Compañeras de piso (5)

CAPITULO V - Vero y Yolanda viendo la TV.

CAPITULO V - Vero y Yola viendo la TV

Estábamos en época de exámenes (que mal suena eso) y necesitábamos un respiro. Así que me fui al salón donde estaba Vero viendo la tele. Antes un paso por la cocina para coger "la merienda", una patatas y un bote de Pringles. Allí nos sentamos las dos, viendo como se pegaban gritos una tía ex novia del novio de la tía que está ahora con Antonio David. Una pérdida de tiempo tremenda, así que Vero cogió el mando y se puso a hacer zapping por los canales de la tele por cable. Y haciéndolo, pues fue a parar a un canal de esos alemán que da porno a todas horas. Rápidamente Vero lo cambió, eso sí, sin poder disimular la vergüenza que le dio poner eso. Aunque parezca mentira haciendo lo que hace ella sola, todavía es virgen, y el sexo le da un poco de grima verlo. Sin pensarlo, Yolanda cogió el mando y lo puso.

Quítalo joder, que sabes que no me gusta verlo - decía Vero.

Algún día tendrás que hacerlo, y mejor si sabes un poco del tema - le respondió Yola.

Así que se quedó puesto. Yolanda le comentaba un poco las cosas que pasaban y Vero atendía consciente de lo que era. Poco a poco se fueron calentando, cosa que se hacía palpable en sus miradas. Ambas recorrían el cuerpo de la otra con la mirada, como deseando cogerla, cosa que no habían hecho hasta entonces. En un arrebato las dos miradas se cruzaron fogosamente, ardientes, impasibles. Se callaron, solo quedó el sonido de aquella crutrería de peli porno alemana.

Parecía como si el mundo se hubiese parado. Sin pensarlo, conscientes de que aquello no supondría nada en sus vidas, se lanzaron la una contra la otra, unidas en un beso sin fin. Se besaban fogosamente, incansables, tirándose al sofá. Los besos de Yolanda fueron descendiendo por el cuerpo de Vero, desde la boca, pasando por el cuello, hasta llegar a esas pequeñitas tetas de las que salían unos pezones capaces de traspasar esa camiseta. Los mordía y pellizcaba. El placer comenzaba. Vero se quitó la camiseta, dejando su pecho al servicio de la boca de Yola. Yolanda también se quitó la camiseta y el sujetador, dejando esas inmensas tetas sobre el cuerpo de Vero.

De pronto Vero se levantó y volteó a Yolanda, dejando a ésta sobre el sofá. Vero fue bajando hasta quitarle ese mini pantalón que llevaba. El tanga ya aparecía mojado. Lo echó para un lado y comenzó a lamer ese jugoso coño. Yolanda gozaba como pocas veces. Mientras su amiga jugaba allí abajo, ella se mordía sus enormes pezones rojos y calientes. Ya comenzaban a oirse esos gemidos que a los vecinos tanto molestaban. La lengua de Vero descubría sitios que ni ella conocía. Viendo el culo de Vero levantado le preguntó:

¿Vero, llevas las braguitas?

No, solo el pantaloncito, sabes que no me gusta llevar nada.

Entonces la mano de Yolanda, atareada con sus senos, se dirigió hasta el sexo de Vero, frotándolo por encima del pantalón. Las dos gozaban. Poco a poco el azul del pantalón de Vero se fue volviendo más oscuro. Era increíble como chorreaba ese coñito virgen. Los gritos de ambas se alternaban, hasta que Yolanda llegó al orgasmo. Una fuerte descarga de jugos llegó a la boca de Vero, que no se los tragó, los aguantó y se los llevó a la boca de Yolanda, juntando su boca con la suya y traspasándole sus propios jugos.

Era excitante ver la cara que tenía Vero, así que Yolanda la tiró sobre el sofá, le quitó el pantalón empapada que llevaba y comenzó a meterle dedos. Fueron dos, con rápidos movimientos, lo que hizo que Vero no tardará mucho en correrse. Un fuerte chorro cubrió todo el cuerpo de Yolanda, desde la cabeza hasta el coño, que rápidamente puso su almeja sobre esa fuente incesante de jugos. En esa posición, coño contra coño, comenzaron a frotarse. Las tetas de Yolanda parecía enormes desde esa posición elevada, mientras que Vero acostada se movía más y más rápido. Los gemidos eran imparables. Una nueva descarga de Vero entró directa en el sexo de Yolanda, empapándolo entero. Rápidamente llevó ese coño a la boca de Vero, para que sintiera como eran sus propios jugos. Chorreando sus jugos pasaron a su boca.

