Compartiendo a mi esposa Jimena
Una noche nos canceló una cita con una pareja swinger, pero el resultado fue mucho más excitante.
Mi esposa y yo ya habíamos tenido varios encuentros swinger y cada uno por su lado habíamos salido con otras personas, todo con el consentimiento del otro; pero ya se había vuelto muy rutinario. Una noche de viernes estábamos los dos en casa esperando a una pareja que nos visitaría, pero al final nos cancelaron así que nos quedamos con las ganas de hacer algo. No era aún muy tarde, por lo que decidimos irnos a tomar una copa a un bar pequeño, en realidad no buscábamos un lugar con mucha gente. Dentro del bar no habría más de 25 o 30 personas, era un lugar pequeño pero agradable al que nunca habíamos ido antes; había un grupito de Rock en vivo y una mesa de billar donde estaban 3 muchachos de unos 25 años. Mi esposa ya se había arreglado para la cita y aunque no andaba para nada vulgar, si traía una blusa con un escote enorme que le dejaba ver hasta prácticamente unos milímetros arriba de los pezones ya que no traía brassiere, traía unos jeans muy apretados y unos tacones rojos. Nos tomábamos una copa y no pude evitar ver las miradas que ella le lanzaba a uno de los muchachos de la mesa de billar, era un tipo alto, de barba cerrada y con el brazo izquierdo cubierto de tatuajes. Le pregunté si se había quedado con muchas ganas por la cancelación de la cita y me dijo que sí, inmediatamente noté la cara de chiquilla perversa que pone cuando está excitada, así que le dije que no dejáramos pasar la noche y le dije que se imaginara que uno de esos muchachos se acercara y le propusiera algo, ella de inmediato me siguió la idea y empezó a imaginar una historia súper caliente. Yo me prendí de inmediato y me levanté para ir al baño, pero antes le dije, pues sonríele a ver qué pasa. Me fui al baño y si tardé quizás unos 10 minutos, porque había bastante gente, cuando salí del baño miré hacia nuestra mesa y vi al muchacho de los tatuajes ahí de pie, platicando con mi mujer. Me escondí un poco y los dejé otro ratito platicando, pude ver que ella estaba muy sonriente y volteaba cada rato hacia el baño para ver si yo salía, al fin vi que ella sacó su celular y grabó un número en él y al terminar él se regresó a la mesa de billar.
Al regresar con mi esposa, ella me contó todo; me dijo que él le sonrió y al ver que ella le respondió la sonrisa, de inmediato se le acercó, que era muy agradable, se llamaba Joaquín y que al final le había dado su número de teléfono. Yo pude ver que ella estaba muy excitada y a cada rato intercambiaba miradas con él. Ya alguna vez habíamos fantaseado con una situación similar, por lo que le dije que me iba a levantar de nuevo al baño y que debería de escribirle un mensaje invitándolo a irse con nosotros a un motel, ella se moría de risa, pero sé que en el fondo se moría por hacerlo, así que yo se lo propuse y me levanté al baño, y todo dependía de ella.
Regresé y entonces ella me dijo que iba al baño, pero antes me dijo, “ve mi celular” ella se fue y yo abrí su whatsapp, donde encontré una conversación:
Jime:-Hola, soy Jimena
Joaquin:-Hola Tere, pensé que no me ibas a escribir
Jimena:-Oye, ya le comenté a mi esposo y está de acuerdo
Joaquín:-En serio?
Jimena:-Si, vamos a algún lugar tranquilo
Joaquín:-Y él no tiene problema?
Jimena:-No, te digo que a eso vinimos
Al leer esto me quedó claro que ella estaba realmente caliente, no solamente le había contado que éramos swingers, sino que ya le había propuesto irse con nosotros!!! De inmediato miré hacia el baño y los vi platicando, los dos muy contentos.
