Compartiendo a mi mujer en un spa liberal
Una visita a Madrid, un spa liberal y mucho morbo.
Después de nuestra primera aventura swinger, seguimos experimentando con situaciones muy morbosas y calientes. Vivimos a medio camino entre Barcelona y Madrid. Nuestra primera experiencia había sido durante un viaje a Barcelona. Para nuestra segunda aventurilla, elegimos Madrid.
Mi mente buscaba situaciones morbosas en las que pudiese sorprender a mi mujer. Buscando locales swinger, encontré una sauna dedicada al intercambio de parejas. Se lo propuse a Elisa y ella con una sonrisa de vicio aceptó mi propuesta de visitar ese local. Nada más llegar a Madrid, nos fuímos a tomar vermouth y casi llegando al mediodía nos dirigimos a ese lugar. Al llegar empezaba mi juego con mi mujer.
Entra tú sola como si no fueras con nadie y ve a la barra. Si encuentras algo que te guste ....... haz lo que quieras.
Como? Me estás pidiendo que me folle a otro? - me respondió ella con la boca abierta.
Quiero que seas una buena zorra. Cuando entre iré a la barra para ver lo que haces. Si te decides por alguien, me llamas y hacemos un trio con él, o con ella.
Seré tú zorra. Solo que hoy tengo ganas de otras pollas y vas a tener que compartir mi coño.
Diciendo esto, empujó la puerta que había bajo el cartel donde ponía el nombre de la sauna y entró en el local. Yo me fuí al bar de la esquina a tomarme un café. Estaba nervioso, pero también muy excitado. Tenía una gran erección que se marcaba en mis pantalones siendo imposible disimularla.
Transcurridos diez minutos era yo el que empujaba la puerta por la que minutos antes había entrada mi mujer en busca nuevas emociones.
En la recepción pagué la entrada y me dieron la llave de una taquilla. Había dos entradas, una para parejas y otra para singles. La de singles era una zona mixta con una barra de bar, unos taburetes y unas mesas, salía un pasillo al fondo que comunicaba con la zona de parejas. Nada más entrar busqué a mi mujer con la mirada. No estaba en la barra, estaba sentada en una mesa al lado de un chico como de unos treinta años, rubio y bastante guapo, se podía intuir su altura y parecía bastante fuerte también. Estaban sentados uno al lado del otro y se estaban riendo, parecía que habían hecho buenas migas.
Mi mujer me localizó con la mirada y fijando sus ojos con los míos, me hizo un guiño y me dedicó una sonrisa muy morbosa.
El tenía una mano en la pierna de mi mujer, María se había puesto una minifalda así que le estaba tocando la pierna directamente. Ella le había pasado el brazo por encima del hombro y sonreía muy cerca de su cara, lo que me indicaba que había habido roce. Al verme, Ella puso la mano libre en el muslo de él y la subió hasta ponerla encima de su paquete, la cerró y agarró su polla por encima del pantalón. El se giró y le empezó a comer la boca de una manera salvaje. Ella respondió igualmente y los dos se empezaron a sobar por encima de la ropa, el agarraba sus tetas con rudeza mientras ella le cogía el paquete y apretaba muy fuertemente. A mi esa escena me puso todavía más cachondo. Me pedí algo de beber y seguí disfrutando del espectáculo. Una de las manos de él se deslizó por dentro de su falda, cuando alcanzó su objetivo, mi mujer cerró los ojos y se mordió el labio inferior. Había tenido un orgasmo instantáneo, como me confesaría más tarde.
- Estaba tan cachonda que nada más tocarme el coño me corrí. Estaba encharcada.
En la barra había una pareja más que me miraba desde el otro lado. Fué entonces cuando mi mujer habló con su acompañante, se levantó de la mesa y vino a hablar conmigo.
Hola guapo. - Me dijo.
Hola morena. Te lo estás pasando bien?
Si. Pero mejor me lo voy a pasar cuando me estéis follando los dos. - Dijo con una sonrisa que me puso aún más cachondo.
El chico nos miraba desde la mesa con una sonrisa. Se le notaba tranquilo.
- Ven que te lo voy a presentar. - María me cogió de la mano y me llevo hacia la mesa.
Al vernos el chico se levantó del taburete y me tendió la mano.
Carlos, este es Javi. Mi marido.
Encantado Javi. Tienes una mujer preciosa. - Me dijo estrechándome la mano.
Hola Carlos. Preciosa y...... muchas más cosas. -Respondí.
Me había dado la mano con la que minutos antes había hecho correrse a mi mujer. María entonces, apoyó una mano en el hombro de cada uno y dijo:
Los tres lo vamos a pasar muy bien. Carlos tiene mucha experiencia y conoce bien todo el local. Se ha ofrecido a hacernos de guía.
