Compartiendo leche con la vecina

Como comparte al cuñado con su vecina..

Marta y yo ya habíamos tenido algo antes. Ella tenía un buen cuerpo, pero lo mejor era lo caliente y lujuriosa que era. Delante de la gente parecía que nunca había roto un plato, pero el día que me desveló su auténtica forma de ser creí haber descubierto el cielo.

Fue un día que nos quedamos solo en casa de su madre, mi suegra. Marta es mi cuñada y siempre me ha gustado su cuerpo, pero aquel día y sin saber por qué le cogí el culo instintivamente al pasar por mi lado, ella en ves de enfadarse me ofreció hacerme una mamada. Yo como buen caballero se la acepté a condición de que yo le diera también sexo oral. La puse en el sillón, le levanté la falda y le di una buena comida de coño. Lo peor es que cuando me tocó a mí llegaron nuestros familiares y quedé con las ganas. Y aquí empieza mi relato.

Marta buscó una excusa para que nos viéramos. Dijo que tenía que llevar no se que paquete que no le cabía en el coche y que necesitaba mi furgoneta. Lo preparó todo muy bien para que nada pudiera molestarnos. El marido trabajaba, los niños de excursión... en fin, todo el día libre para lo que quisiéramos.

El día que ella pidió que le ayudara, llegué temprano a su casa. Llamé a la puerta y entré. Me recibió con un gran beso en la boca.

-Hoy tenemos que aprovechar bien el día. Quiero que me hagas de todo. – Dijo muy excitada.

-Soy tu esclavo. Manda y obedeceré.

-Pues sígueme que hay que coger la caja del patio.

Metimos la caja en el coche y fuimos a entregarla a casa de una de sus cuñadas. Allí nos esperaba su cuñada. Con algo de esfuerzo, la colocamos en donde nos dijo y una vez acabado nos invitó a desayunar. Cuando terminamos el desayuno, volvimos a casa de Marta. Al entrar en ella, parecía como si se transformara. Me abrazó y empezó a besarme como una loca. Primero en el sofá de la entrada. Estuvimos unos 20 minutos magreándonos. Ella, sin dejar de besarme, me tocaba la polla por encima de los pantalones. Yo le metía las manos por debajo de la camiseta y le acariciaba  las tetas que tenían los pezones tiesos de la excitación. De vez en cuando, sacaba la mano de su camiseta y le tocaba el coño por encima del pantalón. Llevaba unos pantalones ajustados que le marcaban el culo, ese hermoso culo que a ratos tocaba. Era impresionante el lote que nos estábamos dando.

En un momento dado, me bajo la cremallera del pantalón y metió la mano para buscar mi polla que estaba muy dura. Me masturbó un poco sin sacarla del pantalón. Yo me entretenía tocándole a veces las tetas, a veces el coño... pero aquel pantalón, para mirarla estaba bien, pero para tocarla empezaba a ser un estorbo.

-Ponte de pie. – Le dije – Quítate

ese

pantalón que quiero tocarte sin ningún impedimento.

Se desabrochó el pantalón y bajo la cremallera lentamente mostrándome poco a poco sus bragas. Se giró para darme la espalda y, doblando la cintura, puso su culo en pompa a la vez que bajaba los pantalones. Yo me saqué la polla y me masturbaba delante de ella, mientras ella seguía quitándose la ropa. Se acercó a mí lentamente sin dejar de mirarme y cuando la tenía delante, la abracé por la cintura. Bajé mis manos hasta su culo y lo acaricié suavemente sintiendo sus curvas. Besé su vientre bajando para llegar al bulto que formaban los pelos del coño en las bragas. Ella acariciaba mi pelo y me empujaba hacia su coño. Abrió un poco las piernas y yo pasé mi mano por el coño para sentir sus labios. Seguí besándolo por encima de las bragas. Pero de pronto sonó el portero electrónico. Botamos por el susto. Estábamos tan concentrados que nuestros corazones se aceleraron. Yo me guarde la polla corriendo y me recompuse todo lo posible. Ella cogió los pantalones del suelo y corrió a la casa para buscar una bata que ponerse. Yo permanecí en el sofá intentando disimular la erección que bajaba rápidamente por el sobresalto. Ella salió con una bata y se dirigió a la puerta para ver quién era. Abrió uno de los cristales superiores.

