Compañerismo onírico en la noche madrileña
No había sido violenta conmigo, a diferencia de Mónica y Ruth, pero aún así tenía miedo.
Compañerismo onírico en la noche madrileña.
Trabajo en una oficina con sucursales en todo el país. En la delegación de mi ciudad, Madrid, somos cerca de ochenta personas las que acudimos todas las mañanas a ganarnos el jornal. Haciendo un cálculo muy aproximado podría decir que de esas personas la mitad son mujeres, es decir, unas cuarenta, más o menos. No, ninguna es Cameron Díaz ni Angelina Jolie. Pero eso no importa, yo tampoco soy Brad Pit pero se puede decir que tengo "mi publico". Escaso, pero mi publico al fin y al cabo. Bien, de esas cuarenta compañeras hay algunas con las que me gusta fantasear, sexualmente hablando. No es que este orgulloso de esto, pero me parece que el pensamiento nunca es negativo, en todo caso lo son las acciones. De todas formas, en mis fantasías, nunca se forzaba a alguien, bueno, mejor dicho, nunca eran ellas las forzadas.
Hay un grupo de cuatro chicas que me resultan atractivas, con sus más y sus menos, y me gusta pensar qué los cinco hacemos cosas juntos o, mejor dicho, que ellas me obligan a mí. Creo que tengo una vida sexual muy corriente y eso me hace fantasear con cosas fuera de lo común.
Ellas son: Andrea, Mónica, Alba y Ruth. Andrea es rubia, de pelo corto, no es ninguna belleza pero tiene un cierto atractivo ya qué viste de manera un tanto "pija". Eso, a mis ojos, la hace más sugerente. Supongo que en el fondo de mis deseos siempre me llamado la atención el hacer algo muy "bestia" con alguien con una apariencia sofisticada. Mónica esta casada, tiene poco más de treinta años (Andrea esta próxima a esa edad), tiene el pelo largo y rizado, muy bonito, grandes pechos, viste siempre de manera un tanto provocativa, y cuando enseña el ombligo se le nota que no ha estado nunca a menos de 200 metros de un gimnasio. Tiene pinta de ser algo "guarra" en la cama. Alba es muy delgada, demasiado para mi gusto, eso la avejenta ya que su rostro aparenta ser mayor de lo que en realidad es. Es bastante alta, igual que Mónica, con el pelo liso y castaño. Si pesase algo más sería más atractiva. Ruth es algo fea, la verdad, pero tiene un buen culo, creo que en más de una ocasión me ha visto mirándoselo. Yo trato de disimular pero han sido ya varias veces. Su pelo también es bonito, tiene una preciosa mata de pelo negro, muy negro, con mechas. También se emperifolla mucho a la hora de vestirse o maquillarse, al igual que Andrea, y tiene unos pechos pequeños. No puedo decir si son bonitos o no ya que, a diferencia de Mónica, suele ir tapada aunque con ropa muy ajustada. En verano suele llevar faldas y eso, la verdad, me alegra las mañanas. Ella tiene novio y, junto con Mónica, sé que son las dos únicas con compromiso.
Yo, por mi parte, soy un tipo bastante normal, muy alto, pelo corto, ojos negros, en fin, un tipo al uso, vaya. Como dije antes, creo que tengo una vida demasiado normal y por lo tanto fantaseo con cosas que no lo son. También pienso qué todas las personas tenemos un porcentaje, mayor o menor pero es así, de pensamientos bastardos, no muy elevados pero que mantenemos ocultas por el que dirán. Es decir, a mucha gente la idea de humillar a otra persona, de sentirse superior sobre alguien, de tener a ese alguien a su merced le parece excitante, le atrae, nadie lo reconoce pero es así. Creo que todos estamos enfermos y que es como el cuento de Andersen, "La reina de las nieves" el cual plantea el momento en que "enfermamos" y el mal se apodera poco a poco de nuestros pobres espíritus. Creo que cuando esa enfermedad se manifiesta en nuestro comportamiento es cuando se dan casos de maltratos o violaciones. Casos totalmente reprochables y contra los que habría que actuar.
Bueno, dicho esto, os voy a narrar como en la cena de Navidad de la empresa ellas hicieron realidad mi fantasía.
