Cómo una puta

Mi AMO me disciplina tratándome de esa manera para humillarme

Hoy recibí tu mensaje, al principio no entendía si me estabas jugando una broma o que, pero a medida que lo iba leyendo me di cuenta de que hablabas muy en serio.

Tus instrucciones fueron muy precisas, tenía que estar en la calle, a la hora pico, vestida cual fina puta, sin ropa interior, con una blusa blanca escotada y transparente, falda de vestir negra y corta, bien ceñida al cuerpo dibujando mi figura, medias y zapatos de tacones altos negros completando el conjunto.

No me decías cuanto tiempo tenía que esperarte.

Estoy en medio de la calle, con mucha gente por todos lados, parada allí, roja de vergüenza, siento que todos me miran y piensan en lo que soy... tu puta.

Vos me estás observando desde el auto a la distancia, no puedo verte ni tengo conciencia de que me estás mirando. Sientes mi incomodidad, miro nerviosa para todos lados, me dejas un buen rato allí, sola, esperándote. Las bolas chinas comienzan a incomodarme, tengo miedo de que se me salgan en medio de la calle, moriría si eso me pasara, así que las aprieto muy fuerte a las tres bolas que tengo dentro, el resto penden del hilo.

Cuando crees que fue tiempo suficiente, venís y me haces una seña para que me acerque, bajas la ventanilla, no puedo subirme a auto rápidamente, primero tengo que hablar con vos como si estuviéramos arreglando una cita.

Entro al auto con la cabeza gacha, no me esta permitido decir ninguna palabra, más que responder a tus preguntas.

- Estas muy linda puta, te tengo preparada una sesión especial de bienvenida, espero que la disfrutes.

Cuando llegamos al hotel, ciñes mi cintura con tu mano y luego la bajas acariciando levemente mis nalgas, ves como me ruborizo, te detienes ahí por unos instantes que me paralizan y me parecen eternos, te gusta verme como tu puta, tengo que comportarme como una o pagaré con azotes mi falta.

Recogemos la llave y cuando nos alejamos del mostrador, sorpresivamente levantas la parte de atrás de mi pollera, dejándole entrever al conserje el hilo con las bolas, no veo cara de sorpresa de él, pero si tu cara de satisfacción.

Subimos al ascensor, miro si hay cámaras pero a vos no te importa, me haces levantar la falda hasta la cintura.

Introduces tus dedos, respiro profundo, me agrada esa sensación entre placentera y nerviosa que me provocas, estiras del hilo provocando que una de las bolas se salga, haciendo, con ese imprevisto movimiento, que una corriente quemante recorra mi cuerpo.

-  Que puta sos!!!, mira como mojaste mi mano.

Cuando llegamos a la puerta del cuarto,  abres la puerta, me miras y me das un beso suave en la boca

-Ya sabes lo que tienes que hacer zorra.

Suspiro un momento, me pongo en cuatro como una perra, golpeo y espero. Me abrís la puerta con una sonrisa en tus labios, ya me estabas estas esperando con mi collar y la traílla en tu mano.

- Pasa perra.