Como una copa de buen vino

A Maggi le gusta probar nuevos caldos y voy a complacerla

Rogelio es un tipo de unos treinta y tantos años, casado y formal. Es bastante rígido en el seguimiento de las normas del dueño del bar restaurante en el que trabajamos. Normalmente el esta tras la barra preparando las bebidas y yo atiendo a los clientes de la terraza. El es un camarero de profesión y yo un estudiante de Ingeniería que aprovecha el verano para ganar un poco de pasta y así pasar el curso sin demasiadas apreturas económicas.

Después de trabajar siempre que tengo un rato libre suelo salir a ver si pesco algo en el revuelto mundo de las chicas que están de vacaciones. Poco a poco he ido depurando la técnica y tengo que reconocer que no se me da mal, el físico y mi conversación me acompañan, por lo que solo necesito tener un poco de suerte para encontrar la pareja adecuada.

Hoy os cuento una historia que sucedió una tarde de verano, durante una tormenta en la que estábamos solos Rogelio y yo en el bar. Todos nuestros clientes habituales que se alojan en el hotel de enfrente se ha quedado allí, quizás asustados por el impresionante despliegue de truenos y relámpagos que suele acompañar a las lluvias en este tiempo del año.

Un poco aburridos por la falta de actividad, matamos el tiempo mientras esperamos que cese la lluvia. Rogelio le pasa el paño a la cafetera que ya está reluciente de tanto darle y yo coloco las sillas con precisión milimétrica en su sitio y limpio las mesas con el paño hasta que relucen.

En la terraza solo hay un par de parejas matando el tiempo, dentro del bar hace demasiado calor y estamos solos mi compañero y yo. Sabemos que más tarde estará lleno de gente y apenas tendremos tiempo para respirar por lo que disfrutamos de esta inesperada placidez.

En el bar entra una mujer mojada de arriba abajo, dudando y tambaleándose ligeramente. Se acomoda en un taburete frente a la barra y pide una bebida con alcohol. Enseguida se pone a charlar con nosotros, habla en ingles con acento un tanto extraño, y como se le enreda la lengua es difícil de entenderla.

A la mujer se le escapa la risa con mucha facilidad y se la ve muy animada, no es la primera bebida que se ha tomado hoy.

En un descuido de Rogelio, se abalanza sobre la barra, le coge por la pechera e inclinándose hacia delante para darle un morreo totalmente inesperado para él. Sorprendido por la acción de la mujer, Rogelio se retrae, no es un hombre que le guste saltarse las normas del bar y menos saltarse la fidelidad a su esposa.

Yo por el contrario estoy perfectamente disponible y deseando que hago semejante conmigo. Supongo que ella ha preferido un hombre madurito que sabe lo que hacer en vez de un veinteañero que solo está pendiente de las jovencitas.

De cualquier forma su acción cautiva nuestra atención y nos saca del tedio de la espera hasta que lleguen los clientes.

Después del aparente rechazo de Rogelio, la mujer me sonríe con una expresión muy picara. Seguro que me quiere probar a mí también. Me hago rogar, pero al final entre broma y broma me acerco para que me asalte y me dé un beso con lengua.

Se nota que está un poco bebida, lo suficiente para no tener ningún reparo para morrearse con los dos camareros presentes. A pesar de todo ella sigue dominando bien la situación.

Es una mujer madurita, que conserva una buena figura, un culo estupendo y una expresión en el rostro de lo más sensual. En pocos minutos nos tiene a los dos revoloteando a su alrededor compitiendo por ser el agraciado con sus besos y sus caricias.

Cuando se acerca gruñe de una forma muy especial, como anunciando que esta hambrienta y nos va a devorar. Es una “come hombres” y a nosotros nos encanta ser su presa.

Estando en medio de este juego, entra un hombre alto y corpulento en el bar. Sin mediar palabra, la coge por la mano y estira de ella hacia la salida. La mujer a regañadientes se deja arrastrar mientras con la mano nos dice adiós y con la boca nos tira besitos por el aire.

