Compañeros de pupitre
Llevaba toda la vida enamorado de Elena, una compañera de clase, hasta que la tutora nos sentó al lado...
En esos días no podía dejar de pensar en Elena. Desde pequeños habíamos sido compañeros de clase, pero nunca habíamos llegado a tener una relación, a pesar de que a mi siempre me había gustado, me parecía la chica más especial del mundo, más allá de lo físico, me sentía totalmente atraído por ella. Su sonrisa, la alegría que siempre desprendía me dejaba loco.
Elena tenía una altura media, era morena, delgada, con unas tetas que aun estaban en desarrollo, pero que eran más grandes que la mayoría de chicas de la clase, pero lo mejor de todo era su culo, que siempre quedaba bien marcado con pantalones apretados de colores fuertes, como rojos o amarillos. Era la chica más alegre que conocía, siempre estaba riéndose, pero a pesar de eso a veces era muy borde, siempre con una sonrisa, y podía ser muy sarcástica. Cuando teníamos 12 años yo le había pedido varias veces salir juntos pero siempre me había dicho que no.
Aun así ya habían pasado casi cuatro años y entre medias había salido con una de su grupo de amigas, Rocío, pero en el fondo yo siempre había estado enamorado de Elena y de hecho mi relación con Rocío empezó porque yo la utilicé de excusa para hacerme amigo suyo, sin llegar a pensar como me saldría la jugada. En realidad, lo mejor de mi relación con Rocío, que duró casi medio año, fue un día que estando en su casa ella se fue a duchar y me dejó en su ordenador, donde descubrí unas fotos que se habían hecho en la piscina su grupo de amigas, entre ellas Elena, y salían sin la parte de arriba del bikini, cogiéndose los pechos unas a otras. En una de mis preferidas, salían las seis juntas con cada mano en las tetas de la chica que tenía al lado y en otra salían Elena y Marta posando para la cámara en top-less y bajándose un poco con la mano la parte de abajo, y siempre salían con unas sonrisas de guarra que en clase no dejaban ver. Marta era otra chica de su grupo, era la que más carácter tenía de todas y también la más deseada de todo el colegio, era morena también, bajita y tenía unas grandes tetas.
No sabría como describir ese grupo de chicas, pero se puede decir que eran las más populares y guapas del curso, eran a las que todo el mundo tenía miedo y a la vez querían imitar, acercarse a ellas era todo un privilegio, y aunque estando en grupo daba miedo acercarse a ellas, por separado la mayoría eran muy majas, aunque también a veces bastante falsas. El caso es que desde el día en que descubrí esas fotos y otras que descubrí más tarde, como unas en las que salían todas en sujetador en casa de una, eran mi mayor deseo y en cuanto podía me escapaba para verlas, hasta que un día Rocío me pilló y aunque no me dejó volver a acercarme al ordenador, nunca supo lo obsesionado que había estado con esas fotos.
Ahora teníamos 18 años y solo nos quedaban dos de colegio. En nuestra clase éramos treinta, los pupitres estaban unidos de dos en dos. La tutora era la que decidía en dónde se sentaba cada uno, nos cambiaba unas tres o cuatro veces al año de sitio y siempre que llegaba esa fecha cruzaba los dedos para que me tocara con Elena, o al menos con alguna de ese grupo de chicas, y por primera vez mis deseos se habían cumplido y me habían puesto con Elena.
Al principio a mi me daba mucha vergüenza y me tiraba el día pensando en que podía decirla, y empecé a dejar las clases totalmente de lado, concentrándome solo en tratar de entablar relación con ella, y a pesar de mi dificultad para soltarme con las chicas, con Elena no tardé mucho en soltarme un poco y cuando ella también pasaba de la clase y se ponía a hablar conmigo me hacía la persona más feliz del universo. Esos días yo irradiaba felicidad y cuando llegaba el fin de semana estaba deseando que se pasara para volver a clase junto a ella. Lo peor de todo es que sabía que eso se iba a acabar, que en un par de meses la tutora nos cambiaría y ella volvería junto a su grupo y yo no tendría posibilidad de mantener la relación con ella, pero me propuse aprovechar al máximo este tiempo con ella, soñando con que así a lo mejor podría mantener relación con ella a pesar de las diferencias en nuestra popularidad, ella era una de las chicas con más amigos y que a todo el mundo le gustaba, mientras que yo era otro chico más que jugaba al fútbol en los recreos.
