Compañeras de Piso (14)

Cap XIV - El Sueño de Vero

CAPITULO XIV - El sueño de Vero

Como cualquier otra noche fui a acostarme. Yolanda había salido con el novio y Paola ya no vivía con nosotras, así que el aburrimiento era inmenso. No daban nada en la tele, así que aprovechando que Yolanda no estaba, me fui a su ordenador, ya que es la única que tiene Internet. Allí estuve metida un par de horas, viendo de todo, pero justo antes de apagar, un enlace publicitario me llamó la atención. Pinché y me llevó a una página con dibujitos manga y hentai. Yo no había visto muchos dibujos de estos, así que me picó la curiosidad y comencé a ver fotos y más fotos. Era increíble lo excitantes que eran esos dibujos, con esos rasgos femeninos tan marcados y exuberantes. Pero hubo una foto que me llamó la atención, porque era mi vivo retrato. Tenía mi mismo cuerpo y mi misma cara, sólo que era rubia. Me sorprendió tal dibujo, como alguien en la otra parte del mundo había dibujado una chica que era exactamente igual a mí. Con esa imagen grabada en mi mente decidí irme a dormir.

Pero una vez dormida un sueño me vino en la noche. El caso es que me veía de pie junto a la puerta de mi cuarto. Pero en realidad no era yo, era aquel dibujo que tanto me había impactado. Ya se sabe que los sueño tienen mucho de fantasía, pues allí estaba yo, metida en un cuerpo de dibujo. La cintura mucho más marcada que en lo que en mí es natural, unos pechos más grandes de lo habitual y mucho más duros, y una larga melena rubia que me llegaba a la cintura. La verdad es que me gustaba ese cuerpo que mi sueño me había dado.

Pero no estaba sola en mi cuarto, después de admirar todas mis novedades, miré hacia la cama, y vi a una chica, bueno, a una chica de dibujos. Una larga melena rosada se deslizaba por un cuerpo de infarto. Unas tetas grandes y redondas que prácticamente se salían del sujetador, unos abdominales marcados sobre una cintura de escándalo, y unas piernas duras y largas. Y allí estaba, acostada en mi cama, señalándome con el dedo y diciéndome que fuera con ella. Yo, entre la sorpresa y el agrado, me acerqué a ella y me acosté a su lado. Sus manos fueron acariciando mi cara, bajando por mi cuerpo, repasando cada centímetro de mis piernas, era muy excitante.

Sólo la miraba, estaba tan sorprendida que ni me movía, y ella se dio cuenta, así que con toda la suavidad del mundo, se acercó a mi boca y comenzó a besarme los labios. Eran tan sensuales como esos ojos verdes que me miraban mientras sus labios carnosos se tocaban con los míos. Poco a poco me fui soltando y comencé a pasar mis manos por su perfecto cuerpo. Cada vez estábamos más cerca la una de la otra, incluso comenzaba a notar sus duras tetas en contacto con las mías. De pronto ella fue bajando sus besos por mi cuello, por mis pechos y por mi barriguita, hasta llegar al tanguita rosado que llevaba y besaba mi coño por encima de él. Cada vez estaba más excitada, pero a ella le gustaba ir despacio, así que con suavidad fue quitándome mi tanga, deslizándolo por mis piernas, hasta que me lo quitó. Poco a poco fue subiendo por mis piernas, besando mis muslos, hasta llegar a mi coñito. Allí comenzó a meterme mordisquitos en mis labios. Era tan sensual que estaba deseando correrme. Me llevó uno de sus dedos a mi boca, para que lo chupase, y acto seguido me lo comenzó a meter en mi almeja. Lo movía tan despacito. Lo giraba, apretaba mi clítoris, todo era perfecto. Al rato me metió otro dedo más, y eso era ya el delirio. Los movía despacito, me daba besos en mi clítoris, lamía mi culito, todo era sublime.

Pero de pronto veo a alguien en la puerta. Era un hombre rubio, alto, fuerte, guapísimo, y con una gran polla que se le notaba por encima del pantalón. Se acercó a nosotras, y la chica del pelo rosa le desabrochó el pantalón, cayendo al suelo. Lo que vi creo que no lo voy a ver nunca más. Era una polla de dimensiones extremas, como en los dibujos hentai que vi. Mediría más de 20 cms y era gorda como un bate de béisbol. La chica me dijo que me acercara, que la probara. Las dos nos pusimos de rodillas delante de eso, y comenzamos a besarla, a chuparla, a metérnosla en la boca. La metíamos todo lo que podíamos y todavía quedaba la mitad de la polla fuera. Al cabo de un rato, el chico levantó a la chica, le quitó el sujetador y el tanga que llevaba y la tiró a la cama, diciéndome que se lo chupara, que se lo comiera todo. Yo me acerqué al coño de esa chica. Era un coño precioso, carnoso, y con clítoris enorme, casi como si fuera una polla pequeña. Allí me puse, a chupárselo con más ganas que nunca. Le pegaba hasta bocados, pero ella no se quejaba, incluso me decía que le gustaba.