Todo empezó cuando se pasó una hoja por la oficina para que firmásemos las personas que acudiríamos a dicha cena. Mi apellido empieza por V y el orden para la firma era alfabético, por lo tanto, antes de firmar yo vi que ellas ya se habían apuntado. No pense que fuera a pasar nada, pero por lo menos podría verlas y fantasear mientras hablaba de cualquier memez con los de "personal". Además, soy partidario de esta serie de cosas ya que une a los compañeros.
La cena discurrió sin grandes percances, luego los de mi departamento y yo nos fuimos a una discoteca donde coincidimos con muchos compañeros de trabajo, entre ellos estaban Andrea, Mónica, Alba y Ruth. Nos saludamos y me tome una copa con Andrea, llevaba un vestido largo que no le quedaba nada mal y que resaltaba la idea que tenia de ella y que la encasillaba como una mujer sofisticada. Siempre pense que desnuda no me gustaría tanto como vestida. Yo pensé en hablar acerca del trabajo, nuestro nexo de unión, pero ella en seguida empezó con preguntas más directas a las que no sabia bien que responder.
Andrea - Bueno, dime ¿tienes novia? Lo digo porque mucha gente del trabajo ha venido aquí sin su pareja dispuesto a que no le estropeen lo que pueda surgir.
Yo - Bueno (la mentí) la verdad es que ahora mismo no tengo ninguna relación con nadie, estoy abierto a todo, pero...es muy triste, nadie quiere nada conmigo.
La ultima frase se la dije guiñándole un ojo, no por coquetear, más bien para demostrarle que aquello era una broma. Para mi sorpresa, ella pronunció la siguiente frase acariciándome la mejilla izquierda mientras sostenía con otra mano su copa.
Andrea - Pobrecito mío, debe ser muy triste estar solo y más en estas fechas, ¿sabes? Yo también me siento algo sola, es tarde y no me apetece dormir sola, podrías acompañarme, si no te importa, claro.
Mientras pronunciaba sus ultimas palabras se inclinaba levemente hacia adelante dejando entrever su escote.
Yo - Bueno, imagino que la gente nos echará de menos y cuchichearán sobre nuestra desaparición y me da algo de apuro.
Andrea - Venga, solo somos dos compañeros que salen juntos de una discoteca, ni se darán cuenta y si se dan cuenta... ¿qué más da? Que nos quiten lo bailado, ¿no?
Tras la ultima frase me cogió de la mano y, prácticamente, me arrastro hasta su coche. Yo en realidad deseaba aquello y no tenía miedo al cotilleo en la oficina. Tenía miedo a la situación, a pesar de lo que yo pueda pensar (fantasear) soy una persona muy tímida y ella se me estaba insinuando de una manera muy descarada, yo no era ningún lobo con piel de oveja, ni tan siquiera al revés, yo, simplemente, era una oveja con piel de oveja.
Ya en el coche continuamos la conversación.
Yo - Andrea, no quiero pasarme de listo, ni molestarte, pero creo que esta muy claro lo que esta pasando y tengo ciertos reparos, yo no soy así y nunca me he ido "a solas" con nadie de la noche a la mañana.
Andrea - No seas presuntuoso, no pasara nada que ninguno de los dos no deseemos. Segundo, que vayamos a mi casa no quiere decir nada más que eso. Tercero, no nos acabamos de conocer, tu relájate y lo que tenga que surgir ya surgirá.
Yo - Ok, perdona.
Permanecimos en silencio todo el camino hasta su casa. Al llegar allí me dijo que me pusiera cómodo, pero que no pensase mal, que se refería a que me quitase la chaqueta, que ella iría a su dormitorio a cambiarse los zapatos, que "la estaban matando" y que ahora volvía. Antes de ir a su cuarto me sirvió una copa.
Al cabo de un rato ella volvió, se había cambiado el calzado, nada más, tal y como prometió, seguimos hablando de todo un poco, como le dije que aquello me daba apuro, empezamos una charla banal acerca de las series de nuestra infancia (tenemos la misma edad). Eso es lo ultimo que recuerdo, ya que la bebida me había sentado mal y me desmayé al poco de iniciar aquella charla.
