Compañeras de Universidad (2)

Continuación del primer relato, donde tengo una noche loca de fiesta en la que acabo follandome a una compañera de facultad y me cuesta la relación con mi novia.

Compañeras de universidad ( II )

Hola de nuevo. En mi anterior relato, Amparo y yo iniciamos una relación seria de pareja, es decir, que acabamos como novios. Y así continuó, aunque al principio decidimos mantenerlo en secreto, un poco por pudor ( o vergüenza ) más mío que suyo, puesto que yo nunca antes había tenido una relación tan fuerte. Sin embargo, pronto decidimos que era absurdo mantenerlo más tiempo en secreto por varios motivos: primero, porque nos era bastante complicado disimular y más de uno de mis amigos se lo olía y, además, que empezó a darnos igual que lo supieran. Así que decidimos contárselo a la gente que, para nuestra incredulidad, no se sorprendieron en exceso porque nos dijeron que era más que evidente que había algo entre nosotros. La verdad es que después de contarlo yo me sentí bastante liberado, como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Además, la reacción que tuvieron mis compañeros fue de alegría por nosotros, tanto de los chicos como de las chicas, cosa que en cierto modo me tranquilizó. Pero, ¿todos se alegraron? La verdad es que en un principio no note nada extraño pero, poco a poco, fui fijándome que la actitud de Mar hacía mi era diferente a la que siempre habíamos mantenido, como algo distante. Aunque ella no lo mostrara de manera obvia, sus gestos, sus actitudes, etc. hacían que yo notara que nuestra amistad había cambiado, aunque también pensé que podría tratarse de una actitud normal hacia una persona que tiene pareja, como guardando las distancias entre los dos, así que no le di mayor importancia.

En el aspecto personal, me encontraba en el mejor momento de mi vida, tanto a nivel sentimental, como físico y de estudios. Entre dentro de una dinámica positiva en el que todo me salía bien: tenía una novia que me llenaba por completo, perdí unos 4-5 kilos de peso por el ejercicio que practicaba todos los días y, cuando llegó la época de exámenes, saque las mejores notas de toda mi carrera. Sin embargo, toda la felicidad se iba a truncar en una noche.

Cuando terminaron los exámenes de Julio, decidimos organizar una especie de "cena de clase", en la que no solo iríamos nuestro grupito de amigos, sino que iría mucha más gente de nuestra carrera. Sin embargo, yo recibí la mala noticia de que Amparo no podría venir puesto que al día siguiente tenia que irse con su madre a ver a unos tíos suyos de bastante lejos a pasar el fin de semana. Ella me insistió para que fuera a la cena (tampoco hizo falta mucha insistencia) y yo quede con uno de mis compañeros que me quedaría a dormir esa noche en su casa, para así poder beber sin peligro (la verdad es que tenía ganas de pasármelo muy bien)

El plan me parecía perfecto. Iríamos a cenar a un bar que pillaba bastante cerca, tanto del piso de mi amigo, como de la zona de pubs donde nosotros pensábamos ir después de cenar. Cuando llegamos al lugar de la cena aún faltaba bastante gente, nos sentamos y pedimos unas cervezas para hacer boca. Poco a poco fue llegando la gente y la mesa se fue animando cuando, de repente, llegaron al bar nuestras amigas con Mar al frente. He de reconocer que nunca había visto tan guapas a las otras dos chicas, pero lo de Mar era espectacular. Ella llevaba una especie de conjunto de dos piezas de color negro compuesto por una camiseta de tirantes ceñida y una minifalda, que se adornaban en los costados con trazos dorados. Si lo juntamos todo con su rubia melena lisa, sus ojos verdes y su piel blanca, en una escala del 1 al 10 era de sobresaliente. Pero fue aquí donde se me empezó a complicar la noche. Para que se sentaran junto a nosotros, les habíamos guardado unas sillas y, para mi sorpresa, Mar eligió sentarse junto a mí. Como antes he contado, durante el segundo cuatrimestre, ella casi me evitaba cuando me veía, por lo que no entendía este cambio pues, a lo largo de toda la cena, su actitud hacía mi fue muy normal, es decir, como cuando antes de que yo empezara a salir con Amparo. A pesar de mi sorpresa inicial, yo recibí con agrado su cambio de actitud porque, en determinados momentos, algunas de las situaciones que se produjeron durante el curso me llegaban a incomodar. Por lo tanto, la noche se presentaba genial.

La cena estuvo francamente muy bien .La pasamos contándonos las anécdotas del curso, de profesores, chistes, etc. y, sobretodo, bebiendo. Creo que durante lo que duro la cena yo me habría bebido mas de un litro de cerveza ( sin contar las que nos tomamos antes ) además del típico brindis con cava y un café con copa., lo que me provoco un ligero mareo al levantarme de la mesa, puesto que hacía bastante tiempo que no bebía nada y me subió muy rápido. Una vez terminamos de cenar, cada uno fue donde quiso. Nosotros decidimos irnos al piso de mi amigo puesto que no quedaba lejos de allí para hacernos unos cubatas ya que , por la tarde, fuimos a comprar "botellón". Yo creo que al final me hice fácil unos 4 cubatas de whisky con naranja, por lo que ya salió bastante tocado del piso camino de las pubs.