Le empecé a meter un par dedos en el coño, ella jadeaba suavemente, disfrutando con lo que estaba haciendo. El chico se acercó a mí y me puso ese pollón justo delante de mi boca. Yo se la chupe un par de veces, notando que estaba dura como una piedra. Me apartó y se la comenzó a meter a la chica. Los gritos que pegaba eran descomunales, y la verdad es que lo entiendo, porque esa polla te tiene que hacer hasta daño. Ella me cogió la cara con las manos y comenzó a besarme como una loca, mordiéndome hasta la lengua. El chico cada vez se la metía más y más, y cada vez se movía más rápido. Las tetas de ella comenzaron a agitarse con cada embestida, y ella gritaba más fuerte todavía. Por un momento me quedé mirando como se la follaba, y la verdad es que era muy excitante, tanto que frotaba mi coño viendo ese espectáculo. De pronto el chico se para, saca esa verga del coño donde estaba, y se echa para atrás. La chica comienza a gritar muy fuerte, sus piernas comienzan a temblar para salir del coño una cantidad inhumana de jugos, que van a parar al pecho del chico.

Cuando terminó de echarlos, el chico me miró, y me dijo que me pusiera a cuatro patas. La verdad es que no era consciente de lo que me iba a hacer, así que me puse. Él comenzó a meterme la lengua en mi culo, y luego un dedo y luego otro. Yo ya estaba más que caliente sólo con que me metiera los dedos, pero entonces va la chica y se pone debajo mía, haciendo un 69. Ella me comía el coño a mí y yo a ella. Así estuvimos un rato, hasta que el chico decidió meterme esa verga en mi culito. Poco a poco se fue abriendo paso, al principio no cabía casi nada, pero conforme se fue dilatando, notaba esa polla más y más adentro. Mis gemidos pasaron a ser gritos de dolor y luego gritos de placer. Lentamente comenzó a follarme, y cada vez que podía me la metía más y más. Yo no podía ni chuparle el clítoris a la chica de los gritos que estaba pegando. Me agarraba a las piernas de ella, le clavaba las uñas, pero el chico cada vez me la metía más, hasta que llegó el momento en el que note sus huevos chocando con mi culo. Entonces comenzó a sacarla entera y a meterla entera de golpe. Eso me destrozaba el culo, pero me gustaba, me ponía a mil. Así estuvo un rato, hasta que mi culo pudiera aguantar las embestidas que me iba a dar. La chica se salió de debajo mía, momento que aprovechó él para comenzar a darme como nunca me habían dado. Cada viaje que me daba me levantaba de la cama prácticamente, llegué a la pared, y me apoyé como pude mientras él me follaba sin parar. El orgasmo estaba cerca, así que la chica puse su boca justo debajo de mi coño, justo cuando empezaba a correrme sin que el tio sacara la polla de mi culo. Todo iba a parar a su boca, pero es que parecía no tener fin. Yo ya me caía sin fuerzas, pero no paraba de correrme.

Cuando terminé, el chico nos tiró a las dos al suelo, de rodillas, y él comenzó a pajearse. Estaba apunto de correrse, así que nosotras le chupábamos la puntita del nabo, hasta que vimos que una de sus venas se ponía grande y dura. De pronto un chorreton de lefa fue directo a nuestras caras. Parecía como si se estuviera corriendo un caballo. Su semen chorreaba por nuestros cuerpos, por nuestras bocas. Mientras se corría, la chica se metió la polla en su boca, el chico gritó de placer. Cuando terminó, ella se acercó a mí, y con la boca llena de semen, me besó profundamente, pasándome los jugos del muchacho a mi boca.

Había sido una experiencia fenomenal, para ser un sueño. Ellos se fueron, y yo me tumbé en la cama, a descansar.

Cuando a la mañana siguiente me desperté, me encontré con la sorpresa de que estaba desnuda, con todas las sábanas mojadas, y mi cuerpo lleno como de semen. Yo no sabía que pensar, ¿sueño o realidad?