Compañeros de piso (y algo más)
Compañeros de piso con todas sus ventajas.
2025.
Habían pasado 5 años, 5 años desde que la vio por última vez. Cuando decidió marcharse después de que ella dijera :"Me caes muy bien, pero no siento lo mismo, lo siento". Aquello le había destrozado y lo había convertido en un cascarón vacío. Días después se habían reunido con un amigo suyo, Julián, un viernes por la noche, bebieron los dos en abundancia. Cometiron la imprudencia de coger el coche de Fernando, craso error. Reían en la oscuridad ajenos al hecho de que iban en dirección contraria. Escucharon el claxon de un camión, no vieron los faros. Choque, desviamiento hacia la derecha, vueltas de campana, rotura del quitamiedos, caída ladera abajo rodando, atravesamiento del parabrisas por no llevar el cinturón, caída al suelo con rodamiento, rotura de 3 costillas lado iquierdo, desencajamiento del hombro derecho, permanencia bocarriba. Pérdida de conocimiento.
Fernando vio todo eso en milisegundos antes de chocar, pero no pudo hacer nada por impedirlo, no reaccionó. Despertó en el hospital donde se enteró de que Julián había muerto. Eso terminó de hundirlo. Descuidó su forma física y siempre se emborrachaba. Llegó a no ver su polla oculta bajo su prominente barriga. Si habéis leído a Quevedo, sabréis que escribió un soneto titulado "Érase un hombre a una nariz pegado", en el caso de Fernando sería "Érase un hombre a una barriga pegado". Pesaba 120 kg. Su cuello se ocultaba tras una barba castaño-rojiza que hacía parecer que la unión entre pecho y cabeza era la barba. Sus ojos, azules, se ocultaban tras unas gafas torcidas, con los cristales sucios y rajados. Su cabello, castaño, caía largo y desgreñadamente hasta sus codos.
Sumido en la oscuridad del piso recibió un whatsapp, una antigua compañera le escribía en aquel momento. Llevaba años sin saber de ella, una muchacha que apenas tenía curvas, de cabello de un rubio muy claro, los ojos verdes y facciones puntiagudas. Julia. Nunca se había fijado en ella, sí que se había pajeado y fantaseado sexualmente con ella, pero nada más, nunca se había acostado con ella (no por nada, sino por que se había acostado con otras con más curvas). No sabía qué quería ahora, revisó el mensaje y vio que quería una habitación, al parecer andaba mal de dinero y necesitaba alojamiento cerca de su universidad. Fernando aceptó y concertó una cita con ella al día siguiente.
Llegó a la casa de su amigo, llevaba 5 años sin verle, no sabía qué decisión iba a tomar. Vivía en un 6º, en un buen edificio. Había estudiado de cerca a Fernando, le fascinaba la evolución que había dado, no se alegraba de ello, pero el estudio de la evolución que experimienta una persona después de ciertas cosas siempre le había gustado. Su amigo le abrió la puerta, ella había cambiado. Le habían crecido más tetas y su cabello se había oscurecido ligeramente
-Hola, ¿Cómo estás?-preguntó a su amigo
Tras los habituales protocolos de cortesía, Dº Fernando, que así le conocían en la comunidad, procedió a enseñarle el piso, 4 habitaciones (una de Fernando), 2 baños, cocina y salón
-Bueno, dime qué te parece- dijo Fernando sentandose en el sofá trayendo 2 cervezas, lo único que había en la nevera
-Bueno, está bien y bastante cerca de donde estudio, pero quería hablar contigo porque mi economía no anda muy bien últimamente y he visto otros precios de alquiler que no me puedo permitir así que venga, asústame, dime una cifra-respondió Julia dandole un papel y un boli
Él la miró a los ojos, cogió el papel y el boli y garabateó encima, subrayando 2 veces bajo la cifra, bien visible
-¿Cómo?¿0€ de alquiler?-preguntó ella
-Sí, primero de todo, somos amigos, eso hace descuento, segundo, hubo una vez hace mucho tiempo, cuando estudiábamos juntos que me prestaste los deberes, me salvaste el culo y pude aprobar gracias a ello, favor por favor-respondió Fernando
-Muchas gracias Fer-dijo ella abalanzandose sobre Fernando, pudo notar su gorda y larga polla bien marcada en los pantalones deportivos que apenas le sujetaban la cintura
-Quita coño-dijo Fernando-Aquí tienes una llave del piso y vente a instalarte cuando quieras, yo me voy de aquí
-¿Dónde vas?-preguntó Julia
-A comprar más cerveza, quedan sólo 6-respondió él cogiendo una camiseta maloliente que podía quedarse de pie la camiseta sola del olor que tenía
La convivencia empezó bien, Julia se mudó a los 2 días y muy pronto la tuvo haciendole el desayuno, ya que ella se levantaba 3 horas antes para ir a hacer deporte, picar algo, cosas de mujeres. Los días pasaban y poco a poco iban perdiendo la vergüenza que tenían en un principio, Julia iba dejando los peines y cepillos sueltos por el baño o las compresas por ahí tiradas poco le importaba que su compañero viera su lado descuidado. Fernando siempre se comportó descuidado, no le importaba lo que dijera Julia, era su casa y pensaba seguir yendo en calzoncillos a no ser que fuera al estanco a por tabaco o al super a por cerveza, pero empezó a cambiar de razonamiento y decidió abandonar su forma de vida, o por lo menos reducirla, comenzó a hacer ejercicio para bajar la barriga y se arregló el pelo y la barba, tras un mes de duro trabajo, había conseguido bajar casi 40 kg, pesaba 86, su barba estaba más recortada, aunque tupida aún y su cabello le caía hasta las barbilla, justo la imagen que tenía cuando todo pasó.
