Compartiendo familia
Demián se integra poco a poco en el entorno familiar de su novia, conviviendo con su cuñadita y las tetas de su suegra
No sabía cómo comenzar, pero aquí dejo mi primer escrito.
Saludos pajeros!
Todo comenzó el verano en el que la cuarentena se volvió aún más estricta, la pandemia que asolaba era incontenible. Pese a las contrariedades y el golpe económico, las autoridades decretaron toques de queda y salidas restringidas de casa. Todo un caos bastante conocido ya por todos.
Por cuestiones que no vienen al caso, en una sucesión de eventos desafortunados para mí, me encontraba sin un lugar dónde vivir, pase unos días con un amigo que vivía con su pareja, pero con el tiempo notaba la incomodidad, hasta que en una ocasión mi novia Valentina sugirió que podría quedarme en su casa. Si bien ella no vivía sola, su madre y su hermana gustaban de mí; teníamos buena relación.
Con algo de corte accedi, acordarnos que solo sería un tiempo y que si en algún momento ella notaba alguna molestia de su hermana o mamá, me lo diría, yo no quería causar ningún conflicto.
A partir de ahí todo sucedió de lo más natural, desde el primer día fui bien recibido, aunque me sentía algo abochornado por la atención. La mamá de Vale es del tipo de señora muy servicial y amable, muy atenta en hacer sentir a los invitados cómo en casa, y en esta ocasión era yo el centro de atención. La cuestión es que siempre he sido muy penoso, y si bien ya había tenido trato con la señora Leticia, nunca tan personal, ni tan cercano…
- Que pasa Demi, te noto muy penoso cariño, si quieres más, te puedo servir
Estábamos sentados en la mesa comiendo, Valentina a mi izquierda y doña Leticia a mi derecha, en la cabecera de la mesa.
No señora, así estoy bien. En verdad, si como mucho después no podré dormir
Señora! Mira tú! si ya te he dicho que me llames por mi nombre, si ya nos vamos a ver las caras todos los días más vale que me vayas perdiendo un poco el respeto- espeto una ligera carcajada por su ocurrencia, a mi lado Vale protestó
Ay mamá! Que te pasa, como dices esoo
Alicia entorno su labios en una sonrisa socarrona y se levantó de la mesa para recojer los platos sucios, en ese momento se inclinó en mi dirección un segundo para recoger mi plato. Al hacer esto de manera inconsciente fije mi mirada en su escote, bastó ese segundo para que mi excitación se hiciera presente al observar una gotita de sudor resbalar en el canalillo de su escote, quede embelesado por un momento, hasta ese momento no había reparado en lo grandes que eran la tetas de mi suegra, nunca la había visto con morbo. ¿O si?
La tarde transcurrió normal, estuvimos platicando un rato en la sala y vimos una peli, en todo ese tiempo yo miraba discretamente las tetas de mi suegra cada que podía, no podía dejar de pensar en aquella hembra madura que tenía enfrente. Pronto, no solo sus prominentes pechos atrajeron mi atención sino también esas anchas caderas enfundadas en una ceñida falda larga que también enmarcaba sus nalgas. No podía dejar de lado el pensamiento de que iba a compartir techo con ese mujerón.
Llegada la noche Valentina y yo nos fuimos a acostar a la recámara. Yo estaba muy caliente puesto que debido a las circunstancias llevábamos unas semanas sin haber tenido sexo, y como se nos presentaba la oportunidad por dormir ese y los días siguientes en su cuarto, esperaba esa noche tener algo de acción. Ya acostados le hacía cariños y caricias suaves a mi novia, seguíamos comentando la película mientras yo arrimaba mi pene a sus nalgas.
- ¿Alguien anda calentito no?- exclamó Vale con una sonrisa coqueta en sus labios
Cómo respuesta me acerque a su cuello y comencé a besarlo, así en cucharita como estábamos, meneaba mi pene lentamente en su culo, mientras que mi mano libre sobaba una de sus tetas. La excitación de Vale comenzó a hacerse presente y escuchaba su respiración agitada; me la comía a besos y mi palma pasaba de amasar una teta a la otra por sobre su blusa.