En la clase estábamos casi en la esquina de la clase, pegados a las ventanas, solo teníamos otro pupitre doble detrás de nosotros, pero ahí se sentaban dos chicos que la mitad de veces no iban a clase. Nos íbamos alternando quien se ponía a la derecha y quién a la izquierda, nos pasábamos las clases hablando sobre tonterías o cotilleando sobre el resto de la clase y poco a poco fuimos cogiendo confianza y contando cosas nuestras también, incluso le empecé a contar cosas del tiempo que había estado saliendo con Rocío y me preguntó si habíamos llegado a hacerlo, le contesté que no, que aun era virgen, que lo máximo que llegamos a hacer fue cuando ella me la chupó y que ni siquiera se lo había hecho yo.
- Jaja, menudo hombretón estás hecho, que no devuelves los favores a tus novias- se burló Elena.
- Anda, habría que verte a ti- contesté.
- Ni en tus mejores sueños puedes imaginar algo mejor.
- Andaaa, ya será menos- dije
- ¡Elena!¡Jaime! A callar- gritó de pronto la profesora.
- Seguro que no lo haces tan bien como Rocío- susurré.
- ¿Me estás retando? Yo lo haría mucho mejor- me dijo medio en broma medio en serio mientras imitaba con un boli como la chuparía.- ¿Te has puesto cachondo eh?
Se rió, pero tenía toda la razón, me estaba poniendo a cien, quería que siguiéramos hablando de esto pero no me atrevía a preguntarla más directamente. Saqué fuerzas.
- ¿La has chupado alguna vez?- pregunté. Miró con cara de sorpresa, creía que no iba a contestar.
- Sí- me miró con una cara que decía que estaba muerto si se lo contaba a alguien- Pero aun sigo virgen, como tú.
- Eso tiene fácil solución- le dije de broma.
No me contesto y ahí se acabó la conversación, sabía que había llegado lejos, pero más tarde me arrepentí de no haber seguido hablando de eso, porque sabía que sería difícil retomar una conversación así.
Los días siguientes, cada vez fuimos soltándonos más pero no volvimos a hablar de ese tema. No me acuerdo muy bien como fue, pero empecé a hacer el tonto para tocarla, o usaba distintas técnicas que iba perfeccionando, con el fin de poder aunque fuera rozar su maravilloso cuerpo.
Cuando teníamos que copiar apuntes en clase, yo estiraba el codo lo máximo posible y me pegaba a ella, de modo que mi brazo quedaba rozando sus pechos y poco a poco cada vez los rozaba más y al ver que ella no decía nada yo me juntaba más aun. Yo estaba seguro de que ella lo notaba pero le gustaba, así que desde entonces aproveché los momentos que tenía para tocarla disimuladamente las tetas sin que ella dijera nada. También recuerdo otras veces que por ejemplo me quitaba el boli jugando y yo se lo intentaba quitar y de paso pasaba la mano por sus tetas, también se sentaba encima de él yo metía la mano entre su culo y el asiento para rescatarlo yo ya estaba convencido de que ella se daba cuenta, pero los dos hacíamos como si nada, hasta que un día volvió la conversación de sexo, porque vimos a un amigo de clase que se metía la mano por los calzoncillos para colocársela, pero a lo bestia.
- Ufff...- exclamó Elena
- ¿Qué pasa?-dije
- ¡Mira a Pedro!- me susurró al oído. Aproveché el momento para rozar mi mano con su escote.
- Jajaja, es algo natural mujer- me burlé.
- Ya, ya ¿acaso nosotras lo hacemos?, que cerdos sois tronco.
- Vosotras no os tenéis que colocar nada- me volví a burlar-, en cambio nosotros cuando si se nos pone grande algo tenemos que hacer- al oírme me sorprendí de la confianza que había llegado a coger con Elena.
