que le estaba acariciando el chocho. Me iba a ir para dejarlos a lo suyo, pero sin darme cuenta mi sombra entró en la tienda de campaña. Yasmine levantó la cabeza, miró hacia fuera y me vio.

-              Hola mi amor. Él es Bekur, mi hombre. –El tal Bekur levantó la cabeza y me hizo un gesto de saludo con la mano-.

-              Hola y adiós Yasmine. Os dejo a lo vuestro.

-              No, espera mi amor. Como sabía que ahora os tocaba a vosotros la terraza, le dije a mi hombre que viniera a verme. El pobre está desesperado por no disfrutar de su mulata con el confinamiento. Pero para esta mulata dos vergas son mejor que una. Pasa. –Yasmine no le había soltado el pollón a su hombre en ningún momento-.

Yasmine se movió para colocarse sobre Bekur, dándole la espalda, y se encajó su polla dentro del chocho.

-              Ven mi amor, dame esa vergota que tienes para que te la coma bien comida con mis grandes labios de mulata.

Dudé si entrar en la tienda de campaña o irme, pero las tetas y la boca de Yasmine eran demasiada tentación. Me quité el bañador, ya tenía la polla bien morcillona, y me metí de rodillas dentro de la tienda de campaña, poniéndome a los pies de Bekur. Yasmine se dobló y sin cogerme la polla con las manos, abrió su imponente boca y la engulló.

-              ¡Ay mamacita, que suerte la mía, dos vergotas para esta mulata! –Decía Yasmine repetidamente-.

-              El negro estar en el cielo. –Dijo el tal Bekur, mientras Yasmine movía su culo arriba y abajo con su pollón dentro-.

-              Como se enteren de esto las beatas te vas a cagar. –Le dije a Yasmine-.

-              No mi amor, el que se va cagar con las tres es el negro. –Me contestó Yasmine riéndose-.

-              ¿Qué pasa con el negro? –Preguntó Bekur-.

-              Nada mi amor, tu sigue ahí quietecito follándote a tu mulata.

Me cogí la polla para que Yasmine me comiera los huevos con su boca de enormes labios.

-              Mi mamá me decía desde pequeñita que les comiera los huevos a los hombres, que les gustaba mucho.

-              Qué razón tenía tu madre. Sigue comiéndomelos y no hables tanto. –Le dije muerto del gusto con lo que me estaban haciendo sus grandes labios-.

-              ¿Quieres follarte a la mulata? –Me preguntó Yasmine al rato-.

-              Deja a Bekur, que parece estar más necesitado.

-              Yo digo los dos a la vez, mi amor. Espera.

Yasmine levantó el culo y se sacó el pollón de Bekur del chocho. El pollón de Bekur estaría entre los veinticinco y los treinta centímetros de largo, bastante grueso, negro como todo él, y con un cabezón descapullado todavía más grande. Lo cogió con una mano, se lo puso en el ojete y fue bajando hasta tenerlo entero dentro de su cuerpo.

-              Ven aquí, mi amor y fóllame. –Me dijo Yasmine recostándose en el pecho de Bekur y dejando su chocho bien abierto a mi disposición-.

-              Los dos a la vez te vamos a hacer daño. –Le dije-.

-              No mi amor, allá en mi tierra, de jovencita, he tenido muchas veces dos vergotas de mulatos, bien, pero bien grandes, dentro de mí y te juro por la virgencita que no me hicieron ningún daño, todo lo contrario.

Me moví de rodillas hasta colocarme encima de Yasmine, le puse la polla a la entrada de su chocho y empecé a intentar metérsela. Notaba el pollón de Bekur dentro del cuerpo de Yasmine, lentamente fui metiéndosela cada vez más, hasta que la tuve entera dentro de ella.

-              ¡Chico que gusto! ¡Cuántas mujeres darían la vida por estar como estoy yo ahora! ¡Bésame blanquito, quiero tu lengua en mi boca!

Aquella mujer era una máquina sexual, empalada por delante y por detrás todavía era capaz de moverse para darnos placer.

-              ¿Yasmine cómo eres capaz de hacer esto? –Le pregunté-.

-              Mi amor, es como montar en bicicleta, si lo aprendes de pequeñita no se te olvida.

Los sensuales labios de Yasmine succionaban mi lengua y jugaban con ella. Llevé mis manos a sus tetas y le pellizqué sus negros pezones.

-              Me dan tanto placer vuestras vergas que no voy a tardar en correrme. ¡Esta mulata tiene mucha suerte en la vida, confinada con tres solteronas, pero con dos pollones así para mi sola!

Increíblemente, Yasmine se movía cada vez más rápido llevándonos a todos al límite, hasta que gritó.

-              ¡Mamacita que gusto, qué forma de correrme, aaaagggg, virgencita haz que no pare, aaaagggg…!

Notaba la presión de los jugos que estaba lanzando contra mi polla, no pude más y empecé a correrme yo también.

-              ¡Aaaaagggg Yasmine, me corro, me corro, aaaagggg…! –Le dije-.