Durante el rato que estuvimos bebiendo en el piso, incluso antes de llegar a este, fue cuando definitivamente noté que la actitud de Mar hacia mí había cambiado. Ella estaba especialmente simpática conmigo y, tanto en el trayecto andando al piso y como luego en el camino a los pubs, me cogió del brazo como si fuéramos una pareja. Además, la encontraba incluso bastante cariñosa dándome besitos "inocentes" durante toda la noche. Especialmente delicado fue un momento en el piso donde ella me dijo que estaba acalorada ( es cierto que hacía bastante calor ) y, cogiendome la mano, la llevo hasta un poco más arriba de sus pechos, como mostrándome lo sofocada que estaba. Yo pensé que todo ese cariño repentino se debía en parte al alcohol pero, cuando llegamos a los pubs la situación aún se puso más difícil.

Después de un rato buscando el pub que más nos gustara, decidimos quedarnos en uno donde la música era la más bailable, mezclando pop con salsa y rock latino de los grupos del momento. Varios fuimos a la barra a pedir bebida, para después juntarnos con otra gente que había estado en la cena y pasar todos allí lo que restaba de noche. La verdad es que soy bastante buen bailarín ( sin exagerar tampoco ) y en ese aspecto suelo tener bastante éxito a la hora de bailar con chicas. Poco a poco fui bailando con todas pero fue con Mar con la que más roce tuve, y es que, en algunos bailes, ella forzaba mucho la situación logrando que me calentara en más de uno. Fue en ese momento cuando yo note que ella tramaba algo pero, al encontrarme bastante borracho ( me bebí como mínimo 2-3 cubatas más en el pub ) tampoco estaba lúcido para negarme a ciertas cosas. Fue en ese momento cuando ella se dirigió a mí:

-Ángel, acompáñame fuera que quiero ir a mear ( con perdón )

-Pero ve al servicio- respondí yo con cierta sorpresa.

-Es que esta muy guarro y, además, hay mucha cola para entrar.

La verdad es que no me dio tiempo ni a reaccionar. Ella me cogió de la mano y me sacó fuera sin tampoco avisar a nadie. No alejamos bastante de la zona de fiesta ya que andamos como unos 10 minutos hasta llegar a una especie de callejón sin salida. Yo le dije varias veces que parara entre los coches o en algún rincón a mear y que yo vigilaría que no viniese nadie.

-Es que tienes miedo de estar conmigo, te incomodo- respondió Mar de manera pícara la última vez que le propuse la idea de parar.

Finalmente llegamos hasta el dicho callejón. Había aparcados unos pocos coches, aunque ninguno sería de gente de la zona de pubs ya que estaba muy alejada de allí. A ambos lados de la acera, tan solo había dos portales de unas pequeñas fincas bastante antiguas, y que, daba la impresión, no viviría mucha gente. Fue en ese momento cuando sospeche que ella tramaba algo. No era normal el paseo que nos dimos por una meada, pero con el pedo que yo llevaba encima, no podía pensar con fluidez. De repente, ella soltó mi mano.

-¡Por fin!- pensé yo. Sin embargo, lo que vino después me dejo a cuadros.

Ella, delante de mí, se levantó un poco la falda y con las manos, se bajo y quito el tanga. Lo primero que pensé es que ella también iría muy borracha porque esto no era nada normal. Además, la situación me estaba excitando bastante. En esos momentos, ella se giró con una sonrisa muy provocativa en su rostro:

-Toma, guárdalo- lanzándome el tanga que se había quitado y tenía en las manos. Era de color negro, muy finito y, sin pensarlo, como un acto reflejo, lo olí. Ciertamente, olía a ese aroma tan especial que nos gusta tanto a los hombres: a mujer. De repente, levante la vista, y vi en el rostro de ella una risa que reflejaba la lujuria del momento y, sin pensárselo dos veces, se levanto muy poco a poco la falda hasta dejarla en su cintura, ofreciéndome una imagen privilegiada de su sexo rasurado y con apenas una pequeña rayita en el centro. En ese momento, yo me giré rápidamente intentando disimular.

-Voy a mear también- dije yo muy nervioso.

La situación me resultaba muy incomoda puesto que no quería engañar a Amparo pero, a la vez, muy excitante, debido supongo a los efectos del alcohol. Me coloque entre dos coches y me dispuse a mear y fue en ese momento, cuando me di cuenta que tenía una más que considerable erección involuntaria. Intenté relajarme para que se me fuera la erección y para poder mear, pero no podía porque lo hice por disimular cuando, de repente, note la presencia de Mar en mi espalda:

-Siempre te pones así cuando meas- dijo ella viendo mi considerable erección-, si quieres te ayudo- echando después mano a mi pene empalmado.

Yo no sabía como reaccionar. Quería decirle que parase, que no estaba bien lo que hacíamos, que alguien nos podría ver, etc., pero nada salía de mi boca. Yo estaba como paralizado, notaba como si se me hubiera separado el cuerpo de la razón, es decir, mentalmente algo me decía que no pero parecía como si no tuviera control de mi cuerpo que lo estaba disfrutando.