Después de que se ha ido, Rogelio y yo comentamos la jugada. Me confiesa que le ha gustado mucho pero que tiene un miedo atroz a que se entere el dueño del bar que hemos intimado con una clienta, y mucho más que su esposa se entere que una desconocida le ha robado unos besos y ha conseguido ponerlo cachondo como un burrito en celo.

La condenada consiguió ponernos a cien con solo darnos unos cuantos besos. Sabe besar y comer la boca como una diosa. Lástima que tras la irrupción de aquel hombre quedamoa con la miel en los labios.

El día siguiente, fuimos por la mañana temprano al bar para preparar la terraza, limpiarlo todo, rellenar las maquinas… y mientras estabamos haciendo estas tareas entra de nuevo la encantadora mujer.

Esta vez fresca como una rosa, con atuendo playero y una sonrisa de oreja a oreja. Probamos otra vez, nos da un beso a cada uno, de esos que cuesta olvidar. Rogelio recapacita y reacciona, eso no puede continuarse. Temo que me va a fastidiar la oportunidad por lo que trato de ponerme en medio para ser yo el receptor de la caricias de la diosa que nos ha caido del cielo.

Rogelio persiste en su negativa e invita a la mujer a que se vaya de local. Esta ni corta ni perezosa lo coge de la mano y lo arrastra hacia el rincón del establecimiento donde está el aseo. Mi compañero se resiste, no quiere dejarse llevar y le dice cosas con poco convencimiento.

La mujer está completamente decidida a seguir con lo que ha empezado, se lo lleva hasta el baño de señoras. Allí en menos que canta un gallo, le baja los pantalones, le da tres meneos para ponérsela dura y después se pone a hacerle una chupada de campeonato.

Con las prisas no han cerrado completamente la puerta y por la abertura que ha quedado puedo verlos. Con un ojo en la escena y con el otro vigilando que no entre nadie que nos pueda pillar en medio del fregao, monto guardia en un sitio estratégico.

La mujer está en cuclillas frente a mi compañero, este apoya el culo y las manos sobre la pica del lavabo, con lo pantalones negro del uniforme en los tobillo y la polla empinada como un mástil se deja chupar la polla, con una mezcla de nervios e impaciencia por si entrase alguien en mitad de la faena, y con unos enormes deseos de llenarle la boca con su leche.

Tal como esperaba el desenlace se produce muy rápido, en medio de unos intensos gemidos Rogelio da tres culadas hacia delante para follarle la boca y a continuación se corre sobre sus labios despertando una gran cara de satisfacción de la desconocida.

No dejo de mirar hacia la puerta de entrada del bar y de reojo a la escena del baño. Los observo con mucha envidia, deseando que tenga ganas de repetirlo conmigo. No quería que me viera como un niñato y se desentendiese de mi sin dejarme participar y darle mi leche también

Rogelio enseguida que termina con los espasmos de su orgasmo, recoge los pantalones, se viste apresuradamente e invita a Maggie a que salga rápidamente del aseo para no levantar sospechas de nadie.

Ella le muestra su mejor sonrisa al tiempo que le hacer ver que de ninguna manera tiene intención de irse sin completar su misión. Ahí entro yo en escena.

— Date prisa…no quiero que nos pillen— me dice Rogelio dándome ordenes por ser el mas veterano y mayor en edad.

— Si, siiii…voy…estoy deseando— le respondo cruzándome con el en el pasillo para ir a encontrarme con el ángel que nos ha caido del cielo.

— Ahora, te toca vigilar a ti— le digo para que sepa que no me puede dejar solo.

Entro al baño de señoras dispuesto a que me haga una mamada tan rica como la que acabo de presenciar. Me bajo los pantalones rápidamente y ocupo mi lugar. Maggie se incorpora totalmente, me coge la cara entre ambas manos y me da un impresionante morreo. Al principio siento un poco de asco, hace unos minutos esos labios y esa lengua que ahora me besan, están llenos de la leche de mi compañero y eso no me lo esperaba.