-              ¡Lo sé, lo sé, córrete, Bekur también se va a correr, lo noto en mi culo!

-              ¡Aaaaagggg, aaaaagggg, mulata, toma el jugo del negro, toooomaa..!

Sentía como el pollón de Bekur tenía los espasmos de estarse corriendo en el culo de Yasmine. Al terminar de correrme me dejé caer sobre las tetas de Yasmine, tratando de recuperar el aliento.

-              ¡Ay que rico, me he corrido tres veces seguidas, a cada cual más fuerte, gracias Dios mío por momentos como este! –Exclamó Yasmine-.

Me quité de encima de Yasmine, tenía lo polla llena de sus jugos y de los míos. Ella se sacó la polla de Bekur del culo y se movió para quedarse de rodillas sobre su cuerpo.

-              Deja que te limpie mi amor, que te he puesto perdido. –Dijo Yasmine incorporándose y limpiándome la polla con su tanga. Cuando terminó dijo-: Tengo que irme que las beatas van a despertar de la siesta y se darán cuenta que la mulata no está.

Salí de la tienda de campaña, después salió Yasmine y empezó a vestirse y por último Bekur y empezó a hacer lo mismo.

-              Voy a ver si mis primas siguen dormidas. –Les dije-.

Me asomé del lado que estaban mis primas y seguían en la misma posición dormidas en las sillas de playa o en el suelo.

-              Podéis salir. –Les dije a los dos-.

Sin hacer ruido Yasmine y Bekur volvieron a entrar en el edificio y yo me senté desnudo en la misma silla de antes. Había sido la primera vez que había hecho un trío con otro hombre. Había estado bien, pero prefería hacerlo con dos mujeres, me imaginé que Yasmine no pensaría lo mismo. Me quedé dormido a la sombra, hasta que escuché ruidos, abrí los ojos y vi que Patricia se levantaba, se iba a uno de los sumideros de la terraza y en cuclillas se ponía a mear sobre él. Debe ser jodido lo del embarazo, pensé. Cuando terminó de mear se volvió hacia la silla en la que estaba y mis primas se despertaron.

-              ¿Queda alguna cerveza? –Preguntó mi prima Luisa-.

-              Creo que sí –le contesté levantándome para cogerla de la bolsa y dársela-.

-              ¡Joder que pedazo de nabo gastas, así eres tan pajillero! –Dijo Patricia mirándome fijamente la polla que estaba morcillona por el polvo que acababa de echar-.

-              Ahora el primo ya no es tan pajillero, es que lo has cogido en un día malo. –Le dijo mi prima María, riéndose-.

-              ¿Cuál de vosotras está tan caliente, porque huele a chocho que tira de espaldas? –Preguntó mi prima Luisa-.

-              Yo estoy siempre caliente, pero el olor no es mío por esta vez. –Le contestó Antonia-.

-              Nosotras igual. –Contestaron María y Vero-.

-              Pues entonces vais a tener que ser alguna de vosotras dos. –Dijo Luisa señalando a Julia y a Patricia-.

-              ¡Vete a cagar, Luisa! –Le dijo Julia-.

Todas miraron a Patricia.

-              A mí me suda el chocho. –Les dijo-. Pero el aroma no es mío, es de la polla del pajillero.

-              ¿Qué ha pasado, Carlos, mientras echábamos la siesta? ¿A cuál te has trincado? –Me preguntó mi prima Luisa-.

-              ¡Olvidarme coño! –Les contesté-.

Se miraron entre ellas tratando de saber cuál había sido.

-              Ha sido con Yasmine, que ha subido a tender y se han liado las cosas. –Les confesé a medias-.

-              ¡Joder con Yasmine, ayer tarde y ahora y yo mirando a Antequera! –Protestó mi prima Vero-.

Patricia puso cara de sorpresa al intuir que follábamos entre los primos.

-              ¿Os lo montáis entre vosotros? –Preguntó Patricia-. ¡Que a mí me suda el coño lo que hagáis entre vosotros! –Exclamó al no obtener respuesta-.

-              ¿Pues entonces para que preguntas? –Le dije-.

-              Por puta curiosidad. Vamos que sois como las familias de los marqueses, que follan todos con todos.

-              Deja ya el tema Patricia, que a ti no te importa una mierda. –Le contesté-.

-              ¿Tienes algo en contra? –Le preguntó Julia-.

-              Oye tía que yo os comprendo a vosotras, encerradas y con un pedazo de rabo como este en casa, pues pasa lo que tiene que pasar.

-              Vamos a dejarlo ahí. ¿Qué hora es? –Dijo María-.

-              Las cuatro –le contestó Vero tras mirar el móvil-. ¿Jugamos a algo?

-              Vale, pero que sea interesante. –Dijo  Antonia-.

-              ¿Interesante cómo? –Le preguntó Luisa-.

-              Pues de retos guarros. ¿Tú juegas Patricia?

-              A mí esos juegos me parecen de niños pijos.