Dejaos llevar, y garantizo que os gustará. - Mientras decía esto, bajó una mano al culo de mi mujer y le apretó el cachete.
Al ver eso, hice lo mismo y me apoderé del otro cachete, agarrándoselo y apretando fuerte.
La pareja de la barra nos miraba con curiosidad. Carlos señaló el pasillo de fondo y hacia allí nos dirigimos. La primera puerta eran los vestuarios. María se metió en el de mujeres y nosotros en el de los hombres.
Abrimos cada uno nuestra taquilla y nos quitamos la ropa.
Cuando ví a Carlos desnudo, no pude evitar que mi boca se abriera. Tenía un cuerpo espectacular, pero lo que más resaltaba era su enorme polla.
Vaya pollón que tienes. - Le dije sin dejar de mirar su herramienta.
Si. Llama mucho la atención de todos cuando me la ven por primera vez.
María se va a poner muy contenta.
Ya lo está. Me la ha tocado antes de sentarse ha hablar conmigo y le ha gustado mucho.
Salimos del vestuario con las toallas enrolladas en la cintura y María ya estaba esperándonos afuera.
Queréis que vayamos al jacuzzi? - preguntó Carlos.
No. Necesito que me folléis ahora. Luego nos relajaremos pero antes folladme quiero sentirme llena de polla. Y lo quiero ahora.
Seguidme. -Dijo Carlos dirigiendose hacia una zona de reservados separados por unas cortinas.
Nos metimos en uno y entonces le quité la toalla a Maria que quedó desnuda delante de los dos. Carlos se quitó la suya y mostró orgulloso su enorme polla que ya estaba semierecta. Mi mujer abrió la boca y le dijo:
No se si me va a caber todo eso. La tienes enorme. Es la más grande que he visto en mi vida.
Entrará. Voy a hacerte llorar de placer. Sentirás dolor pero luego me pedirás que no pare y que te folle más fuerte.
Le vas a abrir el coño bien abierto. Luego la follaremos los dos. Yo le follaré el culo mientras tú le llenas el coño.
Entonces Maria empezó a besarme y a acariciarme mientras mis manos y las de nuestro eventual compañero recorrían todo su cuerpo, los pechos, las piernas, su culo y su coño. Toda entera estaba siendo acariciada. Buscando su orgasmo, una de mis manos fue a parar a su vulva, me puse a acariciar su clítoris, al estar ya ocupada la entrada de su vagina por dos dedos que la estaban follando muy profundo y con bastante fuerza. No tardó en agarrarme fuerte del cuello y gemir mientras nos decía.
- Me estoy corriendo. Pero lo que necesito es una polla dentro. Folladme ya.
Se puso a cuatro patas y con el culo hacia nosotros. No podía ver quien la iba a follar. Le hice un gesto a Carlos para que fuese el el primero y poniéndose un condón xxl se colocó detrás de ella. No me quería perder su cara al entrarle todo ese miembro y me situé delante. Le levanté la barbilla para que me mirara a los ojos y le hice una señal a nuestro compañero de aventuras. Apuntó su glande en la entrada del coño de Maria, que al notarlo, suspiró profundamente.
- Te voy a abrir el coño como nunca te lo han abierto. - la aviso.
Entonces la expresión de la cara de mi mujer cambió. Abrió mucho la boca y cerró los ojos se agarró a la cama con las uñas y empezó a gritar.
- Para, Para que me vas a desgarrar cabrón.
Pero no solo no paró, sino que de un golpe de cadera metió la polla casi hasta la mitad. María ya no podía hablar, solo gemía y gritaba.
- Pronto pasará. Solo es al principio. -Le dijo su empotrador.
De pronto mi mujer me miró y de sus ojos se escaparon unas lágrimas de dolor.
- Me está reventando. - Me dijo mirándome y gimiendo de dolor.
Miré a Carlos, y éste entendiéndome paró y poco a poco la sacó casi del todo, cuando mi mujer notó que la presión bajaba respiró aliviada, pero eso duró poco, porque la polla de caballo de nuestro amigo volvió a entrar hasta donde había estado antes. Empezó un movimiento de vaivén muy suave, para que María se acostumbrara al grosor. A mi mujer le cambió la cara y abriendo mucho los ojos dijo:
- Me encanta sentirme así de llena. Que placer. - Dijo con la voz entrecortada mientras se corría.
Fué entonces cuando levanté su cara de nuevo. Pero esta vez para meter mi polla en su boca, que la recibió de buen grado. Me la empezó a chupar, pero cuando se iba a correr la sacaba para gemir y gritar agusto.