- ¿No podéis controlar eso o qué?- me preguntó
- Bueno, un poco sí, pero no del todo, ¿o es que tu controlas cuando te pones cachonda y cuándo no?... lo que pasa es que a vosotras no se os nota.
- Entonces ¿tú no puedes hacer que se ponga grande?
- Jajaja, pues no sé depende del momento- contesté
- A ver, inténtalo- me retó
Estaba flipando de que la conversación estuviera llegando a ese punto, ésta vez no podía dejar que parara.
- Es que así sin más, es difícil necesitó un estímulo-me quejé y la guiñe un ojo bromeando.
Laura empezó a contonearse y a poner posturas. Yo sabía que solo estaba bromeando asi que me reí, pero me estaba poniendo cachondo de verdad. Se desabrochó un botón de la camisa que llevaba y se agachó dejando a la vista unas preciosas tetas.
- ¿Suficiente?- preguntó y se rió.
Yo miré a mis pantalones, donde mi polla estaba totalmente empalmada y se notaba a pesar de los vaqueros, en señal de respuesta.
- Alaaa, no está mal, ¿eh?, por lo que me dijo Rocío pensaba que la tendrías más pequeña- eso me sentó como un tiro.
- ¿Qué te dijo?- pregunté disimulando mi preocupación.
- Nada, cosas de chicas jajaja
- Venga, dime- rogué, ya sin disimular nada.
- Era broma Jaime, no te preocupes, ya he visto que la tienes muy grande.
Llevó su mano hacia mi pierna y me cogío la polla por encima del pantalón.
- Definitivamente, no está nada mal.
Yo no podía creer lo que había hecho.
- Prueba a cogerla por debajo del pantalón, ahí la apreciaras mejor- la dije
- Mmmm no me parece bien, a Roció no le gustaría- su mirada no decía lo mismo-
- Bueno, pues entonces déjame tocarte yo a ti, no es justo que tú me toques y yo a ti no- dije , como si estuviera indignado.
- Esta bien, pero las tetas eh, a ver que te piensas, y por encima, y ¡solo cinco segundos!-dijo
- Vale, hecho- accedí antes de que se volviera atrás.
- ¡¡Chicos, ya vale!! , al despacho del director, estoy harto de vosotros- gritó el profesor de latín, y toda la clase nos miró.
Por un momento me había olvidado de que estábamos en clase, era como si estuviéramos en una burbuja alejados de todo.
Salimos de clase y nos dirigimos al despacho del director como nos había ordenado el profesor. Se me hacía raro estar con Elena en un sitio que no fuera en nuestro pupitre. De camino al despacho apenas nos dijimos nada, nos miramos con ojos complices y nos reímos. Aun estaba la prueba pendiente y yo estaba esperando el momento ideal para proponérselo, pero como por experiencia soy consciente de que esos momentos ideales no llegan nunca, me lancé a ello.
- Elena, aun tenemos algo pendiente, ¿no?
- Ahh ¿sí? ¿el qué?- se hizo la loca
- Pues que me toca tocarte las tetas- dije de golpe.
- Jajaja, pues lo siento, se te pasó la oportunidad en clase.
- ¡Si, ya! Hicimos un trato- dije
Y me lancé a tocarle las tetas. Lo conseguí, pero me empujó al hacerlo.
- ¿Qué coño haces? Te he dicho que no- y se rió.
A veces Elena podía ser muy desconcertante y no sabía si lo decía en serio, así que no sabía que hacer, por lo que me acerque lentamente a ella y ella se fue echando para atrás, quedando apoyada de espaldas a una pared. Yo seguí acercándome, ella se quedó mirándome fijamente a los ojos y llevé una mano a su cintura cuando apareció la profesora de inglés por el pasillo y nos separamos rápidamente sin que se diera cuenta.