-Hola Toñi, ¿qué pasa?

-Nada, que me he quedado sin leche y venía para ver si tú me puedes prestar un litro.

-Claro, pasa.

Le abrió la puerta y entró Toñi. Toñi era una mujer de unos cuarentitantos años. Tenía el pelo más bien rubio que parecía teñido. No era guapa, más bien del montón. Su figura era la de una ama de casa, no muy cuidado. Sus curvas no eran de infarto. Sus tetas eran grades, por lo menos más que las de Marta. Su culo era también grande y no tenía muy buena forma. En fin, era de esas que se comenta que por lo menos tiene un agujero donde meterla.

-Ven a la cocina. – Le comentó Marta.

-Hola. – Me saludo al verme.

-Este es mi cuñado. Está aquí que hemos llevado una caja grande de cosas a mi cuñada y en mi coche no cabía... y como él tiene una furgoneta...

-¿Estáis todos bien por aquí?

-Sí, bueno el pequeño algo resfriado.

Se metieron en la cocina y desde donde estaba las escuchaba hablar, pero no entendía lo que decían. A los diez minutos salieron de la cocina y seguían hablando.

-Vale, espera unos veinte minutos y os acercáis.

-Vale. – Contestó Marta.

Toñi salió por la puerta y Marta la cerró detrás de ella. Se acercó a mí.

-Se chafó el tema. Necesita que la ayudemos a mover unas cajas que tiene en su casa. Dice que ella sola no puede. Que su marido está de viaje por tres días y que le molestan en el pasillo. No he podido negarme. ¿No te importa que le haya dicho que la ayudaremos?

-No, pero ahora que íbamos tan bien...

-Ya lo sé. Yo ya estaba a tope pensando en el polvo que íbamos a echar.

-Bueno, otro día será...

-Me voy a limpiar un poco que, con lo de antes, se me han mojado todas las bragas.

Sin darle tiempo a irse, la agarré por la cintura, la acerqué a mí, le abrí la bata y le quité las bragas.

-Ahora puedes irte. Yo me quedo con tus bragas para olerlas. – Y empecé a oler la parte que estaban mojadas. Olían a su coño.

-Pervertido, ya te cogeré.

-Cuando salgas te las devuelvo. Ahora me entretendré con ellas ya que no puedo tener a la dueña.

Me besó en la boca y se marchó al interior de la casa. Como unos diez minutos más tarde salía con otra ropa, si bien llevaba la misma camiseta, ahora en vez del pantalón llevaba una falda con algo de vuelo que le llegaba hasta las rodillas.

-Vamos a echarle una mano a Toñi.

-¡Qué le vamos a hacer! ¡Todo por la patria! – Dije.

Salimos y nos metimos en casa de Toñi que estaba junto a la de Marta. La puerta estaba abierta y Marta la cerró cuando entramos.

-¡Toñi, ya estamos aquí! – Gritó para llamar a su amiga.

-Bajo en seguida. – Contestó Toñi desde el interior.

Llegó hasta la puerta de entrada de la casa y nos recibió. La notaba más feliz que antes y además su aspecto era diferente. Se había cambiado de ropa. Llevaba una camisa con demasiados botones desabrochados. La falda que ahora vestía no era el pantalón de chándal de antes. Además, me pude fijar que no llevaba sujetador, pues a cada movimiento que hacía sus tetas se bamboleaban de forma extraordinaria. Entonces pensé que aquello podía ser una encerrona de Marta... pero fue un ligero pensamiento cuando dijo Toñi.

-Venid, están aquí en la despensa. Después tengo que ir a comprar. ¿Tú vas a necesitar algo, Marta?

-De momento nada, gracias.

Llegamos a la despensa y había una caja no muy grande.

-Tú que eres el macho, cógela... – dijo Marta.

-Sí, ya... todas las mujeres abusan de mí...

-No te quejes...

La cogí y seguimos a Toñi hasta su habitación que era donde quería ponerla, en el artillo del ropero empotrado.

-Déjala en el suelo. Voy por la escalera para subirla.

Toñi volvió con una escalera. La colocó delante del ropero y se subió.

-Marta aguanta la escalera, no vaya a ser que me caiga.

-Tranquila, la estoy aguantando. – Dijo Marta.

