Cómo un viaje de trabajo se convierte en placer

Un viaje de trabajo con un compañero desconocido acaba por depararme una gran aventura, haciéndome descubrir que mi callado compañero es un amante extraordinario además de una gran persona

Otro lunes que llegaba al trabajo pensando que sería una semana tranquila pero nuevamente me equivocaba. Apenas había comenzado a poner en orden todo lo que tenía en mi mesa cuando mi jefa me llamó a su despacho. Acudí en seguida y vi que en el despacho había otro chico también, lo conocía de vista pues trabajaba en la empresa en otro departamento pero aparte de que no teníamos mucho contacto entre nuestros departamentos éste chico también era de pocas palabras, la jefa nos presentó, se llamaba Raúl, era guapete y a simple vista viéndolo actuar parecía callado y buena persona. El motivo de la llamada era porque teníamos que viajar para unas reuniones para la puesta en marcha de un proyecto y teníamos que acudir los dos pues estaban implicados los dos departamentos de la empresa. La jefa nos dijo que no nos preocupásemos por nada, que pasásemos por administración que tenían nuestros billetes de tren para el próximo día preparados  y que ya teníamos hecha también la reserva del hotel, al parecer habíamos tenido suerte porque el hotel estaba en una ciudad costera rodeado de unas vistas espectaculares y al ser temporada baja la empresa nos había conseguido alojar ahí sin problemas, además las reuniones que teníamos iban a ser en las salas de conferencias de ese mismo hotel. Nos despedimos de la jefa y Raúl y yo estuvimos preparando algunas cosillas para el día siguiente, era agradable trabajar con él y bastante servicial. En cuanto tuvimos todo preparado intercambiamos nuestros números de teléfono, nos despedimos y quedamos vernos la tarde del siguiente día directamente en la estación.

Al llegar a la estación no vi a Raúl por ningún lado, también es verdad que llegué un poco ajustada de hora así que directamente fui para el tren y una vez en mi asiento le escribí, iba también en el tren pero como el tren iba bastante lleno y los billetes nos lo habían sacado algo apresuradamente cada uno íbamos en una punta del tren así que quedamos en vernos directamente en nuestro destino. Cuando llegamos por fin lo vi, le di un beso para saludarlo pero se notaba que era algo tímido, se puso colorado pues no se lo esperaba así que nada, cogimos un taxi y fuimos directos para el hotel.

Al llegar al hotel comenzaron los problemas, no sé por qué pero siempre que mi jefa decía no te preocupes al final acababa pasando algo y esta vez no iba a ser menos. Cuando me identifiqué en la recepción había un problema, mi reserva no estaba hecha para esa día sino para el siguiente, se habían equivocado en el correo que habían enviado, yo les dije que me diesen otra habitación pero me dijeron que era imposible, que aunque era temporada baja habían coincidido en el hotel una excursión de personas mayores, un congreso y algo más y que no había habitaciones para ese día. Yo estaba algo nerviosa y no sabía qué hacer, iba a buscar otro hotel pero Raúl me dijo con tímida voz que si a mí no me importaba a él no le importaba compartir su habitación conmigo, que él dormiría en cualquier lugar de la habitación, si había sofá o en el suelo si hacía falta. Yo acepté diciéndole que no se preocupase, que ambos éramos mayores y que ya nos apañaríamos.

Cuando entramos en la habitación ésta no estaba mal aunque no era demasiado grande, tenía una cama grande eso sí pero no abundaba el espacio  ni había sofá ni nada por el estilo. Raúl entonces dijo:

-          Tú duerme en la cama tranquila, yo cojo un cojín y duermo aquí abajo en el suelo sin problemas, que parece cómoda la moqueta.

-          Anda, no seas tonto, es tu habitación, y la cama es grandísima, no te voy a echar de tu cama, pero tampoco me pienso ir al suelo, ¿eh?

-          Vale, vale. Es que no quería que te sintieses incómoda.