Cuando llevábamos un rato así le hice una señal a Carlos y éste se apartó. Fuí a la parte de atrás y cuando ví el coño de mi mujer me llevé las manos a la cabeza. Lo tenía muy abierto, la apertura que había quedado era del tamaño de mi polla en erección.
Como le has dejado el coño cabrón. Vaya pasada.
Es lo que pasa cuando me las follo. Tardan en recuperar su tamaño normal, se quedan muy abiertas.
Me noto un vacío en el coño tremendo. Me lo voy a tener que cerrar. - Y dicho esto se dió la vuelta se puso boca arriba y empezó a masturbarse para que con las contracciones del orgasmo se le cerrará la vagina.
Nosotros nos pusimos uno a cada lado de su boca y le acercamos la pollas para que nos las chupara. La polla de Carlos era el doble de la mía en grosor y bastante más larga. A María no le cabía ni la punta de ese enorme miembro, pero le pasaba la lengua y lubricaba con saliva todo su capullo.
Yo mientras me pajeaba viendo desde muy cerca toda la operación.
- Ya estoy lista de nuevo. Fóllame morenazo.
Poniéndome entre sus piernas metí mi polla dentro de su todavía dilatado coño. Casi no notaba sus paredes vaginales, ya que aparte de muy abierto estaba muy lubricado. Lo que sí que notaba era un calor abrasador, como si quemara.
- Dios, que caliente estás. - Le dije. Mientras ella estaba inmersa en darle placer oral a su amante.
Seguí bombeando hasta que decidí cambiar de agujero y así dilatarle el culito para hacerle una doble penetración.
Te voy a follar el culo.
Si. Por favor fóllame el culo que quiero correrme también por ahí.
Dicho y hecho me puse un preservativo y nada más apoyar la punta de mi polla en su esfinter, noté las contracciones de un nuevo orgasmo. Espere a que pasara y se relajara para empujar, mi polla entró sin problemas, estaba tan excitada que se le había dilatado todo y entraba en ella como un cuchillo en mantequilla.
Su culo también estaba ardiendo, lo que provocó en mí, unas ganas de correrme importantes.
Tengo que parar o me correré.
Descansa que me tienes que durar un ratito más. - Me dijo María. - Que me siga follando Carlos.
Nada más decirlo, salí de su culito y tumbada boca arriba como estaba, Carlos ocupó mi lugar. Volvió a ponerse un condón y cuando estuvo listo otra vez, apuntó su polla y esta vez ya con menos cuidado la enterró de un solo golpe de cadera hasta más de la mitad.
- Ahhhhhh. - Gritó mi chica al notar ese pedazo de carne que se hundió en su interior como si fuese una barra de hierro al rojo vivo.
Sus manos fueron a parar al abdomen de Carlos para hacer tope en su penetración, pero éste seguía empujando intentando enterrar toda su herramienta.
Relájate y disfruta del momento. Pronto pedirás más. - Le dijo él con una sonrisa en los labios.
Ve con cuidado que me vas a partir por la mitad.
Vas a reventar pero de placer. - Respondió él.
Yo mientras tanto me masturbaba y le tocaba los pechos a mi mujer mientras veía esa brutal posesión y esa lucha que tenían entre los dos, por dar y recibir placer.
Carlos cada vez empujaba más adentro y más fuerte, mientras que mi mujer ya se había habituado al calibre de su invasor y gemía al enlazar un orgasmo con otro sintiendo desaparecer en su interior esa barra de carne.
Un buen rato después fue María la que paró y cambió de postura.
- Carlos, túmbate en la cama. Y tú ponte detrás de mí. - Dijo subiéndose a horcajadas encima del superdotado semental.
Estando asi, me llamó y me dió un beso cargado de morbo y lujuria. Mientras nuestro invitado nos miraba desde abajo.
Fóllame el coño, luego déjame que monte un rato a Carlos y después me folláis los dos.
Como quieras leona. - Respondí.
Me puse a follarla a cuatro patas estando nuestro invitado debajo de nosotros. Sus manos habían ido a parar a los pechos de mi mujer que gemía de gusto mientras se lanzaba a comerle la boca a nuestro invitado como si le fuera a devorar. Al ver semejante estampa cada vez empujaba con más fuerza, haciendo que mi polla se hundiera en su coño sin ningún tipo de resistencia, chapoteando en un mar de flujo.
- Dame por el culo y ábremelo otra vez.
