Compañeras de Piso (18)

Cap XVIII - Yolanda y Susana conociéndose

CAPITULO XVIII - Yolanda y Susana conociéndose

Después de lo que había visto de Susana, la verdad es que me entraron unas ganas enormes de conocerla. Cada vez que la veía por la escalera me paraba a hablar con ella, incluso íbamos juntas a la compra, nada que nos hicimos buenas amigas. El caso es que un día me invitó a tomar un aperitivo a su casa, antes de comer. Estuvimos un buen rato conociéndonos, contándonos nuestro pasado y todas esas cosas. Mientras estábamos allí, llegó su novio, el futbolista. Ella, nada más entrar el chico, le chistó y le señaló el suelo. Yo no entendía lo que quería decir eso, pero cuando vi a ese pedazo de hombretón tirarse al suelo y acurrucarse sobre si mismo, se me abrieron los ojos. Me dijo: "Ves, así es como hay que tratar a un hombre" y acto seguido se fue hacia él y comenzó a pasarle la mano por el pelo, como si fuera su perrito. Entonces se levantó y se me acercó, diciéndome al oido con voz sugerente: "Tenía pensado hacer con él lo que viste el otro día, así que si quieres apuntarte". Mi cara lo decía todo, no me lo podía creer pero a la misma vez estaba deseando probarlo: "Lo estoy deseando" le dije.

Como quien llama a su perro, Susana trajo al chico a la habitación, mientras me decía que estuviera tranquila, que me iba a ayudar en todo. Mi cara esbozaba una pícara sonrisa, como la del niño que se monta por primera vez en bici. Llegamos al cuarto y Susana le dijo al chico que se quedara en la esquina. Él obedeció sin rechistar claro, al mismo tiempo que se me acercó y comenzó a besarme, lenta pero fogosamente. Nuestras lenguas se entrecruzaban ardientemente, intercambiándose nuestra saliva con pequeños mordiskitos en los labios. Sus manos fueron bajando por mi cuerpo hasta llegar a mi culo, allí me lo apretó con fuerza para así juntar su coño con el mío. Ella se bajó el pantalón que llevaba y se quitó la camiseta, quedándose solo con una ropa interior de encaje preciosa. Sus manos volvieron a subir, para ésta vez meterse por debajo de mi camiseta y así acariciar mis grandes pechos. La verdad es que esas manos me estaban poniendo realmente cachonda. Con toda delicadeza me quitó la camiseta y se puso detrás de mí. Sus manos bajaban x mi vientre hasta llegar al pantalón que llevaba, mientras su boca se afaenaba en quitarme el sujetador. Esas tórridas manos se metieron hasta llegar a mi tanga, provocándome una excitación casi cercana al orgasmo.

Ella se dio cuenta de que estaba realmente agusto, así que mandó al chico que se desnudara y que se acostara en la cama. Entonces me dijo: "Haz lo que quieras con él, es tu consolador de hoy". No me lo pensé ni un segundo y me tiré a comerle su boca mientras acariciaba ese pecho tan duro que tenía. Mientras tanto Susana se frotaba el coño por encima del tanga que llevaba. Poco a poco fui bajando por su vientre hasta llegar a su polla. Me puse a cuatro patas sobre la cama y comencé a mamársela. Ella se puso detrás de mí y me aplicó su lengua directamente en mi clítoris. Eso me excitó de tal manera que de mi coño salieron unas gotitas de un orgasmo que estaba apunto de llegar. Susana sabía como excitar a una chica, así que me metió sólo dos dedos en mi coño, pero me los metió donde más me gusta. Tuve que dejar de comerle la polla al muchacho para poder gemir como es, debido en un orgasmo maravilloso que dejo mis piernas empapadas con mis jugos. Sacó sus dedos pringosos y se los llevó directamente a su boca, se sentó en el sillón y me dijo: "Ahora me toca a mí correrme y quiero que me lo hagas tú".

Allí dejé al chico todo empalmado, me puse de rodillas en el suelo, le quité el tanga que llevaba y admire lo que tenía delante. Era el coño más sabroso que había visto nunca. carnoso, depilado y con un clítoris enorme. Poco a poco empecé a pasar mi lengua por ese conejo, a la vez que ella le decía al chico: "No te toques ni te corras viendo ésto, pero estate a punto para cuando volvamos a por ti". Él asintió con la cabeza mientras yo seguía follando con mis dedos esa almeja tan sabrosa. Al poco tiempo vi asomar su clítoris de ese caparazón que tenía, entonces directamente me lo metí en la boca. Susana gimió fuertemente, diciéndome que no parase, que estaba apunto de correrse. Se quitó el sujetador que aún llevaba, mientras un par de mis dedos la follaban rápidamente, por lo que no tardó mucho en correrse sobre mi boca. Con sus jugos en mi boca, me levanté y nos besamos, cayendo sus líquidos por nuestros cuerpos.

El chico viendo eso estaba muy cachondo, incluso de su polla salía un poco de semen, así que nos acercamos a él. Susana comenzó a pegarle manotazos a la polla, a lo que yo me sorprendí. Eran verdaderas ostías dadas con mala leche. Me dijo que si quería lefa que pusiera la cara encima de su polla. Yo le hice caso, y mientras seguía metiéndole una paliza a ese rabo, comenzó a expulsar lefa hacia arriba. Yo abría la boca e intentaba pillar todo el que podía, pero era increíble todo lo que podía echar el chava. Pero ahí estaba Susana para recoger el que yo no podía capturar. Cuando esa fuente terminó, las dos nos volvimos a besar e intercambiarnos el semen del chico.

