Compañero de trabajo (2)

Se excita pensando que otros pueden tener a su esposa

Capítulo 2: El marido morboso

Han pasado ya un par de días desde que fuimos a esquiar, y mi compañero de trabajo no me ha hecho ningún comentario al respecto. Lo que me extraña bastante, conociendo su afición a comentar conmigo todas sus aventuras sexuales con su esposa. En esta ocasión quizás no tiene tantas ganas de contármelo pues yo también estaba allí, aunque esperaba que se quisiera recrear reviviéndolo juntos. No pierdo la esperanza que venga y lo podamos disfrutar de nuevo.

Durante la mañana recibo una llamada de Cristina, quiere hablar conmigo en privado, parece que es urgente, la he percibido preocupada y con un alto grado de ansiedad. Con mucho secreto quedamos en una cafetería del centro, un sitio discreto donde podremos hablar sin compromisos. Me muestra su confianza y me explica que está bastante preocupada por Edgar, su esposo, últimamente se comporta de un modo extraño.

Le pido que me cuente qué es lo que encuentra anormal en su comportamiento y ella me relata como la ha llevado a algún bar frecuentado por trabajadores toscos y maleducados, y que la obliga a ir vestida con ropa llamativa. Además, una vez que todos se han fijado el ella, él desaparece diciendo que precisa ir al aseo. En cuanto se aleja y se encamina hay el baño, se levanta la veda para toda clase de piropos y comentarios subidos de tono sobre su cuerpo y sobre lo que los presentes le harían.

—   Ahora que no te ve tu pareja, ¿quieres hacerme una mamada? Yo que tengo una buena verga—

—   Si vienes aquí y te sientas encima sentirás algo que te hace cosquillas en el ombligo… pero por dentro—

—   Si me das la lechecita de tus tetas…yo te daré la mía—

Todo ello acompañado de sonoras carcajadas y movimientos obscenos de cada uno de los intervinientes. Cristina dice que se pone muy nerviosa, que pasa muy mal rato y que llega a temer por su seguridad. Al rato, Edgar aparece con la cara de ganador, la lleva a casa y se la folla poseído por una excitación extrema.

Sin decir palabra llegamos a la conclusión que le excita sentirse dueño de lo que los demás desean, y que cuanto más burdamente lo manifiestan, más le gusta. Quizás no habría ningún problema si a ella no le causara una gran ansiedad y temor esta situación. Al terminar de contarme el motivo de su preocupación, parece liberado de una pesada carga, y acto seguido me pide ayuda,

—   Te tiene en gran estima y quizás puede que te cuente alguna cosa que nos ayude—

La experiencia en la nieve me dejo muy tocado, y lo de ayudar a Cristina me agrada. Al día siguiente cojo a Edgar y le empiezo a tocar la fibra sensible. Le hablo de lo bien que lo pase en la excursión, de lo estupenda que esta su esposa, de la suerte que tiene y lo que daría yo por estar en su puesto. Con mis palabras hago que visualicemos su cuerpo, describiendo lo buena que esta y lo perra que se puso al tenernos a los dos a su disposición. Lo describo todo con vehemencia, en voz alta, y se le abren los ojos como platos.

Recordamos juntos la redondez de sus pechos, la rotundidad de su culo y su escandaloso gemir cuando es penetrada, nos hace poner muy cachondos. Le suplico que me otorgue una pequeña parte de ese tesoro. Esto le halaga mucho y continua excitándose cada vez mas

¿qué podría ser?me pregunta

Unas braguitas llenas de su aroma me harían felizle respondo enseguida.

Le gusta la idea y se ilusiona. Promete traerme unas bien bonitas lo antes posible. Al día siguiente aparece triunfante con el trofeo en una mano y me lo ofrece orgulloso.

gracias...muchas gracias... menudas pajas me voy a hacer con ellasle comento agradecido.

Me mira sorprendido por la franqueza y rotundidad de mi afirmación. Me las llevo hasta la nariz y las huelo apasionadamente.

