Compañeras (2)
Se afianza la relacion
Todos los que hayan leído la primera parte de este relato han podido suponer que mi relación con Ana siguió adelante. Nos convertimos en pareja, me mude a su casa que era más grande y estaba mejor situada. También se hizo pública, lo que me acarreo algún problemilla en mi trabajo de policía, pero como estaba de enlace con los forenses fueron bastante nimios, algún compañero dejo de tratarme, curiosamente y en especial dos mujeres.
Por cierto, si recordáis, me dejo sin probar su lengua el día que me hizo probar su vagina. A los tres días de que yo le comiera por primera vez (que mal suena esto, pero es muy grafico) no aguante y le pedí que me lo hiciera, me dijo que no pensaba que aguantara tanto y se rio burlona. No quiero aburriros con eso, solo deciros que fue genial.
Llevamos unos cinco meses siendo pareja. Una noche antes de dormir, me pregunto que si estaba satisfecha.
-No lo dudes –le conteste-
-¿No hechas en falta nada?
Intuí por donde iba, dado mi pasado heterosexual.
-Si te refieres al sexo no –le dije- si te refieres a un hombre tampoco. Tú eres más que suficiente.
-Vale, Sara –repuso- me alegra saberlo, a mi me pasa lo mismo.
Nos dimos un tierno beso pero volvió a la carga.
-¿No hechas en falta nada del sexo con un hombre?, se sincera por favor.
Parecía que quería saber de verdad. Decidí darle una especie de caramelo más que nada para que me dejara dormir ya que teníamos que madrugar al día siguiente.
-Amor –dije- quizás alguna vez he pensado en las primeras sensaciones al ser penetrada, pero no puedo decir que lo echo en falta.
Me abrazo, me dio otro beso y dijo:
-A dormir que amanece temprano.
Nuestras vidas laborales siguieron con sus rutinas, pasábamos tiempo juntas de forma muy profesional salvo el rato de la comida, éramos sabedoras de que nos escrutaban minuciosamente.
Mi cumpleaños estaba ya muy cerca, lo celebraríamos el próximo viernes con una pequeña fiesta en casa con unos cuantos compañeros y amigos, además de dos o tres amigas de mi chica y ahora también amigas mías.
Fue la típica fiestecilla casera, canapés, bebidas, me cantaron el cumpleaños feliz, comimos tarta y seguimos con copas. Y por supuesto regalos. El de Ana fue un bonito conjunto de lencería y que en un momento de la fiesta me lo puse para estrenarlo esa noche.
Cuando se marcharon los últimos invitados, comencé a recoger los restos de bebidas y platos.
Ana se me acerco por detrás y después de besarme la oreja me susurro:
-Mañana lo recogemos, ahora tengo ganas de ti.
A pesar del tiempo que llevábamos juntas me ruborice, siempre me pasa cuando me dice cosas así.
Me gire y le di un beso de tornillo, con la lengua bien dentro. Estaba yo muy calentorra esa noche, no sé muy bien porque o si.
Nos fuimos a la cama rápidamente, la verdad es que somos bastante clásicas en eso y también es cierto que es un lugar muy cómodo.
Nos quitamos la ropa mutuamente e hizo que me exhibiera para ver lo bien que me quedaba el conjunto de lencería.
Después de un buen rato de besos, caricias y roces de nuestros cuerpos iniciamos un fantástico 69.
Cuando estábamos a punto de caramelo se separo de mi y saco una caja de debajo de la cama y me dijo:
-Este es mi regalo, el de verdad.
Rompí el envoltorio y vi una especie de consolador y unas correas. Lo cogí con la mano y descubrí que era un arnés. Tenía lo que simulaba el pene y en el lado contrario un pequeño consolador que era para que se lo introdujera quien se pusiera el arnés.
Debí poner una cara rara por que de inmediato hablo.
-Sé que es un sucedáneo, pero hare todo lo posible para que parezca autentico. Claro si quieres usarlo.
Me puso su comentario, no me había planteado usar una cosa así con Ana, yo tenía juguetes sexuales de cuando no estaba emparejada pero hacía mucho tiempo que no los usaba. Pero que mi chica quisiera penetrarme me puso y mucho.
-Póntelo –dije-
Dicho y hecho. Lo chupe y moje como si fuera una polla de verdad. Estaba lanzada. Me puse de rodillas, ofreciéndole una visión completa de mi parte posterior.
Con la mano me abrí los labios y Ana muy despacio empezó a rozar la zona con la punta de arnés.