Toñi se puso a organizar el artillo para dejar hueco para la caja. Para mover las cosas que tenía en el fondo se tenía que poner de puntillas para llegar, con lo cual se le subía la falda un poco. Marta que estaba bajo ella me hizo señales para llamar mi atención y con la mano me indicó que me acercara. Me puse junto a ella y hablándome al oído me dijo en voz baja.

-Mira, se le ve el culo. ¿Te gusta?

-No está mal... pero me gusta más el tuyo. – Y rocé con mi mano el culo de Marta.

-Guarro... – y me lanzó un beso.

-Trae ahora la caja. – Dijo Toñi desde lo alto de la escalera.

La cogí y la llevé hasta donde estaban ellas. La elevé con esfuerzo y ella la cogió. Al soltarla yo, ella perdió un poco el equilibrio y a poco se cae. Yo instintivamente la sujete poniendo mis manos en su culo. Cuando recobró el equilibrio nos miró y comentó.

-Que fuerte está tu cuñado, Marta.

-Grande es... ¿me pregunto si podrá con las dos?

-Espera que coloque la caja y lo veremos...

-Cuando tú quieras, Toñi. Yo ya te estoy viendo las bragas. A ver que veis ustedes. – Les contesté para dar a entender que no me venía abajo.

Sonrieron las dos y Marta siguió la conversación.

-¿Qué, te gusta su culo?

-Claro, todas las mujeres tienen un buen culo. La diferencia está en como lo mueven.

Toñi movió las caderas para demostrar que aunque estaba colocando la caja, estaba en la conversación.

-Se acabó. – Dijo Toñi cerrando la puerta del armario y bajando de la escalera. – Voy a ponerla en su sitio. Esperarme aquí y seguimos hablando.

Toñi tardó cinco segundos y a su vuelta dijo.

-Haber, ¿por dónde íbamos? Ya... entonces te gusta mi culo...

-Así desde abajo... sí... acércate para verlo más de cerca.

-Eh, ¿esto que es? – Dijo Marta. – Los dos de rollito delante de mí. ¿Y yo qué?

-Acércate tú también, Marta, así podré comparar ambos culitos.

Las dos se acercaron y se volvieron. Marta cogió su falda por la parte inferior trasera y la levantó mostrándome un culo que conocía a la perfección. Toñi hizo lo mismo y se levantó la suya. Tenía delante dos culos que no eran extraordinarios, pero que esa mañana iban a ser para mí sólo.

-Están muy bien los dos, pero para apreciarlos mejor, por favor señoras, harían el favor de ponerlos en pompa.

Marta juntó sus piernas y se inclinó hacia delante mostrándome su culo con una redondez preciosa. Toñi copió los movimientos de su amiga y se puso en igual postura. El de Toñi era más grande, pero se veía más estropeado.

Alargué mis manos y los toqué todo lo que quise. Empezaron a tocarme las dos a la vez. Marta, que estaba a mi derecha me agarró la cara y la volvió hacia ella para besarme y meter su lengua todo lo posible mientras con mi mano le tocaba el culo por debajo de la falda. Toñi llegó hasta nosotros y me acarició el pelo. Me giré para mirarla y también hundió su lengua en mi boca. Al igual que a Marta, con mi mano izquierda busqué por debajo de la falda su culo que acaricié con suavidad para estimularla. Marta al perder mi boca, empezó a tocarme la polla por encima del pantalón. La tenía dura por la excitación de tener aquellas dos hembras para mí sólo.

-Quítate la camiseta Marta y tu Toñi libera tus tetas para que pueda comérmelas.

Las dos se liberaron de su ropa superior. Marta tenía los pezones de punta esperando que se los mamara. Toñi, que tenía las tetas más caídas pero más grandes, las sacó quitándose la camisa. Con la punta de la lengua jugué con un pezón de Marta y a los pocos segundos me giré hacia Toñi y me fijé en sus pezones. La aureola era más grande y de color más claro, pero los pezones eran aún más grandes que los de Marta. No pude resistirme y me lancé como loco a saborearlos.

-Te gustan más las tetas de Toñi que las mías, cabrón.

-No, me gustan las cuatro... pero las de Toñi son una novedad hoy...

Marta se apartó de mí fingiendo estar enojada, cogió un cojín de lo alto de la cama y lo puso delante de mí en el suelo.

