Compañeras de cuarto 7

Antes de que pudiera darse cuenta, Raquel la estaba ayudando a quitarse la prenda y fue con ella al baño. Tapó el lavamanos y lo llenó de agua fría. Usó un jabón con un riquísimo perfume a jazmines, terminó de enajabonar la blusa y la colgó en el pequeño tendedero de la cocina. Volvió al sofá y se sentó junto a Alba, quien estaba en sostén, tapándose con un almohadón.

Alba nunca le habló de Raquel a su novia, y a Raquel tampoco le decía que salía con su compañera de cuarto, Thalia. Ellas ni siquiera se conocían, no parecían ir a las mismas clases, así que Alba no tenía que preocuparse porque a Thalia le diera un ataque de celos. Almorzaba con Raquel después de clases, a esas horas Thalia siempre estaba en otra parte, se contaban un poco de sus vidas, se burlaban del bigote canoso estilo hittler de su profesor, Raquel le contaba anécdotas de sus hermanas, siempre masticando y tragando algún sandwich que traía en su tupper. Alba hacía de cuenta que la escuchaba, se queda mirándola embobada, y Raquel seguía hablando y hablando, hasta que miraba su reloj de pulsera y se acordaba que se le hacía tarde para una clase u otra cosa. Se despedían fuera de la cafetería y Alba regresaba a su habitación con Thalia, sin poder quitarse de la cabeza el bello rostro de su compañera de clases.

Se acercaban los exámenes d mitad de año, los grupos de estudio ocupaban los espacios verdes del campus bajo la sombra de un árbol o sobre un mantel. Alba trataba de prestar atención a lo que decía el profesor, pero las calzas rojas y traslúcidas que Raquel traia puetas en esa ocasión la distraían facilmente.

  • Alba... - le susurró al oído y ella casi se pone a temblar.

  • Sí? - preguntó aparentando total normalidad.

  • Quieres venir a mi departamento a estudiar? No tengo ningún grupo y nadie me acepta, me dicen "estamos completos" - le dijo poniendo un tono de burla.

  • Sí, claro, me encantaría.

  • Después de clases?

  • Tengo otra materia, puedo ir mas tarde.

  • Ok, me llamas cuando salgas.

  • De acuerdo.

DEspués de almorzar, Alba fue a la clase que le faltaba y su cuerpo entero temblaba de la ansiedad, no captó ni la mitad de lo que la profesora decía señalando el pizarrón con una vara, pues este era gigantesco. Salió disparada de su asiento en cuanto la profesora dijo "nos vemos la clases que viene" y caminó haca la salida del campus buscando el número de Raquel en la agenda de su celular. La llamó y le avisó que estaba saliendo, Raquel le indicó dónde quedaba su edificio, a seis cuadras de la universidad. Alba caminó hacia allá sintiendo que no llegaba ni en mil años y que sudaba como si estuviera corriendo una maratón. Reconoció la fachada del edificio, Raquel se la había descrpto, moderna y blanca. Iba a tocar el timbre del portero eléctrico cuando alguien le abrió la puerta y era Raquel.

  • Pasa, te estaba esperando.

Alba entró al hall del edificio, un pequeño espacio con un par de sofás y dos ascensores al fondo. Tomaron uno de ellos y Raquel presionó el número 6. Su departamento era un dos ambientes muy luminoso, las ventanas eran grandes, casi no había muebles, la mesa del living-comedor-cocina estaba atestada de libros, apuntes y fotocopias.

  • Lamento el desorden.

  • Descuida, yo soy igual de desordenada.

  • Sí, eso dicen todos.

Raquel se puso a ordenar la mesa y Alba la ayudó. Terminaron y se sentaron a estudiar.No conversaron de nada mas, solo se corregían alguna posible respuesta. Alba estaba mas atenta que en el aula, al menos no tenía las sensuales piernas de Raquel delante suyo, estaban ocultas bajo la mesa. Pero su rostro no estaba oculto y podía verlo y perderse en sus pestañas de camello y sus ojos verdes que se movían de izquierda a derecha leyendo los textos del libro. Movía los dedos sobre la mesa, como si cabalgaran, y el sonido de sus uñas chocando contra la madera le parecía excitante. Cada tanto Raquel la traía de vuelta a la realidad haciendole una pregunta respecto de los textos que Alba pretendía leer. Ya había pasado una hora.

  • Ok, nos merecemos un pequeño descando - exclamó Raquel de repente cerrando su libro y levantándose de la silla. - quieres algo de beber?

  • Bueno, sí...Qué tienes?

  • Agua embotellada, coca-cola, tequila... - decía Raquel con medio cuerpo tras la puerta de la heladera.

  • Tequila.

  • Segura? Mira que yo amo el tequila y me paso de copas.

  • Descuida, yo vigilaré que no te tomes toda la botella.

  • Ok - dijo Raquel y sacó una botella de litro y medio de tequila.

Buscó dos pequeños vasitos de cristal en la alacena de la cocina y se fue a sentar al sofá y a servir la bebida en los vasitos sobre la mesa ratona. Alba se sentó a su lado y Raquel le dio un vaso y propuso que hicieran un brindis.

  • Y por qué brindamos?

  • Mmmmhhh...Por la soltería - dijo levantando su vasito en el aire. - Estas soltera, no?

  • Eeemmm...sí... - mintió.

  • Sales con chicos de vez en cuando, verdad?

  • Sí, algo parecido... - volvió a mentir.

  • No me digas más. Brindemos.

Chocaron sus vasito y bebieron el tequila de un solo sorbo.

