Compañeras de Piso (19)

Cap XIX - Vero Cocinando

CAPITULO XIX - Verónika Cocinando

Mira que me gustaba poco cocinar, más que nada porque a Yolanda de le da mucho mejor, pero ella no estaba, y algo tendría que comer ¿no? Cogí un libro de recetas "fáciles" que había por allí y comencé a hacer una especie de macarrones con salsa de tomate que me llenó la cocina de trastos y de cosas que no había visto en mi vida.

Entre todo ese jaleo me dio ganas de mear, entonces no se porque me vino a la cabeza lo que me pasó en la Universidad, y lo excitada que me ponía cuando meaba en un sitio que no fuera un baño. Lo de la comida no tenía solución, así que decidí divertirme esa mañana. Me quité los pantalones y el tanga, dejándome la camiseta puesta y sin dudarlo me subí encima del fregador. Allí, en cuclillas, comencé a orinar, mientras con mi mano me abría ligeramente el coño para ver como salía. Era la mar de excitante ver como salía de mi coño, rebotaba en el fregador y me caía de nuevo sobre mi vientre. Poco a poco mi clítoris se fue poniendo "contento" y yo no dudé en ayudarlo, así que comencé a frotarlo suavemente. La verdad es que estaba gozando como pocas veces antes.

Cuando hube terminado de mi necesidad básica, otra necesidad llamó a mi puerta, la de llegar al orgasmo. Estaba caliente y no podía quedarme así. Me senté en el pollete y cogí lo primero que vi a mano, y fue una especia de cuchara de madera con la que movía el tomate. Primero restregué todo el tomate caliente por mi coño, lo que me hizo excitarme aún más, y luego comencé a meterme el mango, poco a poco, disfrutando de ese momento. Al poco tiempo tenía casi toda la cuchara metida en mi coño, casi unos 20 centímetros, y comenzaba a moverla cada vez más rápido. Gemía de placer, tanto que seguramente todo el edificio me estuviese oyendo, lo que me ponía aún más cachonda. No tardé mucho en correrme, expulsando de mi coño una gran cantidad de jugo.

Pero aún necesitaba más. Miré a mi alrededor y vi lo que quería: un pepino bien gordo y un plátano bien largo. Sabía lo que quería hacer, pero no como, así que no lo pensé más y comencé a meter mis manos en mi coño y en mi culo. Quería dilatarlos bien para gozar aún más. Entre la orina y mis jugos estaba bien lubricada, así que no pasó mucho tiempo en que mis puños entraran con facilidad en mis agujeros. Era el momento de gozar de verdad. Me puse de rodillas y puse el pepino en la abertura de mi culo. Poco a poco fui bajando mientras notaba como entraba. La verdad es que era más grande de lo que yo pensaba y me hacía hasta daño, así que lo saqué y directamente lo metí debajo del grifo. Ahora bien húmedo no me dolerá tanto. Y santa razón la que tuve, ya que ahora entraba mucho más fácil. Sin dificultad, pero con esfuerzo fui bajando hasta que mi culo tocó con el pollete. Eran como unos 15 centímetros de pepino con un grosor de unos 5.mientras lo aguantaba con una mano, comencé a botar sobre él. Ahora más que gemir, gritaba de puro placer. Me quité la camiseta y cogí la leche que por allí estaba y comencé a tirármela por la boca, para que chorrease por mi cuerpo. Estaba tan excitada que no me importaba dejar la cocina echa un asco.

Cuando sentí que estaba apunto de correrme, cogí el plátano, bueno la banana porque era enorme, y me la metí en mi coño. Con la forma que tenía me sentía en el cielo. Me iba a correr enseguida, así que pegué bien el culo en el suelo para que el pepino se me metiera bien, y comencé a mover el plátano. Sentía que iba a ser una buena corrida, y tanto que lo fue, ya que mis jugos se expulsaron con tal fuerza que llegaron a la pared que tengo a 4 metros.

Pero a mi cuerpo le quedaba todavía un tercer orgasmo, así que sin sacar el pepino de mi culo me levanté y comencé a andar por la casa. A cada paso, ese pepino se metía un poco más y eso era super excitante. Después de dar una vuelta volví a la cocina y vi como quería correrme. Me senté de nuevo en el fregador y cogí el cazo con el agua que había estado hirviendo. Lentamente comencé a echármela por mi cuerpo. Me estremecía a cada centímetro que bajaba, pero mayor fue el escalofrío cuando llegó a mi clítoris. Fue una sensación increíble. Vi que ahí estaba mi orgasmo, así que comencé a echarle agua directamente. Era la primera vez que lo veía tan grande y tan excitado. Estaba como en una nube, así me saqué el pepino de mi culo dilatado y comencé a metérmelo en mi coño. Lo metí todo lo que pude antes de correrme. me acosté sobre el pollete y dejé que mi fuente particular me llenase la cara con mis jugos. Salían calientes y ricos, era maravilloso.

Al levantarme, miré de refilón la ventana que da al patio, y justo enfrente pude ver la silueta de una muchacha que era amiga de Yolanda. No sé lo que habría visto, pero por la cara que tenía me parece que bastante. El caso es que al final tuve que encargar unas pizzas, ya que los macarrones no pude hacerlos.