Al separar su boca de la mía, se da cuenta de mi expresión lo que se causa una sonora carcajada, deduzco que se ha dado cuenta que soy bastante novato y que hay cosas que todavía no he asimilado.

Mientras yo espero que se agache y haga mi mamada, Maggie se levanta la faldilla, mete los dedos entre la piel y la braguita tanga que lleva puesta, haciéndola caer hacia abajo. La coge la apretuja haciendo un pequeño ovillo con ella y me la pone en el bolsillo de la camisa.

Se da la vuelta, se inclina hacia delante y apoya las manos sobre la cisterna del inodoro dejándome su culo en pompa para mi. Culea un poco haciéndome ver que es lo que viene a continuación. Tengo delante de mi un culo impresionante que esconde un coño excepcional.

— Venga…venga… date prisa….que no tenemos todo el día— me apremia mi compañero sin saber que los planes han cambiado y que lo que Maggie me esta pidiendo es que la folle por detrás..

Sin perder un instante me coloco detrás de ella, con un certero empujón la meto hasta la bolas y empiezo a bombear con ganas.

Para tranquilizar a mi compañero le digo entre empujón y empujón:

— Ya voy…ya voy… tu vigila bien…enseguida acabo— le digo para que sepa que no me puede dejar solo.

Soy el primer interesado en cumplir lo que prometo, no quiero hacer enfadar a mi compañero, ni que nadie nos pueda sorprender follando a una clienta en el baño de señoras, sin embargo también tengo muchas ganas de darle gusto a la mujer, follándola como se merece. Quiero darle tiempo para que disfrute con mi polla golpeándole en el fondo de su vagina.

Tomo posición sobre el trasero de la mujer. Resigo el perfil de sus caderas y acaricio la suave piel de su espalda. Después de sobar bien sus nalgas y sus muslos, paso los dedos por encima de la raja y siento ganas de llevar mi lengua hacia ese lugar tan apetitoso.

Culea deseosa por sentirse acariciada. Le separo bien los cachetes del culo para poder profundizar más. Cruzo una mano por delante de su cuerpo y busco la parte superior de vagina, allí encuentro un clítoris hermoso, hinchado y extremadamente sensible.

Me pongo a jugar con el, mientras ella ondula continuamente la espalda al sentir mi polla dentro,

froto la punta de mi pene a lo largo de la raja, recogiendo y repartiendo sus jugos, hasta que no puedo más. Apunto y aprieto lentamente hasta colocársela toda dentro nuevamente.

Sujeto con firmeza su trasero, y sin dejar que este se mueva, voy haciendo un suave mete y saca, con un acompasado movimiento de mi cadera. Todo su coñito se convierte en un suave terciopelo del que no deja de manar su flujo, que finalmente se mezcla con el semen que sale a borbotones incontrolados de mi pene.

Minutos mas tarde Maggie esta sentada en una mesa de la terraza disfrutando de una copa del mejor vino que tenemos en el bar. Esta cómodamente sentada, con las piernas cruzadas y la espalda apoyada sobre el respaldo. Esta disfrutando de su merecido descanso después de un rato de fuertes emociones.

Entra en la terraza el hombre que ayer se la llevo casi a rastras, se sienta en la mesa donde esta ella y me hace señas para que vaya a atender su pedido. Al llegar a su altura, antes de pedir nada se dirige a ella con mucha sorna para decirle, pensando que no lo voy a entender:

— ¿Este es el camarero que te querías follar?...ya estas tardano…seguro que no te da ni la mitad de gusto que te doy yo— dice el hombretón

— Ariño, dejemos el tema para otro día. Ahora estoy muy bien y no tengo ganas de discutir contigo— le dice con tono resignado

— Y no te metas con el chico…está trabajando, y lo hace muy bien. Mira que copa de vino me ha puesto. Mañana vendré de nuevo a repetir.

Deverano.