Cuando desperté, me hallaba en una habitación poco iluminada, atado como un Cristo con mis brazos colgados de unas vigas, no parecía la casa de Andrea. Huelga decir que estaba desnudo y ligeramente elevado del suelo. No sé como lo hicieron para levantarme, como dije al principio soy bastante alto, muy corpulento. Creo que antes no hacía falta decirlo pero ahora sí, ya que estaba desnudo quiero decir que tengo un ligero sobrepeso, dos o tres kilos, tampoco más, y mi pene, en esa ocasión, estaba algo encogido por el miedo que sentía. Por lo general tampoco es que sea Tom Byron, pero en aquella ocasión casi desaparecía entre el vello de mi sexo.
Al cabo de unos minutos pude vislumbrar una figura femenina que se acercaba hablándome en los siguientes términos:
Mónica - Hola, ¿Sorprendido? Llevamos meses sabiendo como nos miras y que piensas, eres muy transparente y sabemos que te mueres por follarnos, hablando mal y pronto, pero tengo una pregunta para ti, ¿qué pasaría si fuéramos nosotras las que te follasemos a ti?
Yo - Mónica, ¿eres tú? Casi no veo, no sé que estáis haciendo, pero será mejor que me sueltes, me habéis secuestrado y encima me amenazas. Además, que yo nunca os he mirado con esa intención. Déjame ir, te estás equivocando, os estáis equivocando tú y Andrea.
Mónica - Para empezar no somos solo nosotras dos. También están Alba y Ruth. Segundo, cuando me miras las tetas que piensas, ¿qué soy una buena trabajadora o que te gustaría tocarlas? Porque te veo como nos miras a las cuatro.
Yo - No voy a negar qué os miro, pero una cosa es el deseo y otra lo que haga, y nunca os haría nada. Además, que nada os legitima a secuestrarme, desnudarme y atarme a unas vigas. Déjame irme.
Mónica - No sé, puede que quizás tengas razón y hayamos perdido el control, voy a desatarte.
Tras decir esto se aproximo a donde yo estaba y cuando parecía que iba a soltarme, me soltó un rodillazo en los huevos. Luego me dijo que esto es lo que me pasara si sigo siendo un bocazas y que no me queje tanto, que no tenía dos testículos como los hombres, que lo mío eran dos canicas. Cuando recupere el aliento ella había salido por donde había entrado y yo estaba dolorido y miedoso.
Al poco rato entró Ruth, me beso el vientre, me dijo que vestido era mas atractivo, que pensaba que al ser tan grande tendría más polla (palabras textuales). Le gustaba verme así, se quito muy lentamente la blusa y se quedo en sujetador y en falda, me dijo que sabia como la miraba el culo, me dio la espalda y apretó su trasero contra mi polla. Aquello me excito pero me dolía la erección a causa del golpe recibido. Ruth se rió, dijo que le gustaba verme así, cachondo, pero sin poder hacer nada. Me agarraba mi pene y me daba palmadas en los testículos, le pedía que parase, pero le excitaba verme dolorido y suplicante, por lo tanto ella seguía golpeándome. Al verme erecto saco una regla, me dijo que me media 14 cm, y que viendo como la tenía relajado no estaba mal, luego se metió la regla en la boca simulando que estaba mamando una verga, eso me gustaba y ella lo sabía. Me pregunto que si me excitaba la idea de verla chupar algo. Sabia que cualquier respuesta traería consecuencias, por lo tanto callé esperando ver que pasaba. Ella saco un pequeño vibrador, seria de unos 15 cm, se bajo la falda y las bragas y se penetro (pude notar que estaba húmeda, supongo qué tenerme así, atado, desnudo, dolorido y humillado la complacía y la excitaba). Y ahí estaba yo, erecto, atado, con mi cuerpo dolorido a causa de los ataques de Mónica y Ruth, viendo como aquella chica se metía un consolador y frotaba su clítoris mientras me miraba y me hacia desearla. Mi mente deseaba sexo con aquella mujer, pero mi cuerpo, dolorido, solo quería descansar y estar lejos de allí. Me miro y me dijo que ya que me gustaba imaginarla, y verla, a ella chupando, me iba a convertir en ella, saco de su agujero el aparato y me lo metió en la boca de golpe, lo movía dentro de mi boca y yo sentía ese sabor metálico mezclado con sus jugos y con mi sangre, ya que lo metió con tal brutalidad que empecé a sangrar. Me daban arcadas y me sentía humillado por mi compañera. Se alejó de mí y se volvió a sentar, me dijo que como se me cayera el vibrador de la boca lo pagaría y termino masturbándose mientras yo lloraba impotente por todo aquello.
