Compartí piso con un cincuentón que me tomó

Parecía un hombre muy correcto pero un hombre sediento se escondía dentro de él. Él con cincuenta y cinco y yo con veintitrés. Me tomó e incluso me azotó, al final me ofreció compartirme y no sabía que hacer.

Un precio ridículo me hizo llamar... Un hombre de cincuenta y tantos alquilaba la habitación, se le veía un poco desgarbado y algo prepotente, bastante delgado para su edad. Me quedé con la habitación con ganas, aunque teniendo yo solo veintitrés años era poco adecuado, pero yo no tenía muchos recursos.

Este hombre se afeitaba cada tres días, barba canosa y siempre en vaqueros. Yo estudiaba en el salón mientras el veía la tele bebiendo cerveza, me miraba mi melena rubia pero no me decía nada borde. Después de un mes ya veía la tele sentada junto a él, pero separados. Empecé a ponerme el pijama para estar con el viendo la tele con el. No sé porqué me fiaba de él.

Yo solo había estado con un chico hacia un año y fue aquí te pillo aquí te la meto, sin sexo oral ni nada raro; un poco torpe el y tímida yo.

Me hicieron un contrato de solo dos horas al día por las mañanas, pero me daba para la comida y el alquiler, podía seguir en la uní por las tardes; pero lo peor es que todo se lo debía a aquel cincuentón algo desastre; eso no me gustaba, pero no podría pagar otra cosa y mis padres en el paro no me daban ni un euro.

Una noche viendo una peli los dos sentados en el sofá, Enrique se levantó y se fue al baño y escuché que se duchaba. Salió del baño en pijama y zapatillas, la primera vez que no estaba en vaqueros. Después se tomó tres cervezas seguidas (yo no bebo) y me dijo:

-Marilo, he visto hoy a una mujer que conozco y me ha pedido venirse conmigo, este mes será el último que estés aquí, lo siento pero es lo que hay.

-Contra, no me diga eso, que me parte, no puedo pagar más de lo que le pago y encontrar algo así es difícil (mi sinceridad inexperta).

-Marilo, pagar solo cien euros sabes que no podía durar, esa mujer, es, vamos que lo hacemos los dos de vez en cuando, yo necesito compañía íntima y ella me la da; ¡además!, si le digo que no puede venirse no me dejará hacerle el amor más.

-Lo entiendo.

Me acosté triste y asustada por mi y mis estudios y tomé una decisión, tenía que ofrecerme a él, ¡¡ya lo sé qué era muy mayor!!, pero coño, necesitaba la habitación.

La noche siguiente, mientras veimos la tele, le dije a Enrique:

-Enrique, si yo también le dejara a usted tener sexo conmigo, ¿me quedaría yo en vez de venir ella?, usted me gusta y estoy deseando que me tome, no por el alquiler, pero también me viene bien. (Mentira, para nada me gustaba, bueno, solo un poco).

-Pero que dices, eres muy joven, ¿veinte?

-Veintitrés señor.

-Es lo mismo Marilo, muy joven, yo tengo cincuenta y cinco, ¿serias capaz de dejarme hacértelo?

-Si, y haría lo que usted me pidiera.

-Joder, eres una rubia preciosa, ¿estas segura?

-Si.

-Vale Marilo, haremos lo siguiente: al mes le quedan diez días, según transcurran y se veo que es verdad que harás lo que quiera contigo, y si es porque me deseas y lo haces sin presión, a final de mes decidire; ¡pero que conste!, no lo haremos a cambio de la habitación, lo de la habitación lo decidiré a final de mes, si lo hacemos será solo porque tu quieres que lo hagamos.

-No se arrepentirá señor Enrique, seré suya como usted quiera y cuando quiera.

Después de decir eso sentí que me prostituta, pero solo sería con uno al menos. Esa misma noche, se duchó Enrique después de hablar los dos, yo ya me había duchado, al sentarse junto a mi para ver la tele, no se tomó más cervezas, encendió un cigarro puro y mientras se lo fumaba con la mano izquierda bajo su pijama con la derecha, dejando a mi vista un pene enorme, ya grande, aunque no duro del todo; ¡me sobresalte!, me dijo:

-Anda, Marilo, chupame la polla, a ver si lo haces bien.