-          Tú no sabes la jeta que tengo yo y lo difícil que es hacerme sentir incómoda. (dije riendo para hacerlo sentir algo más cómodo).

Era algo tarde ya así que dejamos nuestras maletas y salimos a tomar algo ligero para cenar, unos sándwiches y un refresco mientras hablábamos un poco del tema de la reunión del próximo día. Raúl hablando de su trabajo se sentía cómodo, era fácil entenderse con él, sin embargo de su vida personal apenas sabía nada, tampoco quise preguntarle pues parecía que tampoco se sentía cómodo así que nada, en cuanto acabamos de hablar de las tareas pendientes decidimos retirarnos a la habitación pues el próximo día sería algo largo.

De nuevo en la habitación entre primero a cambiarme yo al cuarto de baño, yo no había traído pijama ni nada pues solía dormir con braguitas y una camiseta de tirantes, no  contaba con compartir habitación, al verme salir el pobre Raúl no sabía dónde mirar, no esperaba verme en braguitas. Yo viendo su reacción le dije:

-          Es que… no traje otra cosa, no pensaba que compartiría habitación.

-          Ya… ya… no pasa nada.

Ahora entró el a cambiarse, salió con un pantalón corto y sin camiseta. La verdad es que tenía buen cuerpo y me estaba sintiendo atraída. Sin embargo yo me repetía una y otra vez en mi cabeza que no pasaría nada entre nosotros, y no por engañar a Juanma, mi pareja, que no sería un engaño pues nosotros teníamos una relación abierta y aprobábamos acostarnos con otras parejas y luego contárnoslo , el no querer yo que pasara nada era porque yo tenía mi norma particular de no tener relaciones con otra persona de la empresa, mi vida privada era una cosa pero no quería estar presente en los comentarios y cotilleos de la empresa así que  esta vez no quería que fuese una excepción.

Raúl se metió en la cama, se arrinconó en su lado, temiendo rozarme sin querer, me hacía gracia. Nos dijimos buenas noches. Él estaba boca arriba en su lado, con los ojos encerrados intentando dormir, yo por mi parte estaba de lado, hacia él, con los ojos abiertos y cerrados a ratos, me imaginaba lo que sería empezar a acariciar su pecho que parecía fuerte, empezar a besarlo, me imaginaba sus reacciones y me lo imaginaba envolviéndome con sus fuertes brazos, sentir su boca en la mía, noté como giraba su cabeza hacia mí, e instintivamente cerré los ojos, sentía que si su mano me rozaba yo me rendiría ante él, lo esperaba ansiosamente, pero no llegó, notaba que mi entrepierna palpitaba de deseo, imaginaba como entre cálidos abrazos y húmedos besos por mi cuerpo me penetraba suavemente pero con determinación. Así caí dormida con estos pensamientos y de hecho creo que debido a la fuerza de mi mente desperté en medio de la noche en medio de un orgasmo de placer, había soñado que Raúl me había estado follando deliciosamente y desperté muy mojadita. Vi que él dormía plácidamente, que todo había sido un agradable sueño y seguí durmiendo.

A la mañana siguiente desperté yo antes que él, unos minutillos antes de que sonase el despertador, vi que él tenía un amanecer glorioso, con el mástil de su bandera elevado, se intuía que tenía un más que buen tamaño,  me hubiese abalanzado sobre él después de la noche de deseo que pasé, pero ni teníamos tiempo para ello y quería seguir siendo firme a mis convicciones. Así que me levanté y fui a la ducha. Cuando salí de la ducha salí del baño envuelta en mi toalla y pasé el testigo a Raúl para que se duchase mientras yo me vestía. Raúl estaba tardando en su ducha, yo imaginaba que se estaba masturbando por mí y volvía mi deseo. Salió del baño ya vestido y listo y nos fuimos a desayunar y afrontar con energía nuestra misión del día.