Instintivamente, Yolanda se giró, dejando su coño en boca de Vero, y llevando la suya propia al coñito de Vero. Era un 69 que ambas deseaban. Mientras se lamían el clítoris, se comenzaron a meter dedos. Ambos coños estaban ya dilatados, así que no resulto nada difícil. Los gritos de dolor se alternaban con gemidos de placer, hasta que los puños de ambas se introdujeron en el coño de la otra. Los movimientos eran ahora lentos, pero más excitantes que nunca. El coño de Yolanda comenzaba a echar líquidos. Vero sacó ese puño y una cantidad inhumana de jugos inundó su cara y boca de ese líquido sabroso. Ahora prefería saborearlos, así que se los tragó.

Casi sin pensarlo, Vero comenzó a introducir los dedos en el culo de Yolanda, que se estremecía de placer y dolor. Poco a poco se fue dilatando ese culo, hasta llegar a meterle el puño, lo que hizo que Yolanda se agitará fuertemente de dolor, cayendo ambas al suelo. Desde allí admiraron dos instrumentos que podrían serles útiles, aunque antes había que dilatar a Vero, así que Yolanda comenzó con un par de dedos, mientras con la otra mano cogía el mando de la tele.

¿Tu crees que podrás con esto? - le preguntó Yolanda.

Me he metido cosas mayores - le respondió Vero.

Así que sin más dilación, Yolanda comenzó a introducirle el mando, comenzando por la punta redondeada. Poco a poco se habría paso, al mismo tiempo que los ojos de Vero se volvía blancos. Las dos estaban más calientes que nunca. Lentamente se fue introduciendo ese mando. Casi 20 cms de plástico negro iban a penetrar en su ano. Eso puso más que cachonda a Yolanda, que comenzó a meterse los dedos en su propio culo, para no perder la dilatación al mismo tiempo que cogía el bote de Pringles y lo comenzaba a chupar. Al final entró todo. Increíble para una chica tan pequeñita como ella. Despacio se lo comenzó a sacar, dejando a la vista ese tremendo ano dilatado y rojo.

Era el momento de divertirse. Mientras Yolanda se intentaba meter el bote de Pringles en la boca, cosa difícil debido a su gran tamaño, Vero cogió la otra punta del bote y también comenzó a chuparlo. Lo usarían de consolador. Antes de perder esa gran dilatación, Vero se llevó el bote y se lo comenzó a meter por el culo. Era más grande de lo que pensaba, así que los gritos que echaba eran de un dolor profundo, pero no le importaba, imaginando el placer que conllevaría. Poco a poco fue entrando, hasta mas o menos la mitad. Era el turno de Yolanda que comenzó a metérselo por el coño, para así lubricarlo y poder metérselo luego por el culo. Poco a poco se lo fue metiendo hasta que ambos cuerpos se juntaron. Ambas gemían como posesas al ver que tal inmensidad de tubo estaba dentro de ellas. Con cuidado empezaron a moverse, de dentro a fuera. Yolanda se movía más rápido, ya que a Vero todavía le costaba moverse con eso metido en su ano, pero el rozamiento hizo que una convulsión le agitará el cuerpo, estaba a punto de correrse. Yolanda lo vio, y aceleró su ritmo. Los gritos de Vero se aceleraron hasta que una fuente de jugos salió disparada de su coño hacia arriba. Como pudo Yolanda metió la boca, para poder atrapar alguno de sus "lanzamientos". Verónika quedó totalmente empapada. Ahora Yolanda empezó a meterse ese consolador improvisado por el culo. Gritaba como pocas veces había hecho, ya que nunca se había metido algo tan grande. Poco a poco su culo fue dilatándose y el tubo de Pringles introduciéndose. Los gritos se tenían que oir en todo el edificio, hasta que por fin culo y culo se tocaron. Era el momento deseado. Las dos empezaron a moverse, cada vez más rápido, hasta que Vero dijo:

Pongámonos a cuatro patas.

Dicho y hecho, ahora el movimiento sería mas natural. Se dieron la vuelta y comenzaron a moverse rápido, mientras las nalgas se chocaban entre ellas, lo que produjo un estado de excitación que ambas desconocían. La velocidad era increíble y se lo sacaban casi entero para introducirlo hasta los topes. Gemidos de placer inundaban ese cuarto. Por las piernas de ambas comenzaban a chorrear sus jugos. Primero fue Vero la que descargó fuerte contra el suelo, pero siguió, lo que hizo que Yolanda también sucumbiera en una corrida que impresionó a las misma Vero, no cesaba de salir líquido de su coño, chorreando por sus piernas. Vero lo veía, lo que hizo que una última descarga se produjera en ella, cayendo ambas al suelo, ya sin fuerzas. Allí chupaban los jugos de una y de otra, mientras se besaban locamente.

Era la primera vez que lo hacían entre ellas, pero seguro que no sería la última.