Ella regresó a la mesa y me dijo que ya estaba todo listo, que yo decidiera a donde ir. Pedimos la cuenta y nos dirigimos a la salida, él nos alcanzó en el estacionamiento; en realidad si era un tipo agradable, de inmediato me preguntó si yo estaba de acuerdo, a lo que le dije que sí. Nos subimos a nuestro auto los 3, Joaquín en el asiento trasero. En cuanto salimos, Jime se volteó para platicar con él y me sorprendía lo desenvuelta que estaba, hablando con dobles sentidos, de sexo, etc. Me detuve en una farmacia a comprar condones y ahí se quedaron ellos dos, al regresar al auto le dije a Jime que se pasara con él al asiento trasero, así que se sentó junto a él en el trayecto al motel; me excitaba mucho ver sus risas y miradas cachondas por el espejo. Le dije a Joaquín que lo veía muy tímido y eso bastó para que se lanzara sobre mi esposa, se besaban con una pasión que me ponía al 100, aunque no podía ver exactamente todo lo que pasaba, claramente se veía que él le estaba besando las tetas. En cuanto llegamos al Motel, en la caseta me indicaban el número de habitación, pagué y nos metimos; cuando cerré la puerta eléctrica del cuarto ellos seguían en el asiento trasero del auto ella tenía la blusa abierta y los jeans a la altura de los muslos. Abrí la habitación y ellos entraron de inmediato.
Ella se tiró en la cama y él sin perder el tiempo, le quitó los tacones y le sacó los jeans, que en ese momento ya estaban a la altura de las rodillas. Le hizo a un lado la tanga roja que traía puesta y empezó a hacerle un oral riquísimo. Yo me senté en un pequeño sillón dispuesto a disfrutar de la escena. Mientras él se comía la vagina de mi mujer, ella le arrebataba la playera y él le agarraba y apretaba las tetas como desesperado, Jime ahí tuvo un orgasmo larguísimo. Después del oral, le quitó la blusa, la tanga y la besó en cada pulgada de su cuerpo, la lamía y le daba pequeñas mordidas por todas partes, a lo que ella respondía con arqueos de su espalda, arañazos y gemidos. Él ya estaba desnudo y le acercó el pene a la boca, a lo que ella respondió como un imán, se lo metió todo a la boca, le daba unas enormes chupadas, le acariciaba los testículos, le jalaba el pene y se lo metía a la boca una y otra vez. Mientras él se ponía un condón, ella me pidió que me acercara, yo también ya estaba desnudo y ella se metió ahora mi pene a la boca. Ya con el condón puesto, Joaquín se acercó y empezó a penetrarla, así con ella boca arriba y mi pene en la boca, él le abría tanto las piernas que parecía que la iba a romper pero ella parecía disfrutarlo enormemente. Me subí a la cama y ella se dio la vuelta para seguir chupándome así que ahora él la levantó y la puso en 4 para empezar a cogerla ahora de perrito. Ella gritaba, lo veía a él y me veía a mí, parecía poseída. Me hice a un lado y dejé que él la siguiera disfrutando, la cambiaba de posiciones, le daba nalgadas, le metía los dedos al ano y ella cada vez se ponía más y más intensa. Ya había visto a mi esposa coger con otros hombres, pero nunca con esa pasión, con ese deseo en la cara, nunca soportando que la castigaran y que experimentaran con ella como si fuera un juguete. Por fin la penetró analmente y después de unos minutos se quitó el condón y se corrió dentro de su ano. Ella quedó exhausta, pero seguía tocándose la vagina pidiendo más pene, más castigo. En eso yo me levanté y seguí cogiéndola hasta que terminé dentro de su vagina. Era increíble verla en 4 con el ano dilatado, rojo y escurriendo semen pero al mismo tiempo su vagina completamente húmeda y con mi semen escurriendo hasta sus muslos.
Ella se levantó y se metió a la regadera, que tiene los cristales completamente transparentes, solo se empañaban un poco por el vapor del agua; Joaquín al verla en la ducha se metió a acompañarla y de nuevo la hizo suya, ella se veía feliz mientras que la penetraban al mismo tiempo que el agua le recorría todo el cuerpo. Se fueron de nuevo a la cama y en total, él se la cogió 3 veces y yo 2. Por fin se cansó Jime cuando ya eran cerca de las 5 de la mañana, después de haberla cogido 5 veces, con sus genitales completamente rojos, el cuerpo y el cabello lleno de semen. Joaquín pidió un Uber y se fue, poco tiempo después nosotros hicimos lo mismo y llegando a casa me cogí a mi mujer una vez más.
Después de 5 años de casados y de 2 años de vida swinger; nunca habíamos tenido una noche de tanto sexo como esa y pensar que todo fue gracias a una cancelación.