Al volver por la tarde estábamos contentos de cómo nos habían ido nuestros negocios, yo ya tenía habitación para mí y fui con Raúl a recoger mis cosas a su habitación. Quedamos para luego cenar y festejar lo bien que habíamos estado en nuestro trabajo, cuando salía de su habitación lo vi como entristecido de que me marchase, me pareció gracioso pues habíamos compartido habitación y apenas habíamos hablado.

Ya cenando pedimos una botella de vino para celebrar, y parece que con el vino se fue relajando y yo que tenía algo de interés en él comencé a preguntarle un poco sobre su vida personal, me quise interesar por si tenía pareja. Él me contó que había tenido muy mala suerte en cuanto a su vida sentimental, había tenido un par de relaciones largas, la primera una novia desde el instituto que después de años con él y acabar la universidad se había marchado a trabajar a Inglaterra y al final la relación se acabó por la distancia, después vino otra relación que le había afectado más, también estuvo varios años con una chica compañera de trabajo de la anterior empresa en la que trabajaba, todo iba bien, estaban preparando todo para casarse pero la chica hizo un viaje con unas amigas y al volver del viaje lo dejó, dijo que se había equivocado y que se había enamorado de una chica, que lo quería pero que no quería estar ya con un hombre, que había encontrado lo que buscaba en una chica. Al parecer esto sí que lo dejó bastante tocado, desde entonces habían pasado dos años, había cambiado de trabajo que fue cuando llegó a mi empresa y dice que desde entonces no había estado con nadie. Yo intenté animarlo diciéndole la gran persona que era y que le cambiaría la suerte. El aceptó resignado como si fuese lo que pensaba oír por pura compasión y vi que ya no estaba cómodo. Dijimos de marcharnos y así hicimos, nos despedimos para irnos cada uno a nuestra habitación, para despedirlo le di un beso en la mejilla, tal vez algo más largo de lo habitual y nos marchamos los dos cabizbajos.

En mi habitación no paraba de dar vueltas, me decía que no debía de enrrollarme con nadie del trabajo, pero por otro lado Raúl me atraía mucho, me había atraído la noche anterior y su historia me había conmovido, deseaba darle un poco de felicidad para mitigarle el dolor de sus recuerdos que mis preguntas le habían causado. Echa un mar de dudas me puse el pantalón vaquero y una sudadera para salir a dar una vuelta por los terrenos del hotel. El sitio era espectacular, el frescor de la noche despejaba mi mente y la vista de la luna reflejada en el agua del mar de dejaba embobada, unos pasos a lo lejos me hicieron salir de mi estado de reflexión, vi que paseando por uno de los caminos que rodeaban el hotel venía Raúl, al llegar a mi lado se sorprendió al verme, yo lo miré de reojo y sonreí. El me preguntó:

-          ¿Qué haces por aquí a estas horas?

-          No podía dormir, había algunas ideas en mi mente que me perturbaban.

-          Yo estaba igual…

-          Persona, siento si te he molestado haciéndote hablar de tu pasado y eso no te permite dormir.

-          No te preocupes, eso está pasado. Es que te parecerá una tontería pero… la habitación estaba vacía sin ti. Perdona si te molesta eso.

-          No, no me molesta. Estaba aquí fuera pensando si ir a tu habitación, porque… Te deseo… Pero no quería tener nada con alguien del trabajo.

-          Yo también te deseo, esta pasada noche algunas veces me desperté y te veía ahí al lado mía tan preciosa durmiendo que te hubiera comido enterita…

-          Pues cómeme enterita….

Y me lancé sobre él y comenzamos a besarnos apasionadamente. Sus besos eran tan cálidos como los imaginé la noche anterior y sus brazos me envolvían con una fuerza protectora que hacía que me sintiera cómoda, relajada y ardiente de deseo. Le susurré que me llevase a su habitación, que tenía frío en la noche. Me rodeó con su brazo y nos fuimos caminando directamente hacia su habitación.