-              Vale Patricia, lo que te parezca o no nos importa una mierda, ¿pero juegas o no? –Le dije-.

-              Vuestros retos guarros me los paso yo por el coño, pero venga, por no aburrirme. –Me contestó-.

-              ¿Qué juegos hay en el armario? –Le pregunté a Antonia que estaba al lado-.

-              Cartas, parchís, la oca, dominó, los de siempre.

-              Jugamos un cinquillo, que todos sabemos y es fácil y rápido. El último que se quede con una carta pierde. –Dijo Luisa-.

-              No, mejor jugamos a las monedas, que es más rápido. –Dijo Julia-.

-              ¿Cómo es? –Le preguntó Luisa-.

-              Muy fácil se pone una moneda en el suelo, cada uno tira otra moneda, el que la deje más cerca gana y el que la deje más lejos pierde.

-              Por mí perfecto –dijo Luisa-.

-              ¿Y los retos de que van? –Preguntó Vero-.

-              De cualquier cosa guarra y en cada partida lo pone el que gane. –Le contestó Luisa y le dio un piquito en los labios a Antonia al levantarse-.

-              ¡Coño también dos tortilleras! –Exclamó Patricia al verlas-.

-              ¿Te molesta? –Le preguntó Luisa-.

-              A mí me suda el coño cómo os lo montéis.

-              ¿A ti no para de sudarte el coño? –Le dije-.

-              ¿Y a ti que te importa lo que le pase a mi coño?

-              Ni lo más mínimo.

-              ¿No os parece que estáis los dos muy bordes? –Preguntó mi prima María-.

-              Pero tú has visto como es la tía esta. –Le contesté-.

-              Venga, vamos a jugar que estamos perdiendo el tiempo. –Dijo Antonia yendo a poner una moneda cerca de un rincón del pretil-.

Cuando volvió y se agrupó con mis primas y Patricia todas desnudas, la imagen era una reproducción de cómo debía ser la gloria. Julia, alta, buena figura, el vientre como una tabla, culo respingón muy redondo, unas tetas medianas y el chocho depilado. Luisa, un poco más baja, una ligera barriguita, el culo más grande que el de Julia, unas tetas grandes y bien duras y un poco de vello en el chocho. María…

-              Venga Carlos, que te toca tirar. –Me dijo Julia interrumpiendo mi meditación-.

-              ¿Yo el primero por qué?

-              Porque eres el único tío, después por orden de edad. –Me contestó Julia-.

Me puse en la línea que habíamos marcado, lancé la moneda demasiado fuerte, rebotó en el pretil, pero no cayó excesivamente mal. No sabía si quería perder o ganar. Si ganaba no tenía ni idea del reto que iba a poner y si perdía, me daba cierto morbo cumplir el reto que me impusieran. Luego tiró Julia, se notó que había jugado muchas veces y por eso había propuesto ese juego. La última en tirar fue Patricia, que dio una pedrada y la moneda quedó la más retirada.

-              Bueno, está claro que Julia ha ganado y Patricia ha perdido. –Dijo Antonia-. Así que Julia pone el reto y Patricia lo cumple.

-              Patricia, ¿cuándo y cómo perdiste la virginidad? –Preguntó Julia-.

Las demás parecieron decepcionadas con el reto que le había impuesto.

-              ¿A ti eso que te importa, tía? –Le contestó Patricia-.

-              No haber jugado, ahora cumple el reto. –Le contestó Luisa-.

-              ¡Puff! Con catorce años recién cumplidos, me forzó una viciosa que era la madre de mi mejor amiga. ¿Vale?

-              ¡Joder qué fuerte! –Exclamó Antonia-.

-              No, no vale, cuéntanos más detalles. –Le contestó Julia-.

-              ¿Tú que eres una tía morbosa? –Le preguntó Patricia-.

-              No sabes tú cuanto, venga cuenta.

Las caras del resto fueron de desaprobación hacia Julia. Debía haber sido una experiencia traumática para Patricia y les parecía cruel que la obligara a recordarla

-              A los catorce años, aunque parezca mentira viéndome ahora, yo era una chica muy tímida y vergonzosa. Habían empezado a crecerme las tetas, pero muy poco, apenas tenía dos bultitos y mis areolas y pezones eran como los de un chico. Iba siempre con la faldita del uniforme y estúpidamente me cubría el pecho con las carpetas, aunque no se me notaba nada, a mí me daba vergüenza. En el chocho tenía un ligero vello y mi culo era todavía el de una niña. Un día, Laura, mi mejor amiga de entonces, aunque luego me di cuenta que era una guarra de mucho cuidado, que estaba mucho más desarrollada que yo, me propuso pasar un fin de semana con su madre y con ella en un apartamento que tenían en la playa.

-              ¿Cómo era Laura entonces? –Le preguntó Julia-.

