Compañeras de instituto (4: tras las confesiones)

Las seis compañeras de instituto tras confesar sus escaramuzas sexuales, no pueden creer lo que han oído y contado, y lo que es peor, escuchar y contar las ha vuelto a poner calientes...

¡Pufff! ¡Vaya noche!

Todas juntas otra vez, y nada de lo que habían imaginado, podía superar aquellas confesiones contadas por las propias protagonistas.

Todas estaban algo borrachas, pero también todas estaban excitadas, muy excitadas.

Una de ellas propuso bailar, así que apartaron los sofás para simular una pista de baile en el salón.

La música comenzó a sonar y todas comenzaron a moverse, primero por separado, pero luego se fueron juntando por parejas y comenzaron a charlar a la par que se movían.

Irene, la anfitriona se acercó a Miriam.

Tienes una casa muy chula, -admitió Miriam-, me encantaría tener una así-.

Son las ventajas de vivir en el extrarradio, -afirmó Irene.

Se enlazaron las manos y comenzaron a moverse rítmicamente al compás de la música.

Irene revivió en su memoria el encuentro entre Miriam y Lucía. Es cierto, seguía conservando unos grandes pechos.

Recordó la cara de placer que exhibió Lucía cuando contaba cómo se abalanzó sobre ellas, cómo las chupó y como las estrujó. Pensó cómo sería hacer lo mismo. No se atrevió, pero se acercó algo más, hasta que sus tetas casi rozaron las de su amiga.

Sería porque tenía la mente y el cuerpo algo lanzado, o porque le excitaba mucho dejarse, pero Miriam adivinó o creyó adivinar, que Irene quería rozarle los pechos y le facilitó la tarea.

Con suavidad pero con firmeza, apretó a Irene contra su cuerpo y siguió bailando.

Irene sintió en ese momento un hormigueo en su conejo. Miriam se apretaba contra ella, y podía sentir los voluminosos pechos de su amiga contra los suyos.

A pesar de la excitación que sentía quiso hacerse la inocente:

¿Qué haces? ¿porqué me aprietas tanto?

No es lo que querías? ¿no querías notar mis tetas?

El silencio y la sorpresa, fueron la confirmación de las sospechas de Miriam.

Tranquila, no me molesta. Además, me excita el roce con tu cuerpo.

A mí me ha puesto a mil saber que te habías liado con Lucía.

¿Y me lo dices tú, que te pegaste una tijera en toda regla en el viaje de estudios?

Fue cojonudo. Uno de mis mejores orgasmos.

¿sí?

Los cuerpos eran ya casi uno solo, y las caras estaban una muy cerca de la otra.

A mi esta noche me encantaría que me enseñaras, -dijo Miriam.

Sus labios rozaron los de Irene y se besaron. Fue un beso discreto y tierno, que vino seguido de unos cuantos más.

Abandonaron la pista de baile y cuando iban a salir del salón vieron que uno de los sofás ya estaba ocupado, y que otro parecía que iba a ser usado.

Mientras Irene i Miriam bailaban, Lucía ya se había acercado a Marina, y Carlota, había hecho lo propio con Lorena.

Lorena y Lucía se habían encendido especialmente mientras Marina y Carlota relataban su historia, y querían comentarla con las protagonistas , y por lo que parecía, también algo más.

En serio hicisteis el 69? –preguntó Lucía a Marina-.

¿No lo crees? Pues es cierto.

A mí todavía no me lo han comido.

Pues tienes que probarlo. ¡Es fantástico!

Yo pensaba que podrías ofrecerte voluntaria.

La mano de Lucía acarició el gordo culo de Marina, que se acercó a esta buscando su boca.

¿Y tú qué me harás?

Sus bocas se juntaron y se abrieron para dar paso a las lenguas juguetonas.

Lorena había cuestionado a Carlota sobre el mismo tema, y es que aquél 69 la había encendido igual que aquella noche en el viaje de estudios.

Por azar, y mientras Carlota le decía que sí y sacaba la lengua lascivamente mientras giraban al compás de la Música, Lorena vio la mano de Lucía sobre el culo de Marina. No lo pensó dos veces e hizo lo mismo.

¿Qué haces? –inquirió Carlota-.

Lorena le hizo girar la cabeza hacia el espectáculo que se estaba montando.

Nosotras no nos vamos a quedar mirando, ¿no?

Carlota asintió acariciando también el culo de su amiga.

Irene y Miriam seguían comiéndose la boca, ya instaladas en uno de los cómodos sofás. La anfitriona disfrutaba de lo lindo jugueteando con la lengua de su amiga, y estrujándole los pechos

Desabrochó la blusa, y los liberó de la prisión que los retenía. Las grandes sandías de Miriam saltaron hacia ella, con sus grandes pezones erectos y calientes

Irene no tardó nada en agarrarlos y llevárselos a la boca, saboreando y mordisqueando aquel manjar que se le presentaba.