En cuanto se cerró la puerta ambos comenzamos a liberar el deseo que teníamos reprimido de la noche anterior, nuestras bocas se buscaban ansiosas, nuestras manos buscaban los recorridos más rápidos hasta debajo de nuestras ropas, rápidamente lo liberé de su jersey, mi boca lamía y mordisqueaba suavemente sus pezones y él acariciaba mi cabeza y mi espalda por debajo de la sudadera, me la quitó, mientras su boca buscaba apasionadamente mi cuello mi hacía estremecer sus manos me quitaban mi sujetador. Yo no me quedaba quieta, desabrochaba mientras tanto su pantalón y lo bajaba lo suficiente junto con los calzoncillos para liberar su enorme miembro que ya empezaba a estar excitado, lo acariciaba, como un triunfo después de cuanto lo imaginé la noche anterior. Raúl sin dejar de besarme en ningún momento el cuello hizo la mismo operación que yo, me desabrochó el pantalón y su mano bajó por dentro de mi braguita, acariciando suavemente mi sexo, su boca recorría mi cuello, mi boca, mientras sus dedos por debajo exploraban mi entrada que ya estaba muy, muy húmeda, mis caderas se movían al ritmo de sus dedos en mi sexo. Yo me arrodillé delante de él, tenía su polla frente a mí, rodeada por mis manos, comencé a recorrerla en su longitud con mi lengua, luego comencé a introducirla en mi boca, saboreándola, dentro de mí sentía un impulso que me hacía dar lo mejor de mí, así estuve un rato hasta que mi deseo de tener ese miembro dentro de mí era insoportable. Me puse en pie y susurré a Raúl que se sentase en la cama, así hizo él, yo poniendo mis rodillas a los lados de sus caderas y agarrada a sus hombros me fui dejando caer lentamente, Raúl mientras con una mano envolvía su cintura con la otra aguantaba su polla para que entrase por donde debía de entrar, así fui bajando despacito despacito  hasta estar toda entera dentro de mí, acomodada sobre él comencé a besarlo, y lentamente comencé mi movimiento hacia adelante y hacia detrás, no dejaba de besarlo, su mano en mi cintura acompañaba mi movimiento mientras su otra mano acariciaba mi cuello y también recorría mi espalda de arriba abajo, de vez en cuando su mano cambiaba el recorrido e iba hacia mi parte delantera, buscando mi coñito para acariciarlo, me volvía loca y dejando de besarlo arqueaba mi cabeza hacia atrás y subía mi ritmo, hasta que en una de estas noté como una corriente de placer me inundaba recorriendo mi cuerpo por toda la espalda y hacía que me agarrase aún más fuerte a él y mi boca lo buscara desesperadamente para besarlo, seguía con mi movimiento rítmico buscando ahora su turno, yo estaba sonriente y feliz del placer que había disfrutado cuando Raúl me incorporó para sacarme su miembro de mí y que toda su leche se derramase entre nosotros. Se tiró hacia atrás en la cama y yo caí sobre él, besándonos.