Entonces Elena volvió a retomar la marcha y yo la seguí, subiendo las escaleras y quedándome hipnotizado con el movimiento de su culo, además con la minifalda que llevaba casi podía verle sus braguitas. Llegamos frente a la puerta del despacho y quedamos en qué le íbamos a decir antes de llamar. Pero llamamos un par de veces y no hubo respuesta, así que volvimos hacia clase. A ninguno nos apetecía volver a entrar, así que nos quedamos fuera en la puerta de la clase y nos sentamos en un banco que había frente a nuestra clase y frente al baño de chicas del colegio.
La dije que iba un momento al baño de chicas y que vigilara para que no entrara ninguna y una vez allí me entraron ganas de hacerme una paja pensando en lo que había pasado en clase. Me dispuse a empezar pero justo Elena abrió la puerta de golpe y me pilló ahí con los pantalones y calzoncillos bajados. Al principio los quedamos los dos un poco paralizados, pero Elena no tardó en calentar el ambiente
- Mmm que buena pinta tiene, ahora parece más grande incluso que antes en clase ¿quieres que te muestre lo bien que la chupo?
Antes que me diera tiempo a decir nada se agacho lentamente y colocándose la minifalda se puso de rodillas y me bajo del todo los pantalones y los calzoncillos. Posó sus dos manos pequeñas y suaves sobre mi cintura y poco a poco las fue llevando a mi culo, lo apretó fuerte y me empujó, de modo que mi polla quedó a escasos centímetros de su cara.
Con las manos aun en el culo, inclinó ligeramente la cabeza e introdujo la punta de mi pene en su boca húmeda y ardiente, primero solo la punta y luego moviendo la cabeza de adelante para atrás cada vez más profundamente, pero muy lentamente, dejando mi pene totalmente mojado por su deliciosa saliva. Mientras me la chupaba, me miraba fijamente con ojos de guarrilla y empezó a jugar con mis huevos sudados, paseándose con sus delicados dedos y parando de vez en cuando para chupárselos.
- Uff me voy a correr, no aguanto más- dije entrecortadamente
- Córrete en mi cara. Quiero sentir tu leche calentita-
Y me corrí salvajemente, como nunca lo había hecho, y mi semen aterrizó por toda su cara, cerca de la nariz, donde se empezaron a formar gotas que caían por su cara y Elena sacaba la lengua para chuparlas.
- Delicioso con el último chico no me atreví a probarlo y como me arrepiento, mmm... que rica está... ¿Lo hago mejor que Rocío o no?
- No creo que nadie lo haga mejor que tu Elena Yo tampoco quiero cometer el mismo error dos veces, así que bájate esa minifalda que te voy a comer enterita- la susurré al oído.
- A tus órdenes- contestó-
La cogí y la senté sobre el retrete cerrado. Ésta vez fui yo el que me arrodillé y le puse las manos sobre sus rodillas, subiéndo lentamente por el interior de sus muslos, hasta llegar a la minifalda, que en vez de bajarla, la subí hasta su ombligo. Llevaba un tanga muy sexy de color naranja, que no tardé en quitárselo. Tenía el coño medio depilado, con pelos pero muy cortos, como a mi más me gustaba.
Aun seguía teniendo puesta una camisa blanca, que fui desabrochando sus botones poco a poco dejando ver un sujetador de encaje también de color naranja. Menudas tetas tenía, eran más grandes de lo que pensaba, estaban bastante pegadas y se notaba que estaban más bien tersas. Tenía puesto un collar, que acaba en su escote y sus tetas lo tapaban. Le arranqué el sujetador sin pensármelo dos veces y agarré esos pechos con los que tanto había soñado. El escote estaba un poco sudado, lo que lo hacía más sexy aun, y empecé a lamerlo mientras acariciaba con suavidad sus hermosas tetas.
Después bajé desde sus tetas hasta el principio de su cintura besándola y agarrando sus piernas y poniéndolas encima de mis hombros, pegué mucho la cara en su vagina y la chupé, moviendo la lengua en círculos y notando como Elena se retorcía de placer, girando el cuerpo a uno y otro lado. Pero al rato de haber empezado a chuparla el coño me entró unas ganas tremendas de penetrarla.
