Compañeras de Piso (12)

Cap XII - Yolanda excitándose

CAPITULO XII - Yolanda excitándose

Después de un día largo en la Universidad decidí fugarme la última clase, que por cierto era de matemáticas, y total para quedarme durmiendo en clase, pos me vine a casa a descansar un poco. Estaría sola en casa por lo menos una hora, y eso me produjo unas ganas enormes de masturbarme, y así relajarme del todo. Pero hoy no quería hacerlo como siempre, sino que quería algo distinto, quería ver si era capaz de llegar al orgasmo sin necesidad de meterme nada en mi conejito. Así que antes de ponerme manos a la acción me di una vuelta por la casa, para ver si veía algo que me ayudara, y así fue, ya que en la cocina cogí la cubitera llena de cubitos y el palo de la escoba, y del baño cogí el desatascador.

Entré en mi cuarto, cerré la puerta, y para ayudarme a calentarme decidí, en lugar de enchufar el aire acondicionado, enchufar el aire caliente. Busqué en mis cajones y encontré ese vibrador que me regalaron mis niñas por mi cumpleaños. La verdad es que viendo el panorama que tenía por delante ya estaba yo hasta cachonda, pero quería disfrutarlo bien.

Lo primero que hice fue quedarme en ropa interior, para admirar mi cuerpo precioso. Me tiré sobre la cama y comencé a frotar mi tanga sobre mi conejito, muy despacito. Poco a poco tiraba del tanga para que se metiera por mi rajita, era excitante. Mientras, con la otra mano, acariciaba mis pechos por encima del sujetador y notaba como mis pezones se empezaban a poner bien duros. Poco a poco me fui calentando, a la vez que mi cuerpo comenzaba a notar el calor de la habitación y comenzaba a sudar. Apartaba suavemente el tanga de mi coño y pasaba mis dedos por encima de él. Lo frotaba muy suavemente, como si de una lengua se tratara.

Cogí el vibrador y lo puse en la velocidad más lenta, me quité el tanga y comencé a pasarlo por mi coñito. Podía notar como mi clítoris se empezaba a mover, como intentando salir de mí. Estaba tan excitada, me mordía el labio y lanzaba pequeños gemidos al aire. Saqué una teta del sujetador y comencé a acariciar ese pezón tan rico. Me lo llevaba a la boca y lo mordía suavemente. Cada vez tenía más calor, así que me quité el sujetador, quedando todo mi cuerpo sudoroso sobre la cama. Mi cuerpo me pedía que me metiera algo, pero yo no quería, iba a sufrir como nunca había sufrido.

Sin quererlo mis dedos bajaron de mi coño hacia mi culito. Lo acariciaba suavemente, e incluso intentaba meterme un dedito, pero no estaba dilatado aún, así que cogí el vibrador y me lo acerque haber si así si que pudiera. Poco a poco se fue dilatando, hasta que pude meterme un dedito. Fue maravilloso. Mi cuerpo se estremeció como pidiéndome más, así que lentamente me fui metiendo otro dedito. Pocas veces iba a disfrutar como en esta ocasión. Cogí el vibrador y lo puse en la velocidad más lenta, y me lo metí poco a poco en mi culito. Un maravilloso escalofrío recorrió mi cuerpo. Ahora era el momento de disfrutar con el resto de mi cuerpo.

Así que cogí un cubito y lo comencé a restregar por mi sudoroso cuerpo. El contraste térmico era más que excitante. Lo pasaba por mis tetas una y otra vez, hasta que se derritió. Entonces cogí otro, y lo llevé directamente a mis pezones, ya duros y bien grandes. Me encantó esa sensación. Cogí otro, pero esta vez me lo llevé a mi coñito y lo restregué por él hasta que no quedó nada. Los pequeños gemidos cada vez se hacían más ruidosos. Volví a coger otro cubito, y esta vez me lo metí directamente en mi coño ardiente, lo cual hizo que no durara mucho ahí dentro.

Estaba deseando que una buena polla me follara ahora mismo, pero quería saber lo que es masturbarse sin meterme nada por el coño, así que en un gesto veloz me puse de rodillas sobre mi cama y puse la almohada debajo de mí. Suavemente me empecé a restregar con ella, al mismo tiempo que acelere el vibrador que permanecía en mi culito. Era maravillosa esa sensación de querer follar y no tener nada que meterme. Cada vez me restregaba más y más fuerte con esa almohada. Lentamente comencé a mojarla con mis jugos, pero hubo algo que no me esperaba.

Una especie de orgasmo recorrió mi cuerpo, pero no se centró en mi coño como de costumbre, sino que subió a mis tetas. Esto nunca me había pasado, pero era maravilloso. De pronto, sin quererlo, uno de mis pezones comenzó a gotear un poco de leche. Era algo sorprendente a al vez que excitante. No me esperaba esa reacción de mi cuerpo, así que comencé a frotarme más rápido aún con mi almohada. Esas gotitas comenzaron a transformarse en un chorrito muy fino. Estaba más cachonda que nunca. Me llevaba ese pezón a mi boca y saboreaba mi leche, que estaba más caliente que yo incluso. La almohada estaba empapada entre mi sudor, mis jugos y mi leche. Así que decidí cambiar de juego y cogí el desatascador.