-Pues como castigo, te voy a hacer una mamada que sólo vas a desear follar conmigo.

-Castígame todo lo que quieras. – Le respondí.

Me levanté y Marta me quitó los pantalones y los calzoncillos, para sentarme después. Toñi me quitó la camiseta que llevaba y me acarició el pecho para luego jugar con mis pezones. Marta empezó a acariciarme la polla con suavidad y a lamerme el glande. Toñi la miraba y se le hacia la boca agua.

-Yo también quiero castigarlo. – Y se agachó Toñi para compartir con Marta mi polla.

-Esperad, me tumbaré en la cama para que estemos más cómodos.

Las dos estaban de acuerdo con ello. Me puse en medio de la cama boca arriba y mi polla palpitaba deseosa de que se la comieran mis dos hembras. Para subirse en la cama, las dos fueron a quitarse las faldas.

-Parad, no se quitéis las faldas, quitarse sólo las bragas.

-Tenemos un fetichista, Marta. Si lo llego a saber me pongo el uniforme de puta.

-Ya, pero sea como sea, este sale de aquí follado por las dos.

Se quitaron las bragas y Marta preguntó.

-Las quieres, como antes, para olerlas.

-Sí, pero esta vez las oleré poco pues en breve me comeré los dos conejos que tenéis.

Marta me las tiró y las cogí al vuelo. Me las llevé a la nariz y olí el flujo de su coño. Toñi hizo lo mismo y pude oler otro olor distinto al de Marta, aunque los dos indicaban: fóllame.

Cada una se subió a la cama por un lado, como si quisieran que no me escapara. Toñi llegó antes a mi polla y la agarró para acariciarla. Marta, que veía como la otra disfrutaba de mi polla, sacó su lengua y jugó con mi ombligo, deslizándola desde éste y subiendo por mi pecho hasta llegar a mi boca, dándome un beso apasionado. Toñi empezó a jugar con mi glande y su lengua. Acariciaba el frenillo, recorría toda la extensión de mi polla, de arriba abajo, así estuvo unos diez minutos. Durante ese tiempo, Marta me besaba me tocaba por todas partes. Yo abrasado a Marta le tocaba el culo, cogía una de sus tetas y le comía el pezón, le metía los dedos entre las piernas e intentaba masturbarla. Cuando Toñi acabó de castigar mi polla, miró para nosotros y dijo.

-Marta, castígala tú ahora.

-Déjame espacio que voy.

Marta bajo hasta mi polla, empezando a mamarla y a jugar con ella, pero ella me dejó al alcance de mi mano derecha su culo. Al tocárselo, abrió un poco las piernas y lo puso más en pompa para que pudiera acceder a su coño. Y eso hice hasta que en un momento Toñi me dijo.

-Prepárate que te vas a comer un coño, no me defraudes.

Se abrió de piernas y me puso el coño al alcance de mi boca. Con ambas manos se abrió los labios del coño y pude ver su entrada rosada que me atraía para que la comiera. Acerqué mi lengua y empecé por jugar con su clítoris. Dio un pequeño gemido de placer y su clítoris se endureció rápidamente. Marta dejó de mamarme la polla sin dejar de acariciarla, se giró para ver como le comía el coño a su amiga. Le pasaba la lengua por el clítoris, bajaba por su raja hasta la entrada de su vagina, luego volvía a subir. Así estuve hasta que Toñi entre gemidos de placer tuvo su primer orgasmo. Marta que lo había observado, corrió para pedir.

-Ahora yo, quiero que también me lo comas a mí.

-Ven y hagamos un 69, así podéis comerme la polla entre las dos a la vez.

Toñi se levantó y bajó hasta mi polla para jugar con ella. Tenía todo el coño empapado de la corrida que se pegó en mi boca, que también estaba empapada, pero en vez de limpiarme, pensé en mezclar los flujos de ambas cuando comiera el coño de Marta. Empecé a lamerle el coño mientras las dos me mamaban la polla. Una vez una, otra vez la otra. Se turnaban para comer la polla que tanto deseaban y yo mientras le lamía el coño a Marta. Al rato de estar así, mis dos hembras empezaron a quejarse de que necesitaban que las penetrara con mi polla.

-Necesito sentir esta polla en mi coño. – Dijo Toñi.