Me metí entre sus piernas, con la ropa de la mesa sobre mis espaldas y mi culo ardiendo cerca de la estufa... se sacó también los huevos el muy cerdo antes de que yo, de que yo, empezará mi primera felacion.

Le cogí el pene con las dos manos y besé la punta, con mis labios carnosos, miré hacia arriba sintiéndome entregada buscando su mirada, al cruzarse nuestras miradas él dijo:

-Unnggg, Marilo, tragatela, unnn.

Abri mucho la boca y me tragué su glande que ocupaba toda mi boca... apreté y sentí esa cosa deslizándose por mi garganta, no me dieron arcadas ni tos, cuanto más trabaja, más entregada me sentía y eso me excitaba, con el calor del brasero mi chocho derramó un orgasmo y mordí su pene casi por la base y me lo tragué del todo, hasta sentir los pelos de sus huevos hacerme cosquillas en la barbilla y los de su pubis en mi nariz... ¡Su pene se tensó dentro de mi boca enderezando mi cuello. Después derramó su semen en mi garganta y sentí su calor en la boca del estómago.

Al día siguiente me dijo que quería que estuviera desnuda toda la tarde mientras estudiaba. Así lo hice y me sentí muy excitada, sensual. Después de una hora se acercó a mi mientras estaba yo sentada en la silla, se bajó el pijama y me la puso junto a la boca, cogí sus huevos con las dos manos mientras se lo ponía dura con la boca. Esta vez me la sacó sin correrse, mi pidió que me pusiera en pompa en el suelo. ¡Sentí como sus dedos me untaban algo espeso en el ano, después me penetro el culo con fuerza, me dolió al principio pero después me sentí bien con mi culo relleno, este hombre era un bruto, ¡mira que hacérmelo por detrás antes que por delante!, y lo peor es que se me corrió dentro; ¡pero como se corrió!, cuando me la sacó y me puse depie, ¡un chorro de semen me bajo por las piernas manchando mis calcetines, ¡que barbaridad!

Al día siguiente en la facultad, mientras escuchaba al profesor me recordé a mi misma la tarde antes desnuda, mi cuerpo bonito a merced de un hombre mucho mayor que yo y, al pensarlo, tuve un pequeño orgasmo.

Esa tarde me lo hizo en la cama por delante, mi sexo pequeño y rasurado fue penetrado con fuerza por Enrique, yo con las piernas abiertas y el rozando el vello canoso de su pecho contra mis rosados y endurecidos pezones, no paraba, mis labios internos se movían como un vestido de baile... antes de correrse, me la sacó del chocho y se la meneó junto a mi cara, dos chorros blancos cruzaron mi cara y mi cabellera rubia. Tras varios días follandome por el culo y por el chocho; un día me empezó a azotar el trasero con sus zapatillas de paño antes de penetrarme, primero suave y después algo más fuerte.

Estando en clase en la facultad ya deseaba volver a casa y bajarme las braguitas para sentir su dominio a través de la zapatilla.

Al volver, y sin pedírmelo el, me alzaba la minifalda dejándola caer sobre mis espaldas y bajaba mis braguitas hasta mis rodillas dobladas y dejaba que mi cabeza tocará el suelo alzando mi culazo, grande y de piel clara.

El al ver mi demostración de entrega me azotada el culo con la zapatilla cada vez conbmas fuerza, mis cachetes hacían el sonido de tocar las palmas, después me la metía en la boca estando yo aún de rodillas. Unas veces se corría en mi boca y otras me follaba, por el chocho y acababa metiendomela en el culo y corriendose dentro, era un bruto, cada vez más excitado y yo más entregada.

Al llegar final de mes me dijo:

-He decidido que se venga mi amiga.

-¡¡Pero Enrique!!

-Pero quiero que te quedes tu tambien, lo he hablado con ella y le he contado lo nuestro y le parece bien.

-Le ha contado usted todo.

-Todo.

-Joder que vergüenza.

-Si te quedas será con una condición que me ha pedido mi amiga. Tienes que dejar que ella tenga sexo contigo también, y también que te azote ella, y yo, vamos, tienes que ser nuestra.

-Nunca he estado con una mujer, no se que hacer. Me lo pienso y le digo mañana.

Toda la noche estuve inquieta, excitada y asustada, no sabia que hacer ni que decir.

Marilo 2022