- Me pones muy caliente, mi amor -susurré en su oído mientras bajaba mi mano a su entrepierna.
Me pareció escucharla murmurar un "ahorita no" pero mi excitación no cesaba, metí mi mano por dentro de sus bragas y justo cuando comenzaba a recorrer con la llema de mis dedos sus labios vaginales, escuchamos el rechinar de la puerta del cuarto abriéndose. Solo alcance a sacar mi mano de dónde la tenía, cuando entró Karina nos encontró aún semi abrazados y con mi erección pegada en la cola de su hermana.
¡Ay! ¡Perdón! Se me olvidó por completo- se disculpó Karina mientras un rubor se hacía presente en sus mejillas.
Pero ya entraste ¿Que pasó?- cuestionó Vale, ya que su hermana hizo ademán de regresar por dónde venía, completamente apenada.
Resultó no ser nada, Karina solo había entrado para quejarse de una disputa tonta que había tenido con su mamá sobre a quién le tocaba lavar la ropa. Sin embargo su intromisión se alargó más tiempo debido a que se sentó en el borde de la cama, a un lado de nuestros pies y comenzó a platicar de otra cosas con Valentina. Nuevamente la oportunidad de follar se había esfumado, pero mi erección no, ahí seguía. Y no porque siguiera presionando la cola de mi novia; porque ya nos habíamos separado y tapado con la sábana, sino porque Karina que estaba sentada frente a nosotros, lucía una delgada blusa de tirantes color azul en la que se marcaban sus pezones y la silueta de sus pechos y un pantalón de pijama de lana. Nunca la había visto así, no llevaba sujetador y tampoco parecía importarle, normal puesto que está era su casa y en esta vivían solo mujeres, recordé que Valentina me había contado que a su hermana le gustaba ir por la casa en bragas y sin más, no es que ella y su madre no lo hicieran, solo que eran un poco más pudorosas; quizá Kari no se había olvidado del todo que yo estaba en casa. Imaginar a Karina andando por la casa en bragas me ponía aún más tiesa la tranca, más teniéndola ahí enfrente de nosotros, con su cabello castaño que caía ondulado en sus desnudos hombros, su piel es blanca como la de mi Vale, ojos color miel bastante claros, labios pequeños y una nariz en punta algo ancha que da a su rostro una belleza particular. A sus diecisiete años Karina se estaba convirtiendo en una mujer que todo hombre quisiera complacer y poseer, su carita de niña ocultaba un carácter fuerte y una mente tenaz. A diferencia de Alicia, con mi cuñada si que había tenido más de un pensamiento morboso, en los dos años de relación con mi novia había visto a su hermanita madurar su figura, sus tetas habían crecido lo suficiente para contar con un escote pronunciado y seductor pero no tan exhuberante como el de su madre. Ninguna de las hermanas había heredado las tremendas mamas de su progenitora. Por el contrario, mi Vale tenía unos senos "petit" tan apetecibles para mí como un melocotón, en comparación con ella, mi cuñada si que tenía sus pechos más grandes, pero por sobre ellas, Alicia mi suegra con sus enormes lolas se coronaba en el podio de mis pajas mentales estereotipicas.
En algún punto de esa plática intrusiva y mis divagaciones mentales, aún mirando las tetas a Karina pero con más cansancio y sensación de derrota por nuevamente no follar, mi erección bajó y yo me quedé dormido.
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La primer semana de mi estadía en casa de mi novia pasó, ciertas situaciones incómodas se habían presentado, tomando en cuenta que era un hombre viviendo en una casa en donde viven tres mujeres solas todo el tiempo, sumado a la cuarentena en la que las salidas de casa eran limitadas, todo se había mantenido dentro de lo esperado normal. Aunque normal no era que en una semana durmiendo en la misma cama que mi novia no hubiéramos podido follar, esto debido a su periodo y también porque le daba pena que nos llegasen a escuchar, puesto que solemos ser algo ruidosos, aunque esto para mí no tenía mayor importancia, por el contrario a mí me calentaba la idea de que mi suegra escuchara los gemidos de su hija mientras yo le daba placer, porque cuando Valentina disfrutaba no tenía pudor alguno y gemía como gata en celo, esto ella lo tenía bien en claro y sabía que si empezábamos a follar, tanto su hermanita como su mamá nos escucharían. La cuarentena se había vuelto total, abstinencia incluída…
En esos primeros días aprovechaba la ducha para desahogar mi calentura, puesto que la mayor parte del día tenía mi pene erecto, mi lívido estaba por las nubes todo el tiempo y las culpables de está situación eran las tres hermosas hembras con las que compartía techo.