-Yo también la quiero. – Comentó Marta entre gemidos al correrse por la comida de coño.

-Está bien. Ponerse mirando para la pared a cuatro patas que os voy a complacer.

Las dos botaron a lo unísono y se colocaron como yo les dije. Tenía delante de mí a dos hembras sedientas de sexo. Por sus piernas corría los flujos por la excitación. Entonces pregunté.

-¿Quién será la primera?

-Déjame a mí, Marta, que tú ya lo has probado antes.

Marta accedió a que follara antes a su amiga, pero puntualizó.

-Fóllatela antes, pero alterna rápido conmigo que necesito tu polla también.

Me coloqué detrás de Toñi, le levanté la falda para dejar al descubierto su culo. Le moví las piernas para ajustar su altura a la que estaba mi polla. Acaricié sus nalgas y bajé la mano buscando su coño. Metí mis dedos y comprobé que estaba totalmente mojada.

-Guía mi polla hasta tu entrada, por favor. – Le pedí.

La cogió por debajo de su coño y la acercó a la entrada de su vagina. La agarré por las caderas y pregunté – ya está situada – respondiéndome con un “sí”, mezcla de placer y desesperación. La sujete fuerte por la cintura y de un buen empujón se la metí de golpe hasta el fondo. Ella lanzó un grito de placer que hizo que Marta se arrodillara al lado para ver mejor hasta donde le había entrado la polla.

-Guau, no te ha metido lo huevos por poco.

Empecé a metérsela y sacársela, mientras que Toñi gemía de placer. Marta de rodilla al lado nos miraba y se tocaba su coño.

-Yo me aburro, quiero que me la metas a mí también.

-Si te aburres, cómele las tetas a tu amiga. – Le dije casi sin pensarlo.

Marta se inclinó adelante y empezó a manosear las tetas de su amiga. Ésta giró la cabeza hacia Marta y la atrajo hacia ella. Empezaron a comerse la boca y eso hizo que me pusiera a penetrarla con más ímpetu.

-No sabía que fueseis bisexuales. – Dije.

-No lo somos. Sólo nos damos placer mutuamente de vez en cuando, cuando ya no podemos más. Mi marido es un muermo en la cama y la de esta siempre está viajando. – Dijo Marta. Toñi no podía hablar, se dedicaba a gemir.

-Ven Marta. Súbete encima de Toñi en la misma postura que tiene ella. – Toñi protestó cuando le saqué la polla del coño.

Marta se subió, la moví para que ambos culos quedaran en la misma posición.

-¿Te pesa Marta? – Le pregunté a Toñi.

-No. ¿Qué coño vas a hacer?

-Los dos, voy a hacer con los dos.

Le dije a Marta que se agarrara el culo y lo abriera para tener mejor acceso a su coño. Lo abrió un poco. Veía perfectamente su coño. Agarré mi polla y la llevé hasta el coño de Marta. La empecé a penetrar. Cuando le había dado unas cuantas envestidas, se la saqué, y ella protestó. – Espera, putita mía. – Y fui al coño de Toñi y empecé a follarla a ella mientras le metía un dedo en el de Marta. Tras varias penetraciones, volví al coño de Marta. Así estuve follándomelas por no se cuanto tiempo. Hasta que con la situación y las penetraciones mi polla empezó a protestar para correrse.

-Cambiemos. – Les dije cuando menos se lo esperaban.

-¿Qué pasa? – Dijo Toñi.

-Que me voy a correr como sigua follando esos coños con la visión de vuestros culos.

Rieron y se incorporaron. Me tumbé en medio de la cama y les pregunté.

-¿Qué queréis hacer ahora? – Pregunté.

-Para que no se corra aún nuestro macho, ¿qué te parece si nos magreamos tú y yo delante de él, Marta?

-Me parece estupendo. Apártate a un lado, que vamos a jugar las dos.

Me aparté. Marta y Toñi empezaron a comerse la boca, a tocarse las tetas y los coños mutuamente. Yo disfrutaba del espectáculo. Luego, Toñi se tumbó boca arriba en medio de la cama. Marta se colocó encima para hacer un 69 y empezaron a comerse los coños la una a la otra. Al cabo de tres minutos no podía más.

-Al carajo, si me corro, pues me corro. – Dije y me incorporé.