-              Más alta que yo, pelo rubio largo, unas tetas que se le notaban mucho debajo de la camisa del uniforme y sobre todo debajo de la camiseta de educación física, según ella con el chocho lleno de vello y un buen culo de mujer. Yo quería ser como ella y no una niña como era todavía. Le pedí permiso a mi madre para ir y no puso ninguna objeción. La madre de Laura nos recogió el viernes al mediodía a la salida del colegio, llevaba unos bocadillos y unos refrescos para el camino y nos fuimos directamente a su apartamento de la playa. El  apartamento tenía dos dormitorios, los dos con cama de matrimonio, Laura yo dormiríamos en uno y su madre en el otro. Nada más dejar las cosas, Manuela, la madre de Laura propuso que nos pusiéramos los trajes de baño y nos fuéramos a tomar el sol a la playa. Yo cogí un bañador muy antiguo que llevaba e iba a irme al baño para cambiarme, pero cuando Laura empezó a desnudarse para ponerse un pequeño biquini, a mi me dio corte irme al baño y quedar como una tonta.

-              ¿Habías estado desnuda antes con alguna amiga? –Preguntó Julia-.

-              No, nunca, me daba vergüenza de mi cuerpo de niña, frente al cuerpo de adolescentes de casi todas mis amigas. No quería mirar a Laura, pero me pudo la curiosidad. Era ya casi una mujer, tetas como limones grandes, culo redondo y respingón y efectivamente el chocho con mucho vello entre rubito y castaño. Yo me desnudé y me puse el bañador lo más rápido que pude, mientras ella se ponía y se ajustaba frente a un espejo su pequeño biquini. Me sentí avergonzada de mi cuerpo frente al cuerpo de casi mujer de Laura. Cuando terminamos de cambiarnos, salimos al salón a esperar a Manuela, que salió sólo con el tanga del biquini y una camiseta en la mano. El cuerpo, pero sobre todo las tetas de Manuela me subyugaron. Tenía un cuerpo casi perfecto. Sus tetas eran muy grandes, morenas de tomar el sol en toples, con unas areolas rosadas y grandes y unos pezones muy carnosos. Su cintura muy estrecha, se ampliaba en unas caderas y un culo impresionantes. Yo había visto alguna vez desnuda a mi madre, pero ella es bajita y más bien gruesa. Manuela me pareció la mujer a la que yo quería parecerme de mayor. Estuvimos un buen rato en la playa, Laura con su pequeño biquini, su madre en toples y yo con mi bañador pasado de moda.

Patricia contando esa historia me pareció por primera vez sensible, tierna y vulnerable y no la tía borde que llevaba siendo todo el día. Nos habíamos vuelto a sentar y mis primas la escuchaban atentamente.

-              Cuando volvimos de la playa Manuela nos dijo que nos ducháramos juntas y nos vistiéramos rápido para salir a cenar. Me dio mucha vergüenza tener que ducharme con Laura, aunque no puedo negar que me hubiera gustado enjabonarla y poder tocar sus tetas o su culo. Manuela entraba y salía del baño todavía con el tanga del biquini, sin importarle que nosotras estuviéramos desnudas en la bañera sin mampara ni cortina. Durante la cena en un restaurante del puerto, Laura yo bebimos unos refrescos, mientras Manuela se bebía una copa de vino tras otra. Al final de la cena Manuela empezó a echarle en cara a Laura que, por su culpa, ella no había tenido pareja desde que se divorció de su padre. Laura estuvo a punto de llorar y a mí me pareció muy cruel el comportamiento de Manuela, a la que creí borracha. De vuelta al apartamento Manuela iba dando traspiés, nos acostamos nada más llegar. Yo me puse un pijama con las bragas debajo y Laura se acostó solo con las bragas. Con la luz encendida todavía, empezamos a hablar de algunas compañeras de clase. Cuando nos quedábamos en silencio se escuchaba a Manuela en su dormitorio, que estaba pared con pared con el nuestro, no sabría decir si llorar o gemir….

-              ¿No puedes abreviar un poco? –Le preguntó Luisa a Patricia-.

-              Tía, no queríais detalles, pues os lo estoy contando con detalles.

-              Parece que hayas contado esto mismo muchas veces. –Le dijo María-.

-              Pues te equivocas, es la primera vez que lo cuento desde que pasó, sí le ha dado muchas vueltas en la cabeza a lo que pasó.

-              Déjalo si quieres, parece que contarlo te hace sufrir. –Le dije-.

-              No me sale del coño dejarlo, queríais oírlo, pues ahora os jodéis.

A Patricia había vuelto a salirle el lado borde.

-              Otra vez estás igual de borde –le recriminé-.

-              ¡Que me dejes ya, soy lo borde que me sale del coño!

-              ¡Joder con tu coño, entre lo que te sale de él y lo que te suda debe ser una caja de sorpresas!

-              ¡Vete al carajo y déjame seguir!

-              Déjala Carlos, soy yo la que le ha impuesto el reto. –Dijo mi prima Julia-.

-              Como quieras. –Le contesté-.

-              ¿Qué eres también el lame culos de tu prima? –Me dijo Patricia-.