Una mañana cuando se acababa el verano vio lo que hizo que su forma de ver a Julia cambiara para siempre, entró en el baño para ducharse, se quitó su pijama dejando su polla al descubierto y descorrió la bañera, un grito hizo que volviera a correr la cortina y que saliera del baño, debería haberse dado cuenta de que Julia estaba allí, con su culito marcado, sus pechos de un tamaño estándar, su vagina completamente depilada, se cubrió los pechos cuando descorrió la cortina y pegó el grito. No le había oído entrar.
-Perdón perdón- dijo Fernando desde la puerta.- Con hombres más fácil
-No pasa nada-dijo ella cogiendo su toalla- Ya puedes pasar
-Pido disculpas de nuevo, ya te dije que no suelo vivir acompañado y además ayer bebí más de la cuenta y se me ha ido el santo al cielo-dijo Fernando
-Eh, oye, que no pasa nada, dúchate, anda, a ver si se te pasa la cogorza que llevas encima-dijo la veinteañera
Salió del baño dejando a su amigo dentro y se dirigió a su habitación, a 2 pasos del baño, era cosa suya o se había excitado con el cuerpo de su amigo desnudo, nunca le había parecido un muchacho feo, pero de ahí a querer tener algo con él, sin embargo, aquella intromisión hizo que se calentara su entrepierna y se humedeciera, ahora tenía que hacer algo por calmarse, no podía quedarse así. Cerró la puerta de la habitación para que no hubiera más intromisiones.
-Oye, que siento lo de antes, no quise entrar-dijo Fernando media hora después, tras desayunar
-No pasa nada, es completamente normal que entres sin llamar, no es que me haya gustado, pero es tu casa, eso sí, me gustaría que no se repitiera, al menos cuando estoy desnuda-dijo Julia
-No te preocupes, no volveré a entrar-dijo Fernando
Esa noche Fernando se acostó relativamente temprano, a las 23, no solía hacerlo desde los... ya ni recordaba desde cuando no se acostaba a las 23, sólo sabía que estaba ahí en su cama, con el rabo entre las manos, aquel rabo que llegaba a los 20 cm, moviendolo de arriba a abjo, pensando, no en sus actrices porno favoritas, sino en su compañera de piso, como la había visto esa mañana, con el agua escurriendose por su cuerpo, protegiendose los pechos y la vagina, aquella vagian bien depilada de la que emanaban aquellos jugos que tanto le gustaban de las mujeres.
-Hummm-se relamió con los ojos cerrrados, se le hacía la boca agua tan solo de pensarlo y su amiguito también quería diversión.
Continuó masturbando aquella polla frenéticamente hasta que finalmente, después de 3 minutos pajeando sin parar se detuvo, corrió a toda hostia hasta el baño más cercano y tuvo el tiempo justo de acercarse al lavabo, lo que tenía más cerca. 4 o 5 chorros de lefa golpearon las paredes de mármol del lavabo y su polla se desinfló como un globo, él soltó la respiración contenida durante los últimos 15 segundos desde que había salido de su habitación y se fijó en que detrás de él se encontraba Julia, sentada en la taza del vater mientras se oía un goteo constante, mierda, joder, ¿porqué el baño más próximo para los dos tenía que ser el mismo?
-Esto no es lo que parece-empezó a decir Fernando.
-No, como que no te estabas cascando una paja y no te has corrido, ¿verdad?-preguntó ella
Se levantó del vater sin el menor pudor, se limpió y tiró de la cisterna, antes de salir se asomó al lavabo
-Si no te estabas haciendo una paja, ¿qué es eso?-preguntó ella
-Hongos-dijo Fernando-Muchos hongos.
