Compartiendo cama con mi tía

En un verano voy a casa de mi abuela y tengo que dormir en la misma cama que mi joven tía. Me la follo con ganas.

Diremos que mi nombre es Cuqui, ya que mi tía María siempre me ha llamado así. Este verano pasado tenía 18 años y mi tía 29. Estoy bastante bien, las chicas me dicen que soy muy guapo con mis ojos marrones y mi pelo castaño casi rubio. Soy deportista, así que tengo buena forma.

Muchos veranos me había quedado en casa de mi abuela y siempre dormía con mi tía Marina, que era muy joven y me cuidaba como a un hermanito. Ya hacía unos años que no me quedaba allí, por lo que cuando fui este verano nunca pensé que ella estaría allí y dormiríamos en la misma cama como siempre.

Mi abuela me dio un abrazo al llegar y me dijo que llevara las cosas al cuarto y despertara a mi tía. Al entrar, ella estaba dormida y destapada bocarriba. Dormía en un top de tirante sin sujetador y unas bragas pequeñas. Se le marcaban los pezones. Debo decir que ella está tremenda. Es menuda, con un culo redondo y duro. Sus tetas son medianas, pero bien puestas. Cuando va con camisetas sin sujetador casi ni se caen. De cara es muy bonita, tiene el pelo de un color parecido al mío y su sonrisa es entre irónica y de guarrilla. En cuanto la vi, la polla se me puso morcillona. Hice lo de siempre al verla: lanzarme sobre la cama a darle besos.

Aunque esta vez lo que quería era meterle mano sin que se notara mucho. Me puse sobre ella y le empecé a dar besos por la cara y el cuello. Alguno le cayó en la boca y alguno me acerrcó mucho a sus tetas. Sí que procuré apretarme bien para notar sus tetas y que notara mi buena polla. Ella se despertó riendo y con abrazos, como siempre.

-Cuqui, ¡que estás demasiado grande para tirarte así!

-Es que me alegro mucho de verta, Mar.

-Yo también, pero vaya manera de despertarse.

Sin darme tiempo, se giró y me puso debajo. Me agarró de las muñecas y empezó a darme besos a mí. Aunque no eran nada calientes, yo empecé a empalmarme de verdad debajo de su coñito. Ella lo notó y, por un momento, se le puso cara de puta. Aunque se movió intentando notar todo el paquete, rápidamente se bajó de la cama.

-Va, deja que me cambie y vamos a desayunar.

-Ya he desayunado.

-Pues desayunas de nuevo, que estás creciendo - respondió riendo.

Cuando salió, llevaba una blusa escotada con sujetador y unos tejanos. No dejé de mirarle las tetas en el escote y ella lo disfrutaba. Se notaba que era un poco calientapollas y le gustaba poner cachondo a su sobrinito. El resto del día lo pasamos dando unas vueltas por el pueblo, viendo a gente o tomando un helado. Yo quería ir a la piscina a verla con menos ropa y seguir arrimándome, pero me dijo que mejor otro día.

Al volver a casa de la abuela estuvimos hasta tarde charlando con ella. Un poco de todo, aunque muchas preguntas sobre novias. Mi tía se moría de ganas de preguntarme por el sexo, pero no lo iba a hacer delante de la abuela. Cuando nos mandó a la cama, ninguno de los dos teníamos todavía sueño, así que seguimos charlando un buen rato. Mar se puso cómoda con su top y un pantaloncito corto que seguía enseñando culo. Se lió un porrillo para dormir mejor, aunque la cabrona no me lo ofreció a mí. Se puso un poco más cariñosa y se arrimaba más, pero al poco dijo que quería dormir, que no le había dejado dormir lo suficiente por la mañana.

-Ponte cómodo. Ya estás grande y pasaremos calor en esta cama pequeña. Puedes quedarte en calzoncillos si así duermes mejor.

Yo suelo dormir en pelotas, pero era un poco bestia. Me quité la camiseta y los pantalones de pijama. Ella se quitó los shorts y el sujetador por debajo del top.

Cuando nos tiramos en la cama, el corazón me iba a mil y no estaba nada adormilado. Tenía que controlarme para no agarrarme a sus tetas, que me parecían llamarme y provocarme. Mar me agarró un brazo y me hizo abrazarla, y así me quedé un buen rato hasta que ella estuvo dormida.

Estaba ya morcillón solo de pensar que ahí tenía su culo y estas tetas que me tenían loquísimo. Me apreté contra su culo un poco y me fui empalmando como si tuviera un tronco. Empecé a acariciar sus tetas suavemente, a hacer el círculo de sus pezones. Mar respiró algo más fuerte, pero no despertó. Menudo sueño más caliente estaba teniendo.

Me atreví a agarrarlas y pensé que me corría ya del espasmo de mi polla a mil. Tenía que hacerme tremenda paja, pero no quería ni me atrevía a levantarme y despertarla en esa situación. Seguí sobando sus tetas y me restregué un poco. Ella había abierto un poco las piernas y casi le rozaba el coño.