A Miriam le gustaba que le comieran las tetas, pero aquella noche volvió a sentir ese placer que sólo la lengua de Lucía le había dado en su casa muchos años atrás.

Oh cariño sigue, me encanta –musitó la tetona.

En otro de los sofás, Marina y Lucía se metían las lenguas hasta casi tocarse la campanilla. Sus manos descontroladas, buscaban y acariciaban sus cuerpos salvajemente, mientras iban despojándose de la ropa.

Lucía le pidió a Marina que se tumbara en el sofá, y esta, cediendo, se dejó comer las tetas con voracidad.

Los gemidos de Marina, aumentaban a cada chupada de Lucía, quien con las manos, jugueteaba en la entrada de la vagina de su amiga.

En el tercero de los sofás, Carlota exploraba con placer las tetas de Lorena, culminadas en unos pezones que se habían puesto duros como piedras.

Oh Carlota, qué bien. Necesito lengua. ¡Vamos!

Carlota no se hizo de rogar, y comenzó a acariciar los pezones sensualmente con la punta de su lengua, notando los escalofríos de placer que experimentaba su amiga.

¡Ooooooh nena, así! –ronroneaba Lorena de placer.

Miriam lo veía todo desde el sofá, y algunas de sus amigas también veían como Irene seguía jugando y comiéndole las tetas.

La tetona disfrutaba enormemente de las chupadas de su amiga, pero ella también quería jugarY mojar aún más a Irene.

¡Vamos –Dijo-, ahora quiero ser yo quien juegue.

Cambiaron de postura y la tetona se colocó sobre la anfitriona. Le desnudó de cintura hacia arriba, y probó los labios de Irene. Le encantaban esos labios. Eran gordos y suaves, y cuando los rozaba con los suyos, recibía una pequeña descarga de placer.

La lengua juguetona de Irene que pedía paso para jugar con la suya, le arrebató esos momentos placenteros, y decidió vengarse, abriendo la boca, y agarrando las tetas de Irene con fuerza.

Pellizcó y estiró los pezones hasta notar los ahogados gemidos de su amiga. Deshizo el nudo de lenguas y la pasó por los erectos pezones.

¿Te gusta nena?

¡Mmmmmm Síiiiiii! ¡Vamos, sigue, sigue!

Los labios de Miriam agarraron y succionaron los pezones de Irene, dándoles pequeños mordiscos, mientras que con una mano bajaba por el vientre desnudo de su amiga buscando su sexo.

Desabrochó el pantalón, y tiró de él hacia abajo. Irene le ayudó en el trabajo levantando un poco su culo del sofá

Tras el pantalón cayeron al suelo las mojadas bragas, y Miriam se despojó también de toda su ropa para quedar las dos totalmente desnudas.

La tetona reanudó la faena de la succión de los pechos, mientras que Irene, masajeaba la suave y tersa piel del culo de su amiga. Esa mamada de tetas, la sensación de la piel rozando otra piel, la excitación acumulada de toda la noche, hicieron que Irene se moviera salvajemente en el sofá, y las dos rodaran por el suelo del salón, yendo a parar a una alfombra cercana.

Se amasaron los pechos con fuerza, se pellizcaron los pezones y juntaron de nuevo sus lenguas.

¡Mmmmmmm" ¡Vamos Miriam! ¡Tócamelo, estoy a cien!

La tetona abrió las piernas de su amiga, y buscó la entrada del placer del húmedo conejo.Metió uno de sus dedos en el coño mojado, y buscó el clítoris. Lo encontró hinchado, como si fuera una pequeña canica.

El roce arrancó a Irene grandes suspiros de placer,y a la tetona la calentó mucho más.

Siguió con el mete-saca,y aprovechóa colocar una de sus gordas tetas sobre la cara de Irene. Esta abrió la boca y engulló el pezón chupando con fuerza.

¡Mmmmmmmmm! ¡Irene, nena! ¡Chúpame así, vamos! ¡Aaaaaaaaaaah, qué gusto!

Unos segundos después, Irene notó que le iba a sobrevenir el orgasmo. No quería correrse, todavía no.

Cambiemos, quiero follarte.

La tetona cedió. Se colocó abierta de piernas en el suelo, y los dedos de Irene buscaron y penetraron su vulva, primero con movimientos lentos, que iba acelerando poco a poco.

¡Aaaaaaaaah! ¡Síiiiiiii! ¡Mmmmmmm! ¡Qué bueno, nena!

Irene notó como su amiga se iba mojando y excitando cada vez más, así que no esperó más: sacó el dedo del chorreante coño, abrió sus piernas y se colocó sobre la tetona, quien recibió con gusto la postura con agrado.

¡Síiiiii, Dios! ¡Fóllame Irene! ¡Vamos!

¡Muévete cariño, vamos! ¡Asíiiiii asíiiiii!