-Indícame, que no tengo ni idea de cómo se hace –oí que decía-
La fui dirigiendo mientras que me penetraba. Note alguna molestia, supongo que por la falta de uso en los últimos tiempos.
Iba despacio, con suavidad, esto termino por llevarme a una excitación terrible.
-Agárrame de las caderas y dale fuerte –la grite-
Sentí sus manos como me aferraban y comenzó un mete saca frenético. No tarde nada en correrme como una loca. Ana seguía dándome fuerte, la oía gemir. Al poco tiempo se corrió y caímos en la cama.
Cuando nos recuperamos un poco y con su mejor sonrisa me dijo:
-Joer Sara. Como te gusta que te follen.
-Lo que me ha gustado –le conteste- es que fueras tú la que me follara. Que mi chica me poseyera me ha puesto a mil. Gracias amor.
Y la bese toda la cara terminando con un largo y cálido beso en la boca.
Nos fumamos un cigarro, que gran verdad es esa de que después del amor un cigarrito.
Después comencé a acariciar su suave piel. Tenía ganas de algo pero no sabía como decírselo. Decidí ir directa al grano.
-Ana me gustaría que tu también probaras el arnés.
-Estás loca –dijo- Sabes que nunca me han penetrado y no me atae la idea.
-Intentémoslo, corazón, a ver qué pasa –le conteste- Si no te gusta lo dices y ya esta.
-Quieres follarme, Sara –repuso con cara de pocos amigos-
La jodi, pensé.
-Lo que quiero es devolverte el gran placer que me has dado y si deseo follarte, me encetaría si consigo que sientas la mitad de lo que yo he sentido.
-Vale –dijo- vamos a hacerlo, pero si no me gusta…
La corte.
-No sigas, solo dilo y paramos.
Me puse el arnés mientras que Sara me miraba. Tenía la esperanza de que se excitara al verme con el. No dijo nada.
Luego me tumbe a su lado. Comencé a besarla, ella respondía, por lo menos lo intentaba o eso pensaba yo. Recorrí su cuerpo besando, lamiendo y ensalivándolo. Sara suspiraba. Sus pechos fueron generosamente manoseados, besados y lamidos.
Me puse encima de ella, comenzado un suave movimiento y cuidando de que el consolador rozara los labios vaginales y su clítoris. Nos besábamos con dulzura. No sé cuánto tiempo estuvimos así, yo no tenía prisa. Sara ya gemía, su cara era un poema, un lindo poema.
En un momento dado, alzo sus piernas y las cruzo por mi espalda. Espere un poco, era como una invitación para que entrara en su vagina. No bajo las piernas.
Sin decir nada, baje mi mano para guiar el consolador dentro del sexo de mi chica. La penetre muy lentamente, podéis imaginar el por qué.
Una vez que estaba dentro y creo que haciendo tope, comencé a moverme muy despacio. Cuando note que sus gemidos se hacían más fuertes yo incremente un poco la velocidad y la dije:
-Mueve las caderas.
Me hizo caso y comenzó a moverse, eso si, con cierta torpeza. Me acomode a su ritmo. No tardo mucho en ponerse a tope y cuando note que la faltaba muy poco para correrse me pare en seco pero sin sacar el arnés.
-Mala –dijo con cara de picara-
Me abrace a ella y giramos en la cama, quedando ella encima. Se salió el arnés.
-Te vas a sentar y al mismo tiempo te metes el consolador –fue mas una orden que otra cosa-
Cuando lo hizo, agarre sus pechos y le di algún pellizco en los pezones.
-Ahora muévete, folla a tu ritmo.
Comenzó a subir y a bajar por el arnés. El cambio de posición hizo que la parte de consolador que tenia dentro de mí, se moviera de otra manera.
Yo también movía mis caderas intentado ir a ritmo de Sara. Hubo momentos en que lo conseguía pero en otros no. Los gemidos y gritos de ambas parecían que se fundían en uno solo.
De repente se vino, se corrió como una perra en celo, yo tampoco me quede a la zaga. Fue brutal.
Al recuperarnos me ayudo a quitarme el arnés. Nos abrazamos y simplemente nos mirábamos. Su sonrisa era bellísima, yo también sonreirá.
-Me has follado –dijo has hecho que me corra fallándome con un consolador y me ha gustado. Algún día pagaras por esto.
Acto seguido juntamos nuestras bocas y nos quedamos dormidas así.