¡Qué buena jaca tienes!..¡quien la pudiera montar!le digo en voz baja como si se tratara de un secreto.

Me gustaría oírla como gime satisfecha cuando tiene su chochito bien caliente y jugoso...o cogerla fuerte por las tetas mientras la enculo fuerte... uhmmm ...¡como te envidio!

Edgar no dice nada, solo abre los ojos al máximo y traga saliva de vez en cuando. Estamos hablando de su esposa y se ha puesto a cien. Seguro que al llegar a casa se la folla, víctima de su viciosa afición de ponerse a escuchar lo que otros hombres dicen que harían con su mujer.

El día siguiente coincidimos en el comedor de la empresa y me confirma que echó un soberano polvo gracias al calentón que produjeron mis comentarios sobre su mujer. Me devuelve el favor haciéndome una descripción pormenorizada de cómo fue, consiguiendo con ello que ambos nos volvamos a excitar imaginándola en la cama.

Doy un paso más, le pido que use su móvil para sacar fotos a su esposa a escondidas mientras duerme o cuando se baña. Solamente pensar en la idea, le hace saltar de sus casillas y promete compartir conmigo las fotos que consiga robar a la intimidad de ella.

Las primeras fotos que me enseña son obscuras, de su mujer yaciendo dormida sobre la cama. En ellas se aprecia la rotundidad de sus caderas, su culo firme, protegido por unas diminutas braguitas. También se aprecian sus pechos generosos que pugnan por salir fuera del camisón.

Las disfrutamos conjuntamente elogiando su bien dotado cuerpo. Se nos ocurre que, tomando las fotos a primera hora de la mañana, habiendo amanecido, la luz será mayor y los matices serán más claros. Así lo hace y un día más tarde nos pasamos un buen rato contemplando el cuerpo desnudo de ella fotografiado en los más íntimos detalles.

El triángulo de la braguita transparenta sus pelitos, un pezón se ha escapado del camisón, en otra foto se le ve chupándose el dedo gordo, en otra se ve una nalga completamente desnuda con las bragas metidas en la raja del culo... y esta vez la calidad de las fotos es de profesional.

Creo que después de disfrutar de las fotos ambos salimos disparados a masturbarnos con alguna de las imágenes prendida en el cerebro. Siento que su atrevimiento va en aumento cuando un día me muestra las fotos de su mujer completamente desnuda, mostrando la secuencia de desnudarse, darse un baño y volverse a vestir. No se como las ha podido conseguir, pero reconozco que se está superando como fotógrafo espía.

El comentario sobre las fotos sube de tono y no nos queda ningún detalle en el tintero. Desde sus redondeadas caderas, pasando por sus pelitos mojados escurriendo el agua de la ducha, hasta lo erizado de sus pezones después del baño, todo merece nuestra atención y beneplácito.

Edgar se siente el rey, dueño y señor de tan precioso tesoro. A mí me queda la ilusión de poder compartir con el este apetitoso manjar. En compensación por este "sufrimiento", le propongo algo extremadamente arriesgado y excitante.

llévame a tu casa, me escondes en la habitación y me dejas ver cómo le haces el amor

Esa es mi secreta ilusión, pero estoy seguro que es muy difícil de repetir la aventura de la nieve. Se resiste, pero tras insistir y animarlo un poco, le hago vivir en sueños la situación, se anima y lo organizamos todo.... Ya tenemos preparado el sitio dentro del armario de la habitación de Edgar para que me pueda esconder fácilmente.

Al finalizar el trabajo, Cristina se va a hacer jogging. Al volver se ducha, se pone el pijama y prepara la cena para ambos. Algunas veces Edgar llega tarde y se encuentra la cena en la mesa. Hoy sin embargo ha llegado temprano y recibe a su sudorosa esposa que vuelve del ejercicio diario. El la acompaña a su habitación, y mientras oigo chorrear el agua, le pregunta sobre los detalles del día, y hacen comentarios sobre el próximo fin de semana.