Una mañana me levanté más temprano de lo normal, pensé en despertar a Vale con caricias para incitarla a follar, pero esto no había surtido efecto los días pasados así que desistí. Salí del cuarto y caminé a la cocina, apenas llegar me lleve tremenda sorpresa al ver a mi cuñada reclinada buscando algo en el refrigerador. Fue apenas un momento en el que me olvide de respirar, me quedé embelesado mirando la cola casi en pompa de Karina que únicamente llevaba unas bragas color verde agua que se comenzaban a meter entre sus nalgas y remarcaban el contorno de sus labios vaginales por detrás. Fue apenas un momento, pero me bastó para escanear la totalidad de su retaguardia y archivarla en mis imágenes mentales. A fin de que no me sorprendiera, saludé con un "buenos días" justo antes de que se incorpórase para no quedar como un mirón.
¡Ay! Buenos días, me espantaste- dijo girándose
¿Te levantas a esta hora o también te caíste de la cama?- cuestioné en broma
Jajaja ¿Tu te caíste o te tiro mi hermana?- me devolvió la sonrisa - Es una salvaje durmiendo.
Es verdad jajaja es una salvaje en la cama.- A lo que respondió de inmediato riendo
Aaa bueno eso yo no lo sé jajaja
Los dos nos reímos de la ocurrencia, ella seguía de pie junto al refrigerador, tenía en la mano un yogurt bebible, me resistí a bajar la mirada y ella quizá lo noto en mis ojos, de repente se dio cuenta de que estaba frente a mi en bragas he hizo el típico ademán para cubrir su parte íntima bajando su mano libre, inmediatamente vi el rubor mostrarse en sus mejillas y sus ojos abrirse como platos por la sorpresa, inevitablemente baje la mirada un segundo a su entrepierna y volví a mirar sus ojos, quiso decir algo pero la interrumpi.
Disculpa, no me había dado cuenta- dije mientras hacía una mueca con mis labios como si hubiera "metido la pata" - pero si es por mi no deberías preocuparte, esta es tu casa, eres libre de andar en bragas, no quisiera causar más molestias de las que ya provoco.
Noo, no es eso- dijo esto mientras rápidamente dio un par de pasos hacia atrás, para cubrirse con la barra del desayunador- es solo que es temprano y no pensé que hubiera alguien despierto ya.
Mm no quiero ser indiscreto, pero Vale me ha contado que a ti te gusta andar ligera en casa- nuevamente baje mi vista un segundo
¿Acaso sus pezones estan erectos?
Vestía un blusa de manga larga color gris que le quedaba un poco chica, sin sujetador se adivinaban a la perfección sus senos y esos pezones claramente erectos. Para no tensar más la situación, continúe diciendo.
- No te culpo, yo también ando así cuando puedo, incluso si estoy solo ni siquiera me pongo ropa- sonreí y ella me devolvió el gesto- pero bueno yo solo venía por agua, veré si hay algo bueno a esta hora en la TV.
Caminé hacia donde estaba ella para tomar un vaso de la alacena, en ningún momento volteé mi mirada hacia ella, me serví agua y antes de ir hacia la sala recordé que hace algunos días, el calor había estado insoportable, por lo que se me ocurrió decir al aire mientras me iba.