Raúl sin dejar de besarme me giró, haciendo que yo fuese la que estuviese ahora boca abajo, me dijo que ahora era su turno. Sus dedos entraban en mi coñito buscando mis puntos escondidos, mis caderas se movían rítmicamente mientras sus dedos me exploraban con maestría, su boca recorría mis pechos, lamiendo con delicadeza mis pezones, yo estaba disfrutando muchísimo más aún de lo esperado, finalmente su boca fue bajando y bajando hasta que su lengua estaba a la altura de mi sexo, jugueteando alegremente con mi clítoris mientras sus dedos llegaban a mis puntos escondidos de placer dentro de mí, sus dedos aceleraron el movimiento dentro de mí a la vez que su lengua y provocó una corriente de placer de tal intensidad que mis piernas temblaban a la par que mi pelvis y yo me agarraba fuertemente a las sábanas abandonándome al disfrute.  Ahora fue él quien buscó acomodo sobre mí, toda su polla volvió a entrar en mí sin esfuerzo ninguno, mis manos acariciaban su espalda, recorriéndola entera, él comenzaba a moverse, no demasiado rápido pero si apretando bien cuando entraba entera, mi s piernas abiertas lo recibían con gran placer, me lo estaba haciendo muy rico, yo lo abrazaba fuerte con mis brazos y pedía más. Raúl ahora se puso de rodillas, poniendo mis piernas sobre las suyas y agarrando mis caderas empezó a embestirme con mayor velocidad, me encantaba, yo lo estaba gozando tremendamente  y lo miraba a él tan aplicado y concentrado que estaba deseando de correrme de nuevo, para mi sorpresa lo vi meterse el pulgar de su mano en su boca, no sabía que pretendía, pero con su pulgar húmedo empezó a juguetear acariciando mi clítoris mientras seguía follándome velozmente, me llevó a mi punto álgido y cuando ya estaba que no podía más puso mis piernas sobre sus hombros y siguió penetrándome velozmente y con todo su peso, eso me hizo estallar de placer de una manera inimaginable, yo lo agarré de su cuello, él soltó mis piernas y sin dejar de follarme yo lo abracé entero con brazos y piernas y disfruté del estallido de placer que recorría mi cuerpo y que se prolongó porque él seguía y seguía. Finalmente el sacó su polla de mí y derramó de nuevo toda su leche sobre mi barriga.

Yo terminé increíblemente satisfecha, fue una sorpresa increíble que Raúl me hubiese follado así de esa manera, nunca se me habría pasado por la cabeza que ese chico callado y contándome sus problemillas aquella noche pudiese haberme hecho disfrutar así, pero así fue. Quedamos los dos rendidos uno junto al otro, jadeantes y disfrutando de las caricias recorriendo con nuestros manos el cuerpo del uno al otro.

A la mañana siguiente despertamos tal y como nos habíamos acostado, uno junto al otro, ambos pegajosos del sexo de la noche anterior. No teníamos mucho tiempo pues teníamos que estar pronto en una última reunión para acabar unos flecos y después coger el tren de vuelta. Era una pena no tener tiempo pues mi deseo de volver a tener esa polla dentro de mí era increíble pero no podíamos llegar tarde. Ambos decidimos ducharnos a la vez, el roce de sus manos enjabonando mi cuerpo me tenía aceleradísima, y cuando enjaboné me recreé acariciando su polla mientras lo miraba con ojos de deseo, me acerqué a su oído y le dije:

-          Si prescindimos del desayuno tenemos diez minutillos.

Su reacción no se hizo de esperar, besó mi boca y me dio la vuelta poniéndome hacia la pared, capté la idea y me agaché un poco hacia adelante, ofreciéndole mi trasero, su polla de nuevo busco fácilmente su sitio dentro de mí y sentí como su vaivén rítmico hacía que me sintiese plena, mientras sus manos me envolvían y una acariciaba suavemente mi coñito y la otra mis pechos, a la vez que su lengua y sus labios disfrutaban gustosamente de mi cuello, sin duda iba a ser rápido pero intenso y así fue como enseguida mi coñito estalló inundándose de húmedo placer, yo reaccioné girándome  y besándole apasionadamente, mientras mi mano seguía ahora el ritmo que él antes me había marcado y finalmente sentí como su leche caía sobre mi húmedo muslo. Fue rápido, intenso pero delicioso y nos llenó de fuerzas para afrontar la reunión que nos quedaba.

Ya en el viaje de vuelta en el tren pusimos todo en orden, dejando claro que esto había sido solamente placer y nada más, sin embargo además del recuerdo placentero del viaje había ganado un buen amigo y eso sí, estaría encantada de que siempre que mi jefa lo quisiera me mandase con él a donde hiciera falta.