-¿Blancos?-preguntó Julia
-Bueno vale, sí, me has pillado, me estaba masturbando.-respondió él
-¿Y porqué en el lavabo?-preguntó Julia
-Porque es lo que más cerca había de la puerta, además tiene la altura perfecta para no salpicar, si fuera más bajo podría salpicar fuera como ocurre con el vater-respondió él
-Veo que tienes una buena herramienta-dijo ella cambiando de tema
-Sí, la entreno todos los días-respondió él
-Ya veo,¿puedo?-preguntó ella pasando los dedos por la superficie
-Sí,¿porqué no?-pregunté
Ella se agachó y se colocó a la altura del pene de Fernando, lo cogió con una mano y lo masajeó de arriba a abajo mientras este volvía al estado que había tenido 2 minutos atrás. Fernando se sentía en la gloria, no sólo le estaban haciendo una paja, que ya de por sí es bueno, sino que se la estaba haciendo la chica con la que llevaba fantaseando 10 horas, más incluso. Ella por otra parte sintió placer, llevaba años sin tocar un pene, centrada en sus estudios, pero aquel pene era el más largo que había visto, tampoco es que hubiera visto muchos, de hecho estaba más virgen que María, la madre de Jesuscristo que sin que se la follasen se preñó. Sus amigos la llamaban frígida ya que se oponía a cualquier tocamiento sexual, pero lo que pasaba es que no le interesaban esas pollas, habían mamado muchas y pajeado otras tantas, pero jamás se la habían metido. No sabía qué le pasaba con aquel muchacho, era la segunda vez que se sentía así por él en un mismo día. Pasó a meterse su pene dentro de la boca, estaba caliente al tacto y pasó la lengua por todo el diámetro del capullo, le rozó la punta y se la sacó, para volversela meter y volversela a meter.
Pero Fernando se cansó de aquello y tras 5 minutos chupandole la polla la apartó de su boca y la levantó sentandola en la repisa del lavabo, le despojó de la camiseta del pijama y sobó las tetas
-No has pedido permiso-dijo ella
-¿Lo necesito?-preguntó Fernando.
-Creído, anda tira-respondió Julia
Fernando se lanzó a aquellos pechos y lamió el pezón hasta que se puso duro mientras con la otra mano le magreaba la otra teta, conforme se iba cansando de las tetas fue bajando lentamente lamiendo su vientre, su ombligo hasta llegar a la vagina, encharcada con los jugos de aquella mujer, hundió la nariz y aspiró el aroma que salía de allí, metió la lengua y le lamió los labios por fuera, los mayores y los menores, le abrió los labios y le introdujo la lengua dentro buscando con su lengua el clítoris estimulandolo de arriba a abajo, pasando la lengua en círculos a su alrededor, introdujo su lengua más profundamente y fue avanzando por el tubo vaginal hasta que ya no pudo avanzar más, entonces retrocedió sin prisa ninguna. Tenía todo el tiempo del mundo.
Se levantó y se puso a la altura de la muchacha sentada en la repisa (que levantada era 1 cabeza y media más baja que él)
-¿Lo hacemos?-le preguntó levantando la ceja
-Vaamos a pasar una barrera que no debemos pasar ya que romperá nuestra relación y nuestra forma de mirarnos a los ojos cada mañana, pero estoy muy caliente y tú también, rompamos la barrera-respondió Julia
Fernando le abrió las piernas, depiladas también, y se metió entre ellas para acercar la polla a la abertura
-¿Lista?-preguntó
-Sí, sé gentil, es mi primera vez-dijo Julia
-Lo seré-prometió Fernando.
Presionó sobre la abertura y esta se abrió dejando pasar a su pene a través de los pliegues de la vagina, sintió como se le estiraba hacia atrás el prepucio conforme más avanzaba. Llegó a una fina envoltura y empujó un poco más la cadera para rasgarla provocando que Julia gimiera levemente. Finalmente sus huevos chocaron con la vagina de Julia, retrocedió lentamente y se la volvió a meter con la misma suavidad que antes y como hiciera antes, la volvió a retirar, un hilillo de sangre se escapaba por entre las piernas y a partir de la 5º vez que introdujo el pene empezó a meterlo con más rapidez mientras ella le pedía que continuara, que no parara y ahí tenemos a nuestro protagonista bombeando pim pam pim pam el coño de aquella chcia que gemía cada vez más fuertemente
-Cállate un poco, vas a despertar a los vecinos-dijo Fernando.
-Es que me partes en 2, por la mitad-dijo ella reclinada sobre el espejo, toda sudorosa
-Va a venir, mierda, no me puse condón-dijo Fernando angustiado, odiaba pensar más con la polla que con el cerebro
-Da igual, hacemos la marcha atrás-dijo ella
-Eso es peligroso, hay riesgo de embarazo y tenemos 22 años solo-dijo Fernando.
-Pues tomaré la píldora, pero cállate tú ahora, que quiero llegar al orgasmo-dijo Julia
Se corrieron en una vorágine de gritos y jadeos mientras ambos fluidos se juntaban y colapsaban en el interior del coño de Julia. Se pararon a descansar y Fernando sacó su polla de allí
-Joder, mira qué estropicio-dijo lamentandose
-No te preocupes, tomaré la pastilla-dijo Julia dando un salto y cayendo al suelo de puntillas, se agachó y le limpió la polla a Fernando.
-¿Ahora qué hacemos?-preguntó Fernando.
-Lo que quieras, pero me gustaría que esto se volviera a repetir, y no sólo esporñadicamente-respondió Julia dandole un pico
-¿Entonces qué somos?-preguntó Fernando confuso
-Amigos con derecho a roce-respondió Julia guiñándole un ojo tras la puerta de su habitación casi cerrada.
El chaval se quedó ahí parado pensando en lo último que había pasado y se marchó a su habitación dando saltos de alegría, había pasado, una de sus fantasías se había cumplido.