  • Mmhhh...delicioso.

  • Lo compré en el super chino - dijo Raquel volviendo a llenar los vasitos.

  • Jaja, brindemos por los chinos!

Volvieron a chocar los vasitos sin parar de reír. En el choque, el vasito de Alba se volcó y le empapó la blusa. Raquel no paraba de desternillarse de risa y a Alba le entró frío.

  • Tienes lavadora?

  • No...lavo todo a mano...el lavadero es carísimo - le dijo Raquel sin parar de reír.

  • Sí, lo sé. Me lavarías mi blusa?

  • Claro.

Antes de que pudiera darse cuenta, Raquel la estaba ayudando a quitarse la prenda y fue con ella al baño. Tapó el lavamanos y lo llenó de agua fría. Usó un jabón con un riquísimo perfume a jazmines, terminó de enajabonar la blusa y la colgó en el pequeño tendedero de la cocina. Volvió al sofá y se sentó junto a Alba, quien estaba en sostén, tapándose con un almohadón.

  • Tanto te avergüenza tu cuerpo?

  • No, no es eso, es solo que...no quiero que me veas.

  • Ok, si lo pones así...Volvemos a estudiar?

  • Bueno.

  • Si me quedo con este tequila terminaré emborrachándome y te besaría - dijo cogiendo la botella y metiéndola de nuevo en la heladera.

Raquel se rió de sus propias palabras, Alba trató de reír también, pero aquella situación la había puesto roja como un tomate. Raquel caminó hacia la mesa y se sentó en su silla. Alba se levantó dejando el almohadón en el sofá y se sentó a la mesa cruzando los brazos para que no se le viera el escote. Raquel echó a reír de nuevo.

  • Ven, te presto una de mis blusas.

  • Oh, te lo agradesco.

Alba la siguió a su habitación, Raquel buscó en su armario y sacó una blosa negra de mangas cortas. Se la enseñó y Alba dijo que esa estaba bien. Raquel se acercó a ella y le dijo que levantara los brazos. Alba los estiró sin chistar y Raquel vistió su torso. Estiró la tela para ver hasta donde le llegaba, casi a las caderas, la miró y Alba no pudo evitar sostenerle la mirada cuando en otras ocasiones la hubiera apartado.

  • Te queda bellísima.

  • Gracias...

Enmudeció de golpe cuando Raquel puso una mano en su cintura y di un paso para estar mas cerca de ella, tanto que sus narices se rozaban. Empezó a respirar aceleradamente y dejó escapar un suspiro. Las pupilas verdes de Raquel se acercaron más y mas, hasta sentir sus labios rozar los suyos. Raquel le besó dulcemente los labios, alargando un poco el beso y cuando se apartó, Alba pudo distinguir el temor y la excitación en su mirada. No se detuvo a pensarlo dos veces, cuando se quiso acordar, la estaba besando muy apasionada, abrazándola y con su cuerpo pegado al suyo. Se apartó para mirarla y Raquel se rió nerviosa, sin apartar las manos de la cintura de Alba.

  • Vaya, eso estuvo...bueno.

  • Solo bueno?

Alba le acarició el rostro y la sintió estremecerse.

  • Yo te gusto?

  • Ajá...- gimió Alba acercándose a sus labios. - Desde el primer día que te vi, me volviste loca y no podía dejar de pensar en tí, ni siquiera cuando...

Entonces se acordó de Thalia y se sintió la mas infiel de las infieles. Se apartó de Raquel y salió de la habitación, dejandola con expresión de no entender nada de lo que pasaba.

  • Alba, linda, qué sucede?

Alba rapidamente guardó sus libros, tirando unos cuantos al suelo.

  • Lo siento, me tengo que ir.

Y sin darle tiempo a preguntarl por qué, salió y cerró la puerta de un fuerte portazo. Corrió al campus, en menos de cinco minutos ya estaba ingresando a su edificio, cuando se chocó con Thalia, quien estaba bajando las escaleras.

  • Dónde te habías metido? Te llamé y no me atendiste.

Alba la miró avergonzada pero sin atreverse a decirle la verdad, se veía muy enfada.

  • Lo siento, fui a estudiar con una amiga, debí avisarte...

  • Sí, bien que debiste haberlo hecho.

Thalia cruzó los brazos, señal de que no estab así de enfadada por cualquier cosa.

  • Qué pasó?

  • Qué no pasó! Te esperé por horas, iba a decirte que hoy cumplimos cinco meses juntas y quería que fuéramos a celebrar.

  • Ay, amor, lo lamento, se me olvidó - se lamentó Alba llevándose las manos a la cara.

Trató de tocarla para calmarla pero Thalia la esquivó sin descruzar los brazos.

  • Ya no estoy de ánimos para salir.

  • Perdoname, de verdad, lo olvidé, no se volverá a repetir. Anda, vayamos a algún sitio lindo.

  • Te dije que no-tengo-ganas-de-salir.

Thalia volvió a subir las escaleras, dándole la espalda. Alba la siguió arrastrando los pies y sintiéndose tonta y culpable por lo que acababa de suceder. Se disculpó una y mil veces pero Thalia permaneció firme en no perdonárselo tan facilmente. Nunca se había peleado así. Separó las camas y se acostó dándole la espalda. Alba se quedó mirando el techo, llorando un poco por la pelea con Thalia, pero sintiéndose culpablemente excitada al recordar los besos que se había dado con Raquel.


Espero que les guste esta 7ma parte. Y se viene la octava! jaja! nunca llegué tan lejos con un relato xD

Hasta la próxima!

  • Brasita