La oigo hablar a medio metro de mi escondite de espaldas a mi posición. Entreabro la puerta unos milímetros, suficientes para ver su cuerpo cubierto de gotitas de agua, envuelto en una toalla, la melena completamente mojada y los pies buscando las zapatillas.

tan cerca y tan lejos"pienso yo, mientras me toco la polla por encima del pantalón.

La excitación es doble: por una parte la situación es muy peligrosa para los tres, por otra parte la visión de su cuerpo tan cerca es la culminación de muchas de mis fantasías. Se desprende de la toalla, y la usa para secarse cuidadosamente todos los rincones de su voluptuoso cuerpazo.

Sigue de espaldas, y por tanto me ofrece la visión de sus nalgas, su espalda, y sus bonitos hombros. Se inclina hacia delante para secarse las pantorrillas y pies, sacando hacia mí su esplendoroso culo. Ambos siguen hablando despreocupadamente. Edgar esta tumbado sobre la cama, mientras ella termina de secarse.

La atrae hacia él e intercambian besos cariñosos. A estos besos le siguen otros... y otros… cada vez más apasionados. Ella completamente desnuda se arrodilla sobre la cama y se aboca sobre él para corresponder a sus caricias.

Queda con el culo en pompa justo delante de mí, siento unos deseos enormes de salir de mi escondite para clavar mi polla, (que ya tengo enorme y fuera del pantalón), en su chocho. Sus piernas parecen dos columnas griegas que flanquean la entrada en un templo antiguo, y sus nalgas me gritan insistentemente ¡comeme! ¡comeme!.

Edgar le mete mano en las tetas y luego la alarga para meterla en la entrepierna de ella.Veo como con los dedos separa un poco los labios de la vulva, suficiente para que yo pueda apreciar la bonita concha que tiene. Luego la hace caer a su lado y yo tengo que cerrar completamente la puerta pues ella ha quedado de frente hacia el armario.

Oigo como empieza a gemir y a suspirar, y deduzco que ya se la está follando. ¡¡¡como me gustaría estar en su lugar!!!

Se oye crujir los muelles del colchón y como ellos parecen cambiar de postura. Ponen en marcha la radio en una emisora de música suave para tratar de disimular los ruidos que hacen con su frenético mete y saca. Esto ayudara a que si hago algún ruido me puedan descubrir.

Con sumo cuidado entreabro la puerta lo suficiente para poder atisbar lo que sucede. Cristina esta en cuatro encima de la cama. Edgar, detrás de ella, ligeramente escorado hacia un lado, la encula lentamente al tiempo que la sujeta fuerte por las caderas.

Solo unos instantes después, Cristina empieza a gemir de forma ostentosa, y entre suspiro y suspiro dice cosas como:

Dame!... dámela toda... así... cariño, fuerte... clávamela hasta el fondo... así... así... dame mas .... maaassss", ó "fuerte... fuerte ... no pares cariño... sigue... sigue... así.... ahhhg que gusto!!!".

Él le contesta:

"Toma... Toma ... mi perrita... para que sepas quien te hace gozar.... toma..¡te gusta verdad?... venga hasta el fondo... asiiiiiii".

Yo mientras veo entrar y salir la polla de Edgar, toda brillante en el chocho de Cristina.

"HA...HAAA...HAAHAHHHH", grita él, e inmediatamente a continuación ella.

Los dos caen como dos fardos sobre la cama y hay unos segundos de silencio. Cristina se vuelve hacia él y le da unos cuantos besos. Se va hacia el baño y se oye correr de nuevo el agua.

Se abre súbitamente la puerta del armario. Es Edgar.

Qué ¿te ha gustado?", "¿cuantas pajas te has hecho ya?... mañana me lo cuentas todo...", "... ahora te tienes que ir antes de que salga ella", "...es genial... llevo unos días que estoy disfrutando como nunca con nuestras aventurillas...

Yo para no contradecirle, le digo que ya me he hecho dos pajas a la salud de su esposa, que bien se las merece. Además, le pido que cuente conmigo para repetir la experiencia otro día... o cuantos días desee.

Ver y oír a Cristina en plena acción me vuelve loco.

Deverano.