Compañeras de Piso (17)
Cap XVII - Yolanda y los Vecinos Indiscretos
CAPITULO XVII - Yolanda y los vecinos indiscretos
Estaba estudiando, pero necesitaba la enciclopedia, así que me fui a la habitación de Verónica. Allí estuve un largo rato buscando las cosas que me hacían falta. Una vez resueltas mis dudas, decidí salir a tomar al aire al balcón que tenía Vero. La verdad es q la brisa era agradable, y las vistas también, ya que se veían casi todas las casas de la calle. Entonces me fijé en una de esas casas, con una luz roja en la habitación, que estaba justo enfrente de nuestra casa. Allí vi a una chica y a un chico tirados en la cama, desnudos, besándose fogosamente. A mí, desde la experiencia vouyer con Susana, me estaba empezando a interesar el tema esta, así q me apoyé en la pared a ver lo que eran capaces de hacer los chicos estos.
Allí estaban ellos dos, él tirado en la cama, y ella chupándole todo el rabo, de arriba a abajo, sin descanso. Yo me bajé un poco los pantalones y el tanga, dejando mi coño al aire para poder disfrutar con él. Lentamente comencé a frotarme el coñito, al mismo ritmo que ella subía y bajaba su boca con esa polla dentro. Entonces paró, y cogió una cosa del suelo, eran unas esposas. Con ellas, ató al chico a la cama, y acto seguido se montó encima de él. Se metió toda la polla dentro y comenzó a botar. Ella no es que tuviera unas tetas muy grandes, pero si lo suficiente como para que botaran cuando follaba. Yo cada vez me frotaba el coño más rápido, estaba super excitada, incluso sentía insuficiente solo frotarme. Eché un vistazo alrededor y encontré lo que sería mi consolador de hoy: un rotulador de los gordos, bien largo. Mientras lo cogía, ella se había girado 180º, y ahora la veía de cara, y podía ver esas tetas botando como locas. No me lo pensé, y comencé a meterme ese rotulador, lentamente, disfrutando del momento. Yo comencé a gemir suavemente, para no levantar muchas sospechas, pero ellos si que hacían ruido, sobre todo el chico, esposado a la cama, viendo como esa perfección de chica botaba y botaba sobre su polla.
Pero de pronto ella paró y se tiró al suelo, de rodillas, y comenzó a pajear al tío. En pocos segundos un buen tiro de lefa salió disparado hacia arriba, cayendo sobre la cara de la chica. Ella los saboreaba con locura, pasando su lengua por la cara y por el vientre del chico. Cuando terminó de recoger el semen con la boca, le quitó las esposas al chico, y ella se tiró a la cama, a cuatro patas. Entonces el chico le ató las manos al cabecero, y comenzó a follársela por el coño, mientras un dedo se lo metía suavemente por el culo. Ella gritaba dulcemente, viéndose presa de esa polla, y sin poder moverse. El chico cada vez le abría más y más las piernas, y ella cada vez gritaba más fuerte. Llegado el punto en el que pasó de estar a cuatro patas, a estar tumbada en la cama con las patas abiertas, el chico le sacó la polla de su coño, y le obligó a ponerse boca arriba y a ponerse los pies en la cabeza. Ella obedeció sin rechistar y el chico sacó otras esposas y ató las piernas también al cabecero. Yo estaba flipando con lo que veía, y cada vez me masturbaba con más fuerza.
En esa postura, el culo era una puerta abierta a esa polla. Le metía un par de dedos, le escupía para lubricarlo, todo lo necesario para hacer hueco a su miembro. Poco a poco se la fue metiendo. Yo, ante tal espectáculo, no cesaba en mi masturbación, hasta tal punto que llegó a mí el escalofrío previo al orgasmo. Saqué el rotulador de mi coño y comencé a frotar mi clítoris. Mis pezones se pusieron duros, notándose por debajo de mi camiseta, y un chorro de líquidos comenzó a salir de mi interior, chorreando por la pared y llegando al suelo. Fue un orgasmo delicioso mientras veía como ese hombre le follaba el culo a la chica.
Ella gritaba, en una mezcla entre dolor y placer, el caso es que cuando el chico estaba a punto de correrse, le desató las piernas del cabecero, dejándola estirada en la cama. Se la veía exhausta, pero el chico se puso encima de ella, sobre sus tetas, y comenzó a meterle la polla en la boca. Ella lloraba, no se si de placer o de dolor, el caso es que la polla salía totalmente llena de saliva. Era tan excitante, que volví a coger el rotulador y a masturbarme de nuevo, aunque esta vez me lo comencé a meter por mi culito. El chico alternaba follarse la boca con las tetas, lo que hacía que se excitara muchísimo. Yo cada vez me metía más ese consolador por mi culo, casi por completo, y estaba apunto de correrme, incluso notaba como mis pechos echaban gotitas de leche, ya que la camiseta que llevaba comenzaba a mojarse poco a poco. Y como si hubiera sido planeado, comencé a correrme a la misma vez que el chico se corría en la cara de la chica. Le dejó toda la cara pringada de semen, al igual que yo tenía mis muslos llenos de mis jugos.
El chico se fue, y la dejó allí tirada en la cama, exhausta, con toda la cara y las tetas llenas de lefa. Ella estuvo tirada en la cama un par de minutos, hasta que se levantó, cayendo el semen por su cuerpo y salió de la habitación. Yo me quedé un rato más en ese balcón, por si decían de volver, pero no fue así, pero bueno, la experiencia no estuvo nada mal.