-              ¡Joder Patricia! ¿Tú no puedes vivir sin insultarme? –Le dije y ella hizo un gesto con la mano, como diciendo algo muy suyo: que le sudaba el coño lo que yo le dijese-.

La imagen de Patricia era bastante peculiar con el barrigón, las tetas hinchadas, el pelucón del chocho, el pelo a medio rapar y los tatuajes por todo su cuerpo. Qué dieciocho años más particulares, pensé recordando a otras chicas de su edad como Cristina, Sonia o Paula. Patricia continuó con su relato:

-              ¿Tú sabías que Lola se quiere poner tetas el año que viene? Me dijo Laura en el repaso a las compañeras de clase. ¿Tú te lo has pensado? Me preguntó después. No, no lo he pensado, pero no creo que me haga falta, sólo es que me estoy desarrollando más lentamente, le contesté. ¿A ti te gustan mis tetas? Me dijo echando la sábana hacia abajo e incorporándose en la cama. De principio no supe que decirle, se las miré ya abiertamente y le dije: mucho, las tienes grandes para nuestra edad y parecen muy duras. ¿Quieres tocarlas? Dijo. Me cogió mis manos y se las llevó a sus tetas. Las tienes durísimas, le dije. ¿Por qué no me dejas que yo toque las tuyas? Poco vas a tocar, le contesté y me quité la parte de arriba del pijama. Laura llevó sus manos a mis tetitas. Sentir otras manos sobre ellas me produjo entonces una extraña sensación de excitación. ¿Tú te haces dedos? Me preguntó. Alguna vez lo he intentado, pero nunca he llegado a nada. ¿Te apetece que nos hagamos uno? Me da vergüenza, le dije, tengo la vagina muy poco desarrollada todavía. Entonces me dijo: cómeme las tetas mientras yo me hago uno, porfa. Ella se quitó las bragas y yo me quité el pantalón del pijama, dejándome todavía las bragas. Laura se puso sobre mí de rodillas, me metió sus tetas en la cara y se llevó una mano a su raja. Yo le cogí las tetas y empecé a lamerle los pezones, aquello hizo que mi chocho recibiera una descarga eléctrica. ¿Por qué no me lames mi chochito? Me dijo y yo le contesté que sí, pero que ella hiciera lo mismo conmigo, a ver si alcanzaba por fin un orgasmo. Me quité las bragas y me tumbé boca arriba en la cama y ella se puso sobre mí, su culo me pareció fabuloso al lado del mío…

La detallada y morbosa narración de Patricia había empezado a calentarme, mejor dicho creo que había empezado a calentarnos a todos.

-              Recuerdo que tenía ya el chocho con muchos jugos y con un fuerte olor. Temí comportarme como una pánfila por mi inexperiencia y decidí hacer lo mismo que ella me estaba haciendo y que tanto placer me producía. Le lamía los labios y el clítoris y le sobaba el culo. Espera, me dijo, se estiró en la cama y del cajón de la mesita de noche sacó una cosa. Era un vibrador grande color carne con forma de polla. Toma métemelo por el chocho y lámeme el clítoris, me dijo. ¿Ya no eres virgen? Le pregunté. Claro que no, ¿y tú? Yo todavía  sí, le dije con cierta vergüenza. Cogí el pollón aquel ,y creo que con bastante torpeza, empecé a metérselo y sacárselo del coño. Ella me estaba volviendo loca lamiéndome el chocho y acariciándome el clítoris, pensé que iba a correrme por primera vez en mi vida.

-              ¡Ufff Patricia, cómo me estás poniendo! –Dijo Vero, que había empezado a sudar y su cuerpo se había perlado de gotitas que brillaban al sol-.

-              Cuando estaba bastante cerca del orgasmo o eso creía yo, escuche una voz detrás de Laura que dijo: ¿Qué estáis haciendo, putitas? Creí morirme, era Manuela. Yo no podía verla con Laura de por medio. En un primer momento creí que Laura iba a moverse para taparse, pero no lo hizo. Yo no podía moverme con ella encima, le dije que se apartara para poder cubrirme, pero se quedó dónde estaba. ¿Mamá tu no estabas ya dormida? Le preguntó. ¿Cómo voy a dormirme con el ruido que estáis haciendo? Le insistí a Laura que se quitara de encima de mí, estaba muerta de la vergüenza y sólo deseaba taparme de la mirada de Manuela.

Yo había empezado a empalmarme y crucé las piernas con el nabo en medio para que no lo percibiera Patricia.