Lo pegué en la pared y me puse a cuatro patas. Primero saqué el vibrador de mi culito y me lo metí en mi coño, y luego poco a poco fui metiendo ese plástico negro por mi culo. Muy despacio hasta que mi culo llegó a tocar con la pared. Eran 20 centímetros de improvisado consolador metidos por mi culo. Fue en ese momento cuando me vino el orgasmo más maravilloso que jamás he tenido, ya que de mis tetas comenzó a salir leche a borbotones, como si de una polla echando semen se tratara. Esa visión hizo que empezará a follarme a esa polla negra. Cada vez que me lo metía, de mis tetas salía un chorro de leche. Era tan excitante que no podía parar de moverme, y ya los gemidos pasaron a ser gritos de placer. Cada vez más y más rápido y cada vez salía más y más leche. Mi culo daba golpes con la pared, parecía que la fuera a tirar abajo.

Entonces decidí empaparme con mi propia leche. Saqué ese instrumento de mi culo y cogí el palo de la escoba. Entonces me puse en el suelo bocarriba, apoyando mi espalda y mis piernas en la pared. Las tetas caían prácticamente sobre mi boca. El palo de la escoba entró con facilidad en mi culo, ya que estaba bien dilatado gracias al desatascador. Era el punto y final a mi masturbación ociosa de hoy, así que ese vibrador que me hacía gozar tanto mi ardiente conejo lo puse a la máxima velocidad. Todo mi cuerpo estaba tan excitado, que el propio sudor cayendo sobre mi boca me encantaba. Pasee mis manos por mi cuerpo para recoger todo ese sudor, antes de comenzar el final de mi aventura de hoy.

Con suavidad comencé a mover ese palo dentro de mi culo, al mismo tiempo que me mordía los pezones, esperando a que comenzaran a echar leche de nuevo. Cada vez que me lo metía un grito salía de mi boca. Al ser tan fino y tan largo, podía llegar a sitios insospechados para mí, así que cada vez me lo metía más y más. No tardó mucho tiempo en comenzar a salir esa leche que yo tanto deseaba. Me caía sobre mi cara y sobre mi boca, la cual yo abría para saborearla. Cada vez que movía el palo dentro de mi culo, una descarga de leche salía de mis tetas y un grito de placer de mi boca. Aquello se movía cada vez más rápido, pero la leche comenzó a fluir más lentamente, aunque no cesaba.

Pero de pronto un escalofrío volvió a recorrer mi cuerpo, y esta vez fue de mis tetas hacia mi coño. Mordí fuertemente unos de mis pezones, mientras con las dos manos moví ese palo lo más fuerte que pude. De mi coño comenzó a salir esa corrida que tanto deseaba. Bajaba por mi cuerpo pasando por mis tetas, mezclándose con mi leche y llegando hasta mi boca. El cansancio hizo mella en mí, así que saqué ese palo de mi culo y esperé a que mi coño dejara de echar mis jugos sobre mi cuerpo. Al fin había llegado al orgasmo que buscaba.

Cuando acabó, una idea perversa me vino por la cabeza, ya que era algo que yo siempre había querido hacer, pero nunca me había atrevido. Fui a la cocina y me bebí litro y medio de agua del tirón. Al instante me entraron unas ganas inmensas de orinar, que era lo que yo quería. Ya que estábamos en plan guarro, pos íbamos a aprovecharlo. Me fui a esa bañera enorme que tenemos y me senté en el borde. Allí sentada, no pude aguantar las ganas de orinar que tenía. De mi coño salió un chorro bien fuerte que llegó hasta la pared, pero mis deseos no se acabaron ahí, ya que me puse en la misma postura que tenía en mi cuarto, es decir, con la espalda apoyada en la pared y mi cabeza en el suelo. Allí apreté con todas mis fuerzas mientras veía como ese chorro pasaba por encima de mi cabeza y me caía por mi cuerpo y por mi cara. Esto me estaba poniendo el coño a mil. Seguí rociándome con mi orina hasta que quedó alguna gota dentro de mí, al mismo tiempo que notaba como mi coño se calentaba a su paso. Estaba super caliente en este instante, así que cogí la alcachofa de la ducha, abrí el agua caliente al máximo y me la metí en mi coño sin dudarlo. Era lo primero que me metía en mi conejo en toda la tarde, así que al instante me vino un orgasmo maravilloso al mismo tiempo que gritaba como una loca.

Estuve un buen rato exhausta en la bañera, pero fue una experiencia única para mí el descubrir nuevas formas de llegar al orgasmo.