Compartiendo mi infidelidad
Me dejaba llevar por su pasión y no ofrecía resistencia, mis muslos entreabiertos eran una clara carta de intenciones y una invitación para que Antonio se deslizara para colocarse de rodillas frente a mí, con el vestido subido hasta la cintura y deseando sentir como sus manos....
Para los que me leáis por primera vez os recomiendo una lectura previa a mis anteriores relatos , donde podréis saber un poco más de mí y donde podréis encontrar algunas de mis experiencias, fantasías y algunos juegos de complicidad que espero sean de vuestro agrado.
En esta ocasión me he decidido a volver a escribir para complacer a uno de mis seguidores que me ha sugerido una de sus fantasías y que espero saber cumplirla.
No se trataba de ninguna noche especial, con mi marido habíamos discutido en casa porque nunca me ayudaba en nada y aunque sabía que tenía razón siempre se justificaba con su trabajo.
En cierta forma, se sentía culpable y quizás por esa razón me propuso que saliéramos a cenar y poder así hacer las paces.
La verdad es que no me apetece salir cuando estoy enfadada, pero viendo su tono conciliador y deseando no hacer aun mayor el problema, decidí aceptar su propuesta con la condición de que me llevara a un restaurante de un elegante hotel que conocemos y que siempre me ha gustado mucho.
Mientras decidía que ponerme, intentaba olvidar la discusión, aunque de una forma u otra seguía dando vueltas en mi cabeza y cuando me miraba en el espejo nada de lo que me ponía parecía que pudiera quedarme bien.
Mi marido se impacientaba esperando a que terminara de arreglarme y finalmente decidí ponerme sin muchas ganas un bonito vestido negro que apenas me pongo porque a el le disgusta que sea tan corto.
En esta ocasión, ni se le ocurrió decirme nada, supongo porque al igual que yo, no deseaba que renaciera ninguna discusión y prefirió darme un beso antes de subir al coche en silencio.
Al sentarme, era inevitable que mi corto vestido mostrara descaradamente mis muslos y aunque a mi no me importaba, podía observar como mi marido me miraba de reojo poniendo cara de desaprobación.
Llegamos con bastante retraso al restaurante y por desgracia la mesa que había reservado mi marido ya había sido destinada para otra pareja. El maître se excuso y nos ofreció tomar una copa en el bar del hotel mientras esperábamos una mesa que ya estaba terminando.
Decidimos aceptar la invitación, aunque mi marido no dejaba de echarme en cara que llegáramos tan tarde por mi culpa, así que de nuevo nos encontrábamos enfurruñados y sin muchas ganas de hablar.
Nos acercamos a la barra y al sentarme procuré con mis manos que mi corto vestido no agravara aun más la situación. Al parecer no fue suficiente y mi marido decidió ir al baño con claras muestras de desaprobación.
Le pedí al barman que me sirviera un daikiri, cuando de repente me encontré con los ojos de un hombre que no dejaba de mirarme con interés. Sus ojos negros eran penetrantes, como si estuvieran intentando adivinar que hacía yo tomando un daikiri sola en ese hotel.
Aunque por su pelo algo canoso podía adivinar que era mayor que yo, lo cierto es que me pareció un hombre atractivo, alto, fuerte, de tez morena que resaltaba aun más con el tono de color de su pelo….Vestía un traje muy elegante, probablemente se trataba de un cliente del hotel que estaría esperando a alguien o tan solo estaba tomándose algo antes de subir a su habitación…
Me dio un vuelco el corazón al observar que se había levantado para acercarse a donde estaba yo sentada. Aparté la mirada simulando estar distraída observando el local y me sorprendí a mí misma sintiéndome nerviosa ante esa situación tan absurda. Me recriminé a mí misma pensando que parecía una chiquilla con las hormonas alteradas.
Finalmente escuche su voz varonil preguntándome si había venido sola y si me hospedaba en el hotel… No hubo tiempo para mucho más porque mi marido regresaba del baño sentándose a mi otro lado y con su mirada parecía estar preguntándome quien era ese desconocido.