Sus coños se frotaban con ansia, con frenesí, recibiendo un placer insuperable.

Las dos sabían que se iban a correr, aceleraron los movimientos que se desacompasaban por momentos buscando el orgasmo deseado.

¡Síiiiii! ¡Síiiiiii! ¡Vamos nena, estoy a punto!

-¡Oooooooooh! ¡Me corrooooooooooo!

Miriam notó como los líquidos de Irene empapaban su cuerpo y estalló también en otro orgasmo brutal.

¡Ahhhhhhhhhhj! ¡Me voy! ¡Me voy nena!

Exhaustas y rendidas, se quedaron tendidas sobre la alfombra, contemplando el maravilloso espectáculo.

Porque mientras ellas jugaban, sus amigas no habían perdido el tiempo.

Marina se hallaba en el séptimo cielo. La lengua de Lucía lamía sus tetas, y sus duros pezones, eran mordidos por su amiga, dándole gran placer.

-Aaaaaaaah sigue sigue nena, -gemía Marina.

Mientras succionaba y devoraba las tetas de su amiga, el coño de Lucía se humedecía más y más, y pedía guerra a gritos.

Por eso subió la boca hasta que la unió a la de Marina, y sus dos lenguas volvieron a librar una batalla de placer.

-Vamos, a ver qué sabes hacer.

Marina se arrojó a las tetas de Lucía con voracidad, y comenzó a chuparlas y magrearlas con fuerza.

Su lengua, buscó los rosados pezones ya erectos, y los acarició con la punta.

Los jadeos de Lucía pidiendo más le confirmaron a Marina que su lengua y sus manos estaban en el punto exacto, y siguió acariciando los pezones con su lengua, mientras iba deslizando las manos por los muslos de Lucía.

Sintió las manos de Marina entre sus piernas, y se estremeció de placer. Unos segundos después, no pudo evitar un gemido placentero cuando un dedo se introdujo en su vagina.

Abrió más las piernas y el dedo se introdujo en sus entrañas, girando en círculos, entrando y saliendo.

-¡Vamos así así así! ¡Me gusta nena! ¡No pares no pares! ¡Más más!Lucía sentía la excitación de Marina, y mientras la oía jadear y pedir más, la suya propia llegó a ser insoportable.

Pensó en tocarse con la mano libre, pero pensó que sería mejor que la lengua de su amiga volviera a penetrar en su coño.

AAsí que dejó de jugar con sus dedos en el coño de su amiga, saltó sobre el sofá atléticamente, y colocó su coño en la cara de su amiga.

Lengua contra sexo, sexo contra lengua, ambas comenzaron a succionar todo lo que su excitación les permitía.

A veces los lametones daban paso a gemidos ahogados, mientras que los sendos orgasmos amenazaban con llegar a su destino.

Lucía supo en ese momento qué significaba estar en la gloria. Dejó de mover la lengua en el húmedo coño de Marina, pues sus músculos se tensionaban anunciando el final.

Marina se dio cuenta, aceleró el ritmo con su boca y lucía estalló en un orgasmo ahogado por el coño de su amiga, que se movía furioso frotando la cara de la muchacha que apenas podia lamerlo mientras sufría uno de sus orgasmos más fuertes.

Quizá por el instinto, quizá por los gemidos que su amiga producía al haber liberado su sexo, lucía volvió a introducir c on fuerza la lengua en el coño de Marina.

Agarró su gordo culo, mordisqueó el clítoris con sus dientes y Marina estalló:

¡Aaaaaaaaaaaaaaah putaaaaaaaaaaa! ¿Me corroooooooooo! ¡Aaaaaaaaaaaaah!

Los dos cuerpos sudorosos, húmedos los sexos todavía, fueron recuperando la respiración.

Algo apartadas con los ojos semicerrados, Irene y Miriam habían disfrutado del espectáculo de sus compañeras, pero todavía había fiesta en el tercero de los sofás.

Completamente desnudas y sudorosas por el combate sexual, Lorena y Carlota se ahogaban los gemidos de placer mutuamente.

Las gargantas emitían alaridos placenteros y suspiros de gusto, pero los coños amortiguaban el sonido.

Las lenguas luchaban por introducirse más y más en las entrañas de su compañera, mientras que a veces el placer que recibían hacía que la lengua les temblara y descansaran por un momento.

Lorena se agitó, agarró fuerte a Carlota y frotó su coño con furia sobre la cara de su amiga, pues su orgasmo manaba sin poder aguantar más dentro del volcán de su sexo.

Comprobó como su amiga la chupó con violencia, mientras anunciaba también el suyo.

Ambas acabaron extenuadas, y observadas por cuatro pares de ojos sorprendidos al principio, lujuriosos, deseosos ahora.

Aquella reunión se había desmadrado por completo, lo mejor sería ir a dormir y que la luz del día trajera la normalidad a sus cuerpos y mentes.

Pero la noche… ya se sabe