Compañeras de piso (4)
Cap IV - Yolanda y su amigo (Vero)
CAPITULO IV - Yola y su amigo (Vero)
Allí estaba yo, aburrida viendo la tele, cuando Yolanda entró por la puerta con el amigo de la noche pasada. La verdad es que es guapo. Me puse cachonda de pensar lo que sería capaz Yolanda de hacerle al pobre chico.
Se metieron en el cuarto, y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sentía la necesidad de masturbarme escuchando los gemidos de mi amiga. Sabía que tardaría un rato en salir, así que lentamente me quite la camiseta y el pequeño pantalón que llevaba, quedándome sólo con el tanga. Necesitaba calentarme con algo en espera de los gritos de mi amiga, así que cogí una peli porno que tenemos guardada, para esos momentos solitarios. La rebobiné y la puse en la parte en la que el Nacho Vidal se tira a la Brianna Banks (que por cierto tiene gran parecido a Yolanda).
Ver como esa boca es capaz de mojar tal inmensidad de pene, me puso realmente cachonda. Mis dedos entraron en mi boca para ser mojados y sobar mis pezones, que se pusieron duros y rojos. Mientras veía como mi coñito se ponía húmedo y como se mojaba mi tanga. Era excitante. Con la otra mano, tiré del cordel del tanga para que se metiera en mi almeja mojada. La sensación fue espectacular. Mi coño comenzó a chorrear más líquidos. En la tele, Nacho le comía el coño a Brianna, imagine que me lo estaba haciendo a mí, así que con mi mano comencé a frotar mi coño. Necesitaba más libertad, así que me quité el tanga y me lo puse en la boca. Me encanta el sabor y olor de mis jugos, es algo que me pone a mil. Mis dedos comenzaron a frotar mi clítoris. Estaba apunto de correrme. Un gemido vino de la habitación de Yolanda a la vez que un latigazo recorrió mi cuerpo. Mordí mi tanga y aceleré la frotación de mi clítoris. Mis jugos comenzaron a llenar suavemente mi mano. Era el primer orgasmo de la tarde, pero algo me decía que no sería el último. Cogí mi tanga y lo frote por toda la zona, para que se empapará bien con mis jugos y después volver a llevármelo a la boca.
Estaba realmente cachonda. Entonces se empezaron a escuchar de nuevo los gemidos de Yolanda, a la vez q Nacho Vidal se tiraba a la Brianna. Imagine que estarían haciendo algo semejante a lo que veía. Sobre la mesa vi un collar de cuentas de esos largos con las bolas gordas, por lo que decidí usarlo como si de bolas chinas se tratasen. Me lo comienzo a meter, poco a poco, lanzando pequeños gemidos, hasta que está dentro del todo. Es el momento de sacarlo. Admirar las tetas de Brianna Banks pensando que son las de Yolanda me incitó a acelerar mi proceso, pero antes necesitaba algo más. Vi el mechero y decidí metérmelo por el culo. Lo envolví en mi tanga y me lo metí, poco a poco por el culo. Dolía, pero el placer posterior valía la pena. Ya estaba todo dentro, el collar y mi tanga con el mechero dentro, ahora había que sacarlo.
Me bajé del sofá, poniéndome de cuclillas, apoyando mi espalda en el sofá. Comencé a sacar el collar al unísono de los gritos de Yolanda. El placer era inmenso. Sus gemidos y los míos se confundían en uno solo. No me importaba que me oyeran, sabía que mis gritos ponían cachonda a Yolanda y a mí los suyos. Las bolas comenzaron a salir más rápidamente, unidas a mis jugos que comenzaban a chorrear de nuevo. Yo empecé a tirar más fuerte de ese collar, lanzando un grito escandaloso que me encantó. Las bolas salían totalmente empapadas. Ya quedaban pocas bolas por sacar, así que decidí pegar un fuerte tirón para sacar las que quedaban. El placer fue tremendo. Mi coño comenzó a chorrear más rápido, así que rápidamente comencé a frotar mi clítoris para correrme. La descarga comenzó a brotar, como si de un grifo se tratara. Gritaba de placer a la vez que frotaba más rápido y veía salir todo eso de mi interior.
De pronto paré y recordé lo que tenía metido en el culo, así que me volví a subir al sofá, poniendo mi culo sobre el respaldo y mi cabeza en los asientos. Quería que mis jugos cayeran sobre mí. Comencé a tirar del tanga, lo que hizo que brotaran de nuevo los jugos de mi coño, que chorreaban por mi vientre y mis tetas. Cogí el collar y me lo metí en la boca para saborearlos. Casi todo el tanga estaba fuera. Los gritos de Yolanda eran ahora más fuertes, por lo que mi excitación subió más aún. Un último tirón y saldría el mechero, pero éste se resistía. Veía como mi culo hacia hueco a tan improvisado consolador. Los jugos seguían chorreando por mí al mismo tiempo que mis gemidos llenaban la habitación. Comencé a frotar mi clítoris, ya que estaba a punto de salir el mechero. Mis piernas comenzaron a temblar. Al fin salió el mechero, al mismo tiempo que de mi coño comenzó a brotar una fuente mucho mayor que la anterior. Los líquidos caían sobre mi boca. Los saboreaba mientras gritaba de placer. No paraban de brotar. Caían sobre mis tetas y sobre mi boca, que se llenó hasta rebosar. Estaba totalmente empapada, pero aquello no cesaba de brotar, aunque ahora con menos fuerza, todo mi cuerpo estaba cubierto por los líquidos de mi interior.
Estaba exhausta, mis piernas cayeron al sofá, pero algo hizo que me volviera a mojar los dedos y me los metiese en el coño. Estaba tan mojado que entraban con facilidad, tanto que, dedo a dedo, todo mi puño fue a parar dentro de mi coño. Lo comencé a mover, y no tuve que esperar mucho cuando deslumbre un nuevo orgasmo. Me tiré al suelo y me puse a 4 patas, con ese puño dentro de mi coño moviéndose tan rápido como la polla de Nacho lo hace en el coño de Brianna. Mi pelo empapado por mis jugos caía sobre mi cara. Mis piernas comenzaron a temblar de nuevo. Sentía que el orgasmo venía. Saque la mano de mi coño y una fuerte descarga salió de dentro. Mi cuerpo cayó al suelo, pero mantuve el culo en alto mientras mi almeja descargaba todo lo que quedaba dentro. La fuerza con la que salía salpicaba en el suelo. Aquello no paraba. Agarré fuerte mis pezones, como deseando que aquello terminase, a la vez que gritaba como una descosía.
Al fin cesó ese chorro, quedándome rendida en el suelo. Estaba todo mojado, pero no me importaba. Rápidamente me vestí y quité la película. Al mismo tiempo oí como Yolanda y su amigo salían de su cuarto. Me senté en el sofá, esperando a que salieran para recoger todo lo que había ocasionado. Al salir de casa, Yolanda me miró y me sonrió, sabiendo lo bien que lo habíamos pasado.