Antes de que pudiera responderle, el desconocido se dirigió a él y muy amablemente le dijo que me estaba preguntando si conocía algún casino cercano, que era muy aficionado al póker y que no conocía la ciudad.
Yo le agradecí con una sonrisa que hubiera sido tan atento por sacarme de esa situación tan embarazosa y mi marido sin sospechar nada le respondió que el también era muy aficionado al póker pero que el lugar más cercano quedaba muy alejado del hotel.
El hombre pareció sentirse contrariado y lamentándose de su mala suerte le dijo a mi marido que en ese caso solo le quedaba la opción de hacer un solitario en su habitación.
Mi marido no pudo dejar escapar una carcajada y los tres reímos con ganas ante esa absurda respuesta. Sin dejar de bromear el desconocido se presentó, dijo que se llamaba Antonio y que estaría encantando de invitarnos a una copa.
No podía dejar de sorprenderme como había cambiado la situación, ahí estábamos, mi marido y yo riéndonos y tomando una copa con un desconocido, cuando hacía apenas unos minutos no nos dirigíamos casi la palabra.
Mi marido acepto la invitación con gusto y los dos empezaron hablar sobre el póker, mientras yo no podía dejar de observar la agradable sonrisa de ese hombre que con su amabilidad y elegancia había logrado que la noche tuviera otro encanto.
Finalmente llego el maître para decirnos que la mesa ya había quedado libre y que cuando quisiéramos podíamos pasar al restaurante.
Mi marido se lamentó y cuando ya nos disponíamos a despedirnos, Antonio nos ofreció que cenáramos juntos en su suite privada del hotel. Insistió en que aceptáramos, diciéndonos que estaría encantado de que pudiéramos acompañarlo esa noche y que, si nos apetecía, tras la cena podíamos prologar la velada con una partida de póker.
Fue escuchar la palabra póker y a mi marido se le cambio la cara, todo así empezó a disculparse diciendo que hubiera estado encantado de aceptar, pero mirándome a mí como si me estuviera pidiendo permiso, le dijo que no podía ser que me había prometido una cena romántica los dos solos…. Y ambos soltaron una risita de comprensión y complicidad.
Yo me sentía algo molesta por esos comentarios, como si ahora resultara que yo me hubiera convertido en un problema, pero aún me sentía mucho peor al pensar que cuando estuviera sola con mi marido, seguramente volveríamos a discutir…
Bueno quizás esa no era toda la verdad y yo sabía que en el fondo me sentía atraída por ese hombre que me había hecho sentir como una adolescente con sus miraditas…
Mi marido se despedía entre risas y estrechando la mano de Antonio, cuando se me ocurrió decir que quizás no era tan mala idea y que podría ser divertido pasar una velada de una forma diferente….
Mi marido se quedo algo sorprendido sin saber reaccionar, pero Antonio rápidamente le dijo a mi marido que era muy afortunado al tener una mujer así y que sin duda sería una velada inolvidable…
Si claro, añadió mi marido balbuceando y dejándose llevar por la situación con cara de sorpresa.
Antonio pidió que le cargaran todo a la cuenta de su habitación y subimos los tres a la última planta del hotel donde nos esperaba una lujosa suite de dos habitaciones con baño/jacuzzi, un enorme salón comedor y una terraza con piscina privada…,
Al verlo mi marido no pudo evitar soltar un silbido de admiración y yo no podía decir nada de lo sorprendida que estaba…tanto lujo me hacía sentir un poco cohibida, pero Antonio nos invitó a que nos acomodáramos en el salón para invitarnos a una copa mientras pedíamos que nos subieran una cena a base langosta, marisco y champan francés….
Con esa, ya eran tres la copas que nos habíamos tomado y creo que todos nos sentíamos cada vez más a gusto intercambiando bromas inocentes pero que provocaban nuestras risas.
