Compañeras de piso (2)

Cap II - Yolanda en el baño.

CAPITULO II - Yolanda en el Baño

Hola, yo soy Yolanda y soy compañera de piso de Verónika, como ya sabéis.

Yo soy todo lo contrario que Vero. Para empezar tengo un añito más que ella, o sea 19. Soy rubia y tengo los ojos verdes, mido algo así como 1.65 y peso cosa de 55 kilos. Aunque soy chiquitina, tengo unas medidas descomunalmente exuberantes: 110-60-95. A pesar de tener los pechos grandes, no los tengo del tipo colgandero, ni de los que te llegan por debajo del ombligo; al contrario, si no llevara sujetador los tendría en el mismo sitio. Hazte una idea. Dicen de mí que por el cuerpo que tengo debería de tener una 90 de pecho, pero la naturaleza es así de rara. No soy muy guapa, eso es cierto, pero es que claro, la gente me mira y no se fija en mi cara. xD. Además estoy morenita, y es que me encanta hacer topless en la playa y que los chicos me miren.

Era Jueves, a eso de las 19.00, ya habían terminado las clases y había que arreglarse para salir de fiesta, así que fui a darme una ducha para quitarme todo el mal yuyu de la semana.

Fui hacia el baño y por el pasillo me encontré a Vero, que acababa de salir del baño. Le pregunté si podía entrar y me dijo que sí, que ya había terminado. Entré y empecé a desnudarme, así que me quité la camiseta y el sujetador. Mis pechos al aire, vaya alivio. No hizo falta abrir el grifo del agua caliente, ya que el calentador ya había trabajado con Vero. Cogí el cepillo para despeinarme un poco y poder lavarme el pelo con facilidad. Mientras me peinaba, me iba quitando el pantalón y las braguitas, hasta quedarme completamente desnuda.

Una idea muy mala me vino por la cabeza. Estaba desnuda con un cepillo para el pelo en mi mano. El deseo era incontrolable. Mis pezones corroboraron esa idea, se pusieron rojos y duros. Me senté en el water y empecé a acariciar mi clítoris. Rápidamente se excitó y se puso duro, muy duro. Empecé a meter mis dedos mientras con la otra mano me acercaba uno de mis grandes pechos a mi boca, chupando su pezón. Me sentía muy cachonda. Al mirar hacia el lavabo vi los cepillos de dientes que usamos. En un gesto veloz, cogí los 2 y me los empecé a introducir en mi coño. Poco a poco los movía de dentro a fuera. El placer inundaba mi cuerpo, pero necesitaba algo más contundente, así que cogí el cepillo del pelo y también me lo metí en mi coño. Así sí. Empecé a moverlos en espera de un orgasmo q tardaba en llegar. Los jugos chorreaban por mi pierna, pero necesitaba algo más.

Normalmente, cuando estoy cachonda me corro enseguida, y bastante además, pero hoy el cuerpo me pedía más, así que eché un rápido vistazo por el baño y vi un par de objetos que me podía servir: un bote de laca y un desodorante de spray.

Saqué los cepillos de mi coño y me metí el desodorante. Estaba frío, pero era grande. Empecé a moverlo de dentro a fuera, cada vez más rápido, hasta que no pude más y me corrí suavemente. Mis jugos chorreaban por mis piernas, pero no era suficiente. No descargué todo lo que mi cuerpo tenía dentro, así que necesitaba otro orgasmo, así que sin pensarlo, cogí los cepillos de dientes y me los metí por el culo, poco a poco, para no hacerme mucho daño. Eso si que era placer. Un escalofrío recorrió mi cuerpo e hizo que me tuviera que tirar al suelo para continuar. Movía los cepillos y el bote al unísono, pero mi mente me recordó que tenía un bote de laca grande y grueso que podría usar. Era lo que me faltaba.

Saqué los cepillos de mi culo y cogí el bote de laca. Yo veía que era demasiado grueso, que no entraría. Efectivamente, mi culo no estaba tan dilatado como yo pensaba, así que me puse a 4 patas, saqué el desodorante de mi coño y me lo metí por el culo. Noté como se dilató mi culito. Empecé a moverlo para abrir camino a ese gigantesco bote de laca. Ya era suficiente, saqué el desodorante y me lo volví a meter en mi coño. Cogí el bote de laca, y ahora si parecía que entraba. Poco a poco lo fui metiendo en mi culo rojo. Seguía metiéndolo, notando a cada centímetro que introducía como mi escala de orgasmo iba aumentando. Aquello parecía que no tenía fin. Yo seguía metiéndolo, ya llevaba casi 20 cms, cuando un escalofrío recorrió de nuevo mi cuerpo. Era momento de moverlos. Apoyé mi cabeza en el suelo y empecé el mete-saca con los 2 botes metidos en mis agujeros. Los movía cada vez más rápido. Mis grandes tetas se movían al compás de mis brazos, golpeándome la cara, así que en un gesto rápido me cogí una pinza del pelo y lo puse en uno de mis pezones, mientras que al otro empecé a morderlo. El placer era semejante al dolor que estaba pasando. Era como si 2 negros de esos del porno me estuvieran metiendo sus enormes trancas.

Sé que pronto llegaría ese orgasmo que necesitaba y quería verlo, así que me di la vuelta y me puse boca-arriba. Apoyé parte de mi espalda baja en la pared, elevando mi sexo por encima de mi cabeza. Dejé el bote de laca lo más dentro de mi culo que pude y me centré en mi coñito húmedo, y sobre todo en mi clítoris, que estaba deseoso de ser excitado. Mojé mis dedos en mi boca y comencé a masajearlo, mientras con la otra mano movía el bote de desodorante que estaba en mi coño. Mordía mis pezones cuando mis jugos comenzaron a salir de mi concha y a fluir suavemente por mi vientre. Rápidamente saqué ese bote de mi coño y comencé a mover el bote que aún tenía en mi culo, cada vez más rápido, mientras que la otra mano alternaba entre el frotamiento de mi clítoris y la llevada de jugos a mi boca.

No aguantaba más. Los jugos seguían saliendo de mi coño y chorreando por mi cuerpo caliente, hasta que decidí darle tal velocidad a ese improvisado consolador que mi cuerpo no aguantó. Dejé de frotarme el clítoris, y con las 2 manos lo movía. Los jugos pasaron de fluir suavemente a convertirse en una fuente sin control. Brotaban de mi coño como si de una fuente se tratara, inundándome los pechos y cayendo directamente sobre mi boca. Pero aquello no paraba, cuanto más movía el bote, más y más líquido salía. Me sentía en el paraíso. Los jugos inundaban todas mis enormes tetas, toda mi cara y seguía saliendo. Le di aún más velocidad. La fuente en que se había convertido mi coño parecía ahora un géiser. Brotaba más y más fuerte. La fuerza con la que brotaban mis jugos sobrepasaban los límites de mis mejores sueños húmedos. Aquello parecía no tener fin, así que mientras un pezón estaba con la pinza del pelo, el otro me lo metí en la boca y lo mordí fuertemente.

Estaba exhausta. Dejé de mover ese artilugio infernal. Lo saqué de mi culo rojo y dolorido y caí rendida. Mi coño seguía brotando líquido, ahora de forma más suave y decreciente, chorreando por mi vientre y llegando a mis tetas. Me quité la pinza del pelo que oprimía mi pezón. Si no eché un litro de mis jugos no eché ninguno. Esperé que esa fuente cesará su actividad. Ahora si que me sentía totalmente relajada y lista para salir de fiesta, con paso previo por una ducha bien fría.