Entonces le dijo al chico que se pusiera a cuatro patas, con el culo bien abierto. Cogió mis dedos y se los metió en la boca, llenándomelos de saliva, y me dijo que podía follarle. Yo le pregunté si no le dolería, pero ella me respondió que lo que él sintiese no nos importaba, que era nuestro esclavo personal. Cogió mi dedo y me lo acercó al culo del chico. Poco a poco lo fue metiendo dentro de él, al tiempo que le escupía para que lubricase mejor. Susana le dijo al chico que gritase, que quería oírlo sufrir. Poco a poco mi dedo se fue moviendo más y más rápido, a la vez que los gritos del chaval eran más y más fuertes. Me dijo que le metiese otro dedo más, mientras ella se fue a la cara del chico y comenzó a pegarle cachetes y a ordenarle que gritase. Él gritaba todo lo que podía mientras y Susana me dijo que le metiera otro más. Eran ya tres los dedos que le había metido y que intentaba mover dentro de su culo. Ahora el chico gritaba de puro dolor, así que Susana se levantó y se vino a ver la dilatación que tenía. Me sacó la mano y le ordenó que no gritase más, que se callara. El silencio se hizo hasta el momento que la propia Susana le metió directamente el puño por el culo. El chaval lloraba y gemía, muy flojo eso sí, ya que no podía gritar. Yo estaba flipando con lo que veía, pero me excitaba muchísimo. Me miró y me dijo que no me preocupase, que no era la primera vez que se lo hacía, sacó su puño y me dijo que probase yo. Mis manos eran más pequeñas que las suyas, así que entró con bastante facilidad. Ella puso sus manos en mi codo y comenzó a meterlo cada vez más y cada vez más, hasta que llegó el punto que tenía medio brazo metido en su culo. Entonces me dijo: "Ahora apriétale la próstata, que está ahí debajo". Yo apreté para abajo todo lo que pude, y vi como se le hinchaban los huevos al chaval. Ella se puso debajo de la polla, y me dijo que moviese el brazo de arriba a abajo. Era como si estuviera ordeñando a una vaca, porque de ahí comenzó a salir leche de una forma descomunal. Ella abría la boca, pero no le era suficiente, y le chorreaba por el cuello y por las tetas. Yo saqué mi brazo y ella se levantó y me pasó el semen de su boca a la mía. Esta vez si que estaba caliente y jugoso.

Con el chico con el cargador vacío, era nuestro turno de disfrutar. Susana sacó las cuerdas y lo ató, mientras con un pañuelo le tapó la boca, "No quiero oírte", le dijo. Con la polla aún dura, Susana se dirigió hacia el macuto del chico, cogiendo las botas de fútbol y poniéndoselas. Se puso de pie sobre la cama y comenzó a pisarle la polla y los huevos. Me daba dolor de verlo, per a ella le encantaba hacer sufrir al chico. De vez en cuando le soltaba una patada en la cara diciéndole que no gritase, que sino le haría más daño. Cuando se cansó de pisotearlos con esoas botas con clavos, se subió encima de la polla y comenzó a botar, mientras yo le frotaba el clítoris con mi mano. Me dijo que frotara con más fuerza, y al instante se corrió, expulsando un buen chorro hacia la cama. se levantó de la polla y me dijo que subiera yo, mientras le puso el coño en la cara tapada al chico. Yo comencé a botar, ella veía como mis tetas se movían con el vaivén, así que se acercó y comenzó a chupármelas. Su lengua saboreando mis pezones era algo que me volvía realmente loca, tanto que me corrí rápidamente, llenando esta vez al chico con mi orgasmo.

Pero yo no tenía suficiente, así que saqué la polla de mi coño y me la metí directamente en mi culo. Ahora botaba con una fuerza inusitada, mientras ella seguía comiéndome los pezones. Estaba disfrutando tanto que incluso gotitas de leche salían de mis tetas. Susana se sorprendió al ver eso, pero luego comenzó a restregarse el cuerpo con mi leche. De nuevo sentía el orgasmo cerca, pero necesitaba más caña, así que le dije a Susana que me metiese su puño en mi coño. Ella no dudó, y poco a poco me lo empezó a meter y a follarme con él. De nuevo empecé a correrme, esta vez hacía arriba, como si una fuente se tratase. Todo el cuerpo de Susana estaba cubierto por mi leche y por mis jugos. Yo estaba exhausta, pero a ella todavía le quedaba caña para rato. Cogió y se subió de nuevo sobre su polla, esta vez metiéndosela por el culo. Mientras ella botaba, yo le comía todo el clítoris que tenía, que era sabrosísimo. Cuando estuvo apunto de correrse, se revolvió, le quitó el pañuelo de la boca al novio, le abrió la boca, y comenzó a correrse. Ella gritaba como loca mientras le llenaba la boca con sus jugos.

Cuando terminó, se bajó de nuevo hacia la polla y comenzó a pajearle, bueno, más que pajearle era como intentar destrozarle la polla. La tenía tan lubricada que era excitante hacerle una paja así, aunque fuera así de salvaje. Yo dudaba de que saliera algo, pero cual fue mi sorpresa cuando de nuevo un gran tiro de lefa salió despedido hacia arriba. Yo me acerqué y metí la lengua para pillar lo que pudiera y saborearlo. El muchacho parecía que había terminado de correrse, pero Susana no paró de pajearlo y a pegarle puñetazos en los huevos, y de nuevo volvió a correrse, aunque esta vez mucho más suave, momento que aprovechó ella para meter su lengua y quedarse con lo que echaba.

Cuando terminó todo, dejó al chico tirado en la cama y me acompañó hasta la puerta. Me dijo que podía volver cuando quisiera, y que podría usar a su novio cuando quisiese. Yo me fui encantada de esa visita a la nueva vecina, y espero repetir pronto.