Durante la cena seguimos bebiendo y las bromas fueron subiendo ligeramente de tono…A mí siempre me han disgustado ese tipo de bromas, pero con mi marido ya estoy a costumbrada a ello, así que yo escuchaba una vez más como repetía sus tonterías de siempre y las reía con gusto….
Antonio siempre muy atento nos agradeció que hubiéramos aceptado acompañarle esa noche y se mostraba complacido por haber hecho nuevos amigos en esa ciudad. De alguna forma parecía que estaba poniendo fin a la cena…y quizás había llegado la hora de despedirse…
Pero mi marido poco dado a entender las indirectas, sobre todo cuando lleva alguna copita más de la cuenta, exclamó que “ por fin llegó la hora del póker ”.
Antonio sonrió por la ocurrencia, pero se excusaba con que se había hecho demasiado tarde y que sería mejor dejarlo para otro día. Yo añadí que tenía razón, que ya era muy tarde.
Pero mi marido insistió en que solo quería hacer una partida y se hizo tan pesado que parecía que no hubiera ninguna otra opción. Yo le dije que no jugaría, que ya sabía que no me gustaban las cartas, pero no pareció importarle mucho pues me dijo que siempre podía mirar como jugaban ellos.
Antonio me miro como preguntándome que quería que hiciera y yo le devolví la mirada con resignación.
Bien, dijo Antonio, una partida y no más…nos sentamos en el salón alrededor de una mesa de centro sobre la que había una lujosa caja que Antonio abrió para sacar un tapete que desplego sobre la mesa y un juego de cartas de póker que entregó a mi marido para que barajara….
Así empezaron a jugar mientras yo aburrida en el sofá los miraba saboreando otra copa de champan y dejándome llevar por la sensación de sentirme deseada que me había despertado Antonio.
Mi marido ganó la partida, pero cuando Antonio lo felicitaba y nuevamente proponía terminar la velada, mi marido le respondió que de eso nada que le daba la revancha, como no podía ser de otra manera.
Así jugaron varias rondas que fueron ganadas todas por mi marido, Antonio parecía no desear continuar, pero mi marido eufórico por la bebida y por haber ganado todas las rondas no parecía dispuesto a abandonar fácilmente y le rogó una última partida….
Yo creí por un momento que Antonio no iba a aceptar, pero ante mi sorpresa le respondió con un ok y siguieron jugando y bebiendo hasta que mi marido llegó a su límite, dijo que se sentía mareado y se quedó dormido en el sillón…
Antonio dijo no me preocupara que seguramente mi marido dormiría un par de horas y que al despertar solo le quedaría un dolor de cabeza.
Me ofreció una de las habitaciones por si quería descansar o si lo deseaba podía enseñarme un juego de cartas.
La verdad es que me sentía agotada pero la idea de seguir a solas con Antonio un rato más era muy tentadora y le anime a que me enseñara algún juego de cartas…
Sus maneras seguían siendo elegantes, su conversación me parecía divertida, inteligente y el juego era lo de menos, tan solo el pretexto para seguir estando con él.
Nos encontrábamos sentados en el sofá frente al sillón donde dormía mi marido, me sentía muy cómoda y nuestra charla reflejaba nuestro estado de ánimo cada vez más desinhibido y con algunas bromas que iban subiendo de tono.
Me sentía totalmente seducida por el encanto de Antonio y quizás por ello no me aparté cuando sentí que su mano rozaba ligeramente mis muslos y sus labios se acercaban para encontrarse con los míos…
Un beso dulce y apasionado, como preámbulo de un concierto de caricias que exploraban mis pechos, mis caderas, mis nalgas, mis muslos….
Me sentía acalorada, mis mejillas estaban ardiendo al sentir como sus dedos se colaban por debajo de mi vestido y traspasaban la frontera que me llevarían a entregarme a disfrutar del dulce placer de sus caricias…
Me dejaba llevar por su pasión y no ofrecía resistencia, mis muslos entreabiertos eran una clara carta de intenciones y una invitación para que Antonio se deslizara para colocarse de rodillas frente a mí, con el vestido subido hasta la cintura y deseando sentir como sus manos retiraban un minúsculo tanga negro que a estas alturas se encontraba empapado….