Cuando por fin se había corrido recogió su ropa y se marcho de la estancia, no tuve tiempo para descansar ya que Alba no tardó en llegar. Llevaba un traje negro que no le quedaba mal, tenía, a pesar de su excesiva delgadez, una figura bonita, me dijo lo siguiente:
Alba - Creo que se están pasando contigo, de verdad, y creo que tanto Andrea como Mónica se seguirán pasando contigo. Cómo puedes ver esto lleva un orden, primero le tocaba a Ruth, luego voy yo y terminaran Andrea y Mónica. Estás atado a ese poste mediante un sistema de poleas, de tal manera que con tirar de esa manija de ahí puedo elevarte o hacer que desciendas un poco más. Tengo tu polla a una buena altura para hacer contigo lo que quiera. Pero como te he dicho, creo que es excesivo lo que esta pasando. No me parece que por mirarnos, pensando Dios sabe qué, te merezcas todo esto, por eso yo seré algo más dulce que ellas.
Yo, para entonces, ya había descubierto qué una cosa es la fantasía, el mundo onírico donde me gustaba ser poseído por aquellas mujeres. Ahora vivía la realidad, y era violenta, desagradable, dolorosa y humillante y sólo quería salir de allí. No supe ni me atreví a contestar a Alba, sólo quería que me dejasen marchar.
Alba se fue hacía una esquina de la sala, accionó una palanca y descendí de postura hasta quedar de rodillas en el suelo, atado, insisto, como un Cristo pero ahora de rodillas.
Alba se aproximo a mí dejando su sexo a la altura de mi boca. Poco a poco se fue desabrochando el cinturón, luego descorrió la cremallera y termino por bajarse poco a poco los pantalones. Llevaba un tanga y me dijo que la besase, así lo hice, me daba miedo pero mis labios buscaban la tela de su ropa interior. Al poco de empezar con mis besos, ella introdujo un dedo entre su carne y la tela de la braga y pasaba la yema por su vello. Yo seguía besándola mientras notaba como se humedecía su sexo. No había sido violenta conmigo, a diferencia de Mónica y Ruth, pero aún así tenía miedo. A medida que continuaba con mis besos, muy tímidamente, con miedo, ella bajaba poco a poco la tela de su ropa, al principio dejo libres unos pelos rizados que olían a su sexo, yo los olía y me deleitaba con aquello mientras que ella presionaba con su pie mi sexo, me estaba gustando el estar con aquella escuálida mujer. Con sus manos apartó sus labios vaginales, todo para que yo pudiese disfrutar mejor de su vagina o ella de mi lengua. A medida que yo seguía lamiendo y besando (no podía hacer más), ella apretaba su cuerpo contra mi cara, llegaba a ahogarme con su esencia, la notaba salir y me gustaba pasar la lengua por su vagina. Mientras tanto, con su pie seguía estimulando mi pene, mi maltrecho sexo tras los golpes recibidos. Ahora si que estaba muy excitado, tenía una gran erección ya que los golpes anteriores ya no hacían mella en mi, antes sentía una excitación, pero dolorosa, ahora el dolor había desaparecido, pero no la angustia, ya que a cada instante que pasaba lamiendo a Alba, ella apretaba más su sexo contra mi boca, casi me podía ahogar pero ella se corrió en mi boca. Tardó casi medio minuto en despegar su sexo de mi cara. Cuando se fue, le pedí que, por favor, me masturbase, que me dolía la polla y necesitaba eyacular. Ella me respondió que, al vernos, me aseguró que no me haría daño, pero no dijo nada sobre aliviarme. Con eso se puso los pantalones y me abandonó ahí, excitado y deseoso, con miedo por lo que me faltaba aún por vivir.