Me coloqué de rodillas detrás de Marta que era la que estaba encima. Me acerqué a ella y podía ver la cara de Toñi que disfrutaba comiéndole el coño. Acerqué la polla al culo de Marta y Toñi, muy amable la cogió con la mano y la apuntó a la vagina de Marta. La agarré por la cintura y de un empujón aún más fuerte del que le di a Toñi antes, se la clave con toda la fuerza que pude. La polla entró sin ninguna dificultad, pues el coño de Marta estaba totalmente mojado. Marta dio un gran gemido de placer.

-Toñi, ¿ha entrado los huevos esta vez? – Pregunté para burlarme de Marta.

-No, pero mira por delante haber si le ha salido por la boca. ¡Que empujón mas bestia! – Comentó Toñi.

Empecé a metérsela y sacársela rápido para darle a Marta todo el gusto posible. Ella sólo gemía y pedía que le diera más. Hasta que en un momento Marta levantó la cabeza y en un grito que se escuchó en toda la casa dijo.

-¡Me corro!

-Córrete puta mía. – Y aumentaba la velocidad de mi follada.

Marta se derrumbó encima de Toñi por el placer y le di dos o tres embestidas más para mantenerle el placer. Se quitó de encima de Toñi y se acostó a lado.

-No puedo más... me rindo... que gusto.... – Marta quedó fuera de juego.

Ahora me quedaba sólo Toñi. Para ella tenía preparado una cabalgada. Con ese par de tetas, tenía que ser impresionante follarla.

-Ven, Toñi. Móntame y cabálgame como una buena amazona.

Me tumbé boca arriba. Toñi abrió las piernas sobre mí. Agarró la polla y la acercó hasta su coño y de golpe se sentó para clavársela hasta el fondo. Yo me tensé y ella alzó la cabeza hacia arriba por el placer. Mi mano izquierda la lleve hasta su culo y lo toqué, estrujándolo, magreándolo, siguiendo el ritmo de subida y bajada de su follada. La derecha la puse en sus tetas. Dos tetas enormes que se balanceaban al ritmo de las penetraciones. Cogí la derecha y empecé a mamarla con devoción, y ella lo agradeció con un gemido de placer.

-Mámame, cómetela toda... ¡que gusto más bueno! Sigue follándome... me corro...

Esas fueron las palabras que yo esperaba. “Me corro”. Al oír esto puse las dos manos en su culo y se lo paré. Ella protestó por aquello, pero acto seguido empecé a metérsela y sacársela a toda velocidad. Ella me clavo las uñas de placer y empezó a gemir a cada metida de polla que le daba.

-¡Me corro, me corro! – Gritaba como una loca. - ¡Sigue follándome! – Insistía.

Cuando ya estaba a punto de alcanzar el orgasmo, le supliqué.

-¿Puedo correrme dentro de ti?

-Hazlo, y me volverás loca, cabrón.

Seguí follándola a la misma velocidad, excitado por la posibilidad de correrme dentro de su coño. A los pocos minutos ella empezaba a jadear de placer, emitiendo unos gemidos que se escuchaban en todo el barrio.

-Me estoy corriendo. – Indicó

-Pues ahí va mi leche.

Le descargué todo mi esperma en su coño, haciendo que nuestros orgasmos se unieran al final. Se echó hacia mí para descansar y sentíamos como mi polla daba los últimos espasmos dentro de su coño, soltando lo poco de leche que le quedaba. Marta nos miraba y se arrodillo al lado nuestro.

-¡Joder, como habéis follado! Déjame que te limpie la polla.

La cogió, la sacó del coño de Toñi y empezó a lamerla para comerse la poca leche que podía quedar. Toñi se tumbó a un lado y Marta mientras lamía la polla le dijo.

-¡So puta! Viniste esta mañana a mi casa por leche y ahora te la has llevado toda en tu coño.

-La verdad es que me gusta compartir la leche con mis vecinas. – Dijo Toñi.

Después de descansar algún tiempo nos duchamos, nos vestimos y cada uno se fue para su casa.

-Adiós, Toñi, nos vemos otro día. – Le dije.

-Con esa forma de follar... seguro. Marta, organiza otro encuentro de los tres... ya te pediré algo.

-Con lo puta que eres, seguro que ya no comprarás nada.

Me besaron las dos y nos separamos.