-              Manuela debió darle la vuelta a la cama porque de pronto la vi. Estaba completamente desnuda y tenía un chocho muy grande completamente depilado. Era la primera vez que veía un chocho de mujer así. Volví a insistirle a Laura que se apartara, incluso intentando moverla yo, pero ni ella se movió ni yo pude moverla. Mírame putita, me dijo Manuela. Yo, de entrada no quise hacerlo, pero ella me gritó: ¡Te he dicho que me mires, putita! Sí señora, le contesté al hacerlo. Tenía la cara desencajada y estaba sudando. ¿Te parece normal que te invite a mi casa y tú provoques a mi hija para hacer esto? Me quedé callada, era Laura la que había provocado la situación, pero no quería delatarla. No sé cómo han pasado las cosas, pero no se lo diga a mi madre, le pedí empezando a sollozar. Lo que más me extrañó fue que Laura había vuelto a acariciarme el clítoris. ¡Venga mamá, que yo no digo nada cuando te traes a tus amigos o amigas a casa y os ponéis a follar en la habitación de al lado! Le dijo Laura. ¡Ven aquí, cacho de puta! Gritó Manuela y cogiendo a Laura por un brazo la puso de pie en el suelo. Yo aproveché que ya no tenía a Laura encima para taparme el chochito y las tetitas con las manos. ¿Ahora te va dar vergüenza, no cuando estabas follando a mi hija con eso? Con la confusión, tenía todavía el vibrador en la mano, lo lancé encima de la cama. Manuela lo recogió y se lo llevó a la nariz para olerlo. ¡Sois dos zorras y os voy a sacar el demonio del cuerpo! Gritó Manuela y cogiéndome de un brazo tiró de mí hasta ponerme de pie al lado de Laura. Yo ya había roto a llorar y me caían las lágrimas por toda la cara.

Patricia se quedó en silencio, me pareció que trataba de contener las lágrimas.

-              Déjalo Patricia, te está haciendo sufrir. –Le dije-.

-              ¡No te he dicho que no sale del coño dejarlo! –Me contestó-.

-              Julia, tú que se lo has ordenado, dile que lo deje. –Le pedí a mi prima-.

-              ¡Valiente nenaza maricona pidiéndole ayuda a su prima! –Dijo Patricia-.

-              ¡Que te den por culo Patricia, no ves que es para evitarte pasar un mal rato!

-              No me ayudes tanto, que no me hace falta. –Me contestó Patricia-.

-              ¡Cállate ya Carlos, sigue Patricia! –Zanjó mi prima Julia-.

Me arrepentí de haberme metido, ya cortaría Patricia su relato cuando quisiera.

-              Manuela se colocó detrás de las dos, yo seguía queriendo taparme con los brazos y las manos, Laura estaba muy derecha con los brazos pegados al cuerpo. Por favor Manuela, estamos muy arrepentidas y no volverá a pasar. Si quieres, mañana muy temprano me vuelvo en autobús. Le supliqué sollozando. No te mates Patricia, cuando está así no sirve de nada lo que le digas, me dijo Laura en voz baja. ¿Quién os ha dado permiso para hablar? Preguntó Manuela dándole una patada en el culo a Laura. Del susto y del miedo que tenía encima me habían entrado unas ganas de mear enormes. Se produjo un silencio aterrador para mí, que de pronto se rompió con el runrún del vibrador. Tú lo tenías pensado todo por eso te has traído esto a mi casa, me dijo la madre de Laura, poniéndome el vibrador en marcha delante de la cara. Le juro que no es así, le contesté. ¿Entonces es que te lo has encontrado en la mochila porque te lo llevas al colegio? Me preguntó. Yo esperaba que Laura confesara que era suyo, pero no dijo nada. Manuela, por favor, tengo que ir al baño, le pedí cuando las ganas de mear ya eran insoportables.

-              ¡Qué agobio, coño! –Dijo Antonia-.

-              ¡Joder que voy a tener que mear otra vez, con el puto bombo! –Dijo Patricia levantándose y yendo al mismo sumidero donde la había visto mear antes-.

Cuando empezó a mear otra vez en cuclillas, Luisa en voz baja dijo:

-              Tengo un calentón de cuidado con la historia de Patricia.

-              Yo hace un rato que lo tengo también. –Le contestó su hermana-.

-              ¿Nos hacemos un dedo? –Preguntó Luisa-.

-              Yo no me atrevo, no la conozco de nada. –Le dijo su hermana-.

-              Tienes razón, aunque me haya puesto como una plancha, no me apetece delante de una desconocida. –Dijo Antonia-.

-              ¿Y tú Carlos cómo vas? –Me preguntó Julia-.

Yo por toda respuesta abrí las piernas y el nabo saltó como un resorte, luego volví a metérmelo entre los muslos y crucé las piernas.

-              ¿A vosotras os parece normal que nos cuente esto, así de buenas a primeras? –Preguntó Antonia-.

-              Yo creo que es una especie de confesión o de exorcismo, para ponerse en paz consigo misma. –Dijo Julia-.

-              ¡Joder con la sicóloga! –Le dijo Antonia-.

Patricia terminó de mear y volvió con nosotros. Cada vez me resultaba más tentador su barrigón y sus tetas y me gustaban menos sus tatuajes.

-              Puto bombo, que me hace mear a cada rato. –Dijo sentándose-. ¿Queda cerveza, tengo la boca seca de tanto hablar?

-              No, queda sólo algo de vino blanco. ¿Te lo pongo en un vaso?

