Compañeros de piso 3

No hace falta leer los anteriores relatos para poder disfrutar de este! Relato de dominación entre Ángela y su compañero de piso.

Salí de la ducha con la toalla alrededor de mi cuerpo. Al llegar a mi habitación me deshice de la toalla para poder vestirme. Hacía bastante frio así que me puse unos pantalones vaqueros y un jersey de lana bastante grande. Salí de mi cuarto para ir a la cocina a preparar algo de comer.

Ese finde semana Will y Cayl se iban a ver a sus familias y estábamos Max y yo solos en el piso. Eso me excitaba a la vez que me preocupaba. No había vuelto a hablar con él desde que me folló en mi cama.

Preparé unos macarrones con tomate y me puse a comerlos en la mesa e la cocina. Mientras fregaba los platos vi a Max entrar en la cocina.

-          Estas aquí. – dijo al verme.

Yo solo asentí. Max me hacía sentir miedo, me sentía totalmente expuesta y vulnerable cuando me miraba con sus ojos oscuros, pero no puedo evitar excitarme cada vez que su mano roza mi piel, o cada vez que su voz me exige algo. Creo que haría lo que me pidiese si lo hace mirándome a los ojos y con su tono dominante.

Max se acercó a mí. Yo traté de seguir fregando los platos sin hacerle mucho caso.

-          Esta noche estamos solo. – dijo acercadose a mí.

Volví a asentir en vez de contestarle. Max me agarró de la cintura y con fuerza me dio la vuelta, quedando enfrente a mí y muy cerca el uno del otro.

-          ¿Qué te dije le otro día? – preguntó. – Creía que había quedado bien claro nuestra relación.

-          Si… - dije bajando al cabeza.

Max me agarró del pelo, subió mi cabeza a su altura y me miró muy de cerca. Ç

-          Creía que había quedado claro que yo soy tu amo. Cuando te hable debes contestarme – dijo mientras me agarraba por el pelo y acercaba más su boca a la mía. – esta claro?

-          Si. – dije mientras acercaba más mi boca a la suya para besarle. Necesitaba sentirle más y más cerca.

-          Si, ¿qué? – preguntó apartándose y negándome un beso.

-          Si, amo. – contesté clara y totalmente sumisa.

En el fondo negarle ciertas cosas a Max me divertía. Me divertía hacerle saber que va a tener que dominarme.

-          Tengo que ir a trabajar, volveré a las 10 de la noche. Quiero que estés esperándome en la puerta de la entrada. – dijo mientras acercaba su boca a la mía. – Quiero que me esperes en la puerta, de rodillas, en ropa interior y con una trenza.

-          Lo haré, amo – dije casi en un susurro.

-          Así me gusta. – sonrió Max justo antes de darme un beso.

El beso de Max fue muy intenso. Me puso contra la encimera y comenzamos a besarnos, sus manos recorrían mi culo y me apretaba contra él para que no me separase ni un centímetro. Paró de golpe y se fue.

Pasé la mayor parte de la tarde nerviosa. Me probé todos mis conjuntos de lencería. Al final opté por un conjunto de encaje negro, me hice una trenza y a las diez menos diez me puse de rodillas en la puerta. A pesar de que la calefacción estaba puesta sentía el frio recorrer mi cuerpo y traté de concentrarme en otra cosa. Cerré los ojos y comencé a ser consciente de la situación, pensar me excitó y noté mis pezones duros.

Escuché la llave meterse en la cerradura y la puerta se abrió. Abrí los ojos y vi a Max entrar al piso. Llevaba una bufanda y una chaqueta negra. Se quitó todo y me miró directamente a los ojos.

-          Ves cómo es mejor que me obedezcas. – dijo mientras se desabrochaba los botones del pantalón mientras me miraba. – quiero que me la chupes de rodillas.

Me acerqué a él y le bajé al pantalón lentamente. No paraba de mirarle a los ojos, me acerqué más y empecé a lamer la punta de su polla. Poco a poco me fui metiendo más y más su miembro en mi boca. Notaba como crecía y cada vez se ponía más duro mientras mi lengua recorría cada centímetro de su pene. Seguí chupando poco a poco hasta que noté como Max me agarraba la cabeza y comenzaba a llevar él el ritmo. Cada vez iba más rápido, escuchaba su respiración agitada y yo notaba como su polla llenaba entera mi boca.