- No puedo más, necesito metértela Elena
- ¡Joder! Quiero que me folles tío, pero no tenemos condones. Marta siempre tiene en clase
- Uff, no puedo esperar tanto tiempo
Cogí a Elena en brazos y la puse encima del lavabo, que quedaba a una altura perfecta para follármela. Me agarré la polla y la pasee un poco por su clítoris haciendo que gritara de placer. Su coñito estaba totalmente lubricado, así que entró hasta el fondo, estaba totalmente húmeda.
- Ahh, ten cuidado no la metas tanto, me haces daño! Uufff venga va da igual, a la mierda todo, métemela, quiero sentirte muy adentro -
En ese momento sonó la sirena, que significaba que se había acabado la clase y los alumnos tenían que ir al patio del colegio. A pesar de lo cachondos que estábamos tuvimos que parar, porque sabíamos que los alumnos pasarían ahora por el baño. Nos vestimos corriendo y yo salí rápidamente para que no me pillaran en ese baño, no sin antes cogerla del culo con la minifalda medio subida y apretarla fuerte a mi cuerpo.
Fuimos a hablar con la profesora, pero ya se había ido, también se habían ido todos al patio, y la clase se había quedado vacía.
- Se han ido ya, volvamos al baño, quiero que me sigas haciendo el amor.
Me sorprendió que lo llamara así, pero me encantó. Cogimos la mochila de Marta y la vaciamos entera buscando los condones. Por suerte, quedaba uno. Al buscar en la mochila de Marta también encontramos unas fotos, entre las que se encontraban las fotos que había visto en casa de Rocío, en las que salían todas enseñando las tetas, y Elena se puso a enseñarme las fotos contándome las guarradas que hicieron esos días y yo notaba que le encantaba ponerme a cien. Me dijo que quedara las fotos y me pajeara pensando en ella. También vimos fotos de Marta con un chico que no sabíamos quien era, en las que salían los dos en una cama de hotel, medio desnudos y en alguna follando.
- Joder, ¡como se lo monta Marta eh!, ¿te gustaría que nosotros hiciéramos estas cosas Jaime? ¿Te gustaría ponerme a cuatro patas contra la pared como Marta? ¿Qué te parece si volvemos al baño?-propuso
- Y, ¿si nos quedamos aquí? Para mí no habría nada mejor que follarte sobre ese pupitre con el que tantas veces he soñado.
- Soy todo tuya Jaime, hazme lo que quieras-
- Tú te dabas cuenta cuando te rozaba con el brazo las tetas, ¿verdad?... y cuando te tocaba el culo metiendo la mano en el asiento también, ¿verdad? ¡eres todo una guarra!
- Claro que sí y me ponías un montón, tu no te das cuenta pero muchas veces notaba hasta tu erección en clase, por eso empecé con el juego ese, quería tocarte, desde que nos pusieron juntos había querido, desde que Rocío me contaba lo que hacíais, la tenía envidia- confesó
Yo me quedé perplejo, jamás hubiera pensado eso. Pensé en como sería si lo hubiera sabido antes, pero me daba igual, ahora solo quería volver a metérsela. Cerramos la puerta de clase, pegando varios pupitres por si alguien intentaba entrar, y la senté sobre el pupitre, quitándole de nuevo el tanga y la camisa, subiendo su minifalda y quitando también su sujetador naranja de encaje, dejando sus pezones rosados a la vista.
Elena cogió el condón y me lo puso, desenrollándolo poco a poco, concentrándose mucho. Se la metí mientras la besaba la boca, y su lengua se movía dentro de mí. Mientras la penetraba, con dos dedos comencé a jugar con su clítoris, moviéndome de arriba abajo. Elena me cogió la mano con la que estaba jugando, y se llevo los dos dedos mojados por sus fluidos vaginales a la boca, chupándolos y absorbiéndolos con ansia.
Yo estaba de pie y ella medio tumbada sobre el pupitre, y con mi polla dentro de ella, la agarré con los dos brazos su culo y la llevé hasta la silla del profesor, donde me senté yo y ella encima mío, primero de frente de modo que tenía sus pechos en la cara y ella los movía, paseando sus pezones rosas por mis ojos, por mi nariz, por mi boca , y después de espaldas, de modo que yo la cogía las tetas con los brazos y ella giraba la cabeza para verme penetrarla mientras gemía de placer.
