Compañeras de Piso (21a)

La vuelta de Vero (introducción)

Hola de nuevo. Ha pasado el tiempo, pero no penséis que hemos desaparecido del mapa. Tras acabar la Universidad (y corrernos algunas buenas juergas que ya os contaré), tanto Yolanda como yo cogimos caminos diferentes. La última vez que la vi fue antes de la pandemia ésta del COVID. Estaba espectacular, aunque eso tampoco es ninguna novedad, siempre lo ha estado, pero el paso del tiempo le ha sentado todavía mejor, y seguro que no se ha retocado nada. Yo sigo igual de delgada, o fitness que lo llaman ahora, pero sí que me he operado los pechos, no para que fueran más grandes, sino más redonditos. No quería aumentar de talla, sobre todo por la pereza de tener que cambiar toda la lencería, pero ahora se ven mucho mejor, incluso con algún sujetador se me queda el pezón justo en el borde y llevo media teta fuera. Hasta yo misma me pongo cachonda de verme y no puedo evitar tocarme, porque las ganas de masturbarme no se me han quitado, diría que es al contrario, no puedo evitar ir mojada. Incluso, me compré un cacharrito de esos que te metes en el coño y lo controlas con el móvil, que aún estoy conociendo.

Porque claro, no os lo he dicho, pero estoy trabajando en una oficina en la capital. De esas infinitas que están en edificios altísimos, y en las que muchas veces te quedas sola hasta ultimísima hora preparando informes. Pues una de esas. Llevo ya unos años aquí, y la verdad que muy bien. Tengo un jefe con cara de viejo verde, pero no viene mucho. En cambio, mi

supervisor está siempre por aquí y es un hombre apuesto, alto y muy guapo la verdad, pero es muy estricto y muy serio, pero tengo el objetivo de ponerle una sonrisa en la boca, y los objetivos siempre los cumplo. Luego están los compañeros, y las compañeras claro, en la variedad está el gusto, os iré contando lo que ha ido pasando, que no ha sido poco.

Pero por hoy ya os he contado bastante, es hora de volver a casa, que entre andar y el metro me espera un largo camino, pero sé cómo entretenerme. Os acordáis del cacharrito que he dicho antes que me compré?? es un Ohmibod, y es mi compañero de viaje diario. Me encanta ponérmelo para salir a la calle e ir excitándome a cada paso y con cada pulsación que le dé en el móvil. Y que la gente me vea sin saber porque pongo esas caras.

Iba a ir al baño a ponérmelo, pero ya que no queda casi nadie en la oficina, así que me lo voy a poner aquí mismo. Le voy a pasar la lengua lentamente, me encanta mojarlo enterito, me voy a subir un poco la falda, no mucho porque ya suelo llevarla bastante corta, abrirme un poco de piernas, apartar mis braguitas, que ya se me han mojado un poquito y lo voy a meter

despacito. Muy despacito. Sienta tan bien notar como se va introduciendo, pero sobre todo al pensar en lo que viene después, pero eso os lo dejo en otro relato. Hasta pronto.