- La próxima vez que haga calor como el otro día, seré yo quién ande en calzones. No deberíamos preocuparnos, somos casi familia
La verdad es que no había nada bueno para ver en la TV y yo solo seguía pensando en las imágenes mentales de mi cuñada en mi cabeza, su colita en pompa con las bragas ligeramente metidas en su rajita y sus pezones erectos incitando a besarlos. Me aburrí de estar ahí sentado y regrese al cuarto con Valentina, quien parecía acabar de abrir los ojos. Me acosté junto a ella y le di un par de besos en la mejilla, la abracé y dormimos un rato más. Al rato, ya que los dos estábamos despiertos pero aún acostados en la cama se me salio contarle que había visto a Karina en bragas y me preguntó qué reacción había tendido ella, le conté tal cual como sucedió todo (morbosidad de lado, claro), se lo tomó a gracia y riendo me dijo.
¡Seguro tú! con lo penoso que eres no creo que vayas por ahí andando en calzones JA-JA-JA- su tonito me molesto un poco, claro que podría ¿O no?
Bueno, si me daría pena seguro, pero eso al principio. Como le dije a ella, somos casi familia. Pero claro, si supiera que no les molesta a ellas o a ti que yo ande así- respondí.
Molestar no creo ¿Pero de verdad lo estás pensando?- aún reía y continúo- ¿Andarias tan campante tú por la casa enseñando el paquetote? Te verían mi mamá y Karina
¿Y que? No creo que sea la primera vez que vean uno ¿O qué, crees que se les antojaría?- le dije en tono jocoso, también riendo
Baboso, claro que no- y me pego un manotazo débil en la costilla- además ¿Tú cómo sabes si mi hermanita ya ha visto un paquete antes?
Pues como el mío no creo- dije con orgullo. A lo que respondió con un golpe más fuerte.
Que graciosito eres Demián- la sonrisa seguía ahí, pero oculta con una mueca de reproche.
Yo solo digo que si ya estamos todos encerrados aquí y hay confianza, al menos en los días de calor, podría suceder.- dije para zanjar el asunto, pero para ella no fue así y continuo, ya no había sonrisa.
Lo que yo creo es que tú quieres andarle viendo la cola a mi hermanita y además en panty -dijo con seriedad, seguiamos acostados pero ella volteaba la mirada hacia mí con una ceja levantada.
Titubee un momento, era posible que esta inocente conversación se convirtiera en otra cosa, una pelea. Y era terreno peligroso, puesto que hablábamos ni más ni menos que de su hermanita pequeña.
Las escenas de celos no eran algo común en nuestra relación, era algo más bien escaso. Yo no me considero una persona celosa y se que Valentina tampoco, pero sobre todo porque nos teníamos mucha confianza y desde el principio siempre fuimos honestos en todo, en la medida de lo posible. Valentina era lo que llamaría el amor de mi vida, aunque nunca lo había expresado así y ella tampoco; encajabamos perfecto en todo ámbito, tanto personal como sexual. Teníamos muchas ideas afines y otras no tanto, pero siempre buscamos un punto medio para entendernos, complementarnos. Ella me conoce y sabe que en la intimidad soy un calentón bien hecho, sabe lo que me enciende y conoce algunas de mis fantasías más bizarras o morbosas, sin embargo de estas, pocas se han llevado a la realidad.
El caso es que ahora ella estaba suponiendo (con total certeza) que yo solo quería verle las bragas a su hermana, o lo que implicitamente es igual, que me había puesto cachondo al vérselas por la mañana y que quería verselas otra vez.
- Pues que te digo, cariño. Al parecer me conoces mejor que yo. Lo que le dije a tu hermana es verdad y no se lo dije con dobles intenciones, pienso que está en su derecho de sentirse cómoda en su casa- Valentina abrió la boca para interrumpirme, pero no la dejé- Pero no te puedo negar que cuando la vi así me calentó un poco, como pasaría con cualquier chica en bragas que se me pusiera enfrente. Esto no significa que yo aproveche cada oportunidad para andar mirando, porque eso sí que sería incómodo, incorrecto y deleznable.