Sus deseos fueron órdenes para mí y acto seguido y aprovechando la lubricación de su coño, la metí de un solo golpe hasta que mis huevos golpearon en su vulva. Se le había cerrado el culito, pero no me costó nada hacer que se abriera para recibir mi polla sin problema.
Llevaba un buen rato penetrando su culo cuando se apartó de la boca que estaba devorando y me dijo con una voz de vicio que nunca olvidaré.
- Quiero que me folléis los dos a la vez.
Saqué mi polla de su culo y mientras ella se colocaba más adelante para montar a nuestro invitado hice algo que nunca había hecho ni imaginado. Cuando María estuvo en posición, cogí la polla de Carlos que estaba dura como una piedra y después se sacudirla unas cuantas veces, la apunté en el coño de mi mujer mientes decía:
Móntalo como tú sabes. Enséñale lo buena zorra que puedes llegar a ser. -Dije dándole un sonoro azote en el culo.
Como tu órdenes, amorcito. - Y guiñándome un ojo se dejó caer hasta quedar empalada en ese enorme monstruo duro y lleno de venas.
Soltó un grito que se oyó en todo el local y comenzó a subir y bajar, de manera que la polla aparecía en todo su esplendor y desaparecía completamente llenando del todo la vagina de mi mujer. Cuando llevaban así un rato María se detuvo y me dijo:
- Te turno. Quiero que me llenéis los dos.
Entonces apunté mi polla en su culo y empujé, no podía entrar, había demasiada presión por el grosor del otro miembro, entonces mi mujer levantó el cuerpo para sacar un poco de la otra polla y liberar así algo de presión. Fue lo suficiente para penetrarla.
- Cabrones me vais a matar. Dios que gusto.
Entonces fue cuando nos empezamos a mover, nos acompasamos y cuando el empujaba, yo me retiraba y al revés. Alternábamos las penetraciones creando una fricción y un roce extremo. La sensación de notar otra polla a través dela fina telilla que separa las dos cavidades es de lo más morboso.
No llevábamos mucho rato así cuando un calor me empezó a subir por el vientre abrasándome. Lo inevitable estaba a punto o de ocurrir.
Me voy a correr. Estoy muy caliente y voy a explotar. - Avisé a mi mujer tirándole del pelo y haciendo que volviera la cabeza hacia mí.
Córrete dentro y lléname el culo de leche. Quiero notar tu leche caliente.
Nada más oír estas palabras. Me quedé clavado dentro del culo de mi mujer, mientras Carlos seguía bombeando en su coño sin piedad. Noté como mi polla se hinchaba y empezaba a convulsionar mientras soltaba una gran descarga de semen dentro del culo de mi mujer. Al notarlo, María se quedó quieta y cerrando los ojos exclamó mientras tenía uno de los orgasmos más grandes que le había visto:
- Joder que bueno. Como me estáis follando, y que caliente tu leche. Ahhhhhhh.
No duró mi polla dentro de ella mucho tiempo, ya que las embestidas del otro, sacaban la mía de su interior. Cuando estuve fuera de su culo, me quedé mirando la follada tan espectacular que se estaban pegando. Mi mujer saltaba encima de ese pollón que parecía que iba a partirla en dos.
Vamos. Fóllatelo como tú solo sabes y sácale la leche. - Le dije a mi mujer.
Voy a hacer que se corra dentro. Quiero sentir como se hincha su polla dilatándome más y como se llena el condón. - Dijo mi mujer dirigiéndose a mí, pero mirándolo a él.
No voy a tardar mucho en correrme. - Le respondió Carlos.
No llevaban más de cinco minutos desde que yo acabara hasta que un gruñido avisó a mi mujer que su amante estaba a punto de eyacular.
- Sí. Vamos córrete, Dios que polla se te pone, si, si, ahhhhhhhhhh. - Gritó María mientras tenía un orgasmo de récord Guinness.
Otro gritó que salió de debajo de ella avisó que su amante se había vaciado al mismo tiempo. Se quedó quieta encima de él ensartada hasta adentro por aquel portento de la naturaleza y mientras aún convulsionaba le dijo al oído.
- Gracias por esta follada. Nunca la olvidaré.
Carlos sonrió y cerró los ojos.
Tardamos en recuperarnos un poco y cuando todos estuvimos bien, nos fuimos a la zona de aguas a refrescarnos y relajarnos. Casi una hora después, nos despedimos de Carlos, agradeciéndole esa visita guiada que tan placentera había resultado. Nosotros nos vestimos y salimos del spa sin decir ni una palabra pero con una sonrisa en la cara y María con el coño tan abierto que le costaba incluso andar.
Eran las seis de la tarde y todavía nos quedaba disfrutar de la noche madrileña.
Se agradecen los comentarios.