Estuve varios minutos sólo en aquella instancia, recapitulando sobre lo que me estaba pasando, sobre algo qué aún no había terminado. Pensaba que lo peor no había pasado, que tanto Ruth como Alba eran más suaves que las otras dos. Pensé que aquello era, a todas luces, desproporcionado, que no merecía ni los golpes, ni la humillación, ni el haber tenido que paladear un consolador húmedo, ni otra serie de cosas. Por un lado, pensándolo fríamente eso quizás me habría excitado, pero solo en el pensamiento, el vivir algo así no es agradable lo estaba descubriendo.
En estas disquisiciones estaba cuando entro Andrea con una bolsa negra de plástico.
Andrea - ¿Recuerdas cuando en el coche te dije que hoy no sucedería nada que ninguno de los dos no deseásemos?
Yo asentí con la cabeza no me atrevía a nada más.
Andrea - Esta bien, ves esta bolsa negra, ¿verdad? Pues bien, vas a ver que no me gasto todo mi dinero en ropa de marca.
Dicho esto, metió la mano en la bolsa, saco un antifaz y me tapo los ojos.
Andrea - No verás nada, eso sí, te diré todo lo que te voy a ir haciendo, veras que divertido. Jajajajaja.
Su risa fue lo que más miedo me daba. Pero no tuve tiempo para sentir miedo, no mucho, ya que sentí sus manos agarrando mi pene.
Andrea - Por fin, vas a eyacular, veras que bien. Primero te voy a colocar este anillo de cuero a la polla, a tu pequeña polla. No quiero que te corras nada más penetrarme. Esto hará que una vez que hayas eyaculado, la sangre no pueda descender de tu pene y pueda seguir cabalgándote. Tengo entendido que hay chicos que no han podido quitarse este aparato y han tenido que ser castrados, eso sí, con lo poquito que tienes entre las piernas no creo que se note mucho.
Sentí que me tumbaban en una cama, que no podía moverme, que mi cuerpo ya no obedecía a mis impulsos, no podía, solo sentía dolor y una total desconexión de mis órganos con los impulsos enviados por mi cerebro. Así que Andrea se puso sobre mi y choco sus pechos con mi cuerpo, ella me lo iba diciendo ya que yo casi no notaba nada, me los daba de chupar y ya obedecía, como un pelele sin voluntad. Ella me cabalgaba y yo tardé en correrme más de lo deseado por mi a causa de aquel anillo, pero ella no dejo de embestirme. Todo lo contrario, mi erección no cedía y ella lo aprovechaba para seguir follandome. Era cierto lo que me dijo Mónica, ellas eran las que me estaban follando.
Andrea - Eres incapaz de satisfacerme, se lo diré a Mónica para qué te dé tu merecido, pudiste librarte del último castigo, pero no será así.
Comenzó a masturbarme, no podía eyacular más, todo aquello me dolía mucho, estaba con la anilla en mi pene y el antifaz puesto, con las manos de Andrea frotando mi pene fláccido qué no aguantaba más cuando ella me tumbó de medio lado en la cama y fue entonces cuando oí por ultima vez a Mónica.
Mónica - Hola cariño, estoy a tu espalda y tengo un arnés con una polla enorme de plástico, de látex, más exactamente. Tiene dos prótesis para gozarlo tú y yo...
Sentí como aquel artilugio se hacia un hueco atravesando mi ano, partiéndome en dos y follandome como tantas veces había soñado, deseado y como jamás pensé qué me habría dolido o que habría aborrecido todo aquello. Ella poseyó un cuerpo inerte, ya que así me sentía yo, muerto por dentro y por fuera, quería desaparecer de allí.
Dormí varias horas, al despertar sólo me quedo el recuerdo, allí estaba yo y no quedaba rastro de ninguna de ellas, me costaba moverme y así me quede, tirado, llorando sin ganas de vivir.
Al cabo de las horas desperté, en mi cama, en mi cuarto, hoy era la noche de la cena, mi pantalón estaba húmedo y nada había pasado... ¿nada? No, la verdad es que todo aquello lo viví como si fuera real y quiso no sentirme más como aquella noche. Entonces cambie de forma de pensar.