Ser honestos en la medida de lo posible… a veces me avergüenzo de mi mismo
Valentina me miró inquisitiva aún con la ceja levantada durante un tiempo que se me hizo eterno, quise leer su mente pero me fue imposible. Sostuve su mirada, en mi rostro quise reflejar serenidad, en cierta medida le había dicho la verdad, no me sentía culpable de nada, pero no quería que esto trascendiera a otra cosa, además tampoco era una situación que yo hubiera buscado, entonces esperé.
Lo reconoces, bien. Si no lo hacías me hubiera enojado - su mirada en mí era penetrante- porque eres un mirón morboso y te gusta andar viéndoles el culo a otras tipas ¿O crees que no me doy cuenta?
Bueno, trato de no hacerlo muy obvio- interrumpí tontamente- ¿pero ya habíamos hablado de esto no?
¡Si! No me importa que mires a otras, tú estás conmigo, pero ahora hablamos de mi hermanita. Y también de mi mamá
¿Qué? Y tú mamá ¿por qué?
Solo cállate imbécil...
Ahora si que se veía enojada, sus ojos me fulminaron. Seguíamos recostados en la cama, yo con el cuerpo boca arriba y ella de costado; entonces de un momento a otro se incorporó quedando sentada junto a mí y agarró de lleno mi pene que se ocultaba morcillon bajo el short que vestía. Sentí su mano izquierda apretar cómo tenaza desde el escroto y parte del flácido falo, fue un movimiento tan súbito que no hice movimiento alguno por temor a que presionará más fuerte.
- ¡¿Te creés que no me doy cuenta de cómo babeas con las tetas de mi mamá?!
Su mirada me acusaba con los ojos entrecerrados, la presión de su mano era fuerte pero no lo suficiente para ser insoportable, yo seguía mudo de la impresión de su arranque, pero lo que dijo me dejó frío, poco puedo describir la sensación que me embargo al escucharla dejándome en evidencia.
- Te puedo comprender y dejar pasar muchas cosas Demián, pero ¡No! Que me mientas.- mientras decía esto, su tenaza se cerraba con más fuerza presionando mis testículos, comprendí que tenía que hablar o corria el riesgo de ser castrado.
- ¡Esta bien, está bien, está bien! Lo admito, pero ya no aprietes más
Aflojó un poco sus dedos dando alivió a mis huevitos,el dolor dolor era soportable pero constante. De alguna esto me excito, quizá no conscientemente, pero mi pene empezaba a crecer en tamaño y sentirse más presionado por la palma de mi novia. Continúe hablando esperando que me soltara o tendría pronto una erección mayor bajo su agarre.
- Es algo involuntario ¿Si? Pero es verdad, a veces me quedo viendo el escote de tu mamá. Si te soy sincero hasta que empecé a vivir aquí no había notado…pero no quiero que esto sea un problema si es necesario yo
- ¿Que? ¿Intentaras dejarlo de hacer? ¿O tu solución sería irte de aquí y dejar de convivir con ellas? - me interrumpió, había aflojado más su palma, mi bulto empezaba a crecer en tamaño- si mira como te estás poniendo niño
Las facciones de su rostro habían cambiado, no había enojo quizá, pero estaba sería
- Te conozco cabrón. No me enoja que las veas, a mi mamá o a mi hermana o a quien sea, no te confundas. Pero "esto" hace que pierdas la cabeza y quiero que te quede claro que Soy Yo quien la mantiene en su lugar.
No entendía nada, me miraba con seriedad, se hizo un silencio después de que ella dijera esto y nos mirábamos directo a los ojos, un par de segundos después pude ver cómo finamente se dibuja una sonrisa en la comisura de sus labios, como si algo de todo esto le hubiera causado gracia. En mi cabeza había mil dudas junto con disculpas o excusas esperando ser dichas para tratar de remediar esta situación, pero sus palabras me habían nuevamente dejado sin palabras.
