Compañera joven y caliente (1)
Una joven le cuenta a su compañero de clase unos sueños eróticos y en una calurosa tarde deciden ponerlos en práctica mientras los padres de ella no están.
Soy Juan, de un pueblo de Madrid. Tengo 18 años y la vida normal para mi edad, por la mañana voy al instituto y por las tardes digamos que estudio. Los fines de semana no los suelo pasar en casa pero la semana pasada no tenía planes y el domingo no salí. Al no tener nada que hacer me conecte al messenger y me puse a hablar con Leti, una compañera de clase. Tengo que aclarar que entre nosotros hay mucha tensión sexual. Las semanas anteriores ella me había contado algunas fantasías suyas de las cuales yo era protagonista. Me pidió que le relatara como me las imaginaba yo. El viernes le había pasado el ultimo relato. Después de charlar de algunas banalidades le pregunte que le habían parecido mis relatos.
Leti-Te los imaginaste casi igual que yo, además describes muy bien.
Yo-¿De verdad te parece o lo dices para quedar bien?
L-De verdad, me dejaste muy húmeda.
Y-¿Si te puso tanto por qué no te animas a probarlo?
L-No sé, me da un poco de miedo, sería mi primera vez. Yo siempre me había imaginado que seria algo romántico con mi novio.
Y¿-Por qué no quedamos para hablarlo mejor?
L-Vale, ven a mi casa mejor.
Dicho y hecho, a los 15 minutos llamaba a su puerta. Me abrió vestida enteramente de blanco, pura y exuberante, me contagió su sonrisa.
L-Adelante, tenemos toda la tarde.
Apenas terminó la frase me abalance sobre ella sin poder resistirme a sus deliciosos labios. Ella se quedó sorprendida pero correspondió.
Nos sentamos en el salón y charlamos un rato de varias cosas hasta que llegamos al tema del sexo, de los relatos y de cuanto me atraía ella. No se cómo llegamos a su habitación, pero nunca olvidare aquella escena, fundidos en un pasional beso. Le quité prenda por prenda hasta llegar a su tanga negro. No quedó ni un centímetro de su afrodisíaca piel sin explorar por mi lengua. Dediqué especial atención a sus protuberantes pezones rosados. Pero cuando le iba a quitar el tanga decidí parar, estaba yendo demasiado lejos, no quería que la perdida de su virginidad fuese un motivo de arrepentimiento.
Me fui al baño a pensármelo; por una parte era una preciosidad, deseada por todos nuestros compañeros, y ninguno hubiese dejado escapar la ocasión.
Por otro lado era una chica muy simpática y me hubiese dolido muchísimo estropear nuestra amistad.
La sensación que me producía el temor y la excitación era la de estarme orinando.
Después de 10 minutos volví sin tenerlo claro pero su tierna mirada me hizo dejarme llevar.
Comencé por su cuello, eso la volvió casi tigresa. Fui bajando por sus pechos dando pequeños mordiscos a sus erectos pezones. Su vientre era cálido y suave y conseguí cosquillearla con mi lengua.
El tanga ya no estaba y tenia ante mí su virginal sexo. Atrapé su clítoris entre mis labios y lo golpee con la lengua, se contorsiono y soltó unos sonoros gemidos esto me animó.
Primero separe sus labios con la lengua y adentre ligeramente un dedo. Ella estaba con las piernas abiertas, las rodillas flexionadas y la cabeza de lado con los ojos cerrados. Yo me puse de rodillas, me puse el preservativo de fresa que ella tenía y coloque el falo a la entrada de la oscura gruta del placer. La mire a los ojos preguntándole si estaba segura. Cuando asintió le di un largo beso en sus dilatados labios y empecé a hacer fuerza. Mi glande entró pero me costaba seguir y Leti insinuó dolor en su rostro. Me detuve unos momentos y cuando ella me pidió que siguiese dí un empujón hasta el fondo provocando sus gemidos. Volví a parar para esperar que su vagina se acostumbrase al grosor de mi pene y fue ella la k me pidió que siguiese.
Estuvimos así hasta que sentí su orgasmo, entonces paré y me puse bocarriba y ella instintivamente se montó encima de mi verga. Su húmeda vagína permitió que entrase fácilmente.
Al cabalgarme me golpeaba la cara con sus tetas. El siguiente orgasmo fue simultáneo, cuando yo me corrí ella se desplomó quedando su cabeza sobre mi pecho. No sabría decir exactamente cuanto estuvimos en esa posición, solo reaccioné cuando sonó la alarma de mi reloj. Nos costó desprendernos.
Al día siguiente, en clase no podía evitar mirar hacia ella y no me podía creer lo que había pasado.
Espero que les haya gustado. Es el primer relato que publico. Agradezco sus comentarios y consejos. Pueden escribirme: dominator4@gmail.com
o agregarme al MSN: juan_costr@hotmail.com .Gracias