Y di un paso más y bajé mi mano hacia su coñito. Por encima de la braguita primero y ella se movió un poco. Por suerte no se desperrtó y pude sobarla bien. Pasaba el dedo por su rajita y me imaginaba metiendo todo el pollón. Casi que hasta me dolían los huevos.

Pensé por un momento y me armé de valor para meter la mano en las bragas. Pasé el dedo por el coño y la hija de puta se estaba mojando en sueños. Ya que le estaba gustando ese sueño, lo mejor era hacerla disfrutar mejor y le empecé a hacer un dedo suavemente. Se le escapó un suspiro y su cuerpo casi parecía seguir al mío.

-Puto degenerado, cómo me estás poniendo - me dijo de repente y casi suelto un grito. Me detuve -. Cabrón, no pares y sigue así de bien.

Obedecí sin una palabra y ella comenzó a moverse con libertad. Se bajó las bragas y me empezó a acariciar la polla durísima.

-Veo que te gusta despertarme de forma original - decía mientras se ladeaba un poco para acercar su boca. Comencé a besarla con ganas. Su lengua en mi boca, le comía los labios y ella me mordía como una guarrilla. Ella comenzaba a gemir suavemente y movía las caderas contra mí mientras le recorría el clítoris con mis dedos.

-Haz que me corra en tus manos - me gimió al oído.

Yo me mantuve en posición un buen rato, besándonos y haciéndole un buen dedo. Finalmente se corrió con unos gemidos contenidos mientras me apretaba la mano con sus piernas y temblaba levemente.

-Dios, qué bien - suspiró girándose y mirándome con cara de perra -. Ahora te vas a correr en mi boca.

Me bajó los pantalones y alucinó con el pollón a mil.

-Me voy a correr en un momento.

-Me gusta la idea. Vas a ver cómo se come un pollón tu tía.

Comenzó a lamer suavemente, con pequeños besos. En cada uno se metia más y más la polla. Yo estaba flipando, en la puta gloria. Ninguna novia me la había chupado así de bien. En cada chupada me recorría electricidad desde la polla. Comenzó a chupar en profundidad. Le hice quitarse la camiseta y toqué sus tetas libremente. Qué geniales.

-Me corro, me corro, me corro - comencé a decirle. Ella no dejó de chupar y solté una corrida tremendísima en su boca, tanto que se le escapaba de la boca antes de tragar. Pero ella no dejó de trabajar y me sacó toda la leche. No dejó de lamer hasta dejarla impoluta.

-Qué rico. Ahora veamos cómo comes coños.

Aunque no era mi especialidad, no lo hacía mal y le puse ganas. Su coño sabía a todos los flujos que ya había soltado. Me iba pidiendo esto y aquello mientras gemía y me agarraba la cabeza. La miraba desde abajo, sus pezones tiesos, su cara de zorra mirándome a los ojos mientras pedía más.

-Méteme ese pollón - me dijo estirando hacia ella. Yo no había dejado de estar empalmado y acerqué mi polla a su coño. La moví por su coño para mojarla un poco y empecé a meterla suavemente. Poco a poco entró toda y la sentí mojadísima por dentro.

-Joder, qué pedazo de polla. ¡Dame más!

Metía y sacaba con ganas. Ella apretaba sus piernas alrededor de mi cintura, me agarraba del cuello. Movía sus caderas para follarme tanto como yo a ella. Nos besábamos, nos mordíamos, nos lamíamos las orejas.

Cambios a cuatro patas. Ella empezó a tocarse el coño mientras yo la ensartaba totalmente. Empujábamos furiosos los dos, ansiosos por la corrida. Ella mordía su almohada para no gritar como una puta y yo la apretaba en la cintura con todas mis fuerzas. Comenzó a arquear la espalda y gimió tanto que parecía no haber almohada en su boca. Noté su corrida en mi polla.

Casi sin dejar de correrse me tiró de espaldas y se subió encima. Comenzó a montarme de manera salvaje. Mi polla parecía que estaba ardiendo. Empezó su cabalgada a lo bestía, sin apoyar las rodillas. Yo estaba agarrado a sus tetas, las amasaba y retorcía sus pezones mientras ella gemía con los dientes apretados. Bajó las rodillas y comenzó a moverse adelante y atrás con las caderas. Yo no solté sus tetas.

Me bajó una mano a su coño.

-Tócame mientras te monto, pervertido.

Así, en poco tiempo, se corrió y, cuando la vi arqueando la espalda y escuché sus gemidos, me corrí también con otro buen lechazo. Dentro del coño de mi tía, que es muy puta. Sólo recordarlo me empiezo a empalmar.

Se dejó caer encima de mí y nos fuimos besando lentamente durante un tiempo. Aproveché para jugar con sus tetas por si no volvía a dejarme hacerlo.

-Eres un guarro. Te has aprovechado de mí mientras dormía - me dijo después de meterme la lengua hasta la garganta.

-Te ha puesto cachondísima.

-Me he corrido como una perra. Cada vez que vengas me vas a follar así o se lo diré a tu madre.

-Me parece bien, tía - dije agarrándome a sus tetas y poniéndome en posición para dormir.

Por la mañana me desperté empalmado y comencé a follarla en cucharita. Pero ésa y otras folladas quizá para otro día.