Primero la sonrisa en sus labios, pero después soltó el agarre de su mano en mi bulto y con un solo movimiento sujeto mi short con todo y boxer y lo bajó lo suficiente para liberar mi garrote que se alzaba firme y venoso, ella lo miró con una lujuria en sus ojos que no estaba ahí apenas unos segundos atrás, con su mano izquierda volvió a apretar con fuerza mi saco genital e inmediatamente bajó a meterse toda mi verga en su boca, la metió hasta el fondo de su garganta y se quedó ahí un momento, para después alzar su cabeza y volver a bajar hasta el fondo, repitió esta acción un par de veces más mientras con su mano izquierda apretaba levemente mi escroto, yo estaba inmovil sin entender nada viendo como tenia leves arcadas cuando mi pene llegaba hasta su garganta.
Esto se sentía más que bien, pronto comenzó a comermela en toda regla, su cabeza subía y bajaba con movimientos constantes, mi glande rozaba con su lengua que se movia dentro de su boca.
Estuvo un largo rato chupandomela, yo solo me deje hacer sin decir ni hacer nada, la sensación de placer era mayor después del tiempo de "solo pajas". Con la lujuria en sus ojos saco mi pene de su boca y beso la punta con sus húmedos labios.
Que ganas tenía de está polla
¿Y no tienes ganas de montar?- le dije sugerente
Yo quería más y este era el momento, no tenía idea de que era lo que pasaba por la mente de Valentina, pero lo tenía que aprovechar.
Rápidamente me terminé de quitar el short, mi novia lo pensó un momento pero finalmente se decidió, se levantó de la cama para quitarse el pijama y quedar semidesnuda, con su ligera blusa de tirantes y nada más. Se subió a horcajadas sobre mí, que aún seguía acostado, con mi estaca babosa que se mantenía rígida, triunfante. Con las llemas de su mano izquierda masajeo de forma circular su clítoris, mientras con la derecha sujetó mi miembro y dirigió el glande justo a la entrada de su conchita que se encontraba inundada en flujo. Y se clavo, dejó caer su cuerpo por completo, sentí como toda la longitud de mi miembro se iba abriendo camino a través de su cueva caliente y húmeda, ella soltó un bufido al clavarse y su cara mostró algo de dolor, esto no era normal, regularmente tenía que dilatar bien su cavidad para que pudiera entrar por completo mi aparato, sin embargo ella continuó la faena, después de empalarse comenzó a mover su cadera rítmicamente, primero de enfrente hacia atrás, luego se alzaba y se dejaba caer. Sus manos en mis hombros le servían de apoyo, su rostro era de gozo mientras me cabalgaba, no decía nada y tampoco yo, solo jadeabamos por lo bajo. Cuando note que su ritmo bajaba comencé a ayudar con movimientos de mi pelvis, cuándo ella subía yo bajaba dejando solo la punta de mi glande coronada por su vagina y cuándo ella bajaba yo subía con firmeza y la ensartaba todo el rabo.
- Quiero que me cojas papi, dame fuerte
Sus palabras me enloquecieron, comencé a acelerar los movimientos de mi pelvis, salía casi por completo y la metía hasta la mitad, ella empezaba a sentir más placer, la veía sobre mi gimiendo, ya no se podía sostener levantada y recargo su cuerpo sobre el mío, mientras yo ya la tenía sujeta de la cintura y no paraba de clavarla a buena velocidad. Ella hundió su rostro en mi cuello ahogando un gritito, escucharla gemir hizo que todo mi cuerpo se erizara de placer y me volví loco metiendo y sacando con toda la intensidad de la que era capaz mientras con mis manos sujetaba sus nalgas abriendolas para lograr un penetración total. Fue entonces cuándo sentí cómo sus paredes vaginales se contraian haciendo que la fricción con mi pene fuera mayor, ella seguía pegada a mi cuello ahogando sin mucho éxito sus gemidos que comenzaban a ser más fuertes pues estaba llegando al orgasmo, en ese momento intentó liberarse de mí, no se lo permití, entrecruce mis brazos por detrás de ella y mi agarra en sus nalgas fue más fuerte, se las estruje jalando hacia abajo clavando mi pene.