Sentía como sus labios besaban mis muslos y se acercaban a mi sexo para besarlo y juguetear con la lengua. Sabia muy bien como hacerlo y mis gemidos eran una clara muestra de lo mucho que me estaba haciendo disfrutar.
Me encanta el sexo oral y disfruto cuando siento la lengua colarse entre mis labios como si me estuviera follando.
Me corrí dos veces antes de que se incorporara, (para los que me leáis por primera vez debéis de saber que soy multiorgásmica), me sentía extasiada por el placer de su lengua…y crecía mi deseo porque me hiciera suya.
Me quitó la falda y el resto de mis prendas hasta quedar totalmente desnuda ante sus ojos. Sus labios seguían recorriendo todo mi cuerpo como si deseara saborear cada cm de mi piel, mientras yo desabrochaba su pantalón y poder así colar mi mano para encontrarme con un enorme bulto que luchaba por salir de su prisión…
Sentía como su enorme polla se había medio liberado del slip asomando por la cintura al tiempo que el resto del tronco palpitaba aún bajo su prenda interior.
La agarré con mi mano y la masajeé ligeramente liberando también el tronco y paseando mis dedos por su glande que estaba empapado de la excitación.
Me encanta esa sensación de tenerla entre mis dedos, sintiendo como crece y se pone aún más dura.
Me sentía ansiosa por jugar con esa polla y me incliné ligeramente para acercar mis labios y poder besarla.
Sentía su ansiedad para que se la chupara, pero me encanta disfrutar de ese momento en el que jugueteo con mis labios y mi lengua, haciendo crecer aun mas su deseo para que terminara metiéndomela en la boca.
La saboreé con mi lengua igual que hubiera hecho con un rico helado de chocolate y sentía como su polla me respondía palpitando de ansiedad….
Me deslice al suelo como una gatita en celo, para colarme entre sus piernas y seguir saboreando el rico manjar que me ofrecía.
El se reclinó en el sofá para disfrutar del momento y yo aproveche para gozar de esa deliciosa vista que me daba su enorme polla apuntando al techo como si fuera un mástil.
Deseaba sentirla en mi boca y mis labios se fueron entreabriendo para dejarla pasar y disfrutar de ese delicioso momento de chupar una rica polla.
Debo de reconocer que me encanta saborearla y mamarla. Para mí es un placer hacerlo y me encanta sentir como crece y se hincha aún más en mi boca. Me encanta sentir vuestros gemidos de placer y como de una forma incontrolada movéis vuestras caderas como si me estuviera follando la boca hasta que sin poderos retener explotáis de placer, como si fuera un volcán que escupe todo el fuego que lleváis dentro….
La polla de Antonio estaba a punto de explotar en mi boca, sentía como se hinchaba aun más…ese pensamiento de sentir como me inundaba la boca con su leche me tenía muy cachonda y no pude evitar empezar a masturbarme con mis dedos.
Antonio empezó a mover sus caderas follándome la boca, sus gemidos eran una clara señal de que su corrida estaba cerca y no me hizo esperar mucho porque al poco rato sentí como arqueaba su espalda, clavando su polla como un mástil en mi boca y explotando con un enorme chorro de leche que inundó mi boca y que tuve que tragar para no ahogarme antes de recibir un segundo chorro casi tan abundante como el primero.
Saqué su polla de mi boca para poder gemir de placer del momento y por el placer de un intenso orgasmo que me regalaron mis maravillosos deditos.
Extasiada nuevamente de placer, entreabrí lo ojos observando como la polla lechera de Antonio seguía disparando pequeños chorros de leche que aterrizaban en mi mejilla y en mis pechos. Acerqué mi lengua para saborearla y comprobar como seguía palpitando de excitación. Hubiera seguido con gusto limpiar hasta la última gota si no hubiera sido porque Antonio me hizo notar que mi marido había despertado y sin duda había visto como se había corrido en mi boca….