En una de esas alguien trató de abrir la puerta, empezó a empujar y nosotros instintivamente nos levantamos y nos tratamos de vestir pero antes de que nos diera tiempo siquiera a ponernos el calzoncillo y el tanga, abrieron y resultó ser Marta, que nada más ver lo que pasaba, se metió y cerró la puerta. Nosotros estábamos desnudos, yo me tapaba la polla con las manos y Elena se bajó la minifalda y se tapaba los pechos con el brazo, pero aun así dejaba al descubierto la bella forma de sus pechos. Tras unos segundos de shock, en el que hubo un silencio atronador, empezó hablando Marta.
- ¿Estáis locos o qué?
Yo preferí no decir nada y que hablara Elena, que era su amiga, porque a mi Marta me seguía imponiendo mucho, pero la situación era increíble. No entendía porque Marta al ver lo que pasaba no se había ido sin más.
- Tronca, ¿qué tal si lo hablamos después? Estamos desnudos - dijo Elena
- Buah, ¿sólo por eso? ¿Si me quito la camisa podemos hablar?- respondió Marta.
- Tía, ¿de qué vas? ¿qué quieres?
- Nada, solo hablar, es que no me imaginaba esto. Además, ¿no querréis que diga nada a Rocío? Me voy a quitar la camisa a ver si así se tranquiliza el ambiente ¿a ti qué te parece Jaime?
- No sé bien supongo - dije. En realidad lo estaba deseando.
Marta se quitó la camisa mostrando sus tetas en un sujetador negro. Las tenía todavía más grandes que las de Elena, me gustaba porque eran morenitas, pero la forma de las de Elena eran inmejorables. Entonces se dio cuenta de que tenía las fotos suyas que habíamos cogido antes en mi pupitre. Se acercó a mí.
- Te ponen las fotos con mi novio eh, no te preocupes, te las regalo, pero a cambio me tienes que hacer gozar tanto como a Elena. Os oí antes en el baño, me quedé en la puerta escuchando.
Me cogió de las manos, dejando mi pene al aire libre, y me las llevo a sus tetas, paseándolas por la parte de arriba de sus pechos, y luego por dentro del pantalón, donde hizo que la acariciara. A diferencia de Elena, Marta lo tenía totalmente depilado. Yo estaba gozando de lo lindo, pero dejé que fuera Marta la que me moviera. Todo esto lo miraba Elena sin moverse, hasta que se acercó a nosotros y desabrochó el sujetador a Marta, susurrándola al oído algo que no pude entender.
No tardamos en estar los tres totalmente desnudos con la ropa desperdigada por ahí. Sabíamos que era una locura, porque en cualquier momento podría aparecer alguien, pero estábamos tan calientes que nos daba igual, incluso me hubiera puesto más.
Ahora tenía a Elena de frente, con sus bonitos pechos pegados a mis pectorales, y con una mano tocándome la polla mientras con la otra se paseaba por el cuerpo de Marta, a la que tenía detrás con sus grandes tetas pegadas a mi espalda y sus manos jugando por los cuerpos de Elena y mío.
Por un momento me dejaron a mi de lado y se pusieron a restregarse pegadas a la pizarra, mientras se liaban agarradas las dos al culo de la otra. Yo contemplé ese espectáculo un poco, pero no tardé en unirme a la fiesta, abriendo el culo de Marta y penetrándola por detrás y haciendo que sus tetas votaran de lo lindo, con ella a cuatro patas comiéndole el chochito a Elena.
Cuando estaba a punto de correrme se pusieron entre las dos a comerme la polla y acabé metiéndole la polla a Marta hasta la garganta y corriéndome dentro de ella, que se tragó parte de mi semen y con lo que quedaba se lo empezaron a pasar por la boca las dos, que estaban arrodilladas una frente a la otra y con los pezones rozándose. Justo en ese momento volvieron a llamar a la puerta. Y entro Rocío