Ella no aguantaba, quería salir y se retorcía entre mis brazos haciendo fuerza mientras yo la sujetaba firmemente y la penetraba sin piedad, en un punto de esta batalla ella perdió todas sus fuerzas y se rindió por completo dejando caer todo su peso sobre mi mientras berreaba de placer. Lentamente fui disminuyendo la velocidad, hasta que pare por completo, saque mi pene de su húmeda y dilatada vagina y coloque su cuerpo a un lado del mio, sus ojos estaban cerrados y su cara roja jadeante de placer.
Valentina aún tenía espasmos que recorrían la totalidad de su cuerpo, me recosté de lado mirándola y me pegue a su cuerpo sensible, apenas tocarla bastó para que otra ola de placer la embargara, me acerque a su rostro y bese su cachete, su cuello, su hombro, todo lo que estába al alcance de mis labios fue besado, lamí con suavidad el lóbulo de su oreja izquierda mientras con mi mano derecha también acariciaba su otra oreja. Estuve un rato más haciendo caricias cariñosas a su cuerpo aún sensible, dejando que se recuperara. Para mi en ese momento no había otra cosa en mente que seguir follando a mi chica. Estábamos recostados de lado los dos, de cucharita mi erección se pegaba a sus nalgas.
¿Crees que hayamos hecho mucho ruido?- preguntó Valentina, sin notar que yo me había posicionado de la manera justa para clavar mi estáca en su concha nuevamente.
No lo sé, pero vamos a comprobarlo- sin esperar respuesta alguna clave mi miembro desde atrás solo metiendo hasta la mitad
¡Ay no! Ayy salvajee- gimió intentando zafarse, pero la clave más profundo sujetando su su cadera y jalando hacia atrás
Comencé el movimiento de mete y saca, embistiendo con fuerza al momento de clavarla hasta el fondo y chocar fuerte contra sus nalgas, ella cedió y se dejó hacer mientras jadeaba de placer
- Eres un cabron Demián- gimoteo- que rico se siente mi amor
Ahora era ella quien empujaba hacia atrás buscando la máxima penetración, con mi mano derecha comencé a sobar sus senos y dar suaves pellizcos a sus pezones. Así estuvimos un rato más mientras sus jadeos se hacían más intensos, con seguridad ya nos habrían escuchado, pero eso ya no importaba. Entonces decidí cambiar de postura y empuje su cuerpo hacia adelante, quedando ella boca abajo y como una perrita obediente levantó su colita ofreciéndome su concha mojada que yo clave de un solo empujón ocasionando que un sollozó de placer de mi hembra se escuchara seguramente hasta la calle.
- ¡Asi! ¡Cógeme así papi!- gritaba entre gemidos de perra mientras le clavaba mi verga hasta el fondo desde atrás.
Mi estaca entraba y salía de su cremoso coño y a cada embestida el sonido de "chopf, chopf, chopf" se hacía más sonoro mientras mis huevos chocaban en toda su raja, sentía los espasmos de sus paredes vaginales que rozaban y presionaban mi gruesa verga. En ese intenso frenesí de mete y saca; con mi respiración jadeante y los sollozos de Valentina de fondo, la sensación de llegar al punto de no retorno me embargo y me corrí con intensidad jadeante soltando chorros de esperma en todo su interior, ella al sentir los chorros de leche comenzó empujarme con su cola, moviéndose de adelante hacia atrás en un vaivén lechoso buscando un nuevo y último orgasmo que llegó de inmediato haciendo que se convulsionase placenteramente debajo de mí.
Saque despacio mi pene lleno de flujos y semen de su interior, en el que inmediatamente comenzó a salir una cantidad considerable de líquido blanco y espeso. Me recosté junto a ella que aún seguía boca abajo, tardó un momento en recomponerse y girarse para recargar su cuerpo junto al mío, quedando su cabeza entre mi pecho y mi hombro, y su pierna izquierda subida sobre mi lo que dejó su conchita caliente sobre mi muslo. Nos quedamos así, satisfechos y en silencio, dándonos mimos y caricias sin caer aún en la cuenta de todo el ruido que habíamos hecho en plena mañana…
Ahora escribo lo que siguio después de eso, sucedió bastante esos días
Estoy abierto a críticas, aunque no soporto imbéciles.
Los leo