-          Para ya, si sigues así me voy a correr. – dijo Max mientras me agarraba por el brazo y me levantaba del suelo. – y tengo otros planes para eso.

Fuimos a su habitación mientras tiraba de mi trenza y me tiró en la cama al llegar. Cerró la puerta y yo me quedé en la cama sentada mirándole. Vi como cogía algo del armario, eran unas esposas y una venda para los ojos.

-          Las manos. – ordenó. – y date a vuelta.

Me di la vuelta, de rodillas en la cama y puse mis manos juntas a mi espalda. Escuché las esposas abrirse y noté el metal frio cuando me las puso, luego pasó la venda por encima de mis ojos y la ató. Lo ultimo que vi fue el cabecero de su cama. Noté como se puso detrás de mí y empezó a besarme el cuello despacio. Puse mi cuello para un lado y me relajé con sus besos y caricias, me sorprendió como presionó mi espalda de golpe para que me pusiese a cuatro a patas.

Noté como Max se salió de la cama y de repente sentí un dolor en mi culo, en mi nalga derecha. Me había dado un azote y no pude evitar soltar un grito de sorpresa y dolor. Estuvo un par de minutos dándome azotes hasta que se volvió a poner de rodillas en la cama y noté como puso su polla en la entrada de mi vagina. Empezó a metérmela despacio y yo a gritar, esta vez de placer. Cuando la metió por completo me relajé, estuvo unos segundos follandome muy despacio hasta que empezó a follarme rápido, muy rápido.

De repente paró y volvió a darme otro azote. Volví a gritar y me tumbé del todo en la cama. Max me agarró de la cintura y me levantó. Me ayudo a ponerme de pie, me quitó las esposas y me empujó contra la pared. Empezamos a besarnos mientras notaba como Max metía su polla otra vez dentro de mí. Me cogió por la cintura, me levanto y empezó a follarme duro contra la pared. Mis gemidos ya no se podían controlar, sus embestidas eran cada vez mas y más fuertes.

-          Voy a correrme. – dije entre gemidos.

-          Sabía que eras una zorra, ¿te gusta que te dominen? – pregunto Max mientras me follaba aun mas fuerte.

-          Si, me gusta que me domines.

Justo cuando iba a correrme Max paró de golpe y me agarró despacio del cuello.

-          No tienes permiso para correrte todavía. – dijo mientras me bajaba. – ponte a cuatro patas en la cama.

Le hice caso. Al tener los ojos vendados fui despacio tocando todo hasta llegar a la cama. Me puse despacio a cuatro patas y Max me empujó para que bajase mas mi cuerpo y quedar aún más tumbada. Me agarró de la cintura para levantarla y me la metió de golpe. Pegué un grito y le supliqué que me dejase correrme, no iba a aguantar mucho más. Max me agarró por la trenza y me puso más a cuatro patas, empezó a follarme despacio y se acercó a mi oído mientras notaba su polla entrar y salir muy despacio.

-          Ya puedes correrte. – dijo en tono autoritario.

En ese momento me soltó la trenza y empezó a follarme muy fuerte, nunca me habían follado tan fuerte y rápido. Notaba como iba a correrme de un momento a otro hasta que ya no aguantaba más y me corrí entre gritos y gemidos. En cuanto me corrí me relajé y me tumbé en la cama, antes de que pudiera recuperarme Max me agarró del brazo y me puso de rodillas en el suelo, yo aun estaba con la respiración acelerada y él me metió su polla en mi boca. Empecé a tragármela, quise llevar el ritmo, pero Max me follaba la boca rápido mientras me sujetaba por la cabeza.

-          Voy a correrme. – dijo susurrando. – quiero que te lo tragues todo.

Asentí y Max siguió metiéndola dentro y fuera de mi boca hasta que noté como se corrió dentro de mi boca.

Max me quitó la venda de los ojos y me tumbé en la cama para intentar recuperarme. Él se acostó a mi lado y me miró a los ojos.

-          Eres una buena sumisa. – dijo. – si sigues así voy a querer que seas solo mía.

-          Sabes que eso no es posible. – dije riéndome. – puedes conformarte con tenerme cuando quieres.

Nos tumbamos en la cama, cerré los ojos un momento por el cansancio y me quedé dormida.

Muchas gracias a todas y todos con los comentarios! Espero que os guste!