Muy poco a poco, empezó a masturbarme, superando así cualquier intento mío de resistencia hacía ella. Me cogió de la mano y me llevo hasta uno de los portales de la calle, donde se me abalanzó encima y me besó en la boca, para después, arrodillarse delante de mí y empezar a darme una mamada de campeonato. He de reconocer que una de mis fantasías sexuales siempre fue follarme a una tía en plena calle, por lo que la situación me daba un morbo brutal. De repente, ella paró, cogió su pequeño bolso y sacó un condón, que ella misma me puso con mucha práctica. Ahí decidí tomar la iniciativa y, aprovechando que estaba arrodillada, me coloqué detrás y la puse a cuatro patas, situando mi polla delante de coño y, sin penarlo dos veces, se la metí toda de golpe. Ella, al sentir la embestida, dio un pequeño grito agudo que aún me excitó más, por lo que empecé a follarla como un animal salvaje, a un ritmo frenético, cuando se me ocurrió una idea que ya llevaba tiempo persiguiéndola con mi novia y que esta no quería: quería encular a una mujer. En ese momento, aminoré el ritmo de mi bombeo y decidí meterle un dedo en el culo. A notarlo dentro, Mar dio un pequeño gemido y giró su cabeza mirándome a la cara. Yo también la miré, como esperando un NO por respuesta ( como siempre hacía mi novia ), pero me equivoqué. Ella volvió a girar la cabeza, como dejándome hacer, y yo respondí dedicándome en exclusiva a su culo. Paré de follarla por el coño, me agache delante del nuevo agujero y lo ensalive. Posteriormente, le metí dos dedos a la vez y empecé a jugar con ellos dentro de su culo. También me di cuenta que sus gemidos sonaban distinto, como mas en tono de queja. De repente se giro hacia mí:

-Ten cuidado, nunca me han follado el culo- dijo Mar con una voz asustadiza.

Eso aún me excitó más, ¡le iba a desvirgar el culo!, ¡iba a ser el primero en follarla por ahí!. A pesar de mi excitación, decidí ser delicado con ella. Volví a ensalibarle su agujero antes de colocarme en posición, colocando mi polla en la entrada de su culo y penetrándola muy poco a poco.

-¡Ángel para, me hace mucho daño!- dijo ella nada más empezar.

La verdad es que era un agujero muy estrecho y apenas había llegado a la mitad de mi polla. Se la saque un poco y volví a intentarlo con algo más de fuerza.

-¡Para!, ¡no sigas!,la tienes demasiado grande- dijo ella entre quejidos de dolor.

Sin embargo, yo no podía parar. Apenas me faltaba muy poco para que entrara toda. Así que decidí repetir la misma operación de antes pero, esta vez, le tape la boca con la mano y empuje con cuidado.

-¡Aguanta!- le dije mientras empujaba y tapaba sus quejidos con mi mano, hasta que se la metí toda en su culo. Incluso note como una lagrima suya caía por su mejilla hasta mi mano. Una vez toda dentro, empecé suavemente a bombear en su culo y le quité la mano de la cara. Ella continuó quejándose al principio pero, poco a poco, se fue abandonado al placer y sus quejas se convirtieron en gemidos entrecortados de disfrute. Mientras, con una mano, se estaba masturbando el coño, por lo que, entre una y otra cosa, llegó a un gran orgasmo. Yo también me vine dentro de ella. ¡GUAUU!, fue increíble. Al acabar ambos, nos besamos tiernamente hasta que nos vestimos y fuimos a encontrarnos con todos. Por el camino de vuelta, empecé a pensar en lo que había sucedido. Le dije que eso no tenía que haber pasado y que estaba muy arrepentido de haber engañado a Amparo. Ella me dijo que lo que paso fue porque ambos quisimos, a lo que yo le respondí que eso no lo tenía tan claro. Fue cuando me confeso que tenía celos de Amparo, que yo le había empezado a gustar cada vez más y que quería salir conmigo. Ahí fue cuando pensé que toda la noche me estuvo preparando la encerrona. Yo le respondí que no podía ser, que a mi Amparo me gustaba muchísimo y que no quería perderla. Hasta que llegamos a los Pubs no cruzamos palabra alguna, aunque yo si vi una lágrima que corría por su rostro.

-¿Donde estabais tanto tiempo?-preguntaron nuestros amigos

-Dando una vuelta-respondí yo.

Cuando la noche acabó le conté a mi amigo lo sucedido ( sin detalles ) y le dije estar muy arrepentido. El me confesó que también le pareció una encerrona de ella y, si quería contárselo a Amparo, se lo dijera así y el me apoyaría.

A la mañana siguiente llamé a Amparo y se lo conté todo. Yo note como ella se puso a llorar y me dijo que le había hecho mucho daño y que lo mejor era cortar hasta, como mínimo, se le aclarasen las ideas. A pesar de mi insistencia, ella no cambió de opinión y yo perdí a la mejor chica que había conocido en mi vida. Continuara.