-              No hace falta, pásame la botella.

Le pasé la botella, la levantó y se dejo caer gran parte del contenido en la boca, tragando a la misma vez.

-              No me gusta el vino, me parece de capullos. –Dijo cuando bajó la botella-.

Iba a decirle que debería beber menos en su estado, pero me callé sabiendo lo que me iba a contestar.

-              La madre de Laura se quedó un rato en silencio, después de que le pidiera ir al baño. Luego nos cogió a las dos por las muñecas y a rastras nos sacó de la habitación y nos llevó al baño. Mea, me dijo. Yo no quería hacerlo delante de ellas, pero las ganas de mear eran insoportables y empecé a hacerlo mirando al suelo. Cuando terminé fui a coger un papel para limpiarme, pero Manuela me dijo: espera. Y luego le dijo a Laura: tú no tenías tantas ganas de chuparle el coño a esta, pues hazlo ahora. Cerré las piernas instintivamente y Manuela me arreó una bofetada de mucho cuidado, que hizo que abriera las piernas todo lo que pude. Laura, sin protestar, se puso en cuclillas entre mis piernas y empezó a lamerme el chocho. ¡Vale ya, que estáis llenas de vicio! Dijo Manuela después de que Laura me hiciera una buena comida de coño. ¿La putita va a querer algo más? Me dijo. Yo dije que no con la cabeza, ella volvió a cogernos por las muñecas y volvimos a la habitación. Poneros a cuatro patas encima de la cama, ordenó. Por favor Manuela déjenos, ha sido una tontería por nuestra parte, que no volverá a pasar, le supliqué. ¿Tú no escuchas? Dijo ella por toda respuesta. Laura se puso en la cama como su madre nos había ordenado y yo la seguí poniéndome a su lado. Tenía una vergüenza enorme de mostrar así mi culo de niña y mi chocho casi impúber.

Me imaginé la escena que contaba Patricia. Las dos niñas de catorce años, desnudas, a cuatro patas encima de la cama, a Laura colgándole sus tetitas y mostrando su buen culo y su chocho desarrollado, con su incipiente vello, y a Manuela, también desnuda, detrás de las dos con sus grandes tetas, su imponente culo y su gran chocho depilado y la polla se removió entre mis muslos.

-              ¡Abre las piernas! –Me dijo Patricia-.

-              ¡No me sale de los cojones! –Le contesté-.

-              No voy a seguir hasta que no las abras.

-              Pues no sigas.

-              Carlos, haz lo que te dice Patricia. –Me dijo mi prima Julia-.

-              Ya he contestado que no me sale de los cojones.

-              ¿Quieres que te las abra yo? –Me amenazó Julia-.

-              Julia, ¿tú para qué te tienes que meter en esto?

-              Porque Patricia quiere saber si te excita su desvirgamiento.

-              ¡Claro que estoy excitado, igual que vosotras!

-              Venga Carlos no te pongas borrico. –Me dijo mi prima Luisa-.

-              ¡Joder borrico, cuando os llevo la contraria es que yo me pongo borrico y vosotras lleváis la razón! ¡Al carajo! –Dije, abrí las piernas y la polla me rebotó en la barriga-.

-              Ves como eres un guarro, yo contando cómo con catorce años me forzó una viciosa y tú empalmado como un mulo. –Me dijo Patricia-.

-              Patricia, si tú no quisieras excitarnos, no contarías así las cosas.

-              Ahora la culpa de tu perversión la tengo yo. ¡Vete a cagar guarro!

-              Vale ya Patricia. Todas estamos  igual de excitadas que Carlos, no la tomes con él. –Dijo mi prima Luisa-. Y ve terminando que son cerca de las seis.

Patricia echó una última mirada a mi polla y siguió:

-              Escuché como Manuela abría el armario, miré hacia atrás y la vi coger unas cuantas bragas y un cinturón. Abrid vuestras sucias bocas, nos dijo. Vi a Laura abrir la suya y a su madre meterle unas bragas enteras empujando. Resignada abrí la mía también y Manuela me metió unas bragas sucias de Laura. Después volvió a ponerse detrás de nosotras y nos fue descargando el cinturón en el culo y en los muslos con toda la fuerza que le era posible. Me ardía la piel después de media docena de correazos, pero mi excitación iba creciendo y noté como por primera vez mi chocho segregaba tal cantidad de jugos, que empezaron a resbalarme por los muslos. Eres una guarra igual que mi hija, tenéis las dos el coño empapado, dijo Manuela volviendo a castigarnos con la correa. Siguió un rato golpeándonos con la correa, luego se subió a la cama delante de nosotras dos, puso una almohada bajo su cabeza, abrió mucho sus piernas y nos dijo: ahora vais a poder probar un buen chocho. Lo tenía muy rosa y muy abierto, era muy grande, tal vez el más grande que he visto nunca. Se lo abrió con las dos manos, Laura se adelantó, se sacó las bragas de la boca, bajó la cabeza y empezó a comérselo. Tú zorra, ven aquí a comérmelo, me ordenó. De rodillas avancé en la cama y después de sacarme las bragas de la boca también, puse mi cabeza al lado de la de Laura y mi lengua junto a la de ella en el chocho su madre. Todavía tengo el sabor de su coño en la lengua y su excitante olor en mi nariz. Nos cogió a las dos por los pelos e iba moviendo nuestras cabezas a su antojo.