Mi marido estaba desencajado observando como yo intentaba limpiar con mis manos la abundante leche que se deslizaba de mis mejillas y de mis pechos. Parecía abatido, pero su expresión reflejaba otra sensación que yo conocía muy bien pero que solo la había visto en nuestros momentos de intimidad….
Antonio, no se movió a la espera de ver como reaccionaba mi marido, seguía sentado y su polla sorprendentemente seguía igual de enorme y dura ….
Ante mi sorpresa, Antonio me giró ligeramente para encontrarme de frente con su polla y con voz amable y una agradable sonrisa me dijo que continuara con aquello que estaba haciendo. Yo no podía creerlo y temí por un momento lo peor….
Pero mi sorpresa fue creciendo al comprobar que mi marido seguía sin decir, ni hacer nada, parecía como hipnotizado por la situación y sus ojos se clavaron en los míos como si estuviera esperando que hiciera lo que había dicho Antonio…
La polla de Antonio se veía esplendida, estaba enorme y con un brillo especial provocado por mi mamada…la imagen era para mi turbadora y no podía dejar de mirar como seguía bamboleándose de forma desafiante….
Él acercó su polla a mis labios sin que yo hiciera nada por evitarlo, pero observando como reaccionaba mi marido que seguía callado y mirando atentamente como lo polla de Antonio se colaba en mi boca…
Sentir la polla de Antonio en mi boca ante los ojos de mi marido me provocaba una mezcla extraña de sensaciones difícil de describir. La excitación y el placer se confundían con un sentimiento de vergüenza y culpabilidad que iban desapareciendo al comprobar como mi marido excitado por la situación, acariciaba su entrepierna observando la escena…
Un gemido de Antonio me hizo pensar que se iba a correr nuevamente en mi boca, se encontraba muy excitado y de nuevo yo me sentía encendida, ahí estaba yo de rodillas, mamando su enorme polla con ganas, mientras mi marido no había podido evitar sacarse su polla y masturbarse viendo como su queridita esposa se comía un enorme pollón….
Antonio retiro su polla de mi boca y hizo que me girara mirando como mi marido se seguía masturbando con ganas, mientras, él se situaba a mi espalda y me colocaba a cuatro patitas …sentí como sus manos cogían mi cintura y entre mis muslos el roce que provocaba el bamboleo de su polla que parecía estar jugueteando como si estuviera pidiendo permiso para entrar y que me hacía sentir como una gatita en celo…
Su enorme polla empezó a penetrarme lentamente llenándome como no recordaba haberlo sentido nunca…me mordía los labios de placer sintiendo como poco a poco Antonio empezaba a follarme con su poderosa polla y provocándome a cada nueva embestida un gemido de placer….
Antonio me follaba ahora con fuerza, lo sentía empalado dentro de mi y sus gemidos de placer eran cada vez más fuertes, con sus manos agarradas a mis caderas los movimientos eran rápidos y fuertes provocando que mis nalgas chocaran con fuerza con su cuerpo…
Yo sentí un estremecimiento, el preludio de un nuevo orgasmo que crecía en mi interior y que entre temblores intenté controlar sin que Antonio, excitado como una fiera, dejara por un momento de follarme salvajemente…
Mi marido estaba como loco y superexcitado viendo como Antonio se estaba follando a su mujercita…No podía dejar de pajearse frente a mi rostro y con cada embestida de Antonio mi boca quedaba más cerca de la polla de mi marido…que finalmente explotó de placer frente a mi rostro….
Antonio tampoco resistió mucho más, su cuerpo se arqueo en un ultima embestida antes de explotar dentro de mí, al mismo tiempo que una nueva ola de placer asomaba en mi interior….
Y con esa imagen tan sensual os dejo hasta un próximo relato…