-              ¿Pero todo esto es cierto? –Le preguntó Antonia-.

-              Me suda el coño lo que creas.

-              Estaba extrañado, hacía un rato que no te sudaba el coño. –Le dije con mucha guasa-.

-              Me suda que estuvieras extrañado. Fue la primera vez que vi correrse a una mujer, de pronto noté que le temblaban las piernas y que su coño segregaba lo más grande, hasta empaparnos las caras a Laura y a mí al seguir moviéndonos las cabezas sin parar. Al rato se levantó de la cama, yo hice gesto de hacerlo también, pero me dijo: ¡zorra, te he dado yo permiso para levantarte! Volvió a ponerse detrás de nosotras y empezó a lamernos y besarnos desde el ojo del culo hasta todo el coño. Luego llevó sus manos a nuestros coños y empezó a sobárnoslos con mucha fuerza. Laura no tardó en correrse a gritos y se derrumbó en la cama. Yo sentía que estaba a punto de correrme pero no lo conseguía, gemía y suspiraba como una loca, pero no llegaba. ¿Zorra, te cuesta correrte? Me preguntó. Sí, no he podido correrme nunca, le contesté. Pues prepárate para hacerlo, me dijo, poniendo en marcha el vibrador y pasándomelo por todo el coño. Las sensaciones fueron de lo más fuerte, sobre todo cuando lo detuvo en la entrada de mi chocho todavía virgen. En ese momento deseé que me taladrara y sentir aquello en mi interior. ¡Taládrame por Dios! Le grité y ella siguió jugando con el vibrador en mis labios. ¡Joder, mételo ya! Le supliqué y ella de un solo movimiento me lo metió hasta las entrañas rompiéndome el himen. Sentí dolor y un gran placer a la misma vez, me estaba corriendo por primera vez soltando sangre y jugos.

-              ¡Vaya comienzo que tuviste! De las pocas que se corren el desvirgarlas. –Le dijo mi prima Vero-.

-              El fin de semana fue una locura. Lo que más me extrañó, pensándolo luego, fue la relación lésbica e incestuosa de Laura con su madre. Después de aquello, aunque yo en lo más profundo deseaba que me volvieran a invitar, Laura dejó de echarme cuenta y centró su amistad en una chica todavía menos desarrollada que yo. Marta creo que se llamaba. Un día me la encontré llorando en los aseos del colegio, le pregunté que le pasaba y me contó que Laura y su madre la habían forzado un fin de semana que pasó con ellas en su apartamento de la playa. La muy guarra de Laura hacía de gancho de la madre para llevarle crías muy poco desarrolladas, que era las que más le gustaban y su madre, a cambio, se la follaba.

-              ¡Joder que historia! –Exclamó mi prima María-.

-              Desde luego. Id recogiendo que son las seis y tenemos que irnos. –Dijo Julia-.

Nos dio tiempo a recoger las cosas nuestras y dejar las de la comunidad ordenadas. Cuando estábamos empezando a ponernos otra vez los bañadores o las toallas liadas apareció una pareja como de cuarenta  años a la que yo no conocía, pero Julia sí.

-              Nosotros ya nos vamos, perdonad se nos ha echado el tiempo encima. –Les dijo-.

A mí me había dado tiempo a ponerme el bañador, pero tenía un bulto en la entrepierna como un guante de boxeo, que centró la atención de ella.

-              No hay prisa, si alguno quiere quedarse, por nosotros ningún problema. –Dijo ella mirándome-.

-              No, ya llevamos un buen rato. –Dijimos saliendo de la terraza-.

Julia y yo bajamos por las escaleras, el reto bajó en el ascensor.

-              Julia, que calentón llevo. –Le dije a mi prima-.

-              Eso es lo que Patricia quería, calentarnos a todos, pero sobre todo a ti.

-              Pues has sido tú la que le pusiste el reto.

-              Carlos mira que a veces pareces tonto. Yo le he puesto el reto para darle una oportunidad. Intentó liquidar la cosa en una frase, cuando no la dejé, podía haberlo hecho en cuatro y de otra manera. Esta lo que quería era ponernos a todos cachondos perdidos.

-              Pues vaya que lo ha conseguido. Yo creo que las primas tienen que estar ya haciéndose un dedo.

-              Déjalas, nosotros nos vamos a tirar a Patricia en cuanto lleguemos.

(Continuará, o eso intentaré por lo menos, esto ya es más largo que El Quijote. Espero que os haya gustado esta nueva entrega. Cuidaos, gracias por leerme y dejadme vuestros comentarios.)